Por muchos años las últimas palabras de Jesús en Mateo 28 se encontraban muy lejos de ser mi realidad como creyente. Creía que la Gran Comisión se obedecía solamente yendo a las naciones y predicando el evangelio. Pero como una de las cosas a las que Jesús nos llama en este pasaje es a hacer discípulos y a enseñarles a obedecer todo lo que Él nos ha mandado… ahora sé que la consejería bíblica tiene un papel clave en el cumplimiento de la Gran Comisión.
Mateo 28:18–20 dice: “Acercándose Jesús, les dijo: «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado; y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo».”
Una de las cosas a las que Jesús nos llama en este pasaje es a hacer discípulos, enseñándoles a guardar todo lo que Él nos ha enseñado. Esto es justamente lo que hacemos en la consejería bíblica.
El llamado es para mí
Podemos ver la consejería bíblica como un ministerio personal de la Palabra en el que ayudamos a otros, bajo la autoridad de las Escrituras y la centralidad del evangelio, a ver la manera en la que sus corazones están respondiendo a alguna situación en particular y a caminar conforme a las verdades de la Palabra.
La consejería bíblica, entonces, responde a la Gran Comisión ya que la misma es una especie de discipulado intensivo en el que caminamos junto a otro creyente en necesidad, enseñándole a guardar aquello que Jesús ha enseñado.
Ahora, ver la consejería bíblica como parte de la obediencia a la Gran Comisión pudiera verse también como algo exclusivo para aquellos capacitados en esta labor. Pero la realidad es que este es un llamado para todo creyente. Mira conmigo los siguientes pasajes:
“En cuanto a ustedes, hermanos míos, yo mismo estoy también convencido de que ustedes están llenos de bondad, llenos de todo conocimiento y capaces también de amonestarse los unos a los otros.” Romanos 15:14.
“Que la palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes, con toda sabiduría enseñándose y amonestándose unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de gracias en sus corazones.” Colosenses 3:16.
“Hermanos, aun si alguien es sorprendido en alguna falta, ustedes que son espirituales, restáurenlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.” Gálatas 6:1.
Según estos versos, ¿Quién tiene el llamado de instruir, enseñar, amonestar y restaurar? Todos nosotros. De alguna manera todos somos consejeros, todos estamos llamados a enseñar a otros a andar como Jesús anduvo y en esto avanzamos el cumplimiento de la Gran Comisión haciendo discípulos que vivan conforme a Cristo.
¿Cómo lo hacemos?
La manera en la que hacemos discipulado a través de la consejería bíblica debe estar fundamentada, por lo menos, en estos tres pilares:
1. La autoridad de la Palabra
Jesús nos llamó a enseñar todo lo que Él nos ha ordenado y no hay manera en la que podamos hacer esto aparte de las Escrituras. Obedecer la Gran Comisión a través de la consejería bíblica descansa en la autoridad de la Palabra porque es allí donde Jesús se ha revelado a nosotros.
2. La centralidad del evangelio
En el llamado mismo de la Gran Comisión vemos cómo la persona de Jesús es central. Bautizamos en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu, y enseñamos Sus mandamientos. Cristo es el mensaje porque sólo Jesús puede salvar y sanar corazones quebrantados.
3. El enfoque en el corazón
La conformidad al carácter de Cristo al que apunta la Gran Comisión implica la transformación del corazón. En ese sentido, la consejería bíblica nos ayuda a ver cómo responde el corazón a sus diferentes circunstancias y cómo podemos ayudarlo a responder a Cristo apropiadamente.
Bajo Su autoridad
Las primeras y últimas palabras de Jesús en el llamado de la Gran Comisión son la razón por la que podemos responder a este llamado:
“Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra… y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:18, 20).
En nuestra labor de hacer discípulos a través de la consejería bíblica no buscamos resultados, porque no podemos producirlos. Buscamos, en cambio, ser fieles a lo que el Señor nos ha llamado, y lo hacemos porque Cristo tiene toda autoridad y Él ha prometido estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.