Seguir a Dios a menudo requiere obediencia radical, la que nos demanda abandonar nuestros planes y deseos para que el evangelio sea proclamado. En ocasiones, esa obediencia radical nos lleva a comunicar el evangelio a nuestros vecinos, y en otras ocasiones, nos lleva a trasladarnos más allá de nuestras fronteras para llevar el evangelio a las naciones.
Indistintamente de lo que Dios nos llama a hacer, la Escritura promete que la vida en Cristo tendrá un alto costo. Esto es algo que Charlotte (Lottie) Moon aprendió de primera mano cuando siguió el llamado de Dios para comunicar el evangelio en China. Pero su legado también nos enseña cómo Dios nos hace fructíferos cuando vivimos en y para Cristo.
El desafío de dejar tu vida atrás
Cuando nos convertimos en seguidores de Cristo, Dios nos llama a perder nuestras vidas por causa de Cristo, ofreciendo nuestros “cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es [nuestro] culto racional” (Romanos 12:1). En ocasiones dejar tu vida atrás significa dejar físicamente el lugar donde vives para ir a donde Dios te ha llamado. Eso es precisamente lo que hizo Lottie cuando dejó su hogar en Virginia (Estados Unidos) para servir como misionera en China. En otras ocasiones, significa dejar atrás deseos y amores de este mundo, como cuando Lottie rechazó una propuesta de matrimonio y dejó su trabajo para servir como misionera.
Aferrarse a las cosas, las circunstancias o las personas puede estorbarnos de vivir en plena obediencia al Señor. Es con las manos abiertas y un espíritu dispuesto que podemos entonces aceptar lo que Dios nos ha llamado a hacer. Y entonces, Dios nos equipa para hacer Su obra.
El desafío de confiar en Dios en medio de las dificultades
Lottie tuvo una base sólida en medio de las dificultades que vienen con la vida como misionero porque su confianza estaba en el Señor. En una carta, ella escribió:
“Por favor, digan a los nuevos misioneros que se enfrentarán a una vida de dificultades, responsabilidad y constante sacrificio personal. Que deberán vivir, la mayor parte del tiempo, en las viviendas chinas, en estrecho contacto con las personas. Se sentirán solos por dentro, pero necesitarán ser fuertes y valientes. Si el gozo del Señor es su fortaleza, la bendición del trabajo compensará con creces sus dificultades”.
Por favor, digan a los nuevos misioneros que se enfrentarán a una vida de dificultades, responsabilidad y constante sacrificio personal.
Aunque servir como misionero sigue siendo un llamado digno, también hay un alto precio que pagar. Los creyentes enfrentan la persecución, las diferencias culturales, la añoranza por la patria y lo conocido, y la oposición a las conversaciones sobre el evangelio. Habrá temporadas en las que no hay fruto visible, pero tendrás que esperar y confiar en Dios que no estás trabajando en vano para el reino. Habrá tiempos cuando te sentirás exhausto y vacío, y lo único que puedes hacer es apoyarte en la fortaleza y el gozo del Señor y descansar en Su presencia.
A pesar de los desafíos, Dios es siempre fiel (Deuteronomio 7:9). Por 39 años, Lottie vivió y sirvió en China, enseñando en una escuela de niñas y viajando a través del país para anunciar el evangelio. Visitó miles de hogares para presentar el evangelio y fue una líder en su iglesia. En un país con pocos cristianos, Lottie hizo y equipó nuevos discípulos de Cristo. Por su trabajo fiel y confianza en el Señor, muchos pudieron experimentar la gracia y la misericordia que se encuentra solamente en Jesús.
El desafío de apoyar la proclamación del evangelio
Hay una razón por la cual una ofrenda anual para las misiones internacionales—la Ofrenda de Navidad Lottie Moon—lleva su nombre. Estando en China, Lottie enviaba cartas a su país en las que desafiaba a los creyentes a ir a China, orar por los misioneros, y dar con generosidad para que otros pudieran ir. En una carta, Lottie escribió:
“¿Me pregunto cuántos de nosotros creemos realmente que “más bienaventurado es dar que recibir”? Una mujer que acepta esa declaración de nuestro Señor Jesucristo como un hecho, y no como idealismo poco práctico, hace de la generosidad un principio de su vida. Ella pondrá aparte no menos de una décima parte de sus ingresos o sus ganancias como el dinero del Señor… porque Jesús pagó todo, no necesitan pagar nada, se olvidan de que el objeto principal de su salvación es que deben seguir las pisadas de Jesucristo para traer un mundo perdido a Dios, y así ayudar a responder la petición que nuestro Señor enseñó a Sus discípulos: “Venga Tu reino”.”
No todos los creyentes están llamados a ir a las naciones, pero todos los creyentes están llamados a participar en la Gran Comisión (Mateo 28:18–20). Todos somos llamados a administrar nuestro tiempo, recursos y talentos para el reino. Esto puede implicar dar con generosidad para apoyar el trabajo de las misiones en todo el mundo, orar por los misioneros y los que no han sido alcanzados en los lugares donde están sirviendo, visitar y animar a los misioneros que están más allá de nuestras fronteras, y comunicar el evangelio en nuestros vecindarios.
Indistintamente de cómo participemos, cuando hemos sido radicalmente cambiados y redimidos por la misericordia de Cristo, entonces de manera inevitable querremos que otros conozcan sobre la esperanza que tenemos en Jesús, al igual que Lottie.