Ruego que nunca deje de asombrarme el hecho que Dios elija redimir a pecadores caídos. Él toma a hombres y mujeres enemistados con Él, los adopta en su familia y los encomienda al negocio familiar, es decir, servir como embajadores del reino a cada tribu, lengua y nación.
En este artículo, quiero revisitar las lecciones principales que el Señor me enseñó mientras servía en el campo misionero: la dependencia en los medios ordinarios de gracia dentro de la iglesia local y el poder de la hospitalidad fiel. Los medios ordinarios de gracia son las formas típicas en que Dios nos cambia y nos hace madurar, como la predicación correcta de la Palabra y la administración de los sacramentos en la iglesia local.
La dependencia en lo ordinario
Mi tiempo en el campo me enseñó, sobre todo, que la iglesia local es esencial para la Gran Comisión.
Aprendí cómo debo amar y apreciar lo que Jesús más ama si quiero servirle fielmente, es decir su novia, la iglesia. Existe una razón por la que las narrativas más poderosas a lo largo de la historia se centran en un valiente guerrero derrotando a un terrible enemigo, usualmente un dragón, para rescatar a una damisela en apuros. El tema resuena porque ese es el propósito de la historia, ya que la Segunda Persona de la Deidad asumió carne humana en la persona de Jesucristo, vivió una vida perfecta, murió y resucitó de entre los muertos, todo para conquistar y rescatar a su novia del dominio del maligno.
Cualquier estrategia misionera que busque evitar los medios ordinarios de gracia en el contexto de la iglesia local seguramente producirá consecuencias graves. Durante mi tiempo en Ecuador, busqué dedicarme por completo a ser miembro de una iglesia local mientras enseñaba clases de educación teológica.
Hice esto para fortalecer el compromiso de la iglesia con los medios ordinarios de gracia que Dios ha concedido a su iglesia para crecer en madurez, particularmente a través de la membresía significativa en la iglesia, la correcta administración de los sacramentos y la fiel predicación expositiva de la Palabra de Dios. Fui testigo de cómo un énfasis cada vez mayor en el medio elegido por Dios para madurar a su pueblo resultó fiel y fructífero una y otra vez.
La estrategia de Dios para cumplir su propósito redentor es a través de los medios ordinarios de gracia en las iglesias locales.
Independientemente de si las iglesias están en los Estados Unidos, Ecuador u otro lugar, la estrategia de Dios para cumplir su propósito redentor es a través de los medios ordinarios de gracia en las iglesias locales. Si no hay una iglesia en el área a la que va el misionero, se debe formar un equipo que pueda pactar como una iglesia local al llegar. En última instancia, aprendí que ninguna estrategia misionera hecha por el hombre es mejor que el diseño de Dios para cumplir el mandato del Nuevo Pacto a través de sus medios elegidos: iglesias locales entre cada tribu, lengua y nación.
El poder de la hospitalidad fiel
Antes de mudar a nuestra familia a Ecuador, mi esposa Heather y yo procuramos prepararnos para servir en América Latina. Pensaba que se me daba bastante bien el español. Al llegar al campo, rápidamente me di cuenta de que ni siquiera podía pedir una pizza por teléfono, tenía mucho que aprender.
Después de pasar un tiempo significativo con ecuatorianos de nuestra iglesia local, entendimos que no importaba cuánto aprendiéramos el idioma, los nativos siempre lo conocerían mejor que nosotros y entenderían mejor su cultura. Por lo tanto, procuramos pasar tanto tiempo como fuera posible con nuestros hermanos y hermanas para conocerlos mejor y aprender cómo servirles mejor.
La hospitalidad es uno de los frutos de ser transformados por los medios ordinarios de gracia y madurar como discípulos de Cristo.
Muchos a menudo olvidan que uno de los requisitos que Dios estableció para ser anciano es la hospitalidad (Tito 1:8). La hospitalidad es uno de los frutos de ser transformados por los medios ordinarios de gracia y madurar como discípulos de Cristo. Por eso abrimos las puertas de nuestro hogar y procuramos pasar tanto tiempo como sea posible invitándolos al caos de un hogar con cuatro hijos, ¡que luego eventualmente se convirtieron en seis!
Queríamos aprender de ellos mientras, al mismo tiempo, mostrábamos las glorias del matrimonio cristiano, la bendición de los hijos y una familia comprometida a mostrar a Cristo en esa comunidad. Un libro maravilloso titulado “La forma más simple de cambiar el mundo“(inglés), afirma de manera conmovedora: “El objetivo final de la hospitalidad no es simplemente recibir a las personas en tu hogar, sino usar tu hogar como un lugar para mostrar y comunicar el evangelio”.
Al invitarlos a nuestras vidas, pudimos no solo aprender mejor su idioma y cultura, sino que también fueron animados hacia la madurez cristiana a través de relaciones genuinas con nosotros. Como resultado, muchos de los creyentes más jóvenes están desafiando las tendencias de su cultura, comprometiéndose con su iglesia local, no retrasando el matrimonio y deseando que los hijos sean criados y enviados para la gloria de Dios.
Estoy seguro de que los misioneros que se centran en establecer iglesias que enfaticen los medios ordinarios de gracia mientras practican una hospitalidad fiel para vivir la vida con otros eventualmente verán el fruto de la bendición de Dios en su ministerio.
Ese fruto puede no ser los resultados pragmáticos centrados en números que muchas estrategias modernas enfatizan. Sin embargo, como dice Pablo a los jóvenes creyentes en la iglesia de Gálatas: “No nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos.” (Gálatas 6:9). Sigamos la estrategia de Dios para alcanzar a las naciones a través de los medios elegidos por Dios: su novia, la iglesia local, para la gloria de Dios mientras proclamamos el evangelio mediante nuestra predicación, mostramos el evangelio a través de los sacramentos y vivimos el evangelio en nuestra hospitalidad.