En el primer Congreso de Lausanne sobre Evangelización Mundial, celebrado en Suiza en 1974, el Dr. Ralph Winter introdujo el concepto de “pueblos no alcanzados”, grupos de personas con poco o ningún acceso al evangelio. Ser no alcanzado no significa que las personas estén perdidas o que puedan escuchar o hayan escuchado el evangelio y elijan no creerlo; significa que no pueden escuchar o aceptar el evangelio porque nadie a su alrededor lo conoce. Más de tres mil millones de personas aún no han escuchado el nombre de Jesús.
Más de tres mil millones de personas alrededor del mundo no tienen acceso al evangelio porque nadie a su alrededor lo ha escuchado.
Según los últimos datos,1 una asombrosa cifra de 5.7 mil millones de la población mundial son aprendices orales. Estas son personas que son completamente analfabetas, analfabetas funcionales, tienen discapacidades visuales o auditivas, o forman parte de una cultura oral. La mitad de esta población son niños, y la mayoría de los grupos no alcanzados restantes son sociedades orales. Esto representa un desafío significativo, considerando que todavía estamos trabajando para traducir y proporcionar la Biblia a sociedades alfabetizadas que aún no tienen las Escrituras en su idioma.
De los 7,396 idiomas que se hablan en el mundo, solo 744 tienen una Biblia completa,2 y solo la mitad de todos los idiomas actuales tienen alguna parte de las Escrituras disponible. Entonces, ¿qué significa esto para los aprendices orales y la próxima generación de sociedades orales en cuanto a su acceso al evangelio y a tener la Palabra de Dios disponible en su lengua materna y en su modo de aprendizaje más efectivo?
Miramos a Jesús
Después de considerar lo que cariñosamente se llama el Salón de la Fe en Hebreos 11, el autor nos anima no solo a despojarnos de todo peso y del pecado que fácilmente nos enreda, sino a correr con perseverancia la carrera que tenemos por delante, manteniendo nuestros ojos en Jesús (Hebreos 12:1–2).
Al analizar los datos sobre la dificultad de llevar el evangelio y las Biblias a los aprendices orales no alcanzados, podemos sentirnos desanimados, sin esperanza y tentados a rendirnos. Pero cuando miramos a Jesús y consideramos el carácter de nuestro Dios omnisciente, omnipresente y soberano, deberíamos sentirnos aún más vigorosos para mantener nuestras manos en el arado.
Aunque nuestros esfuerzos no hayan sido suficiente para llevar el evangelio y la Biblia en su lengua materna a los pueblos no alcanzados alfabetizados ni a los de cultura oral, podemos estar seguros que estos pueblos no han sido olvidados por Dios. Por el gozo puesto delante de Él, Jesús soportó la cruz. En esta generación, nosotros también podemos soportar nuestra cruz misional de entregar nuestras vidas por el evangelio con gozo porque sabemos que servimos a un Dios vivo que es poderoso para salvar (Isaías 63:1b). Él ha estado buscando y salvando a los pueblos perdidos de todo tipo (Lucas 19:10; Juan 9:1–38), y continuará haciéndolo mientras toda la historia humana apunta hacia Su retorno final.
A los trabajadores globales en la traducción de la Biblia en alianza con otras organizaciones de traducción, la Palabra de Dios nos recuerda que no es por nuestra fuerza, nuestro poder o nuestras estrategias, sino por la sabiduría y guía del Espíritu, quien nos equipará para alcanzar a estos pueblos menos alcanzados con Su verdad en los modos en los que mejor aprenden y entienden. El Señor sabe que Su novia global y multimodal necesita Su Palabra para madurar y alcanzar la plenitud de Cristo (Efesios 4:13). Por lo tanto, buscamos a Jesús hasta que todos hayan escuchado.
Oramos al Señor de la cosecha
Jesús vio a las multitudes y tuvo compasión por ellas, luego dijo a Sus discípulos que oraran al Señor de la cosecha para que enviara obreros (Mateo 9:36–38). Nosotros también somos animados a doblar valientemente nuestras rodillas en fe activa ante Su trono de gracia para encontrar gracia y ayuda en este tiempo de gran necesidad (Hebreos 4:16).
A través de la oración, rendimos nuestra voluntad, dejamos nuestro orgullo e independencia respecto a esta obra, y buscamos el poder de Dios para hacer lo que no podemos hacer en nuestra fuerza. A través de la oración, intercedemos en nombre de aquellos que aún no han escuchado la Palabra de Dios en su lengua materna. Sabemos que la fe viene por el oír la Palabra de Dios (Romanos 10:17), por lo que oramos para que el Señor específicamente envíe a obreros para servir en contextos orales.
Nos unimos a Su misión
Considerando la abundante cosecha de los no alcanzados, existen diversas formas de involucrarse en la Gran Comisión de Dios, lo que significa incluir contextos muy diferentes de los nuestros. Al orar, enviar e ir a estos contextos orales, le decimos a Jesús que Él, en efecto, es digno de cada incomodidad y prueba que podamos enfrentar (2 Timoteo 2:10) y que aquellos que portan Su imagen que aprenden y entienden en modos diferentes a nosotros necesitan acceso a Él y a Su Palabra en la forma en que mejor pueden entenderla. Abrazamos la totalidad de Hechos 1:8 y damos testimonio por Su poder hasta los confines de la tierra para asegurar que todos los que invocan el nombre del Señor para la salvación puedan crecer en la gracia y el conocimiento del Señor Jesucristo (2 Pedro 3:18) por Su Palabra.
Trabajamos hasta el día en que las personas que Jesús compró con Su sangre de toda tribu, lengua, pueblo y nación se reunirán y lo adorarán en gloria. En Mateo 28, Jesús dice a sus discípulos que “vayan a todas las naciones”, por lo que buscamos al Señor, oramos y vamos a todos los contextos de distintas modalidades para hacer que Su nombre, evangelio y Palabra sean accesibles hasta que todos hayan escuchado.
- International Orality Network. Oral Learners: Who are they? (Red Internacional de Oralidad. Aprendices Orales: Quienes son?, inglés) ↵
- ProgressBible. Data (inglés) ↵