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3.2 billion people will live and die without hearing the good news of Jesus. Let’s change that together.

¿Qué de aquellos que nunca han escuchado sobre Jesús?

Una de las preguntas más importantes que enfrenta la iglesia hoy es:«¿Qué le sucede a las personas que nunca han escuchado sobre Jesús?».

Esta pregunta es particularmente urgente cuando tomas en cuenta que más de tres mil millones de personas son consideradas no alcanzadas, es decir que tienen poco o ningún acceso al evangelio. Las personas hacen preguntas como: «Si Dios es amoroso y misericordioso, entonces estas personas sin duda no irían al infierno… ¿o si?». Pienso que el libro de Romanos puede ayudarnos a contestar esta pregunta.

Pablo escribió el libro de Romanos porque quería que estos creyentes supieran cuán grande era el evangelio, a fin de que se sintieran estimulados a ayudarle en su camino a España (Romanos 15:24, 29), un lugar que no había recibido el evangelio. Pablo está, en un sentido, escribiendo una carta para que lo apoyen para ir al campo misionero. Él está tratando de convencer a las personas sobre la necesidad de llevar el evangelio a quienes nunca lo han oído.

Cuando surge la pregunta sobre lo que le sucede a las personas que nunca han escuchado sobre Jesús, los primeros capítulos de Romanos ofrecen al menos cuatro verdades que nos llevan a una respuesta.

1. Todas las personas conocen a Dios.

Pablo inicia su carta explicando la razón por la que todas las personas necesitan oír el evangelio:

Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad. Pero lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos, pues Dios se lo hizo evidente. Porque desde la creación del mundo, Sus atributos invisibles, Su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que ellos no tienen excusa. Pues aunque conocían a Dios, no lo honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se volvieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles (Romanos 1.18–23).

Según estos versículos, un conocimiento básico de Dios es universal. Tanto si se trata de personas en Norteamérica, un hombre en la selva en África, la persona en una aldea en Asia, o en cualquier otro lugar, todas las personas tienen algún conocimiento de Dios. Sabemos que Dios existe porque vemos su obra a nuestro alrededor cuando miramos la creación. Su «eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad», de manera que ningún ser humano tiene excusa.

El eterno poder y divinidad de nuestro Dios son perceptibles con toda claridad de manera que ningún ser humana tiene excusa.

2. Todas las personas rechazan el verdadero conocimiento de Dios.

Observa  las palabras «Pues aunque conocían a Dios» (v. 21). Todas las personas rechazan lo que conocen de Dios. Ellas «restringen la verdad» (v. 18) y cambiaron la adoración a Dios por la adoración a imágenes (v. 23). Y esto se aplica a cada uno de nosotros. 

Todos somos culpables de adorar algo diferente a Dios: nuestros trabajos, nuestras carreras, nuestras casas, nuestras posesiones, etc. Lo que sea que tome el lugar de nuestra adoración que solamente corresponde a Dios se convierte en un ídolo. Ya se trate de la persona en la jungla que adora al sol o el hombre de negocios que adora sus inversiones, ambas prácticas son idolatría.

3. No hay personas inocentes en el mundo.

Romanos 3:10–12 es bastante claro en señalar que toda persona es culpable delante de Dios:

Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se han desviado, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno (Romanos 3:10–12).

Así que, cuando las personas preguntan qué le sucede al hombre inocente en África que muere sin haber escuchado el evangelio, yo le diría, sin ninguna sombra de duda, que va al cielo. Sin embargo, antes de que empieces a etiquetarme como un hereje, toma en cuenta esto: si hay un hombre inocente en África que nunca ha oído el evangelio, entonces este hombre no necesita un Salvador. Él no ha hecho nada malo, ¿por qué estaría separado de Dios?

Pero, ese es precisamente el problema: no hay un hombre inocente en África o en Asia. Todos y cada uno hemos rechazado el conocimiento de Dios, así que no somos inocentes. Nosotros damos por sentado desde nuestra cultura que el destino de todos es el cielo, pero esto no es bíblico. Lo que es bíblico es que hay que dar por sentado que, aparte de la gracia de Dios, lo único que le espera a las personas es el infierno. Hemos pecado contra Dios y merecemos estar separados de Él para siempre.

4. Todas las personas están condenadas por rechazar a Dios.

Romanos 3:19–20 confirma lo que ya hemos visto cuando se trata de presentarnos delante de Dios aparte de la fe en Cristo:

Ahora bien, sabemos que cuanto dice la ley, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se calle y todo el mundo sea hecho responsable ante Dios. Porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él; pues por medio de la ley viene el conocimiento del pecado.

Todos somos responsables delante de Dios por nuestro pecado y merecemos estar separados de Él. Así que la pregunta acerca de si Dios enviaría a alguien al infierno por rechazar a Jesús del que nunca ha oído, elude la verdadera cuestión. Las personas ya han sido condenadas, aparte de si han escuchado de Jesús, por rechazar lo que conocen de Dios.

El hecho de que apartadas de Cristo, todas las personas son culpables ante Dios y destinadas a ir al infierno implica que la misión es urgente.

Implicaciones prácticas

¿Cuáles son las ramificaciones de todo esto? Si alguien obtiene un «pase» eterno simplemente porque no ha escuchado de Jesús, entonces eso disuade por completo la obra misionera de la iglesia. Si las personas de la jungla en África van al cielo porque nunca han oído el nombre de Jesús, entonces ¡lo peor que podríamos hacer es ir y hablarles sobre Él! Conocer sobre Jesús solamente aumentaría sus posibilidades de ser condenados.

Sin duda, esta no es una perspectiva bíblica. Se nos instruye repetidamente a llevar el evangelio hasta los confines de la tierra (Mateo 28:18–20; Lucas 24:46–47; Hechos 1:8). Y porque, aparte de Cristo, todas las personas son culpables ante Dios y destinadas a ir al infierno, esto implica que esta misión es urgente.


Nota del editor: Este extracto ha sido adaptado del sermón de David Platt titulado «An All-Encompassing Vision [Una visión global]».

David Platt

David Platt sirve como pastor en el área metropolitana de Washington, D.C. Es el fundador de Radical.

David recibió su doctorado del Seminario Teológico Bautista de New Orleans y es el autor de Don’t Hold Back [No te quedes donde estás], Radical, Sígueme, Contracultura, Algo tiene que cambiar, Before You Vote [Antes de votar], así como los varios volúmenes de la serie Christ-Centered Exposition Commentary [Comentario Expositivo centrado en Cristo]. 

Vive junto con su esposa e hijos en el área metropolitana de Washington, D.C.

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