En Romanos 12:2, Pablo exhorta a la iglesia a no conformarse al mundo. Como una prensa gigante, el mundo está constantemente ejerciendo presión sobre todos los cristianos, ya sea que estemos conscientes de ello o no, el mundo está tratando de moldear nuestras mentes a su antojo.
Una de las consecuencias de esta presión está relacionada con la manera en que la iglesia ve la evangelización, en particular, la evangelización hacia aquellos que no quieren ser evangelizados. El humanismo secular moderno pone el yo y la identidad personal en la cima de los valores: si amas a alguien, debes dejarlo ser como quiere ser. Para una persona secular, la evangelización fiel de los cristianos a los talibanes en Afganistán o a los activistas en San Francisco se ve como una intrusión violenta y una arrogancia insensata.
¿Qué piensas sobre los no alcanzados que no quieren ser alcanzados?
La iglesia debe tratar de alcanzarlos
“No hay quien busque a Dios” (Romanos 3:11). Debemos comenzar reconociendo que ninguna persona o grupo de personas quiere ser alcanzado por el evangelio, y que aparte de la obra soberana de Dios en nosotros, cada uno de nosotros continuaría en nuestra rebelión contra Dios.
En la providencia de Dios, algunas personas crecen en culturas con menos barreras al evangelio, otras con más. Sin embargo, todos, incluso una persona criada en un hogar cristiano, tienen muros naturales contra el evangelio. La diferencia fundamental no es si uno quiere o no ser alcanzado, si no cuánto no quiere ser alcanzado.
Para cumplir con la Gran Comisión de “hacer discípulos de todas las naciones” (Mateo 28:19), algunos obreros del evangelio terminan labrando un suelo bastante fértil, mientras que otros tienen la tarea de labrar un suelo muy duro y seco que, durante una larga temporada, podría no dar ningún fruto visible. Conocemos las historias de misioneros que no han visto un solo convertido durante muchos años de ministerio, no debido a una falta de celo y fiel esfuerzo de su parte. Sin embargo, la iglesia está llamada a labrar toda la tierra y pedir al Señor que en su gracia dé la cosecha.
Tu iglesia debe tratar de alcanzarlos
Muy pocos de nosotros seremos llamados a servir en lugares que pueden compararse con una tierra verdaderamente árida, donde los no alcanzados son tan hostiles al evangelio que la evangelización puede resultar en la muerte. Sin embargo, cada iglesia debería trabajar fielmente entre los no alcanzados que no quieren ser alcanzados en su ciudad o vecindario. Incluso en la tierra más fértil, hay parches secos que son difíciles de arar.
Confío en que muchas personas en tu iglesia están evangelizando regularmente a nivel local entre personas con las que tienen conexiones naturales. Pero, ¿hay personas no alcanzadas que viven en tu ciudad? ¿Personas con las que tú y los miembros de tu iglesia no tienen conexiones naturales? ¿Personas que parecen tener barreras espirituales más altas a su alrededor?
La pregunta para nuestras iglesias es cómo podemos alcanzar a estas personas con el evangelio. Debemos comenzar con orar regularmente por ellos. En nuestra iglesia en Kazajistán, todos los días del Señor, entre otras cosas, el pastor ora por uno de los grupos de personas no alcanzadas, tanto en su país de origen como en nuestra ciudad. Luego, durante nuestras reuniones de ancianos y miembros, consideramos diversas oportunidades de ministerio y asociaciones que pueden ayudarnos a alcanzar a los no alcanzados que no quieren ser alcanzados. Finalmente, decidimos enfocarnos en uno o dos de ellos como iglesia. Sin embargo, esto no significa que los miembros individuales no exploren y persigan otras oportunidades de ministerio.
A menos que los pastores guíen a la iglesia a trabajar proactivamente entre los grupos más difíciles, se hará poco o ningún ministerio allí.
Desde mi experiencia en el ministerio, a menos que los pastores guíen a la iglesia a trabajar proactivamente entre los grupos más difíciles, se hará poco o ningún ministerio allí. Típicamente, los miembros de la iglesia ya tienen tantas conexiones naturales con los no creyentes en sus vidas que, sin esfuerzos intencionales, muchos grupos no alcanzados, incluso en sus vecindarios, no entrarán en su radar ministerial.
Nuestra confianza está en Dios
Debemos equilibrar nuestra determinación de evangelizar a aquellos que no quieren ser evangelizados con las palabras de Jesús en Mateo 7:6: “No den lo santo a los perros, ni echen sus perlas delante de los cerdos, no sea que las huellen con sus patas, y volviéndose los despedacen a ustedes.” Los doce y el apóstol Pablo utilizaron ese principio en su evangelización al dejar las ciudades de las que fueron expulsados.
Solo podemos hablar con aquellos que están dispuestos a escucharnos.
Solo puedo contar una vez en la que decidí usar ese principio. Hace más de una década, mientras compartía el evangelio con un grupo de hombres musulmanes, el líder de su grupo comenzó a ridiculizar la fe cristiana sin darme ninguna oportunidad de responder. Entonces, me fui sin terminar la presentación del evangelio en ese momento.
Por mucho que queramos alcanzar a aquellos que no quieren ser alcanzados, solo podemos hablar con aquellos que están dispuestos a escucharnos. Para nuestra sorpresa, muchas veces las personas que creemos que están más cerradas al evangelio terminarán siendo las más interesadas en escuchar sobre Jesús.