“Muchas personas en la Biblia mostraron fe en Dios, incluida una inesperada gentil llamada Rahab. Aunque Rahab era una pagana de Jericó conocida por su pecado, demostró el tipo de fe capaz de arriesgarlo todo. En este mensaje de Santiago 2:25–26, el pastor David Platt desafía a los cristianos a poner su fe en acción siendo audaces por Cristo. Comparte tres realidades de la justificación.”
- Cristo es la base de nuestra justificación.
- La fe es el medio de nuestra justificación.
- Las obras son la evidencia de nuestra justificación.
Si tiene una biblia, y espero que la tenga, le invito a abrir conmigo a Santiago 2. También le invito a encontrar a Josué 2. Quiero mostrarle dos pasajes de las Escrituras lado a lado. Mi objetivo para nuestro tiempo en la Palabra es contrastarlos. Primero, quiero que pensemos acerca de la justificación y en cómo lo que dice Santiago aquí encaja con todo el cuadro del Nuevo Testamento. Y más que nada, quiero que cada uno de nosotros comprendamos claramente lo que es la justificación, de lo que significa ser declarado justo delante de Dios. Hay algunas cosas más eternamente importantes que estas de aquí. Si estamos confundidos o engañados en eso, nos afecta en todo. Así que quiero que tengamos claridad sobre lo que significa ser declarado justo delante de Dios –justificación.
Y entonces, en segundo lugar, quiero que pensemos todos juntos, tal vez, de manera un poco más práctica acerca del Experimento Radical y sobre cómo poner nuestra fe en acción.
Está bien, en Santiago 2. Quiero que empecemos en el versículo 14, viendo la fe en acción, particularmente mientras se relaciona al darle importancia al pobre. Y quiero que empecemos en el versículo 14, lleguemos hasta el 25 y 26, en los cuáles nos vamos a enfocar, en estos dos últimos versículos de Santiago 2. Empezaré en el versículo 14,
Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene Fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.
Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.
¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.
El versículo 26 es el tema principal de la segunda mitad de Santiago 2. Es mencionado en tres ocasiones diferentes. En el versículo 17, “La fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.” En el versículo 20, “La fe sin obras es muerta.” En el versículo 26, “La fe sin obras está muerta.” Lo que ha hecho Santiago es darnos un ejemplo, una ilustración, de esto en Abraham. Y luego él dice, “Asimismo” –que nos muestra que él no nos está dando una nueva verdad. Él nos está dando otra ilustración de la misma verdad.
“Asimismo también Rahab” –ahora, la historia de Rahab es probablemente menos familiar que la historia de Abraham, así que es por eso que quiero que vaya conmigo rápidamente a Josué, capítulo 2, y quiero que entendamos el cuadro de Rahab en Josué 2:1.
Esto es lo que pasa. El pueblo de Dios, el pueblo de Israel, está en el borde de la Tierra Prometida, y Dios está a punto de guiarlos a tomar esa tierra para su gloria. La primera ciudad principal es Jericó, así que Josué manda un par de espías a la tierra – específicamente Jericó– a explorarla. Entonces, es ahí donde estamos, en Josué 2:1, “Josué hijo de Nun envió desde Sitim dos espías secretamente, diciéndoles: Andad, reconoced la tierra, ‘y a Jericó.’ Y ellos fueron, y entraron en casa de una ramera que se llamaba Rahab, y posaron allí.”
Ahora note rápidamente –el principio de Josué 2 suena un poco cuestionable, pero la realidad es que en esos días era común para aquellos cuya profesión, por así decirlo, era lo que Rahab estaba haciendo también servía como posadero- Esta era una casa que estaba en las afueras de la ciudad en donde la gente se quedaba en lo que pasaban por ahí, así que para ponerlo sobre la mesa.
Versículo 2: Y fue dado aviso al rey de Jericó, diciendo: He aquí que hombres de los hijos de Israel han venido aquí esta noche para espiar la tierra. Entonces el rey de Jericó envió a decir a Rahab: Saca a los hombres que han venido a ti, y han entrado a tu casa; porque han venido para espiar toda la tierra.
Pero la mujer había tomado a los dos hombres y los había escondido; y dijo: Es verdad que unos hombres vinieron a mí, pero no supe de dónde eran. Y cuando se iba a cerrar la puerta, siendo ya oscuro, esos hombres
se salieron, y no sé a dónde han ido; seguidlos aprisa, y los alcanzaréis. Más ella los había hecho subir al terrado, y los había escondido entre los manojos de lino que tenía puestos en el terrado. Y los hombres fueron tras ellos por el camino del Jordán, hasta los vados; y la puerta fue cerrada después que salieron los perseguidores.
Antes que ellos se durmiesen, ella subió al terrado, y les dijo: Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de vosotros. Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruido. Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. Os ruego pues, ahora, que me juréis por Jehová, que como he hecho misericordia con vosotros, así la haréis vosotros con la casa de mi padre, de lo cual me daréis una señal segura; y que salvaréis la vida a mi padre y a mi madre, a mis hermanos y hermanas, y a todo lo que es suyo; y que libraréis nuestras vidas de la muerte.
Ellos le respondieron: Nuestra vida responderá por la vuestra, si no denunciareis este asunto nuestro; y cuando Jehová nos haya dado la tierra, nosotros haremos contigo misericordia y verdad.
Entonces ella los hizo descender con una cuerda por la ventana; porque su casa estaba en el muro de la ciudad, y ella vivía en el muro. Y les dijo: Marchaos al monte, para que los que fueron tras vosotros no os encuentren; y estad escondidos allí tres días, hasta que los que os siguen hayan vuelto; y después os iréis por vuestro camino.
Y ellos le dijeron: Nosotros quedaremos libres de este juramento con que nos has juramentado. He aquí, cuando nosotros entremos en la tierra, tú atarás este cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste; y reunirás en tu casa a tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre. Cualquiera que saliere fuera de las puertas de tu casa, su sangre será sobre su cabeza, y nosotros sin culpa. Más cualquiera que se estuviere en casa contigo, su sangre será sobre nuestra cabeza, si mano le tocare. Y si tú denunciares este nuestro asunto, nosotros quedaremos libres de este tu juramento con que nos has juramentado. Ella respondió: Sea así como habéis dicho. Luego los despidió, y se fueron; y ella ató el cordón de grana a la ventana.
Y caminando ellos, llegaron al monte y estuvieron allí tres días, hasta que volvieron los que los perseguían; y los que los persiguieron buscaron por todo el camino, pero no los hallaron. Entonces volvieron los dos hombres; descendieron del monte, y pasaron, y vinieron a Josué hijo de Nun, y le contaron todas las cosas que les habían acontecido. Y dijeron a Josué: Jehová ha entregado toda la tierra en nuestras manos; y también todos los moradores del país desmayan delante de nosotros. (Josué 2:2-24).
Rahab Radical
Ahora, hay tanto que desglosar en Josué 2, pero la pregunta en la cual quiero que pensemos ahora mismo es ¿Por qué está Santiago trayendo está prostituta del Viejo Testamento al Nuevo Testamento? Aquí es donde le quiero dar un vistazo de la Rahab radical. Quiero que piense en lo que ocurre en su vida en esta historia.
Ella era receptora de una gracia escandalosa
Primero, Rahab era receptora de una gracia escandalosa. No quiero decir gracia inmoral, sino impresionante, para quedarse boquiabierto, un tipo de gracia de “¡Que es lo que está pasando en este mundo!” Regrese a Santiago 2 y verá esta conexión entre –piénselo– Abraham y Rahab.
Tenemos al patriarca de la nación Judía, y una prostituta en una nación gentil; un hombre rico del más alto orden social, y una mujer del más bajo orden social; un hombre noble, y una ciudadana común. Esa es la clase de cosas que hace que se pregunte, “¿Abraham y Rahab?” Y usted puede casi escucharlo en la voz de Santiago en el versículo 25, “Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras…?” Déjeme mostrarle otro lugar más, en Mateo 1. Si esto no está subrayado en su Biblia, entonces necesita ser subrayado en su Biblia.
Pudo haber sido de lo que vimos antes aquí en Mateo 1, pero recuerde cuando estábamos hablando sobre ¿Cómo estaba Dios tomando a una mujer Moabita e injertándola a su familia? ¿Vemos el nombre de Ruth en la línea que llega hasta Jesús en Mateo 1? Bueno, déjeme mostrarle otro nombre en Mateo 1. Este es el linaje de Jesucristo, el Hijo de Dios. En el versículo 5, Mateo escribe, “Salmón engendró” ¿De quién? “de Rahab.” Subraye Rahab. “a Booz, Booz engendró de Ruth a Obed.”
¿Entendió eso? Rahab era la suegra de Ruth. ¿Qué clase de árbol familiar es este? ¿Una mujer moabita? ¿Prostituta de Jericó? Oh, hermanos y hermanas, esto es realmente buenas noticias, que el santo Dios del universo ha mirado más allá de esa rampante pecaminosidad y ha traído a las personas más improbables a su línea, a su familia. Esa es la única razón por la cual todos nosotros estamos en esta familia de la fe, porque el Dios del universo ha mirado más allá de la suciedad del pecado en su vida y en la mía, y Él lo ha adoptado a usted y a mí como sus hijos e hijas –herederos de Su Reino. Esa es totalmente una gracia escandalosa. Es impresionante. Te deja boquiabierto. Ella era un recipiente de gracia escandalosa.
Ella Temía y Reverenciaba al Dios Soberano
En segundo lugar, ella temía y reverenciaba al Dios soberano. Ella temía y reverenciaba al Dios soberano. ¿Escuchó lo que Rahab le dijo a los espías en Josué 2:11? Ella dijo, “Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.” Ahora, -agarre esto –todo lo que Rahab tenía eran rumores. Ella tenía un poco de conocimiento. Ella había escuchado sobre cómo el pueblo de Dios había caminado en medio del Mar Rojo en tierra seca. Y ella también había escuchado sobre como ellos habían derrotado a estos reyes. Y ella dijo, “Sé que Jehová os ha dado esta tierra.” Tenía un poco de conocimiento sobre Dios, pero ella creía en Él. “Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.
Vuestro Dios es soberano.” Ella sabía que Dios era soberano sobre toda las cosas. Ella
sabía que ella tenía que rendirle cuentas a Él. Ella sabía que iba a venir un juicio sobre ella y su tierra por este Dios.
Y esta es la clave. Estamos a punto de pensar sobre lo que Rahab tuvo que arriesgar en lo que hizo, y lo que le costó hacer lo que hizo en Josué 2. Pero antes de que incluso lleguemos ahí, quiero que veamos por qué ella estaba arriesgándolo todo en Josué 2. Era porque ella creía en Dios. Y cuando usted cree en Dios por lo que Él es –
Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra –entonces usted está dispuesto a arriesgarlo todo.
Ese es el cuadro en Abraham. ¿Por qué estaría él dispuesto a sacrificar a su único hijo? Porque él creía en Dios. ¿Por qué estaría Rahab dispuesta a arriesgar su vida? Porque ella creía en Dios. La fe es la que produce obediencia radical. Ella temía y reverenciaba al Dios soberano.
Ella lo Arriesgo todo por la Expansión de Su Gloria
La tercera característica: como resultado de esto, siendo receptora de gracia, temiendo a Dios, ella lo arriesgo todo para la expansión de su gloria. Quiero que pensemos en todo lo que Rahab estaba arriesgando ahí en Josué 2. Si el Rey de Jericó sabía que estos hombres estaban en su casa todavía, y que ella estaba albergando espías –si se daban cuenta –ella hubiera sido ejecutada de inmediato, y lo más probable es que su familia también.
Una traidora. Traición. Sin duda. Rahab estaba poniendo su vida en la línea, arriesgándolo todo. Es por esto que Santiago, y el autor de los Hebreos en Hebreos 11 ponen a Rahab, la prostituta, como una heroína de la fe. ¿Por qué? Porque ella estaba dispuesta a arriesgarlo todo, confiando en Dios sin dudas, sin reservas, y sin la calificación. La pregunta que quiero poner ante nosotros es ¿Dónde están las mujeres de fe como esa en esta familia de la fe? ¿Dónde están las mujeres de fe que están dispuestas a arriesgarlo todo? Todo lo que amas, ponerlo en la línea en confianza, confianza radical, en Dios.
¿Dónde están los hombres de fe en esta familia de la fe que estén dispuestos a arriesgarlo todo en obediencia a la Palabra de Dios para la expansión de la gloria de Dios? ¿Qué están dispuestos a hacer aquello que se opone a la cultura que les rodea? ¿Eso que no tiene sentido, eso que lo pone todo en riesgo, porque crees en Dios? Miles de años después Abraham estaba dispuesto a sacrificar a su hijo, y miles de años después de que Rahab arriesgara su vida en la línea, ¿Estamos nosotros, como iglesia, dispuestos a tomar riesgos en obediencia a la Palabra de Dios por la expansión de la gloria de Dios?
Esta es la historia redentora; hombres y mujeres, que nos han pasado la batuta a nosotros. No podemos sentarnos aquí en una fe cómoda escuchando la Palabra, sin arriesgar nuestras vidas para obedecerla al igual que aquellos que lo han hecho antes que nosotros.
Quiero ser completamente honesto con usted. Cuando se trata de toda esta cosa del experimento radical, hay un poco de miedo en mí. Surge esta pregunta -¿Acaso estamos realmente listos para hacer algo como esto en la iglesia? ¿Estamos nosotros realmente listos para hacer algo así? Escucho cosas, y he tenido conversaciones con algunos que dicen, “Nos movemos tan lento como iglesia” ¿Qué estamos esperando? ¡Si, vamos a darnos prisa!” Y entonces he tenido conversaciones con algunos que
dicen, “Nos movemos tan rápido como iglesia. ¿Deberíamos siquiera hacer esto?”
Así que doy un paso atrás. Y luego pienso; pienso en toda la gente en toda esta familia de la fe. DHR dijo que necesitarían 150 familias, para atender las necesidades que tienen ante ellos cuando se trata de cuidar a niños adoptivos. 160 familias e individuos en esta iglesia firmaron una carta que decía, “Queremos comenzar la crianza temporal o el proceso de adopción.”
Dios es bueno, y ustedes se están arriesgando. Ese no es un paso fácil. Esos son individuos y familias, 160 de ellos en toda esta familia de la fe, dispuestos a dar un paso hacia lo desconocido, sirviendo a familias que están pasando por toda clase de pruebas. Hay mucho riesgo en eso.
Y por supuesto, hay toda clase de preguntas que están en la superficie diciendo, “¿Qué significa verdaderamente esto para nosotros como iglesia? Estamos manteniendo la meta enfrente. Nuestros ojos fijos en la necesidad urgente –de niños muriendo de hambre y de enfermedades prevenibles– ¿Cómo podemos servirles y salvarles y sacrificarnos aquí, por el bien de ellos?
Y entonces es ahí donde está el reto sobre el cuál pensar como individuos y familias. Heather y yo, en medio de discusiones nos preguntamos, “¿En qué nos afecta esto a nosotros? ¿Qué papel juega en nuestras vidas?” Y hemos escuchado muchas ideas diferentes, y creativas sobre maneras de pensar en cómo salvar y sacrificar.
Y algunos se podrían preguntar, “¿Por qué dar a un lugar en vez de al otro?” o, “¿Por qué dar a una organización en particular en vez de a otra?” Y la realidad es que obviamente hay muchos, pero muchos lugares en el mundo con gran necesidad. Y hay grandes medios que están sirviendo a las necesidades de muchas partes del mundo. Yo pienso que tenemos que ser un poco cuidadosos aquí –y esta discusión es mayor que esto –pero por tanto tiempo, nosotros como iglesia hemos dejado el cuidado del pobre y el hacer discípulos a organizaciones de iglesias. La iglesia local no lo ha estado haciendo, y entonces las organizaciones de iglesias se han levantado a hacer aquello que necesita hacerse. Y existen grandes organizaciones de iglesias en todos lados.
Pero en algún lugar del camino, las cosas se han volteado un poco. Porque la situación para las organizaciones de iglesias está rivalizando con todos los recursos de la iglesia, y la iglesia local existe para mantener a las organizaciones de iglesias vivas y operando cuando es el caso contrario. La iglesia local ha sido encomendada por Dios con esta misión. Las organizaciones de iglesias pueden ser utilizadas para servir y alcanzar la misión de la iglesia local, pero es la iglesia local la que tiene que tomar la iniciativa y llevar el evangelio a los confines de la tierra. Y todo lo que ayude puede hacer que eso pase… ese es el cuadro al que tratamos de llegar.
Si nosotros como familia en la fe vamos a sacrificar y a revisar todo lo que hacemos a través de los lentes de la necesidad urgente, entonces ¿Cómo vamos nosotros a dar lo mejor y actuar sabiamente para atender a las necesidades más urgentes? Nos preguntamos, “¿Existe la forma de provocar un impacto sostenible, y de larga duración en las personas –alimentándoles, proveyéndoles cuidados médicos, compartiendo el Evangelio – a través de la iglesia local?” Y luego eso nos lleva a una organización en particular. Ahora, las organizaciones de iglesias sirven a la iglesia local.
No es sobre dar a una organización tanto como, sino sobre la iglesia movilizándose hacia los hermanos y hermanas que tiene alrededor del mundo y diciendo, “Te vamos a ayudar. Te vamos a servir con el Evangelio. Vamos a salvar y sacrificar aquí para el bienestar de ustedes allá.” Ese es el cuadro. Todo esto… ¿Es riesgoso? Sí. ¿Vendrá todavía la gente aún si no tenemos todos los adornos a los que estamos tan acostumbrados y nos sentimos tan cómodos? No lo sé. ¿Tendremos más dinero o menos dinero? No lo sé.
Pero yo si sé esto –Sé que nos ponemos en una larga línea de hombres y mujeres como Abraham y Rahab que han ido antes de nosotros y han dado el paso en obediencia a la Palabra de Dios y han orado bajo la inspiración del Espíritu de Dios y han confiado en que Dios quién posee el ganado en miles de montañas es, no sólo capaz, sino que Él ha prometido dar a su pueblo todo lo que necesitan para cumplir lo que su Palabra les ha dicho que hagan. Así que ¿Por qué no tomar algunos riesgos y confiar en Dios y ver lo que Él hace? Ahora, esa clase de lenguaje nos hace sentir a todos un poco incómodos, y hay una manera en la cual el riesgo debe ser informado y sabio.
Estuve leyendo a C.T. Studd, sobre el cual me han escuchado hablar antes. El hombre estaba radicalmente comprometido a llevar el Evangelio a las naciones. Y en lo que estuve leyendo, me tope con algo en su biografía recientemente, y me impactó. Quiero leer dos extractos de C.T. Studd. El dijo,
“El llamado de Cristo es a alimentar al hambriento, no al que está lleno. Salvar al perdido, no al terco. No es llamar a los que se burlan, sino a los pecadores al arrepentimiento. No es a construir capillas cómodamente amuebladas, iglesias, y catedrales en casa en las cuales acunar profesores cristianos a dormir por medio de ensayos inteligentes, oraciones estereotipadas, y una interpretación musical artística.
En vez de levantar Iglesias vivas de almas entre los indigentes. De capturar al hombre de las garras del enemigo y arrebatarlas de la quijada del mismo infierno. Enlistarlos y entrenarlos para Jesús y convertirlos en un ejército todopoderoso de Dios. Pero esto sólo puede ser logrado a través de una religión incandescente, no convencional, sin trabas, del Espíritu Santo, donde ni la iglesia ni el estado, ni el hombre o la tradición, se adoren y prediquen, sino sólo Cristo, y Él crucificado. No confesar a Cristo con collares lujosos, ropa, báculos de plata o relojes y cadenas de cruz en oro, campanarios, o ropas del altar finamente bordadas, sino por el sacrificio y el heroísmo temerario en las trincheras más importantes”
Muy Buenas Palabras, Studd.
Ahora, este es un hombre que, cuando era el tiempo de retirarse, él decide que en vez de eso, se iba para Sudan por el resto de su vida. Y la gente le dijo “¡Hombre relájate! Vive estos pocos años que quedan.” Y cerca del fin de su vida, él escribió esta carta a la iglesia.
Una parte de ella decía: “Hemos esperado por que el otro comience, mucho tiempo. El tiempo de espera ha pasado. La hora de Dios ha llegado. La guerra está declarada. En el nombre del Santo Dios, vamos a levantarnos y construir. El Dios de los cielos peleará por nosotros, y nosotros por Él. No construiremos en la arena, sino en la roca de los santos de Cristo, y las puertas y los secuaces del infierno no prevalecerán contra nosotros.
¿Deberían tales hombres temer ante el mundo entero, sí, ante el soñoliento, falto de fe, y ñoño mundo cristiano? Nos atreveremos a confiar en nuestro Dios. Lo arriesgaremos todo por Él. Viviremos y moriremos por Él, y lo haremos con su gozo inefable, cantando a toda voz desde nuestros corazones. Mil veces moriremos confiando sólo en nuestro Dios, antes que vivir confiando en el hombre, y cuando lleguemos a esta posición, la batalla ya estará ganada y el fin de la gloriosa campaña en vista. Tendremos la verdadera santidad de Dios, y no la cosa o charla enfermiza o las palabras delicadas y bonitos pensamientos. Tendremos una santidad real, una de fe audaz y obras para Jesucristo.”
Al leer esto pienso, “Esto es lo que dice Santiago –fe audaz y obras.” ¿Cómo pueden los receptores de gracia escandalosa temer y reverenciar a un Dios soberano y tomar algunos riesgos para la expansión de su gloria? Ahora, todo eso nos lleva al versículo 26, esta última declaración, “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.” (Santiago 2:26). Y quiero que me siga. Esto es más importante que el Experimento Radical y que todo lo demás.
En los próximos momentos, estos últimos momentos que tenemos, quiero repasar cada uno de estos rápidamente. Me encantaría hacer esto individualmente con cada persona en esta familia de la fe, cada hombre, mujer, estudiante en esta familia de la fe. ¿Sabe si está bien delante de Dios? ¿Sabe si ya ha sido declarado recto delante de Dios? No a la persona de al lado, frente a usted, o detrás de usted. Me quiero asegurar, basado en la Escritura que sabemos lo que Dios ha dicho sobre el estar o no bien delante de Dios.
La suma de la Justificación
Tres Realidades
La suma de la justificación: tres realidades. Primero, Cristo es la base de nuestra justificación. ¿Cómo es que usted y yo como pecadores somos declarados rectos delante de Dios quién es Santo? ¿Cómo podemos ser declarados justos cuando para nada lo somos? Hay pecado que prevalece en nosotros, y no hay nada que podamos hacer para deshacernos de él. Nos ha manchado. Así que, ¿Cómo es que usted y yo podemos ser declarados rectos delante de Dios? Nosotros necesitamos a alguien más, que sea justo, para que se ponga en lugar de nosotros. Necesitamos que la justicia de otro sea acreditada. Ese es el lenguaje que está utilizando Santiago,- el que usa Pablo –acreditada a nosotros. Y eso es lo que Cristo ha hecho. Él ha vivido la vida de justicia que usted no pudo vivir. Y luego Él murió la muerte –muerte pecaminosa, muerte, la paga del pecado –Él murió esa muerte que usted merecía pagar.
2 de Corintios 5:21 dice, “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” Cristo toma sobre Sí mismo nuestros pecados, y Él nos da su justicia, y nos viste de ella. Así que, si yo fuera a preguntarle, “¿Cómo es que sabe si está bien delante de Dios?” Si su pregunta empieza con, “Bueno, porque yo,” entonces deténgase. Si su respuesta empezara con “porque yo hice esto,” entonces usted no sabe cuál es el punto del Evangelio. No importa lo que usted haya hecho si Cristo no hubiera hecho lo que ha hecho. ¿Cómo es usted declarado recto delante de Dios? Por causa de Cristo.
Cristo en la cruz
Porque Cristo vivió la vida que yo no pude vivir, y murió la muerte que yo merecía sufrir. Ese es el punto de partida; es la base de nuestra justificación, la obra de Cristo en la cruz. Cristo crucificado. Las bases de nuestra justificación.
Ahora, eso plantea la siguiente pregunta, “Él hizo esto –entonces-, ¿Cómo se aplica a mi vida? ¿Es automático? ¿Al morir en la cruz, todo el mundo es declarado recto delante de Dios? ¿O es algo en lo que se tiene que nacer, o hay que hacer algo para que esto se aplique en su vida?” Eso nos lleva a la segunda faceta aquí. Cristo es la base de nuestra justificación; la fe es el medio de nuestra justificación.
No se pierda de esto. La fe es la anti-obras. La fe es confianza. Es sumisión, entrega. Es darse cuenta de que no hay nada que usted pueda hacer para declararse recto delante de Dios. Él debe hacer eso en usted. Es confiar en que Él cubre sus pecados por lo que Él ha hecho en la cruz. Es confiar en Cristo como Salvador de nuestros pecados, y como el Señor de nuestra vida. Eso es fe.
La fe no es un consentimiento intelectual. La fe no es, “Bueno, yo creo que Jesús murió en la cruz.” ¡Gran cosa! Los demonios creen eso. La fe es Escritural, bíblica. La imagen de la fe –es un giro- del yo a la confianza en Cristo. ¿Ha confiado usted en Cristo? Ese es el medio de la justificación. “Justificados, pues, por la fe,” dice Pablo, “tenemos paz para con Dios.” (Rom. 5:1). Esto no es caminar a un altar una sola vez, firmar una tarjeta, recitar una oración. Esto es el confiar su vida y su corazón a las manos del único que le puede salvar, y nos lleva a esta última parte.
Las obras son la evidencia de nuestra justificación, porque cuando esa clase de confianza está presente, la fe produce fruto. Eso es lo que hemos visto a lo largo de estas dos semanas. ¿Significa eso que ahora nuestras obras se convierten en las bases de nuestra justificación? Absolutamente no. Sea cuidadoso. No vaya ahí.
La obra de Cristo es la base. Nuestra fe en Él es el medio. Nuestra obra alimentada por la fe, no alimentada por la carne lo cual no da gloria a Dios. Las obras que son alimentadas por la fe traen gran gloria a Dios. Las obras son la evidencia de la justificación. Ese es el cuadro en Santiago 2. Abraham estaba dispuesto a sacrificar a su único hijo. ¿Por qué? Porque él creía. El creía, él tenía fe, y en consecuencia él estaba dispuesto a sacrificar a su hijo. Rahab creía, ella tenía fe, y en consecuencia, ella lo arriesgó todo. Las obras que fluyen de la fe son la evidencia de nuestra justificación.
Dos Recordatorios
Ahora, dos recordatorios que son importantes. Número uno: estas tres realidades son sólo posibles por medio de la gracia de Dios. Ahora, obviamente pensamos en la primera realidad, “Claro, lo que Cristo hizo en la cruz, eso es la gracia.” Pero esté atento, las segundas dos realidades son también totalmente alimentadas por la gracia, sólo hechas posibles por la gracia.
Piense en la fe. Éramos pecadores, hijos de desobediencia, hijos de ira. No había nada en nosotros que nos acercara a Dios. Le habíamos rechazado. Estábamos muertos en pecado. ¿Cómo pueden aquellos que están muertos recibir la vida? Debe ser dada a ellos. Usted sólo no puede decidir volver a la vida por sí mismo. La gracia debe ser dada aquí. Y esto no absuelve al hombre de su responsabilidad. Pero el cuadro es la gracia de Dios.
Y entonces, en nuestras obras, en nuestra obediencia, esto es la viva gracia. Es la gracia puesta en marcha en nuestras vidas. De la forma en que lo veo, y quiero ser cuidadoso aquí, ya que la ilustración se desglosa, así que no lo lleve tan lejos. Imagine que usted le da dinero a su hijo para que le compre un presente. ¿Realmente le está dando algo? Sí, en realidad no, porque usted fue el que lo hizo posible. La realidad es que cualquier ofrenda que yo presente ante Dios que sea agradable a Él es solamente posible por lo que Él ya me ha dado y lo que me está dando en ese momento. La gracia –el fundamento de la base- el medio, la evidencia de la justificación. Y entonces, el segundo recordatorio es, estas tres realidades están en última instancia involucradas en el juicio ante Dios. Y aquí está lo que quiero decir, y esto es lo que creo que Pablo, Santiago, y todo el Nuevo Testamento enseña.
Cuando se presente ante Dios en el cielo –estoy hablando sobre la justificación final aquí, cuando sea declarado el destino eterno abierto y final– estas tres están involucradas en este cuadro. ¿Por medio de cuál fundamento vamos usted y yo a entrar en la presencia de Dios por toda la eternidad en el cielo? No es, “Porque yo;” es “Porque Cristo.”
Nuestra base en aquel día para la justificación, justo como la es hoy, la base es lo que Cristo ha hecho en la cruz y la resurrección. Ahora, ¿Cómo se convirtió eso en una realidad en su vida? “Padre, nada que traiga en mis manos; “Aunque yo aparezca fiel, Y aunque llore sin cesar, del pecado no podré justificación lograr; sólo en Ti, teniendo fe, puedo mi perdón hallar.” La fe es el medio.
Ahora, en el antecedente, no como el fundamento o el medio, están los frutos que muestran que esta fe estaba ahí. Esta no es una creencia intelectual demoniaca. En el antecedente no está la perfección, pero está el fruto de la fe, el cual está ahí en ese día, así que lo que Pablo ha dicho es absolutamente verdadero en Romanos 2:6, Dios en ese día, “pagará a cada uno conforme a sus obras.”
2 de Corintios 5 –todos nosotros nos sentaremos en el tribunal de Cristo, y nos será dado lo que es debido por cuenta de lo que hemos hecho en la carne. Y quiero enfatizar en esto. Cuando alguien muere en nuestra cultura, incluso si no ha habido ningún fruto de fe en Cristo, la conclusión inmediata de las personas es, “Seguramente están con Dios en el cielo.” Y eso no es verdad, no es verdad.
Ahora, ni uno de nosotros sabe los secretos del corazón del hombre, ni tampoco soy el juez eterno de nadie, ni tampoco usted. Dios es el juez eterno, y por eso ciertamente no vamos a comentar de nadie que, “Bueno, ellos están definitivamente en el infierno. O que están definitivamente en el cielo.” Pero Dios, quién es el Juez, ha hablado, y Él dice, “La fe sin obras es muerta, y no salva.” Y ahí es donde esto es tan duro, porque yo sé que hay hombres y mujeres, y estudiantes en toda esta familia de la fe, que saben que Cristo es la base de nuestra justificación, y que ustedes por la fe han recibido la obra de Cristo para su favor, y que hay fruto que fluye de eso en sus obras. Oro para que el Espíritu Santo tome esta palabra y la aplique en sus vidas donde necesite ser aplicada.
No es la perfección; está en progreso. Pero hay fruto que fluye de eso. Y quiero que escuche esto y se anime. Quiero que escuche esto y espere ese día con anticipación. Pero, por otra parte, usted sabe que no es cristiano, o pensaba que era cristiano pero no hay ningún fruto de fe en Cristo en su vida, y por último quiero que se anime, esperando con ansias aquel día. Yo, de ninguna manera quiero convertirme en un fuego del infierno y un predicador condenador así por así, pero más importante, no quiero engañarle.
La Palabra de Dios dice que Cristo es la base, la fe es el medio, y las obras, la evidencia de la justificación. Si estas cosas no son una realidad en tu vida, entonces tienes toda la razón de temer grandemente la ira eterna en ese día. Y oro con el Espíritu Santo de Dios que su corazón se empape de esas palabras por primera vez en este momento, y verá lo que vio Rahab, que Dios es soberano, que somos pecadores, y que nos merecemos Su juicio, y que necesitamos que Él nos salve. Y que ahora mismo, en su corazón, por primera vez, usted diga, “¡Cristo, Él ha hecho esa obra por mí!” Y lo ha hecho. Y que usted diga por primera vez en Su corazón, ahora mismo, “Sí, necesito que Cristo haga esto por mí. Necesito que me cambie de adentro hacia afuera; que me cubra los pecados y me de vida. Una vida que dé frutos para Su gloria en los días venideros.”
Y cuando usted confíe en Él de esa manera, confíe en Él ahora, en este momento santo, el Dios del universo mirará su vida y dirá, “Justo en Cristo.” Él lo declara justo por Su gracia en este momento, si confía en Él.
Quiero invitarles a bajar sus cabezas, cerrar sus ojos, y a sólo concentrarse por un momento en esta pregunta, “¿Sabía que usted es justo delante de Dios?” Si lo sabía, entonces en este momento quiero invitarle a asegurarse de aquello que ha sido declarado de usted basado en Cristo –la fe es el medio –y pídale a Él que continúe dando frutos a través de su vida.