Mis hijos son hijos de misioneros, no son pequeños misioneros. Eso no quiere decir que los excluyo de las misiones. Más bien, limito su participación a actividades sanas y bíblicamente apropiadas que cultiven una participación gozosa en lugar de una obligación renuente.
Una familia del Gran Mandamiento
La Gran Comisión es temporal, pero el Gran Mandamiento es eterno (Mateo 22:37–40). Tengo que repetirme esta frase todos los días. Mi objetivo principal como padre no es criar cristianos de la Gran Comisión. Mi meta es criar hijos cautivados por la gloria de Dios en Cristo (Hebreos 1:3). Mi objetivo es criar cristianos que se deleitan en Dios. Esta distinción es importante, dada nuestra inclinación pecaminosa a hacer cosas para Cristo, en lugar de permanecer en Cristo. Si confundimos estas prioridades, no solo estorbaremos la participación de nuestros hijos en las misiones, sino también su vida espiritual en general.
Mi objetivo principal como padre no es criar cristianos de la Gran Comisión. Mi meta es criar hijos cautivados por la gloria de Dios en Cristo
Por lo tanto, antes de que podamos ser una familia que practique la Gran Comisión— una que involucre a cada miembro en la tarea misionera— debemos ser una familia que practique el Gran Mandamiento. Ser una familia del Gran Mandamiento asegura que el compromiso misionero de nuestros hijos fluya de una profunda comunión con Cristo (Juan 15:4). La meta de las misiones es la adoración a Dios de toda tribu, lengua, pueblo y nación.
Esto significa que la vida eterna es conocer a Dios (Juan 17:3), y los misioneros somos mayordomos de este mensaje. No son los misioneros sino el evangelio el poder de Dios para salvación (Romanos 1:16). Ser una familia del Gran Mandamiento produce cristianos de la Gran Comisión que animan fielmente a otros a unirse a ellos en gozosa adoración (1 Corintios 9:16).
Para lograr esto, debes desarrollar una comunión diaria con Cristo antes de ejecutar la agenda diaria del ministerio. Sumerge a tu familia en la Palabra. Muestra con el ejemplo la centralidad de las Escrituras en las misiones. Organiza tu tiempo para crecer en Cristo y Su Palabra (Juan 17:17–23). Conoce la Palabra, ama la Palabra y obedece la Palabra. Aliméntese juntos de la Palabra. Beber profundamente de la fuente de la gloria de Dios revelada en las Escrituras traerá como fruto un compromiso misionero fructífero (2 Pedro 1:5–7).
Oren por las misiones
Muchos factores contribuyen al éxito de las misiones, pero ninguno más importante que la oración. Por esta razón, dediquen un tiempo considerable cada semana para orar en familia por el avance del evangelio. Ora para que Dios envíe misioneros a los grupos de personas no alcanzados y no comprometidos (Mateo 9:37–38).
Al involucrar a nuestros hijos en nuestras oraciones por las naciones, aprenderán que el éxito de las misiones está en manos de Aquel que gobierna todas las cosas
Oren por salvación (2 Tesalonicenses 3:1; Romanos 10:1). Oren para que iglesias sean plantadas y se multipliquen. Oren para que los misioneros proclamen el evangelio con valentía y claridad (Colosenses 4:2–4). Oren por su protección, perseverancia y aliento (2 Tesalonicenses 3:2; 2 Corintios 4:8–9).
Al involucrar a nuestros hijos en nuestras oraciones por las naciones, aprenderán que el éxito de las misiones está en manos de Aquel que gobierna todas las cosas (Santiago 4:13–15). Además, estas oraciones específicas exponen a nuestros hijos a los aspectos inconclusos de la tarea misionera. ¡Asegúrate de incluir oraciones específicas desde su contexto y celebren juntos cuando Dios responda!
Inclúyelos en tu ministerio
El año pasado, mi hija empezó a hacer gimnasia. En la primera sesión de entrenamiento, su entrenador le preguntó: “Liliana, ¿por qué quieres ser gimnasta?”. Ella dijo: “Porque mi mami era gimnasta”. Los niños imitan a sus padres. Todos los padres pueden dar ejemplos, algunos buenos, otros vergonzosos, de sus hijos imitando sus gestos, retórica y rutina, y los hijos de un misionero no son la excepción.
Por lo tanto, permite que tus hijos te acompañen en el campo misionero. Entiendo que puede ser un desafío, pero mientras muchas familias luchan por hacer tangible la Gran Comisión, Dios brinda a los padres misioneros una oportunidad incomparable. Nada cautivará más el corazón de un niño por las naciones como ver a mamá y papá obedecer fielmente la Gran Comisión.
Escuchar nuestro evangelismo, escuchar nuestras conversaciones sobre el evangelio, experimentar de primera mano la realidad de la perdición y presenciar la transformación del evangelio reforzará las verdades bíblicas que enseñamos en el hogar y brindará un ejemplo para imitar. Si deseas cultivar un compromiso de por vida con la fama global de Dios en tus hijos, debes incluirlos en las misiones.
Amplia su comprensión de la participación en las misiones
Todo cristiano tiene una responsabilidad personal en el cumplimiento de la Gran Comisión. Como dice John Piper, hay tres opciones: “Ir con gozo y sacrificio, enviar con gozo y sacrificio, o desobedecer”. Desafortunadamente, debido a nuestro contexto como familias misioneras, nuestros hijos pueden ver solo dos opciones: ir, como mamá y papá, o ser desobedientes.
Combatimos este malentendido recordándoles a nuestros hijos que Dios usa una amplia gama de talentos y vocaciones para lograr sus propósitos redentores alrededor del mundo. Por lo tanto, evita limitar la obediencia a la Gran Comisión al servicio misionero vocacional. En vez de eso, descubre los intereses de tu hijos y conéctalos con actividades misioneras donde sus pasiones y talentos puedan florecer.
En última instancia, nuestra mayor alegría como padres no es que nuestros hijos se conviertan en misioneros sino que caminen en la verdad, apoyando las misiones de una manera digna delante de Dios (3 Juan 4–8).