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¿Debemos compartir el evangelio con nuestros compañeros de trabajo?

“¡Voy a servir como misionero y seré soltero por el resto de mi vida!” Al igual que muchos nuevos creyentes, respondí a mi nueva vida con fervor. Imaginé el orden preciso en que sucedería: graduarme de la universidad, mudarme a otro continente y compartir el evangelio. Pero, como muchos otros, en lugar de eso, ahora me encuentro trabajando en una oficina corporativa en una gran metrópoli.

Sin importar cuán diferente es el curso que ha tomado tu vida comparado con el que esperabas, el mandato de evangelizar sigue siendo central y urgente. Y tus compañeros de trabajo en tu vida cotidiana están esperando oír el evangelio.

La Gran Comisión incluye a los que están cerca de ti

Quizás te preguntes si incluso deberías compartir el evangelio en tu lugar de trabajo. “Seguramente Dios tiene interés en mis compañeros de trabajo, pero ¿es correcto que les tienda una emboscada aquí en el trabajo?”

¿Es correcto que les tienda una emboscada aquí en el trabajo?

Aunque esta puede ser una simple pregunta, puedes encontrar la certeza de que el mandato de compartir el evangelio incluye el lugar de trabajo, cuando recuerdas que el alcance de la Gran Comisión se define según la instrucción de Jesús a Sus seguidores de “hacer discípulos de todas las naciones”.

Aunque estas tres palabras tienen mucho peso en las maneras en que los cristianos recaudan fondos, crean estrategias y trabajan para los esfuerzos misioneros alrededor del mundo, una implicación posiblemente olvidada es que “todas las naciones” incluye tu nación. Incluye a las personas que están al otro lado de tu videollamada por zoom y en la reunión de marketing y ventas de tu empresa.

El discipulado es fundamental

Caminar con la seguridad de que Dios ve tu lugar de trabajo como un campo misionero que necesita urgentemente de obreros (Mateo 9:37), implica reconocer que la meta es evangelizar en tu lugar de trabajo. De nuevo, la respuesta de la Gran Comisión es “hacer discípulos”.

Inherente a esta meta es que mientras el pueblo de Dios proclama el evangelio, se espera que su número se multiplique y se añadan más creyentes.

Tu deseo puede ser que tus compañeros de trabajo se sometan al señorío de Jesús y reciban Su misericordia oportunamente; sin embargo, este deseo debe moderarse con las palabras del apóstol Pablo: “Yo planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento” (1 Corintios 3:6). Por eso, puedes cobrar ánimo al discernir el estado espiritual y las necesidades de los que te rodean, y luego participar en las conversaciones y poner en práctica las buenas obras que Dios preparó de antemano (Efesios 2:10). A menudo, esto requiere paciencia, tiempo y esfuerzo comunitario.

¿Cómo puedes compartir el evangelio en tu lugar de trabajo?

Las últimas palabras de Jesús en Mateo, muestran la manera en que debe llevarse a cabo el discipulado: “Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado…”.

En esta última porción de la Gran Comisión, Jesús se refiere a Su ejemplo como el método preferido de discipulado, ya sea dentro o fuera de tu lugar de trabajo.

Así que, al entrar a tu lugar de trabajo:

  1. Ora por tus compañeros como Jesús oró por aquellos que un día lo conocerían (Juan 17:20–26). ¿Ves a tus compañeros de trabajo como tus futuros colaboradores en la cosecha (Mateo 9:37–38)?
  2. Invita a tus compañeros de trabajo a que sean parte de tu vida, como Jesús invitó a Sus discípulos a venir y ver Su vida (Juan 1:39). Esto podría ser algo tan simple como compartir una comida rápida o un café, o asumir el compromiso de ver un partido juntos después del trabajo.
  3. Prepárate al igual que Jesús se preparó para Su ministerio (Lucas 2:52, 3.23; Mateo 4:1–11). Ten un plan de acción para compartir el evangelio y tu testimonio para cuando llegue el momento. 
  4. Sé paciente como Jesús fue paciente con Sus esfuerzos de discipulado. Durante tres años y medio, Jesús enseñó, explicó y reorientó a los discípulos antes de darles la Gran Comisión. Les tomó tiempo confesarlo como Señor, sufrir algunas pruebas en el ministerio, y oír el sermón del monte antes de ser enviados.

Quizás, Dios no te ha llamado a plantar la próxima iglesia en el sur de Asia, pero quiere usarte así como usó a la mujer samaritana en Juan 4. En vez de decirle que lo acompañara o enviarla con Pedro para futuros esfuerzos en la plantación de iglesias, Jesús dejó que volviera a su comunidad en Samaria para que ella contara que acababa de conocer al Mesías. ¿Cuáles fueron los resultados? Su comunidad se encontró con Jesús “y decían a la mujer: ‘Ya no creemos por lo que tú has dicho, porque nosotros mismos le hemos oído, y sabemos que Este es en verdad el Salvador del mundo’” (Juan 4:42).

Él es el mismo Salvador para nosotros hoy como lo fue para los samaritanos de entonces. Quizás, Él simplemente te está llamando a compartir el evangelio a los que están justo delante de ti.

Gavin Huse

Gavin Huse es socio en Novum Partners. Estudió Finanzas en Trinity University en San Antonio, Texas. Él y su esposa Georgie son miembros de la iglesia Fort Worth Bible Church.

LESS THAN 1% OF ALL MONEY GIVEN TO MISSIONS GOES TOWARDS REACHING THE UNREACHED.

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