Como pastor, con frecuencia los miembros de la iglesia me preguntan: “¿Cómo resisto a la tentación?”. Lo hacen porque quieren aprender cómo resistir a ella en sus propias vidas. Considera la siguiente analogía: Me encanta pescar, en particular perca de boca grande e híbrido de boca pequeña. Estos oponen resistencia y pueden llegar a crecer bastante según la época del año. Uno de los principios fundamentales en la pesca de estos peces dice que hay que “determinar lo que comen para seleccionar la carnada apropiada” es decir, si usas señuelos que imitan su comida natural es más probable que los atrapes.
En nuestras tentaciones, nos parecemos mucho a estos peces. Conocemos y disfrutamos de las cosas buenas que Dios nos da. Sin embargo, como un astuto pescador, a Satanás le encanta lanzarnos imitaciones seductoras que nos alejen de lo que es verdadero y auténtico. El resultado es que nos enganchamos al pecado y luego ocupamos nuestro tiempo tratando de vencer la influencia que tiene Satanás en nuestras vidas.
Un ejemplo frecuente es el sexo. Dios concibió que el sexo estuviera dentro del pacto del matrimonio como una buena dádiva (Génesis 2:24). Sin embargo, Satanás intenta frustrar las intenciones de Dios al torcer esta bendición gloriosa. Él nos atrae con falsos placeres como el sexo fuera del matrimonio, el adulterio, la pornografía, la homosexualidad, etc. Y adapta estas tentaciones a la medida de nuestras debilidades.
Por qué debemos seguir resistiendo a la tentación
Aunque las cosas que usa Satanás para atraernos pueden ser difíciles de resistir, no son imposibles de vencer para quienes estamos en Cristo. En realidad, Cristo ha ganado la guerra contra el pecado y Satanás.
El 8 de mayo de 1945, las fuerzas aliadas declararon la victoria sobre los nazis del Tercer Reich y la alianza del Eje. Este día que se conoce como el Día de la Victoria en Europa marcó el final de la Segunda Guerra Mundial en Europa. Lo que muchos no saben es que hubo pequeñas batallas incluso después de ese día.
De manera similar, hay batallas que tienen lugar entre el reino de Dios y el imperio de Satanás hoy, aun cuando la victoria final se declaró para toda la eternidad cuando Jesús se levantó de la tumba. Satanás continúa su lucha, aun cuando está vencido (Génesis 3:15).
Maneras de resistir a la tentación
Por lo tanto, a la luz de estas realidades, ¿cómo resistimos la tentación en medio de este conflicto cósmico? ¿Cómo seguimos adelante con fidelidad cuando enfrentamos un aluvión de ataques del mundo, la carne y el diablo? Según Efesios 6:13–18, hay tres maneras que Dios nos ha dado para resistir al pecado y a la tentación.
1. Poniéndose la armadura de Dios
Como creyentes, nos ponemos la armadura de Dios cuando tenemos el propósito de resistir la tentación como lo ordena la Escritura (Efesios 6:13–17). No somos ciudadanos pasivos en la guerra sino soldados en servicio activo. Como soldados que juramos lealtad al Rey de reyes, debemos considerar los miembros de nuestro “cuerpo terrenal como muerto” y vestirnos “de amor” (Colosenses 3:5–17).
Es preciso que siempre estemos en alerta máxima porque la tentación, muchas veces, viene cuando menos la esperamos. A Dios gracia que Él no nos deja indefensos ante los enemigos espirituales. Con la justicia de Cristo, la verdad del evangelio, la seguridad de la salvación, una fe que descansa en las promesas de Dios y la espada del Espíritu, estaremos protegidos contra las tácticas del enemigo.
Cuando Satanás te diga que te rindas, recuerda las promesas de Dios. Cuando te enfrentes a los dardos de fuego descansa en lo que Cristo ha hecho por ti. La armadura con todo el equipo santo es suficiente para que venzas en las batallas y las tentaciones de cada día.
2. Arrodillándose ante el trono de la gracia
Luego, es necesario que corramos hacia el trono de Dios en oración humilde y adoración. Debemos orar “con toda oración y súplica… en todo tiempo en el Espíritu” (Efesios 6:18a). Esto es sumamente importante frente a la tentación.
Oramos, no para ganar algún mérito personal delante de Dios, sino más bien oramos basados en la relación que ya tenemos con Dios en Cristo. El poder de Dios “se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9). Por eso, debemos orar por la fortaleza del Señor para aprender a resistir las tentaciones cuando estas se presentan.
En una actitud de adoración y humillación, debemos poner la mira en las cosas de arriba, no en los pensamientos pecaminosos y los placeres de la tierra (Colosenses 3:1–4).
3. Llevando los unos las cargas de los otros
Por último, Dios nos llama a ayudar a otros creyentes en sus luchas contra las tentaciones porque formamos parte del cuerpo de Cristo. Con frecuencia, las palabras alentadoras del evangelio por parte de otros hermanos en la fe pueden ser tan dulces como la miel y tan reconfortantes como una taza de té caliente. Así lo afirmó el rey Salomón: “El hombre se alegra con la respuesta adecuada, y una palabra a tiempo, ¡cuán agradable es!” (Proverbios 15:23).
De la misma manera debemos estar dispuestos a que otros quieran ayudarnos cuando estamos luchando contra las tentaciones. Cuando participamos en las vidas de aquellos que buscan con humildad al Señor, experimentamos la bendición de la vida en comunidad. No somos lo suficientemente fuertes para resistir solos la tentación.