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¿Qué es un misionero?

Aunque gran parte del mundo necesita misioneros, parece haber mucha confusión hoy en día sobre qué es o qué hace un misionero. Algunos afirman que todo cristiano es un misionero. Otros sostienen que uno debe mudarse a otro país para ser considerado un misionero.

Definiendo la palabra misionero

Cada seguidor de Cristo ha sido enviado por Jesús para hacer discípulos de todas las naciones (Mateo 28:19). Al mismo tiempo, hay evidencia en las Escrituras de que algunos cristianos fueron enviados de manera única desde la iglesia para un propósito particular. Pablo, por ejemplo, describe su llamado de esta manera:

Porque no me atreveré a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, en palabra y en obra, con el poder de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios, De manera que desde Jerusalén y por los alrededores hasta el Ilírico he predicado en toda su plenitud el evangelio de Cristo. De esta manera me esforcé en anunciar el evangelio, no donde Cristo ya era conocido, para no edificar sobre el fundamento de otro; sino como está escrito: «Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de Él, verán, Y los que no han oído, entenderán». Por esta razón muchas veces me he visto impedido de ir a ustedes. Pero ahora, no quedando ya más lugares para mí en estas regiones, y puesto que por muchos años he tenido un gran deseo de ir a ustedes, cuando vaya a España los visitaré. Porque espero verlos al pasar y que me ayuden a continuar hacia allá, después de que haya disfrutado un poco de su compañía. (Romanos 15:18–24)

Utilizando este pasaje, así como otras verdades de las Escrituras, definamos el término misionero de la siguiente manera:

Un misionero es un discípulo de Jesús apartado por el Espíritu Santo, enviado por la iglesia para cruzar barreras geográficas, culturales y/o lingüísticas como parte de un equipo misionero enfocado en hacer discípulos y plantar una iglesia (o iglesias) con el objetivo de difundir el evangelio entre pueblos y lugares no alcanzados.

Apartados por el Espíritu, enviados por la iglesia

En el nivel más básico, un misionero es uno “enviado” que sale de la iglesia en el poder del Espíritu como representante de Jesús. En este sentido, hay cierta superposición entre un misionero y un apóstol. Recordamos la manera en que Pablo y Bernabé fueron enviados desde la iglesia en Antioquía (Hechos 13:1–3).

Un misionero es un discípulo enviado desde la iglesia a cruzar barreras culturales con el objetivo de hacer discípulos y plantar una iglesia.

La iglesia impuso las manos sobre estos dos hombres y los envió de una manera que no hacían con todos los demás en la iglesia. Así que Pablo (a veces llamado Saulo) y Bernabé recibieron un oficio que era diferente al de otros cristianos en Antioquía. Estos hombres son llamados “apóstoles” en las Escrituras (Hechos 14:4), y fueron apartados por el Espíritu Santo y enviados desde la iglesia para una tarea particular.

Cruzando barreras geográficas, culturales o lingüísticas

Pablo y Bernabé viajaron desde Antioquía a diferentes ciudades y regiones para proclamar el evangelio. Del mismo modo, en Hechos 22:21, Pablo relata el llamado de Jesús en su vida, y lo describe en términos geográficos y culturales: “Ve, porque te enviaré lejos a los gentiles”. La frase “lejos” implica cruzar barreras geográficas, mientras que ir “a los gentiles” requiere cruzar barreras culturales. De manera similar, en el pasaje citado anteriormente, Pablo dice que ministró “desde Jerusalén y por los alrededores hasta el Ilírico” (Romanos 15:19). Por lo tanto, claramente hay un sentido en el que un misionero cruza barreras—geográficas, culturales y/o lingüísticas—para la difusión del evangelio. Sin embargo, eso no significa que todas estas barreras deban cruzarse para que alguien sea considerado un misionero.

Un misionero puede cruzar una barrera geográfica sin necesidad de aprender otro idioma. Cuando Pablo estaba en su viaje misionero, no necesariamente estaba aprendiendo nuevos idiomas, pero estaba cruzando barreras geográficas y culturales. Por otro lado, algunos misioneros deben cruzar barreras lingüísticas para la difusión del evangelio. Realizan una formación extensiva en adquisición de idiomas y culturas para comunicar claramente el evangelio a ciertos pueblos. De una forma u otra, un misionero está cruzando barreras para la difusión del evangelio.

Hacer discípulos y plantar una iglesia (o iglesias)

El trabajo de un misionero implica evangelismo, discipulado, plantación de iglesias y capacitación de liderazgo, todo dirigido a ver discípulos formados e iglesias establecidas. Observa que este es un trabajo específico. Los misioneros no deberían ser enviados a hacer todo tipo de ministerios al azar en todo el mundo.

Pablo hizo discípulos (evangelismo y discipulado), los reunió en iglesias (plantación de iglesias) y luego nombró ancianos en las iglesias (capacitación de liderazgo). Esto resume la tarea misionera, y cada parte es importante. La tarea misionera no es solo evangelismo, como si nuestro único objetivo fuera llevar a alguien a Jesús y luego pasar rápidamente a la siguiente persona o lugar. Tampoco se trata solo de discípulos individuales; queremos reunir a las personas en iglesias saludables. Y esas iglesias deben ser dirigidas por ancianos calificados, o pastores (1 Timoteo 3:1–7), lo que significa que debemos identificar y capacitar a líderes de iglesias. Dadas estas diversas prioridades, ¿cómo debería un equipo misionero pasar la mayor parte de su tiempo? En resumen, el estado de la iglesia determina nuestra estrategia para la misión.

Si no hay iglesia entre un pueblo en particular o en un lugar específico, entonces hacer discípulos y plantar una iglesia es la primera prioridad. En lugares donde la iglesia ya tiene presencia, los misioneros deben trabajar para fortalecer, equipar y movilizar a las iglesias existentes para unirse en la misión de difundir el evangelio hasta que Jesús sea conocido, disfrutado y exaltado entre todos los pueblos y lugares.

David Platt

David Platt sirve como pastor en el área metropolitana de Washington, D.C. Es el fundador de Radical.

David recibió su doctorado del Seminario Teológico Bautista de New Orleans y es el autor de Don’t Hold Back [No te quedes donde estás], Radical, Sígueme, Contracultura, Algo tiene que cambiar, Before You Vote [Antes de votar], así como los varios volúmenes de la serie Christ-Centered Exposition Commentary [Comentario Expositivo centrado en Cristo]. 

Vive junto con su esposa e hijos en el área metropolitana de Washington, D.C.

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