Es posible que cada vez que alguien menciona el evangelismo personal, sientas una mezcla de culpa y temor. Sabes que evangelizar es una parte esencial de obedecer la Gran Comisión, pero el evangelismo a menudo se siente poco natural y torpe. Es como convertirse en uno de esos detestables representantes de ventas que llaman a la gente para ofrecerles cosas que no están pidiendo. Me pregunto cómo consiguieron mi número de teléfono.
¿Es así como describe la Biblia el evangelismo personal? Para nada. ¡El evangelio es una buena noticia, no una baratija! Evangelizar no tiene por qué ser incómodo o aterrador. Mira a Jesús. Sus encuentros con los incrédulos parecen conversaciones normales y bastante interesantes. No se percibe como extraño, nervioso o preocupado. Los verdaderos seguidores de Jesús se acercaron a él principalmente a través de relaciones, ya sea con él o con sus discípulos.
Comienza en oración
Evangelizar es una tarea espiritual, y debemos confiar completamente en el Espíritu Santo, tanto para darnos la valentía que necesitamos como para abrir los corazones de aquellos con quienes compartimos el evangelio. Haz un hábito diario de orar por oportunidades de testificar de Cristo y ora mientras participas en conversaciones espirituales. (Efesios 6:18-20)
Mantente alerta
El Dios Trino es el más grande evangelista de todos, y Él es quien busca a sus ovejas. Tu trabajo es sintonizarte con Él. Como Henry Blackaby argumenta continuamente, Dios siempre está trabajando en medio de nosotros; encuentra lo que Él está haciendo y únete a Él. Así que, fíjate en las personas que te rodean, abre tus ojos, no te distraigas con tu teléfono, y pídele a Dios que te permita ver la necesidad de Jesús en las personas que te rodean (Juan 10:16; 5:17).
Desarrolla relaciones auténticas con los no creyentes
Acercarse a alguien que no conoces puede ser intimidante, pero hablar con un amigo es un deleite. A medida que te relacionas con los no creyentes, muestrate dispuesto a escuchar bien, hacer buenas preguntas, mostrarles un interés genuino y servirles. Invítalos a participar tu vida y, a medida que desarrollen confianza, participa en la suya. Descubrirás lo fácil que es llevar el evangelio a tus conversaciones mientras desarrollas relaciones significativas.
Busca un aliado en tu iglesia
¿Sabes qué es mejor que un cristiano apasionado compartiendo su fe? Dos cristianos apasionados compartiendo su fe. Encuentra a alguien de tu iglesia local que pueda acompañarte mientras invitas a no creyentes a compartir un café o una comida contigo. No solo enriquece las conversaciones y aporta una perspectiva fresca, sino que también se convierte en una vía para el discipulado. Así es como creas una cultura de evangelismo en tu iglesia.
Encuentra a alguien de tu iglesia local que pueda acompañarte mientras invitas a no creyentes a compartir un café o una comida contigo.
Comparte tu historia y la historia de Dios
Es crucial que sepas cómo compartir de manera efectiva tu propio testimonio de salvación. Escríbelo, pídele a un líder de tu iglesia que lo revise y memorízalo lo mejor que puedas. Mientras escuchas la historia de tu amigo, busca formas de conectarla con tu propia historia. Sé transparente, vulnerable y genuino. Enfoca tu historia en cómo Jesús te sacó de la oscuridad a la luz. Luego, conéctalo con la historia de Dios, que es el evangelio de Jesucristo. Haz que el evangelio sea explícito y claro, y deja que la Palabra de Dios y el Espíritu de Dios hagan el resto.
Recuerda tu rol en el evangelismo
Eres un embajador de Cristo. Tu papel es proclamar el evangelio para persuadir, pero solo Jesús puede salvar. Las personas pueden rechazarte y está bien; recuerda que también rechazaron a Jesús. Sigue cultivando las relaciones porque la semilla de la Palabra puede producir fruto más adelante.
El evangelismo personal no tiene que ser ese momento incómodo que debes pasar para tranquilizar tu conciencia. Al practicar estos principios, puedes convertirlo en un estilo de vida alegre y fructífero.
Dionnis Peña sirve como uno de los pastores en Iglesia Bíblica Sola Gracia en Santo Domingo, República Dominicana. Completó una maestría en divinidades en el Seminario Bíblico Faith de Lafayette, Indiana. Previamente, fue pastor de la Iglesia Cristiana Oasis durante 20 años.
