Hace algunos años, conocí a un grupo de líderes de iglesia indígenas de una tribu remota en la Amazonía brasileña que asistían a un taller de capacitación teológica en un pueblo cercano. Para llegar a esta capacitación, tuvieron que viajar durante horas en bote bajo el implacable calor y la humedad de la Amazonía.
Al regresar de noche, bajo la oscuridad, tuvieron que ir palpando los puntos bajos del río para no encallar. Los sacrificios que hicieron para asistir, su hambre por la Palabra y su gozo al recibir capacitación bíblica fueron alentadores.
Los creyentes en Latinoamérica tienen hambre de educación teológica en su deseo de obedecer la Gran Comisión.
Sorprendentemente, este anhelo por la capacitación teológica es muy común en América Latina. Desde las montañas de Panamá hasta la región de la Patagonia en el sur de Argentina, los creyentes tienen hambre de educación teológica en su deseo de obedecer la Gran Comisión.
Sin embargo, la educación teológica puede ser un proceso lento y desafiante que requiere una inversión significativa. ¿Es realmente un componente necesario para ayudar a las iglesias latinoamericanas a alcanzar las naciones?
La respuesta a esa pregunta es un rotundo e inquebrantable “¡Sí!” Existen al menos tres razones para ello.
La educación teológica prepara a las iglesias para obedecer la Gran Comisión
Primero, la educación teológica ayuda a las iglesias en América Latina a ser fieles a todos los aspectos de la Gran Comisión. Algunas de las últimas palabras de Jesús a Sus discípulos nos ayudan a mantenernos centrados en la misión que nos dio.
Sin embargo, debemos recordar cuál es esa misión: llevar el evangelio a lugares donde Cristo no es conocido y hacer discípulos bautizándolos y enseñándoles. Es peligroso suponer que Jesús quería que enseñáramos a los nuevos discípulos unos pocos hechos y luego diéramos por terminada la tarea.
En cambio, Jesús dijo que enseñáramos “a guardar todo lo que les he mandado” (Mateo 28:20), lo cual incluye la profundidad y amplitud de las enseñanzas de Jesús. La educación teológica fluye de ese mandato. Ignorar o descuidar la educación teológica es interrumpir el plan que Jesús dio para alcanzar a las naciones.
Esta progresión natural desde la predicación del evangelio hasta el discipulado, el bautismo, la plantación de iglesias y la educación teológica se puede ver en toda América Latina. Muchas instituciones teológicas en los Estados Unidos han desarrollado programas en español y otros idiomas. Debemos alabar a Dios por eso y estar agradecidos por esta colaboración e inversión en América Latina.
Al mismo tiempo, debemos ver cada vez más instituciones teológicas indígenas y saludables surgir en toda América Latina. Será una señal de un movimiento saludable y autosostenible cuando los seminarios latinoamericanos formen eruditos pastorales bien capacitados que sirvan fielmente a las iglesias en su contexto y contribuyan al debate teológico más amplio. Así es como se obedece toda la Gran Comisión, y queremos ver que eso suceda en toda América Latina.
Las iglesias necesitan pastores capacitados
Segundo, a medida que el cristianismo crece en América Latina, también crece la necesidad de más iglesias locales y pastores. Por supuesto, estos pastores deben recibir educación teológica. En algunos aspectos, es una simple ecuación matemática.
Por ejemplo, el gobierno argentino informa que la iglesia evangélica ha crecido en 3.2 millones en los últimos 15 años. Suponiendo que la iglesia promedio tiene alrededor de 100 asistentes, ese crecimiento representa la necesidad de 32,000 iglesias y pastores más. Ese es un número abrumador cuando consideramos el tiempo y la energía que se requiere para formar pastores que pastoreen la iglesia de Cristo.
Sin pastores, estas iglesias nunca serán plantadas. Sin iglesias, estos nuevos creyentes se estancarán en su fe recién encontrada. Incluso si estos pastores son formados sin una educación teológica, no tendrán claridad sobre lo que hace a un cristiano un cristiano, por qué la divinidad de Cristo es importante, y la verdad de la resurrección, entre otras creencias esenciales para la fe cristiana. La salud de estos nuevos creyentes, las nuevas iglesias y el movimiento evangélico está vinculada a su acceso a la educación teológica.
Los misioneros latinoamericanos necesitan una buena base teológica
¿Por qué importa la salud de estas congregaciones locales? Para decirlo de manera simple, las iglesias saludables envían misioneros saludables. A medida que el evangelicalismo sigue creciendo en América Latina, el siguiente paso es que las iglesias comiencen a enviar a sus propios misioneros.
Por supuesto, esto ya ha estado sucediendo en la era de las “misiones desde todas partes hacia todas partes”. Pero el deseo en América Latina de enviar misioneros está creciendo, y el potencial de fuerza misionera es enorme.
Los misioneros latinoamericanos son capaces de ir a cualquier parte del mundo a compartir el evangelio y plantar iglesias. Especialmente en lugares como el norte de África, donde hay una gran similitud cultural, esta fuerza misionera podría ser lo que Dios use para llevar luz a la oscuridad. Seríamos necios si creyéramos que la tarea misionera está únicamente en manos de la iglesia norteamericana.
Si queremos alcanzar las partes más difíciles del mundo, una de las cosas más importantes que podemos hacer es invertir en lugares como América Latina y África para ayudar a preparar a la próxima generación de misioneros.
Aquí es donde volvemos a la necesidad de la educación teológica. Si América Latina va a enviar misioneros, deben estar bien preparados y bien entrenados. La historia de las misiones está llena de historias de obreros que salieron con buenas intenciones pero con mala preparación, causando más daño que bien.
Para evitar este error y obedecer la Gran Comisión, debemos invertir en la educación teológica en América Latina. Hacerlo será una bendición para la iglesia aquí y para las futuras iglesias plantadas por misioneros latinoamericanos alrededor del mundo.