Dios salva a su pueblo porque Dios ama su gloria. En este mensaje sobre Ezequiel, David Platt nos recuerda que hemos sido salvados solo por la gracia soberana de nuestro Dios. Como cristianos, ahora vivimos solo para la suprema gloria de nuestro Dios.
- La realidad de Ezequiel
- La razón de nuestras vidas.
Y si tienes una Biblia, y espero que si, Permítanme invitarles a abrirla conmigo en Ezequiel capítulo 36. ¿Por qué Dios nos ama? ¿Por qué Dios te ama? La realidad es, no hay nada en ti o en mí que le cause amarnos. De hecho, todo lo que hay en ti o en mi grita para que El que nos destruya. Por tanto, ¿Por qué El nos ama? Y alguna gente muere y va a la eternidad bajo su juicio. Por tanto, ¿Por qué no tú o yo? Sería justo, santo y correcto para Dios hacer eso en nuestras vidas.
Me estoy adelantando. ¿Por qué Dios ama a la persona en el AT? Su pueblo, quien constantemente lo desafió y lo difamó y lo desconsideró, y cada vez se apartaba de El, ¿Por qué lo amaba? Vemos a Dios, en un sentido, disponiendo de otros pueblos paganos. Y el pueblo de Israel, especialmente cuando lo hemos estado mirando este verano, es difícilmente diferente que cualquiera alrededor de ellos. Por tanto, Por qué Dios lo salva de la destrucción, de la destrucción total, aun en la destrucción de la ciudad de Jerusalén. El los lleva al exilio, luego los va a traer. De eso trata el libro de Ezequiel.
¿Por qué Dios lo ama?
Por tanto, ¿Por qué Dios lo ama? Y la respuesta está aquí en Ezequiel 36. Está por todo este libro, pero abreviada aquí. Miren el verso 16 conmigo. Aquí Dios a través, del profeta Ezequiel, está relatando lo que Su gente han hecho en su rebelión contra El. Y Él dice en el verso 16, “Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, mientras la casa de Israel moraba en su tierra, la contaminó con sus caminos y con sus obras; como inmundicia de menstruosa fue su camino delante de mí. Y derramé mi ira sobre ellos por la sangre que derramaron sobre la tierra; porque con sus ídolos la contaminaron. Les esparcí por las naciones, y fueron dispersados por las tierras; conforme a sus caminos y conforme a sus obras les juzgué.”
Por tanto, Dios dice El los juzgó. Y lo que El había hecho es que los había llevado al exilio. El los había esparcido. Pero lo que está a punto de hacer es la promesa, a través del profeta Ezequiel, para traerlos de regreso. Y, por tanto, la pregunta es “¿Por qué Él los va traer y restaurar? Por amor a ellos. Escuchen el verso 20. Escuchen el motivo de Dios,” Y cuando llegaron a las naciones adonde fueron, profanaron mi santo nombre, diciéndose de ellos: Estos son pueblo de Jehová, y de la tierra de él han salido.
¿Ven ustedes lo que está sucediendo aquí? Dios dice, “cuando llegaron a las naciones adonde fueron, “¿Que piensan ustedes que esas naciones paganas pensaron de ese pueblo de Dios? Bien, que “Dios es fuerte, glorioso y todo poderoso”. No, el nombre del Señor estaba siendo profanado entre las naciones como resultado del pueblo. Y por lo tanto, lo que Dios hizo es, “Voy actuar últimamente por causa de mi propio nombre”.
La casa de Israel
Escuchen, está claro como puede ser en el verso 22 y 23, “Dice de la casa de Israel,” así dice el Señor Dios.” Este es Dios hablando a su gente. El dice, “Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado. Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos.
¿Están escuchando esto? Deje que esto le penetre. La única razón por la que Dios les salva de la destrucción es por causa de su nombre. Esta es la realidad que vemos en Ezequiel. Permita que esto arda en nuestros corazones y mentes en esta mañana. Dios salva a su pueblo. ¿Por qué? Porque Dios ama su gloria. Punto. Dios salva a su pueblo, Él dice no por su amor, sino por el Suyo. El salva su pueblo porque El ama Su gloria. Y los trae del exilio y lo que vamos a leer en un minuto sucede en estos próximos versos.
El dice, “quiero que estén claro.” Bajen al verso 32, escuchen, El repite, “No es por amor que actuaré, “declara el Señor Dios, “sea eso conocido de ustedes.” ¿No es esta la manera que pensamos acerca de lo que Dios es? No pensamos acerca de Dios como uno quien es más celoso para El que lo que El es para su pueblo. No pensamos en un Dios así porque visualizamos que está centrado en sí mismo, desea su propia gloria en este salón para centrarse en si mismo, para desear nuestra propia gloria, para deleitarse en nuestra propia gloria. Pero esa no es una característica negativa en Dios. Eso es lo que significa ser Dios.
¿Quién más tendría su gloria si no es él mismo?
¿Quién más tendría su gloria si no es él mismo? ¿Quién más quisiera y se deleitaría para que lo exalten? ¿Tú? o ¿Yo? No, porque en cualquier momento que El exalte a alguien o algo más, El no es ya más el Dios supremo quien es digno de toda exaltación. Pero por su naturaleza, Dios es gloria en él mismo, y actúa para él mismo, por su propio nombre. Esto está por todo el libro de Ezequiel, casi 70 veces,” o,” las naciones sabrán que soy Dios.” El está mostrando su gloria en cada página particular. El está haciendo cada página particular por amor de su nombre.
Y por tanto, he luchado. ¿Cómo aun comenzamos a aceptar este libro, y en el corto tiempo que tenemos juntos encapsularlo? Quiero decir, este libro que es justamente misterioso a veces. Quiero decir, Ezequiel dice y hace cosas, de manera paralizadas o que yacen sin movimiento de su parte por meses y años a la vez. En un punto que su lengua está básicamente pegada al techo de su boca, por tanto él no puede hablar. Pero luego cuando él habla, él habla de estas visiones que son imposibles de comprender, o imagina que son amedrentadoras para comunicar.
Por tanto, ¿Cómo empezamos a aceptar este hombre, a quien Dios Aceptó, y su esposa falleció, a quien Dios le ordenó no guardar luto? Este cuadro que vemos es este libro, ¿Cómo lo encapsulamos? Y lo que yo quiero hacer, es que quiero mostrarles tres visiones principales en el libro de Ezequiel, todas ellas dando vueltas alrededor de la gloria de Dios. Una al comienzo, en el mismo comienzo, una seguida después de esa; y luego una al final. Y quiero que vean la gloria de Dios manifestada.
Ahora, tengan precaución, hay veces en esta mañana donde van a pensar, “Hermano, gracias por la lección de Ezequiel del Nuevo Testamento, pero ¿qué esto tiene que ver con nuestras vidas en el siglo 21?” Y si ese es el caso, esté de acuerdo conmigo, porque hay una verdad evidente que quiero que veamos en la palabra de Dios, que creo que Dios quiere que veamos en su palabra en esta mañana, pero conlleva ir al valle, llegar hasta la cima de la verdad que afecta a todas nuestras vidas.
Por tanto, vayan conmigo a Ezequiel capítulo 1, y queremos que ustedes vean, el primer cuadro, la gloria de Dios revelada. Aquí está el trasfondo, mientras buscan ahí. Básicamente, la promesa parte de Ezequiel—bien, lo que sucede, en 597 A.C., al rey de Judá y algunos miles de otros. Incluyendo Ezequiel, son llevados de Judá al exilio. Y por tanto, este libro entero está escrito mientras Ezequiel está en el exilio.
El templo todavía no han sido destruidos
Ahora, Jerusalén y el templo todavía no han sido destruidos. Eso no sucedió por otros diez años. Y, por tanto, para la primera parte de este libro, Ezequiel está profetizando entre los exiliados en torno a la destrucción de Jerusalén. Luego, cerca de la mitad del libro. El templo y la ciudad de Jerusalén son destruidos, y entonces en la última parte del libro Ezequiel está profetizando a los exiliados después de la destrucción de Jerusalén y el templo.
Por tanto, todo esto es antes, en el capítulo 1, mientras Ezequiel está en el exilio. Esto es lo que sucede, la gloria de Dios revelada. “En el año 30, en el cuarto mes, en el quinto día del mes, cuando estaba entre los exiliados de cerca del canal de Chebar, los cielos fueron abiertos, y vi visiones de Dios,” ahora, no tenemos tiempo para mirar cada detalle en particular aquí. Bajen conmigo al verso 15. Lo que tienen es que justamente saltamos sobre toda clase de imágenes de la gloria de Dios y cuatro creaturas vivientes.
Verso 15
Y entonces él dice en el verso 15:
Mientras yo miraba los seres vivientes, he aquí una rueda sobre la tierra junto a los seres vivientes, a los cuatro lados. 16El aspecto de las ruedas y su obra era semejante al color del crisólito. Y las cuatro tenían una misma semejanza; su apariencia y su obra eran como rueda en medio de rueda.
Cuando andaban, se movían hacia sus cuatro costados; no se volvían cuando andaban. Y sus aros eran altos y espantosos, y llenos de ojos alrededor en las cuatro. Y cuando los seres vivientes andaban, las ruedas andaban junto a ellos; y cuando los seres vivientes se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban. Hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; hacia donde les movía el espíritu que anduviesen, las ruedas también se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. Cuando ellos andaban, andaban ellas, y cuando ellos se paraban, se paraban ellas; asimismo cuando se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.
¿Están siguiendo aquí? Como ha habido artistas quienes han tratado de dibujar esta visión en Ezequiel 1, en vano. Si hay algo que aprendemos de Ezequiel capítulo 1, es la realidad que Dios es extraordinario. En el sentido más santo, él es extraño. El es diferente. El es otro. El es imposible para expresar en palabras.
Ustedes ven una y otra vez de nuevo en este capítulo que Ezequiel usa palabras como “como si” o “en la semejanza de “. Es como que él está agarrando, “¿Cómo comienzo a describir esto? Bien, hablemos acerca de las ruedas dentro de ruedas con los ojos y las creaturas de esta cara y esta cara.” Quiero decir, es este el cuadro completo.
Por tanto, quiero poner algunos manejos prácticos sobre algunas de las cosas que quiero decir, es todo lo que podíamos discutir, y eruditos bíblicos han discutido de este capítulo, algunos manejos prácticos sobre lo que Ezequiel está diciendo acerca de Dios. El ve que
Dios es omnipresente
Dios es omnipresente. Esto es amplio y fundamental para Ezequiel y la gente en el exilio.
Recuerden, — estas son personas— Ezequiel es un hombre quien crece en la tierra que Dios había dado a su pueblo, donde El había prometido habitar entre su gente en este tempo. Y por tanto, ellos habían visto la gloria de Dios atada a cierto local, a cierto lugar. Y por tanto, aquí están en el exilio, llevado a ese lugar, y Ezequiel da un vistazo a la gloria del Señor. Y desde el mismo comienzo, aun en este cuadro de ruedas que se mueven por todas partes. Es como una carroza móvil, como un santuario móvil, la misma realidad que la gloria de Dios es, de veras, no confinada a un lugar. Dios y su gloria están presentes dondequiera. Aun en la oscuridad del exilio. Dios está ahí.
El está presente dondequiera. Y no solamente omnipresente, El es omnisciente. El sabe todo. En el verso 18, que leímos hace un segundo, dice, “Los aros de todas las cuatro ruedas estaban llenos de ojos todo alrededor. Por tanto, justamente el cuadro de ruedas con ojos por todas partes. Y el cuadro es que Dios, para El, lo sabe todo significa que lo ve todo. No hay nada que Dios no vea ni perciba ni conozca. Pensamos que Dios, a quien adoramos en este salón, ve cada detalle particular en toda la creación y sabe cada detalle particular en cada una de nuestras vidas mejor que lo que sabemos de ellos nosotros mismos. El lo sabe todo. El ve todo.
El es omnipotente. Su carroza, se mueve, dice, donde quiere, cuando quiere, en cualquier dirección que quiere. Ustedes leen el verso 22 hasta el 25, y ustedes ven que esta visión de poder justamente evoca, si, alguna confusión, pero últimamente temor y maravilla. Por tanto, aquí está el omnipresente, omnisciente, omnipotente Dios, quien a la vez es fiel. Ustedes bajen al verso 28.
Escuche este verso, el final de esta visión, “Como la apariencia del arco que está en la nube en día de lluvia, Así es la apariencia de la claridad todo alrededor.” En su visión de la gloria de Dios, vemos un cuadro del pacto de Dios con Noé, este arcoíris en el cielo, un cuadro de su fidelidad para su creación, y pensar, aquí está la gran diferencia, Noé vio el arcoíris después de la tormenta. Ezequiel está mirando el arcoíris en medio de la tormenta. En la oscuridad del exilio, claridad. Dios es fiel.
Dios es misericordioso
Y Dios es misericordioso. Toda esta visión es porque el Señor, verso 1, abrió los Cielos para revelarse él mismo. Este no es Ezequiel abriendo los Cielos para ir a Dios. Este es Dios abriendo los Cielos para revelarse el mismo a su pueblo. El es fiel y misericordioso, y El es personal. Ustedes miran donde toda la cosa termina, “Tal fue la apariencia de la semejanza de la gloria del Señor, “Ezequiel dice, “Cuando la vi, caí sobre mi rostro y oí la voz de uno hablando.”
Oh, pienso en esto. Este omnipresente, omnisciente, omnipotente Dios se deleita no solamente en manifestar la gloria de su presencia para nuestros ojos, sino en íntimamente relacionarse con nosotros a través de sus Palabras que este Dios se inclina para hablar a un hombre. Justamente déjalo que penetre, aun cuando nos sentamos aquí esta mañana. La razón porqué esto es tan primario en nuestras reuniones de adoración es porque este es el momento donde nos ponemos a un lado para oír de Dios como pueblo. Dios habla a nosotros a través de su Palabra. Para ustedes, ahí donde están sentados, este omnipotente, omnisciente, omnipresente Dios es fiel y misericordioso que habla a su pueblo.
La gloria de Dios revelada
Por tanto, esta es la visión de la gloria de Dios revelada. Ahora, vayan al capítulo ocho y vean la gloria de Dios removida. En el capítulo ocho, Dios da a Ezequiel otra visión de su gloria en el templo en Jerusalén. Pero esta vez, la gloria de Dios está saliendo. Escuchen el verso 1 del capítulo 8.
En el sexto año, en el mes sexto, a los cinco días del mes, aconteció que estaba yo sentado en mi casa, y los ancianos de Judá estaban sentados delante de mí, y allí se posó sobre mí la mano de Jehová el Señor. Y miré, y he aquí una figura que parecía de hombre; desde sus lomos para abajo, fuego; y desde sus lomos para arriba parecía resplandor, el aspecto de bronce refulgente. Y aquella figura extendió la mano, y me tomó por las guedejas de mi cabeza; y el Espíritu me alzó entre el cielo y la tierra, y me llevó en visiones de Dios a Jerusalén, a la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el norte, donde estaba la habitación de la imagen del cielo, la que provoca a celos. Y he aquí, allí estaba la gloria del Dios de Israel, como la visión que yo había visto en el campo.
Y lo que sucede en los próximos capítulos, todo el trayecto hasta el capítulo 11, es que Ezequiel hace un recorrido al templo. Y lo que el ve en el capítulo 9, verso 3 la gloria del Dios de Israel se elevó desde encima del querubín, el asiento de misericordia, corazón del templo y comienza a viajar en esta visión, va al umbral de la casa en el capítulo 9. En el capítulo 10, vemos las ruedas—las ruedas dentro de las ruedas—Están de regreso. Es básicamente paso a paso, y es lo que sucede en esta visión en la que Ezequiel está viendo los cuadros de idolatría por todo el templo.
El Espíritu de celo
Este lenguaje del Espíritu de celo, esta realidad suena verdadera. Dios no compartirá su gloria con otro. Y ellos habían llenado el templo con ídolos. Y por tanto, Hay este recorrido para mostrar todo esto. Y la gloria del Señor está haciendo su salida del templo. Ustedes llegan al capítulo 11, verso 12. Escuchen lo que sucede, “Después alzaron los querubines sus alas, y las ruedas en pos de ellos; y la gloria del Dios de Israel estaba sobre ellos.
Escuchen el verso 23, “Y la gloria de Jehová se elevó de en medio de la ciudad, y se puso sobre el monte que está al oriente de la ciudad.” La gloria del Señor deja el templo, deja la ciudad sobre lo que conocemos que es el monte de los Olivos dominando la ciudad. ¿Qué ha pasado aquí?, la gloria del Señor ha sido justamente removida de entre su pueblo. ¿Por qué? Porque ellos habían intercambiado el esplendor del verdadero Dios por la insensatez de dioses falsos.
Habían llenado este lugar de adoración, el templo, con ídolos donde quiera y prácticas culticas, y se estaban inclinando y adorando al sol. Los capítulos 8 y 9 hablan de esto.
El esplendor del único verdadero Dios
Ellos intercambiaron la Gloria, el esplendor del único verdadero Dios por la insensatez de dioses falsos. Y en el proceso, ellos intercambiaron la presencia protectora de Dios por la presencia de Dios que castiga. Aquí está lo que quiero decir con eso. Hemos visto ya que Dios es omnipresente. ¿Correcto? El está en todas partes.
¿Recuerda está Dios presente en el infierno? Si no, entonces El no es omnipresente. Por, tanto, el infierno no es la ausencia de Dios. El infierno es la ausencia de la presencia protectora de Dios que nos guarda del pago de nuestro pecado. El infierno es la completa demostración de la ira santa de Dios, en toda su plenitud.
Y por tanto, el cuadro que tenemos aquí en Jerusalén no es que Dios se ha ido totalmente, sino su gloria, su presencia protectora que hemos visto removida por todo el Antiguo Testamento. En lugar, su presencia punible a punto de ser llevada a cabo muy claramente en la forma de los babilonios que vienen y saquean la ciudad y devastan el templo, destruyéndolo y enviando a todos al exilio.
Dios no comparte su Gloria con otro
Dios no comparte su Gloria con otro. Por tanto, su Gloria es removida. Ahora, eso establece la etapa para la destrucción de Jerusalén que viene en el libro de Ezequiel. Vayan conmigo al capítulo 34. Después de la destrucción de Jerusalén, entonces las profecías de Ezequiel cambian, y comenzamos a ver una mayor nota de esperanza. Porque ahora, el juicio ha sido emitido, y Dios va a restaurar su gloria, la gloria de Dios, revelar la gloria de Dios. Remover ahora la gloria de Dios, restaurarla.
Y por tanto lo que sucede en el capítulo 34 es que nosotros comenzamos a dar un paso hacia la gloria de Dios que está siendo restaurada, y una imagen, una visión de la gloria de Dios restaurada. Va a pasar en el capítulo 43, pero quiero que trabajemos ahí de la misma manera que Ezequiel lo hizo. ¿Cómo va Dios a restaurar su gloria entre su gente?
Empiece en el capítulo 34 con los líderes, “la Palabra de Dios vino a mí, “Capítulo 34, verso 1: Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y di a los pastores: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia. Y andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado. Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas.
Por lo tanto, Dios está diciendo, Estos líderes que yo había nombrado sobre mi pueblo, estos pastores, han permitido que las ovejas se dispersen, no han cuidado de ellas, no las han alimentado. Y por lo tanto, en verso 11:
“Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré. Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad. Y yo las sacaré de los pueblos, y las juntaré de las tierras; las traeré a su propia tierra”
¿Cómo Dios en las alturas va a pastorear la gente en la tierra?
¿Cómo Dios va a hacer esto? ¿Cómo Dios en las alturas va a pastorear la gente en la tierra?
Bajen al verso 23, Y Dios dice: Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les será por pastor. 24Yo Jehová les seré por Dios, y mi siervo David príncipe en medio de ellos. Yo soy el Señor. Yo he hablado.
Por tanto, ¿Cómo va Dios a restaurar su gloria entre su pueblo? Bien, primero el va a ungir un nuevo Rey. Esta no es la reaparición de David de los muertos de que se habla aquí. Esta es la línea de David, un nuevo Rey, la línea majestuosa de David. Dios va a levantar alguien en la línea de David, un nuevo Rey, quien gobernará su pueblo. El será el siervo de Dios, “Mi siervo David, “El será el siervo de Dios, y El será el pastor de hombres. “Este Rey, El Rey Pastor, los amará, cuidará de ellos, los conducirá, los alimentará, guiará mis ovejas.
Por tanto, Dios va a restaurar su Gloria al ungir un Nuevo Rey. Segundo, al inaugurar un nuevo pacto. El mismo siguiente verso 25 dice, “Y estableceré con ellos pacto de paz, y quitaré de la tierra las fieras; y habitarán en el desierto con seguridad, y dormirán en los bosques.
Por tanto, comienzo a oír nuevo lenguaje de un Nuevo pacto, un pacto de paz. Deseo tener tiempo para mirar como los pactos antiguos que hemos hablado están todos en el libro de Ezequiel. Ustedes van al capítulo 37, verso 24, y ustedes ven el lenguaje que se está hablando de un nuevo pacto, un pacto de paz, ustedes ven el lenguaje que se refiere a estos pactos antiguos.
Verso 24, “Mi siervo David será rey sobre ellos. Ellos tendrán un pastor. Ellos tendrán un pastor, una referencia al pacto davídico, II Samuel 7. “Ellos caminarán en mis reglas y serán cuidadosos para obedecer mis estatutos “una referencia al pacto Mosaico en Éxodos Capítulo 24. “Ellos habitarán en la tierra que yo dí a mi siervo Jacob, donde sus padres vivieron “una referencia al pacto adámico. Vino a Abraham, Isaac, Jacob, su nieto, la tierra que los traería.
Vayan al verso 26, él dice, “haré un pacto de paz con ellos. Será un pacto duradero con ellos. “. Por tanto, el cuadro es el antiguo pacto, promesas perpetuas que han estado construyendo, construyendo, construyendo, promesas como nosotros ya hemos visto, aun para Adam y Noé, pero luego a Abraham y Moisés y David, ahora Ezequiel dice culminará en un nuevo pacto, —un pacto de paz—paz permanente entre Dios y el hombre.
Ustedes llegan al final de este capítulo. Estamos justamente leyendo en el capítulo 57, este pacto de paz, Dios dice, “Estableceré mi santuario en su medio por siempre. Mi lugar de morada estará con ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Las naciones conocerán que yo soy el Señor, quien santifica a Israel cuando mi santuario en su medio por siempre”
Dios que habita con su pueblo pecador en paz. ¿Cómo es esto posible? Continúen. Ezequiel dice que el formará un nuevo pueblo: un nuevo rey, con un nuevo pacto sobre un pueblo nuevo. Ahora, regresen conmigo al capítulo 36, verso 14.Y recuerden, aquí es donde nos quedamos al principio.
En los versos 22 y 23 es donde Dios dijo, “Voy a hacer esto no por su amor, sino por mi amor.” Bien, ¿Qué van hacer? Escuchen el verso 24. El dice. “Los tomaré de las naciones y los recogeré de todos los países y los traeré a su propia tierra.” Rociaré agua limpia sobre ustedes, y serán limpios de toda impureza, y de los ídolos los limpiaré.
Un nuevo pueblo se le perdona y se le limpia sus pecados
Pausen ahí en sus notas. A un nuevo pueblo se le perdona y se le limpia sus pecados. Se le rosea agua limpia. Se le limpia de impureza, inmoralidad e idolatría. Dios purificará un pueblo para su alabanza.
Y luego van al verso 26, “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. Un pueblo que no solamente se le perdonará su pecado, sino que será lleno con su Espíritu. Esta es una promesa.
El va a poner su Espíritu dentro de nosotros
Esto es el eco de algún lenguaje que vimos en Jeremías en el nuevo pacto. Sino que Dios dice El va a poner su Espíritu dentro de nosotros, un Espíritu quien transformará sus deseos. Un corazón de piedra llegará a ser un corazón de carne. Un corazón que era una vez frio e insensible a Dios, que no cedía a Dios, y Dios en gracia, despertó nuestros corazones y nos dio uno nuevo, un corazón de carne, un corazón que deseaba a Dios. Un corazón que era sensible a Dios.
No fabricamos eso. Dios esta dentro de nosotros. Está por toda parte este lenguaje. “Yo haré esto. Rociaré agua limpia. Les daré un nuevo corazón. Pondré esto dentro de ustedes.” Dios está haciendo esto, cambiando nuestros corazones, y El permitirá su voluntad. Y el Espiritu dentro de ellos les permitirá caminar conmigo y obedecer mis estatutos. Este es el resultado del Espíritu de Dios dentro de esta persona. Ellos podrán obedecer a Dios.
No es que el pueblo no tenía la ley antes. Ellos tenían ley para todo esto, pero no pudieron obedecerla. Y por causa de este Espíritu de Dios que mora en su pueblo, ellos podrán obedecer, sus deseos serán transformados, y sus voluntades permitidas. Y entonces, Dios dice: “Los traeré a un nuevo lugar.”
Verso 28, “Ustedes habitarán en la tierra que yo le di a sus padres, y ustedes serán mi pueblo, y yo seré su Dios.” Ahora, el reto del libro incita eso. Y –básicamente—y hay tanto que podríamos discutir en el resto del libro. Por años podríamos discutir el resto de este libro. Y hay mucha discusión y debate.
Pueblo de Dios hoy
Lo que quiero hacer es bajar esto a su mínimo irreducible, por hablar así. En otras palabras, ¿Qué está muy claramente para el pueblo que oye esto en ese día, y qué está muy claramente para nosotros como pueblo de Dios hoy, basado en lo que el dijo a ellos en ese día? Porque el resto del libro, básicamente en los capítulos 38 y 39 vemos destrucción de los enemigos del pueblo de Dios. En el capítulo 40, Ezequiel comienza a dar un vistazo, una visión de un templo.
Y luego en el capítulo 43- busquemos conmigo rápidamente ahí. Capítulo 43—vemos la culminación, esta tercera visión de la que hemos hablado. La hemos visto en el capítulo 8 hasta el 11. Ahora miremos conmigo el capítulo 43, verso 1. Ezequiel dice:
Me llevó luego a la puerta, a la puerta que mira hacia el oriente; 2y he aquí la gloria del Dios de Israel, que venía del oriente; y su sonido era como el sonido de muchas aguas, y la tierra resplandecía a causa de su gloria. 3Y el aspecto de lo que vi era como una visión, como aquella visión que vi cuando vine para destruir la ciudad; y las visiones eran como la visión que vi junto al río Quebar; y me postré sobre mi rostro. 4Y la gloria de Jehová entró en la casa por la vía de la puerta que daba al oriente. Y me alzó el Espíritu y me llevó al atrio interior; y he aquí que la gloria de Jehová llenó la casa.
¿Cuál es la esperanza que Ezequiel le da?
Por tanto, ¿Qué significa esto? ¿Cuál es la esperanza que Ezequiel le da? Pónganse en los zapatos de los exiliados en Babilonia, oyendo las palabras que ustedes leen a través de aquí en Ezequiel. Ellos aguardaban la ciudad de Jerusalén. Ellos esperaban usar el lenguaje exacto del capítulo 37, verso 28, para regresar a la tierra de sus padres, para habitar allí una vez más.
Y Dios iba a traerlos allí. El iba a traerlos de regreso a la ciudad de Jerusalén, y allí, en esa ciudad, ellos construirían el templo. Ahora, no es tiempo exacto que vemos a Ezequiel contemplando aquí en los capítulos del 40 al 48. No era la intención de estar. Pero cuando leamos en las próximas semanas, vamos a ver el libro de Esdras, y el pueblo de Dios retornando a Jerusalén y reconstruyendo el templo.
Por tanto, establecido el regreso a la tierra, un templo reconstruido. Pero obviamente, hay algo más profundo que continúa aquí. Este nuevo rey y nuevo pacto y nuevo pueblo en un nuevo lugar. Lo que sucede es que nos mantenemos leyendo en la historia de Israel, después de Esdras y Nehemías, y después del último libro del Antiguo Testamento, y llegamos al primer libro del Nuevo Testamento, y vemos la línea davídica desde el mismo comienzo siendo trazada por un hombre llamado Jesús.
En la introducción de Juan de Jesús, El dice, “El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros,” literalmente hizo un tabernáculo o un santuario entre nosotros. “y contemplamos la gloria de Dios.” Ah, la gloria de Dios en la carne. La presencia de Dios literalmente con nosotros. Y Dios en su Gloria, a través del pastor rey llamado Jesús, vivió entre nosotros y amó y sanó y nos cuidó.
El Nuevo pacto
Y se sentó una tarde con sus seguidores y comenzaron a hablar con ellos acerca del Nuevo pacto. Y el tomo un pedazo de pan, y lo partió, y el dijo. “Este es mi cuerpo que voy a dar por ustedes”. Y el tomó una copa, y él dijo. “Esta es la copa de un nuevo pacto que voy a sellar con mi sangre.”
Y luego esa tarde, hicimos, con la presencia de Dios, lo que el pueblo del Antiguo Testamento de Israel había hecho con la presencia de Dios. Lo negamos y lo desafiamos, lo desconsideramos y lo difamamos. Nos burlamos, lo golpeamos, lo azotamos, lo escupimos y asesinamos la misma presencia de Dios. El hijo de Dios en la carne.
Y todavía, cuando llevó el pago del pecado que habíamos puesto sobre el, cuando este divino pastor puso su vida por las mismas ovejas que les asesinaron, en ese momento, este reconstruyó el templo, que tiene una cortina que separa al hombre de Dios, que la cortina se rompe en dos, y un pacto de paz fue nacido donde el hombre puede ser reconciliado con Dios. ¿Cómo? A través de la sangre de Cristo. A través de Dios en la carne que da su vida en nuestro lugar por nuestro pecado, reconciliando a Dios con nosotros, por tanto que todos lo que confíen en Cristo pueden ser limpiados de pecado, perdonados de pecado, llenados con el Espíritu de Dios, y se le permite caminar con El y disfrutar de El por siempre.
Por tanto, cuando leemos esto, no estamos aguardando a la ciudad de Jerusalén tanto como mirar hacia atrás a la cruz de Jesús, cuando Cristo, nuestro Pastor Rey, inauguró un nuevo pacto y formó un nuevo pueblo para Su gloria.
¿Dónde está la presencia de Dios ahora?
Y ustedes dicen, “Bien, ¿Qué hay del lugar? ¿Dónde está la presencia de Dios ahora?” En Cristo, hermanos y hermanas, hemos llegados a ser el templo.” No saben ustedes, Pablo dice: ”Tu cuerpo es el templo del Espíritu Santo, la misma gloria de la presencia de Dios habita en ustedes” Paz con Dios, caminando con Cristo, gozo con Dios. ¿Por qué? ¿Por qué haría esto Dios en tu vida, en mi vida, cuando El sería justo, santo, recto, bueno para destruirnos y condenarnos por siempre? Y aquí es donde venimos a la verdad fundamental que cambia todo. La razón para nuestras vidas es doble: Una, hemos sido salvos solamente por la soberana gracia de nuestro Dios. ¿Por qué tú y por qué yo? La respuesta no se encuentra en ti o en mí. La respuesta se encuentra solamente en El. Por su pura y soberana gracia, hemos sido salvos y no destruidos. ¿Okey?
Bien, si no hay nada en mi, entonces ¿cuál es el propósito de mi salvación? ¿Por qué El hace esto? Para citar a Ezequiel, “No es por nuestro amor. Es por amor a su nombre que Él ha hecho esto.” Dios en su gracia soberana les salvo porque El ama Su gloria. ¿Está diciendo, David, que Dios tiene un motivo ulterior en salvarme? No, no, no, yo no estoy diciendo eso. Dios está diciendo eso.
El nos ha salvado, el nos salva a pesar de nuestro interés y a pesar de nuestra preocupación por su nombre, lo que significa que El nos ha salvado solamente por la soberana gracia de Dios, de Dios, ahora vivimos solamente por la suprema gloria de Dios. Que es el propósito de nuestras vidas. El se glorificará, el mismo, en toda clase de maneras diferentes.
Puede ser que ustedes vivan una larga vida de buena salud en Birmingham, Alabama, todo para la Gloria de Dios. O, puede ser que ustedes se muden al Medio este, o al Noroeste, o al Norte de Africa, o al Este de Asia, todo para la gloria de Dios, para plantar una iglesia allí. O, esto puede significar cáncer, o enfermedad, o infertilidad, o aridez, o tristeza, dolor, o sufrimiento, todo para a gloria de Dios.
Esto puede significar pérdida trágica de tu esposa, o tu madre, o tu papa, o niño, todo para la gloria de Dios. Nuestras vidas son suyas para gastarlas para Su gloria, que significa una disposición—no solamente, un gusto, sino un contento abrazo de lo que eso significa. No siempre es fácil, pero un abrazo gozoso aun del sufrimiento porque tu vida no es tenerlo fácil, o de la manera que quieras. Tu vida trata de lo que traiga a El la mayor gloria.
Tómala toda. Si esa es la manera que recibirás lo más glorioso, luego hágalo. Y eso cambia la perspectiva de todo. Tú dices, “Bien, eso es casi un poco deprimente.” No, no es porque el glorioso Dios, quien nos ha salvado, es fiel en el medio de la tormenta, y él es misericordioso en medio de la tormenta, y El te conduce en un paso que un día te guiará a una nueva ciudad, donde verás su cara, y contemplarás su gloria, y disfrutarás su presencia para siempre. Serviremos y viviremos y adoraremos un Dios quien está absolutamente centrado en Dios.