Sesión 2: ¿Qué enseña la Biblia sobre la doctrina del Espíritu Santo?

Iglesia Secreta 10: Crucifixión, la Salvación y la Gloria de Dios

Sesión 2: ¿Qué enseña la Biblia sobre la doctrina del Espíritu Santo?

El Espíritu Santo es la persona menos reconocida de la Trinidad y la más incomprendida. Como cristianos, es absolutamente fundamental que tengamos una comprensión precisa y bíblica de la persona y obra del Espíritu Santo. En esta sesión de Iglesia Secreta 10, el pastor David Platt analiza la obra del Espíritu Santo, así como el orden de salvación de Dios. Para comprender correctamente la salvación, primero debemos tener una doctrina adecuada del Espíritu Santo, ya que es el aplicador de la salvación en la vida de un creyente. Es el Espíritu quien inicia la regeneración, lo cual permite la conversión y da vida nueva en el corazón del cristiano.

  1. La doctrina del Espíritu Santo
  2. La doctrina de la depravación
  3. La doctrina de la regeneración
  4. La doctrina de la conversión

El Espíritu es Enviado

Aquí vamos. El fundamento está preparado. Tenemos una faceta más de esta primera parte. Tenemos la cruz. Obviamente este no es el final de la historia. Jesús muere en la cruz, y se levanta de la tumba. Asciende al cielo, y cuando lo hace, el Espíritu de Dios es enviado. Esto nos guía a la doctrina del Espíritu Santo. El final del Evangelio de Lucas. Lucas 24:48-53 y Hechos 1:4-11 ambos nos dan una imagen de Jesús siendo levantado a los cielos.

Lucas 24:48-53, “Y vosotros sois testigos de estas cosas. He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto. Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo. Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo. Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo; y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios.”

Hechos 1:4-11, “Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?

Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.”

El Hijo Asciende al Padre en el Cielo

El Espíritu desciende a los creyentes en la tierra.El Hijo asciende al Padre en el cielo, y luego, en el capítulo siguiente, el Espíritu desciende a los creyentes en la tierra. Hechos 2:1-4, “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.”

El Espíritu Convence a los Pecadores

El Espíritu desciende, tal como Jesús lo había prometido, para hacer exactamente lo que Jesús había dicho. El Espíritu convence a los pecadores. Jesús dijo en Juan 16:8-11, “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.” También, Hechos 7:51 dice, “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.”

El Espíritu Aplica Salvación

El Espíritu convence a los pecadores, y el Espíritu aplica salvación. Este es un texto en el que vamos a profundizar más adelante, de Tito 3:4-7. El pasaje dice, “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.”

Es el Espíritu el que aplica la salvación de dos maneras. Primero, a través del empoderamiento del Espíritu por la proclamación del Evangelio. 1ra Pedro 1:12 “A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.” Este es el asunto: para ser salvos, alguien tiene que escuchar el Evangelio. El Evangelio requiere que un ser humano lo hable; una persona que diga, “Jesús ha muerto en la cruz. Se ha levantado de la tumba para reconciliarte con Dios.”

Romanos 10:13-17 “Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Más no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” Este es el mensaje que debe ser dado por una persona; y acompañado de poder divino. Usted nota todo esto a través del libro de Hechos en la medida en que el Evangelio es proclamado.

Qué Enseña la Biblia sobre la Doctrina del Espíritu Santo

Algunos ejemplos están en Hechos 4:8, el cual dice, “Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel…” es proclamado. Pedro es lleno con el Espíritu Santo, Hechos 4:31, “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. Los discípulos son llenos con el Espíritu Santo y lo hablan.

En 1ra Tesalonicenses 1:4-5, Pablo habla acerca de cómo los tesalonicenses recibieron el evangelio. “Porque conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección; pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros.” De manera que el Espíritu unge y empodera la proclamación del evangelio, y luego, el Espíritu habilita la respuesta al evangelio.

Hablaremos de esto en un minuto, sin embargo, cuando alguien es salvo, es nacido del agua y el Espíritu. Juan 3:5-8 dice, “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.”

De igual forma en Apocalipsis 22:17 dice, “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.” Por lo que este es el asunto. Todo esto tiene que pasar para que alguien sea salvo: El Padre satisfecho, el Hijo sacrificado, el Espíritu enviado. Para que cualquiera sea salvo, debe escuchar el evangelio en el poder del Espíritu Santo, y todo lo demás que estamos a punto de hablar trata sobre que la doctrina de la salvación es la obra del Espíritu de Dios en la Salvación.

Salvación

Cuando nos fijamos en el tipo de esquema que estamos siguiendo en este estudio, usted ve a Dios revelando nuestra necesidad, Dios cambia nuestro corazón, y Dios capacita nuestra creencia, es la forma en que Dios hace todo en la salvación, a través de Su Espíritu. Entonces, el fundamento está preparado en este punto: lo que sucede en la cruz, la gloria de Dios, el sacrificio del Hijo, y el envío del Espíritu ¿Cómo nos salva esto? Esto nos guía a la doctrina de la salvación.

Esto va a ser un poco de recapitulación, sin embargo esta primera parte es importante. Dios revela nuestra necesidad: La doctrina de la perversidad. Para ser salvado de algo, debe saber de qué necesita que lo rescaten. Francis Schaeffer una vez respondió esta pregunta, “¿Qué haría usted si se encuentra con un hombre moderno en un tren, y tiene una hora para hablarle acerca del Evangelio?”Schaeffer respondió, “Pasaría de 45 a 50 minutos en lo negativo, para realmente mostrarle a este hombre su dilema – que está moralmente muerto. Luego tomaría 10 a 15 minutos para predicarle el Evangelio.

Creo que mucha de nuestra labor evangelística y personal de hoy día no está clara, simplemente porque no estamos muy ansiosos para llegar a la respuesta sin tener que hacerle saber al hombre la causa real de su enfermedad, que es una verdadera culpa moral, (y no solo un sentimiento de culpa psicológica) en la presencia de Dios.”

Nadie que esté nadando bien en un lago grita, “Salven me” la persona que se está ahogando en medio del lago es quien grita “Salven me”. Entonces, hasta que nos demos cuenta de lo que necesitamos ser salvos, entonces nunca entenderemos toda la belleza de la salvación. Entonces, hasta que lleguemos a este punto, nunca llegaremos al resto de la salvación.

Entonces, Dios revela nuestra necesidad. La salvación inicia cuando vemos nuestro pecado. Pongo a Génesis 3:1-7 aquí, el cual dice “Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.

Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.”

Este pasaje explica la entrada del pecado al mundo. Para recordarnos cuál es el verdadero origen del pecado: hemos rechazado la Palabra de Dios. Quiero que se den cuenta de cómo inició el pecado aquí. El primer verso en Génesis 3, “Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Con que Dios os ha dicho?…” ahora, Eva debió haber tenido suspicacia tan pronto escucho las palabras “Con que Dios dijo” y debió haberlo estado porque una serpiente le estaba hablando. Entonces, esto es algo que debió levantar suspicacia.

Aún más profundo que esto, esta pregunta, “Con que Dios os ha dicho…” por primera vez se introduce el contrabando en la creación. Esta idea encubierta y sutil en el mundo que la Palabra de Dios está sujeta al juicio de los hombres, y esa idea ha traído falsedad desde entonces. Hay un libro muy popular que dice, “¿Realmente dijo Dios eso?” es peligroso. Hemos rechazado la Palabra de Dios. Hemos despreciado la autoridad de Dios y hemos afirmado nuestra independencia de Dios. Dios dijo, “No coman del árbol”. Nosotros decimos, “Vamos a hacerlo de todas maneras. Él no es Señor sobre nosotros”, y hemos negado el carácter de Dios.

Esta es Eva en su pecado, y Adán en su pecado, diciendo, “La manera de Dios no es buena para nosotros. Nuestras maneras son mejores. Dios no es bueno para mí, yo soy mejor” ¡Oh! Notan la esencia del pecado aquí. Eva y Adán confiaron en Satanás en vez de en Dios, y pensar eso, en cualquier momento es pecado, esta es la imagen de yo decirle a Dios, “Tus maneras no son las mejores. Yo tengo mejores maneras. No confío en ti” notan el horror de esto. Este es nuestro pecado.

Nuestro Estatus

¿Hemos negado el carácter de Dios, y nuestro pecado? En Génesis 2:16-17, dice, “mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.” Cité este verso anteriormente, “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” De manera que, esta es la doctrina de la perversidad. Damas y caballeros, estamos muertos en nuestros pecados y somos incapaces de salvarnos a nosotros mismos. Las consecuencias del pecado están en toda nuestra vida. Vamos a repasarlas: nuestra mente está ciega.

Somos fútiles en nuestro pensamiento. Afirmamos que somos sabios, pero somos tontos. Somos tontos. “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.” Romanos 1:21-23.

Romanos 1 continúa al decir los versos del 28 al 32, “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.”

“En los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.” 2da Corintios 4:4. Nuestras mentes están ciegas. 1ra Corintios 2:14 “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.”

Nuestras emociones están desordenadas. Romanos 1:26-27 dice, “Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.”

Tenemos pasiones deshonrosas, pasiones de la carne. 1ra Pedro 2:11, “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma”. Nuestros cuerpos están contaminados. Romanos 1:24-25 dice, “Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.”

Nuestras voluntades son desordenadas. Romanos 3:10-12 “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.” Ninguno de nosotros es justo. Todos nos hemos apartado de Dios. Nuestra voluntad no se sujeta a la ley de Dios. No puede someterse a la ley de Dios. Romanos 8:7 continúa diciendo, “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” Nuestras relaciones están rotas. Nuestra relación con Dios está rota. Vemos en Génesis 3:8-10 que luego de la caía del hombre, y una relación que una vez estuvo marcada por el amor, el gozo, la paz y la ininterrumpida comunión, ahora está marcada por la culpa, vergüenza y el miedo.

Qué Enseña la Biblia sobre la Doctrina del Espíritu Santo

Dice: “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.” Santiago 4:4 también dice, “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.”

Culpa, vergüenza y temor con los cuales estamos familiarizados, y tenemos relaciones rotas, unos con otros. Al inicio del capítulo siguiente en la Biblia nos habla acerca del primer asesinato. Génesis 4:8 dice, “Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató.” Santiago 4:1 y Tito 3:3 nos dicen que todas las contiendas y peleas que tenemos se deben, al final, al pecado que mora en nosotros. Santiago 4:1 dice, “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?”

Tito 3:3 dice, “Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros.” Nuestras mentes están ciegas, emociones desordenadas, cuerpos corrompidos, y voluntad desordenada, nos dan una imagen de todos nosotros. Nuestras relaciones con Dios y con los demás están rotas.

Somos esclavos del pecado. Juan 8:34 dice, “Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.” Romanos 6:16-20 dice: “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?

Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia. Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia. Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia.”

Somos dominados por Satanás. Pablo dice en 2da Timoteo 2:26 “…y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él.” “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno.” 1ra Juan 5:19. Somos amantes de la oscuridad. “Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.” Juan 3:20. Lo último que queremos ante Dios o unos con los otros es que nuestros pecados sean expuestos, de manera que corremos hacia la oscuridad. Corremos de la luz. Aborrecemos la luz y corremos hacia la oscuridad. Efesios 4:18, “teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón” estamos entenebrecidos en nuestros entendimiento.

Efesios 5:8, “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz”. Tenemos corazones duros. Somos hijos de la ira. Vimos esto en Efesios 2:3, “entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.”

Estamos pereciendo. Está claro en estos tres textos. 2da Tesalonicenses 2: 9-10, “inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos.” 1ra Corintios 1:18 “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden…” también 2da Corintios 4:3-4 “Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.”

Estamos condenados ante Dios. Juan 3:18, dos versos después de Juan 3:16, el famoso verso que trata sobre el amor de Dios, Jesús dice, “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”

Romanos 5:18, “Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres…” estamos condenados ante Dios. Estamos perdidos sin Dios. Es la razón de Jesús venir. “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” Lucas 19:10. Estamos perdidos sin Él. Estamos separados de Dios, extraños de Él. Colosenses 1:21 dijo que es nuestro problema: “Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras…” nuestro problema no es que nuestras vidas no están yendo bien. Nuestro problema no es que nos hemos equivocado tomando malas decisiones.

Nuestro problema es que estamos separados de Dios. Cada uno de nosotros está apartado de Dios. Efesios 2:12, “…En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.” Génesis 8:21 dice, “Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho.” Somos moralmente malvados desde nuestro nacimiento.

Hay una razón por la cual mi precioso, hermoso, hijo de tres años de edad, adorable, puede ser tan pecaminoso: porque él nació con eso. Jesús dice en Lucas 11:13 “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” Estamos enfermos de pecado. Mateo 9:12, “Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.” Estamos muertos espiritualmente. “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados”. Romanos 6:23. Estamos muertos en nuestros delitos y pecados. Cuando la Biblia dice eso en Efesios 2:1 en el original significa “ausencia de vida”.

Estamos muertos, y estamos destinados al infierno. Ahora, se que esta no es una doctrina muy popular, pero está en toda las Escritura, y en todas las palabras de Jesucristo mismo. El profesor escocés James Denney escribió, “Si hay una verdad en la Escrituras, es que: Aquellos que testarudamente rechazan someterse al Evangelio y a amar y a obedecer a Jesucristo incurren, en el último advenimiento, una infinita e irreparable pérdida.

Pasan a la noche en la cual ningún amanecer les despierta “El infierno es el lugar donde, Marcos 9”43-48 dice, “Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.”

Las Escrituras enseñan que el infierno es un lugar de fiera agonía. “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.” Dice Apocalipsis 20:15. “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” Apocalipsis 21:8. Algunas personas dicen, “Ahora, ¿Realmente piensa que es literalmente fuego y azufre? ¿No serán solo símbolos?” quizás lo son, pero si ese fuera el caso, si fueran solo símbolos, entonces ¿qué tipo de símbolos son? ¿Nieve? ¿Vacaciones? ¿Lugares felices? No, si estos símbolos significan algo, entonces significan que el infierno es el lugar más terrible, y espantosa realidad que podamos imaginar.

Un lugar de un tormento consciente. Lucas 16:22-24, “Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.

Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.” Un lugar de completa oscuridad Mateo 22:13 “Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.” Un lugar de destrucción divina; 2da Tesalonicenses 1:9-10 “los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros).”

Un lugar de eterna duración Apocalipsis 14:11 dice, “y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre.” Thomas Watson, un predicador puritano, dijo, “Aunque están en el Infierno; ellos morirían, pero no pueden, el malvado siempre estará muriendo, pero nunca muertos, el humo del horno asciende por siempre y siempre. ¡Oh! ¿Quién puede soportar para siempre en este lugar? Esta palabra “siempre” me rompe el corazón”

Nuestra Solución

Entonces, este es nuestro pecado y nuestro estatus. Nos hemos rebelado en contra de Dios. Estamos ciegos, rotos, hijos de la ira, separados de Dios, espiritualmente muertos, destinados al infierno, entonces, ¿Cuál es nuestra solución? ¿Qué nos puede salvar de esta situación? ¿Psicoterapia? ¿Psicología? ¿Solo tener mejores pensamientos de usted mismo? ¿Educación? ¿Cultura? Solo saber más; el conocimiento salva. ¿Va a hacer un mayor esfuerzo? ¿Vivir una mejor vida? ¿Hacerlo mejor la próxima vez? ¿Levantar sus manos, decir estas palabras, cantar esta tarjeta, caminar por esta línea?

Ninguna de estas cosas puede salvarlo de su pecado. Lo que no necesitamos es una religión superficial. Damas y caballeros, a través de la historia, las personas han tratado de cubrir sus pecados ante un Dios santo con la religión ofreciendo sacrificios, cantando canciones, haciendo obras y asistiendo a la iglesia. Ninguna de estas cosas funciona.

Dios dice en Isaías 1:11-16 “¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios? No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas.

Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo.”

Lo mismo en Jeremías 7:21-26 “Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Añadid vuestros holocaustos sobre vuestros sacrificios, y comed la carne. Porque no hablé yo con vuestros padres, ni nada les mandé acerca de holocaustos y de víctimas el día que los saqué de la tierra de Egipto. Mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien. Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante, desde el día que vuestros padres salieron de la tierra de Egipto hasta hoy.

Y os envié todos los profetas mis siervos, enviándolos desde temprano y sin cesar; pero no me oyeron ni inclinaron su oído, sino que endurecieron su cerviz, e hicieron peor que sus padres.” No necesitamos esforzarnos más. El problema es mucho más profundo que eso. Jeremías 17:1 dice, “El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares…” no necesitamos una religión superficial.

Necesitamos una regeneración sobrenatural. Estamos muertos en pecado, y necesitamos nacer de nuevo. Juan 3:3 dice, “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” Necesitamos un nuevo corazón. Jeremías 17:9 dice, “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”

Qué Enseña la Biblia sobre la Doctrina del Espíritu Santo

También Ezequiel 36:26-27 “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.”

Ahora, aquí surge una pregunta, sígame muy de cerca, porque extraviarse aquí sería perder todo lo demás después de aquí. Piense en lo que hemos hablado. ¿Cómo pueden las personas que son moralmente malvadas en su núcleo elegir lo bueno? ¿Cómo pueden personas que están enfermas auto sanarse? ¿Cómo pueden los esclavos hacerse libres? ¿Cómo pueden los ciegos decidir recibir la vista? ¿Cómo pueden los amantes de la oscuridad correr hacia la luz cuando aborrecen la luz? ¿Cómo puede un objeto de la ira cesarla? ¿Cómo pueden aquellos que están muertos, haciendo referencia a aquellos que están muertos en pecados, escoger venir a la vida?

¿Cómo muchos de ustedes un día pensaron, “Pienso que quiero venir a la vida” y nacieron? No, para que estas cosas sucedieran, usted debe haber sido influenciado desde fuera. No hay una lista de cosas para marcar en ese punto, para ser salvos. Usted está muerto. Usted no puede listar nada. Usted no se puede salvarse a sí mismo; usted necesita a Dios que haga esto por usted.

Es por esto que hemos hablado antes acerca del profesor del seminario que solía llevar a sus estudiantes al cementerio, y les decía uno por uno, que prediquen sobre las tumbas y llamaran a las personas que estaban muertas para que se levanten y caminen. Uno por uno cada estudiante se levantaba extrañado y le gritaba a las tumbas y nada pasaba, y él los miró, y les dijo, “es lo mismo cuando usted predica este Evangelio. Les está hablando a aquellos que están muertos, y apartados del Dador de la vida, nada pasa”

Dios Cambia Nuestro Corazón

La Doctrina de la Regeneración

La salvación no trata de pasar de ser una persona mala a una buena. La salvación tiene que ver con pasar de muerte a vida. Esa es la clave. Solo Dios, por Su Espíritu, puede hacer esto. Entonces, ¿Cómo lo hace? Esto nos guía al segundo punto, Dios revela nuestra necesidad, abre nuestros ojos para ver nuestro pecado, nuestro estatus delante de Él, y luego Él cambia nuestros corazones: La doctrina de la regeneración. Escuche lo que dice Tito 3:3-7, es de lo que ya hemos hablado:

“Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.”

También, miren en Juan 2:23-25. Dice, “Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre.”

De eso estamos hablando, y el principal texto en los Evangelios sobre la generación está en Juan 3: 1-10, cuando Jesús habla con Nicodemo, un devoto religioso, que necesitaba nacer de nuevo. El pasaje se lee así, “Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.

Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?” Al final de ese pasaje, Él dice, “debes nacer de nuevo”. Regeneración es, básicamente, una palabra que significa “Nacer de nuevo”

La Pregunta Teológica: ¿Qué es Regeneración?

Entonces, aquí está la pregunta teológica: ¿Qué es regeneración? Aquí está la definición que vamos a examinar: Regeneración es un instantáneo, irrepetible y misteriosos acto de Dios, en el cual Él cambia el corazón de un perdido pecador. Permítame explicarlo. “Instantáneo” significa que pasa en un punto del tiempo. Es lo que le pasó a Lidia en Hechos 16:14. Dice “Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.” Dios abrió su corazón. Justo como alguien que es nacido en cierto momento, entonces alguien es nacido de nuevo en cierto momento.

Ahora, esto es clave, porque a veces, circunstancialmente, esto funciona de manera distinta en diferentes personas. Algunas personas pueden recordar el momento exacto cuando nacieron de nuevo. Mayormente, los adultos, que son salvos, que vienen a la fe en Cristo, a veces tienen un momento de conversión más dramático.

Ellos pueden recordar, “Ese fue el momento” hay otros que pudieron haber sido criados en un hogar Cristiano, y hubo un punto en donde ellos fueron salvos, pero no pueden identificarlo de manera exacta o bien recordarlo. La clave es, vemos ambos en las Escrituras. Vemos a Pablo, y él, obviamente, tuvo un momento dramático.

Vemos a Timoteo que creció escuchando la fe, y él, probablemente, tuvo un poco más de dificultad definiendo su momento de conversión. No estamos seguros de eso, pero de lo que tenemos que darnos cuenta es que, ya sea que podamos recordar el momento exacto o no, somos nacidos de nuevo en algún momento. Nadie se infiltra en el reino. Usted nace de nuevo. En un punto, usted está muerto, y al siguiente, usted vive. Una gran diferencia, y no es algo así como que usted gradualmente se desarrolló. Solamente pasó. Usted nació de nuevo. Entonces, eso es lo que quiere decir con instantáneo.

“Irrepetible”, significando que no pasa varias veces. Una vez que usted nace, usted nace. Por lo tanto, es irrepetible. Usted está vivo. No tiene que nacer de nuevo, porque está vivo.

Colosenses2:13-14, “Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz.” Instantáneo, irrepetible y “misterioso”. Misterioso porque es espiritual. Escuchen cómo Jesús describe ser nacido de nuevo, “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.” Juan 3:8. Es un nacimiento espiritual, el cual lo hace, en cierto sentido, misterioso.

Es un “acto de Dios”. Ahora, ya hemos hablado acerca de esto, cómo podemos elegir venir a la vida. Alguien tiene que actuar sobre nosotros para que esto suceda. Las Escrituras nunca dicen, “Nazcan de nuevo”. Nunca dice esto. Nunca dice “Nazcan de nuevo y serán salvos” esto es algo que nos pasa a nosotros. Dios lo hace. Dios da el nacimiento espiritual. Usted “Fue nacido, no de sangre, ni por voluntad de carne o de hombre, sino de Dios” Juan 1:13. La regeneración proviene del Padre.

Jesús dijo, “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.” Juan 6:44. “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)…” Efesios 2:4-5 “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.” (Santiago 1:17-18)

Entonces, esto viene del Padre a través del Hijo. “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos,” del Padre, a través del Hijo, por el Espíritu. Hemos hablado sobre esto a través de la proclamación del Evangelio inspirado por el Espíritu y en respuesta al Evangelio. Hechos 10:44, “Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso.”

En la Palabra. “…siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque: Toda carne es como hierba, Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.” 1ra Pedro 1:23-25. Ahora, hagamos una pausa bien rapidita. Esto es enorme.

En nuestros esfuerzos por guiar a las personas a Cristo, hemos pasado por esta grande y gloriosa realidad: que solo Dios puede dar el nacimiento espiritual. En la mayoría del evangelismo contemporáneo, tratamos de incrementar el mensaje, ajustar el Evangelio, hacerlo más digerible a los pecadores, y cuando hacemos esto, estamos perdiendo todo el punto de la salvación. La realidad es que, por la obra de Dios en la regeneración, porque creo en la regeneración, porque sé que esto ciertamente está basado en la Palabra, entonces puedo pararme delante de un grupo de personas que tienen un corazón frío, pecaminoso, y muerto, las personas que el mundo y la Iglesia menos esperan que respondan favorablemente al Evangelio, y no tienen que engatusar para tratar de que respondan al Evangelio. Solo les hablo del Evangelio, y estoy seguro en el Espíritu de Dios que algo va a pasar ahí que es sobrenatural. Alguien vendrá, porque el Espíritu de Dios hace esto.

No tengo que manufacturar algo para que ellos respondan. Necesito darles el Evangelio y ser sabio en cómo darles el Evangelio, y confiar en el Espíritu de Dios para que traiga la regeneración. No tengo que traer algún truco o aparato para convencerlos. Dios salva, y Él lo hace a través de Su Espíritu. Él orquesta el nacimiento espiritual. Dios hace esto.

Entonces, la regeneración es instantánea, irrepetible, y misterioso acto de Dios, en el cual Él cambia el corazón de un pecador perdido. Eso es un lenguaje clave. Es donde quiero que veamos que el cambio del cual hablamos es desde el interior hacia afuera, no desde afuera hacia adentro. Estamos hablando sobre el cambio del corazón. Esto es prometido en el Viejo Testamento.

Dios dijo en Ezequiel 36:22-32 “Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado. Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos. Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país.

Qué Enseña la Biblia sobre la Doctrina del Espíritu Santo

Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios. Y os guardaré de todas vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no os daré hambre.

Multiplicaré asimismo el fruto de los árboles, y el fruto de los campos, para que nunca más recibáis oprobio de hambre entre las naciones. Y os acordaréis de vuestros malos caminos, y de vuestras obras que no fueron buenas; y os avergonzaréis de vosotros mismos por vuestras iniquidades y por vuestras abominaciones. No lo hago por vosotros, dice Jehová el Señor, sabedlo bien; avergonzaos y cubríos de confusión por vuestras iniquidades, casa de Israel.”

Esto es justo en medio de este pasaje, y es interesante. Usted pudiera hacer una notita al margen. Usted pasa a través de Ezequiel 36:22-32, y subraye cada vez que vea “Yo”. Se dará cuenta de que aparece 17 veces en estos 11 versos, la frase de Dios diciendo “Yo hago”, “Yo les doy nacimiento espiritual” “Yo hago esto”. Entonces está prometido que Dios haga esto. Dios perdonará a Su pueblo por su pecado. Esto es lo que el Viejo Testamento estaba esperando. Dios perdonará a Su pueblo por sus pecados.

Jeremías 31:34, “Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.” Él les va a dar un nuevo corazón que conozca a Dios y que desee a Dios. Él transformará sus deseos, y Dios habilitará sus voluntades y les dará un corazón de carne.

Dios les dará un corazón de carne. “Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios.” Ellos tendrán un nuevo corazón que les empodere para caminar con Dios.

Todas estas promesas hechas en el Viejo Testamento son luego hechas realidad en el Nuevo Testamento. Cuando Jesús viene a esta conversación con Nicodemo, y dice, “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” En Juan 3:5, inmediatamente, reconocemos el lenguaje del Viejo Testamento. Cuando Ezequiel dijo en Ezequiel 36, “Rociaré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras impurezas” Dios nos limpia.

Esto es lo que sucede cuando nacemos de nuevo. Somos nacidos de agua, limpios. Nuestros corazones son limpios. El autor de Hebreos, al final de este pasaje en Hebreos 10:15-22 dice, “Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado. Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.”

1ra Corintios 6:11, “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.” Entonces, no solamente Dios nos limpia, sino que Dios mora en nosotros. Regeneración: Dios limpia nuestros corazones y mora en nuestros corazones. “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.”

Dice Romanos 8:9. Note lo que está pasando aquí. No lo pierda. En la regeneración, Dios no está mejorando nuestra vieja naturaleza. Ese es el recipiente de todas las demás religiones del mundo. “Haga esto, siga estas reglas, tome estos pasos, haga este viaje, adore a estos dioses, haga esto o aquello” y si no somos cuidadosos caeremos en la misma tónica para hacer estas mismas cosas, “Di estas palabras, ven a la Iglesia, haz esto o aquello”.

LESS THAN 1% OF ALL MONEY GIVEN TO MISSIONS GOES TOWARDS REACHING THE UNREACHED.

That means that the people with the most urgent spiritual and physical needs are receiving the least support. You can help change that!