Sesión 3: Justificación, santificación y glorificación - Radical

Iglesia Secreta 10: Crucifixión, la Salvación y la Gloria de Dios

Sesión 3: Justificación, santificación y glorificación

Cuando muchos cristianos piensan en el término “salvación”, a menudo lo equiparan con la conversión. Sin embargo, la Biblia indica que la salvación es un acto en desarrollo de Dios que tiene lugar en varias etapas en la vida de un creyente. En la sesión anterior, se explicaron las doctrinas de la regeneración y la conversión. En esta sesión de Iglesia Secreta 10, el pastor David Platt define bíblicamente la justificación, la adopción y la unión con Cristo. Estos tres términos desempeñan un papel fundamental en lo que los cristianos han llamado “orden de la salvación” y son doctrinas esenciales que los cristianos deben comprender. Cuanto mejor entendamos lo que dice la Escritura sobre nuestra salvación, mejor podremos disfrutar los frutos de nuestra salvación.

  1. La doctrina de la justificación
  2. La doctrina de la adopción
  3. La doctrina de la unión con Cristo

Dios Cambia Nuestra Condición

Lo que vamos a hablar a partir de este momento es muy importante. Lo que hemos estado tocando hasta ahora ha sido sobre la cruz, el Espíritu, dándonos cuenta de nuestra necesidad, teniendo nuestro corazón atento, nuestra nueva vida, y nuestra confianza en Cristo hasta el punto de la salvación. Todo esto nos dirige aquí. El nuevo nacimiento, donde morimos al pecado, y creemos en Jesús como nuestro Señor y Salvador, y de lo que trataremos a partir de este punto son tres temas que desenlazan en la justificación, la adopción y la unión con Cristo. Nos negamos a nosotros mismos, creemos en Cristo, y Dios nos justifica. De esto hablaremos, de la justificación, incluso cuando tocamos el tema de la conversión hablamos un poco acerca de esto.

Obviamente, tocamos el punto de cómo el arrepentimiento y la fe son dones, aunque nos arrepentimos y creemos. Lo que veremos en la justificación no es algo que no podemos hacer. Dios es quien nos justifica. Nuestro accionar es totalmente pasivo en la justificación. Somos justificados. No podemos justificarnos a nosotros mismos ante Dios. Somos justificados ante Dios, porque El nos justifica, y por ende esa es la clave principal.

Justificación de Antemano

Vamos a profundizar en la justificación. Déjame sentar las bases aquí. La justificación es, básicamente, ser declarado justo delante de Dios, o ser aceptado por Dios. Esta fue anticipada en el Antiguo Testamento. Esta parte la veremos someramente. Si miramos a Abraham, vemos lo que será en el Nuevo Testamento la explicación de la justificación a través de su vida, la de Moisés y David de diferentes maneras.

Abraham: La promesa de Dios nos muestra lo necesario de la fe. Tengo algunos pasajes bíblicos donde Pablo nos habla de la justificación. En Romanos 4:1-3, dice: ¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.

El mismo continúa diciendo en Romanos 4:9-12: ¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente para los de la circuncisión, o también para los de la incircuncisión? Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia. ¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión. Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia; y padre de la circuncisión, para los que no solamente son de la circuncisión, sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado.

También en el libro de Gálatas 3:7-9. Pablo escribe: “Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham”.

Sin embargo, si vamos al libro de Génesis 12:1-3, la imagen que tenemos de la justificación en Abraham es que sólo por la gracia, Dios bendice a su pueblo.

El pasaje dice así: “Pero Jehová había dicho a Abran: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”.

Dios llama a Abraham, no por nada que Abraham pueda tener o aportar, sino por su infinita misericordia.

Él escoge a Abraham sólo por gracia y solo mediante la fe, el pueblo de Dios recibe su bendición. Leamos Génesis 15:1-6: “Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abran en visión, diciendo: No temas, Abran; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Y respondió Abran: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? Dijo también Abran: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia”.

A través de la fe, Abraham cree en la promesa hecha por Dios, y le es contada o atribuida, por justicia. Esto es lo que vemos en la vida de Abraham: solamente por gracia, el pueblo de Dios recibe su bendición. Solo por gracia, Dios bendijo a su pueblo, a través de la fe, el pueblo de Dios, los hijos de Dios reciben la promesa de bendición. Eso es Abraham.

Ahora veamos a Moisés: La ley de Dios nos muestra la inutilidad de la carne. Pablo, en el Nuevo Testamento, hace referencia a Moisés. Él habla de la ley de Dios y que la salvación se relaciona con la ley de Dios. Leamos en cita que se encuentra en el libro de Gálatas 3:10- 11. Dice:”Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá”;

Dios dio su ley a su pueblo por medio de Moisés en el Monte Sinaí, y vemos la historia del pueblo de Dios después de eso.

Justificación, Santificación y Glorificación

Lo que descubrimos en la vida de Moisés y el pueblo de Dios es que la ley expone nuestro pecado. Lo que hace ley de Dios es exponer la maldad del la gente. En Éxodo 32:7-8 encontramos que nos dice: “Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido.532:8 Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto”.

Antes de que Moisés descendiera del Monte Sinaí, donde estaba recibiendo la ley de Dios, el pueblo estaba adorando un becerro de oro, rebelándose de esta manera contra Dios.

Romanos 7:7-12 dice: ¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí. Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte; porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató. De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.

Cuando pienso en esto me llega a la mente mis hijos. El ser humano nace con una inclinación natural hacia el pecado. Brota desde nuestros corazones. Mis hijos han desobedecido, y lo hacen cuando les ordeno hacer algo, y ellos deciden no hacerlo. Automáticamente la orden expone su desobediencia.

Lo que pasa es que la ley expone el corazón pecaminoso que hay debajo de la superficie. Eso es lo que hace la ley de Dios, expone nuestra incapacidad de guardarla. Es por eso que Josué hablando con el pueblo les dice en Josué 24:19, “Entonces Josué dijo al pueblo: No podréis servir a Jehová, porque él es Dios santo, y Dios celoso; no sufrirá vuestras rebeliones y vuestros pecados”.

La ley expone nuestro pecado, y, no sólo expone, por la ley abunda nuestro pecado. Romanos 5:20 en la primera parte del verso dice: “Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase”… En Gálatas 3:19 leemos, “Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador”. Por lo tanto, cuanto más vemos la ley de Dios, tanto más vemos nuestra incapacidad para vivirla, y como resultado, todos merecemos la ira de Dios. Ya hemos hablado de esto en otros mensajes.

Éxodo 32:28 dice:”Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres”.

Romanos 1:18,”Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad;”

Estamos bajo maldición por la ley. Deuteronomio 27:26. ”Maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para hacerlas. Y dirá todo el pueblo: Amén”. Al decir “Amén”, el pueblo estaba declarando su propia condenación. Estamos bajo maldición por ley, y a su vez estamos condenados ante Dios. Ezequiel 18:4 dice, “He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá”. La ley de Dios nos declara “Culpable”, porque ninguno de nosotros es capaz de obedecerla completamente. Esa es la imagen de Abraham y Moisés.

La Doctrina da la Justificación

Luego, en David, la gracia de Dios nos muestra la belleza del perdón. Leamos el Salmo 32:1-5, este es una porción poderosa.

”Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño. Mientras callé, se envejecieron mis huesos, en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado”.

Pablo cita en el Nuevo Testamento de cómo debemos confesar nuestros pecados. El Salmo 51:4 dice: “Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio”. Dios lleva nuestro pecado. Levítico 16:22 dice: “Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada; y dejará ir el macho cabrío por el desierto”. En Isaías 53:4, amplia esta idea: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido”.

Dios cubre nuestros pecados… Isaías 1:18: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”.

Dios invalida el pecado. Dios no lo toma en cuenta contra nosotros. Salmo 103:8-12 dice:

“Misericordioso y clemente es Jehová; Lento para la ira, y grande en misericordia. No contenderá para siempre, Ni para siempre guardará el enojo. No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, Engrandeció su misericordia sobre los que le temen. Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”.

En resumen, las vidas de Abraham, Moisés y David que acabamos de ver en el Antiguo Testamento, nos invita a llegar a la siguiente conclusión: La fe de Abraham en Dios, se le contó por justicia. La ley de Dios a través de Moisés nos mostró que no podemos obedecerla y David nos enseña que Dios es misericordioso.

Justificación Definida

Este recorrido nos lleva al Nuevo Testamento donde vemos la justificación definida. Podríamos colocar una estrella para resaltar estas dos porciones bíblicas que se encuentran en Romanos 3:21-26 y en Gálatas 2:15-21.

Romanos 3:21-26 dice: “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”.

Gálatas 2:15-21 dice: “Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles,

Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado. Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera. Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago.

Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo”.

Dos de las grandes porciones en las Escrituras, y ellas hablan acerca de la justificación y en ellas esta la definición en la que estamos a punto de sumergirnos. La justificación es el acto misericordioso de Dios por el cual Él declara al pecador justo sólo por la fe en Jesús. En resumen: justificación. Vamos a detenernos en este punto. La justificación es una de las doctrinas más importantes en el cristianismo. Juan Calvino la define como: “El eje sobre el cual todo gira”. Si no entendemos la justificación, no entenderemos nada acerca del evangelio.

Prestemos mucha atención a lo que es justificación. Es un acto de la gracia de Dios. “JAH, si mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse? Salmo 130:3. “Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos; Respóndeme por tu verdad, por tu justicia.143:2 Y no entres en juicio con tu siervo; Porque no se justificará delante de ti ningún ser humano”.

Salmo 143:1-2. Dios nos justifica, no porque lo merezcamos, sino por se gracia. Hemos hablado de esto. La fe es don de Dios. Efesios 2:8, “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”; Ya hemos hablado de como Dios nos da la fe. Dios nos concede la justificación.

Nuestra participación en la justificación es prácticamente nula. Romanos 8:30:”Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó”. Somos justificados por Dios. Por lo tanto, esto es algo que Él hace por su gracia. Romanos 4:16, “Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros”.

Es un acto de la gracia de Dios, que Dios mismo declara que así sea. La justificación es una declaración. Esto es importante porque la justificación es un acto, no u2n proceso. Es una declaración de una vez por todas. 1 Corintios 6:11,”Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios”. Una vez que hemos sido justificados, esto no cambia el día siguiente. La justificación es un acto que ocurre una vez por todas. Es una declaración de Dios. Él es quien declara.

Es una declaración legal. Es la declaración que las Sagradas Escrituras dan sobre la justificación. Es una declaración de Dios que dice, “Inocente”. Éxodo 23:7, “De palabra de mentira te alejarás, y no matarás al inocente y justo; porque yo no justificaré al impío”. Mateo 12:37 “Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”. Romanos 2:13: “porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados”. Pablo continúa diciendo en Romanos 3:20, “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.”

Es una declaración eterna. Es una vez y para siempre. Podemos tener una idea clara de esta idea en Lucas 23:40-43 donde al ladrón crucificado al lado de Cristo se le garantiza que entrará al cielo. Dice: “Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Romanos 8:30-39 nos brinda una idea mucho mas impresionante sobre esto: “Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?

¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero.

Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.

Los que son justificados serán glorificados, eso es seguro. Nada puede separarnos de su amor. Una vez somos justificados, ya es suficiente. Este es un acto de la gracia de Dios por el cual Él declara de una vez y para siempre todo lo que hace un pecador… Esta es la clave. Obviamente, hemos cubierto esto, pero es importante recordarlo. Martín Lutero dijo: “Este es un problema que necesita sea Dios que lo resuelva.”

Los pecados del hombre, la justicia de Dios, y las exigencias de la ley. Si ponemos estas tres cosas juntas en una corte, y una persona que ha violado la ley con un juez justo, entonces las cosas no se verían también para cualquiera de nosotros. Romanos 2:14-15: “Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos,” También, Romanos 3:31 dice: “¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley.”

Una vez más, Romanos 7:12-16 dice: “De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. ¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para mí? En ninguna manera; sino que el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso. Porque sabemos que la ley es espiritual; más yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.”

El resultado de esta situación es que estamos condenados por nuestra inmoralidad, por nuestras acciones que quebrantan la ley de Dios. Todos hemos desobedecido la ley de Dios, y estamos condenados por eso. Romanos 1:29-32 dice: “estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.” Santiago 2:10 dice: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.”

Sin embargo, no sólo estamos condenados por nuestra inmoralidad. La Biblia nos enseña que estamos condenados por nuestra moral, nuestros intentos de mantener la ley de Dios. La Biblia habla de todos nuestros esfuerzos por obedecer la ley de Dios, hacer el bien, nuestras buenas obras, todo esto no es suficiente. Isaías 64:6 dice: “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.”

Justificación, Santificación y Glorificación

Romanos 3:20: “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.” Un pastor puritano dijo una vez: “Aun nuestras lágrimas de arrepentimiento necesitan ser lavadas en la sangre del Cordero. ”

No tenemos ningún caso ante Dios que es santo. Somos culpables y no podemos ganar su favor. Por eso, Dios declara al pecador justo. Eso es increíble. El juez santo del universo vela por un pecador, que es responsable de todo lo que hemos hablado, y por la gracia de Dios, en la salvación, dice: “Inocente, para siempre” Romanos 5:19: “Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.”

Justos: Dios declara que somos perdonados de nuestros pecados. Colosenses 2:13-14: “Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,”

1 Juan 1:9 dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. ”

Hay una palabra interesante a continuación: Propiciación. Somos libres de toda culpa. La propiciación significa que Cristo ha tomado sobre sí nuestra culpa, y ya esa culpa no es nuestra. Es lo que Romanos 3:25-26 dice: “a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.”

Es también lo que habla Juan en 1 Juan 2:1-2: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” Romanos 8:1 en la primera parte del verso dice: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús…” Ya no somos culpables, y no solo eso, como si eso no fuera suficiente, ser declarado justo no es sólo ser declarado no culpable.

Si estamos declarados ante el juez que somos inocentes y no hemos hecho nada malo, entonces eso nos haría moralmente neutrales ante el juez, pero no nos haría justos ante dicho juez. No hemos hecho nada bien. Ahora, aquí es donde se pone aún más interesante. Ser justos no solo significa que nuestros pecados fueron perdonados, ser justos significa que Dios declara que estamos vestidos de santidad. Isaías 61:10: “En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas.” Veamos en 1 Corintios 1:30 “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención” Esto es lo que significa ser justificado.

Tenemos propiciación e imputación. Esa palabra significa que somos acreditados con su justicia. Dios nos imputa; Él nos acredita su justicia, la justicia de Cristo. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”, 2 Corintios 5:21. Así que ahora, te apartas de tu pecado y te niegas a ti mismo, y confías en Cristo por lo que Él ha hecho en la cruz, Dios no sólo se ve tu vida y dice: “inocente”, sino que se ve en tu vida, y dice “Veo la justicia de Jesucristo que lleva puesta.” Él te ve como justo ante él. No es moralmente neutral, sino justo ante su presencia. ¿Cómo es eso posible? Sólo a través de la fe en Jesús.

Filipenses 3:8-9 dice: “Y ciertamente, aún estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe.”

¿Qué podemos hacer? ¿Cómo se puede ganar ese tipo de estado delante de Dios? No podemos. Cristo es la base de nuestra justificación. Gálatas 3:24-29, “De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.”

Para que seamos justos delante de Dios, necesitamos la justicia de alguien más. Si tuviera que hacerte la pregunta, “¿Cómo sabes que eres justo ante Dios?” Y las primeras palabras que salen de tu boca son: “Porque yo…”, puedes estar perdiendo el verdadero sentido de la salvación. ¿Cómo eres justo delante de Dios? “Porque Cristo vivió una vida justa y murió en mi lugar, y la única manera de ser justos delante de Dios es por medio de Él”. “Porque Cristo…” Es la base de la justificación.

Romanos 5:6-9 dice: “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.”

Él es todo, y si nos fijamos en el vínculo de lo que vimos en el Antiguo Testamento, Cristo es el que cumple la promesa a Abraham. Romanos 4:22-25 dice: “por lo cual también su fe le fue contada por justicia. Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.” Ningún otro maestro religioso en el mundo tiene registrada una perfecta obediencia a Dios, Cristo si. Él cumplió la ley, obedeció a la ley de Moisés.

Romanos 10:3-4: “Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.” Hechos 13:39,”… y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree.” Cristo hace posible la gracia dada a David. Es por eso que Pablo cita el Salmo 32 cuando llega a Romanos 4:4-8.

Dice: “Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado.”

Cristo es la Base de Nuestra Justificación

Cristo es la base, entonces nuestra fe es el medio para nuestra justificación. Romanos 5:1, “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;” Hemos sido justificados por la fe, y tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. ¿Por qué es la fe el medio elegido por Dios para justificarnos? ¿Por qué no el amor? ¿Por qué no humildad, alegría o sabiduría? He aquí el por qué: porque la fe es el anti-trabajo. La fe es el reconocimiento desesperado que no hay nada que puedas hacer, y hay que confiar en lo que otro ha hecho. La fe está al final del yo mismo y dice: “Nada en mis manos traigo, Simplemente a la cruz me aferro.”

La fe es el medio de la justificación. Cuando venimos ante Dios en fe, lo que estamos diciendo básicamente es: “Me rindo. No lo puedo hacer. No voy a tratar de hacerlo más. Necesito que Cristo lo haga por mí.” Tenemos que tener cuidado con el legalismo que es peligroso. Pensando que nuestro trabajo delante de Dios puede hacernos justos delante de él. Esto es lo que Pablo trata en todo el libro de Gálatas. Él dice en Gálatas 1:6-9: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Más si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciaren otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.”

Pablo abunda más en Gálatas 3:1-6. Dice: ¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano. Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe? Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.

El legalismo está trabajando con nuestro propio poder. Esta es una palabra que se utilizada mucho en nuestros días: el legalismo. ¿Qué significa eso? Hacer u obrar con nuestros propios medios para tratar de obedecer los mandamientos de Dios con nuestro propio poder. El legalismo trabaja de acuerdo a nuestras propias leyes, en el fondo, añadiendo reglas a los mandamientos de Dios. Sería legalismo, por ejemplo, decir que, como cristiano, no debemos comer ciertos alimentos. Es posible que deseemos comer menos de algunos alimentos si estos no son buenos para nuestra salud, pero abstenerse de comer alimentos porque sentirías que si no lo haces, Dios no se complace con contigo es legalismo.

Por lo tanto, hay cosas que hacemos en nuestras tradiciones que exaltan a la Palabra de Dios. Nosotros decimos: “Bueno, no hagamos esto, o debemos hacer esto.” Tenemos que tener cuidado. Eso es legalismo. Hacer las cosas bajo nuestras propias leyes. En tercer lugar, haciendo las cosas para ganar el favor de Dios. Pensando así, que por nuestras acciones, estamos hallando gracia delante de Dios. Pensar, “tengo que leer la Biblia, tengo que orar, tengo que ir a la iglesia. Tengo que hacer estas cosas para ser aceptado delante de Dios.”

Este tipo de pensamiento. Pensar que por leer la Biblia y orar, usted está ganando créditos ante Dios, es estar actuando en contra de la Palabra de Dios. Ya hemos recibido la justificación a través de la justicia de Jesucristo. ¿Qué podríamos agregar a esto? ¿Qué le puedes añadir mañana cuando te despiertas? Nada. Hemos sido justificados. Por lo tanto, no podemos hacer nada para ganar su favor, ni para robar la gloria de Dios, ya que estás socavando la belleza de lo que Él ha hecho por ti.

Gálatas 5:1-6 dice: Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído. Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia; porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.

Así se pasa de legalismo peligroso al amor divino. Gálatas 2:20: Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Oh, disfruto ese verso. Jesús es un apasionado. Él te ama. Él se entregó por ti, por ti. Simplemente deja que penetre justo donde estás sentado, lo hizo por ti. El pago el precio por ti. Su vida y su muerte fueron por ti. ¡Anímate, la complacencia de Dios no se basa en tu desempeño para él! Oh, pero creemos que es así. Así es como todas las religiones del mundo operan, y se introducen clandestinamente en el cristianismo. “Haz esto, y usted estará delante de Dios.”

Te voy a dar dos escenarios. Imagina que tu despertador suena y despiertas por la mañana. Saltas de la cama, tomas tu Biblia, te pones de rodillas, y pasas una hora en oración y en la lectura de la Biblia, pasa un tiempo maravilloso con el Señor. Te levantas, le dices adiós a tu familia, y ya estás listo para el día. Tienes que avanzar en tu camino, sonríes a todo el mundo y bendices a todos los que ves. Tienes la oportunidad de compartir el evangelio con alguien. Llegas a casa, tienes un buen rato con tu familia, lees la Biblia un poco más, oras y luego te vas a dormir.

Ese es un escenario. Otro escenario es que el despertador suene, lo apagas varias veces. Vas a tener un momento de tranquilidad, pero no es el tipo de tranquilidad que probablemente estabas planeando tener. Por lo tanto, se te acaba el tiempo, y le pasas por el lado a la Biblia, y ni siquiera le prestas atención en la mañana. Estás fuera, estás fuera de la puerta, pero no hay nada más que un salto en tu andar, nada de bondad en tu rostro. Usted es cortante con todo el que ves. Hay maldiciones, no bendiciones en tu comportamiento. Llegas a casa, y no tienes tiempo con tu familia en la noche, y acabas cayendo en la cama, y estás allí tirado.

Bueno, en ambas situaciones, se termina tirado en la cama al final de la jornada. ¿En qué situación está Dios más contento? Nuestra inclinación es: “Bueno, por supuesto, el primero de ellos,” pero aquí es donde empezamos a darnos cuenta de que creemos que el placer de Dios en nosotros se basa en nuestro desempeño para él, cuando la realidad es que en ambas situaciones, cuando usted está tirado en la cama al final de la noche, estamos revestidos de la justicia de Jesucristo.

Pudiéramos decir: “Bueno, ¿significa que tengo este tipo de días todo el tiempo?” Vamos a llegar a eso. Vamos a llegar a la santificación. No, no es eso lo que quiero decir, pero la justificación nos recuerda que, en cualquier momento, la única razón por la que somos justos delante de Dios es por la sangre de Jesucristo derramada en la cruz, y su justicia que nos ha arropado. Así que, no lo olvidemos. La complacencia de Dios con nosotros no se basa en nuestras acciones o desempeño. Su complacencia se basa en lo que Cristo hizo por nosotros.

Esta es la razón por la que Martín Lutero, en relación con el artículo de la justificación, que es otra palabra para doctrinar, dijo, la ley es divina y santa. Deje que la ley tenga su gloria, pero aun no hay ley, que sea tan divina y santa, que me enseñe que estoy justificado, y que pueda vivir por ella. Admito que me puede enseñar que debo amar a Dios y a mi prójimo, también para vivir y amar, sobriedad, paciencia, etc., pero no me va a mostrar cómo debería ser liberado del pecado, el diablo, la muerte y el infierno.

Aquí debo tomar consejo del evangelio. Tengo que escuchar y obedecer el evangelio, lo que me enseña, no lo que debo hacer, sino lo que Cristo Jesús, el Hijo de Dios ha hecho por mí: que Él sufrió y murió para librarme del pecado y de la muerte. El Evangelio quiero que yo reciba esto, y que lo crea. Y esta es la verdad del evangelio. Más necesario es, por lo tanto, que debemos conocer bien esto, enseñarlo a los demás, y derrotarlo en la cabeza continuamente.

Por lo tanto, derrotarlo en la cabeza. Usted es justo delante de Dios solamente por Cristo.

Ahora, ¿cómo afecta eso a las obras? Bueno, te voy a dar una probadita ahora. Pero hablaremos de esto más adelante. Las obras son la evidencia de nuestra justificación. Justificación definida. Este es un resumen: el acto de la gracia de Dios por el cual Él declara al pecador justo sólo por la fe en Jesús.

El Debate de la Justificación

Ahora, aquí está el trato. Tengo una sección llamada “El debate de la Justificación” aquí porque esta doctrina ha dado lugar a una de las mayores divisiones teológicas en la historia cristiana. Todo en la Reforma Protestante se basó en este tema, en esta doctrina. Divide a católicos y evangélicos en las líneas doctrinales, y algunos dicen, “Oh, no es tan grande el debate. Es sólo semántica.”

He oído a personas opinar al respecto recientemente. Señoras y señores, por esto fueron perseguidos muchos creyentes en los siglos 14, 15 y 16. Muchas personas fueron quemadas en la hoguera por creer en esta doctrina. A otros se les cortó la cabeza por aferrarse a la doctrina de la justificación. Ellos no perdían sus cabezas debido a la semántica. Se las cortaban porque el evangelio estaba en juego y por aferrarse a esta doctrina.

Ahora, quiero ser cuidadoso, porque quiero mostrar las diferencias entre la enseñanza católica oficial y la evangélica tradicional. Menciono esto, y quiero hacer hincapié en esto porque, obviamente, hay diferentes líneas, corrientes del catolicismo, y por eso no quiero asumir que todo es monolítico. Al mismo tiempo, en la doctrina tradicional católica, lo que la iglesia dice que es elevado al nivel de la Escritura. Por lo tanto, hay un nivel de enseñanza bíblica oficial, en el catolicismo, que podemos verlo y decir que esto es lo que oficialmente la Iglesia Católica ha enseñado y elevado al nivel de la Escritura, en la que yo diría: “No, solamente la Biblia tiene autoridad.”

La tradición y el Papa, habla “ex cathedra” en esas cosas. Pasé cinco años de mi vida en una ciudad muy católica. Yo sé que tenemos una gran variedad de gente de la ciudad que pasan por este estudio, y me sumergí en el catolicismo y el evangelio y el deseo de compartir el evangelio con otras personas en el aprendizaje católico. Pasé mucho tiempo con los sacerdotes y hablé con diferentes personas de la iglesia católica por la calle de donde yo estaba sirviendo con el personal de la iglesia. Por lo tanto, esto es algo que ha estado cerca de mi corazón.

Por lo tanto, quiero caminar a través de esto usando algunas de las enseñanzas oficiales del concilio y catecismos de la Iglesia Católica, pero quiero hacerlo con cuidado. No quiero dar a entender que todos los católicos no son cristianos. Eso no es lo que quiero decir en lo absoluto. De hecho, la realidad es que hay una variedad de bautistas y presbiterianos que no entienden el evangelio.

Muy bien, quiero mostrar diferencias significativas en algunos niveles. Acuerdo entre católicos y evangélicos. Hablando a nivel oficial, tanto católicos como evangélicos creen que “somos justificados por gracia mediante la fe debido a Cristo.” Aquí es donde el desacuerdo vendrá “Somos justificados por gracia mediante la fe solamente debido a Cristo.” Esa palabra “solamente” cambia todo.

Veamos el Concilio de Trento. El Concilio de Trento fue la respuesta católica a lo que los reformadores estaban enseñando. El concilio dijo: “Si alguno dijere que por la fe solamente el pecador es justificado, en el sentido de que nada más es requerido con el fin de obtener la gracia de la justificación… sea anatema (que sea anatema).” Esto quiere decir básicamente, que lo que acabamos de establecer está mal. Por eso Lutero dijo la justificación por la fe solamente es: “La doctrina sobre la cual la iglesia se sostiene o cae” Calvino dice que “el eje sobre la cual todo gira.” Aquí tenemos tres áreas principales en desacuerdo: ¿Por obras o por la fe? ¿Inherente o acreditados? ¿Posibilidad o garantizado?

¿Por Obras o por la Fe?

En cuanto a las obras o la fe, en el catolicismo, la fe y obras conducen a la justificación. Otra declaración del Concilio de Trento es: “Si alguno dijere que la fe que justifica no es otra cosa que confiar en la misericordia divina, que perdona los pecados a causa de Cristo, o que solamente por esta confianza somos justificados, que sea anatema.”

Continuamos. En el Catecismo de la Iglesia Católica: “La gracia del Espíritu Santo tiene el poder para justificarnos, es decir, para limpiarnos de nuestros pecados, y comunicarnos con la justicia de Dios por la fe en Jesucristo”, palabras claves: “y por medio del bautismo.” “Si alguno dijere que la justicia recibida no se conserva y tampoco no se incrementa ante Dios por las buenas obras, sino que esas obras no son más que los frutos y señales de la justificación obtenidos, pero no una causa de su incremento, entonces sea anatema. “(Concilio de Trento)

Por lo tanto, en el catolicismo, la fe y obras ambas conducen a la salvación. En el evangelicalismo, solamente la fe lleva a la justificación y las obras. La Escritura es clara de que somos justificados sin obras. Eso es fundamental. Romanos 4:16, Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros. En cuanto queramos aportar a la obra de Cristo en la cruz, estaremos socavando todo el evangelio.

¿Inherente o Acreditado?

Entonces, obras o fe. ¿Inherente o acreditado? El Catolicismo usa una palabra aquí: “infusión”. La Gracia es “infundada” en nosotros sobrenaturalmente. Esto comienza en el bautismo y continúa con los otros sacramentos de la iglesia, tales como asistir a misa y participar en la Eucaristía. La Justificación progresa en base a como es “infundida” la gracia, es decir, la justificación es inherente en ti. Por lo tanto, hay grados de justificación. Usted como persona puede estar más justificada o menos justificada “a través de la observancia de los mandamientos de Dios en la iglesia, la fe que colabora con las buenas obras,” creyentes “aumentan en la justicia recibida a través de la gracia de Cristo y están más justificados.” (Concilio de Trento)

Esto habla por si mismo. En el evangelicalismo, hemos hablado de esta palabra: “imputación”. Imputación es una declaración instantánea. Usted no tiene penalidad que pagar por su pecado. La justicia de Cristo es acreditada a usted. 2 Corintios 5:21: Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. Nos arrepentimos de nuestros pecados, confiamos en Cristo, entonces ¡boom!, somos declarados justos delante de Dios. Concilio de Trento, sesión 6, Canon 11 dice: “Si alguien dice que los hombres son justificados, ya sea por la imputación de la justicia de Cristo, o por la remisión de los pecados solamente, con exclusión de la gracia y el amor que se ha derramado en sus corazones por el Espíritu Santo y es inherente a ellos… que sea anatema. ”

La justificación no es un proceso inherente ganado por nuestra justicia, sino una declaración legal de la justicia acreditada. ¿Es esta declaración legal ficticia? Eso es lo que algunos han dicho. Algunos dijeron en la Reforma, “Esto es sólo ficción que los pecadores serian tratados como si no hubiesen pecado, básicamente, fingiendo que son algo cuando no lo son. Es una declaración legal ficticia.” No, esto es una verdad graciosa. Es verdad, porque el castigo por nuestro pecado ha sido pagado y la justicia de Cristo es real y acreditada a nosotros.

Esta es una ilustración que he usado varias veces, así que perdónenme si usted la ha escuchado antes, pero es clave en este caso. Cuando mi esposa y yo estábamos a punto de casarnos, y ella había terminado la escuela, ella tenía un trabajo, y yo todavía estaba estudiando. Ella se graduó un año antes que yo. Para el año antes de casarnos, ella ya tenía un trabajo. Ella estaba trabajando y recibió su salario, dinero en efectivo. Yo no estaba trabajando. Sólo iba a la escuela sin sueldo y sin dinero efectivo. Así que, después de ese año, estábamos parados en el altar en nuestra boda, y unimos nuestras vidas y en ese día, recibí las cosas maravillosas.

Lo más importante fue una esposa hermosa, piadosa, pero tan pronto como le dije, ” Acepto”, y ella dijo: “Sí, acepto” recibí flujo de caja. En el momento en que dijimos: “Acepto,” yo no tenía que hacer nada, pero todo lo que era de ella, gracias a Dios, ¡era mío! Ella era maestra, y yo no tenía que ir a enseñar a sus alumnos o hacer esto o aquello. Simplemente por el hecho de que mi vida estaba unida con todo lo suyo, lo que le pertenecía a ella me pertenecía, y era real. Esto no es ficción, porque estábamos unidos, y esa es la belleza. Cuando unimos nuestras vidas con Cristo, todo lo que El tiene, su justicia, su santidad, su redención, es nuestro, y realmente nos pertenece. La imputación es una gran palabra.

¿Posibilidad o Garantía?

En el catolicismo, se está ansioso acerca de la justificación futura. La realidad es, siempre y cuando las obras jueguen un papel importante para la justificación, nos lleva a la ansiedad. Casi a todo el mundo que le preguntaba, en aquella ciudad muy católica donde vivía, que estaba atrincherada en el catolicismo, acerca del cielo, “¿Sabe con certeza si vas al cielo?”

Ellos decían, ” Espero que sí, quizás.” Un sacerdote me describió la teología católica como una teología que cubre las bases y las bases que más se cubran mejor y mayor son sus posibilidades. “Si se tiene en cuenta su propia debilidad y su carácter defectuoso, bien se puede ser temeroso y ansioso en cuanto al estado de gracia, ya que nadie sabe con certeza de fe, lo que permite sin ningún error, que ha alcanzado la gracia de Dios. “(Concilio de Trento)

¡Oh, qué declaración! “Si alguien dice que la culpa se perdona a todo pecador penitente después de que la gracia de la justificación ha sido recibida, y que la deuda de la pena eterna están borradas y que no queda ninguna deuda de castigo temporal para ser dado de alta, ya sea en este mundo o en el purgatorio o en el siguiente, antes de la entrada al reino de los cielos sea abierta -, sea anatema “(Concilio de Trento).

En el evangelicalismo, tenemos la seguridad de la justificación futura. Si la justificación se basa en mí, no tengo ninguna seguridad. Si la justificación se basa totalmente en Cristo, tengo una certeza total. Es por eso que Juan pudo escribir: Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna para que creáis en el nombre del Hijo de Dios., 1 Juan 5:13. Además, En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, >1:14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria., Efesios 1:13-14. Vamos a sumergirnos en esto un poco más tarde.

¿Cómo Puedo ser Justificado?

Así que, ¿cómo puedo ser justificado? Una respuesta insuficiente seria: “Somos justificados por gracia, por la fe, gracias a Cristo.” La respuesta totalmente satisfactoria es: “Somos justificados por gracia mediante la fe solamente en Cristo.” Catecismo de Heidelberg, escucha esto, oh me gusta esto:

¿Cómo eres justo ante Dios? Sólo por la fe verdadera en Jesucristo. A pesar del hecho de que mi conciencia me acusa de que he pecado gravemente contra todos los mandamientos de Dios, y no he guardado ninguno de ellos, y que yo todavía estoy siempre propenso a todo lo que es malo, sin embargo, Dios, sin ningún tipo de mérito a mi favor, por pura gracia, me otorga los beneficios del perfecto (sacrificio) de Cristo, imputando a mí su justicia y santidad como si nunca hubiera cometido un solo pecado o alguna vez pecaminosa, de habiendo cumplió toda la obediencia que Cristo ha llevado a cabo por mí, si tan sólo aceptara tal favor con un corazón confiado.

Te aferras a eso. Usted vive en eso. Para todos los que viven para tratar de ganar el favor de Dios, descansen en la sangre que compró nuestra justificación de Jesucristo. Descansa allí y vive allí. Somos aceptos delante de Dios, no por algo que yo haya hecho, sino en todo lo que Él ha hecho. Estamos perdonados del pecado y vestidos de justicia. ¿No es eso bueno? Lo bueno es que se pone mejor.

Doctrina de la Adopción

La Justificación y la Adopción

Miremos esto, Dios cambia nuestra condición. Todas estas cosas suceden al mismo tiempo. Somos justificados, y luego adoptados como hijos de Dios. Por lo tanto, cuando veas tu condición, Dios toca tu corazón, te arrepientes y crees, y estás justificado delante de Dios, y eres hecho hijo de Dios. ¡Oh, esto se pone bueno! Ahora bien, esto es un nivel totalmente distinto. No solo somos justificados delante de Dios el juez, que es justificación, en la doctrina de la adopción, somos amados por Dios el Padre.

En la justificación, estamos condenados por nuestro pecado ante un juez santo, y Él dice: “Por la sangre de Cristo, eres inocente”, y eso es genial. Es indescriptiblemente grande, pero no es todo el evangelio, porque el punto aquí es legal. Estas de pie frente a un juez que dice una sentencia. En la adopción, el juez no solo te mira y dice “Inocente”, sino que se levanta del banco, va hacia ti, te quita tus cadenas, y dice: “Ven a mi casa y se mi hijo o hija. “Oh, veremos que el concepto “hijo” se menciona aquí más que” hija “, y la razón no es machista. La razón es, si nos fijamos en las Escrituras, podrás ver los lugares donde se hace hincapié en “hijo”, ya que, en la cultura del primer siglo, la herencia de la familia iría a los hijos. Así que, damas, hacemos referencia a ustedes como hijo en estos textos porque deseamos que la herencia sea completa. Lo comento para que lo tengamos pendiente.

Me encanta esta cita de J.I. Packer. Es una gran cita. J.I. Packer escribió un libro llamado Conociendo a Dios, que es uno de los mejores libros del mundo. Así que, de todos modos, Dios pudo habernos justificado solamente sin darnos el privilegio de ser parte de su familia, pero, el nos hace su familia, nos adopta, y oh, este es un tema sensible para mí. Nuestro primer hijo adoptado es de otro país. Estamos en el proceso de adopción en este momento de un niño con necesidades especiales también de otro país. Esta ha sido una gran situación en nuestra iglesia, la adopción no siempre es fácil que la gente entienda.

Esto es algo que ciertamente he aprendido en el camino. Recuerdo cuando nuestro primer hijo llegó por primera vez a casa para estar con nosotros, ya mucha gente conocía nuestra historia, y se darían cuenta que mi hijo se ve un poco diferente a mi esposa y para mí. Nos decían ” Oh, qué bien que adoptaron. pero, ¿tienen sus propios hijos?” Les diré lo primero que no debemos decirle a un padre adoptivo,” ¿Tiene usted hijos propios?” Entonces, me inclino y les digo:” ¿Puedo decirte un secreto? Él es nuestro hijo. “Ellos dicen:” Bueno, ya sabes lo que quiero decir. “Bueno, sí, ya sé lo que quieres decir. ¿Quieres decir que él no cuenta como nuestro?; claro que no, él es nuestro. Entonces, le van a preguntar, la gente te preguntará: “Bueno, ¿alguna vez conociste a su madre real?” Yo respondería: “Bueno, sí, de hecho lo he hecho. Ella es mi esposa y está sentada a mi lado. “Ellos dicen:” ¿Sabes lo que quiero decir? “Pues no, ¿qué quieres decir? ¿Es una madre falsa? No, ella es real. Ella es una madre de verdad. ”

Justificación, Santificación y Glorificación

Un derecho más. Estoy haciendo esto para servirles. La gente se pregunta: “Bueno, ¿vas a hablarle de su familia o de su patrimonio cultural?” Yo diría: “Oh, sí, en realidad lo haremos. De hecho, él sabe mucho acerca de su patrimonio familiar. Sabe de su abuelo, que por desgracia no podrá conocer en esta vida, porque mi padre murió hace unos años, pero él sabe todo acerca de su otro abuelo y sus dos abuelas, tíos y tías, hermanos y hermanas. Él sabe todo acerca de todos en la familia. “Entonces, ellos dicen:” ¿Qué pasa con su herencia cultural?” Una vez más, me gusta responder y decir:” Bueno, sí, tiene un buen patrimonio cultural. Él sabe todo acerca de la comida en su cultura como pollo frito y macarrones con queso. Lee libros en su cultura. Por lo tanto, él es parte de nuestra familia. El es todo un Platt, no parte Platt, pero todo un Platt”.

Así pues, esta es la idea. Comparto esto con ustedes para decirles que creo que necesitamos mucho tiempo para comprender la adopción de alguna manera, ya que no hemos pensado profundamente acerca de lo que significa para todos nosotros, como seguidores de Cristo, haber sido adoptado por una familia real que nos lleve hasta el final como niños.

Adopción Definida

Vamos a definir esto. Doctrina de la adopción: la adopción es el acto de la gracia de Dios en la que Él concede a los pecadores la posición de hijos y los privilegios de esta condición.

Hay dos facetas aquí en la adopción: la posición de los hijos y los privilegios de la condición de hijos. Dios envió a su Hijo para que recibiéramos la posición de hijos. Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Gálatas 4:4-5.

Esta es la idea: la adopción requiere de alguien que llegue en el momento adecuado. Esta es la imagen misma de la adopción en la tierra pero de una manera mejor. Jesús vino en el momento justo, teológicamente. Hemos visto cómo todo en el Antiguo Testamento apunta a esto. Era el momento adecuado religiosamente, el momento adecuado culturalmente y políticamente el momento adecuado. Podríamos profundizar en cada uno de ellos, simplemente no tengo tiempo, pero Él vino en el momento justo.

La adopción requiere de alguien que venga con las calificaciones adecuadas. Con el fin de adoptar una persona nacional o internacional en nuestros días, usted tiene que ir a través de todo tipo de trámites burocráticos. Usted tiene que conseguir sus huellas digitales por todas las organizaciones cívicas que hay. Tienes que pasar por un estudio en el hogar intensivo, en todo lo bueno y no tan bueno en el matrimonio y la familia. Todo.

Tienes que estar en buen estado físico. Recuerdo que íbamos a ser examinados físicamente, y era tanta la presión porque queríamos adoptar, y nos encontrábamos en esta sala. Llegó el momento para el examen de la vista, y yo sostengo que era un pasillo oscuro, pero estoy de pie allí, y veo la carta de ojo en el extremo, y ella dice: “Está bien, cubra un ojo y empiece a leerlo », y me refiero, tengo como la letra superior y luego un par mas, y empecé a luchar. Empecé a sudar, pensando: “Oh, no puedo hacerlo. ¡Tengo que pasar la prueba!”

Entonces, ella se dio cuenta que me estaba estresando, y ella dijo: ” ¿Por qué no lo intenta de nuevo?, en lugar ¿por qué no probar el otro ojo?” Bueno, el problema fue que había estado tan nervioso que estaba presionando demasiado el ojo, y entonces quite la mano de mi ojo y todo era borroso. Ni siquiera podía ver mi mano. No puedo ver. Ella entonces me dijo, “Señor, ¿por qué no lo deja por el momento? Cédale el turno a su esposa, y luego lo intentamos otra vez.” Así lo hice, me senté, hasta que mis ojos puedan enfocar otra vez mientras mi esposa tomaba la prueba. Miré con los dos ojos, y me aprendí de memoria la tabla. Doy un paso atrás, y comencé a leer las letras. Como pueden ver, tengo que tener las calificaciones adecuadas para adoptar.

Así mismo es espiritualmente. Ya hemos hablado de esto. Jesús es totalmente divino y totalmente humano y totalmente justo de Dios, nacido de mujer y nacido bajo la ley. Eso es lo que Gálatas 4 está hablando. La adopción requiere que alguien llegue en el momento adecuado, tener las calificaciones adecuadas, y la solución adecuada. No se adopta accidentalmente, se adopta deliberadamente. Uno de los momentos más conmovedores para nosotros en el proceso de adopción es cuando estamos de pie en la sala del tribunal con el juez delante de nosotros y lo que sucede es diferente a lo que pasas con las personas de los orfanatos y otros lugares cuando están testificando. Los tribunales tienen que establecer que nadie en este país quiere adoptarlo.

Así que, testimonio tras testimonio dicen: “Sí, nadie quiere adoptarlo.” Durante todo este proceso mi esposa y yo sólo queremos ponernos de pie y gritar: “! Es por eso que estamos aquí! Lo queremos”. Esta es la belleza de una manera mucho mejor; el Hijo de Dios se puso de pie y dijo:” ¡Lo quiero! “El Padre ha dicho:” Quiero que seas mi hijo.”

Efesios 1:3-10 dice: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en si mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.

Él determinó redimirnos. Él murió para rescatarnos. Dios envió a su Hijo para que podamos recibir la posición de los hijos, y Dios envió a Su Espíritu para que pudiéramos disfrutar de los privilegios de esta condición. Gálatas 4:6-7 luego dijo: Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que, ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo. Recibimos el espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: “¡Abba! ¡Padre! ”

Romanos 8:14-17 dice: Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

Aquí está la Belleza

Entonces, estamos ahí en el país donde adoptamos a nuestro hijo, y el juez finalmente dice: “Bueno, es de ustedes.” Luego que la declaración se hace, Heather y yo nos miramos el uno al otro, somos padres de este niño precioso, pero la historia, por supuesto, no termina allí. La historia de adopción comienza allí. La adopción no es solo que mi hijo recibió el cargo de un hijo con una madre y un padre, este es el comienzo de una relación que se desarrolla esta mañana en nuestra casa cuando estamos luchando un poco entre nosotros.

Ese día en que el niño fue declarado nuestro hijo, se abrieron las compuertas y el amor que ahora se derrama sobre él de una manera que el nunca había experimentado antes, y nunca se le había mostrado antes. Esta es la belleza de la adopción, no sólo cuando somos declarados hijos o hijas de Dios, sino cuando vivimos como hijos e hijas de Dios, en una relación, y disfrutar de los privilegios de la condición, donde es realmente bueno tener a Dios como nuestro Padre.

Él es nuestro Padre. Oramos, “Padre nuestro que estás en los cielos.” ¿Sabes qué es interesante? Ese título para Dios, “Padre”, sólo se usa 15 veces en el Antiguo Testamento, y ninguna de esas referencias está orando a Dios como Padre. Si vamos al Nuevo Testamento y 165 veces solamente en los Evangelios, Jesús se refiere a Dios como Padre, y es cuando él está hablando a sus discípulos.

Mateo 6:7-9 dice: Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.6:8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. 6:9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Está mostrando que hay una relación entre los que siguen a Cristo ya Dios como Padre. Por lo tanto, cuando oramos, no oramos, “creador terrible y fundamento de todo ser.” Venimos a Dios, y decimos: “Padre, padre”.

Pensemos en el contraste con padres terrenales. Lucas 11:11-13 dice: ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? ¿Alguna vez has orado por algo y las cosas no salieron como esperabas? ¿Le pides a Dios algo y no recibes lo que habías pedido?

Creo que Jesús entiende que podríamos tener problemas con esto, y así dice: “Puedes confiar en el Padre.” Cuando le pidas un pez, El no te va a dar una serpiente. Sabemos esto por los padres que conocemos que cuidan a sus hijos. Hemos visto eso. Bueno, ellos son malos. Somos malos, Él es bueno. Incluso el mejor padre en esta tierra todavía tiene una naturaleza pecaminosa, y no es justo el ciento por ciento de las veces, pero vuestro Padre celestial siempre tiene la razón. Tenemos sabiduría limitada; Él tiene la sabiduría infinita. Él es sabio. Nuestro Padre sabe lo que es mejor. Tenemos amor imperfecto; Él tiene amor perfecto.

Justificación, Santificación y Glorificación

Pienso en mi papá. Les mencioné que había fallecido hace unos años inesperadamente de un ataque al corazón. Recuerdo que recibí una llamada de mi hermano menor diciéndome que mi padre había sido llevado al hospital, yo caí de rodillas, rostro en suelo. Solté el teléfono, me fui de rodillas y empecé a clamar a Dios “, sálvalo.” Luego recibí una llamada 45 minutos más tarde que mi padre había fallecido. Esos son los momentos en que recordamos: mi Padre en el cielo no da serpientes. Él da lo que es bueno. Siempre da lo que es bueno, aunque no tenga sentido para nosotros todo el tiempo.

Tengo una cita aquí de George Mueller. Este hombre era una máquina de orar. Él escribió y registró 50.000 respuestas específicas a las oraciones mientras cuidaba los niños en un orfanato, y sin embargo, experimentó un dolor real en su propia vida. Enterró a dos niños muertos al nacer, vio a su hijo morir de un año de edad, y a su hija adulta también, y esto fue lo que dijo cuando él predicó en el funeral de su esposa: ¿Éramos felices? En verdad lo éramos. Con cada año, nuestra felicidad se incrementó más y más.

Nunca vi a mi amada esposa en ningún momento, ni cuando la conocí de forma inesperada en Bristol, sin estar tan feliz de serlo. Ni aun en las casas de huérfanos, sin que mi corazón estuviera tan feliz de serlo. Día a día, cuando nos encontrábamos en el vestíbulo, en las Casas de Huérfanos, para lavarnos las manos antes de la cena y el té, estaba encantado de encontrarme con ella, y ella estaba igualmente complacida de verme. Miles de veces le dije – “Mi querida, nunca he dejado en ningún momento, desde que te convertiste en mi esposa, de verte sin que yo este feliz.”

Cuando escuché el juicio con que el señor Prichard era, a saber… Que la enfermedad fue la fiebre reumática, yo, naturalmente, esperaba lo peor… Mi corazón estaba cerca de romperse a causa de la profundidad de mi afección.

La última porción de la Escritura que leí a mi preciosa esposa era la siguiente: “Porque sol y escudo es Jehová Dios; Gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad.” Ahora bien, si han creído en el Señor Jesucristo, hemos recibido la gracia, somos partícipes de la gracia, y a todos nos dará gloria también. Me dije a mí mismo, en lo que respecta a la última parte, “No quitará el bien a los que andan en integridad” – yo mismo soy un pobre pecador indigno, pero he sido salvado por la sangre de Cristo, y no vivo en pecado, yo ando en integridad delante de Dios.

Por lo tanto, si es realmente bueno para mí, mi querida esposa se levantará de nuevo, enferma como está. Dios la restaurara de nuevo. Pero si no es restaurada de nuevo, entonces no era algo bueno para mí. Y así, mi corazón está tranquilo. Y estoy satisfecho con Dios. Y todos estos manantiales, como he dicho antes, de Dios en su palabra, estoy creyendo lo que dice.

Hermanos y hermanas, tenemos un Padre bueno. Veamos su cuidado. Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.1 Juan 3:1. Él nos ama. Estábamos cautivos una vez por su ley, ahora estamos cautivados por su amor. Él nos ama.

Gálatas 3:24-28, ” De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.

Él nos entiende. Tu Padre te entiende. Nuestro Padre sabe lo que estamos pasando.

Salmo 103:13-14: Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda de que somos polvo.” Él provee para nosotros.

Mateo 6:25-34 dice: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis?

Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.

No tenemos ninguna razón para preocuparnos. Mateo 7:9-11 dice: ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?

Él nos perdona. Mateo 6:9-12: Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.

¿Aún así pecamos contra Él? Oh, lamentablemente, la respuesta es sí, pero Él nos perdona.

Tenemos un Padre que perdona, y nos disciplina y eso es bueno. Es bueno para mí decirles a mis hijos que no corran en la calle, y cuando lo hagan disciplinarlos, para que aprendan lo que es bueno para ellos. Es bueno que nuestro Padre celestial nos discipline. Hebreos 12:5- 11 es un gran texto. Dice: Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo.

Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.

Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.

Él nos guía. Romanos 8:14: Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Él es nuestro Padre y nosotros somos Sus hijos. Tenemos un nuevo nombre. Juan 1:12-13: Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 1:13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” Nosotros somos Sus hijos. Tenemos un nuevo Espíritu. Romanos 8:16: El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.

La Doctrina de la Justificación

Tenemos acceso a la presencia del Padre. Nosotros ya no tenemos miedo de Dios, tal y como estaban en Éxodo 19:12-13. Dice: Y señalarás término al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que tocare el monte, de seguro morirá. No lo tocará mano, porque será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá. Cuando suene largamente la bocina, subirán al monte. El pueblo de Israel tuvo que huir y mantenerse alejado de la montaña.

Éxodo 19:16-21 lo explica más a fondo. Dice: Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento. Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte. Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera. El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante. Y descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó Jehová a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió. Y Jehová dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que no traspase los límites para ver a Jehová, porque caerá multitud de ellos.

En el Nuevo Testamento, dice en Hebreos 10:19-22: Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.”

En Hebreos 4:14-16 dice: Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Romanos 8:15, Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! Ahora, vamos a Dios, y clamamos:” ¡Abba! ¡Padre! ”

Nosotros ya no tenemos miedo de Dios, y ahora somos amigos de Dios. Obedecemos, no por miedo, sino que obedecemos por amistad. Juan 15:14-15: Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. Oh, me gusta esto… Miremos lo que dice Juan Wesley.

Antes de leer esta cita, Wesley era un graduado con honores en la Universidad de Oxford y un clérigo ordenado con buena teología. Él era activo en las buenas obras, visitando regularmente a los reclusos en las prisiones, los asilos de Londres, distribuía alimentos y ropa a niños de barrios pobres y huérfanos. Él estudió la Biblia con diligencia y asistía a numerosos servicios dominicales.

Él generosamente daba ofrendas para la iglesia y limosna a los pobres, oró y ayunó, vivió una vida moral ejemplar, e incluso pasó varios años como misionero. Sin embargo, al regresar a Inglaterra después de todo eso, él confesó en su diario: “Yo, que fui a Estados Unidos para convertir a los demás nunca me había convertido a Dios.” Él no era salvo. Después de todo eso, y más tarde, reflexionando sobre su condición antes de la conversión, él dijo: “Yo, que fui a Estados Unidos para convertir a los demás nunca me había convertido a Dios… Yo tenía ya entonces la fe de un siervo, no la de un hijo.”

Justificación, Santificación y Glorificación

Eres hijo. Eres hija. Eres un hijo de Dios. Por lo tanto, esto cambia la manera en que obedecemos, no por obligación, sino por amor. Sabemos intimar con nuestro Padre y tener acceso a su presencia. Tenemos una herencia en el reino del Padre. Romanos 8:16-17: El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

¿Por qué necesitas correr tras los placeres y ocupaciones y posesiones de este mundo cuando tienes un reino de tu Padre esperando en el cielo? Entonces, ¿qué hacemos? Lo adoramos. Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Mateo 6:9. Nosotros le glorificamos. Mateo 5:16, Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Queremos glorificar a nuestro Padre en el cielo. Nosotros le imitamos. Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Efesios 5:1. como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.1 Pedro 1:14-16. Le obedecemos como hijos de Dios. 1 Juan 3:10: En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.

Nosotros lo reflejamos. Salmo 68:5, Padre de huérfanos y defensor de viudas. Es Dios en su santa morada. Santiago 1:27 La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo. Reflejamos el Padre a los huérfanos. Es por eso que nos preocupamos por el huérfano y la viuda. Debido a la forma en que hemos sido atendidos como niños. Como sabemos este cuadro completo de la adopción, en cierto sentido, esta poco de moda en nuestros días, no sólo en la iglesia sino fuera, en Hollywood y la cultura popular. Es casi considerado como una labor altruista, algo bueno que hacer. La razón por la que adoptamos y cuidamos a los niños de crianza temporal no es por mero altruismo. No es porque tenemos el deseo de tener una tarjeta bonita, linda de Navidad para enviar a nuestras familias.

La realidad es que cuando te sumerges en la adopción y acogimiento familiar, existirán senderos rocosos a lo largo del camino, y hay una gran cantidad de niños que necesitan ser adoptados. La razón por la que algunos de ellos se encuentran en hogares de guarda es porque han pasado por condiciones muy difíciles, y porque tienen padres que han usado drogas cuando fueron concebidos, o la madre estaba embarazada y tomaba drogas durante el embarazo. Como resultado de ello, existen deficiencias y luchas, y como resultado también existen muchas familias dentro de la cultura de la iglesia que han luchado con la adopción, tener hijos que son a veces incluso una amenaza física a los otros niños en su casa, que resisten a recibir amor a cambio.

¿Qué harías si tienes que llamar a la policía para hacer frente a luchas en tu propia casa que ni siquiera habías imaginado? El mero altruismo no te va a ayudar entonces. El deseo de una imagen linda de la tarjeta de Navidad se queda corto. ¿Qué te lleva, entonces,? la realidad es que una vez fuiste un hijo de ira rebelado contra un Padre, y todo en ti está huyendo de él, y él extendió su mano de la gracia en tu corazón y tu vida, y Él te llamó hacia Él, y Él no se dio por vencido en ti.

Él te amó. Te adoptó como su hijo. Ese es el evangelio que se empodera para cuidar a los niños. Nosotros lo reflejamos. Nos preocupamos de los huérfanos no porque seamos salvadores. No somos un grupo de buenas personas altruistas, que desean ser salvadores a los huérfanos del mundo. No es lo que impulsa el ministerio de huérfanos. No somos los salvadores, hermanos y hermanas, nosotros cuidamos de los huérfanos, porque somos los rescatados. Hemos sido adoptados y reflejamos al Padre en el cielo en los huérfanos de la tierra. Esta es una imagen del evangelio.

Adopción Celebrada

Tenemos un Padre eterno. Algunos de ustedes nunca han tenido un padre. Algunos de ustedes han tenido buenos padres, pero veamos esto: Tenemos un Padre eterno que es bueno. Juan 6:40: Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. 2 Tesalonicenses 2:16-17 Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra. Tenemos una familia eterna. Romanos 9:8: Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes. Jesús es nuestro hermano, pero no en el sentido de que somos seres divinos, de ninguna manera. Él se hizo como nosotros.

Hebreos 2:10-15: Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos. Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, En medio de la congregación te alabaré. Y otra vez: Yo confiaré en él. Y de nuevo: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio. Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.

Romanos 8:29, Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Juan 20:17 Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. Somos hermanos y hermanas, que, evidentemente, cambia la forma en que nos relacionamos entre nosotros.

Marcos 10:29-30: respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna. 1 Corintios 1:10, Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.

Santiago 2:14-17, Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.

Tenemos un Padre eterno, tenemos una familia eterna, y nosotros tenemos un hogar eterno. Romanos 8:18-25: Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.

Te voy a contar esta última historia que nos paso donde adopté a mi hijo, seré muy, muy rápido. Cuando llegamos a la ciudad donde vivía Caleb, fuimos recogidos por nuestra traductora, y tan pronto como nos recogieron, nos metimos en el coche con nuestra traductora. Ella era traductora de la antigua Unión Soviética, y nos preguntaba: “¿Qué haces?”, Le dije, ” soy pastor.” Ella dijo: “Bueno, Dios no es real, y todo el que cree en Dios es débil. “Quedé impresionado con su abierta hostilidad hacia el Evangelio.

Entonces, así fue como empezó nuestra relación con nuestra traductora, y se inició un proceso por las próximas cuatro semanas que estuvimos en esta ciudad. Día tras día, tuvimos conversaciones sobre el evangelio, y ella tenía sólo pregunta tras pregunta sobre el evangelio. Al final de nuestra estancia allí, la noche en que nos íbamos, nos quedamos en el aeropuerto a punto de salir, y ella me llama aparte y me dice: “Tengo que decirle algo.” Le dije, “¿Qué?” Ella dijo: “Yo sólo quiero que sepas que anoche acepte a Jesús como mi salvador, y ahora sé que Él es real, me ama, Él cuida de mí y me salvó”.

Así que, cuando salimos al avión sosteniendo a nuestro hijo adoptivo en nuestras manos, nos dimos la vuelta y nos despedimos de la hija adoptiva de Dios en Sus manos. Esta es la adopción eterna. Ya te dije que esto se pone mejor. Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es, 1 Juan 3:1-2.

La Doctrina de la Unión con Cristo

Muy bien, una faceta más de Dios cambiando nuestros pasos. Veamos este punto. Dios cambia nuestra condición: la doctrina de la unión con Cristo. Bien, ahora algunos dirían que la doctrina de la unión con Cristo resume toda la doctrina de la salvación, y tal vez sí en algunos aspectos, pero aquí está el resumen.

Juan 15:5 dice: o soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. Gálatas 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. “¿Qué quiere decir eso de que Cristo vive en mí?”Nuestra unión con Cristo es sobrenatural. No es sólo Cristo el implicado aquí, sino el Padre, el Espíritu y el Hijo.

Estamos en el Padre. Juan 17:20-21, Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. 1 Juan 2:24 Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre.

“Además, 1 Juan 4:15-16,” Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.

Estamos en el Espíritu Santo. Romanos 8:9, Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.

El Padre está en nosotros. Juan 14:23: Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.

El Espíritu Santo está en nosotros. 1 Corintios 3:16 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? 1 Corintios 6:19-20, ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. 2 Timoteo 1:14, Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros.

Tenemos comunión con el Padre. 1 Juan 1:3, lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.

2 Corintios 6:16-18 dice: ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.

Tenemos comunión con el Espíritu Santo. 2 Corintios 13:14: La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén. Esta es una unión sobrenatural.

Justificación, Santificación y Glorificación

Nuestra unión con Cristo, en segundo lugar, es espiritual. 1 Corintios 6:17, Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. Dios, por su Espíritu, une a nuestro espíritu con el suyo.

Romanos 8:9-11 dice: Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.

Veamos en Lucas 11:11-13, ya citamos esta porción hace un segundo, ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?

Entonces, Él dice en Mateo:” Dios da buenas cosas a los que se lo pidan”. En Lucas, nos dice, que Dios “dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan.” Yo solía leer Lucas 11 y pensar: “Bueno, ¿y si yo no estaba pidiendo por el Espíritu Santo? ¿O qué si yo estaba pidiendo algo más, que hay de bueno en recibir el Espíritu Santo? “Esta es la belleza de lo que está pasando aquí cuando piensa en eso, que Dios se ha elegido para darse a nosotros. Le pides sabiduría en una situación determinada. Él no sólo le dirá la respuesta. Él le da un espíritu de sabiduría.

Pides ayuda, Él te da el ayudante. Preguntas por la verdad, Él te da el maestro de la verdad. Le pides dirección, Él te da la guía. Pedimos regalos, Él nos da el Dador. Pedimos suministros; Él nos da la Fuente. Es como pedirle dinero, y Dios no nos dice: “Aquí está un poco de dinero”, sino que nos da el Banco. Todo fluye del Espíritu de Dios.

Juan Calvino dijo: Debemos examinar esta cuestión. ¿Cómo podemos recibir estos beneficios que el Padre dio a su unigénito Hijo – no para el uso privado de Cristo, sino para enriquecer los pobres y necesitados? En primer lugar, debemos entender que mientras Cristo permanece fuera de nosotros, y nosotros estamos apartados de él, todo lo que ha sufrido y hecho para la salvación de la raza humana sigue siendo inútil y de ningún valor para nosotros… Todo lo que él posee es nada para nosotros hasta que nos convertimos en un solo cuerpo con él… (entonces) el Espíritu Santo es el vínculo por el cual Cristo nos une eficazmente a sí mismo.

Oh, sí, nuestra unión con Cristo es inusual y un poco misteriosa. Hablamos acerca de como esto, en cierto sentido, es místico a nuestras mentes finitas. Efesios 5:29-32 dice: Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.

Nuestra unión con Cristo es vital para nuestra vida aquí. Nuestra unión con Cristo nos trae la vida. Romanos 6:11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. Además, Filipenses 1:21, Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.

Nuestra unión con Cristo es personal. 2 Corintios 5:17, De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

Filipenses 3:8-11 dice: Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.

Usted, personalmente, donde está sentado, cristiano, se encuentra en Cristo y es partícipe de la vida de Cristo, pero nuestra unión con Cristo es también comunal. A menudo, la Escritura habla acerca de cómo estamos unidos como un solo cuerpo en Cristo. Gálatas 3:28 dice: Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.

Efesios 2:18-22: Porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.

Gálatas 1:22 también dice: y no era conocido de vista a las iglesias de Judea, que eran en Cristo; 1 Tesalonicenses 1:1, Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Nuestra unión con Cristo es eterna, desde la eternidad hasta la eternidad. Efesios 1:3-4 habla de la eternidad pasada.

Dice Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, >1:4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, “Romanos 8:38-39 habla de la eternidad y dice: Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Así que, aquí está la definición de la doctrina de la unión con Cristo: la unión con Cristo significa que como creyentes salvados por la gracia de Dios, Cristo está en nosotros, que estamos en Cristo, estamos con Cristo, y Cristo está con nosotros. Por lo tanto, vamos a examinar esas cuatro frases: Cristo en nosotros, estamos en Cristo, estamos con Cristo, Cristo está con nosotros.

Cristo está en Nosotros

Cristo está en nosotros. A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, Colosenses 1:27. Cristo – la vida poderosa. Oh, usted piensa acerca de esto. Recuerde quién es Cristo Él es la imagen de Dios.

Colosenses 1:15, El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Él es el Autor de la creación. Colosenses 1:16-17, Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.

Él sustenta todas las cosas con Su mano. Él es la Cabeza de la Iglesia. Colosenses 1:18, y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; Él es el Salvador del mundo. Colosenses 1:19-20: por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, >1:20 y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.

Basta decir, en este momento, antes de que vayamos más lejos, si Cristo está en cualquier lugar cerca de usted, su vida es radicalmente diferente. Lo grandioso sobre la realidad de la salvación es que este Cristo vive en nosotros. La imagen del Dios invisible, Autor de la creación, Cabeza de la Iglesia, y Salvador del mundo habita en vosotros, cristianos.

Experimentamos la vida de poder, y Cristo en vosotros – la vida transformada. A lo largo del Antiguo Testamento, Dios está haciendo promesas a Abraham, Isaac y Jacob, “Yo estaré contigo”. Génesis 26:24: Y se le apareció Jehová aquella noche, y le dijo: Yo soy el Dios de Abraham tu padre; no temas, porque yo estoy contigo, y yo bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor de Abraham mi siervo.

En Éxodo 3:11-12, Moisés y Dios están teniendo un diálogo, y dice: Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte. “Él le dice a Josué en Josué 1:5 Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé.

Él le dice a Isaías en Isaías 43:1-2, Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.

Jesús entra en escena, y su nombre es Dios con nosotros. Mateo 1:21-23 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.>1:22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: 1:23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Juan 7:33, Entonces Jesús dijo: Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que me envió. Él se va.

¿Adónde va? Él promete en Juan 14:18-20: No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. Juan 16:7, Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Jesús envía su Espíritu para que podamos decir:” Cristo vive en mí. Gálatas 2:20, Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Esto transforma la manera en que vemos la vida cristiana. La mayoría de nosotros creemos que Cristo murió por el perdón de nuestros pecados, pero nos detenemos ahí. Creemos que: “Está bien, voy a ir al cielo cuando muera.” Pero no tenemos ni idea de cómo vivir la vida cristiana entre aquí y allí, y muchos de nosotros vivimos vidas cristianas derrotadas como resultado. Tal vez la razón es porque no hemos comprendido la realidad gigantesca de que Jesús murió por nosotros, para que Él pueda vivir en nosotros. Jesús no es sólo nuestro Salvador, señoras y señores, Él es nuestra vida. Lea las citas de Hudson Taylor y Thomas Ian.

Son grandes citas. Miremos esta, El cristianismo no es más que morar en la presencia de Cristo. Gálatas 4:18-19, Bueno es mostrar celo en lo bueno siempre, y no solamente cuando estoy presente con vosotros. Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros

Continuamos, Cristo es en vosotros, la esperanza de gloria. Esa es una vida segura. La esperanza de la gloria, porque Cristo está en ti. No hay razón para temer. Cristo en nosotros ahora significa Cristo en nosotros para siempre. Colosenses 3:4: Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. La vida asegurada en la Iglesia triunfante. Cristo está en vosotros, y Cristo está en nosotros.

Veamos que dice en Efesios 1:16-23: no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

Esta es la idea. Lo qué Efesios 1 y el Nuevo Testamento enseñan es que Jesús tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra. Mateo 28:18: Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Toda autoridad le pertenece a Cristo. Él tiene autoridad sobre todas las cosas. Veamos la final de Efesios 1, y dice que, “El puso todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de ellos, que todo lo llena en todo.”

Por lo tanto, Él da a Cristo autoridad sobre todas las cosas, y Él da a Cristo a la iglesia. Por lo tanto, Jesús posee toda autoridad en el cielo y la tierra. Ahora, sigamos esto, la Iglesia posee la plenitud de Cristo, porque Él le ha dado a la iglesia donde se experimenta la plenitud de Cristo. Colosenses 2:9-10 dice lo mismo: Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.

Ponemos todo esto junto. Cristo tiene toda la autoridad, y la Iglesia posee la plenitud de Cristo, lo que significa que ¡toda autoridad en el cielo y de la tierra pertenece a la iglesia! ¿Captamos esto? Cristo comparte su autoridad con nosotros. ¿Crees esto? No estoy haciendo estas cosas.

Veamos 1 Corintios 3:21-23, Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro: sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios. Todo es nuestro, nosotros somos de Cristo, y Cristo es de Dios. Contrariamente a las creencias en las diversas culturas del mundo, incluida la nuestra, les recuerdo hermanos y hermanas, la Iglesia no es débil. La iglesia no es frágil, estancada o en dificultades. La iglesia es la plenitud de Jesucristo. No somos víctimas del pecado, somos victoriosos sobre el pecado. No somos impotentes en cualquier cultura pagana, tenemos poder sobre la cultura pagana. Tenemos la destrucción de fortalezas espirituales, y no nos asustaremos en nada en nuestra misión. Bueno, llegaremos a eso más adelante.

Estamos en Cristo.

En segundo lugar, estamos en Cristo. 2 Corintios 5:17, De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Cristo está en nosotros. Estamos en Cristo. Vivimos en Cristo. Esto es sólo una lista de porciones en las Escrituras que hablan de nosotros estando en Cristo. Vivimos en Cristo. 2 Timoteo 3:12, Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; Nos regocijamos en Cristo. Filipenses 4:4, Regocijaos en el Señor siempre.

Otra vez digo: ¡Regocijaos! Encontramos estímulo en Cristo. Filipenses 2:1-2 Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. >2:2 Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.

Nos encontramos fortalecidos en Cristo. Efesios 6:10, Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.

2 Corintios 12:7-10: Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Filipenses 4:13: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Encontramos confianza en Cristo. Tenemos libertad en Cristo. La liberta que tenemos en Cristo Jesús. Gálatas 2:4-5, y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros. Tenemos paz en Cristo. Filipenses 4:7, Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

1 Corintios 4:10, Nosotros somos insensatos por amor de Cristo, mas vosotros prudentes en Cristo; nosotros débiles, mas vosotros fuertes; vosotros honorables, mas nosotros despreciados. Tenemos la victoria en Cristo. 2 Corintios 2:14: Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Tenemos esperanza en Cristo. Efesios 1:11-12: En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, >1:12 a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.

Filipenses 2:19: Espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo, para que yo también esté de buen ánimo al saber de vuestro estado; Obedecemos a nuestros padres en Cristo. Efesios 6:1, Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Esposas sometidas a los esposos en Cristo. Colosenses 3:18, Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Estamos de acuerdo en Cristo. Filipenses 4:2, Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor.

Nos mantenemos en Cristo. Filipenses 4:1, Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor, amados. 1 Tesalonicenses 3:8, porque ahora vivimos, si vosotros estáis firmes en el Señor “Trabajamos en Cristo. Romanos 16:12, Saludad a Trifena y a Trifosa, las cuales trabajan en el Señor. Saludad a la amada Pérsida, la cual ha trabajado mucho en el Señor. Además, somos bendecidos en Cristo. Efesios 1:3: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, Estamos bendecidos en Cristo.

Todas estas cosas la tenemos en Cristo. Cristo en nosotros, nosotros en Cristo, y estamos con Cristo. Romanos 6:8, Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; Hemos sido crucificados con Cristo. Romanos 6:6, sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Hemos muerto al pecado con él.

Gálatas 2:20: Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Somos sepultados juntamente con Cristo, Romanos 6:4 dice: Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Hemos sido resucitados con Cristo. Romanos 6:5: Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;

Colosenses 2:11-13: En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados.

Efesios 2:4-7: Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. ¿Vemos nuestra posición en Cristo, hermanos? Ahora tenemos comunión con Cristo. 1 Corintios 1:9, Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. Trabajamos con Cristo. 2 Corintios 5:21-6:01: Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios.

Nosotros sufrimos con Cristo. Esto es lo que nuestros hermanos y hermanas les esta pasando en la India y en otros contextos alrededor del mundo. Ellos están sufriendo y están participando de los sufrimientos de Cristo. Filipenses 3:10, fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, Reinaremos con Cristo. hermanos y hermanas que sufren, manténganse. Reinarán con Cristo.

Romanos 8:16-17: El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Filipenses 1:23, Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; 1 Tesalonicenses 5:9-10, Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él.

Cristo está con Nosotros

Nosotros estamos con Cristo, y Cristo está con nosotros. 1 Corintios 16:23: La gracia del Señor Jesucristo esté con vosotros. 2 Tesalonicenses 3:16-18, Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera. El Señor sea con todos vosotros. La salutación es de mi propia mano, de Pablo, que es el signo en toda carta mía; así escribo. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén. Él está con nosotros en la iglesia. Mateo 18:19-20 Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Romanos 16:17-20: Más os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos. Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, así que me gozo de vosotros; pero quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal. Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.

Él está con nosotros en el mundo. Hechos 18:9-11, Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad. Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios. Él está con nosotros para siempre. Esta es una promesa en la cual nos aferramos. Mateo 28:20: y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amen.

Veamos 1 Tesalonicenses 4:13-18. Dice: Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.

Subraye la frase, “y así estaremos para siempre con el Señor. Por lo tanto, anímense unos a otros con estas palabras.” Es bueno ser justificados ante Dios. Es bueno ser adoptados por Dios, y es bueno estar unidos con Cristo.

LESS THAN 1% OF ALL MONEY GIVEN TO MISSIONS GOES TO UNREACHED PEOPLE AND PLACES.

That means that the people with the most urgent spiritual and physical needs on the planet are receiving the least amount of support. Together we can change that!