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Pecado en el campamento: Parte 3

El pecado tiene efectos devastadores en nuestras vidas y en nuestra comunidad. En este mensaje sobre Josué 7:1–26, David Platt continúa alentándonos a reconocer el peso del pecado en nuestras vidas. Nos muestra que el pecado no solo afecta nuestra vida, sino que realmente afecta a quienes nos rodean. Nos insta a arrepentirnos de nuestros pecados y a mirar al Señor.

  1. El pecado daña a todo el pueblo de Dios.
  2. El pecado renuncia a la bendición y la presencia de Dios.
  3. El pecado deshonra la gloria de Dios.
  4. El pecado justifica la ira rápida y justa de Dios.
  5. El pecado nos lleva a la misericordia disponible de Dios.

Josué 7

Si tienen sus biblias, y espero que así sea, les invito a abrirlas conmigo en Josué 7. Siéntanse libres de abrir su tabla de contenidos en el Antiguo Testamento si lo necesitan. Me siento un poco mal por el hecho de que estemos acampando con “Pecado en el Campamento” por un extenso período de tiempo. Realmente no quiero que se depriman mientras adoran. Una parte de mi siente que el último par de meses ha estado tan cargado que simplemente siento que debo salir y contar algunos chistes o algo como eso en un sermón; aquí está la razón por la cual no voy a contar chistes: bien, número uno, no soy gracioso, y segundo, 2da a los Corintios ofrece una imagen que de cierta forma me obsesiona al predicar. Ciertamente me abruma.

2da a los Corintios 4:4, solo para hacerles saber, en el versículo 4 Pablo dice que el dios de este mundo, “d” minúscula, el dios de este mundo -el adversario, Satanás- “El dios de este mundo ha cegado el entendimiento de los incrédulos para que no vean quién es Dios.” Tienen al dios de este mundo en el versículo 4. El versículo 6 dice: “El verdadero Dios”, “D” mayúscula, Dios, “El verdadero Dios ha resplandecido en nuestros corazones.” Así que lo que tenemos en el versículo 4 y 6 es una imagen del dios de este mundo, el enemigo, tratando de cegar nuestro entendimiento, y tenemos al Dios verdadero resplandeciendo en nuestros corazones, y en medio del versículo 5, Pablo dice: “Predicamos a Cristo”, y la gravedad de 2da a los Corintios 4, versículos del 4 al 6 se hace evidente. Hay un Dios, el verdadero Dios, que desea iluminar nuestros corazones, que desea guiarnos a postrarnos a los pies de un amante Salvador. Eso es lo que Dios está haciendo.

Al mismo tiempo hay un dios en este mundo, un enemigo, que está haciendo todo lo que puede para cegarnos a la realidad, de forma tal que al final ardamos en el infierno. Eso es lo que está en juego aquí. El dios de este mundo quiere cegarnos en nuestra cultura, en la iglesia, para que no veamos que Dios es infinitamente santo y que el pecado es infinitamente ofensivo para Él, y que su ira es infinitamente justa, y su gracia es infinitamente preciosa; y que las vidas de cada persona en este lugar, cada persona en esta comunidad, cada una de nuestras cortas vidas están destinadas al gozo eterno o al sufrimiento eterno.

La diferencia es Cristo, por eso no contaré chistes, porque si no vemos la gravedad de esta realidad al ver la Palabra de Dios, entonces, ¿dónde la veremos? ¿En la televisión, las películas, Internet? El dios de este mundo está cegando nuestras mentes, y creo que lo está haciendo en toda la iglesia, y una de las mayores estrategias para hacerlo es a través de pecados pequeños, de pecados sutiles que no parecen tan grandes, ni que importen mucho.

La Última Línea…

Necesitamos una perspectiva del pecado centrada en Dios

Uno de mis escritores favoritos es C.S. Lewis, él escribió un libro titulado “Cartas del Diablo a su Sobrino”, este es un libro fascinante. Son cartas escritas por un demonio más viejo y de experiencia a un demonio joven acerca de cómo intentar alejar a la gente de Dios, y en una de esas cartas el demonio de más experiencia escribe al joven demonio: “Dirás que son pecadillos y, sin duda, como todos los tentadores jóvenes, estás deseando poder dar cuenta de maldades espectaculares. Pero, recuérdalo bien, lo único que de verdad importa es en qué medida apartas al hombre del Enemigo. No importa lo leves que puedan ser sus faltas, con tal de que su efecto acumulativo sea empujar al hombre lejos de la Luz y hacia el interior de la Nada. El asesinato no es mejor que jugar a las cartas, si las cartas son suficientes para lograr este fin.” Dice además: “De hecho, el camino más seguro hacia el Infierno es el gradual: la suave ladera, blanda bajo el pie, sin giros bruscos, sin tropiezos, sin señalizaciones.”

La estrategia del enemigo es la de adormecernos con pequeños pecados que no parecen hacer mucha diferencia. Hay muchos de nosotros que tienen tanta religión como para enviarnos al infierno, así que vuelvan a la última línea que vimos en el sermón anterior y nos daremos cuenta de que necesitamos una perspectiva radical del pecado centrada en Dios. Necesitamos eso en la iglesia y no se puede tratar este asunto a la ligera.

Un Pecado…

Daña a Todo el Pueblo de Dios

Así que vamos a volver a la imagen de Josué 7 para recapitular lo que está sucediendo aquí, por si no tienen el último sermón. En Josué del 1 al 6, el pueblo de Dios comienza a entrar en la Tierra Prometida y todo está marchando de maravilla. Llegan a Josué 7 y experimentan la derrota en un pueblo llamado Hai, y la razón es que 36 hombres murieron allí y perdieron la batalla por un hombre llamado Acán. Cuando fueron a tomar Jericó, un hombre llamado Acán tomó un manto, un poco de oro y plata -no mucho, solo un poco- y lo guardó para sí, escondiéndolo en su tienda. Y como Acán hizo esto, un pecado, ellos comenzaron a experimentar la derrota.

Josué termina llamando al pueblo de Dios tribu por tribu, clan por clan, familia por familia, y finalmente es guiado hasta Acán. Acán es el culpable, él es quien ha causado la derrota con su pecado. Él confiesa su pecado y es apedreado y quemado junto con toda su familia. Toda la idea de Josué 7 es enfatizar la seriedad y severidad del pecado, y la semana pasada hablamos de cómo un pecado daña a todo el pueblo de Dios, y acampamos allí.

Teníamos 5 puntos a tratar, vimos uno y quiero que vayamos a través de los otros cuatro. Eso significa que nos vamos a tener que abrochar los cinturones, especialmente para los dos primeros. Quiero que acampemos en los dos últimos puntos, así que quiero que se sujeten fuerte conmigo. Quiero que recorramos estos dos primeros y veamos esta imagen, y luego movernos hacia los dos últimos y acampar un poco allí.

Pierde la Bendición y la Presencia de Dios

Está bien. Primero, un pecado daña a todo el pueblo de Dios, segundo, un pecado hace que se pierda la bendición y la presencia de Dios. Ahora no vamos a poder dirigirnos a todos estos lugares. Usted puede escribir algunos de ellos, pero hay un enorme contraste al comparar Josué 7 con toda la vida y liderazgo de Josué hasta este punto. Uno de los temas principales en la vida y el liderazgo de Josué ha sido la presencia de Dios. Deuteronomio 31:23, cuando Moisés está pasando el liderazgo a Josué, Dios dice. “Como estuve con Moisés estaré contigo”, Deuteronomio 31:23.

Luego llegan a Josué 1, tres veces en el primer capítulo del libro Dios le dice a Josué “Yo estaré contigo”, Josué 1:5, 9 y 17, en estos tres versículos Dios está diciendo “Yo estaré contigo.” Luego llegamos al capítulo 3. El pueblo de Dios está cruzando el Jordán hacia la Tierra Prometida, en Josué 3:7 Dios le dice “Yo estaré contigo.” Llegan a Josué 5:13-15, vemos a Josué en un lugar solitario en su liderazgo preguntándose cómo va a cumplir con la tarea de guiar al pueblo hacia la Tierra Prometida, y Dios viene a estar con él, le habla y le recuerda que no está solo.

Y así llegamos al final de Josué 6, justo antes del capítulo 7, vean el versículo 27. Se vuelve a repetir: “Y el SEÑOR estaba con Josué, y su fama se extendió por toda la tierra.” Así que el tema es claro: “Yo estoy contigo, Yo estoy contigo, Yo estoy contigo.” Esta es la vida y el liderazgo de Josué, la presencia de Dios, pero vayan al capítulo 7:12 conmigo y quiero que escuchen lo que Dios dice. Cuando usted nota el contexto, estas palabras simplemente saltan de la página, versículo 12: “No pueden, pues, los hijos de Israel…” -este es Dios hablando a Josué- “hacer frente a sus enemigos; vuelven la espalda delante de sus enemigos porque han venido a ser anatema.” Ahora oímos lo que Dios le dice a Josué: “No estaré más con vosotros a menos que destruyáis las cosas dedicadas al anatema de en medio de vosotros.” (Josué 7:12)

Estas palabras llaman la atención en esa página: “Yo estaré contigo, Yo estaré contigo, Yo estaré contigo.” Ahora Dios le está diciendo a Josué: “No estaré más con vosotros a menos que…” -y Josué se da cuenta- noten esto. Josué se da cuenta de que la presencia de Dios depende de la pureza del pueblo de Dios. La presencia de Dios depende, incluso está condicionada por la pureza del pueblo de Dios.

Esta realidad es visible a través de la Escritura, Antiguo y Nuevo Testamentos. Ahora, hay una gran diferencia en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento, la presencia de Dios viene y se va de la gente en momentos diferentes. En el Nuevo Testamento, al confiar en Cristo, Él envía Su Espíritu a vivir en usted y el Espíritu no viene y se va. Usted no tiene el Espíritu un día y al día siguiente lo pierde, al siguiente lo recupera. El espíritu vive en usted. Efesios 1:13, 14: “…fuisteis sellados en Él con el Espíritu Santo de la promesa, que nos es dado como garantía de nuestra herencia…”. El Espíritu vive, mora en su interior. Por lo tanto, la presencia de Dios no viene y se va así, pero al mismo tiempo la imagen del Nuevo Testamento es clara. La plenitud de la presencia de Dios… La plenitud de la presencia de Dios depende de la pureza del pueblo de Dios.

La presencia de Dios depende de la pureza del pueblo de Dios

La plenitud de la presencia de Dios depende de la pureza del pueblo de Dios, y esta verdad tiene mucho sentido. Tiene sentido cuando pensamos, por ejemplo, que usted y yo estamos viviendo nuestras vidas, y el Espíritu de Dios, la presencia de Dios nos convence de pecado y lo ignoramos, y continuamos pecando, entonces, ¿cómo esperamos que el Espíritu de Dios nos guíe y nos dé el poder para llevar a cabo todas nuestras tareas? Este es un gran error que hemos cometido en la iglesia actual. Hemos ignorado al pecado, no hemos prestado atención a la seriedad del pecado. Como resultado, hemos puesto en peligro la pureza del pueblo de Dios y esperamos que la presencia de Dios nos guíe, pero la realidad es que un pecado -la imagen de Josué 7- un pecado hace que se pierda la bendición y la plenitud de la presencia de Dios.

Es por esta razón que Dios nos tiene donde nos tiene como iglesia. Queremos ser un pueblo que anhele la santidad, pero nos damos cuenta de que no podemos hacer eso sin Su presencia. La realidad es que ningún hombre puede guiar a su familia si está separado de la presencia de Dios. Usted no lo puede hacer. No hay ni uno de nosotros, incluyéndome a mí, que pueda guiar a una persona a Cristo en esta ciudad, separado del poder de la presencia de Dios. No podemos hacer absolutamente nada de valor eterno, separados de Su presencia. Esa es una de las razones por la que oramos y ayunamos.

Y ese es el error que Josué cometió en Josué 7. El pecado ha invadido el campamento y Josué no ora antes de enviar las tropas a tomar Hai. Él no busca el rostro de Dios. En cambio dice: “Este es un trabajo fácil, enviaré unos cuantos miles a Hai y la tomaremos, es demasiado sencillo.” Y él contó con la presencia de Dios mientras había pecado en el campamento. Él contó con la plenitud de la presencia de Dios mientras había pecado en el campamento, y nosotros no podemos dar eso por sentado. Es por ello que estamos diciendo: “Estamos acabados.” Dios ayúdanos a acabar con el cristianismo cultural, monótono, rutinario, cómodo. Ayúdanos a darnos cuenta de que estamos destinados a vivir vidas cristianas en derrota si estamos separados de la presencia de Dios.

Por eso inclinamos nuestros rostros al suelo, semana tras semana, orando y ayunando, porque no queremos dar un solo paso sin la plenitud de Su presencia. “Te queremos Dios, te queremos en la plenitud de Tu presencia, y queremos que tú, oh Dios, nos reveles cada pecado en cada uno de nuestros campamentos, y quita los pecados de nuestro campamento general para que podamos experimentar la plenitud de Tu bendición y Tu presencia.”

Deshonra la Gloria de Dios

Un pecado hace que se pierda la bendición y la presencia de Dios. Número tres, efecto y seriedad del pecado, un pecado deshonra la gloria de Dios. No me refiero a gloria como el valor de Dios. No le restamos valor a Dios cuando pecamos. El valor de Dios es infinito. Él es infinitamente digno, y usted no puede cambiar eso. Estoy hablando aquí de la reputación de Dios. Hablo del nombre de Dios. Hablo del honor de Dios en el mundo.

Y Josué sabía lo que estaba en juego aquí en Josué 7. De hecho, usted se da cuenta cuando ve en Josué 7:9 lo que él ora. Vean lo que dice. Este es Josué hablando con Dios luego de haber sido derrotado en Hai: “Porque los cananeos y todos los habitantes de la tierra se enterarán de ello, y nos rodearán y borrarán nuestro nombre de la tierra.” (Josué 7:9) Luego vean lo que dice. Él sabe lo que está en juego. Él dice: “¿Y qué harás tú por tu gran nombre?” (Josué 7:9) Josué sabía lo que estaba en juego. Él sabía que la reputación de Dios en la Tierra Prometida, la reputación de Dios entre todas estas naciones paganas radicaba en Su salvación para Su pueblo, Su libertad para Su pueblo, por esta razón era tan importante no tomar y esconder estos objetos que habían sido dedicados a dioses falsos.

Él los había liberado del pagano Egipto no para que pudieran adorar a dioses paganos en la Tierra Prometida. Él les había liberado del pagano Egipto para que pudieran exponer la santidad de Dios. Por esa razón Dios les salvó. Dios les salvó -Josué sabía esto- para demostrar Su gloria y Su poder a través de ellos.

A esta verdad seguimos regresando. Seguimos regresado a la verdad de cómo le hemos quitado valor a la salvación y al evangelio. Volvemos a esta imagen de salvación que se trata de orar una oración supersticiosa y luego vivir la vida como se quiere, ¿nos percatamos de qué es lo que está en juego si eso es salvación? ¿Comprendemos cómo es que esa imagen de salvación pone en peligro a la gloria de Dios, a Su reputación? ¿Una iglesia que diga –con personas que se dicen cristianos- que hizo una oración, y vive sus vidas en una forma que en nada difiere a la conducta del resto del mundo, viviendo sus vidas como el resto de los no creyentes en Estados Unidos? Si ese es el caso, ¿qué es lo que estamos diciendo acerca de la salvación? Estamos diciendo que nuestro Dios no tiene poder alguno sobre el pecado. Este evangelio no hace diferencia alguna en nuestras vidas. Esta es la reputación de Dios, y está siendo deshonrada con el poco valor que le damos al evangelio. Nuestras vidas debieran ser un comentario sobre la grandeza de Dios.

Es para eso que Dios le salvó a usted y a mí. Él no le salvó para que usted se pudiera salir del camino que guía al infierno y entrara en el camino al cielo. Él le salvó para transformarle de forma tal que Su gloria pudiera darse a conocer a través de usted, para que la gente con quien usted trabaja, con quien vive, con quienes se relaciona, puedan ver en usted un reflejo de la gloria de Dios. Si decimos que tenemos salvación, nos llamamos cristianos, y aun así seguimos viviendo aferrados al pecado en nuestras tiendas, entonces transmitiremos al mundo que Dios no es poderoso, ni santo, que Él no da victoria sobre el pecado, y blasfemamos Su nombre ante nuestra ciudad y las naciones.

Esta es una imagen a temer en la Escritura. 1ra de Pedro 1:17-19 dice: “Vivid vuestra vida en temor reverente.” ¿Qué significa “Vivid vuestra vida en temor reverente”? Bien, él dice lo que significa a continuación. Dice: “Sabiendo que no fuisteis redimidos de vuestra vana manera de vivir heredada de vuestros padres con cosas perecederas como oro o plata, sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha, la sangre de Cristo.” La Biblia nos advierte… teman vivir de una manera que no demuestre que la sangre de Jesús es valiosa para ustedes. Hombres, mujeres, estudiantes, teman vivir de una forma que no demuestre que la sangre de Jesús es infinitamente valiosa para ustedes. Huyan del pecado. Huyan del pecado, pues fue la sangre de Cristo la que les salvó de él, y ustedes no desean poner en riesgo la belleza de esa imagen.

Las casas-iglesias de Asia

Es la imagen de las casas-iglesias de Asia. Ya compartimos con ustedes estas imágenes de nuevos creyentes reuniéndose para estudiar la Palabra durante todo el día, poniendo en peligro sus vidas. Cuando estuve entrenando allí, en un momento determinado, recuerdo que una mujer vino a Cristo. Alguien que era parte también del entrenamiento guió a otra persona a Cristo en su villa y la trajo al siguiente día, una mujer mayor. Ella llega y una persona le da una Biblia, se sienta y escucha la enseñanza de la Palabra por primera vez. Ella escucha las verdades de la Biblia y al final del día viene a mí y a los líderes de aquella casa iglesia y dice: “Me he convertido en una seguidora de Cristo y eso significa que todo debo cambiar, y mi casa está llena de ídolos, literalmente llena de dioses puestos por toda la casa.” Dice: “Necesito deshacerme de ellos para que la santidad de Dios brille en mi casa.” Qué imagen. Así que a la mañana siguiente, antes de comenzar el entrenamiento fuimos a su casa y tomamos sus ídolos, dioses extranjeros, los juntamos y comenzamos aquella mañana el entrenamiento con el olor de ídolos quemándose afuera.

Deshazte de las cosas dedicadas. Desvela a cada uno de los pecados que hay en tu tienda porque la gloria de Dios es importante para ti, la reputación de Dios es importante para ti, es infinitamente valiosa y tú deseas Su honra -esta es la imagen que Josué conocía y que nosotros debemos ver hoy; nuestra santidad ante Dios tiene un efecto directo sobre Su honor ante el mundo. Un pecado deshonra la gloria de Dios.

Garantiza la Rápida y Justa Ira de Dios

Quiero que acampemos en estos dos últimos puntos, como si fueran los más importantes, un pecado garantiza la rápida y justa ira de Dios. Un pecado garantiza la rápida y justa ira de Dios.

Pongamos todo a un lado y seamos honestos. ¿Está bien? Cuando usted escucha esta historia, cuando escucha la historia de Josué 7, suena un poco perturbadora. Este hombre toma el manto, un poco de plata y oro, y los esconde. No parece un gran problema después de todo. ¿No hemos hecho la mayoría de nosotros -por no decir que todos- cosas peores que esa? Y por causa de ese pecado él es traído delante de todos fuera del campamento, junto con su familia. La gente toma piedras, lo apedrean y luego lo queman.

¿No parece eso una destrucción exagerada? El juego de palabras no fue intencional. ¿No parece como que Dios fue muy severo aquí? Quiero decir, este es el Dios de quien cantamos que es amor y nuestra roca y esperanza. Este es el Dios que ordena que este hombre y su familia sean apedreados y quemados. Es en pasajes como este de Josué 7 que, para ser honesto, tenemos la tendencia de pasar por alto al Dios del Antiguo Testamento.

Déjenme darles un paseo rápido. Vayan al primer libro de la Biblia, Génesis. Quiero mostrarles unos cuantos pasajes, Génesis 19. Primer libro de la Biblia, Génesis 19. Quiero que seamos lo suficientemente osados como para mirar al Dios de la Biblia en toda Su seriedad y en toda Su santidad, en toda Su ira. Quiero que consideren algunos pasajes de los que no se habla muy a menudo.

Génesis 19. Esta es la destrucción de Sodoma y Gomorra. En Génesis 18 Abraham intercede por Sodoma y Gomorra: “¿Si encontraras tan solo unos pocos justos allí, destruirías aún la ciudad?” Dios dice: “No.” Pero en el capítulo 19 es evidente que no hay ningún justo en la ciudad, y libera a Lot. La familia de Abraham -Lot y su familia serán liberados, y eso es lo que vemos que pasa en el versículo 16. Se habla de Lot aquí, versículo 16: “Mas él titubeaba. Entonces los dos hombres tomaron su mano y la mano de su mujer y la mano de sus dos hijas, porque la compasión del SEÑOR estaba sobre él; y lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad.  Y aconteció que cuando los habían llevado fuera, uno le dijo: Huye por tu vida. No mires detrás de ti y no te detengas en ninguna parte del valle;  escapa al monte, no sea que perezcas. (Génesis 19:16-17) Capten la imagen, imagínese a usted y su familia huyendo de una ciudad que está a punto de ser totalmente destruida por Dios. Y alguien le dice: “Huyan por sus vidas, no miren atrás.”

Llegan al versículo 23. “El sol había salido sobre la tierra cuando Lot llegó a Zoar. Entonces el SEÑOR hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego, de parte del SEÑOR desde los cielos; y destruyó aquellas ciudades y todo el valle y todos los habitantes de las ciudades y todo lo que crecía en la tierra.” (Génesis 19:23-25). Ahora, si eso no es lo suficientemente severo, vean lo que dice el versículo 26: “Pero la mujer de Lot, que iba tras él, miró hacia atrás y se convirtió en una columna de sal.” Usted está huyendo y su esposa solo echa un vistazo, y repentinamente es aniquilada. Suena un poco severo.

La historia continúa

Bien, la historia continúa. Vayan dos libros más a la derecha. Levítico 10, versículo 1. La imagen aquí es la de Aarón. Moisés y Aarón eran los principales líderes del pueblo de Israel. Aarón era como la mano derecha de Moisés, el segundo al mando; y los hijos de Aarón, la familia de Aarón, los sacerdotes en la adoración a Dios, sus dos hijos Nadab y Abiú, vean lo que les pasó. Versículo 1: “Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron sus respectivos incensarios, y después de poner fuego en ellos y echar incienso sobre él, ofrecieron delante del SEÑOR fuego extraño, que El no les había ordenado. Y de la presencia del SEÑOR salió fuego que los consumió, y murieron delante del SEÑOR. Entonces Moisés dijo a Aarón: Esto es lo que el SEÑOR habló, diciendo: “Como santo seré tratado por los que se acercan a mí, y en presencia de todo el pueblo seré honrado.” Y Aarón guardó silencio.” (Levítico 10:1-3)

Padre, imagine a sus dos hijos, Nadab y Abiú. No sabemos exactamente lo que significa fuego extraño, pero es obvio que ellos hicieron algo que Dios no les había mandado. Fueron imprudentes en su adoración un día y de repente desciende fuego de la presencia de Dios y los consume al instante, y usted se sienta impactado, en silencio.

La historia continúa, próximo libro, vayan conmigo a Números 15. Ya vimos la pena de muerte por un vistazo y por la adoración imprudente. Ahora vean la pena de muerte en Números 15:32. Quizás no esté familiarizado con esta parte de Números. “Cuando los hijos de Israel estaban en el desierto,” -versículo 32- “encontraron a un hombre que recogía leña en el día de reposo. Los que lo encontraron recogiendo leña, lo llevaron a Moisés y a Aarón y a toda la congregación; y lo pusieron bajo custodia, porque no se había aclarado qué debería hacerse con él.” (Números 15:32-34) Imagínense la conversación: “Todo lo que hizo fue recoger un poco de leña en el día de reposo. ¿Qué debemos hacer?” “Entonces el SEÑOR dijo a Moisés:” -versículo 35- “Ciertamente al hombre se le dará muerte; toda la congregación lo apedreará fuera del campamento. Y toda la congregación lo sacó fuera del campamento y lo apedrearon, y murió, tal como el SEÑOR había ordenado a Moisés.” (Números 15:35-36) ¿Les parece dramático? ¿No les parece demasiado severo? ¿Apedreado por recoger leña? ¿El Señor dice que debe morir?

Permítanme mostrarles dos más. Seguimos hacia la derecha, a 2do de Samuel. Después de Deuteronomio, Josué, Jueces, Rut, 1ro de Samuel y 2do de Samuel. Veamos 2do de Samuel 6. Este pasaje les aclarará un poco el contexto. El arca de Dios, que era una imagen de la presencia de Dios en medio de su pueblo, había sido capturada por el ejército de los filisteos. Y esta es una historia graciosa porque el arca de Dios comienza a martirizar a los filisteos y finalmente ellos deciden: “Necesitamos deshacernos del arca de Dios”, así que envían el arca a donde pertenece. Los Israelitas toman el arca y la transportan en una nueva carreta, como la habían transportado los filisteos. Esta no era la forma en la que debían transportarla, escuchen lo que pasa en 2do de Samuel 6:1.

2do de Samuel 6:1

Volvió David a reunir a todos los hombres escogidos de Israel, -vean la imagen aquí- treinta mil. Y David se levantó y fue con todo el pueblo que estaba con él a Baala de Judá, para hacer subir desde allí el arca de Dios, la cual es llamada por el Nombre, el nombre del SEÑOR de los ejércitos, que está sobre los querubines.  Pusieron el arca de Dios sobre un carro nuevo, para que la pudieran llevar de la casa de Abinadab que estaba en la colina.  Uza y Ahío, hijos de Abinadab, guiaban el carro nuevo. Y lo llevaron con el arca de Dios de la casa de Abinadab que estaba en la colina, y Ahío iba delante del arca.  David y toda la casa de Israel se regocijaban delante del SEÑOR con toda clase de instrumentos hechos de madera de abeto, y con liras, arpas, panderos, castañuelas y címbalos. (2do de Samuel 6:1-5)

Ahí tienen la imagen. Tienen 30 000 hombres rodeando el arca. Ellos están cantando, alabando, danzando, se están regocijando. Versículo 6: “Pero cuando llegaron a la era de Nacón, Uza extendió la mano hacia el arca de Dios, y la sostuvo porque los bueyes casi la volcaron.  Y se encendió la ira del SEÑOR contra Uza, y Dios lo hirió allí por su irreverencia; y allí murió junto al arca de Dios” (2do de Samuel 6.6-7). Usted está caminando detrás del arca y ve que los bueyes tropiezan con una roca, y de repente el arca comienza a tambalearse y está a punto de caerse. Usted no quiere que el arca de Dios se caiga, así que extiende su mano y toca el arca y la sostiene. La ira de Dios se enciende contra usted, y es aniquilado al momento. No tenemos tiempo para detenernos en todos los pasajes a analizar qué es lo que está sucediendo, pero la severidad es clara.

Déjenme mostrarles uno más que no se encuentra en el Antiguo Testamento, vayan al Nuevo Testamento, Hechos 5. Déjenme recordarles que esta no es una imagen del Antiguo Testamento. Hechos 5:1. Este es el comienzo de la iglesia primitiva cuando todos están trayendo sus ofrendas para ayudar a los pobres y necesitados. Vean lo que sucede:

Hechos 5:1

Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una propiedad,  y se quedó con parte del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo la otra parte, la puso a los pies de los apóstoles.

Mas Pedro dijo: Ananías, ¿por qué ha llenado Satanás tu corazón para mentir al Espíritu Santo, y quedarte con parte del precio del terreno?  Mientras estaba sin venderse, ¿no te pertenecía? Y después de vendida, ¿no estaba bajo tu poder? ¿Por qué concebiste este asunto en tu corazón? No has mentido a los hombres sino a Dios.

Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró;  y vino un gran temor sobre todos los que lo supieron. Y los jóvenes se levantaron y lo cubrieron, y sacándolo, le dieron sepultura.

Después de un lapso como de tres horas entró su mujer, no sabiendo lo que había sucedido.  Y Pedro le preguntó: Dime, ¿vendisteis el terreno en tanto?

Y ella dijo: Sí, ése fue el precio.

Entonces Pedro le dijo: ¿Por qué os pusisteis de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor?   Mira, los pies de los que sepultaron a tu marido están a la puerta, y te sacarán también a ti.

Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró.   Al entrar los jóvenes, la hallaron muerta, y la sacaron y le dieron sepultura junto a su marido. Y vino un gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que supieron estas cosas (Hechos 5:1-11)

Bien, sé lo que deben estar pensando. Imagínese, el marido da una ofrenda, pero trata de engañar con ella a todos los demás. Cae muerto justo allí y unos hombres lo entierran. Viene la esposa al próximo culto sin saber lo que había acontecido, hace lo mismo y cae muerta. Es enterrada. Nadie regresaría a nuestra iglesia si eso pasara un domingo, nadie.

¿Cuál es el problema? Hablemos de severidad. ¿No es esto demasiado severo? Pasajes como Josué 7 y estos otros, ¿no son estos castigos exageradamente severos? Esa es una pregunta válida. Es una pregunta válida porque nos guía al verdadero sentido de Josué 7 y de todos estos otros pasajes.

 

Si pensamos que este castigo es severo, es porque nos preguntamos: “¿Es eso justo, está bien?”; nos hacemos esas preguntas porque tenemos una perspectiva del pecado centrada en el hombre. Obviamente, si alguien le miente a usted, si habla en su contra, si alguien le hace algo imprudente, ¿diría usted que merece la pena de muerte por eso? Claro que no.

Es en este momento que nos damos cuenta de que el corazón del asunto no es cuán grande o pequeño sea el pecado. El corazón del asunto es contra quién se peca. No depende de la magnitud del pecado, sino de la persona contra la cual se peca. Si usted peca contra una roca, no es muy culpable. Si usted peca contra un hombre, es muy culpable. Si peca contra Dios, es infinitamente culpable porque Él es infinitamente digno de cada mínima parte de su adoración, de cada segundo de su adoración; de modo que un pecado contra un Dios infinito, no importa cuán grande o pequeño sea, es infinitamente ofensivo para Él y merece un castigo inmensurable.

El inicio de la Biblia

Esta es la imagen que vemos desde el inicio de la Biblia, Génesis 2 y 3: “Si comen de este fruto” -Si comen un pedazo de ese fruto, ciertamente morirán. Un pedazo y morirán. Suena severo. Es en ese aspecto que las personas de nuestra cultura comienzan a cuestionar a Dios y a decir: “No puedo adorar a un Dios que dice ese tipo de cosas. No puedo adorar a un Dios que hace ese tipo de cosas. Ese es un Dios malvado. Eso no está bien ni es justo por parte de Dios.”

Damas y caballeros, sean muy cuidadosos. Sean muy muy cuidadosos al expresar ese tipo de opiniones, porque solo están reflejando el carácter pecaminoso que garantiza la pena de muerte en sus propias vidas, pues están difamando el carácter de Dios y violando Su santidad, y usted no tiene ni idea de qué es pecado a los ojos de Dios.

Salmo 99:4 dice: “El poder del Rey ama la justicia; tú has establecido la equidad; has hecho juicio y justicia en Jacob.” Eso significa que la ira de Dios es infinitamente correcta. Es infinitamente justa. ¿Comprendemos que lo impactante al leer Génesis 3 es que aun estemos aquí? “Coman del fruto y ciertamente morirán” ¿Por qué? ¿Porque comieron un pedazo del fruto? No. Vean el pecado desde la perspectiva de Dios. No importa qué pecado haya en nuestras vidas, es un pecado mirando al rostro de nuestro Creador y diciendo: “Tú no eres bueno, Tu ley no es buena. Tu ley no rige mi vida. Yo desafío tu autoridad cósmica sobre mí y hago lo que deseo en lugar de lo que Tú mandas. Yo sé mejor que Tú lo que es mejor para mí.”

Eso es lo que está sucediendo en Génesis 3, y Dios había dicho: “Ciertamente morirán.” Lo que debe impactarnos es el hecho de que hemos tenido la Escritura desde Génesis 3. ¿Se dan cuenta de que la maldición de Dios, la realidad del pecado que vemos alrededor del mundo surgió de un solo pecado al principio? ¿Se dan cuenta de eso? Piénsenlo. Todo el pecado que vemos, todo el sufrimiento en la creación fue resultado de un pecado; todo, cada tsunami, cada terremoto, las guerras mundiales, los holocaustos, los intentos de personas por exterminar una raza entera, huracanes, tornados, tiroteos en las escuelas, terrorismo, toda la imagen que vemos es resultado de un pecado.

Romanos 5 dice: “Un pecado trajo condenación a todos los hombres.” Un pecado. Y usted y yo hemos cometido miles de pecados. Un pecado garantiza la rápida y justa ira de Dios. Su ira es rápida, Su ira es justa. Es correcta, y yo añadiría eterna, la belleza de esto es que la ira de Dios es rápida y justa, y correcta y eterna, pero también es evitable. Es posible escapar de ella. Es evitable. Este es el punto en Josué 7 y en todas esas otras imágenes.

Nos Guía a la Accesible Misericordia de Dios

El propósito del pecado es mostrarnos la realidad de la ira de Dios y el efecto final del pecado, un pecado nos guía a la paciente misericordia de Dios. Y la belleza en la Escritura es que Dios no deja a Su pueblo bajo Su ira. Los libera bajo la sombra de Su misericordia. Damas y caballeros, Dios tiene una inmensa ira pero también misericordia sin fin y Él es inmensamente amoroso.

La idea de decir que el Dios del Antiguo Testamento no es el Dios del Nuevo Testamento pierde el verdadero sentido. ¿Es el Dios del Nuevo Testamento un Dios de ira? Sin duda. Incluso más que el Dios del Antiguo Testamento, el Dios del Nuevo Testamento es un Dios de ira. ¿Cómo saber eso? Damas y caballeros, miren la cruz de Jesucristo. Ella es la personificación de la ira de Dios. Él derrama la ira por nuestro pecado sobre Su hijo, y Jesús carga con la ira de Dios para que usted y yo podamos salir de Su ira hacia la misericordia de Dios. ¡Aleluya, qué Salvador! ¡Gloria a Jesucristo! Él nos libera de la ira de Dios para que vayamos a los brazos abiertos de Su misericordia, y Sus brazos están bien abiertos. Damas y caballeros, Sus brazos están abiertos para que usted corra hacia ellos.

Pero, ¿cómo correr a la misericordia de Dios? ¿Cómo puede usted correr a la misericordia de Dios? Vamos a Josué 7 y veamos cómo se trata con el pecado. ¿Cómo se lidia con él? Versículo 19: “Entonces Josué dijo a Acán: Hijo mío, te ruego, da gloria al SEÑOR, Dios de Israel, y dale alabanza; y declárame ahora lo que has hecho. No me lo ocultes.” (Josué 7:9) Qué frase tan maravillosa “Dale gloria a Dios en tu pecado.” ¿Cómo puede usted dar gloria a Dios en su pecado? Diciendo lo que ha hecho, confesando su pecado.

Ahora, aquí está el problema. Lo que vemos en Josué 7 es una confesión de pecado, pero muy diferente a otras confesiones que vemos en la Escritura, sumamente diferente, por ejemplo, a la confesión de David en el Salmo 51. Lo vemos en la Escritura y Pablo habla de ello en 2da a los Corintios 7:8-11, él habla de la confesión y del reconocimiento del pecado que agrada a Dios; y hay una confesión o reconocimiento del pecado que no agrada a Dios. Existe una confesión verdadera y una confesión mundana.

¿Cuál es la diferencia? ¿Qué las separa? Porque Acán admite lo que había hecho mal. Esta no es la imagen de confesión del salmo 51 que mencioné. Y yo me pregunto si hay personas en la iglesia que han confesado su pecado pero no en la manera que honra a Dios. Déjenme preguntarles, ¿han confesado sinceramente? Quiero mostrarles 4 facetas de la confesión. Quiero que se hagan esta pegunta: ¿Han confesado sus pecados de esta manera?

La confesión comienza con el reconocimiento

La confesión comienza con el reconocimiento. Usted reconoce su pecado. Reconoce -aquí es cuando usted enfrenta los hechos, para hablarlos. Usted reconoce que ha pecado contra Dios y reconoce la seriedad de su pecado. Reconoce que ha hecho algo malo. Y mucha gente hace esto. Esto puede ser muy superficial. Este es el componente intelectual de la confesión. Usted reconoce que ha hecho algo malo. De hecho, Romanos 2 dice que la gente tiene un conocimiento del bien y el mal grabado en sus corazones, por lo tanto sabemos cuándo obramos bien o mal. Así que hay un componente intelectual, el reconocimiento del pecado, pero la confesión no se detiene ahí. Es ahí que comienza.

El reconocimiento guía al segundo componente: el remordimiento. El remordimiento es el componente emocional de la confesión. Aquí es cuando usted no solo se da cuenta de su pecado, sino que comienza a arrepentirse de su pecado, y se siente emocionalmente afectado por su pecado, y siente el peso de su pecado. De esto es de lo que habla Pablo en 2da a los Corintios 7. Habla acerca de una angustia verdadera y habla de un remordimiento mundano, y estoy convencido de que la imagen en Josué 7 es la de un remordimiento mundano. Es posible sentirse mal por ser descubierto. Es posible sentirse mal por reconocer: “Soy un tonto, no debí haber hecho eso, no sé en que estaba pensando y ahora tengo que cargar con estas consecuencias.” Eso es fácil. Eso es superficial, y estoy convencido de que es algo generalizado en toda la iglesia. Es cuando nos damos cuenta: “Bien, metí la pata, me sorprendieron haciendo algo y sé que Dios me perdona”, y luego le pedimos que nos perdone y lo superamos, perdonar y olvidar. Esa no es una angustia profunda como la que vemos en el Salmo 51.

Existe una angustia verdadera que dice: “Sé que he pecado y me siento mal, no porque haya sido descubierto. Comprendo la severidad de mis acciones. No era solo una mentira, era como mirar el rostro de mi Creador y decir: mejor mentir que seguirte. Era deshonrar la gloria de mi Dios con un pecado pequeño”. Y entonces usted ve al pecado y comienza a verlo como Dios lo ve. Comienza a pensar: “si yo lo veo mal, ¿cómo lo verá Dios?” Y empieza a aborrecer el pecado, a odiar el pecado, a abominarlo. Ya no quiere tener nada que ver con él. Tiembla al solo pensar en volverlo a hacerlo. Tiembla de miedo al solo pensar en que hizo eso y que deshonró la gloria de Dios; eso le hace postrarse y pedir a Dios que le perdone. Esto no es pedir perdón y olvidar, y seguir adelante. Es comprender la severidad del pecado. ¿Lo ha hecho alguna vez?

El pecado como Dios lo ve

Tener un remordimiento profundo por el pecado es ver al pecado como Dios lo ve. El reconocimiento lleva al remordimiento y luego al arrepentimiento. Eso es lo que Pablo dice en 2da a los Corintios 7: “Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento…”. El verdadero remordimiento lleva al arrepentimiento. Aquí es cuando se derrumba completamente la idea de hacer una oración y luego vivir la vida como se desea, porque cuando usted ve el pecado como lo que es, puede levantarse una y otra vez -todos lo sabemos. Todos sabemos que es posible. ¿Es posible confesar el pecado sin tener intención de dejarlo? ¿Es posible confesar el pecado sin odiarlo, de forma tal que la próxima vez se diga: “No lo quiero”? La angustia verdadera y el remordimiento llevan al arrepentimiento, a huir de ese pecado, a no querer tener nada que ver con ese pecado, a alejarse lo más posible de él, porque lo odia. Nada quiere tener que ver con pecado.

El remordimiento piadoso guía al arrepentimiento, y finalmente a la última faceta de la confesión: restauración. Este es el caso del Salmo 51. Es como cuando David dice: “Vuélveme el gozo de tu salvación”, porque ha dejado el pecado y está corriendo hacia Cristo, está siguiendo a Cristo y quiere experimentar el gozo de conocer a Cristo, quiere ver la sangre de Cristo como infinitamente valiosa, y experimentar la restauración. Esta es la senda que va desde el reconocimiento hasta restauración, y el camino a la restauración está pavimentado con una profunda, honesta, verdadera, vulnerable, e incluso dolorosa confesión del pecado. Dios, necesitamos llegar a ese punto. ¡Oh Dios, cuánto necesitamos llegar a ese punto!

Martin Lloyd Jones, hablando de avivamientos dijo: “Vayan y lean la historia de los avivamientos otra vez. Observen a las personas en el comienzo. Esto es, invariablemente, lo primero que les pasa. Ellos comienzan a ver qué terrible y atroz es el pecado a la vista de Dios, así de terrible es el pensamiento del pecado a la vista de Dios. Nunca ha habido un avivamiento sino en esa clase de personas, quienes, especialmente al principio, han tenido grandes apreciaciones de la santidad de Dios y de la pecaminosidad del pecado, quienes apenas han sabido qué hacer con sí mismos.”

Dios guíanos a ser decepcionados del pecado, de modo que ya no estemos conformes con un cumplimiento superficial del cristianismo domingo tras domingo. Tráenos a una adoración tras la cual no sepamos qué hacer con nosotros mismos, llévanos a Ti diariamente, de modo que no sepamos qué hacer con nosotros mismos porque vemos la gravedad del pecado, lo odiamos y queremos dejarlo. Dios, llévanos a este punto, y muestra el poder de Tu presencia cuando eso ocurra.

Dios, ayúdanos a ver que un pecado afecta a todo el pueblo de Dios, impide la plenitud de Tu presencia, deshonra la gloria de Tu nombre. Pero he aquí la belleza de todo esto, una vez que usted se adentra en ese camino, una vez que viene a Cristo, y confía que él le librará de la ira de Dios; la belleza del evangelio es que una vez que usted confía en Cristo, comienza a ver el pecado como Él lo ve y corre hacia Él. En ese punto, usted es liberado de la ira de Dios, y ya no necesita temerle nunca más.

 

Por supuesto, Dios le va a disciplinar. Dios nos va a disciplinar cuando pequemos, y nos moldeará según la imagen de Cristo, pero ya no tenemos que temer Su ira porque estaremos bajo la sombrilla de la misericordia de Dios, y cuando su ira llueve sobre el pecado, de la misma forma que sentimos la lluvia alrededor nuestro, sabemos que la sombrilla de la cruz de Jesucristo nos mantiene a salvo de la ira de Dios.

Gloria de Dios

¡Gloria a Dios quien toma nuestro pecado y lo usa para guiarnos a Su misericordia! Y es exactamente ahí donde nos encontramos esta mañana. En el salón está desplegada, la Mesa de la Cena de nuestro Señor, con pan y vino; y antes de que comiencen a cerrar sus notas y sus Biblias escúchenme por un momento. Esto es lo que la Cena del Señor representa.

Quiero animarles a contemplar la severidad del pecado, no desde sus perspectivas sino desde la perspectiva de Dios, y cuando usted lo hace desde la perspectiva de Dios, ya no está más satisfecho con una confesión general: “Oh Dios, lo siento, he pecado.” Es algo individual, es: “Dios, esto es lo que he hecho, necesito que me liberes de esto y de esto, y que me des poder en esto y esto”. Quiero animarles a pasar tiempo concentrados en la confesión.

Si no está seguro de haber salido de bajo la ira de Dios y haber llegado a Su misericordia, entonces quiero animarle en este santo momento a que salga de Su ira y llegue a la misericordia de Dios, y que solo confíe en Cristo.

Vea al pecado y aborrézcalo, y huya de él hacia Cristo. Salga de la ira de Dios hacia la misericordia de Dios. ¡Qué verdad tan maravillosa!

Dios, oramos para que en los próximos minutos Tú nos hagas entender la severidad del pecado y lo maravilloso de la misericordia. Dios, danos gracia para experimentar una profunda, verdadera y honesta confesión. Dios, ayúdanos a no tratar a la ligera a Tu sangre, a Tu cuerpo y a Tu cruz. Dios, ayúdanos a ver el pecado en cada una de nuestras tiendas, en cada una de nuestras vidas con la severidad con que Tú lo ves; y tráenos no solo a un reconocimiento sino a un remordimiento profundo y al arrepentimiento, y restáuranos el gozo de nuestra salvación. Oro para que las personas en las iglesias y las personas que no están involucradas en las iglesias dejen atrás el pecado y la ira que es por causa del pecado, y que por primera vez entren a la misericordia de Dios. En el nombre de Jesús, Amén.

David Platt

David Platt sirve como pastor en el área metropolitana de Washington, D.C. Es el fundador de Radical.

David recibió su doctorado del Seminario Teológico Bautista de New Orleans y es el autor de Don’t Hold Back [No te quedes donde estás], Radical, Sígueme, Contracultura, Algo tiene que cambiar, Before You Vote [Antes de votar], así como los varios volúmenes de la serie Christ-Centered Exposition Commentary [Comentario Expositivo centrado en Cristo]. 

Vive junto con su esposa e hijos en el área metropolitana de Washington, D.C.

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That means that the people with the most urgent spiritual and physical needs on the planet are receiving the least amount of support. Together we can change that!