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Pecado en el campamento: Parte 2

Necesitamos una perspectiva radicalmente centrada en Dios del pecado. El pecado ha afectado nuestras vidas y nos lleva a la misericordia de Dios. En este mensaje sobre Josué 7:1–26, David Platt nos insta a cambiar nuestra visión del pecado.

  1. El pecado daña a todo el pueblo de Dios.
  2. El pecado anula la bendición y la presencia de Dios.
  3. El pecado deshonra la gloria de Dios.
  4. El pecado merece la rápida y justa ira de Dios.
  5. El pecado nos lleva a la misericordia disponible de Dios.

Josué 7

Si tiene una Biblia, y espero que así sea, abra conmigo Josué 7.

Soy consciente de que hay diferencias notables entre mi preciosa esposa, Heather, y yo, cuando se trata de paternidad. Una de las diferencias es el nivel de sensibilidad. Heather puede estar dormida, y Josué (de dos meses de edad) puede estar en una habitación completamente diferente, él estornuda ligeramente, y de repente Heather se despierta y va a asegurarse de que él está bien. Por otra parte, yo puedo estar en la misma habitación con Josué, él puede estar llorando deseperadamente, y yo puedo seguir durmiendo como si nada.

Ella me dice: “¿Acaso no tienes corazón, cuál es tu problema, no sabes que tu hijo está llorando?” Y no lo creo, yo solo estaba durmiendo profundamente, ese es el único problema. Y así va nuestra rutina mañanera. Cambio de tema y pregunto: “¿Cómo pasaste la noche?” Porque, francamente, cuando alguien me pregunta cómo estoy durmiendo, honestamente respondo que ahora mismo estoy durmiendo bastante bien. Pero ella es mi esposa, y cuando le hago esta pregunta, ella está aparentemente regresando a la cama, y me responde “No preguntes”, y yo digo “Está bien”.

Les muestro esta imagen porque pienso que, de un modo más serio, esta es la imagen de la Iglesia cuando se trata de la sensibilidad al pecado. Permítame explicarle lo que quiero decir con esto. Cuando usted vea la historia de la iglesia, verá el ir y venir del pueblo de Dios entre dos extremos. En el primer extremo verá momentos en la historia de la iglesia en los que el pueblo de Dios estuvo extremadamente sensible al pecado. Extremadamente sensible al pensamiento de que ellos podían desagradar a Dios de alguna forma.

Se estremecían solo de pensarlo. En los servicios, en momentos en la historia de la iglesia en los que la Palabra estaba siendo predicada, las personas se apresuraban a postrarse en confesión de sus pecados, sensibles a cualquier asomo de pecado en sus vidas. No solo cuando se reunían para adorar, sino que hubo momentos en los que el pueblo de Dios, esparcido por la comunidad durante la semana, sentía convicción de pecado, en los lugares de trabajo, los vecindarios, los bares y restaurantes, las personas sentían gran convicción de sus pecados, eran muy sensibles a ello.

Por otra parte, verá momentos en la historia del pueblo de Dios, en los que ha habido despreocupación en lo relativo al pecado. Momentos en la historia en los que el pueblo de Dios se ha vuelto permisivo con el pecado y ha permitido que el pecado esté desenfrenado en la iglesia, y casi parece ignorarlo. Y para ser completamente honestos, creo que es ahí donde nos encontramos en la iglesia hoy. No solo en la iglesia contemporánea o la iglesia de Estados Unidos, sino en nuestra iglesia. Creo que nos encontramos en ese extremo.

Lo referente al pecado entre nosotros

Creo que estamos dormidos en lo referente al pecado entre nosotros, en nuestras vidas, en esta iglesia. Hemos crecido permisivos con ello. Creo que vivimos en una cultura eclesial en la que la mayoría de nosotros puede sentarse durante horas en un cine o a ver televisión y escuchar el nombre de Dios ser tomado en vano, y ni siquiera notarlo. Tenemos tan poco honor por el nombre de Dios, que siquiera lo notamos. Podemos ser parte de una iglesia, pero hablamos de hermanos y hermanas en formas que no edifican, y pensamos que el chisme es sencillamente una regla en la iglesia. Eso es lo que hacemos, si no hablamos unos de otros, no tenemos nada de que hablar.

Hemos creado una cultura de la iglesia donde los hombres tienen sus mentes desenfrenadas, llenas con las imágenes de la Internet o con las de su imaginación, y creemos que eso es solo algo con lo que luchan los hombres. Donde los hombres y mujeres son infieles al pacto del matrimonio, o que rompen el pacto matrimonial y piensan: “Bueno, así tenía que ser”. Señoras y señores, esa no es la forma que se supone que sea.

Oro para que Dios nos despierte, nos despierte de nuestro sueño profundo. Hay un hombre llamado Cornelius Plantinga que escribió un gran libro clásico que trata básicamente sobre el pecado, y lo llamó “Not the Way It’s Suppose to Be” [No es como debía ser]. Vea lo que decía: “La conciencia del pecado, una conciencia profunda de desobediencia y la confesión dolorosa del pecado debe ser nuestra sombra. ¡El odio cristiano por el pecado! Temerlo, evadirlo, y acongojarse ante él. Algunos de nuestros antepasados agonizaron por sus pecados. Un hombre que pierde su temperamento, debería preguntarse si aún puede ir a la Santa Comunión. Una mujer que envidió durante años a su hermana más atractiva e inteligente, debería preguntarse si este pecado amenaza su salvación”. Continúa: “Esa sombra se ha opacado. Hoy día, la acusación de que usted está pecando, se dice a menudo con una sonrisa y un tono que parece una broma. Hubo momentos en los que esta acusación tenía todavía el poder de sacudir a la gente”.

Señoras y señores, si puedo ser honesto con ustedes, oro para que Dios nos sacuda. Que Él nos sacuda para ver el pecado desde Su perspectiva, para ver el pecado, aborrecerlo, odiarlo, huir de él, para darnos cuenta de cuán infinita ofensa es el pecado en contra de un Dios santo. Oro para que Dios nos despierte de nuestro sueño profundo, para que no seamos permisivos con el pecado. No quiero desperdiciar mi vida y Su iglesia en aquello que detesta y difama Su nombre y que no parece ser importante para nosotros.

Esto nos lleva a Josué 7. Esta es la parte II de Pecado en el Campamento. En el sermón pasado vimos Éxodo 32 y el becerro dorado, y cómo el pueblo de Dios lo adoraba colectivamente. Tuvimos un momento de confesión colectiva en el sermón anterior, ese es el pueblo de Dios. Josué 7 nos lleva por una ruta un poco diferente porque se enfoca en el pecado individual, y así, ese será el tema de nuestro encuentro, el pecado en cada una de nuestras vidas, y cómo ese pecado afecta al pueblo de Dios. Lea conmigo Josué 7, el capítulo entero, siga la historia conmigo, casi como si la estuviera escuchando por primera vez, quizás para algunos de ustedes así sea en realidad. Escuchen lo que dice.

Josué 7:1:

Mas los hijos de Israel fueron infieles en cuanto al anatema, porque Acán, hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá, tomó de las cosas dedicadas al anatema; y la ira del Señor se encendió contra los hijos de Israel.

Y Josué envió hombres desde Jericó a Hai, que está cerca de Bet-avén al este de Betel, y les dijo: Subid y reconoced la tierra. Y los hombres subieron y reconocieron a Hai.

Cuando volvieron a Josué, le dijeron: Que no suba todo el pueblo; sólo dos o tres mil hombres subirá a Hai; no hagas cansar a todo el pueblo subiendo allá, porque ellos son pocos. Así que subieron allá unos tres mil hombres del pueblo, pero huyeron ante los hombres de Hai. Y los hombres de Hai hirieron de ellos a unos treinta y seis hombres, y los persiguieron desde la puerta hasta Sebarim, y los derrotaron en la bajada; y el corazón del pueblo desfalleció y se hizo como agua.

Entonces Josué rasgó sus vestidos y postró su rostro en tierra delante del arca del Señor hasta el anochecer, él y los ancianos de Israel; y echaron polvo sobre sus cabezas. Y Josué dijo: ¡Ah, Señor Dios! ¿Por qué hiciste pasar a este pueblo el Jordán, para entregarnos después en manos de los amorreos y destruirnos? ¡Ojalá nos hubiéramos propuesto habitar al otro lado del Jordán! ¡Ah, Señor! ¿Qué puedo decir, ya que Israel ha vuelto la espalda ante sus enemigos? Porque los cananeos y todos los habitantes de la tierra se enterarán de ello, y nos rodearán y borrarán nuestro nombre de la tierra. ¿Y qué harás tú por tu gran nombre?

Y el Señor dijo a Josué: ¡Levántate! ¿Por qué te has postrado rostro en tierra? Israel ha pecado y también ha transgredido mi pacto que les ordené. Y hasta han tomado de las cosas dedicadas al anatema, y también han robado y mentido, y además las han puesto entre sus propias cosas. No pueden, pues, los hijos de Israel hacer frente a sus enemigos; vuelven la espalda delante de sus enemigos porque han venido a ser anatema. No estaré más con vosotros a menos que destruyáis las cosas dedicadas al anatema de en medio de vosotros.

Levántate, consagra al pueblo y di: “Consagraos para mañana, porque así ha dicho el Señor, Dios de Israel: ‘Hay anatema en medio de ti, oh Israel. No podrás hacer frente a tus enemigos hasta que quitéis el anatema de en medio de vosotros.’

“Por la mañana os acercaréis, pues, por tribus. Y será que la tribu que el Señor señale se acercará por familias, y la familia que el Señor señale se acercará por casas, y la casa que el Señor señale se acercará hombre por hombre. “Y será que el hombre que sea sorprendido con las cosas dedicadas al anatema será quemado, él y todo lo que le pertenece, porque ha quebrantado el pacto del Señor, y ha cometido infamia en Israel.”

Y Josué se levantó muy de mañana, e hizo acercar a Israel por tribus, y fue designada la tribu de Judá. Mandó acercar a las familias de Judá, y fue designada la familia de los de Zera; e hizo acercar a la familia de Zera, hombre por hombre, y Zabdi fue designado. Mandó acercar su casa hombre por hombre; y fue designado Acán, hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá.

Entonces Josué dijo a Acán: Hijo mío, te ruego, da gloria al Señor, Dios de Israel, y dale alabanza; y declárame ahora lo que has hecho. No me lo ocultes.

Y Acán respondió a Josué, y dijo: En verdad he pecado contra el Señor, Dios de Israel, y esto es lo que he hecho: cuando vi entre el botín un hermoso manto de Sinar y doscientos siclos de plata y una barra de oro del peso de cincuenta siclos, los codicié y los tomé; y he aquí, están escondidos en la tierra dentro de mi tienda con la plata debajo.

Y Josué envió emisarios, que fueron corriendo a la tienda, y he aquí que el manto estaba escondido en su tienda con la plata debajo. Y los sacaron de la tienda, los llevaron a Josué y a todos los hijos de Israel, y los pusieron delante del Señor.

Entonces Josué, y con él todo Israel, tomó a Acán, hijo de Zera, y la plata, el manto, la barra de oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus asnos, sus ovejas, su tienda y todo lo que le pertenecía, y los llevaron al valle de Acor. Y Josué dijo: ¿Por qué nos has turbado? El Señor te turbará hoy.

Y todo Israel los apedreó y los quemaron después de haberlos apedreado. Y levantaron sobre él un gran montón de piedras que permanece hasta hoy; y el Señor se volvió del furor de su ira. Por eso se ha llamado aquel lugar el valle de Acor hasta el día de hoy. (Josué 7:1-26).

La gravedad del pecado

Dios, oramos para que nos ayudes a ver la gravedad del pecado. Oramos para que nos ayudes a ver el pecado desde Tu perspectiva. Oramos para que expongas lo que se esconde en nuestras tiendas. Para que nos muestres la seriedad del pecado, y para que nos muestres la belleza de Tu gracia. En el nombre de Jesús oramos. Amén.

La conclusión…

Necesitamos una Perspectiva Radical del Pecado, una perspectiva Centrada en Dios

El objetivo de esta historia es mostrarnos la perspectiva de Dios sobre el pecado. Desde el inicio del capítulo 7, Dios pudo haber ido a Josué y pudo haberle dicho que Él debía darse cuenta de que Acán había hecho algo que no se suponía que hiciera, y que tenía que hacerse cargo de ello. En lugar de eso, tenemos esta dramática historia mostrándonos la seriedad de un pecado a los ojos de Dios. Y esta es la conclusión: ¡Necesitamos una perspectiva radical del pecado centrada en Dios! Nosotros vemos el pecado de una forma. Dios lo ve de una forma completamente diferente. No necesitamos ver el pecado según la cultura norteamericana del siglo XXI, necesitamos ver el pecado tal y como Dios lo ve, una imagen del pecado centrada en Dios. A fin de entender lo que está pasando aquí, tenemos que entender el contexto.

Los primeros 6 capítulos de Josué son asombrosos. Todo está yendo bien. El capítulo 1 contiene las promesas de Dios a Josué, grandes promesas, algunas de las palabras más asombrosas de Dios a un hombre en el Antiguo Testamento: “no tengas miedo Josué, Yo estoy contigo, se fuerte, valiente, Yo estoy contigo dondequiera que vayas”. Vemos Sus promesas en el capítulo 1. Eso es exactamente lo que pasa en los capítulos 2 y 3, cuando comienzan a entrar a la Tierra Prometida. Recuerde, esto es lo que los Israelitas habían esperado por años, entrar a la Tierra Prometida, y cruzar milagrosamente el río Jordán.

En los capítulos 4, 5 y 6, llegan a la primera gran ciudad en la Tierra Prometida, Jericó, una ciudad con inmensas murallas a su alrededor, y Dios dice que ni siquiera tienen que luchar por ella, solo tocar algunas canciones y Él derribará las murallas. Así que se reúnen con los trompetistas y tocan algunas melodías, y de repente las murallas se vienen abajo, y ellos van y toman la ciudad en el capítulo 6. Ni un solo israelita muere en el capítulo 6. ¡Qué increíble victoria! Todo está yendo genial en los primeros 6 capítulos. Pero entonces, ¿cuál es la primera palabra del capítulo 7?: “Mas”. “Mas los hijos de Israel fueron infieles en cuanto al anatema”. ¿Qué quiere decir esto? ¿Qué es este anatema que se menciona aquí?

Vaya un capítulo atrás, al capítulo 6:18. Esto es lo que Dios había dicho a Su pueblo cuando fueron a la Tierra Prometida, lo que ellos tenían que hacer. Aquí se habla mucho sobre el anatema. De hecho, en el libro de Josué, mientras toman la Tierra Prometida, creo que el anatema es, de algún modo, mencionado unas 27 veces. Vea el versículo 18, Dios dice: “Pero en cuanto a vosotros, guardaos ciertamente de las cosas dedicadas al anatema, no sea que las codiciéis y tomando de las cosas del anatema, hagáis maldito el campamento de Israel y traigáis desgracia sobre él. Mas toda la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro, están consagrados al Señor; entrarán en el tesoro del Señor”. (Josué 6:18-19).

La Tierra Prometida

Así que esta es la imagen: en estas tierras paganas y en la Tierra Prometida hay personas que han adorado todo tipo de ídolos diferentes y dioses paganos. Usan su oro, plata, hierro y bronce para vestir a sus ídolos, para adorar a esos falsos dioses. Esa es la imagen que vemos en Éxodo 32 cuando el pueblo de Dios es sacado de Egipto. ¿De qué hacen el becerro dorado? De oro. Toman oro, sus pendientes, y todo lo que ellos habían sacado de Egipto que había sido usado para construir ídolos allí. Por eso, Dios dice que estas cosas que han sido usadas con fines paganos, tan pronto como lleguen a la Tierra Prometida, las dedicarán todas a Él, que tomen la anatema y la pongan en el tesoro. Dios toma muy en serio el mostrar Su santidad en la Tierra Prometida a través Su pueblo. “Me voy a mostrar santo en estas tierras, y ustedes no van a adorar de la misma forma que ellos lo hicieron”.

Entonces, llega este hombre llamado Acán. El describe lo que pasó en el capítulo 7:21. Dice que vio un manto de Babilonia, que vio oro y plata, y lo codició, lo deseó, y lo tomó para sí. Este es el patrón del pecado en las Escrituras. Desde el comienzo en Génesis 3, Eva vio la fruta, la deseó, y la tomó. David, con Betsabé, vio a esta mujer que no era su esposa, la deseó y la tomó para sí. Este es el patrón del pecado, ver lo que hay en el mundo, desear lo que no es santo para Dios, y tomarlo para nosotros mismos.

Ahora, Acán, incluso en el momento en el que está confesando, solo está diciendo: “Bueno, tú sabes, yo solo tomé un manto y algo de oro y plata”. Pero quiero que vea la perspectiva de Dios en este pecado. En el capítulo 7:11, vea cómo Dios describe lo que había pasado cuando Acán tomó el manto, y algo de oro y plata. Versículo 11: “Israel ha pecado y también ha transgredido mi pacto que les ordené. Y hasta han tomado de las cosas dedicadas al anatema, y también han robado y mentido, y además las han puesto entre sus propias cosas”. ¿Vio eso? Hay 6 verbos diferentes para describir un pecado. Comienza: “han pecado, me han desobedecido”, y continúa siendo más específico, “han transgredido mi pacto que les ordené.” Es el mismo lenguaje que se usa a lo largo del Antiguo Testamento para hablar del adulterio espiritual, del mismo modo que una mujer le es infiel a su marido, engaña a su esposo. Del mismo modo que un hombre engaña a su mujer. Han transgredido el pacto matrimonial con Dios. Han cometido adulterio en contra de Dios.

Un Pecado…

Entonces es aún más específico: “Y hasta han tomado de las cosas dedicadas al anatema, y también han robado y mentido, y además las han puesto entre sus propias cosas”. Es interesante, cuando se estudia este versículo en el lenguaje original del Antiguo Testamento, hay una palabra que no se incluye en la mayoría de las traducciones al español. Está implícita, pero realmente le adiciona fuerza al significado, es la palabra “además”, que es usada entre cada uno de estos verbos. Literalmente dice: “Israel ha pecado, además han transgredido mi pacto que les ordené, además hasta han tomado de las cosas dedicadas al anatema, y además han robado, además han mentido, además las han puesto entre sus propias cosas”. Dios está diciendo y resaltando: “esto no es solo tomar un manto y algo de oro y plata y esconderlo para sí mismo, es violencia contra un Dios santo. Es pecado. Ustedes han transgredido, han roto el pacto, han mentido, han robado”. Toda esta imagen es para mostrar la seriedad, la gravedad, y las consecuencias de un pecado en Josué 7, un solo pecado. Quiero que veamos la seriedad, la gravedad, las consecuencias de un pecado, ¡un solo pecado!

Perjudica a Todo el Pueblo de Dios.

Número uno: un pecado perjudica a todo el pueblo de Dios. ¿Cuántas personas tomaron de las cosas dedicadas al anatema? Una. ¿Cuánto actos cometió? ¿Fue recorriendo el lugar tratando de encontrar todo tipo de cosas dedicadas al anatema? No, un pecado. Vio la plata, el oro y el manto juntos, y pensó que eran algo con lo que debía quedarse. Un hombre hace algo, y ¿cuál es el resultado?

Israel es derrotado en su próxima batalla. Es la única derrota que experimentaron en sus siete años de conquista de Canaán. Treinta y seis hombres murieron por este único pecado. Es la misma imagen que vemos en otros lugares en las Escrituras. En 2do de Samuel 21, Saúl comete un pecado, y viene hambre por tres años a causa de ello. En 2do de Samuel 24, hay un pecado, y miles de personas mueren por el pecado de David. Treinta y seis hombres mueren aquí, Israel es derrotada en batalla, la presencia de Dios es puesta en duda entre el pueblo de Dios. Dios está diciendo una vez más, tal y como vimos en Éxodo 32 y 33: “No iré con ustedes, mi presencia no está con ustedes”. La idea de entrar en la Tierra Prometida fue puesta en peligro. Josué está diciendo: Nos trajiste aquí para ser eliminados de la faz de la tierra. Todo a causa de un pecado.

Ahora, marquen esto, dos verdades. La primera verdad es esta: el pecado siempre afecta a su familia de fe. Cuando usted lee esta historia, si no sabe lo que Acán hizo, pensará que aquí está pasando algo más. Desde el principio, dice en el capítulo 7:1 que los israelitas fueron infieles, no solo Acán, sino el pueblo de Israel fue infiel. Cuando llega al final del versículo 1, ¿contra quién dice que se encendió la ira del Señor? La ira del Señor no solo se encendió contra Acán, la ira del Señor se encendió contra los hijos de Israel.

Capítulo 7:11, dice: “Israel ha pecado”. Entonces viene esta sentencia en plural. “…y también ha transgredido mi pacto que les ordené. Y hasta han tomado de las cosas dedicadas al anatema, y también han robado y mentido, y además las han puesto entre sus propias cosas”. “No estaré más con vosotros”.

Esta imagen da pie a una pregunta: ¿el pecado de quién? ¿Fue solo Acán o fue el pueblo de Israel? ¿Fue solo Acán o fue todo el pueblo de Dios? Y la respuesta es: la Biblia no los separa. ¡Esto es tan extraño en nuestra cultura! Cada quien es responsable de sí mismo en nuestra cultura, es responsable por lo que hace: “Haz lo que quieras hacer, pues no nos afecta al resto de nosotros. Vive como quieras vivir, yo vivo como quiero vivir, cada cual hará sus propias cosas”. Esa no es la imagen aquí. Aquí tenemos una escena donde un hombre ha pecado, y todo el pueblo de Dios es responsable por ello. Un pecado afectando a toda la familia de fe, a toda la comunidad de fe, y Dios dice, no a Acán, sino a todo el pueblo de Israel: “Voy a apartar mi presencia por el pecado cometido por un hombre entre ustedes” Hay miles y miles de israelitas en Josué 7. Dios dice que al pecar un hombre, al haber un pecado, ellos pierden el derecho de Su bendición y de Su presencia.

Señoras y señores, no quiero asumir que hay un paralelo exacto entre nosotros y Josué 7, porque hay numerosas diferencias. Al mismo tiempo, tengo mucha confianza al decir esto: basado en la autoridad de la Palabra de Dios, y basado en este pasaje de las Escrituras, lo más notable es que es enteramente posible que Dios aparte Su bendición y la abundancia de Su presencia de nuestra iglesia. Es enteramente posible que Él aparte Su bendición y Su presencia de nosotros por un pecado en la iglesia. A causa de una persona en la iglesia, que está aferrándose a un pecado, inconfeso ante Dios, creo que es enteramente posible que Él aparte Su bendición y Su presencia en Su iglesia.

¿Se da cuenta de la gravedad de este asunto?, cada semana mi correo está literalmente lleno de panfletos, anuncios de conferencias y anuncios de libros sobre cómo hacer crecer la iglesia. Y hay conferencias en cantidades sobre como acrecentar la iglesia actual. Y la razón de esto es que vemos que la iglesia está teniendo una influencia decreciente en nuestra cultura. Y vemos a la iglesia impotente en nuestra cultura actual, y por eso estamos organizando eventos para descubrir como cambiar esto, cómo podemos hacer crecer a la iglesia, qué podemos hacer, y me estoy preguntando si Dios se estará recostando y diciendo: “No tendrán mi bendición y no experimentarán la abundancia de mi presencia hasta que empiecen a tratar con el pecado, no en su cultura, sino en su campamento”, con el pecado que está en nuestra iglesia, en una persona de nuestra iglesia. “Si quieren ver el poder de Mi presencia en la iglesia, entonces sean serios con el pecado en el campamento”. ¿No nos abruma la idea de que un pecado en mi vida o en las vidas de cualquiera de ustedes en esta iglesia puede privarnos de toda la bendición de Dios? El pecado siempre afecta a nuestra familia de fe. Ningún hombre es una isla, ninguna mujer, ningún estudiante es una isla en nuestra iglesia.

Perder el Derecho a la Bendición y Presencia de Dios

Segunda verdad, similar, pero incluso más cercana al hogar, el pecado siempre afecta a su familia de fe y, número 2, el pecado siempre afecta a su familia física. El pecado siempre afectará a su familia física ¿Había notado que siempre que Acán es mencionado en este capítulo, difícilmente solo se le menciona a él? Acán siempre es mencionado en el contexto de su familia física. Al principio, en Josué 7:1, no lo mencionamos antes porque pasamos muy rápidamente por este versículo, y dijimos solo que Acán tomó a algunas de las cosas que estaban dedicadas al anatema. Pero dice: “Acán, hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá”. Él está atado a su familia.

Después se ve la escena de cómo ellos eliminan cada tribu de la lista, cada clan, cada familia. Este es un asunto familiar. Entonces llegamos al versículo 18, Josué hace que la familia de Acán pase al frente, hombre a hombre, y fue señalado Acán, hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Judá. Luego salta hacia la escena de lo que ocurre una vez que Acán confiesa, versículo 24, Josué consagra a todo Israel, no solo a Acán (Acán hijo de Zera); sino a la plata, al manto, a la barra de oro, a sus hijos e hijas, y los congregó a todos en el medio del versículo 25. “Y todo Israel los apedreó y los quemaron después de haberlos apedreado”. No es un texto agradable.

Márquelo, Deuteronomio 24:16, la Ley dijo que los niños no morirían por los pecados de sus padres, y los padres no morirían por los pecados de sus hijos. Cada hombre debe morir por sus propios pecados. Esto es lo que Deuteronomio dice en la ley. Aparentemente, la imagen aquí no es la de Acán siendo el único culpable por pecar, y una familia inocente fue castigada junto a él. En Josué 7, la imagen es la de un hombre siendo el meollo del pecado. Un hombre que atrajo su familia a su pecado, y que dijo: “Voy a esconder estas cosas bajo nuestra tienda. Y necesitamos asegurarnos de que nadie sepa que están aquí”. Un hombre que implicó a sus hijos e hijas en el pecado con él. El pecado siempre afecta a su familia física. ¡Siempre! No hay un pecado de nuestras vidas que no tenga efecto en nuestras familias físicas.

Fue hace un año exactamente cuando Heather y yo nos subimos en un avión y fuimos a Kazakhstán para adoptar a nuestro hijo, Caleb. Hemos estado recordando, y nos hemos convertido en esos padres que hablan sobre los viejos tiempos (solo ha pasado un año), somos ese tipo de gente que molesta a los demás hablando sobre cómo fue, cómo fue cargar a Caleb por primera vez, hemos estado recordando todo eso. Cómo fue pasar aquellas 5 semanas allá con él, y después traerlo a casa.

Ustedes conocen la historia, Josué llegó por sorpresa, y ahora estoy, un año después, con estos 2 niños que han cambiado mi fe de muchas formas. Le cuento que la forma en que ellos afectaron mi fe ha sido la más simple: cuando yo miro a esos dos preciosos niños de los que me siento orgulloso, a los que amo de una forma en la que no sabía que podía amar; pensar que cualquiera de mis pecados pudiera afectarlos, espiritualmente es abrumador. El pensamiento de permitir que la impureza de mi vida sea traspasada a mis hijos. No digo esto por ser dramático, pero tiemblo ante ese pensamiento. Cuando lucho contra un pecado, miro sus caras y pienso: “Dios aléjame de mis pecados por el bien de ellos”. No quiero pasarles nada excepto integridad. Solo quiero pasarles integridad. Y la realidad es que no hay pecado en mi vida que no tenga un efecto directo en ellos y en mi esposa. No quiero atraer a mis hijos al pecado, no quiero atraer a mi esposa al pecado.

La responsabilidad que Dios

Esta es la responsabilidad que Dios y Su diseño me han dado como hombre en mi hogar, una responsabilidad que Dios le dio a Acán en Josué 7, y él los llevó al pecado. Y es un recordatorio, particularmente, a cada hombre, a cada esposo, a cada padre entre nosotros. No piense ni por un segundo que hay algún pecado en su vida que esté aislado y que no afecta a aquellos a quienes más ama. Podemos pensar que está escondido bajo tierra en nuestra tienda y que nadie más sabe de ello, ni su esposa, ni sus hijos, nadie sabe. Ellos pueden no saber de ello, pero definitivamente van a ser afectados. Cualquier pecado, no importa cuan pequeño sea ni cuan justificado pensemos que esté, no importa cuanto el adversario nos convenza de que no es gran cosa, está afectando nuestros hogares, y es evidente.

Yo solo he estado en esto un año. No puedo presumir de ser un experto en esto de ser esposo y padre. Pero sí sé esto: basado en la autoridad de la Palabra de Dios, no hay una imagen que usted pueda ver en la Internet, no hay una palabra irrespetuosa que le pueda decir a su esposa, no hay un fuego en su temperamento, no hay un pequeño pecado que usted pueda cometer que no tenga un efecto en toda su familia. Estoy convencido de que una de las razones por las que la iglesia está en el estado de impotencia que experimenta hoy es porque los hombres, esposos y padres, incluso los hombres en la iglesia que no son esposos y padres todavía, hemos eludido nuestra responsabilidad de levantarnos y ser responsables por el bienestar físico y espiritual de las familias que Él nos ha confiado, y por la familia de fe que Él nos ha confiado.

¿Acaso no lo vemos?

¿Acaso no lo vemos? ¿No lo vemos? Más de la mitad de los niños en nuestra cultura (y los números son iguales tanto dentro de la iglesia como fuera), no tienen dos padres. Nueve de diez de esos niños no tienen papá. Leí un artículo esta semana basado en una investigación que dice que el padre promedio en nuestro país pasa 3 minutos al día de atención exclusiva con su hijo. El pecado siempre afecta a nuestra familia física.

Vea esta carta de una madre y esposa en particular. Ella escribe…

Los niños están en la cama. No hay nada en la televisión esta noche. Le pregunto a mi esposo si le importa si la apago. Él gruñe. Mientras camino al aparato, pienso. Quizás, quizás esta noche, hablemos, tengamos una conversación que consista en más que hacer mis preguntas acostumbradas con sus masculladas respuestas de una sola palabra, o más acertadamente, sin respuesta alguna. Silencio. Vivo en un mundo de ruido continuo, pero entre él y yo, silencio. Por favor, oh Dios, permítele abrirse.

Comienzo una vez más por milésima vez. Mi corazón da golpes. ¿Oh, cómo puedo expresarme esta vez? ¿Qué puedo decir que le permita simplemente conversar? No tengo que tener una profunda, magnífica conversación, solo algo. Mientras abro mi boca él se levanta y va a la habitación. La puerta se cierra detrás de él, la luz que se ve bajo la puerta deja su camino a la oscuridad, y así también, mi esperanza. Me siento sola en el sofá. Mi corazón comienza a doler. Estoy cansada de estar sola.

Hey, estoy casada, lo he estado durante años. ¿Por qué estoy sentada en soledad? La tristeza experimenta ligeramente un cambio. Entonces, con el fervor incrementado, me enojo. Estoy cansada de vivir con un miedoso, un temeroso, un cobarde. Sabes, él me tiene miedo. ¿Hostil dices? Puedes creerlo. Estoy cansada de vivir en un mundo de hombres pasivos. A mis dos hijos les gustan los deportes, de hecho, son muy buenos. Podrían ser mucho mejores si su padre tomara algo de su precioso tiempo y jugara con ellos. Lo siento, pero jugar con ellos una vez al año en el picnic de la iglesia no hace que los chicos sean grandes jugadores.

Pero papá está demasiado ocupado, está trabajando, está en el gimnasio, está manejando su carroza de cuatro ruedas, está trabajando en el auto, está jugando golf, está cansado, está viendo una película. ¿Entonces quién juega con mis hijos? Yo lo hago. Mi esposo dice que no debería jugar deportes de hombres. ¿Pero entonces quién lo hará? Dice que lo hará él, pero no lo hace. ¿Recuerdas? Está muy ocupado satisfaciéndose a sí mismo haciendo lo que le gusta. Así, mis pobres hijos tienen que ser segundos en los deportes, cuando podrían ser buenos, realmente buenos. Mi hija es adolescente. Le gustan los chicos, ella llama la atención en ellos y les responde.

Sé lo que está por venir. Trato de hablar con ella, pero no es a mí a quien quiere, es a papá. Sí, papá. Si él solo la abrazara, le prestara atención, hablara con ella un poco, ella no necesitaría tanto a esos chicos, pero no, y ella busca atención y amor en otra parte. Y no hay nada que pueda hacer, una madre no es suficiente. Los niños necesitan un padre, y no solo un cuerpo, una presencia pasiva y silenciosa. Y he aquí lo sorprendente, el padre de mi esposo le hizo lo mismo a él, no lo abrazaba, no lo llevaba a nada, lo dejaba solo para ver su juego de baseball, y él odiaba a su padre. Ahora mi esposo está haciendo exactamente lo mismo.

El pecado está en cada uno de nosotros

Hombres, para que este pensamiento no se apodere de sus mentes, hay otro lado de esta historia, estén seguros de que lo hay, siempre hay dos o más lados de la historia. El pecado está en cada uno de nosotros, y hay culpa alrededor de él. Pero hombres, ustedes tienen la responsabilidad asignada por Dios de enfrentarlo, ustedes son responsables por sus esposas, por sus hijos y por su desarrollo espiritual, y es tiempo de levantarnos, de deshacernos de las cosas dedicadas al anatema de nuestras tiendas, y de evitar que nuestros pecados afecten a las familias que Dios nos ha confiado.

Esposos, padres, hombres, el pecado siempre afecta a sus familias físicas. Esposas, madres, mujeres, el pecado siempre afecta a sus familias físicas. Hijos, estudiantes, sus pecados siempre afectan a sus familias físicas. ¡Un pecado! ¡Un pecado! ¿Lo ve? Fue un solo pecado el que cometió Acán, y afectó a todo el pueblo de Dios, y más notablemente, a su familia física.

Sabe, tengo mucho más que decir sobre esto, pero al levantarme temprano esta mañana, más temprano de lo normal, Dios sobrecargó mi corazón con esta imagen del pecado de un hombre en Josué 7 y su efecto en su familia y en su familia de fe, y no quiero parecer duro. Sé que hay familias que están luchando. Creo que hay más familias luchando que familias pasivas. No quiero asumir que esto sea algo simple. No quiero asumir que sea fácil, si les sirve de algo, tampoco es fácil para su pastor. Creo que tenemos esta imagen glorificada de que todo es fácil para las personas que están predicando. No estoy diciendo que no haya batallas donde sí las hay. Estoy diciendo que esta es exactamente la razón por la que necesitamos el evangelio en nuestras familias. Y como individuos, es exactamente la razón por la que necesitamos a Cristo.

Piénselo. ¿No está usted contento de que esta escena en Josué 7 no sea la forma en la que Dios opere hoy? ¿No está usted feliz de que no estemos reunidos y a punto de ir a nuestros vecindarios y a nuestras casas, y que de repente uno de nosotros sea afectado por el pecado en nuestras vidas? ¿Puede imaginarlo? Póngase en el lugar de Acán, pensando quizás que nadie más sabe de su pecado, y que su tribu es señalada, su clan es señalado, su familia es señalada.

Esto es exactamente lo que nosotros hacemos. Tratamos de cubrirlo, “Si puedo sobrevivir este sermón, entonces podría cenar y estar bien y no tendría que enfrentarme con esto”. Tratar de cubrirlo, sea lo que sea que haya en nuestras vidas, que esté escondido en nuestras tiendas. ¿Puede imaginar como sería traer su pecado en frente de todo el pueblo de Dios, con menos personas de las que había allá y exponer su pecado ante todos nosotros? Mi pecado expuesto ante todos nosotros. ¡Tiemblo solo de pensarlo!

Y después ser arrastrado a las afueras de la ciudad y ser apedreado por el acto de pecar. ¿No está usted feliz de que no sea esa la práctica, no está usted feliz de que al pasar unas páginas esté el Nuevo Testamento y la imagen sea la de un Dios que trata los pecados con la misma seriedad, pero no te apedrea, en su lugar, vierte Su ira sobre Su Hijo en la cruz en lugar de usted? ¡Qué asombrosa verdad!

¿Y si tratáramos los pecados asi?

Y se preguntará: ¿Y si tratáramos los pecados así, no afectaría eso la forma en la que vemos el pecado en la iglesia? Creo que sí. Creo que haría que tembláramos ante ese pensamiento, temblaríamos solo de pensar en reunirnos con el pueblo de Dios para adorarlo sin hacer un análisis honesto en nuestras vidas. Ciertamente temblaríamos, si este fuera el caso. Pero señoras y señores, ¿cuánto más serio debe ser para nosotros hoy, a la luz de la imagen de Cristo en la cruz? ¿Cuánto más serio deberíamos tomarlo? Porque señoras y señores, cuando no nos lo tomamos en serio, menoscabamos el valor de lo que Cristo ha hecho por nosotros en la cruz. Vemos a Cristo en la cruz, que ha pagado el precio infinito de nuestros pecados, y nos aferramos al pecado en nuestras tiendas, mantenemos las cosas escondidas allá, cuando Él las tomó por nosotros.

¡Ésta es la belleza del evangelio! Es la razón por la que necesitamos el evangelio, porque podemos tratar de esconder nuestros pecados, podemos intentar continuar con nuestras vidas de forma que no tengamos que enfrentar lo que está pasando, podemos intentar hacer eso. Pero la realidad es que no hay una persona, no hay un pecado entre nosotros que pueda esconderse de Dios. Y la belleza de esto es que usted no tiene que intentar cubrirlo. Cuando lo deja salir, Él dice: “Lo cubriré con la sangre de Jesucristo”.

Cristiano, confiese sus pecados. Confiese sus pecados, Él es fiel, Él perdonará sus pecados y lo limpiará de toda maldad. Dijo a Su pueblo en Isaías 43:25 “…no recordaré tus pecados”. ¿Por qué escondería usted algo en la tienda, cuando Él lo cubre hasta el punto en el que ni Él mismo lo recuerda? Y así podamos sobrecargarnos con lo que realmente necesitamos ver en nuestras vidas. Quiero que expongamos lo que está escondido en nuestras tiendas.

En el sermón anterior, tuvimos un momento de confesión colectiva. Quiero que tengamos un momento de confesión individual y desafiemos a cada seguidor de Cristo a preguntarle a Dios: ¿qué hay en mi tienda que no te agrade y no te honre? Muchos no tenemos que preguntar, pues ya lo sabemos, ha estado ardiendo en nuestros corazones desde que comenzamos. Y si tuviéramos que preguntar, y nada viene a nuestra mente, entonces comience con el orgullo en la tienda y trabaje desde ahí. Pregunte: “¿Dios, que hay en mi tienda?” Y diga a Dios: “Lo estoy sacando a la luz. Lo estoy exponiendo tan doloroso como sea, y tanto como me hubiera gustado continuar e intentar esconderlo, lo estoy sacando a la luz”. Confiese su pecado a Dios.

No solo a Dios, les reto a confesarse sus pecados unos a otros. Esto es lo que el Nuevo Testamento nos dice que hagamos, ya que nuestros pecados afectan a otros. Esposos, padres, si hay cosas en sus tiendas que tienen indudablemente efecto en sus esposas e hijos, les reto a ir con ellos y confesarles sus pecados. Diga: “No he estado a la altura y he escondido ciertas cosas, y necesito que me perdonen por el efecto que eso ha tenido sobre ustedes”. Quiero retarle a que en los próximos minutos se vuelva hacia los miembros de su familia o incluso amigos, quizás en esta familia de fe o a quienes han estado junto a usted en su viaje espiritual y a quienes ha afectado con su pecado, y les pida perdón. Esta es una imagen bíblica. Vamos a exponer las cosas más profundas de nuestras vidas que no están honrando a Dios, e incluso vamos exponerlas al confesar nuestros pecados unos a otros. ¡Señoras y señores, esto es adoración! ¡Esto es adoración!

Esto es exactamente de lo que hablamos en el sermón anterior. Hemos fabricado una adoración sin humillación. ¡Hemos creado una adoración sin humildad! Esto es adoración. Esto no es un juego de las noches de domingo. ¡Dios, líbranos de esa especie de sueño cuando se trata del pecado! Dios, llévanos al punto en que vemos nuestros pecados tal y como Tú los ves, donde no estamos dormidos como si no fuera gran cosa, donde estamos experimentado una fresca convicción de Tu Espíritu porque queremos Tu presencia, queremos conocerte. Queremos experimentarte.

Vaya corriendo a Cristo

Vaya corriendo a Cristo con su confesión, y permítale cubrir su pecado. Si no es un seguidor de Cristo, si nunca ha confesado su pecado a Dios, deje que este sea el momento en su vida en el que, por primera vez, se levante de una forma real y vulnerable ante su Creador, que le da cada aliento que respira, y por primera vez confiese su necesidad de Él, y su necesidad de Jesús, y de lo que hizo en la cruz para pagar por su pecado sobre Sí Mismo, para confesar su necesidad de Él por primera vez.

Le reto a tener un momento de confesión individual. Póngase en el lugar de Acán. Usted tiene opción, puede continuar como si nada y esperar que nunca se descubra, o puede enfrentar el asunto con seriedad, ante el Dios del universo. Dios, ayúdanos a escogerte, porque estás listo para perdonarnos.

Dios, oramos para que nos muestres la seriedad de nuestros pecados. Para que nos muestres la gravedad de nuestros pecados ante Ti. Dios, ayúdanos a ver el pecado por lo que es. Límpianos de nuestros pecados por Tu gracia. Límpianos de nuestros pecados. Dios, oramos para que nos des gracia, incluso para confesar nuestros pecados unos a otros, a la personas que queremos, las que nos has confiado, las que has puesto a nuestro alrededor. Dios, oramos para que nos perdones por la forma en la que nuestros pecados los han afectado, y Dios, oramos para sanar las heridas que nuestros pecados causaron en las vidas de otros. Libéranos de este individualismo. Ayúdanos a confesar nuestros pecados, si no es por nuestro bien, que sea por el bien de quienes nos rodean. Y por el bien de esta familia de fe, Dios, oramos para que nos purgues del pecado en el campamento, porque queremos conocer la abundancia de Tu presencia. Queremos ser severos con el pecado. Danos gracia ahora para escucharte. Expón lo que está en nuestras tiendas, y cúbrelo con Tu sangre, oramos. Cúbrelo con tu gracia.

David Platt

David Platt sirve como pastor en el área metropolitana de Washington, D.C. Es el fundador de Radical.

David recibió su doctorado del Seminario Teológico Bautista de New Orleans y es el autor de Don’t Hold Back [No te quedes donde estás], Radical, Sígueme, Contracultura, Algo tiene que cambiar, Before You Vote [Antes de votar], así como los varios volúmenes de la serie Christ-Centered Exposition Commentary [Comentario Expositivo centrado en Cristo]. 

Vive junto con su esposa e hijos en el área metropolitana de Washington, D.C.

LESS THAN 1% OF ALL MONEY GIVEN TO MISSIONS GOES TO UNREACHED PEOPLE AND PLACES.

That means that the people with the most urgent spiritual and physical needs on the planet are receiving the least amount of support. Together we can change that!