No es la deuda. No es la teología deficiente. No es la presión familiar. Estos factores mantienen a las personas fuera del campo misionero, pero no son la barrera más grande.
La razón principal por la que los jóvenes no van a las misiones es el uso de la pornografía.
Las estadísticas son tan comunes que podemos volvernos insensibles al dominio de la pornografía en la iglesia. Cuando vemos los números, puede ser fácil sentirse distante, como si este problema no fuera tan grave. Permítanme dar un ejemplo visual para ilustrar la omnipresencia de la pornografía.
En enero, diez mil adultos jóvenes se reunieron en la conferencia CROSS. Estos jóvenes estaban lo suficientemente motivados por la difícil situación de los perdidos como para gastar cientos de dólares en una conferencia misionera.
Después de tres días, David Platt les dijo a quienes sentían el llamado a las misiones en el extranjero que se pusieran de pie. Imagina un increíble escenario donde todos y cada uno de los jóvenes se pusieron de pie. ¿Puedes visualizarlo? Diez mil jóvenes estaban de pie en todo el auditorio comprometiendo sus vidas al campo misionero.
Pasaron unos momentos, y más de la mitad de ellos volvieron a sentarse. Saben que la pornografía es un pecado persistente en sus vidas, lo que los descalifica para las misiones en el extranjero.
A menos que tomen medidas serias para acabar con este pecado, nunca serán enviados. No tengo intención de difundir un espíritu de miedo o condenación, el evangelio ofrece esperanza. Pero sonar la alarma es el primer paso para apagar el fuego.
Sonar la alarma es el primer paso para apagar el fuego.
La pornografía drena el amor por Dios
Dios creó el sexo antes de la caída, y al igual que el resto de la creación, era muy bueno (Génesis 2:18–24). Dios diseñó la sexualidad como un hermoso regalo para que un esposo y una esposa lo compartieran dentro del contexto del matrimonio. La pornografía distorsiona el diseño de Dios al convertir el sexo en una mercancía barata para ser usada en una serie de adulterios digitales. Usar pornografía es insultar el regalo que Dios nos dio.
Cada mirada fijada en un sitio web ilícito es un par de ojos que no busca el rostro de Dios. Cada mente consumida por la lujuria es un alma que no glorifica a Dios. El amor por Dios y el amor por la pornografía no pueden coexistir; cuando alimentamos uno, erosionamos nuestro compromiso con el otro.
Satanás utiliza la emoción barata de la pornografía para mantenernos sedados con la auto-gratificación y alejarnos de la alegría que Dios ofrece. Cuando nuestro amor por Dios se ve oscurecido por la vergüenza, no es de extrañar que no sintamos urgencia por difundir Su nombre entre las naciones.
La pornografía aplasta el amor por las personas
Cada año, millones de personas creadas a imagen de Dios perecen sin conocer a su Creador. ¿Te entristece esto? El amor por los perdidos es una motivación poderosa para obedecer la Gran Comisión y contarles a otros las Buenas Nuevas que se nos han dado.
El mismo Dios que nos ordena llevar su gloria a las naciones es el mismo Dios que nos liberará de la pornografía.
La pornografía nos condiciona para ver a los demás no como personas que necesitan desesperadamente el amor de Dios, sino más bien como objetos para nuestra propia gratificación. Las acciones tienen consecuencias. Somos moldeados por lo que hacemos, y cuando creamos el hábito de usar a portadores de la imagen de Dios como objetos de nuestra lujuria, se vuelve imposible cultivar un amor por ellos. Imagen por imagen, la pornografía va drenando la compasión de nuestras vidas y nos adormece ante la difícil situación de las personas no alcanzadas.
¿Dónde está la esperanza?
El mismo Dios que nos ordena llevar su gloria a las naciones es el mismo Dios que nos liberará de la pornografía y liberará a una generación para ir en pos de los perdidos. La Biblia de las Buenas Nuevas de Salvación es la misma Biblia que nos indica el camino hacia la integridad sexual.
Hermano o hermana, si luchas con la pornografía, encuentra a una persona en quien confíes y confiésales tu pecado. Pide ayuda. Si la pornografía no tiene influencia en tu vida, entonces conviértete en el tipo de persona a la que un hermano o hermana pueda confiarle sus luchas. La iglesia puede eliminar la barrera número uno para las misiones uniendo fuerzas, arrodillándonos y acabando con la pornografía.
Este artículo es parte de una mini-serie de Jacob Valk y John-Michael Bout sobre la pornografía y las misiones. Para conocer más sobre este tema, lee su artículo 10 motivaciones para luchar contra la pornografía (inglés).