Vivimos y trabajamos en una sociedad que se divide cada vez más en nociones más pequeñas de “nosotros versus ellos”. Tristemente, esta forma de pensar no solo existe fuera de la iglesia, sino también dentro de ella. Para ser el tipo de iglesia que acoge a estudiantes internacionales—tanto para presentarles a Cristo o como a hermanos en la fe—tenemos que destruir esa forma de pensar, retornar a la visión bíblica de la iglesia como una comunidad de adoración que es multiétnica, multicultural, multinacional, e incluso multilingüe (Apocalipsis 7:9).
¿Cómo se ve tener ese tipo de iglesia? Se requiere intencionalidad y un plan. Aquí se presentan solamente unos pocos componentes esenciales para dicho plan.
1. Una predicación clara y sencilla
Cuando consideramos cómo hacer para que nuestras iglesias tengan en cuenta la diversidad bíblica, resulta esclarecedor hacer una visita a 1 Corintios 14. Este texto afirma que el lenguaje a usarse en la reunión de la iglesia debe ser, en términos generales, comprensible para todos los presentes.
No sabemos si Pablo tenía en mente otros lenguajes, o una clase de lenguaje espiritual, el meollo del asunto es que el apóstol estaba estableciendo un principio para esta iglesia cuando se reunía. Una iglesia que habla de una forma que no es comprensible o clara para otros no edifica a sus miembros y los separa del resto del cuerpo.
Si estamos dirigiendo el servicio, orando o predicando, podemos preguntar: ¿Pueden los hombres y mujeres de diversos contextos educativos, culturales, nacionales, sociales o lingüísticos entender fácilmente el lenguaje que estoy usando? ¿Es nuestra predicación clara y sencilla? No aburrida, comprensible.
Por favor pastores, que su contenido sea enriquecedor. No estoy hablando de disminuir el nivel del contenido bíblico. Hablen la Palabra de Dios con fidelidad y a cabalidad. Usen bien la Palabra de Verdad. Proclamen todo el Consejo de Dios. Pero háganlo de manera que, teniendo cuidado con las palabras, el pleno significado del texto sea lo más claro posible para que cualquiera que venga a la iglesia no necesite traer un diccionario para entender lo que se dice.
2. Un ambiente acogedor
“Por tanto, acéptense los unos a los otros, como también Cristo nos aceptó” es una de las conclusiones de Pablo en una de sus más grandes epístolas (Romanos 15:7). El evangelio debe transformar la aceptación que extendemos a otros. Al fin y al cabo, el evangelio es aceptación. La aceptación que ofrece el evangelio es ante todo para la iglesia, aunque esta hospitalidad generosa debe extenderse a cualquiera que entre a nuestra iglesia, ya sea que sean parte de la familia de Dios o no lo sean.
Piensa en la primera vez que asististe a una nueva congregación. Quizás te mudaste a otra ciudad y estabas buscando una iglesia. Quizás estabas visitando una iglesia mientras tomabas unas vacaciones. Quizás eras una persona no creyente en ese momento y un amigo te invitó. No importa, antes de que te sintieras cómodo, como en casa, o conocido en la iglesia, probablemente estabas nervioso, inseguro y cohibido. Ahora imagina que además de todo eso, estuvieras en una nueva cultura, un nuevo país, con un nuevo idioma, y este fuera un nuevo Dios del que estuvieras oyendo. ¡Qué angustioso y aterrador! Pero, ¿cuántos de estos sentimientos y emociones pueden desvanecerse con un simple saludo de la persona que está a tu lado, o una invitación a sentarte con ellos, o una explicación de cómo fluye el servicio, o presentarte a unos pocos amigos, o incluso una invitación a comer? Deberíamos poder transmitir un “estoy contento que estás aquí” que impregne toda nuestra iglesia.
3. Personas preparadas
Tener en tu iglesia una cultura de hospitalidad hacia los estudiantes internacionales implica que las personas en tu iglesia están preparadas para hacer exactamente eso. Aunque es tarea de todos tener en sus corazones la aceptación que ofrece el evangelio, si quieres que tu iglesia verdaderamente acoja a los estudiantes internacionales, es de gran ayuda si hay personas específicas comprometidas con este ministerio.
Quizás esto implique tener algún tipo de ministerio a extranjeros. Una iglesia nunca será un lugar realmente acogedor para los estudiantes internacionales—y nunca crecerá realmente en diversidad—a menos que haya personas en la iglesia que estén buscando intencionalmente darles la bienvenida.
Pastores y líderes de la iglesia, ¿existen en sus iglesias esta clase de personas, con ojos para ver a los estudiantes extranjeros en sus iglesias, a las naciones no alcanzadas en los campus de las universidades cerca de ustedes, que los inviten no solamente a sus iglesias, sino además que sean parte de sus vidas y sus hogares?
Por la gracia de Dios, la mayoría de las semanas hay estudiantes internacionales—tanto creyentes como no creyentes—en las reuniones de nuestra iglesia. Nunca están solos, sino que alguien en nuestra iglesia que los conoce y los ama se sienta con ellos. No solamente eso, sino que les dan seguimiento después del servicio, en una cena, o durante la semana en sus hogares. Ambos están invirtiendo en esa relación. Se les da un hogar lejos de casa, y alguien de la iglesia, que previamente ha sido entrenado les proclama a Jesús.
¿Cómo se vería un discipulado similar en tu iglesia? Tener esta clase de personas en tu iglesia es fundamental para ser una iglesia que acoge a los estudiantes internacionales.