¿Cómo enseñamos la Palabra a las personas que Dios nos ha dado? Comenzamos valorando la Palabra que Dios nos ha dado como un regalo. Dios nos ha revelado Su voluntad y nos ha confiado Su verdad. En este mensaje sobre Juan 17:1–8, el pastor David Platt nos desafía a enseñar la Palabra a otros esta semana.
1. Valoramos la Palabra de Dios como un regalo.
2. Experimentamos los efectos de la Palabra de Dios.
3. Reproducimos la Palabra de Dios para la salvación de otros.
Hacer Discípulos: Enseñar la Palabra
Si tiene una Biblia, y espero que la tenga, le invito a abrirla en Hechos 2. Estoy agradecido con Dios por los hombres de esta congregación que han sido dotados para enseñar, y por su disposición a abrir sus vidas a nosotros cuando lo hacen. Ellos son recordatorios constantes para mí de que el hacer discípulos no es un programa fácil de paso a paso donde participar, sino que es un proceso difícil, a veces, confuso en el cual se invierte toda la vida, y no hay nada más importante que podamos hacer que invertir nuestras vidas en la multiplicación del evangelio en las personas.
Cada Discípulo Hace Discípulos
Aquí haremos una pequeña recapitulación para que estemos todos al mismo nivel, especialmente, si se ha perdido de las últimas semanas. Hemos estado estudiando a Hechos; ahora estamos tomando un paso atrás en estas últimas cuatro semanas y diciendo, “¿Qué significa verdaderamente hacer discípulos?” aquí tenemos una convicción fundamental de que cada discípulo hace discípulos, y cada seguidor de Cristo en esta habitación es creado por Dios, dirigido por Dios, salvado por Dios, y Dios ha tenido la intención de que este haga discípulos en todas las naciones. Jesús nos ha dicho a cada uno de nosotros “id, bautizad, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado.” Lo que significa que, mientras todos vamos, compartimos la Palabra.
Estábamos hablando hace unas cuantas semanas sobre cómo el Espíritu de Dios está en todos nosotros, y en cada uno de nosotros, para compartir el evangelio con otras personas. El evangelio avanza, no mientras las personas van a un solo lugar, sino mientras las personas van por todas las naciones. Vamos con el Espíritu de Dios a nuestras casas y nuestros vecindarios y nuestros lugares de trabajo y esta comunidad y la ciudad a lo largo de este país y a los confines de la tierra, y así es como avanza el evangelio. Así que, nosotros vamos y compartimos la Palabra.
Entonces, Jesús dice que bautizando; mostramos la Palabra. Eso es lo que el bautismo significa, y el bautismo es una imagen de nuestra identificación con Cristo, y Su vida, y Su muerte, y esa es la belleza del bautismo. Quiero hacer una pequeña pausa y hacerle a cada seguidor de Cristo una pregunta, “¿Ha sido usted bautizado? Si no, ¿Qué espera?” Siempre me sorprendo de la cantidad de personas que profesan ser seguidoras de Cristo que no han sido bautizadas. Este es el paso inicial en obediencia a Cristo en su relación con Cristo. Entonces, si no ha sido bautizado, con todo el respeto y con toda la amabilidad y compasión que está en mí, bautícese. Está viendo lo que estamos hablando aquí; cada discípulo hace discípulos. Todos debemos ir y ser bautizados. ¿Cómo podemos ser obedientes a la Gran Comisión, llevando a otros al bautismo, si nosotros mismos no hemos sido bautizados? No tiene sentido.
Bien, eso es lo que hacemos. Hacemos discípulos. Vamos y mostramos la Palabra, identificando nuestras vidas con la vida de Cristo, y Jesús dice que enseñemos la Palabra; y de eso es lo que vamos a hablar el día de hoy. ¿Qué significa enseñar a las personas a obedecer todo lo que Cristo nos ha mandado?
El Hacer Discípulos Gira en Torno a la Palabra de Dios
Ahora, antes de llegar ahí, vamos a ver una conclusión evidente de lo que hemos estado hablando sobre lo que concierne al hacer discípulos hasta ahora. Si el hacer discípulos gira en torno a compartir la Palabra de Dios, y enseñar la Palabra, entonces la siguiente conclusión está clara: hacer discípulos gira en torno a la Palabra de Dios. Esa es la imagen que vemos en todo el libro de Hechos. Usted leerá el libro de Hechos esta semana, como lo hemos estado haciendo en estas últimas cuatro semanas, y lo leerá completo a lo largo de esta semana. Le animo a encerrar en un círculo cada vez que vea la “palabra de Dios” mencionada. Tendrá cerca de 40 círculos diferentes para un promedio de más de uno por capítulo. Estará encerrando la “palabra de Dios” en todos lados.
Déjeme mostrarle unos cuántos; en Hechos 2:41. Ahora, Pedro predica el primer sermón cristiano en Hechos 2. Él está predicando la Palabra, si usted se fija en el sermón, y en 12 de los 23 versículos aquí, trata de citas del Antiguo Testamento o involucra citas del Antiguo Testamento. Así que viene siendo la Palabra saturada de sí misma, y entonces en el versículo 41 luego de predicar, “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados…” Encierre la “palabra” ahí. “…y se añadieron aquel día como tres mil personas.” Ellos recibieron la Palabra. Esta es una de las formas en que la Palabra es mencionada en Hechos. Personas en momentos diferentes recibiendo la Palabra.
Luego llegamos a Hechos 4:29 y 31. Quiero que vea esto dos veces. En el versículo 29, ellos están empezando a experimentar persecución en la iglesia, y están orando, y el versículo 29 dice, “Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra…” Enciérrelo ahí: “palabra” y “con todo denuedo hablen tu palabra.” Cuando usted llega al versículo 31, dice, “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.” La estaban hablando; así que, ahora, aquellos que la habían recibido la estaban hablando, a lo que regresaremos en un momento.
Vayamos a Hechos 6:2 y 4. Las cosas estaban creciendo; muchas personas estaban llegando a la iglesia, y había muchas necesidades que satisfacer. Entonces, ellos convocaron a los diáconos, básicamente. Esteban era uno de ellos. Dice el versículo 2, “Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios…” Ahí está… “palabra de Dios” “…para servir a las mesas.” El versículo 4 dice, “Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra.” Ahí en el versículo 4, la imagen es que hay un enfoque en la predicación y ministración de la Palabra en la iglesia.
Escuche el versículo 7; este es el último que voy a buscar ahora mismo. El versículo 7 dice, “Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.” ¿Ve eso? La Palabra de Dios creció, y mientras crecía, el número de discípulos se multiplicaba. Entonces hay una correlación directa entre la expansión de la Palabra y la multiplicación de los discípulos.
El hacer discípulos gira en torno a la diseminación y comunicación de la Palabra como centro. Así que compartimos la Palabra, mostramos la Palabra, y enseñamos la Palabra. Ahora, es importante porque cuando se comienza a hablar sobre el hacer discípulos algunas personas comienzan a pensar, “Eso suena un poco incómodo; incluso un poco arrogante. Como, ¿Estamos haciendo discípulos de nosotros mismos? ¿No es eso un poco presuntuoso? ¿Quién dice que necesitamos más como tú en alguna parte?” La imagen es que ese sería el caso, y sería un poco presuntuoso si el punto de compartir nuestros pensamientos e ideas y maneras y nuestras opiniones es poder multiplicar más de nosotros, pero esa no es la imagen. Hacer discípulos no es multiplicar nuestra imagen sino multiplicar la imagen de Cristo y el fruto de Cristo y la vida de Cristo y la gloria de Cristo en los confines de la tierra. Eso involucra compartir, no nuestras palabras, sino Sus Palabras; no nuestras maneras, sino Sus maneras; no nuestras opiniones y pensamientos, sino Sus opiniones y Su verdad. Todo gira en torno a la Palabra de Dios.
Así que en Hechos 2:41, dice “recibieron su palabra.” Cuando lea el capítulo de Hechos esta semana, vera los demás puntos; las personas están recibiendo la Palabra de Dios por la gracia de Dios. Esta Palabra que tenemos delante, iglesia, es un regalo de gracia. Esta es la revelación de Dios; la Palabra de Dios que nos lleva a una relación con Dios. Así que la recibimos como los bereanos de Hechos 17, y no sé si se acuerdan, pero dice, “recibieron la palabra con toda solicitud.” Esa es la imagen: por la gracia de Dios, recibimos la Palabra de Dios, pero eso no es todo. Sí, por la gracia de Dios la recibimos, y entonces por la gracia de Dios, la reproducimos.
Queremos que esta revelación de Dios sea esparcida para que más y más personas vengan a una relación con Dios. Por eso es que preguntamos por aquí y hemos preguntado por los últimos cinco años, “¿Somos recibidores o somos reproductores?” Si se acuerda, esto nos lleva de vuelta a Sudan. Al entrar en la choza de barro en el centro del pueblo de Sudán, y estar sentado ahí junto a miembros de la iglesia y líderes de la iglesia en esta pequeña choza igual que como lo ve en la televisión o en una película, todo el tiempo, enseñándoles la Palabra, y difícilmente se podían ver sus caras. No es porque estaban durmiendo o soñando despiertos; es porque estaban escribiendo cada cosa que se decía. Al llegar al final de ese tiempo, se acercaban, y decían, “Pastor, sabemos que tenemos la responsabilidad de llevar todo esto que nos ha enseñado de la Palabra de Dios, traducirla a los lenguajes de nuestras tribus, y enseñarlas en nuestras tribus.” No están escuchando para recibir; están escuchando para reproducir.
Ahora, traiga eso a este escenario. Esta no es una pequeña choza, pero aquí estamos. Ahora, entiendo que tal vez haya algunos que duermen o sueñen despiertos aquí, pero incluso entre aquellos que están escuchando atentamente, incluso en la orilla de su asiento, pensando, “Bien, ¿Qué puedo sacar de esta Palabra esta mañana?” No está entendiendo cuál es el punto porque, si la finalidad es usted y su asiento, entonces estamos todavía envueltos en un cristianismo egocéntrico que gira en torno a nosotros. Esta Palabra que es enseñada nunca es para nosotros solamente; no se supone que sea recibida sólo por nosotros. Se supone que sea traducida a los diferentes contextos que están representados en esta habitación, pero el punto es, no queremos estar atrapados en el cristianismo egocéntrico; pierde completamente el enfoque. Queremos recibir la Palabra de Dios por Su gracia, y queremos reproducir la Palabra de Dios para Su gloria.
Algunos de Nosotros estamos Llamados a Enseñar la Palabra Formalmente
Ahora, una distinción importante. Algunos de ustedes pensaran en este punto, “Bien, escucho lo que dice, pero no soy realmente un maestro.” Algunos están pensando, “No tengo el don de enseñanza. Así que, ¿Cómo se supone que enseñe la Palabra?” Esa es una excelente pregunta, y nos conduce a la distinción que es muy importante de acuerdo con las Escrituras, y vemos esto por todo el libro de Hechos. Algunos de nosotros estamos llamados a enseñar la Palabra formalmente.
Incluso hay algunas posiciones como las que vemos en Hechos 6 donde enseñar en la iglesia es particularmente importante. Las Escrituras están diciendo, “Necesitamos convocar a otras personas, para que nosotros mismos nos dediquemos a la ministración de la Palabra devotamente; más tiempo intensamente en la Palabra que en lo demás en la iglesia.” Existe absolutamente una imagen como esa de la realidad de que algunos de nosotros estamos llamados a enseñar la Palabra formalmente; no todo el mundo está llamado a pararse o sentarse frente a un grupo de personas y a enseñar la Palabra en más de un estilo o formato de enseñanza.
A Todos Nosotros se nos Manda a Enseñar la Palabra Relacionalmente
A todos nosotros se nos manda a enseñar la Palabra relacionalmente, lo que significa que la intención de Dios es que todos nosotros en Cristo, y la Gran Comisión manda a cada uno de nosotros a involucrarnos en enseñar a las personas a obedecer todo lo que Cristo nos ha mandado.
Esto no requiere el don de enseñanza o una posición de enseñanza. Incluso no requiere un ambiente como el que normalmente consideraríamos a la hora de enseñar. Tan pronto como pensamos en enseñar la Biblia, nuestras mentes como que se van a un escenario como el de un salón de clases, o un formato de enseñanza similar, pero si usted profundiza y ve el ministerio de Jesús, usted no ve salones de clase; ciertamente, usted ve ciertos puntos donde Él le habla a multitudes, pero usted ve que algunas de sus enseñanzas más importantes eran cuando caminaba junto al camino con sus discípulos. Eso es lo que vemos en el libro de Hechos. No hay una universidad o seminario aquí. En vez de eso, usted ve al pueblo de Dios enseñando la Palabra uno al otro donde sea que podían. Ellos lo hacen en sus casas o comunidades mientras caminan por el camino.
Es como Deuteronomio 6 volviendo a la vida cuando dice, “Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.” Padres y madres: piense cómo les está enseñando a sus hijos a comer o ir al baño, o cuando les enseña a leer o hacer deportes. La mayor parte de eso no es hecho en el contexto de un salón de clases; es hecho en un contexto de su relación con ellos. Entonces, en el contexto de su relación con ellos, ¿Por qué relegar aquello que es más importante para ellos de conocer tan sólo a un salón de clases, o más aún, a tan solo un tiempo donde están con otra persona en vez de usted? No, la cosa más importante que usted podría hacer es verter la eterna Palabra de Dios en ellos en el contexto de su relación con ellos. Esto es más importante que enseñarles a comer, más importante que enseñarles a ir al baño, y ciertamente más importante que enseñarles a hacer deportes. Debe de saturar sus conversaciones con la Palabra. ¿No puede lo mismo aplicar a un esposo o esposa, o a un amigo o compañero de trabajo?
Ahora, vemos que el evangelio, esta Palabra, no está destinada para ser difundida solo en ciertos momentos y en ciertos lugares. Perdemos totalmente el punto del discipulado cuando lo limitamos a una hora a la semana en la iglesia. Pierde totalmente el punto. Esta Palabra está destinada a ser difundida en el contexto de nuestras relaciones unos con otros, cuando nos reunimos con otras personas.
Quiero que pensemos en eso. Cuando usted escucha “enseñando la Palabra” no quiero que piense, “Bien, está hablando sobre aquellos que enseñan en este establecimiento.” Lo vemos en el libro de Hechos, y ciertamente, eso es importante; algunos son llamados a enseñar la Palabra de manera formal, pero quiero que piense en la realidad de que a todos nosotros se nos manda a enseñar la Palabra de manera relacional. Entonces, con esa base, quiero que pensemos en lo que esta Palabra hace mientras la enseñamos; cuando piense en “enseñar” piense en “transmitir; compartirla con otros.”
La semana pasada, estaba en un aeropuerto sentado al lado de un hombre que está pasando por algunos problemas en su vida. Así que esta fue una oportunidad para yo animarlo, para levantarlo, compartir la Palabra con él, y, en un sentido, enseñarle. Ahora, no le dije, “Si tiene una Biblia, y espero que la tenga, saque sus notas, y verá esto y aquello aquí.” No fue esa clase de enseñanza, sino la clase de enseñanza de tener una conversación de cerca de 10 minutos con él para verter sobre él la Palabra.
Estaba comiendo con un amigo esta semana, que está pasando por una variedad de cosas. Entonces, esa es una oportunidad para hablar la Palabra en su vida. Eso es lo que estamos haciendo; estamos siempre buscando oportunidades, no para predicar y sermonearnos los unos a los otros, sino de estar siempre buscando oportunidades para saturar nuestras conversaciones con la Palabra, para ir por debajo de la superficie; no dejando nuestras conversaciones en el clima, los deportes, en cocina, novedades y ropa, no es que eso sea malo; el clima es bueno, pero hay un nivel más profundo aquí donde la Palabra nos lleva. Cuando llegamos a la Palabra, esto es lo que ocurre.
Enseñar la Palabra
Primero, esta Palabra salva. Ahora, ya hemos hablado sobre esto un poco cuando hablamos sobre compartir la Palabra, pero solo quiero que piense rápidamente sobre esta imagen inicial. Regrese a Hechos, capítulo 2 donde la Palabra es, por primera vez, enseñada luego de que viene el Espíritu. Escuche lo que pasó; esta Palabra salva.
¿Cómo salva? Bueno, primero, la Palabra de Dios despierta convicción. Cuando usted habla esta Palabra a la vida de los demás, despierta convicción. Pedro predica la Palabra, en Hechos 2:37 dice, “Al oír esto…” o sea, la Palabra, “se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?” Se compungieron de corazón, y recuerde Hebreos 4:12, “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.”
Efesios 6:17 dice que esta Palabra es “la espada del Espíritu.” Tengo que mostrarle esto. Estuve en la India, y cuando estuve allí, estuvimos trabajando con uno de nuestros colaboradores del ministerio allá. Este es un grupo con el cuál muchos de ustedes han ido a trabajar en la India, que hace ministerios en barrios pobres, en medio de áreas perseguidas y comunidades rurales con las cuales colaboramos para implantar iglesias alrededor de toda la India. Muchos de ustedes han ido a trabajar con este colaborador del ministerio en la India y han enseñado la Palabra en diferentes células en hogares. Así que, cuando llegamos al final de nuestro tiempo, ellos dijeron, “Queremos darle un regalo.” Lo que dijeron fue, “Lo que más nos gusta de usted y de las personas de su iglesia es que siempre vienen a la India con la Palabra.” Ellos dijeron, “Aquí tienen una espada.” No soy bueno con las espadas. Es una espada India, y es una espada de doble filo. Dijeron también, “Esto es lo que pensamos cuando pensamos en su iglesia.” No sé si eso es bueno, pero pienso que es bueno.
Esta es la imagen: ¿Qué es lo que debemos llevar a la India? ¿Nuestro pensar, nuestras ideas, o nuestras opiniones? No, lo que debemos llevar a la India es la espada del Espíritu, la Palabra de Dios que solo a lo largo del año pasado ha despertado convicción en muchos corazones de personas y les ha llevado a la salvación por primera vez. Eso es lo que llevamos, y es por eso que vamos. Imagínese a usted mismo con esto.
Bien, ¿Qué ocurre cuando la Palabra es hablada? Aquí está: las personas se dan cuenta de la gravedad de su necesidad; eso es lo que ocurre. Se dan cuenta, “Hemos crucificado al Mesías. ¿Qué haremos?” Las personas se dan cuenta de la gravedad de su necesidad, y se dan cuenta de la grandeza de la provisión de Dios. “Sí, han crucificado al Mesías. Sí, han pecado ante un Dios Santo, pero…” Mire al siguiente versículo, “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” ¿Escucha esa provisión? El Dios Santo en las alturas le perdonará todos sus pecados, y le llenará con Su presencia misma y traerá Su vida a usted. Hemos estado hablando de esto, entonces, ¿Qué hace la Palabra? Despierta convicción y logra la conversión.
En la respuesta de Pedro, él dice, “Arrepentíos. Convertíos.” Las personas se arrepienten de su pecado y de sí mismos cuando se habla esta Palabra; las personas se arrepienten de su pecado y de sí mismos. De eso se trata la conversión. Cuando se habla esta Palabra, comenzamos a ver nuestro pecado de la forma en que Dios ve nuestro pecado. Comenzamos a odiar nuestro pecado y queremos arrepentirnos. Entonces, ¿Qué hemos dicho? Hay dos palabras que he usado a lo largo del libro de Hechos cuando la invitación evangélica es dada: arrepiéntete y cree. La fe: las personas confían en Jesús como Salvador y Señor.
Esto es lo que hace la Palabra, e incluso usted escucha esto, y no es cristiano. Tal vez usted ha venido aquí por una variedad de razones o con diferentes personas, y nunca se ha convertido en seguidor de Cristo. Si ese es el caso, quisiera que usted sepa, más que nada el día de hoy, que hay un Dios santo, bueno y amoroso. Todos hemos pecado en contra de Él; en nuestros corazones, nos hemos desviado hacia nosotros mismos en vez de a Él; nos hemos apartado de Él a nuestras propias maneras.
La pena por eso, el pago por eso, lo que merecemos por eso de parte de un Dios infinitamente santo y justo es la muerte eterna. Sin embargo, Dios ha enviado a Su Hijo, y Él ha muerto en una cruz por nuestros pecados. Jesús ha pagado el precio de su pecado, y ha muerto y se ha levantado de la tumba y ha conquistado el pecado y la muerte y la tumba, para que todos confiemos en Cristo y lo que Jesús ha hecho y en quien Jesús es. Él es el Salvador y el Señor. Será reconciliado con Dios por siempre; sus pecados serán totalmente perdonados, y comenzará una relación con Dios que durará por siempre y para siempre. Se moverá de muerte eterna a vida eterna. Eso es lo que está Palabra produce. He estado esperando en oración que incluso, ahora en este momento, podría producir esa clase de vida en las personas.
Esta Palabra Satisface y Santifica
Lo primero es que esta Palabra salva, segundo, esta Palabra satisface y santifica. Este es el trato. Vaya a Hechos 13. Sabe, la Biblia dice que la Palabra de Dios es más valiosa que el oro, que el oro más puro. Es más dulce y más satisfactoria que la más fina de las comidas, así que cuando piense en enseñar esta Palabra, en pasar esta Palabra en sus conversaciones diarias con sus hijos, su esposa, su esposo, sus padres, amigos, compañeros de trabajo, y vecinos imagíneselo, casi como si usted estuviera entregando dinero, excepto que es mejor que el dinero, y es más dulce que la más fina de las comidas. Es como compartir una buena comida con alguien más. Esto es bueno.
Crea hambre como la buena comida. Usted la prueba, y quiere más. Quiero que vea esto. Hechos 13:7. Aquí es donde Pablo y Bernabé acaban de ir a Chipre, y el versículo 7 empieza hablando sobre el procónsul, “…que estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la palabra de Dios.” Quiero que note el deseo aquí. Él quiere oír, así que Pablo y Bernabé van hacia él. Este es un gobernante romano queriendo y deseando oír la Palabra. Baje hasta el versículo 12, ¿Qué pasa? “Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina del Señor.” ¿Ve como esta Palabra, “la doctrina del Señor,” produce hambre y deseo en este gobernante? Luego, vemos a Pablo y Bernabé hablándoles a los judíos.
Vaya al versículo 42; les están hablando a multitudes judías en la sinagoga y escuche el versículo 42. Dice, “Cuando salieron ellos…” estuvieron hablando. Dice que las personas “les rogaron que el siguiente día de reposo les hablasen de estas cosas.” “Vengan y dígannos más sobre la Palabra.” Les rogaron. En el versículo 43, dice, “Y despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablándoles, les persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios.” Luego, en el versículo 44, dice, “El siguiente día de reposo se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios.”
¿Ve lo que hace la enseñanza de la Palabra? Es hambre y deseo emocionante mejor que la comida o el dinero. Entonces, esos son los judíos, y luego pasamos a los gentiles, Pablo comienza a predicar, y ahora los gentiles están escuchando. Dice en el versículo 48, “Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban…” –vea el gozo aquí- “…y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna. Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia.” ¿No es esa una grandiosa imagen la de Hechos 13?
Comienza con este gobernante. Él dice, “Yo quiero oírla,” y la oye, y cree, y se asombra con la enseñanza de la Palabra. Luego, los judíos la oyen, y dicen, “Queremos más.” Toda la ciudad se reúne para escucharla, y luego los gentiles se ponen al tanto; se regocijan mientras oyen la Palabra del Señor, y la Palabra del Señor se difunde por toda la región. Esa es la imagen de satisfacción.
Bien, ¿Cómo satisface la Palabra de Dios? Bueno, la Palabra de Dios les muestra a las personas la gloria de Cristo. Esa es la imagen, y es lo que ocurre en Hechos 13. Las personas viendo por primera vez, a Cristo el Salvador y Señor, y responden con gozo, y glorifican a Dios y adorándole gracias a la Palabra, y la imagen de Dios y de Cristo que ellos han visto en la Palabra. Todo eso es la Palabra haciendo esta obra.
Sin embargo, la imagen es que la Palabra trae satisfacción, ya que vemos la gloria de Cristo en la Palabra. Sabe, una de las cosas en las que he estado pensando a lo largo de estas líneas es que quiero animarle en cuanto a, especialmente, cuando se trata de hacer discípulos o del discipulado es que nos encontraremos relacionándonos con personas que están pasando por momentos difíciles. La Palabra es una roca sobre la cual se asientan las personas que se encuentran pasando por momentos difíciles.
Estaba orando esta semana y pensando, no pude evitar pensar que hay una variedad de cosas que están ocurriendo, incluso en nuestra familia de la fe ahora mismo. Hay personas que están pasando o batallando con el cáncer, o algunos que han perdido a su hijo. El viernes, uno de los pastores de nuestra familia de la fe estaba en cuidados intensivos luego de una cirugía mayor esta semana. Otro de nuestros pastores por el cual hemos estado orando tiene un tumor. En todas estas imágenes, nos alimentamos unos con otros de la Palabra. Estaba junto a la cama de hospital de uno de nuestros pastores, y no me pongo a hablar sobre el clima con él. Le digo, “Dios es nuestra fortaleza en las debilidades, y él está presente contigo y es nuestra siempre presente ayuda en los problemas. Él es tu refugio.”
Estuve hablando con otro hermano esta semana que tiene que tomar algunas decisiones difíciles y para decirle, “Así es como tal vez la Palabra te puede servir en esto.” Esto es lo que hacemos, y la Palabra trae satisfacción y sustento en medio del sufrimiento, así que levantemos a las personas con la Palabra. Trae satisfacción y permite nuestra santificación. Dios nos muestra la gloria de Cristo, satisfacción; y luego Dios cambia a las personas a la imagen de Cristo. Ese es el punto de la Palabra.
Vayamos a Hechos 20:32. ¿Se acuerda de esto? Cuando Pablo estaba recordando lo que había hecho con la iglesia de Éfeso con los ancianos efesios en Hechos 20:32, quiero que escuche lo que él dice; cuando los deja, quiero que escuche con lo que les deja. Recuerde lo que Jesús dijo en Juan 17, y cuando estudiamos el hacer discípulos hace unos cuantos años atrás, vimos en Juan 17 que Jesús oro por sus discípulos y dijo al Padre, “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.” La forma en que somos santificados es a través de la Palabra. La santificación significa crecer a la imagen de Cristo; crecer en Su carácter, Su semejanza, y empezar a pensar como Cristo y vivir como Cristo y de eso trata la santificación.
Veamos a Hechos 20:32, Pablo les deja y les dice, “Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra…” – aquí está otra vez – “… la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados.” Que versículo tan grandioso. La Palabra nos levanta y nos da herencia con todos los que están siendo conforme a la imagen de Cristo. Esta es la esencia de hacer discípulos; es nuestra propia vida, en las vida de otros, queremos crecer a la imagen de Cristo.
La Palabra hace esto, y ahora, es en este punto donde quiero señalar dos cosas que son particularmente aplicables e importantes aquí. Primero, hacer discípulos no es sobre compartir consejos útiles. Me refiero a lo siguiente. Algunas veces cuando las personas piensan en discipular, piensan en sentarse y leer buenos libros Cristianos juntos sobre este u otro tema, y eso es hacer discípulos. Quiero ser cuidadoso aquí porque no estoy diciendo que los libros cristianos sean malos. He incluso he escrito uno.
Así que no todos son malos, pero este es el trato. Esos libros sólo son buenos en la medida en que le apunten a la Biblia. Cuando se trata de hacer discípulos, lo que necesitamos no son los pensamientos de un pastor, o los pensamientos de esta persona o aquellas personas, no importa cuán sabios o inteligentes o quién pueda ser. Lo que necesitamos es la Palabra, y no es que eso no sea útil; pero lo que quiero decir es que no son necesarios. Si no tuviéramos libros cristianos y sólo este libro, tendríamos todo lo que necesitamos para crecer a la semejanza de Cristo. Esta Palabra es suficiente para esa tarea.
Lo que es peligroso es que a veces pensamos, “Bueno, sí, pero estoy pasando por muchas cosas en mi vida a las que esta Palabra no se dirige, por lo que necesito ayuda de otros libros, porque esta Palabra no dice mucho sobre ser padres de adolescentes. Los adolescentes no se mencionan.” Lo más cercano a eso que tenemos es a Eutico que se duerme, se cae y se muere. Y tenemos pequeñas imágenes aquí y allá, pero no hay un manual sobre ser padres de adolescentes. Uno no encuentra información sobre la recuperación después de un divorcio aquí.
Ese es un gran problema de todas las vidas que se encuentran en la iglesia. No hay mucho consejo en cuanto a padres solteros. No hay consejería sobre administración del dinero; no dice lo que uno debe hacer en cuanto al 401k (impuesto estadounidense) o inversiones con esto o aquello. No hay un paso a paso de cómo pasar por el cáncer en este libro.
Ahora, no significa que este libro no contiene algunas verdades y principios que nos apoyan en esas cosas, pero aquí es donde quiero que notemos que el propósito de este libro que nos fue dado y fue inspirado por Dios, no es el ser un manual para nuestras necesidades financieras o esta o la otra situación que enfrentamos en la vida del siglo 21. En vez de eso, el propósito de este libro es formarle a la imagen de Cristo, que es su mayor necesidad y mi mayor necesidad.
Pensemos en las dificultades de tener hijos adolescentes. Usted está pasando por eso, y si usted no es cuidadoso puede comenzar a pensar, “¿Por qué tengo que leer Habacuc? ¿Qué tiene eso que ver con tener hijos adolescentes? ¿La historia de un profeta de hace 2,500 años atrás para unos israelitas? ¿Por qué tendría yo que ver eso? ¿En qué me ayuda eso a mí cuando estoy pasando por este o aquel problema en cuanto a ser padre, o ser padre soltero, divorciado, o con cáncer o lo que sea?” Comenzamos a pensar mientras vemos eso, “¿Qué tiene esto o aquello que ver con eso?”
Este es el trato: Si está pasando por lo de ser padre, lo mejor que usted podría hacer por usted mismo y su hijo adolescente es darle a él o ella una madre o un padre que esté creciendo a la imagen de Cristo, y Habacuc ha sido ordenado y prometido y garantizado por Dios que le ayudará a crecer a la imagen de Cristo. Lo mejor que usted necesitara como padre soltero es estar caminando en el Espíritu de Cristo, con la sabiduría de Cristo, con el amor de Cristo sabiendo el sustento y la suficiencia y la satisfacción de Cristo.
Esta es la belleza: cuando la Palabra es enseñada, y usted está caminando conforme a la imagen de Cristo y el Espíritu de Cristo, y está viviendo y caminando con el Espíritu de Cristo, la belleza está en que el Espíritu toma esta Palabra y la aplica en su vida; El camina con usted en medio de esa situación de paternidad. En ese momento, cuando se encuentra solo y nadie más sabe por lo que está pasando, Él está contigo. Esta Palabra le lleva a una relación cada vez más profunda con Él, y esa es nuestra mayor necesidad. Así que sea cuidadoso al depender de otras cosas con no olvidarse de que lo que necesitamos es este libro en el discipulado. Nuestra mayor necesidad no son los pensamientos de hombres; nuestra mayor necesidad es la verdad de Dios. El discipulado no es sobre compartir consejos útiles tanto como que el hacer discípulos es comunicar la verdad bíblica, alimentarnos los unos a los otros con esta verdad.
El segundo punto que quiero enfatizar es que hacer discípulos no es sobre enseñar por el bien de la información. El hacer discípulos no trata sobre descargar más información. Hacer discípulos es sobre la enseñanza por el bien de la transformación. Jesús no dijo, “Id a todas las naciones, enseñándoles lo que les he mandado.” Él dice, “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado.” Esto no es un discipulado basado en el conocimiento, esto es un discipulado basado en la obediencia.
El Carácter de Cristo
Así que cuando pensamos en hacer discípulos, no solo estamos diciendo, “Bien, ¿Cómo puedo llevar más verdades bíblicas en la cabeza de otra persona?” Queremos decir, “¿Cómo puedo llevar más verdades bíblicas en las vidas de otros?” Piense en los círculos concéntricos que hemos discutido antes. Eso vendría siendo un recordatorio si ya ha estado aquí, pero quiero relacionarlo con lo de hacer discípulos. Justo dentro de ese círculo, esos círculos concéntricos, el más pequeño en el medio, ponga “carácter de Cristo” justo en el medio.
Quiero que piense en que esto es el centro de lo que significa ser cristiano. Una vez que alguien ha confiado en Cristo, el Espíritu de Cristo vive en ellos, y mientras más se estudia la Palabra en Habacuc, Levítico, Hechos, o donde sea, esta Palabra está prometida por Dios para formar el carácter de Cristo en el centro de lo que usted es. Entonces, el carácter de Cristo comienza a afectar todo lo exterior desde ahí. Es una transformación que ocurre de adentro hacia afuera.
En el siguiente circulo ponga “conciencia.” Esa es la forma en que pensamos, o nos sentimos o creemos. Y la realidad es que mientras más crecemos en Cristo, más comenzamos a pensar como Cristo. Mientras más diferente pensemos, y mientras más comencemos a querer lo que Cristo quiere, más comenzaremos a sentir lo que Cristo siente. Es conciencia; comienza a afectar la manera en que vemos el mundo a nuestro alrededor. Comenzamos a ver el mundo de una manera muy diferente, y cambia nuestros deseos.
En el tercer circulo afuera de ese ponga: “conducta.” Luego, afecta la forma en que actuamos. Nosotros siempre externamos lo que creemos. Siempre que pecamos, es porque creemos que es mejor para nosotros hacerlo que obedecer a Dios. Entonces, nuestro pecado en el centro no es tanto un problema de comportamiento, sino que en el centro, es un problema de creencia. Debemos cambiar el modo en que pensamos; lo que deseamos. ¿Qué produce eso? La Palabra de Dios; transforma el modo en que pensamos, la manera en que nos sentimos, y luego transforma la forma en que actuamos.
Entonces el cristianismo ya no es sobre obedecer a regañadientes. “Bien, ahora soy cristiano. Entonces tengo que hacer esto, y esto para salvar mi pellejo.” No, el cristianismo es sobre vivir una vida que es el desborde de Cristo y Sus deseos y Su mente y Su verdad en nosotros. Luego, todo eso nos lleva al último circulo de afuera la “iglesia.” Así como el carácter de Cristo crece en nosotros y cambia la forma en que pensamos, sentimos, creemos y actuamos en este mundo, entonces el mundo juzga quien Cristo es por lo que ven del carácter de Cristo en la iglesia.
Ahora, la razón por la que quería poner esos círculos ante ustedes es para que quisieran pensar en el contexto de sus relaciones con otros, especialmente con otros cristianos. Lo que queremos hacer es enseñar la Palabra. Queremos verter la Palabra en el centro, y luego, si nos oímos unos con otros diciendo cosas que no nos cuadran con la Palabra, entonces decimos cuidadosamente y gentilmente, “Oye, ¿Qué opinas de la Palabra en esta parte?” Comenzamos a ayudarnos mutuamente y a pensar más como Cristo.
Entonces vemos las vidas de cada uno, y si nos vamos, y esto no echa raíces en nuestra conducta y la forma en que estamos viviendo entonces nuestro ejercicio no tiene sentido cada domingo. Es lo que dice Santiago 1:23-24, “Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.” No tiene sentido; es inútil. Así que nos ayudamos unos con otros diciendo, “Oye, ¿Cómo se aplica esta Palabra en nuestras vidas?” Eso es lo que significa el hacer discípulos; ayudar a llevar a cabo el contexto de la Palabra en el contexto donde vivimos.
Esta Palabra Manda y se Esparce
Finalmente, esta Palabra manda y se esparce. Esta Palabra nos manda y se esparce en el mundo. En Hechos 19:20. Ahora mismo usted está en Hechos 20, pero vaya un capítulo a la izquierda y vea a Hechos 19:20. Hechos 19 es cuando Pablo estaba en Éfeso, y estaba hablando la Palabra, dice el versículo 10, “…todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús.” Gracias a eso, quiero que escuche lo que dice el versículo 20, “Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor.” Subraye si lo desea este versículo, y ponga esa imagen en su mente y su corazón.
¿Qué significa que crezca la Palabra de Dios? Qué frase tan interesante. “Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor.” Ese es el objetivo de hacer discípulos. Queremos que la Palabra crezca y prevalezca poderosamente.
Lo que no queremos es que esta Palabra se quede con nosotros en la iglesia solamente. Eso es lo último que queremos; que esta Palabra se quede aquí con nosotros. Vayamos de vuelta a lo de recibir y reproducir. El diseño de Dios es que nosotros recibamos, pero que también reproduzcamos esta Palabra. Él ha diseñado esta iglesia, este cuerpo de personas, no sólo para que la Palabra se infiltre en este edificio y en las mentes que se encuentran en este edificio, sino para que Su Palabra se infiltre en esta comunidad y esta ciudad y las naciones para Su gloria. Ese es el diseño de Dios. Su Palabra en nosotros siendo traducida en los diferentes contextos representados en todas partes.
Piense en el potencial de que esta Palabra se difunda y que no solo se quede dónde está. El potencial de que esta Palabra vaya a toda clase de comunidades en todo nuestro alrededor ahora mismo, esta semana, si reproducimos la Palabra. El potencial de que la Palabra de Dios sea difundida en contextos más allá de los nuestros es tremendo. No nos podemos imaginar como Dios hará la Palabra crecer y prevalecer poderosamente. Ciertamente, Su intención no es que esta Palabra termine con nuestro consumo. Al contrario, Su intención es que esta Palabra se difunda a través de la reproducción.
No queremos que esta Palabra se quede con nosotros en la iglesia solamente; queremos que esto se difunda a través de nosotros en el mundo. El potencial de que eso ocurra, incluso esta semana, es asombroso si todos nos ponemos a enseñar la Palabra. No estamos dando sermones, dando clases, sino que en el contexto de nuestras relaciones familiares, con amigos, compañeros de trabajo y extraños, saturar intencionalmente nuestras conversaciones con la Palabra de Dios. El potencial de que eso ocurra, incluso esta semana, es alucinante.