El sufrimiento es parte de la vida para la mayoría de las personas, sin embargo, cuando sufrimos, sentimos que estamos solos en nuestra experiencia. En este mensaje sobre 2 Corintios 1:3–11, el pastor David Platt nos enseña que los cristianos al sufrir, los cristianos deben encontrar consuelo en los demás cuando sufrimos. Al ejemplificar a Cristo, se nos recuerda que Dios va delante de nosotros y nos trae la victoria en nuestro sufrimiento.
- Experimentamos sufrimiento en Dios.
- Extendemos el consuelo de Dios.
- Nos regocijamos en la gloria de Dios.
Voy a invitarles a abrir conmigo 2da a los Corintios 1. Si lo necesitan, siéntanse libres de usar sus índices para encontrar 2da a los Corintios.
Una iglesia compuesta de muchas personas puede ser abrumadora. Si somos verdaderamente honestos, puede ser abrumadora. Recientemente recibí una carta de un caballero quien había estado trayendo a su familia para adorar en esta iglesia, y todo el propósito de la carta era, básicamente, decir: “Nunca quise involucrarme en una mega iglesia, y ahora, parece que Dios está guiando a mi familia a unirse a esta iglesia”. No sé si alguna vez usted lo ha pensado antes, pero si lo ha hecho, yo nunca he querido tener algo que ver con una mega iglesia, ¿está bien? Por tanto, todos estamos en el mismo plano aquí, y solo vamos a dejar que eso salga a relucir. Con esta cantidad de personas en la iglesia hoy, quiero decir, podemos sentirnos ahogados en la multitud. Algunas veces puede ser abrumador.
Usted comienza a pensar: “Yo estoy realmente necesitado y, ¿podré ser atendido en las necesidades que son tan reales en mi vida?” Es por esto que estoy convencido que la misión de la iglesia debe ser el centro; que hacer discípulos de todas las naciones debe estar en el centro de la iglesia, porque si no fuera así, entonces podemos perdernos independientemente del tamaño de la iglesia en que estemos. Existe la suposición que dice: “Bien, en una iglesia así de grande, no puedo desarrollar verdaderas relaciones interpersonales íntimas”. Sin embargo, en una iglesia mucho menor, puedo desarrollar relaciones interpersonales íntimas”. Pienso que ambas suposiciones están confundidas.
Pienso que es posible desarrollar relaciones interpersonales muy íntimas en una gran iglesia y no desarrollar esas clases de relaciones interpersonales en una iglesia pequeña, o viceversa. Pienso que todo depende de la misión de la iglesia. Es por eso que estamos hablando de grupos pequeños, en su relación con la misión de hacer discípulos de todas las naciones, porque cuando caminamos junto a otras personas en la misión de la iglesia, la misión de nuestras vidas, compartiendo vida juntos e impactando juntos al mundo para la gloria de Cristo, entonces tenemos el privilegio de compartir vida unos con los otros, donde todos valen y donde nadie es dejado fuera; donde cada una de las necesidades están representadas en nuestras vidas, y son atendidas.
Quiero decir, solo piénselo, incluso en el modo en que estructuramos las cosas el domingo en nuestra adoración juntos, ¿realmente lo que yo diga va a impactar a cada una de esas necesidades y a cada uno de esos problemas y a cada una de esas heridas en esta iglesia? Seré honesto. No soy tan bueno. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando comenzamos a reunirnos en grupos pequeños que conocen esas necesidades y conocen esas heridas y conocen esos cuidados y que realmente pueden ser parte de la ayuda?
Los Grupos Pequeños y el Sufrimiento…
Esta es la imagen que estamos buscando, especialmente mientras pensamos en los grupos pequeños y en el sufrimiento, y en el sufrimiento representado en las pruebas y heridas y batallas y dolor que encontramos a lo largo de esta vida. ¿Cómo encajan los grupos pequeños en ese contexto? Quiero que miremos el libro de 2da a los Corintios, porque es un libro muy importante. Vamos a leer aquí en 1ra a los Corintios 1 una especie de introducción pero, básicamente, déjenme darles un pequeño trasfondo que es inmenso para comprender este texto. Pablo había fundado la iglesia en Corinto. Había estado allí por un año y medio predicando la Palabra, enseñando la Palabra, edificando ese cuerpo, y luego se fue; y poco después de irse, comenzaron a experimentar algunos problemas reales y apareció una verdadera desunión en la iglesia.
Por tanto, envió a Timoteo para ver qué ocurría. Timoteo regresa y dice: “Las cosas están realmente mal”. Entonces, Pablo hace lo que él llama “una visita a Corinto llena de tristeza”. Va allá, y luego regresa y escribe lo que llama “una carta severa”. Esta es una carta que no tenemos, pero él escribe otra carta para ellos entre la 1ra y 2da carta a los Corintios, hablando básicamente de la desunión y de los problemas que están teniendo.
Luego, envía a su asociado, Tito, para que lleve esa carta, y Tito regresa e informa a Pablo: “Hey, las cosas están yendo mejor. Todo está bien”. Entonces, las cosas parecen ir un poco mejor, y él envía esta carta llamada 2da a los Corintios. Todavía hay un poco de tensión entre Pablo y la iglesia en Corinto, y el asunto es que Pablo ha pasado por algunos momentos difíciles, momentos muy difíciles y la iglesia de Corinto ha pasado por algunos momentos muy duros, muy duros. Como resultado, el tema predominante en esta carta es el consuelo de Dios y la exhortación de Dios que viene en medio de momentos difíciles.
Hay sesenta ocasiones diferentes en el Nuevo Testamento en que usted ve la palabra “consuelo” en el idioma original. Treinta de ellas están justo aquí, en este libro. Por tanto, la mitad del énfasis en el consuelo está toda en esta única carta. De hecho, vamos a leer los versículos 3 hasta el 11. Quiero que usted circule, especialmente en los versículos 3-7, cada vez que vea la palabra “consuelo” porque usted la verá una y otra vez. En estos primeros cinco versículos que vamos a leer, usted la verá diez veces.
Mire conmigo. En el versículo 3, Pablo dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en toda tribulación nuestra, para que nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios”. Solo una nota al margen aquí, al final del versículo 4, esa frase: “somos consolados por Dios”, es de hecho, otro uso de “consuelo”, y en realidad, literalmente dice: “hemos sido consolados por Dios”.
Entonces, hay otra ocurrencia en el versículo 5. “Porque así como los sufrimientos de Cristo son nuestros en abundancia, así también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo. Pero si somos atribulados, es para vuestro consuelo y salvación; o si somos consolados, es para vuestro consuelo, que obra al soportar las mismas aflicciones que nosotros también sufrimos. Y nuestra esperanza respecto de vosotros está firmemente establecida, sabiendo que como sois copartícipes de los sufrimientos, así también lo sois de la consolación”.
El versículo 8 dice:
Porque no queremos que ignoréis, hermanos, acerca de nuestra aflicción sufrida en Asia, porque fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, de modo que hasta perdimos la esperanza de salir con vida. De hecho, dentro de nosotros mismos ya teníamos la sentencia de muerte, a fin de que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos, el cual nos libró de tan gran peligro de muerte y nos librará, y en quien hemos puesto nuestra esperanza de que El aún nos ha de librar, cooperando también vosotros con nosotros con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don que nos ha sido impartido por medio de las oraciones de muchos.
Por tanto, ¿qué es esta imagen que Pablo presenta a la iglesia en Corinto, y qué tiene que ver con los grupos pequeños y las batallas y heridas y necesidades de nuestras vidas? Quiero que usted vea unas pocas verdades que son fundamentales, las que Pablo está estableciendo aquí como base para todo lo demás que vendrá en esta carta.
Nosotros experimentamos el sufrimiento en Dios.
La primera verdad es: Pablo dice que nosotros experimentamos el sufrimiento en Dios. Lo interesante es que yo sé que ya usted ha visto el consuelo mencionado una y otra vez, pero en esta parte, Pablo también hace el mismo énfasis sobre el sufrimiento. Es como un paralelo. Usted tiene que percibir este equilibro que pesa sobre ambos. Usted tiene al consuelo y al sufrimiento yendo y viniendo, yendo y viniendo.
Le animé a que circulara cada vez que viera la palabra consuelo. Regresemos y permítanme mostrarles algunos ejemplos de sufrimiento, angustia, y desesperación que son mencionados una y otra vez. Usted pudiera subrayar estos ejemplos, o hacer un cuadrado alrededor de ellos, o hacer algo que muestre el contraste entre los dos. Mire en el versículo 4: “…el cual nos consuela en toda tribulación nuestra…” Pudiera poner un recuadro, o subrayarlo. “… para que nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción…” Vemos al consuelo y a los problemas yendo y viniendo. Entonces, dice en el versículo 5: “Porque así como los sufrimientos de Cristo son nuestros en abundancia, así también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo”.
Luego, cuando usted desciende al final del versículo 6, ¿qué dice? Dice: “…que obra al soportar las mismas aflicciones que nosotros también sufrimos. Y nuestra esperanza respecto de vosotros está firmemente establecida, sabiendo que como sois copartícipes de los sufrimientos…” Ahí está de nuevo: “…así también lo sois de la consolación”. Usted llega al versículo 8, y dice: “Porque no queremos que ignoréis, hermanos, acerca de nuestra aflicción sufrida…” Allí está de nuevo: “…en Asia, Dice: “fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, de modo que hasta perdimos la esperanza de salir con vida”. Esa palabra, justo allí, literalmente significa: “No veíamos un modo de escapar”. Es una depresión hasta el punto de no tener salida. Hasta perdimos la esperanza de salir con vida. “De hecho, dentro de nosotros mismos ya teníamos la sentencia de muerte”. Más tarde, menciona, en el versículo 10: “peligro de muerte”.
De este modo, vemos este contraste entre el sufrimiento y el consuelo, entre el problema y el consuelo, entre la angustia, la desesperación, y el consuelo. Hay diez palabras que realmente significan sufrimiento en el idioma griego, y Pablo utiliza cinco de ellas una y otra vez en todo este libro. Por tanto, esta es la imagen. Pablo está expresando que él ha experimentado el sufrimiento. La iglesia en Corinto ha experimentado el sufrimiento. El sufrimiento es una realidad para quienes siguen a Dios. Ese es el testimonio de toda la Escritura.
Usted mira a Job, mira a Jeremías, mira a David, y a los hombres y mujeres en toda la Biblia que llegaron a un punto de sus vidas donde se hicieron preguntas como: “¿Por qué estoy sufriendo de esta manera? Dios ¿Por qué está ocurriendo esto?” Jeremías, básicamente, llega al punto en que dice: “Desearía nunca haber nacido”.
La Biblia no toma a la ligera el hecho de que el sufrimiento sea una realidad en el mundo caído del pecado. La desesperación es una realidad. El problema y la angustia son realidades. La Biblia nunca trata de restar importancia a esas realidades. Esto es muy claro. Existen todo tipo de razones por las que sufrimos. En un sentido supremo, el sufrimiento en el mundo es resultado del pecado, y sabemos que cuando pecamos, cuando desobedecemos a Dios, existe un sufrimiento que va paralelo con ello, porque estamos fallando en el diseño de Dios para nuestras vidas.
Sin embargo, ese no es realmente el tipo de sufrimiento que Pablo está mencionando aquí, porque dice que los sufrimientos de Cristo abundan sobre nuestras vidas, y Cristo nunca pecó. Él está hablando sobre el sufrimiento que experimentamos, no cuando desobedecemos a Dios, sino cuando obedecemos a Dios. ¿Alguna vez pensó en eso? En el diseño de Dios, experimentamos el sufrimiento, no solo cuando le desobedecemos, sino que experimentamos el sufrimiento cuando le obedecemos.
Sí, es un resultado del pecado como un todo, pero incluso cuando estamos buscando a Dios, vamos a experimentar el sufrimiento. Ahora, esto es clave. Ahora, solo como una nota al margen aquí, es clave que abracemos esta verdad con nuestros brazos, porque cuando Pablo habla sobre el sufrimiento, está hablando sobre el sufrimiento que ocurre cuando obedecemos a Dios, y vamos a hablar solo un poquito sobre cómo Dios usa nuestro sufrimiento para el beneficio de otros.
Sin embargo, no quiero que usted tenga la idea de que este es Pablo diciendo que: “Mientras más peque y sufra como resultado, mejor es para otras personas”. Digo eso, porque existe una teología allá afuera y he escuchado mucho sobre ella. Hay una teología allá afuera que dice que: “La persona que mejor me puede ayudar con un pecado específico es la persona que también ha batallado y cedido a ese pecado”. Quiero recordarles que eso es algo burdamente anti-bíblico, porque si ese fuera el caso, y usted llevara esta afirmación a su conclusión lógica, entonces eso significa que estaríamos mejor equipados para ayudarnos unos a otros con el pecado, ¿al hacer qué? Al pecar. Si ese fuera el caso, entonces Jesucristo sería absolutamente inútil para ayudarnos en nuestro pecado, porque Él nunca pecó. Por tanto, sabemos que eso no es cierto.
Esa no es la imagen que estamos recibiendo aquí. Estamos hablando sobre el sufrimiento que ocurre cuando buscamos a Dios. Es, en este punto, que tenemos que recordar el rol del sufrimiento en la estrategia y el plan de Dios. Piense en ello conmigo. He hecho esta pregunta antes. ¿Cómo ha mostrado Dios más claramente Su amor al mundo? Lo ha hecho mediante Su Siervo Sufriente, mediante el auto-sacrificio de Su Único Hijo. Esa fue Su estrategia. El sufrimiento era esencial en Su estrategia para mostrar más claramente Su amor al mundo, y no creo que Su estrategia haya cambiado.
Es por esto que Pablo dijo en Filipenses 3: “a fin de […participar] en sus padecimientos”. Esa es una declaración extraña. ¿Por qué alguien querría participar en los sufrimientos de Cristo? Cuando Pablo dice: “quiero participar en Sus sufrimientos, porque cuando lo hago, entonces muestro al mundo que nada y nadie en este mundo pueden compararse con el Tesoro que es Cristo, y si usted me quita a cualquier persona o a cualquier cosa en este mundo, mientras yo tenga a Cristo, tengo gozo. Tengo a mi Tesoro”. Él dijo: “Yo acepto el sufrimiento porque mi tesoro es Cristo, y a nada o nadie necesito en este mundo para traer satisfacción a mi corazón”.
Esa es la imagen del sufrimiento que vemos en toda la Escritura. Por tanto, la realidad es que, mientras Dios nos atrae individualmente a cada uno de nosotros como familia de fe en esta iglesia, mientras nos acerca a Sí mismo, y mientras nos entregamos más profundamente a esta misión, el sufrimiento será inevitable. Algunos de ustedes están pensando: “Pastor, esa no es una buena noticia”. Sin embargo, lo es. Es una buena noticia cuando usted se percata de las verdades que aparecen aquí en 2da a los Corintios 1.
Quiero que vea cómo, desde el mismo comienzo, Pablo nos muestra una imagen de Dios. Vemos a Dios a la luz de nuestro sufrimiento. Mire las características de Dios que son enfatizadas aquí. Primero que todo, Dios es soberano sobre todo el sufrimiento. “Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre…” Es una imagen de Uno que está en control, de Uno que tiene todo el poder, quien es infinitamente poderoso e infinitamente amoroso e infinitamente sabio, y Él es nuestro Padre con infinita misericordia. Este es el Dios quien está sobre todo sufrimiento. Nada ocurre fuera de Él.
No somos controlados por el destino ciego o la casualidad. Tampoco estamos controlando todo lo que ocurre en nuestras vidas. Hay un Dios soberano quien está en control, y no importa qué ocurra en nuestras vidas, no importa cuán confusa se vuelva, no importa cuán profunda sea la herida, siempre podemos mirar arriba y ver que nuestro Padre todavía está en el trono. Él no se sorprende por lo que ocurre. Él es soberano sobre todo sufrimiento.
La otra noche, mi esposa y yo rentamos un filme, y les contaré el contexto que nos llevó a ver este filme juntos. Habíamos estado viajando a un lugar, y estábamos hablando sobre un viaje misionero que haré pronto, y sobre algunos de los riesgos involucrados en ello, y llegamos a esta discusión que supongo que toda pareja casada tiene, creo. Si no, solo sígame la corriente, pero pienso que toda pareja casada tiene esta discusión de vez en cuando.
Comenzamos teniendo esta discusión de: “¿Qué debieras hacer tú si algo me ocurriera a mí?” Ella está diciendo, básicamente: “¿Qué debiera hacer yo si algo te ocurriera, y ya no estuvieras más aquí?” Comenzó preguntándome: “¿Qué harías tú, si ya yo no estuviera aquí?” Detesto esa conversación. ¿Ha tenido usted esa conversación? No la tenemos todas las noches ni algo así, pero cuando tenemos esa conversación, detesto esa conversación. Estoy pensando: “Sigamos adelante. Hablemos sobre algo más emocionante. Vayamos a un lugar feliz aquí, ¿está bien? No hablemos más sobre eso”.
Por tanto, ese era el entorno. Rentamos este filme, que de paso, era el que ella había escogido. Nos sentamos, y miramos este filme, y es una historia de amor sobre un esposo y una esposa, y al final del filme, todo iba genial entre ellos, y de repente, el esposo muere. El filme termina con él dejando a su esposa y a dos niños; y la última escena muestra a la esposa embarazada después que su esposo ha muerto. Así que miro a mi esposa embarazada sobre el sofá, y ella está llorando inconsolablemente . Qué filme tan horrible.
Esa no era una buena cita nocturna. Era una película horrible. Es por esto que era una película horrible: Era horrible porque en ella faltaba Dios. Toda la idea del filme era que somos controlados por el destino o la casualidad; y la única esperanza que tenemos es creer que hay algo mayor que nosotros allá afuera, sea lo que sea; y eso no es cierto. Damas y caballeros, eso no es cierto. Hay un Dios quien es nuestro Padre, quien es soberano, y Él está en control, y no importa lo que ocurra en nuestras vidas, no importa qué perdamos en nuestras vidas, siempre podemos mirar arriba y saber que Él se preocupa por nosotros, y Él está en control. Él es soberano sobre todo sufrimiento. Simplemente, no mire esa película. Es horrible; carece de Dios.
En fin, Él es soberano sobre todo sufrimiento. Él está familiarizado con todo sufrimiento. He aquí lo bello: Él es el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. No tenemos un Dios quien está lejos en la distancia del universo, en algún lugar que en nada se relaciona con lo que vivimos. Tenemos un Dios quien está, literalmente, con nosotros. Tomó una túnica de carne humana, y vino a esta tierra, y sufrió con nosotros. Fue objeto de burla, y fue golpeado; fue azotado, escupido, y clavado a una cruz. Él está familiarizado con nuestro sufrimiento. No hay una sola forma de sufrimiento con la que Él no esté familiarizado. Conoce la soledad. Conoce el letargo. Conoce la carga y el pecado del mundo. Conoce el dolor físico más allá de lo que usted y yo siquiera pudiéramos comenzar a imaginar.
Usted tiene un Dios que ve sus batallas, y escucha sus clamores y, más que eso, Él conoce cómo usted se siente. Usted no tiene un Dios en los cielos que no pueda simpatizar con su debilidad. Él está familiarizado con nuestras batallas y heridas y necesidades. Él está familiarizado con todo sufrimiento.
Él es soberano, está familiarizado con todo sufrimiento, y Él es la fuente de toda misericordia. Amo esta frase. Él es el Padre de misericordia, literalmente significa, el “originador de la misericordia”. Toda misericordia fluye de Él. Esa es la imagen que hemos recibido. Sobreabunda desde Él hacia nuestras vidas en nuestro punto de mayor necesidad. Esta semana pasada, nuestro Pastor Asociado en esta iglesia, vio a su papá fallecer, y yo estaba en el funeral, y recordé esas emociones y heridas y dolor en mi propia vida tres años antes cuando mi papá falleció, lo que, solo en un sentido, parece algo absolutamente reciente. Me senté allí y recordé también el gran sostén y la gran gracia y la gran fuerza que Dios provee en esos momentos para cada emoción y para cada herida y para cada dolor agudo que atraviesa nuestro corazón. Él es el originador de toda misericordia, y Él hace que ella fluya hacia nuestras vidas en los momentos de nuestra mayor necesidad.
Él es suficiente para todo consuelo. Mencioné que Pablo utiliza esta palabra treinta veces en 2da a los Corintios, y que la palabra “consuelo” significa, literalmente, venir a nuestro lado y ayudar. Es la misma palabra es usada por Jesús en Juan 14-16 para describir al Espíritu Santo. Él es el Consolador, y quien viene a nuestro lado y nos ayuda.
Sin embargo, amo esta imagen que Pablo nos muestra aquí, enfatizando cómo el consuelo de Dios es suficiente para cualquier cosa y para todo. Dice: “Dios de toda consolación, el cual nos consuela en toda tribulación nuestra, para que nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción”. La idea que Pablo transmite es que todo consuelo proviene de Dios, y absolutamente nada está más allá de Su consuelo. Siempre es suficiente.
Nuestros sufrimientos nunca sobrepasarán el consuelo de Dios. ¿No es eso una buena noticia? Nuestros sufrimientos nunca sobrepasarán el consuelo que Dios puede dar. Esta es la idea. Cuando experimentamos el sufrimiento, experimentamos el sufrimiento en Dios, en los brazos del Único que es Soberano, del Único que está familiarizado con todo el sufrimiento, y del Único que es la fuente de toda misericordia y de todo consuelo. No estoy diciendo que eso lo haga más fácil, y que caminemos por el sufrimiento como si nada fuera, sino que hay una Roca sobre la que nos podemos levantar en medio del sufrimiento, y una Roca absoluta que hace una diferencia revolucionaria en cómo vemos el sufrimiento con Dios.
Extendemos el consuelo de Dios
Nosotros experimentamos el sufrimiento en Dios y, por eso, en todo este pasaje Pablo dice que cuando experimenta el sufrimiento, experimenta el consuelo de Dios en modos que nunca habría tenido de otra manera. Por tanto, el sufrimiento es algo bueno, porque nos capacita para experimentar el consuelo de Dios en modos que nunca podríamos haber tenido tener antes. Sin embargo, el propósito del sufrimiento va incluso más allá. Al llevar el propósito del sufrimiento un paso más profundo, usted ve que nosotros experimentamos el sufrimiento en Dios para que podamos extender el consuelo a otros. Nosotros experimentamos el sufrimiento en Dios, y cuando experimentamos el sufrimiento, experimentamos Su consuelo, y el resultado es que ahora tenemos la capacidad y el equipamiento para extender el consuelo que hemos recibido de Dios hacia la vida de otras personas.
Eso es lo que él dice una y otra vez aquí. Pablo dice que el propósito del sufrimiento no solo se centra en él. El propósito del consuelo de Dios no solo se centra en él. Es también para otros. Él dice: “Somos consolados por el bien de otros”. Permítanme mostrarles esto. Mire los versículos 4, 5, y 6, uno tras otro, y este es el recordatorio, y esta es la esencia del discipulado. Ya no vivimos para nosotros mismos. Vivimos unos por los otros.
Escuche lo que dice en el versículo 4. Dice:” [Dios] el cual nos consuela en toda tribulación nuestra, para que…”. Esta es la cláusula de propósito: “¿Por qué te consuela Dios, Pablo?” “…para que nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios”. El propósito del consuelo de Dios es capacitarnos para consolar a otros. Versículo 5: “Porque así como los sufrimientos de Cristo son nuestros en abundancia, así también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo”. ¿Abunda a quién? Abunda en quienes nos rodean, para el bien de otros.
Entonces, dice en el versículo 6: “Pero si somos atribulados, es para vuestro consuelo y salvación…”. ¿Lo comprende? Si yo paso por momentos difíciles y heridas y dolores y angustias, es para consuelo y salvación de usted. Si somos consolados, es para el consuelo de ustedes, lo que produce en ustedes la perseverancia paciente de los mismos sufrimientos que padecemos.
Pablo lo dice una y otra vez en este libro. Usted va a 2da a los Corintios 11:22-28, y Pablo habla de todas las dificultades y de todo el dolor y todas las pruebas en que había estado. Cada vez que piense que está teniendo un día difícil, lea ese pasaje. Le hará sentirse mucho mejor.
Él ha estado en todo tipo de situaciones, pero lo que dice una y otra vez es: “Esto me sucede por amor de la iglesia. Yo acepto el sufrimiento”, dice Pablo “por amor a otros”. ¡Qué modo radicalmente diferente de vivir en nuestra cultura: aceptar el sufrimiento! Recuerde, este no es un sufrimiento porque estemos pecando, es un sufrimiento debido a que estamos siguiendo a Dios y aceptando el sufrimiento, porque nos capacita para ser un mejor canal de Dios para consolar a otros.
Esto es exactamente lo que dijo Jesús. ¿Recuerda cuando estaba teniendo esa conversación con Pedro en Lucas 22? Escuche lo que dijo. Dijo: “Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti para que tu fe no falle…” Escuche esto: “y tú, una vez que hayas regresado, fortalece a tus hermanos”. Jesús dice a Pedro: “Le he dado permiso a Satanás para zarandearte como al trigo, para que pases por pruebas, y tu fe no fallará, y como resultado, podrás fortalecer a tus hermanos en modos que nunca habrías imaginado”.
Es una gran escena que confronta directamente al individualismo. Es el tipo de individualismo que crece en la iglesia y que estoy seguro que hemos apoyado. Dice: “Todo se centra en mí. Yo sufriré solo, y el consuelo que reciba es para mí”. Incluso en la iglesia, cuando experimentamos el sufrimiento, la pregunta que siempre nos hacemos es: “¿Qué me está enseñando Dios en esta situación? ¿Qué me está mostrando Dios mediante esto?” Esa no es, para nada, una mala pregunta. Es una pregunta que necesitamos hacernos, pero no es la única pregunta que necesitamos hacernos. ¿Y si comenzáramos a preguntar: “¿Qué está haciendo Dios para permitirme enseñar a otros más efectivamente sobre quién es Él?? ¿Qué está haciendo Dios en mi vida, qué quiere demostrar a quienes me rodean y mientras atravieso este sufrimiento?” Ese es un modo radicalmente diferente de vivir, de aceptar el sufrimiento, porque nos convierte en un canal de Su consuelo.
¿Y si Dios nos consuela, no para hacernos sentir consolados, sino para convertirnos en confortadores? Piense en eso. ¿Y si Dios nos consuela, no para hacernos sentir consolados? Ese no es el fin del juego, Él nos consuela para volvernos confortadores de Su pueblo. Esta es la escena que estamos viendo aquí en 2da a los Corintios 1.
Somos consolados por el bien de los demás, para que podamos cuidar las heridas de los demás. Esa es la idea. Pablo está diciendo: “Puedo cuidar mejor de ustedes en Corinto, porque he pasado por momentos horribles”. Eso es lo que dijo. Mire, déjeme mostrarles esto: mire en 2da a los Corintios 7. Solo pase unas pocas páginas hacia la derecha, y llegará a 2da a los Corintios 7:5. Estaremos en el centro de una plática de Pablo sobre algunos de los sufrimientos que había experimentado. Ahora, quiero que vean esta escena. Es una gran escena.
Escuche 2da a los Corintios 7:5. Él está hablando sobre su sufrimiento. Dice: “Pues aun cuando llegamos a Macedonia, nuestro cuerpo no tuvo ningún reposo, sino que nos vimos atribulados por todos lados: por fuera, conflictos; por dentro, temores”. Entonces, él está batallando. Escuche esto: “Pero Dios, que consuela a los deprimidos, nos consoló con la llegada de Tito; y no sólo con su llegada, sino también con el consuelo con que él fue consolado en vosotros, haciéndonos saber vuestro gran afecto, vuestro llanto y vuestro celo por mí; de manera que me regocijé aún más”.
¿Lo comprende? Recuerde, Pablo envió a Tito a llevar consuelo a la iglesia en Corinto. “La iglesia en Corinto consoló a Tito”, dice Pablo. Ellos consolaron a Tito para que Pablo, en medio de esta gran angustia, fuera consolado por Tito. Es un gran círculo. Este círculo de consuelo está funcionando aquí. Esta es la idea. Sin embargo, esta debe ser la realidad de la iglesia, que Dios obre en mis sufrimientos para que abunde Su consuelo en la vida de ustedes, a fin de que el consuelo de ustedes abunde en mi vida. Esta es la imagen de la iglesia aquí; nosotros nos preocupamos por las heridas unos de otros.
Dios ha determinado que nadie camine solo en sus heridas. No hay una sola herida que Él haya querido que alguien, en esta familia de fe, sufra solo. Él ha diseñado todo esto para que cuidemos unos de las heridas de otros. Sin embargo, no solo debemos cuidar las heridas unos de otros, sino que, literalmente, Dios lo ha diseñado de modo que llevemos las cargas unos de otros.
Regrese a 2da a los Corintios 1:11. Esta es una gran palabra. Pablo habla sobre cómo Dios les librará, y dice: “cooperando también vosotros…” Ahora, esa palabra “cooperando”, es una palabra de diez letras que no transmite la belleza de la palabra que traduce. Acérquese para recibir una clase de griego por un momento. No solo es por diversión. Esta es una gran palabra. Es una palabra larga en el idioma griego que está compuesta por tres palabras griegas más pequeñas. Ahora, solo sígame aquí, ¿está bien? Hay tres palabras griegas que se unen en esta única palabra, y la primera es “con”, la segunda es “bajo”, y la tercera es “obra”. Por tanto, lo que usted tiene es una palabra que combina a “con” y a “bajo” y a “obra”.
Pienso que es una imagen increíble de la iglesia. Sígame aquí. Aquí nos está hablando de la “ayuda”, de personas quienes caminan con usted bajo las cargas de esta vida, obrando juntos en una misión. ¿No es una gran imagen de la iglesia? Estamos caminando unos con otros bajo las cargas de esta vida, y obrando juntos para una misión. Esa es la imagen aquí. Es por eso que en Gálatas 6:2 Pablo dijo: “Llevad los unos las cargas de los otros”. Ese es un mandamiento. Así es como llevamos los unos las cargas de los otros. Usted cumplirá la ley de Cristo. Nosotros llevamos unos las cargas de los otros.
Dios ha determinado que ni una de estas heridas, cargas, preocupaciones, o batallas sean llevadas solos. Tenemos la responsabilidad divina de tomar estas cargas que compartimos en toda esta iglesia. Este es el diseño de Dios en el sufrimiento y en Su consuelo, y es un recordatorio, en lo concerniente a la iglesia, somos una comunidad de quebrantados. Esta es la imagen aquí.
Usted llega al versículo 7 en 2da a los Corintios 1, y dice: “sabiendo que como sois copartícipes de los sufrimientos, así también lo sois de la consolación”. La palabra allí para “copartícipes” es la palabra “koinonea”. Literalmente, es traducida “comunión” en diferentes partes de hechos y en otros puntos de las Escrituras, pero aquí está hablando acerca de cómo tenemos estas cosas en común. Tenemos sufrimientos en común. Pudiéramos poner cara como si todo siempre estuviera bien, pero no hay uno solo de nosotros que no tenga necesidades y heridas y batallas en nuestras vidas. El sufrimiento está representado en toda esta iglesia.
Por tanto, nosotros compartimos en nuestros sufrimientos, pero la belleza de esto es que Dios ha diseñado al sufrimiento a fin de que compartamos en nuestro consuelo. De este modo, nosotros compartimos vida juntos. Es por esto que hablamos tanto sobre los grupos pequeños, porque estamos diseñados para compartir nuestras vidas unos con otros, y eso no ocurrirá con todas las demás personas. No podemos compartir este tipo de sufrimiento y este tipo de consuelo con cien personas o con cincuenta personas. ¿Cómo llegaremos al punto en que nos demos cuenta de lo que comprendió la iglesia del Nuevo Testamento: que llevamos las cargas unos de otros y que tenemos una profunda preocupación abnegada unos por los otros?
Nosotros no solo nos sentamos unos junto a otros en un salón una vez a la semana. No solo adoramos juntos o recibimos juntos clases de la Biblia. Caminamos juntos por esta vida, y experimentamos todo lo que esta vida tiene que ofrecernos juntos, y compartimos en el sufrimiento en medio de todo, y, como resultado, compartimos en el consuelo. Cuando una parte del cuerpo sufre, ¿qué dice Pablo en 2da a los Corintios 12:24-26? Cuando una parte del cuerpo sufre, cada parte sufre con él, y cuando una parte se regocija, cada parte se regocija con él. Este es el diseño de la iglesia. El cristianismo no es la comunicación aislada de los solos con los solos. El cristianismo es la comunión de los quebrantados, donde el amor de Dios penetra cada una de nuestras vidas y abunda en las vidas unos de los otros. Tenemos que cuidar esto en el modo en que hacemos la iglesia.
En una nota al margen, esta también es la razón por la que nosotros, en esta iglesia, estaremos apasionadamente involucrados con el apoyo de la iglesia perseguida en todo el mundo. Vergüenza venga sobre la iglesia si nuestros hermanos y hermanas quienes sufren en cadenas y celdas hoy no reciben el consuelo que abunda en nosotros. Dios ha determinado que este consuelo en nuestras vidas abunde hacia ellos, no que se quede en sillas agradablemente acolchonadas. La belleza de todo esto es que ellos han estado experimentado un gran sufrimiento. Y como resultado, han experimentado gran consuelo; y Dios ha determinado que su consuelo abunde en nuestras vidas. No hace falta caminar mucho tiempo por las villas devastadas por la guerra en Sudan para escucharles decir “Dios es más grande”, una y otra vez, lo que trae un consuelo radical a usted en las pruebas y batallas que está enfrentando. Esta es la imagen de la iglesia, y necesitamos aceptarla con todo lo que tenemos.
Nos exultamos en la gloria de Dios.
Nosotros experimentamos el sufrimiento en Dios, para que podamos extender el consuelo de Dios unos a otros. Somos consolados por el amor unos de otros. Todo gira alrededor de esta última verdad. Nos gloriamos en la gloria de Dios. Cuando estas dos verdades se vuelven realidad, ellas nos guían a ver y experimentar y disfrutar la gloria de Dios en modos que nunca antes habríamos podido hacerlo. Es por esto que fuimos diseñados así.
Cuando Pablo llega a los versículos 8 al 11, dice: “Porque no queremos que ignoréis, hermanos, acerca de nuestra aflicción sufrida en Asia”. No sabemos exactamente a qué aflicciones se refiere Pablo allí, lo que es algo irónico, porque dice que no quiere que lo ignoremos, pero entonces no nos informa. Sin embargo, él está pasando unos momentos muy difíciles en Asia y, basado en 2da a los Corintios 11:23-28, sabemos que esos momentos probablemente involucraron dolor físico, el ser golpeado, y la prisión. Aquí está el apóstol Pablo diciendo: “hasta perdimos la esperanza de salir con vida”. Estaba en lo más bajo de lo bajo.
Sin embargo, quiero que vean a qué nos lleva esta imagen de sufrimiento y consuelo que nos ha mostrado hasta ahora. Escuche su conclusión. Dice en medio del versículo 9: “[esto ocurrió] a fin de que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos”. Qué gran oración. “Experimenté golpes y prisión para que ya no confiara en mí mismo, sino en Dios quien resucita a los muertos”.
Eso suena muy inusual en nuestra cultura. Lo que Pablo está diciendo lo dice en su momento de más profundo sufrimiento, él sabía que Dios era su victoria, que el poder que resucitó a Cristo de entre los muertos es el poder que le consolaba en medio de su desesperación. Esa es la imagen. “Dios es nuestra victoria”, dice Pablo. No solo nuestra victoria, sino que Él es nuestro libertador. Él continúa y dice: “el cual nos libró de tan gran peligro de muerte y nos librará”. Aquí, Pablo expresa una gran confianza de que Dios libera, incluso en medio de la desesperación. Dios siempre libera. ¿”Siempre, pastor”? Sí, siempre.
Es aquí donde quiero llevarnos de vuelta a Hechos 12. ¿Recuerda a Pedro y a Jacobo, ambos en prisión? Pedro escapa milagrosamente de la prisión mediante un ángel que le ayuda a salir. Jacobo es decapitado en prisión. ¿De qué va todo esto? ¿Fue Pedro liberado y Santiago no? Ciertamente no. Cuando Santiago fue decapitado, no fue ahí que terminó su vida. Fue entonces que comenzó su vida, porque hay un Dios que resucita a los muertos, quien ha conquistado a la muerte y al pecado y a la tumba. Ese no era un gran problema para Santiago. Él tenía por delante una eternidad con la gloria de Dios.
Algunas veces, Dios nos libera de las pruebas. Algunas veces, Dios nos libera en medio de las pruebas, pero Dios siempre libera. Él es nuestra victoria, Él es nuestro liberador, y Él es nuestra esperanza. Escuche lo que Pablo dice. Dice: “y en quien hemos puesto nuestra esperanza de que El aún nos ha de librar…” Esto no solo era el deseo de que quizás las cosas fueran a funcionar al final. Pablo tenía una firme esperanza de que Dios tenía un propósito en el sufrimiento, incluso en las cuestiones más difíciles que esta vida le trajera; y esta es la imagen de tapa a tapa en las Escrituras.
En Génesis 50 dice: “Lo que el mundo quiso para mal, Dios lo usó para bien”. Su esperanza era el hecho de que Dios tiene un propósito en medio de los momentos más oscuros en nuestras vidas, y es aquí donde todo este pasaje se resume. ¿Qué es la esperanza? La esperanza es esta: La esperanza es que Dios usa el sufrimiento para nuestro bien, que Dios usa el sufrimiento, en Su infinita sabiduría, para mostrarse a Sí mismo ante nosotros, en modos que nunca podríamos haber visto de otra manera.
No diré que esta sea una verdad fácil de aceptar, pero es bíblica y está en toda la Escritura. Malcom Muggeridge lo dice mejor. Dijo:
Contrario a lo que pudiera esperarse, recuerdo las experiencias que antes parecieron especialmente desoladoras y dolorosas. Recuerdo esas experiencias con especial satisfacción. De hecho, puedo decir con total sinceridad, que todo lo que he aprendido en mis 75 años en este mundo, todo lo que realmente ha potenciado e iluminado mi existencia, ha sido mediante la aflicción y no mediante la felicidad.
¿No está usted agradecido de que tengamos un Dios que toma los momentos más difíciles en nuestras vidas y los vuelve en lo que más atesoramos de Él, y que con ellos descubramos para qué nos ha creado Él?
Dios usa el sufrimiento para nuestro bien y Su consuelo abunda en nosotros. No solo es para nuestro bien, sino que Él usa el sufrimiento por el bien de otros. Su propósito en el sufrimiento es capacitarnos para consolar a otros, que cuando compartamos en el sufrimiento, también compartamos en el consuelo, y es por eso que vamos a hacer grupos pequeños, y que vamos a entregarnos a los grupos pequeños: porque cada una de esas necesidades y cada una de esas heridas y cada una de esas batallas son importantes. Hay familias que necesitan cuidado y apoyo, y hay matrimonios que necesitan apoyo, y personas que necesitan ayuda y apoyo. Todos tenemos cargas que Dios nunca quiso que lleváramos solos. Debemos prestar atención.
Pienso que tenemos una tendencia en la iglesia a llevar esto a uno u otro extremo. En un extremo, tenemos una tendencia; cuando pasamos momentos difíciles, y pruebas, tenemos una tendencia a cerrarnos. Quiero decirlo con tanta sensibilidad como sea posible. Tenemos una tendencia a comenzar a sumergirnos en la autocompasión y en este individualismo aislado que Dios nunca determinó que tuviéramos. No estoy, en modo alguno, tratando de minimizar la herida, pero estoy diciendo esto: Si tratamos de caminar solos en medio del sufrimiento, perderemos toda la intención del diseño de Dios en nuestras circunstancias.
Por otro lado, me percato plenamente de que en esta iglesia hay muchos de nosotros quienes han compartido sufrimientos y heridas en la iglesia, y el resultado ha sido que hemos sido aun más heridos. Estoy suponiendo que hay historias como esa en esta iglesia. Yo, en modo alguno, quiero minimizar esas heridas, pero, al mismo tiempo, sí quiero decir que no podemos tomar eso y retirarnos hacia el individualismo aislado aquí. Tenemos que reunirnos y ver esta imagen de la iglesia compartiendo en el sufrimiento y compartiendo en el consuelo unos con otros. Eso es lo que buscamos cuando hablamos de grupos pequeños, porque esta es la clase de comunidad que Dios quiere que todos tengamos.
Sufrimos unos por el bien de otros. Dios usa el sufrimiento por el bien de otros, y entonces, finalmente, Dios usa el sufrimiento por Su propio bien. Esta es la esperanza de Pablo, que cuando Dios nos consuela en nuestro sufrimiento, y es capaz de derramar ese consuelo en la vida de otra persona, el resultado es que esa persona encuentra gran consuelo en Dios y da gran gloria a Dios. Es por eso que participaré en grupos pequeños. Es por eso que compartiremos vida juntos como muestra 2da a los Corintios 1: porque queremos que personas en toda esta ciudad y en todas las naciones conozcan que el consuelo de Dios es grande, y queremos que ese consuelo fluya hacia nuestras vidas, para que ellos vean Su gran gloria. No estoy, en modo alguno, diciendo que estas verdades sean fáciles de recibir en nuestras mentes y corazones o que sean fáciles de ser aceptadas; sin embargo, quiero que usted piense conmigo en cómo la cruz ejemplifica, enfatiza, y demuestra esta imagen.
Jesús, el Hijo de Dios, Dios en carne, quien nunca pecó, experimentó el sufrimiento en una cruz para -alabe Su nombre-, poder extendernos a todos el consuelo eterno de Dios. Él sufrió por nuestro bien, para que, 2000 años después, pudiéramos sentarnos en este salón, y pudiéramos darle gran gloria a partir del consuelo que ha dado a nuestras vidas. La cruz es la imagen donde todo cobra sentido, por tanto, por la cruz, levantémonos como la iglesia y seamos la iglesia unos por los otros y unos con los otros. Haznos una comunidad, Dios, que cuide profundamente unos por las necesidades de otros, que cuide profundamente las necesidades de esta ciudad y de todas las naciones, y hazlo de tal modo que Tú recibas la gloria por el gran consuelo que abunda en nuestras vidas.
No podemos conformarnos con sentarnos en un servicio de adoración y seguir llamándolo iglesia. Ni siquiera podemos conformarnos con hacerlo e ir una clase bíblica y tachar una tarea realizada. Esta no es la idea en el Nuevo Testamento. La idea es que somos una comunidad de fe, y que compartimos vida juntos. Caminamos en medio de estas cargas y de estas heridas y de estas batallas juntos, y nos cuidamos unos a otros, y cuidamos unos las cargas de otros y, como resultado, Dios recibe gran gloria en Su iglesia.
Entonces, ¿qué hacemos ahora?
Quiero retarnos. Mi reto para cada asistente que viene a adorar, en cualquier iglesia a la que usted asista es que se involucre caminando y compartiendo vida con el grupo pequeño de creyentes allí. Solo quiero que oremos para que Dios nos convierta en una comunidad que se preocupa profundamente unos por otros. Quiero que reflejemos el hecho de que Dios nos ha diseñado a cada uno para llevar estas cargas con otras personas. Este es el diseño de Dios para las relaciones interpersonales en la iglesia, y quiero que oremos para que Dios nos haga una comunidad al estilo de 2da a los Corintios 1, donde compartimos y sufrimos juntos y, como resultado, compartimos este consuelo juntos.