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Cómo compartir el evangelio con alguien que lucha con la adicción

Cuando lo conocí, me dijo que no creía en Dios. Y si Dios existía, mi amigo lo odiaba. ¿Cómo podría haber algún diseño divino detrás de todo el sufrimiento en su vida? Además, la mayoría de los cristianos que conocía eran falsos, ingenuos y tontos, escondiéndose detrás del dogma y una escrupulosa imagen de respetabilidad.

Algo había cambiado cuando hablé con él por teléfono el año pasado. Las cosas iban bien. Mayormente sobrio1, estaba dando pasos de crecimiento significativo en su vida. “Cuando miro hacia el océano por la noche”, confesó un poco avergonzado, “no puedo evitar orar. Espero que Dios escuche”.

Comencé a trabajar como consejero de abuso de sustancias hace casi una década en un centro de rehabilitación para pacientes internos. También soy ministro del evangelio, sirvo como anciano y predicador en una pequeña iglesia local en las Islas Feroe. He conocido a cientos de personas que luchan contra la adicción, he escuchado sus historias, ofreciéndoles consejo y mostrando compasión mientras intentan reconstruir sus vidas.

El evangelio es para todos

Los adictos son personas como cualquier otra. Como tal, necesitan el evangelio como todos los demás. Todos han pecado y están privados de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Solo pueden ser justificados por el don de su gracia, a través de la redención lograda por Cristo Jesús. Sin el evangelio, no hay esperanza para nadie, ni en la vida ni en la muerte.

Los adictos son personas como cualquier otra. Como tal, necesitan el evangelio como todos los demás.

En cierto sentido, no existe tal cosa como un adicto. Algunas personas luchan con la adicción. Y aunque esa lucha siempre es disruptiva y potencialmente destructiva, tanto para el individuo como para su familia y comunidad, ninguna persona creada a imagen de Dios debería ser reducida a su lucha. La adicción no hace distinciones.

Cualquier persona puede volverse adicta. Las personas pueden nacer con trastornos del neurodesarrollo, como el TDAH, y pueden pasar por experiencias adversas en la infancia2 y traumas. Estos aumentan la probabilidad de abuso de sustancias y el desarrollo de una adicción. Pero en mi trabajo, he conocido personas de todos los ámbitos de la vida: algunos han alcanzado los peldaños más altos de la sociedad, mientras que otros han caído al fondo. La mayoría, sin embargo, ha estado en algún lugar intermedio, personas regulares tratando de sobrevivir de la mejor manera que pueden.

Si quieres compartir el evangelio con alguien que está luchando contra la adicción, necesitas tener esto en cuenta. El evangelio es el mismo para todos, pero no hay una forma única de comunicarlo. Ama a la persona frente a ti y descubre quién es. Escucha su historia. Intenta ver más allá de los mecanismos de defensa, pero no creas que conoces a alguien mejor de lo que ellos mismos se conocen. Todos luchan. Esa es la realidad para las personas pecadoras que viven en un mundo caído. Para muchos, la adicción es parte de esa lucha.

Preparate para un maratón, no para una prueba de velocidad

Algunos investigadores ven la adicción como un “aprendizaje maladaptativo”3, donde los centros normales de aprendizaje y placer del cerebro son secuestrados por superestímulos. Un autor además argumenta que vivimos en una era de adicción4, donde la ciencia y la tecnología han desarrollado versiones cada vez más refinadas de dichos superestímulos, y el “capitalismo límbico”5 puede obtener ganancias a partir de la relativa impotencia humana ante estas tentaciones.

Mantente dispuesto a dar la milla extra, pero cuidate a ti mismo y a tu familia manteniendo límites saludables.

La presión por ceder y escapar del sufrimiento de la vida viene tanto desde adentro como desde afuera y puede sentirse abrumadora. El alcohol y las drogas son tentaciones en este sentido, pero también lo son la comida procesada, la pornografía, la promiscuidad, el juego y las redes sociales. La lucha contra el abuso de sustancias y la adicción es diferente en grado, no en tipo.

Prepárate para un largo recorrido. Las adicciones pueden ser muy difíciles de superar. Algunos experimentan sanidad instantánea, pero para la mayoría se requiere un trabajo duro y persistente. La sobriedad es solo el primer paso. Luego viene el arduo trabajo de filtrar entre todos los escombros, determinando qué desechar y qué conservar.

Si quieres compartir con éxito el evangelio con alguien que está luchando contra la adicción, debes ser fiel y confiable. Mantente dispuesto a dar la milla extra, pero cuidate a ti mismo y a tu familia manteniendo límites saludables. Preparate para un maratón, no una prueba de velocidad.

Responde preguntas, pero recuerda que las acciones hablan más que las palabras. Ora por ellos todos los días. Y recuerda siempre que la salvación es obra de Dios. Nosotros plantamos y regamos, pero como dice Pablo, es Dios quien da el crecimiento (1 Corintios 3:6–11). Dios está obrando. Deja que esta promesa te quite la presión de encima, liberándote para servir en amor, independientemente de los resultados iniciales o finales.


  1. Fisher, Laura. What Does It Mean to Be ‘California Sober’ and Is It Right for You? (¿Qué significa estar ‘Sobrio como en California’ y es adecuado para ti?, inglés)
  2. Centers for Disease Control and Prevention. Adverse Childhood Experiences (ACEs) (Experiencias Adversas en la Infancia, inglés)
  3. Wiley Online Library. Addiction as Maladaptive Learning, with a Focus on Habit Learning (Adicción como aprendizaje maladaptativo, con un enfoque en el aprendizaje de hábitos, inglés)
  4. Courtwright, David. The Age of Addiction: How Bad Habits Became Big Business (La era de la adicción: Cómo los malos hábitos se convirtieron en grandes negocios, inglés)
  5. Illing, Sean. Capitalism is turning us into addicts (El capitalismo nos está convirtiendo en adictos, inglés)
Arni Zachariassen

Arni Zachariassen es pastor de enseñanza en la Iglesia de los Hermanos de Filadelfia en Gøta, Islas Feroe. Es miembro del consejo de TGC Norden, también forma parte del comité de planificación de conferencias de TGCN. Trabaja como consejero de abuso de sustancias. Arni está casado con Malan y es padre de tres hijos.

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