Recursos en español de Radical

Amor que perdura

Quizás el versículo más popular en la Biblia sea Juan 3:16, sin embargo, si le pides a las personas que compartan el significado más profundo del versículo, suelen estar inseguras. Basándose en este versículo, David Platt presenta dos veredictos: la perdición eterna o la vida eterna. Elegir confiar en nosotros mismos resulta en la justa condenación de Dios siendo puesta sobre nosotros, pero elegir confiar en Jesús resulta en vida irreversible y eterna. Cuando reflexionamos sobre el horror del infierno y la gloria del cielo, nos enfrentamos a dos opciones: confiar en Jesús o confiar en nosotros mismos.

  1. La realidad impopular: Todos estamos pereciendo.
  2. El rescate sin precedentes: Dios está en constante búsqueda.

Si tiene una Biblia, y espero que así sea, permítame invitarle a abrir conmigo Juan 3. Siento la necesidad de advertirle desde el comienzo de nuestro encuentro que vamos a tener varios momentos en la Palabra de Dios. Pienso que, en muchos sentidos, este sermón debió haber precedido a las semanas anteriores.

La semana pasada le abordé con la pregunta: ¿Está seguro, 100% seguro, de que cuando muera irá al Cielo? Sé que muchas personas aquí han escuchado esa pregunta y creen que hay una premisa cuestionable tras ella. Esa premisa es que hay un cielo. Y que hay una alternativa, el infierno. Y hay personas que verían al cielo o al infierno como algo imaginario o ficticio.

¿Es realmente posible que algunas personas pasen una eternidad en un lugar llamado cielo? ¿Y es realmente posible que algunas personas pasen una eternidad en un lugar llamado infierno? Y tan pronto como dije eso, me di cuenta de que es culturalmente inapropiado e inaceptable para muchas personas, siquiera sugerir la posibilidad de que el infierno sea un lugar real y que las personas irán allí. Muchas personas irán.

Y creo que hay diversas razones por las que es inapropiado e inaceptable a los ojos de muchas personas y, quizás, a los ojos de muchos aquí.

La iglesia se ha referido a ambos

Creo que la forma en la que la iglesia se ha referido a ambos, cielo e infierno, en el pasado ha sido abusiva de muchas maneras. Hemos dicho que el cielo es sentarse en las nubes con un puñado de arpas tocando. Esa no es la imagen bíblica del cielo. Pero entonces, la imagen bíblica del infierno realmente ha sido empañada por una predicación muy fuerte y emocional sobre fuego y azufre, que es menos bíblica y más emocional que nada. Supongo que muchos de ustedes la han escuchado.

Recuerdo un predicador en particular que, hablando sobre un servicio que iba a dar esa noche, garantizaba el porciento de personas que serían salvadas si iban a este servicio. Fuimos, y él, durante una hora, gritó sobre cuán horrible y miserable era la unidad de quemados en el hospital local. Y asustó a todos los que estaban allí presentes y les hizo esta invitación: “Si no quieren pasar una eternidad en la unidad de quemados, entonces pasen al frente” Todo el mundo pasó al frente llorando, y así el obtuvo su porcentaje. Así es como lo hace. Si usted habla sobre la unidad de quemados, obviamente habrá excesos como ese.

Luego, tome eso y combínelo con el plurarismo prevalente en nuestros días, esta idea de que todo tipo de personas diferentes tienen diferentes creencias religiosas y que es arrogante, grosero, decir que una creencia es correcta y otra no. Y es realmente arrogante y realmente grosero decir que si usted no cree en algo en particular usted va a pasar una eternidad en condenación.

Y eso es prevalente incluso en la iglesia. Hay muchas personas en la iglesia que dirían: ¿cómo podemos cantar y adorar a un Dios amoroso y luego hablar del infierno? Y no hay duda de que puede encontrar gran número de predicadores en la televisión, y se puede leer sus libros que dicen que no debemos hablar del infierno en la iglesia porque hace que las personas no se sientan bien.

La gente no quiere hablar sobre el infierno. Y cuando usted va a la esencia de ello, es cierto que no puede atraer una buena multitud si habla sobre el infierno muy a menudo y ciertamente no podrá pagar todas sus cuentas si siempre está hablando del infierno, por eso es que usted no quiere hablar de él.

Y por eso soy completamente consiente de que hay muchos cristianos y muchos predicadores que me recomendarían que no hablara sobre el infierno, especialmente dos días antes de navidad. “Van a ir al infierno; tengan feliz navidad.” Simplemente no encaja.

El amor de Dios

Pero he aquí, en el versículo más famoso que salió de boca de Jesús, Él dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). No lo olvide. Jesús, en el versículo más famoso sobre el amor de Dios, pensó que era lo suficientemente importante señalarnos que es el amor de Dios el que nos rescata de la perdición eterna.

Y basado en ello, voy a separarme de lo que es culturalmente apropiado y hacer lo que muchas personas en la iglesia me recomendarían no hacer. Voy a conducirnos en una discusión sobre la vida eterna y la muerte eterna. ¿Y saben qué? No voy a disculparme por eso.

Escucho a muchos predicadores que respeto y a otras personas que he leído, que cuando comienzan a hablar sobre el infierno comienzan a disculparse y dicen cosas como: “Sé que el infierno es un asunto difícil y prefiero no hablar de él. Ojalá y no tuviéramos que hablar de esto pero como está en la Biblia, creo que voy a tener que hacerlo.” Como si estuvieran avergonzados por lo que Dios les ha llamado a proclamar.

La oscuridad y el sufrimiento

Y no tiene sentido. No tiene sentido cuando usted realmente lo analiza. Si usted está aquí hoy pero no cree en Dios, solo imagínese por un segundo que realmente haya un cielo y que realmente hay un lugar llamado infierno. Imagine que haya un lugar de gozo eterno y que haya un lugar de eterno sufrimiento. ¿Entonces tendría sentido, si eso fuera verdad, pararme ante usted y decir, “Bueno, lo siento, pero tengo que advertirle sobre la agonía eterna y la oscuridad y el sufrimiento, pero ya que tengo que hacerlo, vamos a salir de eso”?

Por supuesto que no. Voy a pararme ante usted y a advertirle con todos mis medios: “usted no querría ir allí”. A cada persona aquí, a cada niño, niños, por favor escuchen. Sé que esto puede no parecer muy importante para ustedes porque son jóvenes, pero cualquiera de nosotros puede morir a los 8 años de edad, a los 18 o a los 88 y no sabemos cuando va a pasar, y cuando pase, no sabemos si iremos a la vida eterna con Dios o a la muerte y al sufrimiento eterno. Y ustedes no necesitan tener miedo de eso porque Dios ha enviado a Su Hijo Jesús a morir en la cruz para que puedan pasar la eternidad con Él. Así que quiero alentarles a escuchar atentamente, para que puedan irse de aquí y mirar a sus madres o sus padres y decir: “Mamá o papá, necesito saber cómo tener vida eterna en el cielo.”

Adolescentes, Satanás no querría nada más en los próximos minutos que llenarles sus pensamientos sobre los regalos que van a recibir en el próximo par de días o sobre lo que sus amigos hicieron este fin de semana. Los adolescentes que están absortos en esta o aquella relación, o ansiosos por ver esta película o jugar ese video juego, quiero recordarles que Satanás hará cualquier cosa para cegarlos de las cosas de este mundo que realmente importan.

Y por eso quiero alentarles a sacar eso de sus mentes porque cuando estén en la eternidad no importará cuantos iPods y cuantos DVDs tuvieron, o lo que han hecho con sus amigos los fines de semana. Lo único que importará ese día es lo que han hecho con Cristo por la eternidad, así que por favor, escuchen.

A cada hombre o mujer casada, hombre soltero o que está absorto en su carrera, su familia y sus sueños, sus deseos y sus planes y sus deporte y sus juegos y su política y sus restaurantes y su computadora, quiero apremiarle a hacer a un lado al mundo que lo consume con esas cosas temporales, con las que ensordecemos la realidad de lo eterno. Quiero invitarle a poner todo eso a un lado y a ver la realidad de la eternidad por lo que es.

A cada anciano y anciana, quiero apremiarle a no evitar el rápido acercamiento de todas las cuestiones importantes que pasarán en su alma en cuestión de años o meses. Quiero alentarle a considerar la realidad de la vida eterna con Dios o la ira eterna de Dios. Y al final de nuestro encuentro, voy a retarles, invitarles, niños y adolescentes y hombres y mujeres a decir por primera vez: “Quiero vida eterna con Dios.”

Y sé que hay personas que ahora mismo están pensando, “David, hay muchas cosas pasando en mi vida ahora mismo y he venido aquí hoy, y ¿tú vas a hablar sobre el infierno?” Si esa persona es usted, todo lo que le pido es que siga conmigo para ver la realidad de la muerte eterna. No nos detendremos ahí. Veremos la gloriosa realidad de la vida eterna y del día en el que ya no tendrá que preocuparse por las cosas que están sucediendo en su vida porque serán atendidas completamente. Así que siga conmigo y veamos la belleza de la vida eterna.

Juan 3, en los últimos sermones hemos estado regresando al Antiguo Testamento para ayudarnos a entender este texto. Ahora vamos a ir hacia adelante. Quiero que miremos las últimas palabras que Jesús dice aquí en esta conversación con Nicodemo en Juan 3:16-21, y después vamos a ver otros lugares. Pero no tendremos tiempo de ir hasta todos ellos. Algunas veces solo voy a mencionar algunos versículos aquí y allá y quiero alentarle a tomar nota para que pueda regresar y verlos si lo desea. Veremos un par de ellos pero no todos. Vea a Juan 3; empezaremos aquí, versículo 16-21.

Jesús dice a Nicodemo:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El. El que cree en El no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus acciones eran malas. Porque todo el que hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz para que sus acciones no sean expuestas. Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que sus acciones sean manifestadas que han sido hechas en Dios (Juan 3:16-21).

Un Contraste…

En estos versículos vemos una gran variedad de contrastes. Vemos este contraste en el versículo 16 entre la perdición eterna y la vida eterna. Vemos el contraste entre la condenación, aquellos que permanecen condenados, y la salvación, aquellos que son salvados por Dios. Y vemos este contraste entre la oscuridad y la luz.

Y quiero que veamos una realidad muy impopular en nuestra cultura actual de la que se habla en Biblia, y después quiero que la contrastemos con un rescate sin precedentes que cambia absolutamente la vida para la eternidad.

La Realidad Impopular: Todos estamos pereciendo.

Comencemos con la primera parte, la realidad impopular. Lo que Jesús le está comunicando a Nicodemo y a todos nosotros hoy, es que todos estamos pereciendo.

Esta es una realidad impopular porque a nadie le gusta pensar sobre cómo estamos muriendo en pecado. Hablar sobre cómo estamos muriendo y pereciendo no es una buena conversación para la hora de la cena, pero Jesús no se asusta por ello. De hecho usa estas palabras aquí, las usa de nuevo en Juan 10:28, y luego en Juan 17:12.

De hecho, cuando usted ve todo lo que Jesús dice en los Evangelios, Mateo, Marcos, Lucas y Juan, y ve esta imagen de Su vida: cerca del 15% de Sus enseñanzas tratan del juicio o del infierno. Vea a los Evangelios y verá más de 30 veces diferentes, sin incluir la superposición de Mateo y Marcos en la que quizás hablan de un mismo momento, más de 30 veces diferentes Jesús está hablando específicamente sobre el juicio eterno en el infierno.

E incluso, en este versículo que está tan empapado del amor de Dios, que es en lo que pensamos cuando pensamos en el amor de Dios, dos versículos más adelante Él está hablando sobre condenación. Él dice que Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo a través de El.

Pero vea el versículo 18: “El que cree en El no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Juan 3:18). Él no vino al mundo para condenarlo. Lo que Él está diciendo es la realidad de que el mundo ya está condenado. La condenación no es solo este evento futuro que le puede pasar a cualquiera de nosotros algún día de estos. Lo que Jesús está diciendo a Nicodemo es que ahora mismo, por no creer en Él, el mundo ya está condenado. Estamos pereciendo.

La realidad es que Jesús ha sonado la alarma de Nicodemo. Un buen hombre religioso al que le está hablando, que ha hecho en su vida cosas buenas, tiene una gran familia, va a una gran iglesia, así que se puede decir que lo ha hecho todo. Y Jesús le está diciendo que, al no creer en Él, está condenado ante Dios. Y le está diciendo que él no querría morir en ese estado.

Nuestra condenación es personal

Y he aquí algunas cosas que Jesús dice sobre nuestra condenación. Número uno, nuestra condenación es personal. La esencia del Nuevo Testamento, la realidad en todas las Escrituras, la esencia de lo que Jesús está hablando sobre juicio y condenación, es que cada persona ha sido condenada ante Dios por sus pecados.

No lo olvide. Este no es un sermón que particulariza a nadie en concreto. Al contrario, este es un texto que particulariza a cada persona. Todos hemos sido condenados ante Dios por rebelarnos contra Él, por escoger nuestro camino en lugar del Suyo, por rechazarlo, por preferir vivir la vida apartados de Él.

Cada uno de nosotros; no solo la persona a su lado, al frente o detrás suyo, o la persona en que usted piensa cuando piensa en pecado; si estuviéramos parados ante Dios para dar cuenta de nuestras vidas, el pecado estaría escrito por todos lados. Todos nos hemos rebelado en contra de Dios desde los más pequeños hasta los más grandes, desde los más pobres hasta los más ricos, desde los más agradables hasta los más mezquinos. Todos hemos sido condenados ante Dios.

Nuestra condenación es tota

No solo nuestra condenación es personal, segundo, nuestra condenación es total. Aquí es donde nos hacemos la pregunta, ¿no es un poco extremo perecer por la eternidad como castigo por el pecado? En toda discusión sobre el infierno siempre hacemos la pregunta: “¿No es un poco extremo perecer durante toda la eternidad a causa de mi pecado? ¿No está Dios exagerando? ¿No es esto un poco aniquilador?” Tenemos que darnos cuenta de por qué la muerte es igualada a la acción de pecar contra Dios.

Y la razón es que Dios en toda Su naturaleza es infinitamente bueno. Es infinitamente grande. Es infinitamente santo. Es infinitamente maravilloso e infinitamente digno. Y por lo tanto, cualquier insulto a Su valor, cualquier insulto a Su santidad, cualquier rebelión y rechazo contra Él, es un insulto infinito, una rebelión infinita, un rechazo infinito y merece el castigo infinito. Y es por esta razón que las Escrituras lo dicen muy claramente. Y hay personas que a lo largo de la historia de la iglesia han tratado de refutar esta imagen que está por todas las Escrituras.

Las Escrituras dicen claramente que cuando usted muere apartado de Cristo, la condenación es una realidad, y eso no significa que usted vaya a dejar de existir. Significa que permanece toda la eternidad bajo la ira de Dios. Tan pronto como dije eso muchas personas pensaron: “¿Qué quieres decir?” Vea el final de este capítulo, Juan 3, vea el versículo 36. Este capítulo nos da una gran imagen del amor de Dios y este es uno de los versículos más sobrios en todo el Libro de Juan, realmente en toda la Biblia. Escuchen esto.

Juan 3:36: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él”. La ira de Dios permanece sobre él. Es la misma imagen… Vaya al último libro de la Biblia; vaya a Apocalipsis 14. Apocalipsis es un libro que fue escrito por el mismo hombre que escribió el Evangelio de Juan y nos está dando una imagen del fin del los tiempos y hay mucha discusión, mucho debate sobre Apocalipsis y sobre lo que este simbolismo o lo que esta imagen significa.

No tenemos que adentrarnos en lo que significa, solo vea la imagen que está siendo descrita aquí y sabrá cómo Dios juzga el pecado. Vea Apocalipsis 14:10. En este contexto se está hablando sobre quien adora a dioses que no son el único y verdadero Dios, sobre quien le da la espalda al único y verdadero Dios. Escuche lo que dice, versículo 10: “él también beberá del vino del furor de Dios, que está preparado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y en presencia del Cordero”

(Apocalipsis 14:10) ¿Vio eso? “Él beberá del vino del furor de Dios, que está preparado puro en el cáliz de su ira” ¿Puede imaginar una descripción más fuerte de que la muerte no es dejar de existir? Morir es experimentar la ira de Dios. Su condenación es total.

Nuestra condenación es eterna

No solo es total y personal, tercero, nuestra condenación es eterna. Cuando usted regresa a Juan 3:16, ve que aquí no se habla allí de perecer eternamente, aunque sí hace un contraste con la vida eterna. Veamos otros lugares en los que Jesús habla sobre el infierno en las Escrituras. Mateo 25:46 habla sobre cuantos serán entregados al castigo eterno.

Incluso aquí, en Apocalipsis 14, vea el versículo 11: “Y el humo de su tormento asciende”, subraye estas palabras; son palabras muy fuertes, “por los siglos de los siglos”. “Y el humo de su tormento asciende por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 14:11) La misma frase es usada en Apocalipsis 20:10 para hablar sobre cómo la ira de Dios estará sobre ellos por los siglos de los siglos, eternamente, para siempre, sin fin. Cuando usted ha sido condenado ante Dios, no llegará el momento en que esa condenación cese, no dejará de estar bajo la ira de Dios. Es eterna.

Y como resultado, nuestra condenación no es solo personal y total y eterna. Es irreversible. No hay evidencia en las Escrituras de que una vez que morimos bajo la condenación y el juicio de Dios por nuestros pecados apartados de Cristo, haya esperanza alguna de cambiar eso en el futuro. Es irreversible. Una vez que morimos condenados, estamos condenados para siempre y no hay nada que pueda cambiarlo.

Cuando vamos a las Escrituras y vemos ese tipo de descripciones de juicio e infierno, incluso de boca de Jesús, no creo que Su propósito fundamental al decir estas cosas sea darnos una representación exacta de cómo luce el infierno.

No creo que Él esté tratando de aclarar, punto por punto, lo que podemos esperar en el infierno. “Así es como se verá. Así es como se sentirá.” Obviamente hay mucho simbolismo, y es ahí donde surgen los debates sobre el infierno. ¿Qué es lo figurativo y qué es lo literal? No creo que el propósito fundamental sea darnos una representación exacta de cómo luce el infierno. Creo que el propósito fundamental de Jesús y de otros autores del Nuevo Testamento cuando hablan sobre el juicio y el infierno, es dejar bien claro que usted no querría ir allí.

Nos daremos cuenta de cuán serio es nuestro pecado

Y el Nuevo Testamento claramente describe el infierno como un estado de dolor consciente que es, como mínimo, comparable a arder. Por lo que nos damos cuenta de un par de cosas diferentes. Número uno, en el infierno nos daremos cuenta de cuán serio es nuestro pecado. No tenemos ni idea de la seriedad de nuestro pecado. Pero estoy convencido de que en el infierno, por lo que las Escrituras nos enseñan, por primera vez estaremos expuestos a la culpa que cargamos por darle la espalda a nuestro Creador y retrocederemos horrorizados ante la medida de la profundidad de nuestra rebelión en contra de nuestro Creador.

Entonces nos daremos cuenta de cuán serio es nuestro pecado y recordaremos todos esos momentos que habíamos experimentado, en que pensamos sobre arrepentirnos y volver a Dios, esta vocecita en nuestro interior que nos decía: “No es tan malo. No te preocupes por eso. Puedes hacerlo después”. Veremos todos esos momentos y desearemos que en alguno de ellos nos hubiéramos dado cuenta de la seriedad del pecado. Nos daremos cuenta de cuán serio es nuestro pecado.

Nos daremos cuenta de cuán justo es Dios

Segundo, nos daremos cuenta de cuán justo es Dios. Por primera vez nos daremos cuenta de cuán correcto es que seamos excluidos de Su presencia y Su amor y Su gozo para toda la eternidad. No nos preguntaremos si Dios es correcto o justo al dejarnos en el infierno por  toda la eternidad. No nos haremos esa pregunta, porque nos daremos cuenta de la profundidad de nuestro pecado y de la justicia de Dios.

Y en ese punto regresamos a la pregunta: ¿Es justo Dios al obrar así? ¿No está exagerando? ¿No esto una muerte excesiva? ¿Es justo este castigo por el pecado? Por favor, no olvide esto. Nos damos cuenta de que cualquiera de nosotros que rechace a Dios en esta vida, que rechace a Cristo en esta vida, pasará la eternidad en el infierno. Experimentaremos exactamente lo que hemos querido toda nuestra vida, separación del amor de Dios y de la presencia de Dios y de la guía de Dios y del cuidado de Dios que hemos despreciado una y otra vez a lo largo de nuestra vida.

Dios, finalmente, nos dará lo que hemos abrazado a lo largo de nuestras vidas y experimentaremos la realidad de lo que hemos escogido. No tendremos que lidiar con Dios. Estaremos separados, apartados de Su amor y experimentando la separación de Él para toda la eternidad. Nos daremos cuenta de cuán justo es Dios al darnos exactamente lo que hemos deseado. ¡Qué terrible sería que Él nos diera exactamente lo que hemos deseado!

Nos daremos cuenta de cuán interminable es el sufrimiento

Nos daremos cuenta de cuán serio es nuestro pecado, cuán justo es Dios y nos daremos cuenta de cuán interminable es el sufrimiento. Nosotros, diferentes unos de otros, hemos experimentado varios niveles de dolor o sufrimiento en esta vida y hay personas aquí que han experimentado más sufrimiento físico del que se pueda imaginar. Pero cualquiera de nosotros sabe que hay puntos en nuestras vidas, o en las de otros, en los que vemos el sufrimiento físico tan doloroso que ansiamos la muerte porque esa es la esperanza de que ese sufrimiento acabe. Y esa es una situación muy difícil en la vida.

La semana pasada hablaba por teléfono con una persona sobre su esposa, quien está pasando por todo tipo de dolores físicos y me dijo: “Ella y, algunas veces yo, deseamos que todo acabe solo para sacarla de ese dolor por el que está pasando”; ven la muerte como esperanza para acabar con el sufrimiento.

Pero, ¿y si hay un punto donde ya no podemos decir eso? ¿Qué pasa si no hay esperanza de que acabe alguna vez? ¿Y si ese sufrimiento continúa día tras día, año tras año por millones de años, al final de los que se da cuenta de que no está más cerca del final que cuando acaba de empezar y que nunca será librado de él? No hay esperanza de cambio alguno.

El Rescate sin Precedentes: Dios nos está persiguiendo.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El”, no tenga que experimentar eso jamás, no perecerá. La realidad impopular, y me doy cuenta de cuán impopular es, pero eso es lo que Jesús nos dice claramente, es que todos estamos pereciendo, y eso sienta las bases para un rescate sin precedentes. Todos estamos pereciendo pero Dios nos está buscando. Dios no nos deja en un estado donde hemos sido condenados ante Él.

Si ese fuera el caso, entonces todos nosotros, cualquiera de nosotros, yo incluido, la mejor persona del mundo, estaría bajo la ira de Dios. Pero no es ahí donde Dios deja esta imagen. Él persigue esta imagen y donde nuestra condenación es personal, Su salvación es personal.

En Juan 6:44 Jesús dice: “Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió”. El Padre está abriendo nuestros ojos para ver quien es Él, para ver quien es Cristo. En esta imagen en Juan 3 de luz y oscuridad, nosotros resistimos a la luz. Queremos estar en la oscuridad. ¿Por qué? Porque nada queda expuesto en la oscuridad. Cuando usted viene a la luz todo es expuesto, todos sus pecados, toda la profundidad de su pecaminosidad es expuesta y nadie quiere eso. Hacemos cualquier cosa para evitarlo.

Estoy convencido de que esa es una las razones principales por las que el infierno es tratado tan trivialmente en nuestra cultura actual. Es un término grosero, o es una broma que hacemos. “Probablemente voy a ir al infierno por esto”, y nos reímos a carcajadas. Y estoy convencido de que tratamos de aliviarlo para cubrir el hecho de que la última cosa que queremos ver en nuestras vidas es la profundidad de nuestra pecaminosidad y su oscuridad.

Pero la belleza radica en que Dios abre nuestros ojos a Su luz, nos atrae a la luz, y sí, Él muestra todo esto. La gloria que hemos visto en Cristo cubre toda la oscuridad con Su luz. Y nos introduce a Sí Mismo; porque antes de la fe en Dios solo hay niebla. En la fe en Dios hay luz y entonces lo vemos por Quien es y entonces lo conocemos. Nos relacionamos con Él y lo experimentamos. Su salvación es extremadamente personal. No solo a la persona que está a su lado, al frente o detrás suyo, Él le salva también a usted. Le atrae hacia Sí Mismo.

Su salvación es total

Y donde nuestra condenación es total, Su salvación es total. Él no deja restos bajo su ira. Toma completamente nuestra condenación. La perdona completamente. Vierte gracia completamente sobre ella. La cubre toda. “Como está de lejos el oriente del occidente”, Salmo 103:8-12, Él separa nuestros pecados. Se van. Son lavados, limpiados. Su salvación es total.

“Vida eterna”. Esta palabra, “vida”, es usada al principio del Libro de Juan, “En [Cristo] estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (Juan 1:4), y después la usa 36 veces más.

Una y otra vez. Juan 10:10, Jesús dice, “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” Él no solo está hablando de vida en el futuro. Está hablando de vida ahora, vida abundante ahora. Juan 5:24: “En verdad, en verdad os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió,” vea esto, “tiene vida eterna.” No tendrá vida eterna algún día, usted tiene vida eterna ahora. Ha pasado de la muerte a la vida.

Su vida es total, vida en Cristo, la vida de Cristo que es compartida con usted. Su salvación es personal, total y eterna. Tal y como la condenación no tiene fin, la salvación tampoco lo tiene. La vida que Cristo da no puede ser interrumpida por la muerte. Esto es una buena noticia.

En este año como pastor, he asistido a varios funerales, algunos de ellos muy trágicos, inesperados. Y he regresado una y otra vez a las palabras de Jesús en Juan 11:25-26 donde dice: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás”. No importa cuán terrible fue el cáncer de Josh Kennedy, él había venido a la fe en Cristo y él no está muerto. Vive. Y no importa cuanto extrañemos a Margie Shepard o a Roland Aaron, James Jones, hermanos y hermanas, ellos no están muertos. Viven en Cristo. Su salvación es eterna y la vida que Él les ha dado aquí es la vida que ellos experimentan en mayor abundancia ahora.

Su salvación es irreversible

Y Su salvación es irreversible. He aquí la belleza. Él usa esta palabra “eterna” 17 veces diferentes en el Libro de Juan. Tres veces más que en cualquier otro libro del Nuevo Testamento, y nos está dando un mensaje. La vida que da Cristo no puede ser arrebatada. Cuando usted viene a la fe en Cristo y el Padre lo envuelve en Sus manos, la Biblia dice que usted está en Cristo y Él pone Su Espíritu dentro de usted. El Espíritu de Cristo vive dentro de usted. ¿Se da cuenta de lo que eso significa?

Desde el momento que usted viene a la fe en Cristo y durante toda la eternidad, para que el diablo le atrape a usted, debe abrirse paso a través de las manos del Dios omnipotente, el Padre, y una vez que lo haga, tendrá que enfrentarse con el Salvador. Y si fue capaz de pasar a través de Él, aún tendría que enfrentarse con el Espíritu del Dios viviente que ha sellado su alma con la sangre de Jesucristo. Eso no va a pasar. Su salvación es irreversible y no hay nada que pueda llevarse la vida que usted tiene en Cristo, nada. “que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús” (Filipenses 1:6). Su salvación es irreversible.

Ahora, he aquí el asunto. En las Escrituras, tal y como hablamos sobre el infierno, no creo que el propósito fundamental de hablar sobre el cielo, sea darnos una explicación exacta de cómo luce. Hay muchos detalles ahí que nos ayudan, sí, pero creo que el propósito fundamental de la imagen del cielo es decirnos, “Usted querría ir allí”.

Y en el cielo, al igual que en el infierno, nos daremos cuenta de cuán serio es el pecado, y nos daremos cuenta de cuán gloriosa es la gracia. Sé que he tenido que retroceder un poco en esta declaración porque creo que en el cielo nos daremos cuenta de cuán serio es el pecado, pero lo haremos desde una perspectiva completamente diferente. Nos daremos cuenta de la profundidad de nuestro pecado, pero lo sabremos por la magnitud de la gracia que nos ha llevado hasta allí. Nos daremos cuenta de cuán gloriosa es la gracia y, por primera vez, nos daremos cuenta de cuán profundo era nuestro pecado. No tenemos idea. No tenemos idea de la profundidad de la gracia que me ha sido mostrada a mí y que le ha sido mostrada a usted. En el cielo nos daremos cuenta de cuán gloriosa es la gracia.

La misericordioso es Dios

Y nos daremos cuenta de, segundo, cuán misericordioso es Dios. Recuerde el infierno, allí nos daremos cuenta de cuán justo es Dios, y nos preguntamos: ¿Es justo Dios? ¿Es justa esta imagen de perdición eterna?

Hermanos y hermanas, no lo olviden. Para ir al infierno ustedes tiene que correr con los ojos vendados y con los oídos tapados para que no puedan ver ni oír el sacrificio épico de la historia humana cuando Dios tomó a Su único Hijo, Lo levantó en una cruz y allí vertió Su juicio e ira por el pecado sobre Él y, Dios encarnado, el Hijo de Dios, fue al infierno en una cruz y gritó en la oscuridad: “¿Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?” Experimentó la ira por el pecado sobre Sí Mismo para que ustedes no tengan que experimentarla. Y dijo a todos los pueblos de la historia: “Si ustedes creen en mi ira vertida sobre Mi Hijo en lugar de ustedes, si creen en mi amor, entonces tendrán vida eterna.” Dios, ayúdanos a no cuestionarnos Tu justicia o si estás haciendo lo que es correcto y bueno para nosotros. Nosotros nos daremos cuenta de cuán misericordioso es Dios.

Y así como en el infierno nos daremos cuenta de cuán interminable es el sufrimiento, en el cielo nos daremos cuenta de cuán interminable es la satisfacción. Permítame mostrarle una imagen de esto.

Si está todavía en Apocalipsis, vaya conmigo a Apocalipsis 21. Usted sabe que hay una tendencia cuando pensamos en el cielo, incluso entre los cristianos que han seguido a Cristo durante mucho tiempo; y parte de ello es por esta imagen de arpas y nubes y esta serie de detalles; en los que a veces pensamos: “Si el cielo es eterno, ¿no sería eternamente aburrido?”

Hay muchos que pensamos: “A mí me gusta cantar, pero ¿cantar para siempre? Y me gusta la imagen de tocar arpas en paz absoluta, pero tocar el arpa eternamente es demasiado. ¿No hay esperanza de que eso acabe?” Y comenzamos a pensar, “Sabes, a todos nos gusta cambiar”.

Apocalipsis 21,

Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo. Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: He aquí, el tabernáculo de Dios está entre los hombres, y El habitará entre ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos. El enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado. Y el que está sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y añadió: Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas. También me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tiene sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El vencedor heredará estas cosas, y yo seré su Dios y él será mi hijo. (Apocalipsis 21:1-7).

Hermanos y hermanas, yo les prometo que ustedes y yo nunca nos cansaremos de ser hijos e hijas del Altísimo, de estar con Él para toda la eternidad.

No lo olvide. Sé que hay heridas y hay asuntos y situaciones y circunstancias con que las personas están lidiando y que son muy dolorosas, muy complicadas. Hay mucha ansiedad y sacrificio y lucha, y quiero recordarle que no importa cuán profunda sea esa herida y no importa cuán complicada sea, no importa cuán dolorosa, llegará el día en el que el Dios del universo secará personalmente cada lágrima de sus ojos y ya no estará herido y no habrá dolor por la separación y ya no habrá dolor por el divorcio. Ya no habrá dolor por el cáncer. Y ya no habrá situaciones difíciles por el SIDA. Lo viejo se habrá ido y lo nuevo vendrá y disfrutaremos de ello durante toda la eternidad. Nos daremos cuenta de cuán interminable es la satisfacción.

Esa es la verdad de la Palabra de Dios. Cada vida, cada niño, cada adolescente, cada hombre, cada mujer, se dirige hacia a un gozo eterno o hacia un sufrimiento eterno. Digo que cada vida aquí, basado en la autoridad de la Palabra de Dios, se dirige hacia el cielo o hacia eternidad en el infierno y ambos durarán para siempre.

Una Elección…

Confíe en su Salvador o confíe en sí mismo

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel en esta habitación que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna en el cielo. Y esto deja a cada persona aquí con una elección y la elección es esta. Usted puede confiar en su Salvador, el Hijo de Dios en una cruz o usted puede confiar en sí mismo, y esa elección es el factor determinante en el peso de la eternidad en su vida.

Quiero que piense conmigo en lo intimidante de este momento. Hemos escuchado la verdad de la Palabra de Dios. Y sé que puede haber personas que no crean que esto es cierto, y si es usted, si usted no cree que sea verdad, le aliento a que encuentre una razón por la que no lo sea. Mejor, asegúrese de que no es verdad, investigue hasta que lo logre. He estado ahí. Y esa es la razón por la que estoy, hoy, ante usted.

Hemos escuchado a Jesús decir que Él vino para que cuando su vida, que ahora mismo está pereciendo, se acabe en esta tierra, usted no perezca eternamente sino que vaya a la vida eterna. Y basado en lo que hemos visto en la Palabra de Dios, Él está atrayendo personalmente a hombres y mujeres hacia Sí Mismo; niños, adolescentes, a todos hacia Sí Mismo. Hombres y mujeres de negocios, madres y padres, niños, estudiantes, hoy Dios está atrayéndoles desde la oscuridad hacia la luz y la belleza de eso. Esto que en este momento, por la gracia que no está basada en absolutamente nada que usted haya hecho, sino en la atracción de Dios hacia Sí Mismo; es que usted, al responder a esa atracción, al confiar en el Salvador, puede saber que tiene vida eterna en el cielo.

Esto no es una historia ficticia. No es un ejercicio religioso. Es un momento en el que usted, como niño o adolescente u hombre o mujer, tiene la oportunidad de decidir si confesar o no la fe en Jesús. Y en la quietud, quiero invitarles, niños, adolescentes y hombres y mujeres, a hacerlo por primera vez, a confesar fe en Jesús y recibir Su regalo de vida eterna.

Hombres y mujeres, no estamos haciendo ejercicios religiosos. Quiero invitarle a decir en su corazón, “Dios, sé que estoy pereciendo en mi pecado y hoy recibo tu amor. Te pido que me perdones por mis pecados, todos ellos traídos a la luz para que los puedas cubrir con tu luz y así recibir el perdón.” Quiero invitarle a decirle a Dios ahora mismo, “Yo recibo tu regalo en mi corazón, yo recibo tu regalo de vida eterna hoy.” Quiero que sepa que a cada hombre, mujer, niño y niña que pone este tipo de fe en Dios, que confía en Él; la Biblia dice: “que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9).

David Platt

David Platt sirve como pastor en el área metropolitana de Washington, D.C. Es el fundador de Radical.

David recibió su doctorado del Seminario Teológico Bautista de New Orleans y es el autor de Don’t Hold Back [No te quedes donde estás], Radical, Sígueme, Contracultura, Algo tiene que cambiar, Before You Vote [Antes de votar], así como los varios volúmenes de la serie Christ-Centered Exposition Commentary [Comentario Expositivo centrado en Cristo]. 

Vive junto con su esposa e hijos en el área metropolitana de Washington, D.C.

LESS THAN 1% OF ALL MONEY GIVEN TO MISSIONS GOES TO UNREACHED PEOPLE AND PLACES.

That means that the people with the most urgent spiritual and physical needs on the planet are receiving the least amount of support. Together we can change that!