Como segunda generación de inmigrantes de padres guatemaltecos, siempre he tenido esta «doble conciencia» de ello. Mis padres querían que yo pensara como latino, aun cuando yo puedo hablar inglés y relacionarme bien con otros cuyo idioma materno es el inglés. La presión de mis padres me confundía y era difícil para mí.
Al madurar, me di cuenta que mi habilidad de relacionarme bien con las dos culturas era una fortaleza.
La segunda generación de inmigrantes puede estratégicamente construir puentes para cruzar los vacíos étnicos y así ver más iglesias multiétnicas y más esfuerzos conjuntos. Todo cristiano puede desarrollar esta «doble conciencia» cuando aprende a relacionarse con otras culturas, además de la suya; y para desarrollar esta habilidad no necesita ir a otro país.
Hay algo interesante que ocurre cuando las iglesias norteamericanas gastan miles de dólares para viajar a Centroamérica cada año, pero realizan poco o ningún esfuerzo para alcanzar a los inmigrantes que se encuentran en sus propios vecindarios. Estas metas no compiten entre sí. Cuando las iglesias alcanzan a los inmigrantes en sus comunidades, ellos ayudan a sus respectivas congregaciones a tener un corazón por las naciones.
Dignidad en los individuos
Una manera específica de obedecer el Gran Mandamiento es cuidando del extranjero (Deuteronomio 24:17-22). Dios no da un mandamiento general e impreciso de amar al prójimo, Él específica cómo Su pueblo debe amar a su prójimo, incluyendo el amar a los inmigrantes (Levítico 19:33-34) y proveer para sus necesidades (Deuteronomio 24:22). Debemos recordar amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, cuando obedecemos los mandamientos que Dios nos dio (Levítico 19:9-18).
Cuando los cristianos se preocupan por los inmigrantes, no solo deben hacerlo como «un aprendizaje cultural». Debemos tener cuidado de no utilizar a las otras culturas para nuestro beneficio. Sino que, debemos ver nuestra obra como una manera tangible y específica de obedecer el Gran Mandamiento.
Entender la dignidad inherente en todos los pueblos es lo primero, de otra manera, cualquier proyecto buscará el beneficio propio.
Al preocuparnos por los inmigrantes, recordamos la dignidad y el valor de todos los pueblos o etnias. Cuando somos precisos en la manera como enseñamos a otros cristianos a obedecer el Gran Mandamiento, fortalecemos nuestra creencia en la doctrina de la «imagen de Dios». Entender la dignidad inherente en todos los pueblos o etnias es lo primero, puesto que cada individuo ha sido creado a la imagen de Dios, de otra manera, cualquier proyecto buscará, en última instancia, el beneficio propio.
Aprender antes de salir
Cada cultura tiene: diferentes ídolos, ideas erróneas sobre Dios e incluso verdades sobre cómo enseñarle a los cristianos a relacionarse, entender y compartir el evangelio. Esto es con frecuencia lo que se les enseña a los misioneros a hacer en otros contextos.
Si quieres desarrollar esta «doble conciencia», debes considerar ponerte en situaciones que te obliguen a aprender a relacionarte con personas de otras culturas, tales como entrar a los hogares y los restaurantes de inmigrantes. Así podrás recibir su hospitalidad, aprender sobre su historia familiar, escuchar sus opiniones sobre religión y experiencias en su propio país, y observar su manera de vivir.
La evangelización relacional enseña mucho a la mayoría de los creyentes
Este tipo de evangelización relacional enseña mucho a la mayoría de los creyentes. Nos enseña que no solo compartimos un mensaje descontextualizado que conquista a otras culturas. Tenemos la oportunidad de aprender a entender mejor a otras personas de otras culturas, de manera que podamos amarlas como debemos, incluso en la manera como intercedemos por ellas para que vengan a Cristo, que murió para redimir a gente de todas las naciones y etnias de la tierra.
Un ejemplo de un líder y su esposa en mi iglesia
En mi propia iglesia, yo vi a una pareja que construyó amistades con los inmigrantes en vecindarios muy variados en Alabama. Una vez, entré a un restaurante mediterráneo con el esposo de esta pareja, anciano de nuestra iglesia, y él conocía a muchos de los trabajadores allí y les habló en el idioma de ellos. ¿Cómo aprendió mi amigo el idioma árabe? Él había estado antes en el extranjero, pero buscar a los inmigrantes en su vecindario, le ayudó a practicarlo con regularidad. Él no lo hizo solo para practicar, lo hizo como parte de una relación sincera que construyó con los inmigrantes en su comunidad.
Mi amigo ayudó a un número interminable de inmigrantes a mudarse a nuevos lugares en la ciudad y buscó a otros miembros de la iglesia que ayudaran en este esfuerzo. Hoy, él y su esposa están sirviendo como misioneros con un equipo enviado por tres iglesias locales a un país cuyo idioma es el árabe. Su ejemplo me hizo desear servir más a las naciones, e hizo que mi esposa y yo estuviéramos dispuestos a mudarnos cerca de un vecindario compuesto por miembros de diferentes etnias.
Creciendo en el amor por nuestro prójimo y por las naciones
El pastor J. T. English alguna vez dijo: «Para la mayoría de cristianos la manera más efectiva de participar en la Gran Comisión es amar literalmente a nuestro prójimo. La manera más rápida de llegar a las naciones es a través de nuestros vecinos». Posiblemente esto suene reduccionista, pero te has preguntado, ¿cuántas naciones pueden haber a tu alrededor? Las personas que dedican una parte importante de su tiempo sirviendo a inmigrantes pueden ser una inspiración para que otros sirvan a tiempo completo entre las naciones del mundo.
Dios nos manda a cuidar de los inmigrantes. La obediencia a este mandamiento puede traer mayor bien de lo que pudiéramos pensar, lo cual es cierto con todos los mandamientos de Dios. Con el crecimiento de la población inmigrante en los lugares menos pensados, puede ser la manera más práctica para que las iglesias alcancen a las naciones.