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Para destruir las obras del diablo

El alcance del pecado es universal, su naturaleza es la falta de ley, y su origen es el diablo. En este episodio del Radical Podcast sobre 1 Juan 2:28–3:10, David Platt nos enseña que Jesús vino para liberarnos. Jesús está libre de pecado y vino para destruir el pecado. Nuestra fe en Cristo hace que el pecado persistente sea inconcebible y nuestro nuevo nacimiento en Cristo hace que el pecado persistente sea imposible.

  1. Jesús no ha terminado de venir.
  2. Cuando regrese, lo veremos y seremos como Él.
  3. Mientras esperamos, fijamos nuestros ojos en Él y purificamos nuestras vidas delante de Él.

Si tiene una Biblia, y espero que tenga una, permítame invitarle a abrirla conmigo en Marcos 10. Y esta noche quiero mostrarle la relación entre la venida de Cristo en la navidad y los adolescentes en esta familia de fe quienes sirven a los desamparados en esta ciudad. Alabe a Dios por los adolescentes en esta familia de fe, quienes se están iniciando así en el ministerio. Pequeños grupos de estudiantes que están actuando así en toda esta familia de fe.

Y quiero mostrarles la relación entre por qué vino Cristo y por qué vamos nosotros. Cristo vino para servir a los desamparados. Vamos a mirar esta noche en Marcos 10. Vamos a acampar específicamente en el versículo 45. Son los versículos más ricos teológica y temáticamente en todo el libro de Marcos. Este es, en muchos modos, el punto focal. Y por eso, quiero que comencemos un poco antes del versículo 35, y que veamos la conversación que Jesús estaba teniendo con Sus discípulos que dio lugar a esta gran declaración en el versículo 45. Y entonces vamos a enfocarnos en pensar realmente sobre esta declaración y sobre lo que significa, la seriedad de lo que significa y cómo afecta nuestras vidas. Por eso comenzaremos en Marcos 10:35.

Y se le acercaron Jacobo y Juan, los dos hijos de Zebedeo, diciéndole: Maestro, queremos que hagas por nosotros lo que te pidamos. Y El les dijo: ¿Qué queréis que haga por vosotros? Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. Pero Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: La copa que yo bebo, beberéis; y seréis bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado. Pero el que os sentéis a mi derecha o a mi izquierda, no es mío el concederlo, sino que es para quienes ha sido preparado.

Al oír esto, los diez comenzaron a indignarse contra Jacobo y Juan. Y llamándolos junto a sí, Jesús les dijo: Sabéis que los que son reconocidos como gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que sus grandes ejercen autoridad sobre ellos. Pero entre vosotros no es así, sino que cualquiera de vosotros que desee llegar a ser grande será vuestro servidor, y cualquiera de vosotros que desee ser el primero será siervo de todos. Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:35-45).

Allí está – subráyelo- versículo 45: “Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”. Dios, ayúdanos a comprender qué significa que no sirvamos a Jesús, sino ser servidos por Jesús. Dios ayúdanos a sentir el peso del significado de que Jesús es un rescate para nosotros, y no solo para nosotros, sino para muchos. En Su nombre, oramos. Amén.

Por qué vino…

Esto es lo que quiero que hagamos con ese último versículo. Quiero que miremos, primero, cinco razones diferentes en este versículo, por las que vino Jesús. Y realmente vamos a comenzar desde la segunda mitad del versículo. Es como un pensamiento paralelo. “Ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir”. Y entonces, el texto explica cómo sirvió. “Para dar su vida en rescate por muchos” Por eso, quiero comenzar aquí, pensando en cómo dio Su vida en rescate por muchos, y quiero mostrarles cinco razones por las que vino, basadas solo en este versículo. Y vamos a abrirnos paso a la que pienso es la idea central de este versículo. Luego, vamos a meditar, si esa es la idea central, en qué significa para nuestras vidas, y cómo respondemos a este versículo en el modo en que vivimos en esta semana. Así que comenzaremos con cinco razones por las que Él vino, y vamos a llegar hasta la razón que las resume a todas.

Jesús vino a Sufrir

Primero, ¿por qué vino Jesús? Jesús vino para sufrir; para dar Su vida. El Hijo del Hombre vino para dar Su vida. Ahora, cuando habla, se refiere a Sí mismo como el Hijo del Hombre, esta es, de hecho, la designación más popular que Cristo hace de Sí mismo en los evangelios. A menudo, Él se refiere a Sí mismo como el Hijo del Hombre, y ello significa, literalmente que: Él es un humano. Él es como nosotros – Hijo de Hombre. Él es totalmente humano, como nosotros. Pero he aquí en qué es El diferente a nosotros.

Sí, Él es totalmente humano, como usted y yo, pero Él decidió venir. Y eso en sí mismo le hace muy diferente de usted y de mí. ¿En el sentido de que quién decidió aparecerse un día en esta tierra? ¿Decidió usted venir? Usted no toma esa decisión; yo no tomo esa decisión. Simplemente llegamos.

Jesús, por otra parte, es el Preexistente. El Eterno. El Hijo de Dios e Hijo del Hombre, y Él decidió venir. Esa es parte de la razón por la que titulamos la serie Él vino, porque esas dos palabras, en y por sí mismas nos muestran cuán glorioso es Jesús. Que Él decidió venir, y que Él vino por una razón. Y quiero mostrarles cómo es que Marcos es realmente intencional para mostrarnos esa razón en todo este Evangelio, particularmente en el par de capítulos alrededor de Marcos 10:45.

Vaya conmigo hacia la izquierda, y llegue rápidamente a Marcos 8. Marcos 8:31. Un pequeño resumen del libro de Marcos -primero, desde el capítulo 1 hasta el capítulo 8, el enfoque en el libro de Marcos está en el ministerio de Jesús en Galilea. Y por eso como que le seguimos por todo Galilea. Pero entonces, en el capítulo 8 ocurre una transición, y Jesús decide ir a Jerusalén. Y en el camino a Jerusalén Jesús, no una vez, no dos, sino tres veces diferentes llama la atención a Sus discípulos diciéndoles que irá hacia Jerusalén. Y todo tiene que ver con la razón por la cual vino. Mire Marcos 8:31. Esta es la primera vez. Dice: “Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre [aquí está de nuevo esa designación] debía padecer muchas cosas” (Marcos 8:31). No es que podía padecer, o que posiblemente padeciera, sino que “debía padecer muchas cosas y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y después de tres días resucitar” (Marcos 8:31). Debía ser muerto. No es que podía ser muerto. Debía ser muerto.

Aquí hay algo que impulsa a Jesús. Vaya al próximo capítulo -capítulo 9. Mire al versículo 30 en el capítulo 9. Jesús lo dice de nuevo en el versículo 30: “Saliendo de allí, iban pasando por Galilea, y El no quería que nadie lo supiera. Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre [aquí está de nuevo] será entregado” (Marcos 9:30-31).  No es que podía ser entregado – “será entregado en manos de los hombres y le matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará. Pero ellos no entendían lo que decía, y tenían miedo de preguntarle” (Marcos 9:31-32). Aquí hay seguridad. Van a matar al Hijo del Hombre.

Entonces, usted llega al capítulo 10, donde estábamos, y mira el 10:32, justo antes de este pasaje que acabamos de leer. Mire la conversación de Jesús con Sus discípulos, aquí, en Marcos 10 En el versículo 32:

E iban por el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús iba delante de ellos; y estaban perplejos, y los que le seguían tenían miedo. Y tomando aparte de nuevo a los doce, comenzó a decirles lo que le iba a suceder: He aquí, subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre [aquí está de nuevo] será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles. Y se burlarán de Él y le escupirán, le azotarán y le matarán, y tres días después resucitará” (Marcos 10:32-34).

Aquí no hay un quizás. Aquí no hay una posibilidad. Esto es algo que debe suceder, que va a suceder. Sucederá.

Es interesante, ¿saben?, si tuviéramos tiempo de regresar y mirar Isaías 52 y 53, y veríamos un texto de Isaías llamado el cántico del siervo donde había profecías de cómo vendría el Cristo. Las huellas de Isaías 53 están por todo el libro de Marcos, y en particular aquí. Isaías 53:10, donde la Biblia dice, profetizó cientos de años antes: “Pero quiso el Señor quebrantarle” (Isaías 53:10); “Pero quiso el Señor quebrantarle [a Jesús]” (Isaías  53:10). Quiso Dios hacerle sufrir.

Cuando Jesús va a Jerusalén y comienza a ser golpeado y azotado y a recibir burlas y escupidas, esto no ocurría por sorpresa. Esta es precisamente la razón por la que vino. Aquí, en Marcos 10, Jesús está caminando voluntaria y directamente hacia las mandíbulas del sufrimiento y la muerte. Cuando habla de “La copa que yo bebo, […] el bautismo con que yo soy bautizado” (Marcos 10:39), se está refiriendo a Su sufrimiento. La copa que yo bebo. Cuando lleguemos a, creo que es Marcos 14: “Para ti todas las cosas son posibles; aparta de mí esta copa”. ¿Qué es esta copa? Es la copa de la ira de Dios sobre el pecado. Isaías 51, Jeremías 25, Salmos 75, una copa llena con los desechos de la ira de Dios debido al pecado, una copa que Él está a punto de soportar sobre la cruz. Cuando Él habla del bautismo, está representando lo que vemos en las Escrituras, que es literalmente ser sumergido en sufrimiento o en la muerte. Y la imagen es que Jesús vino, muy claramente, vino para sufrir. Jesús vino para morir. Él nació para el propósito del sufrimiento y la muerte. Él vino para dar Su vida. Ahora, obviamente, esto es algo mucho más profundamente que solo morir.

Jesús vino para salvar

Segundo, Jesús vino para sufrir, y Jesús vino para salvar. ¿Vino para dar Su vida como qué? Como rescate. Ese es el precio, el pago para liberar de la esclavitud. Es una palabra que usaríamos en una situación de rehenes. Cuando alguien es retenido cautivo, y necesita ser liberado, y debe ofrecerse un pago. La imagen que Cristo da de su propia muerte es: “Estoy pagando el precio por tu liberación”. Usted está en esclavitud al pecado, y a usted mismo, y a la muerte. Y Cristo vino para liberarle de la esclavitud al pecado, y de sí mismo, y de la muerte. A fin de pagar el precio para que usted fuera libre, para que fuera rescatado. Él vino para dar Su vida.

Jesús vino para ser nuestro Substituto

Vino para sufrir. Vino para salvar. Y entonces llegamos a esta palabra de cuatro letras en Marcos, una palabra que es grandiosa. Él vino para dar Su vida como rescate para – y usted pudiera hacer una pequeña nota en Su Biblia. Circule esa palabra y ponga al lado: Esto no es solo un “para”. No es solo para el favor de muchos o para el bien de muchos. Esta palabra, esta preposición significa literalmente “en lugar de”, o “en la posición de” muchos.

Jesús vino para Sufrir Vino para salvar. Y vino para ser nuestro substituto. Y la imagen que Jesús nos da aquí es la de Él observando a Sus discípulos, quienes están bajo el peso del pecado y de la ira de Dios. Usted y yo, bajo el peso del pecado, bajo la ira de Dios, mereciendo muerte eterna. Y Jesús vino para tomar nuestro lugar. Para tomar Su ira, para tomar sobre Si mismo la ira del Padre, y no permitir que cayera sobre nosotros. ¡Piénselo!

Usted ante la luz, ante la perspectiva de su pecado, mereciendo muerte eterna, y Jesús viene y dice: “Me pondré en tu lugar”. Es por esta razón que el escritor del himno (P.P. Bliss) escribió:

Hombre de dolores, qué gran nombre pues Él vino, el Hijo de Hombre para pecadores arruinados reclamar; ¡Aleluya, nos vino a salvar! Llevando vergüenza y terribles oprobios, En mi lugar condenado Él estuvo, Selló mi perdón con Su sangre;

¡Aleluya, nos vino a salvar! Culpables, viles y desamparados, nosotros; Sin mancha el Cordero de Dios era Él, Completa expiación en Él encontramos

¡Aleluya, nos vino a salvar!Levantado fue para morir; “Consumado es” vino a decir. Ahora en los cielos, exaltado está ¡Aleluya, nos vino a salvar!

Cuando El venga, glorioso Rey, Todo su rescatado coro a traer, Entonces una nueva canción cantaré,¡Aleluya, nos vino a salvar!

Vino a sufrir, vino a salvar, y vino para ser nuestro substituto, Esas son, realmente, realmente, realmente, buenas noticias. Ese es el evangelio.

Y eso no es todo en Marcos 10:45, todas estas cosas: el evangelio, que Él vino a sufrir, a salvar, a ser nuestro substituto. Comience a ver cómo se desenvuelve esta rica verdad teológica en la conversación que Él está teniendo con Sus discípulos.

Jesús vino para mostrarnos como vivir

Cuarta razón por la que vino – Él vino para mostrarnos cómo vivir. Esto se añade a lo anterior. No es algo que sustituye lo que se ha dicho. Jesús no es solo un ejemplo de cómo debemos vivir. Esencialmente, Él es nuestro substituto. Pero en Su substitución, al darnos Su vida como rescate por muchos, nos muestra qué significa ser un siervo. Qué significa ser esclavo de todos.

Santiago y Juan no saben lo que están pidiendo. Ellos quieren promover la ganancia personal en el reino de Dios. Y Jesús les mira y les dice: “No, no, ustedes están viviendo para algo totalmente diferente. Si quieren ser grandes, deben servir”. Y Jesús redefine totalmente la grandeza en el evangelio, con una vasija, una toalla, y una cruz.

Y dice: “No, ustedes serán llamados a una vida muy diferente a la de los líderes y poderosos alrededor de ustedes. Ustedes son llamados a ser esclavos, a ser siervos”. Y dice a Santiago y Juan: “Ustedes beberán de esta copa. Serán bautizados”. Obviamente, no llevarían la ira de Dios en el mismo modo en que Él la llevó sobre la cruz. Pero, claramente, Santiago mismo fue decapitado en Hechos 12. Juan fue exiliado a una isla, solo, por seguir a Cristo. Estos hombres pagarían un precio por seguir el ejemplo de Cristo.

Jesús nos llama a ser radicalmente diferentes en el modo en que vivimos y amamos a otros. Él nos llama a un amor sacrificado, abnegado, servil por las personas que nos rodean. Por las personas en nuestros hogares, por las personas en nuestros vecindarios, por las personas en nuestra ciudad, por las personas en las naciones. Estoy suponiendo que haya un atisbo de este pensamiento mientras usted escucha de ir a los hombres y mujeres sin hogar, que dice “Bien, estas personas desamparadas, ¿no son, a menudo, desamparadas por las decisiones que han tomado que les han llevado allí, y les han mantenido allí?  Quizás ellos podrían estar en una situación diferente, pero continúan allí por las malas decisiones que han tomado. ¿Realmente debiéramos ayudarles?” Y es aquí donde necesitamos darnos cuenta de cómo el evangelio lo cambia todo, porque la realidad es que usted y yo estábamos en nuestro pecado porque habíamos elegido estar allí. Y todavía estábamos allí. Todavía estábamos allí porque seguíamos corriendo hacia nuestro pecado, una y otra vez. Sin embargo, tenemos un Cristo que dejó Su trono en gloria y nos buscó cuando nada en nosotros podría acercarnos a Él.

Vino a nosotros, totalmente inmerecedores. Vino a usted y a mí, y de ese modo no pensamos en ayudar a los demás como lo hace el mundo. Pensamos en ayudar a los demás en un modo totalmente diferente, porque nuestras vidas están transformadas por el evangelio. Y Jesús nos ha mostrado que hay otro modo de vivir, un modo diferente a las carreras que nos encontramos en la cultura norteamericana del siglo XXI. Él nos mostró cómo vivir.

Ahora, esta es la idea con que a menudo terminamos el libro y decimos: “Bien, esa era la idea. Jesús vino para darse a Sí mismo como rescate, y para mostrarnos que necesitábamos ser siervos de todos”. Y todo eso es cierto. Pero temo que si nos detenemos en ese punto perderemos, al menos, no solo parte de la idea, sino toda la idea de este versículo.  Y quiero que lleguemos a esta última razón por la que Jesús vino, y quiero que veamos la razón que realmente resume a todas las demás. Y luego quiero que pensemos en qué significa.

Jesús vino para servirnos

La quinta razón por la que vino Jesús, según Marcos 10:45, resume todas las anteriores. Vino para sufrir. Vino para salvar. Para ser nuestro substituto. Para mostrarnos cómo vivir. Y Jesús vino para servirnos.

Ahora, esto parece simple, pero quiero que usted medite en ello por unos minutos conmigo. La palabra aquí para “servir” es la palabra de donde obtenemos la palabra “diácono” hoy. Significa, literalmente, servir las mesas, servir, ofrecer un servicio a algo. Incluso el servicio más pequeño. Y por tanto, Jesús está diciendo que quiere servirle a usted. Jesús no está diciendo que Él quiere que usted le sirva a Él. Por el contrario, Jesús está diciendo que quiere servirle a usted. No es así como a menudo pensamos sobre el cristianismo. Pensamos de nosotros mismos como siervos de Cristo, y a eso llegaremos en un minuto. Pero toda la idea de Marcos 10:45 no es animarle a servir a Jesús. La idea de Marcos 10:45 es animarle a ser servido por Jesús. Dejar que Jesús le sirva.

Él no es un poderoso maestro religioso que aparece y dice a sus humildes siervos: “Esto es lo que ustedes necesitan hacer”. Por el contrario, Jesús viene y dice: “Estoy aquí para ser esclavo de ustedes. Estoy aquí a fin de trabajar para ustedes”. Eso es raro. No es así como pensamos normalmente en Jesús. Pensamos en nosotros como siervos de Jesús, pero no en Él sirviéndonos y trabajando para nosotros. Pero esta es la realidad.

Esto es lo que significa…

Jesús es nuestro Siervo

Ahora, piense en ello -¿qué significa esto? Demos un paso atrás y pensémoslo bien. Cuando Jesús dice: “ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir” (Marcos 10:45). Está diciendo a Sus discípulos de entonces y a Sus discípulos de hoy que Él es nuestro Siervo. Esto significa – Jesús es nuestro siervo. Es así de simple. Hermanos y hermanas, Jesús es nuestro siervo. Jesús es siervo de ustedes.

Ahora, tenemos que ser cuidadosos aquí para darnos cuenta de qué no significa esto: Esto no significa que nosotros le decimos a Jesús qué hacer. Él no es nuestro siervo en ese sentido. Eso es lo que Santiago y Juan estaban tratando de obtener de Él, trataron ordenarle qué necesitaba hacer por ellos.  Esa no es la imagen aquí. Nosotros no ordenamos a Jesús como si tuviéramos autoridad sobre Él. Eso no es lo que significa que Jesús sea nuestro Siervo. Eso sería una perversión de la verdad.

Pero la verdad, en realidad, no está lejos de allí, porque la realidad es: piense en esto. Jesús sí hace afirmaciones en los evangelios como la de Juan 14: “Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré” (Juan 14:14). Esas son las palabras de un siervo. Juan 15: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho” (Juan 15:7). Jesús nos da un cheque en blanco, donde dice que cualquier cosa que pidamos según Su voluntad, según Su Palabra, en Su nombre -cualquier cosa- es nuestra.

Y por eso, cuando la Biblia dice que Jesús es nuestro siervo, quiere decir que Jesús nos da lo que necesitamos. Literalmente: nos da todo lo que necesitamos. Y aquí quiero animarle a que preste mucha, mucha, mucha atención, porque estoy convencido de que esta es, en muchos sentidos, la clave para desbloquear la vida cristiana, en toda su maravilla y belleza.

Esta es la clave para comprender todo de lo que hemos hablado el año pasado al referirnos a una obediencia radical a Cristo, y todo lo que hemos hablado para el próximo año con referencia a una obediencia radical a Cristo. Esta es la clave porque Jesús acaba de llamar a estas personas -a Santiago, a Juan, a los discípulos- a participar de un discipulado radical. A ser siervos y esclavos de todos. A vivir vidas totalmente diferentes a las de este mundo. A experimentar el sufrimiento en el proceso. Él acaba de llamarles a una obediencia radical. Pero entonces continúa y dice: “Vine para servirles. Y por eso la obediencia radical de ustedes hacia mí no tiene que ver con que ustedes me sirvan. Tiene que ver con que Yo les sirva a ustedes”.

En otras palabras, Jesús está diciendo (no yerre), Jesús les está llamando a hacer algo totalmente imposible sin Él dándoles lo que necesitan. Ellos no pueden hacerlo. No hay modo de que puedan vivir contrario a los modos de este mundo. No hay modo de que usted y yo podamos desdeñar el Sueño Americano y vivir ideales y valores y pasiones totalmente diferentes a los de este mundo. Necesitamos que Jesús nos sirva para darnos lo que necesitamos, a fin de capacitarnos, de darnos el poder de vivir la vida que Él ha puesto delante nuestro. El llamado de Jesús a una obediencia radical es un llamado a ser servidos por Él. Y en un segundo regresaremos a esa idea, pero quiero asegurarnos de que no nos deslicemos hacia el error aquí. Porque en segundo lugar, eso sí significa que hay lugares en la Biblia donde se habla de cómo somos siervos de Dios y siervos de Cristo. Pablo habla de cómo somos siervos de Cristo Jesús.

Somos Siervos de Jesús

Por tanto sí, Jesús es nuestro siervo y, al mismo tiempo, en un sentido diferente, nosotros somos siervos de Jesús. Así que Jesús es nuestro siervo, y nosotros somos Sus siervos. Ahora, ¿qué significa que seamos Sus siervos? Cuando la Biblia habla de ese modo sobre nosotros, la Biblia implica -no yerre- la Biblia no implica que Jesús necesite nuestra ayuda. Sea que usted lo admita o no, esto es lo que a menudo viene a nuestra mente cuando pensamos de nosotros como siervos de Jesús. Pensamos en cómo somos obreros de Jesús quienes le dan la ayuda que necesita para llevar adelante el evangelio y hacer avanzar Su reino en el mundo.

Así es como, si no somos cuidadosos, a menudo hablamos y pensamos de la misión. A.W. Tozer – una de mis citas favoritas de Tozer. Él dijo:

Tan elevada es nuestra opinión de nosotros mismos que encontramos fácil creer que somos necesarios para Dios. Probablemente el pensamiento más difícil de todos, por nuestro egoísmo natural, es que Dios necesita nuestra ayuda. Comúnmente, le representamos como un Padre ocupado, ansioso, de algún modo frustrado, y apurado en su búsqueda de ayuda para llevar adelante Su plan benevolente de traer paz y salvación al mundo. Demasiados llamados misioneros están basados en esta frustración imaginada del Dios Todopoderoso. Un orador efectivo puede provocar fácilmente piedad en sus oyentes, no solo por los cientos de paganos, sino por el Dios que ha tratado tanto y durante tanto tiempo de salvarles, y ha fallado por falta de ayuda. Temo que miles de personas entren al servicio cristiano sin una motivación más elevada que la de querer liberar a Dios de esta vergonzosa situación en que Su amor le ha puesto, y de la que sus limitadas habilidades parecen no poder sacarle.

Por tanto, en este punto, quiero recordarles Hechos 17:25: “[Dios] ni es servido por manos humanas, como si necesitara de algo, puesto que El da a todos vida y aliento y todas las cosas”. ¿Qué tiene usted en su vida que pueda dar a Dios que Él no le haya dado? ¿Está Dios alguna vez hambriento de modo que usted pueda ayudarle a satisfacer Su hambre? ¿Está Él alguna vez cansado, de modo que pueda servirle en ese sentido? ¿Está Él alguna vez solo de modo que usted pueda ayudarle? ¡Absolutamente no! Dios es Todopoderoso. Él no necesita ayuda. Él nunca está solo, hambriento, o cansado, y para nada nos necesita a usted o a mí

La realidad es que hablamos sobre la misión y queremos impactar a las naciones para la gloria de Cristo, en obediencia a Su Palabra. Pero nunca tomemos la idea de que somos necesarios para Dios. La realidad es que nuestra iglesia podría morir y volverse polvo, y todavía Dios engrandecería un nombre para Si mismo entre las naciones. Él no nos necesita a nosotros – nosotros le necesitamos a Él. Ése es todo el mensaje del evangelio. Le necesitamos. Él no necesita nuestra ayuda. Él no necesita que le ayudemos. Nosotros necesitamos que Él nos ayude.

Por tanto, ¿qué significa que seamos Sus siervos? Significa que nos sometemos a la autoridad de Jesús. Que Jesús reina sobre nosotros. Cuando la Biblia habla de nosotros como siervos de Jesús, la imagen es que Jesús es nuestro Soberano, nuestro Rey, nuestro Gobernador, y que nosotros nos sometemos y rendimos nuestras vidas a Él y a Su liderazgo. ¡Piénselo! El Rey y Señor soberano, Gobernador majestuoso sobre todo el universo se ha detenido para servirle a usted. ¡Ah! esto nos deja sin aliento cuando pensamos en realidad en Dios viniendo a servirnos, no para ser servido.

Cómo respondemos…

Por tanto, ¿cómo se ve esto en nuestras vidas? Y es aquí donde quiero que usted vea que esto es algo muy básico, simple, y glorioso, algo que está en el centro del cristianismo, aunque sea una verdad tan olvidada. ¿Cómo respondemos a esta verdad?

Confíe que Jesús le Servirá

Primero, Marcos 10:45 nos dice: confíen que Jesús les servirá. Confíe que Jesús le Servirá. Piénselo bien. ¿No es esta la esencia del significado de ser salvos de nuestros pecados? ¿Ser servidos por Jesús? ¿Confiar que Jesús nos servirá?

Hablamos de cómo Jesús vino para sufrir y para salvar; para dar Su vida como rescate y como substituto por nosotros. Y probablemente haya personas en nuestras reuniones de la iglesia quienes nunca han sido salvas de sus pecados, y nunca han sido servidas por Cristo en salvación. Y hay numerosas personas en todos los demás sistemas religiosos quienes dicen qué necesitamos para ser salvos. Usted necesita servirse a sí mismo, o necesita servir a Dios, o a algo que parezca Dios. Eso no es cristianismo. Cristianismo no es decir: sirva a Dios y sea salvo. Cristianismo es decir todo el propósito de las Escrituras y del evangelio, que es dejar de servirnos a nosotros mismos y al pueblo religioso. Deje de tratar de servir a Dios. Deponga sus manos. Clame en necesidad por Él y admita su necesidad de ser servido por Él. Usted no puede salvarse a sí mismo. No puede librarse de su propio pecado. No puede reconciliarse con Dios y experimentar la vida para la que fue creado. Él tiene que servirle. Él tiene que limpiarle de su pecado. Él tiene que transformarle desde adentro hacia afuera.

Esa es la esencia de la vida cristiana. ¿Acaso la vida cristiana no comienza en el mismo momento en que nos percatamos de que necesitamos ser servidos por Cristo? Ese es el propósito supremo de la conversión. Nacer de nuevo. Mis ojos son abiertos al hecho de que estoy muerto, y de que Alguien más debe darme vida.

Lo recuerdo, en el sermón anterior mencioné que Joshua acababa de cumplir dos años de edad. Y recuerdo cuando le trajimos a casa desde el hospital, y habíamos adoptado a Caleb a los diez meses y medio, así que este recién nacido era algo nuevo para nosotros. Éramos novatos en el asunto de los recién nacidos. Y todo era nuevo para nosotros, ¿sabe? Pensé que esto sería lo mismo, pero cambiar los pañales de un recién nacido es muy diferente a cambiar los pañales de un bebé de 10 meses y medio. Y los patrones de sueño – quiero decir, Caleb dormía toda la noche, y Joshua era como si nunca, nunca, nunca durmiera. Y recuerdo que todo era tan nuevo.

Recuerdo cuando le dábamos un baño. Teníamos esta pequeña tina que conseguimos, y las enfermeras en el hospital nos habían dado instrucciones de cómo bañar a un recién nacido. Y usted pensaría que sería simple, y realmente lo es. Pero yo estaba tan preocupado de no hacerlo bien, de que nos saliéramos de las instrucciones. Y estaba Heather quitándole la ropa a Joshua y preparando el agua, y yo leyendo las instrucciones. Era algo como: “Bien, paso uno: moje el trapo”. Y ella decía: “Bien, mojar el trapo”. Y luego el paso dos: “encuentre un jabón suave, sin compuestos aceitosos, hipoalérgico, o de cualquier tipo que sea necesario”. Y yo estoy buscando por todas partes, y es como yo pensaba: un jabón es un jabón. Está bien. Él estará bien. Y bueno, había que untar el trapo con el jabón. “Bien, untar”. Y allí estaba Joshua gritando y llorando. Puedo notar que en su mente él está pensando: “¿Por qué me tocaron los novatos? No tienen idea de qué hacer. Están leyendo un manual de instrucciones. Uno pensaría que ellos habrían tenido esto en cuenta antes de llegar a este momento específico”.

Y con cada detalle… usted puede saber que esa primera noche, ni una sola vez él nos sirvió a nosotros. Quiero decir que no, él no nos sirvió ni un poquito. Noche tras noche tenía que ser servido. Él no nos servía. La realidad es que si hubiera tratado de servirnos, si hubiera resistido nuestro servicio a Él, es obvio que no hubiera sobrevivido. Habría muerto. Él era dependiente de nosotros para que le sirviéramos, y así es como pudo vivir.

Y no piense que es una coincidencia al comienzo de este capítulo, en Marcos 10:15, que Jesús dijera: “el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él”. Porque la idea es, hombre o mujer, no importa cuán dotado y hábil usted sea, no importa cuánto sepa o crea saber, o cuánto haya logrado en esta vida, la realidad es que usted le necesita a Él para sobrevivir ante el Dios santo del universo. Y necesita que Él le sirva en todos los modos posibles. El clímax mismo de la salvación ocurre cuando usted y yo ponemos a un lado el orgullo, nuestras metas, nuestros intentos de servirnos a nosotros mismos, y a servirle incluso a Él, y decimos “No puedo hacerlo. Necesito que Tú me sirvas”. Esa es la salvación.

Y eso es la vida cristiana. Nosotros no somos el resultado de esto. La idea no es venir a Cristo en el momento inicial de la salvación y decirle: “Necesito que me salves, que me sirvas”. Y luego, una vez que Él lo haya hecho, que crezcamos hasta donde podamos levantarnos y hacerlo todo por nosotros mismos. Sin embargo, así es como vivimos, ¿no es cierto? Tan a menudo tratamos de vivir así la vida cristiana. Tratando de hallar valor para hacer lo que podemos hacer. Eso no es cristianismo. La vida cristiana es ser servidos a cada momento por Cristo.

Piénselo bien. ¿Qué hay en el cristianismo que no lo involucre a Él sirviéndole a usted? Cuando usted ora, Jesús le sirve a usted. Él está guiando y dirigiendo sus pensamientos y su mente y su corazón, para acoplarse con la gloria de Dios, y guiándolos por Su Espíritu. Cuando le adoramos, cuando cantamos canciones de alabanzas, Jesús nos sirve a nosotros. En Su propia adoración, Jesús nos sirve. Él está tomando nuestros corazones y mentes con Su grandeza que nos hace clamar y levantar nuestras manos. Jesús nos está sirviendo así. Incluso en este mismo momento, mientras usted ve Su Palabra, Jesús le está sirviendo, piénselo. Abriendo sus oídos, su mente, su corazón para comprenderla. Jesús le está sirviendo ahora mismo. Y no se detiene. Él le estará sirviendo durante toda su vida cristiana. ¿No es eso hermoso?

El servicio de Jesús

Ahora, esto no significa que debamos sentarnos atrás y decir: “Bien, Jesús, haz algo más, haz algo más”. Vivimos en obediencia activa, no yerre. Sea precavido. El servicio de Jesús a nosotros habilita nuestra obediencia a Él. El servicio de Jesús a nosotros habilita nuestra obediencia a Él.

Piénselo de este modo. Cada vez que Jesús le ordena o llama a hacer algo, ese es Su modo de decirle cómo quiere servirle a usted. ¿Entendió? Cada vez que Jesús le llama u ordena a hacer algo, diciendo: “Haz esto”, o que usted ve un mandamiento en las Escrituras. Ese mandamiento en las Escrituras es el modo en que Jesús nos dice: “Así es como quiero servirte”. Cuando Jesús dice: “Si vas a seguirme, debes dar todo lo que tienes”, Jesús está diciendo: “Confía que yo te serviré con todo lo que necesitas”. Cuando Jesús dice: “Vende tus posesiones. Da a los pobres”, Jesús está diciendo: “Confía en mí para servirte con tesoros que no tienen comparación en este mundo”.

Esposo o esposa, cuando Jesús le dice que ame a su cónyuge incluso cuando no es fácil, ese es el modo en que Jesús le dice: “Voy a darte todo lo que necesitas, esposo, para que pongas tu vida por tu esposa. Y esposa, para que respetes y te sometas a tu esposo. Voy a darte todo lo que necesitas para esto”. Mamá o papá, cuando Jesús dice que amen a sus hijos en medio de una temporada difícil, así es como les dice: “Confíen en mí para darles la sabiduría y paciencia y discernimiento y el amor para saber qué decir, y cuándo decirlo. Confíen en mí para hacer estas cosas en ustedes”.

Cuando Jesús les llama a usted o a mí a caminar en medio de un valle oscuro en esta vida, quizás de enfermedad o dolor, o quién sabe qué sea, Jesús está diciendo: “Confíen en mí para servirles con la fortaleza y sostén y esperanza y vida que solo pueden venir de mí y que les ayudarán a pasar por esta situación”. Todo lo que Jesús nos llama a hacer, es como si nos dijera: “Así es como quiero servirles a ustedes”. Y Su servicio a nosotros nos capacita para obedecerle.

¡Realmente esto es una buena noticia! Esto es lo que diferencia a Cristo y al cristianismo de todos los demás sistemas religiosos. Este no es solo otro maestro religioso apareciendo y diciendo: “Bien, así es como debe vivir. Ahora hágalo”. Esta no es solo una ética superior. Esto es gracia y misericordia. Esta es la misma presencia de Dios que se acerca a la tierra, ahora encarnada en usted. El Espíritu de Cristo, Cristo en usted, viviendo en usted, capacitándole, para vivir de este modo. Y por eso, la vida cristiana es confiar en cada momento en cada día, que Jesús nos servirá.

Desde que estudié este texto la semana pasada he llegado a un punto de arrepentimiento en mi propia vida porque veo tantas áreas donde actúo de una forma u otra, casi como pensando que soy necesario para Dios. O como si yo pudiera hacer estas cosas para servirle. Pero la realidad es, Él me está llamando en cada detalle de mi vida, en la casa, en la iglesia, en mi vida personal, en todo, Él me está llamando a ser servido por Él.

La vida cristiana no tiene que ver con levantarse cada mañana y decir: “¿Qué puedo hacer hoy?” La vida cristiana tiene que ver con levantarse cada mañana y decir: “Necesito que te levantes, y necesito que vivas hoy, y Tu aliento hoy, y Tus pasos hoy, y Tus palabras hoy. En cada actividad que realizo, soy dependiente de tu gracia y de tu presencia en mí. Confío que me servirás hoy”. Y Él lo hará. Él esperará por usted. Él obrará para usted. Esas son buenas noticias.

Exalte a Jesús al Servir a Otros

Confíe que Jesús le servirá Su servicio a usted le capacitará para obedecerle a Él. Y entonces la belleza de esta verdad se vuelve cíclica. Cuando confiamos que Jesús nos sirva, exaltamos a Jesús al servir a otros. Porque ahora, no lo pase por alto, cuando estamos sirviendo a otros el propósito fundamental es Jesús. Él simplemente llamó a Sus discípulos de entonces, y a Sus discípulos de hoy, a una vida de servicio como esclavos de todos. Para servir a otros; para servir radicalmente a otros.

Y cuando servimos como Jesús nos dice, con la fuerza que Él provee, entonces Mateo 5:16 se vuelve una realidad. Las personas verán nuestras vidas; verán nuestro servicio, y darán gloria a nuestro Padre en los cielos. El que da la gracia, es quien siempre recibe la gloria. Y quien suple las fuerzas, quien da el poder y nos capacita para vivir de este modo, hombres mujeres, esposos, esposas, madres, padres, solteros, estudiantes, confíen que Jesús les servirá, y mientras lo hace, entonces les guiará a exaltarle a Él al servir a otros. Y la obra de Cristo por medio de ustedes será una demostración de la realidad de Cristo dentro de ustedes.

Esto es lo que C.J. Mahaney dijo en un gran libro sobre la humildad. Dijo: “Nuestro servicio cristiano existe, en un sentido supremo, solo para dirigir la atención hacia esta fuerza para nuestro Señor crucificado y resucitado, quien se entregó a Sí Mismo como rescate por todos”. Ahora, cada vez que servimos a otros, estamos señalando a quien entregó Su vida como rescate por nosotros, y nuestro servicio a otros demuestra Su sacrificio por nosotros.

Y esa es la relación entre la navidad y el servicio a los desamparados, o con cualquier modo en que usted sirva a otras personas en esta comunidad, en su hogar, en su barrio, o en las naciones. La realidad es que hemos sido salvados, servidos, rescatados, redimidos, por Cristo. Él nos está sirviendo en cada momento. Ese servicio en nosotros fluye hacia un servicio a otros, de modo que señala, para otros, el sacrificio de Cristo a nuestro favor. El Hijo del Hombre no vino para ser servido por ustedes. Él vino para servirles, y para dar Su vida como rescate, en lugar de hacernos pagar el precio.

David Platt

David Platt sirve como pastor en el área metropolitana de Washington, D.C. Es el fundador de Radical.

David recibió su doctorado del Seminario Teológico Bautista de New Orleans y es el autor de Don’t Hold Back [No te quedes donde estás], Radical, Sígueme, Contracultura, Algo tiene que cambiar, Before You Vote [Antes de votar], así como los varios volúmenes de la serie Christ-Centered Exposition Commentary [Comentario Expositivo centrado en Cristo]. 

Vive junto con su esposa e hijos en el área metropolitana de Washington, D.C.

LESS THAN 1% OF ALL MONEY GIVEN TO MISSIONS GOES TO UNREACHED PEOPLE AND PLACES.

That means that the people with the most urgent spiritual and physical needs on the planet are receiving the least amount of support. Together we can change that!