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¿Qué pasa si nunca me caso por seguir mi llamado misionero?

La mera idea de “¿Y si nunca me caso?” es a menudo una pregunta desagradable que muchos ni siquiera quieren considerar. Fuimos creados para la comunión, tanto con Dios como con los demás, y el deseo de casarse es legítimo, sin necesidad de restar importancia a su belleza. Pero desentrañemos juntos algunas nubladas gemas que pudieran estar enterradas bajo algunos de nuestros miedos y anhelos.

No tienes que elegir entre las misiones y el matrimonio

Comencemos exponiendo una gran mentira que muchos han elegido creer: “Ir al extranjero reduce mis posibilidades de casarme”. Ir al campo misionero y casarse no son cosas contradictorias, así como tampoco está garantizado casarse si uno se queda en casa.

Ir al campo misionero y casarse no son cosas contradictorias.

¿Nos está impidiendo un miedo irreal seguir a Jesús al campo misionero? ¿O estamos eligiendo creer la mentira como excusa para no ir? Génesis 18:14 pregunta: “¿Acaso hay algo demasiado difícil para el Señor?” Si consideramos ir al extranjero por el evangelio, es mejor comenzar conociendo y confiando en el Dios que nos esforzamos por dar a conocer.

Además, hay muchas personas en el extranjero. Puede que te sorprenda la cantidad de “candidatos” que hay. Pero ten cuidado: si estás ansioso por encontrar pareja, podrías terminar tomando malas decisiones. Antes de buscar la próxima etapa de tu vida, primero busca contentamiento y paz con la etapa en la que Dios te tiene. Recuerda que Él nos dio a Jesús, y su voluntad para el presente siempre es buena y perfecta (Romanos 12:2).

¿Qué pasa si nunca me caso?

Enfrentemos al verdadero elefante en la habitación: ¿Qué pasa si nunca me caso? Respuestas del tipo “no es gran cosa estar soltero” o “eres libre para servir al Señor” pueden dejar a los creyentes sintiendo que deben tratar el matrimonio como algo menor o trivial.

Después de todo, no habrá matrimonio en el cielo, ¿verdad? (Lucas 20:27–36) Bueno, todavía no estamos allá. No es tan simple.

El matrimonio es el hermoso y deliberado diseño de Dios. Es una ilustración misteriosa de cómo Cristo y la iglesia son uno (Efesios 5:32). También es un regalo para este lado de la eternidad, resonando con muchas de las preguntas y deseos con los que estamos diseñados.

El matrimonio es un medio de santificación, una oportunidad para mostrar al mundo amor y compromiso incondicional. Se trata, como todo lo demás, de Dios, no de nosotros.

Desear casarse es una aspiración legítima. No hay vergüenza en ello, y no hay necesidad de restar importancia a lo que nuestro Padre Celestial originalmente determinó. Entonces, ¿cómo reconciliamos la posibilidad de no casarnos con el deseo de hacerlo?

¿Existe otra manera de exhibir el profundo misterio del amor de Cristo y su iglesia? Ciertamente creo que hay algo mejor que el matrimonio: Dios mismo.

Esfuérzate por vivir bien

La mejor manera en que podemos usar nuestras vidas para revelar la gloria de Dios al mundo no es casándonos, sino viviendo para él, cualquiera que sean las circunstancias. Puede ser más fácil regocijarnos en el Señor cuando tenemos lo que creemos necesitar. Pero habla más fuerte cuando confiamos en él, contentos con lo que nos da (Filipenses 4:11–13).

Como cristianos, solteros o casados, debemos aceptar que algunas de las cosas que más deseamos en este lado de la eternidad puede que nunca sucedan. Al mismo tiempo, nos aferramos a la sabiduría perfecta de Dios y a la promesa de nuestro hogar largamente esperado. El mismo escenario que más tememos puede llevarnos a conocer a Dios de una manera que nunca habíamos experimentado antes.

A medida que caminamos por este mundo en lo que está por venir, esforcémonos por vivir para lo que más importa. Descubriremos que la belleza de su carácter, el consuelo de su presencia y el gozo de ver a otros venir a Cristo eclipsan todo lo demás. No sacrifiques la obediencia a Jesús en el altar del matrimonio. Encontrar un cónyuge no está garantizado—su reino sí lo está.

Ríndete a Él

La mañana antes de ir al campo misionero por primera vez, mi pastor me llamó para despedirse y oró por mí. He atesorado esas palabras, ya que él dijo: “Si Dios está contigo, no importa quién no esté; y si Dios no está contigo, no importa quién esté”.

Entonces, ¿qué pasa si sucede lo peor que puedas imaginar, ya sea la soltería u otra cosa? Ante esto, Elisabeth Elliot dijo: “Cuando sucede lo peor que puedas imaginar, hay algo que no estaba en tus planes, y eso es la gracia de Dios”. Tu deseo de casarte no es algo que debas negar; es algo que debes rendir.

El Salmo 145:17 dice: “El Señor es justo en todo lo que hace; está lleno de bondad”. A medida que confiamos en Dios, podemos aspirar a vivir bien bajo las circunstancias que él nos ha confiado. Incluso podemos estar expectantes de cómo Dios usará nuestras circunstancias específicas para glorificar su nombre.

Ya sea que te cases o permanezcas soltero, ya sea que elijas quedarte en casa o ir al extranjero, esfuérzate por vivir para lo que más importa. Anhela ser llamado en ese día “siervo bueno y fiel” (Mateo 25:23). Y nunca olvides: Jesús es mejor.

Daisy Báez-Castillo

Daisy Báez-Castillo está sirviendo en el extranjero entre grupos de personas no alcanzadas. Originaria de la República Dominicana, fue cautivada por Cristo a los 17 años. Se graduó con una maestría en misiología del Southern Baptist Theological Seminary.

LESS THAN 1% OF ALL MONEY GIVEN TO MISSIONS GOES TOWARDS REACHING THE UNREACHED.

That means that the people with the most urgent spiritual and physical needs are receiving the least support. You can help change that!