En la última década, la apologética ha resurgido con fuerza en la Iglesia global y Latinoamérica no ha sido la excepción. Las cosmovisiones tradicionales se han visto fuertemente retadas producto de los constantes y drásticos cambios sociales de los últimos años. Frente a esto se están dando diversas estrategias de defensa en diferentes partes del mundo. En medio de todo esto, la respuesta cristiana ha sido el regresar a la apologética como fuente de respuestas ante los ataques en contra de la Iglesia. Pero ¿cómo se está llevando a cabo la apologética en esta región del mundo?
¿Qué es la apologética?
El ejercicio apologético ha sido llamado muchas veces una etapa ‘pre-evangelística.’
Antes de responder esa pregunta, cabe definir a qué nos referimos con apologética. Esta es una rama de la teología que tiene su sustento bíblico en 1 Pedro 3:15, en donde se nos ordena que como creyentes debemos estar siempre preparados para presentar defensa ante todo aquel que nos demande razón de lo que creemos. En ese sentido, hacer apologética es presentar argumentos que sustenten porqué el evangelio es objetivamente verdadero. En esta tarea se quitan los obstáculos que le impiden al incrédulo tener una aproximación al evangelio. Porque si no cree que Dios existe, ¿cómo creerá que Jesús fue Dios en la carne que murió por sus pecados? Por ello, el ejercicio apologético ha sido llamado muchas veces una etapa “pre-evangelística”.
¿Por qué la iglesia latinoamericana necesita apologética?
Con todo, las iglesias latinas no hicieron uso de la apologética durante sus primeros años de existencia porque no existía la necesidad de establecer los puntos mínimos necesarios para proceder a la evangelización. La sociedad latina ya tenía un sustrato cristiano por el catolicismo existente. Casi la totalidad de la población tenía ciertas nociones de Dios, Jesús y la Biblia. Sin embargo, en los años recientes, con el auge de la secularización y todos los recientes cambios sociales, las iglesias latinas vieron la necesidad de preparar respuestas a preguntas que nunca antes habían oído.
Dentro de todas las ramas de la teología, la apologética es una de las más variables. Esto es así porque la apologética trata de transmitir verdades a determinadas audiencias. Para entender esta idea en un nivel básico, podríamos decir que para compartir el evangelio en Japón se tendría que hacer en japonés, o si lo comparto con un francés tendría que hacerlo en francés. De la misma manera, no se puede hacer apologética con un ateo de la misma manera que se haría con un musulmán. En este caso, ambas personas tienen distintas preguntas y cosmovisiones a las que se les deberá responder de maneras particulares.
Esto podemos verlo en el libro de los Hechos si contrastamos el mensaje de Pedro a los judíos (Hechos 2) y el mensaje de Pablo a los atenienses (Hechos 17). Mientras que Pedro basa su mensaje en textos del Antiguo Testamento, Pablo no hace uso de ningún versículo de las Escrituras. Pablo sabía que si quería comunicarse con los atenienses, él no podía hablarles como le hablaría a un judío. Por ello, Pablo primero coloca puentes con su cultura al citar a los poetas o hasta al mencionar su altar al dios desconocido. De la misma manera, hoy Latinoamérica enfrenta el reto de desarrollar una apologética que responda a los grupos que tiene delante.
Una mezcla de creencias
Esta tarea resulta particularmente compleja porque la sociedad latinoamericana misma está en búsqueda de su identidad. Esto es así porque dentro de ella habitan muchas culturas y aspiraciones, y porque detrás tiene una historia complicada. La cultura latina es producto de un choque de dos mundos: el español y el nativo. El catolicismo más ortodoxo estaba presente entre las élites, pero se mantuvieron muchos cultos paganos, y esto generó que la sociedad en su gran mayoría optará por el sincretismo—una combinación de creencias católicas y paganas.
Con el pasar de los siglos, la sociedad latina ha pasado por muchos cambios. Hace no más de 70 años, muchos países latinoamericanos aún vivían bajo un esquema económico casi feudal donde grandes hacendados controlaban bastos territorios productivos con personas que dependían exclusivamente ellos. Hace apenas 50 años, las ciudades empezaron a crecer masivamente por diversos factores y en ellas se han producido muchos nuevos cambios. Con la presencia de universidades y la influencia de las culturas norteamericanas y europeas, las élites enfrentan a los mismos cambios que cualquier otro país occidental.
Sin embargo, aún existen grandes comunidades indígenas que han sido poco abordadas por la apologética. De igual manera, aunque occidente se encuentra lidiando con el posmodernismo, se podría decir que muchos latinoamericanos aún lidian con el modernismo, incluso hay algunos que todavía lidian con antiguas formas de animismo. La razón apela a unos, mientras que la imaginación mitológica apela a otros. Latinoamérica es, en pocas palabras, una combinación vibrante y diversa.
Aunque occidente se encuentra lidiando con el posmodernismo, muchos latinoamericanos aún lidian con el modernismo, incluso hay algunos que todavía lidian con antiguas formas de animismo.
América Latina tiene muchas características que la diferencian de otras regiones del mundo, pero si nos acercamos, la historia se vuelve aún más compleja. Cada país dentro de él tiene sus propias características y culturas. Por ejemplo, Guatemala es muy diferente a Argentina, y Perú es diferente a Costa Rica, y así sucesivamente. Los cristianos que quieran desarrollar una apologética relevante para América Latina necesitarían especializarse en las culturas de esos países.
Este cuadro complejo de la sociedad latinoamericana debe llevarnos a pensar en que no existirá una única manera de hacer apologética en esta región puesto que habrá una manera por cada grupo al que se aproxime. Pero, así como la iglesia ha desarrollado sus propias maneras de hacer apologética en las distintas épocas de la historia, de la misma manera Latinoamérica deberá forjar la suya propia mientras mantiene su fidelidad a la verdad del evangelio. Como iglesia, oremos por este objetivo y por aquellos cuyas vidas serán transformadas al creer en el evangelio.