Desde mi niñez se me enseño a evitar ciertos temas de conversación en la mesa, a veces política, dinero o religión, dependiendo de quién estuviera presente. Es posible que también lo hayas experimentado. Correcto o incorrecto, evitamos ciertos temas porque a menudo están conectados con emociones fuertes. Algunas cosas son profundamente importantes.
Algunos temas son aún más personales cuando son entre un esposo y una esposa. Un tema que puede ser especialmente delicado es el de servir en el extranjero en las misiones. Hay mucho en juego cuando las posibles decisiones podrían significar renunciar a trabajos, vender la casa, sacar a los niños de la escuela y mudarse lejos de la familia y los amigos.
Además, existe el riesgo de descubrir que no están completamente de acuerdo, lo que puede generar tensión en el matrimonio. Entonces, ¿cómo hablamos cuidadosamente con nuestra pareja sobre algo que podría tener tan gran impacto en nuestra familia? ¿Cómo podemos abordar esto de manera efectiva?
Cuando se trata de comunicarse con nuestro cónyuge, el trayecto de la conversación a menudo es tan importante como el destino. Aquí hay cuatro consejos para ayudarte a ti y a tu cónyuge a llevar a cabo esta travesía adecuadamente.
Cuando se trata de comunicarse con nuestro cónyuge, el trayecto de la conversación a menudo es tan importante como el destino.
Discierne, no persuadas
Compartan sus deseos y lo que sienten que Dios les ha estado enseñando, pero no intentes persuadir a tu cónyuge. Existe una diferencia entre tratar de discernir, junto con tu cónyuge, y tratar de convencerlo del plan de Dios.
Si tu cónyuge toma la decisión de ir a las naciones simplemente porque tú lo has convencido de hacerlo, seguramente les traerá dolor más adelante. Desde el principio, confía en que Dios guiará a tu cónyuge como te ha guiado a ti. ¡Ora mucho! Luego, planifica un tiempo de tranquilidad a solas con tu cónyuge para hablar, procesar y orar juntos mientras buscan dirección mutuamente.
Confía en el tiempo de Dios
No apresures el proceso de discernimiento. Si actualmente tú y tu cónyuge no están de acuerdo, utilicen esta temporada para involucrar a otras personas en la conversación. Busquen sabio consejo de hermanos en la iglesia y permítanles examinar sus vidas y hacer preguntas difíciles.
Aprovechen este tiempo para orar, ayunar, buscar en las Escrituras y escribir lo que Dios les está enseñando. Fortalezcan sus músculos de servicio. Sirvan activamente juntos de maneras en las que ambos estén de acuerdo actualmente: oren, den, y respalden la buena obra del evangelio alrededor del mundo.
Recuerda, nuestros corazones a menudo se inclinan hacia donde damos de nuestro tiempo y dinero (Mateo 6:21). Vivan generosamente y vean hacia dónde Dios los guía. Es importante que seas pacientes y confíes en que todo el proceso de discernimiento es parte de tu preparación para lo que sea que esté por venir.
Mantente dispuesto a dejar que Dios redirija tu vida
Alaba a Dios por haberte dado una carga para que las naciones lo conozcan. Al mismo tiempo, mantente abierto a cómo, cuándo y dónde estás dispuesto a servir, y no asumas que es solo tu cónyuge quien necesita cambiar.
Es posible que no sepas con certeza si Dios los está guiando al extranjero, pero, si estás casado, sí tienes la certeza de que comprometerte con tu cónyuge según la Palabra de Dios es tu llamado por el resto de tu vida.
No asumas que es solo tu cónyuge quien necesita cambiar.
Así que, no dejes que el deseo de servir en un rol o lugar en particular supere los claros mandamientos de la Palabra de Dios. Esposos, ustedes están llamados a amar a sus esposas como Cristo amó a la iglesia. Esposas, ustedes están llamadas a someterse a sus esposos, como al Señor (Efesios 5:22–25). Hagan estas cosas con excelencia.
En fe, den pasos de obediencia y descansen en Cristo
Si tú y tu cónyuge sienten que Dios los está guiando a considerar mudarse al extranjero para servir en las misiones, den un paso activo de obediencia en fe. No están comprometiendo sus vidas, solo están dando un paso más en el proceso de discernimiento. Si no saben cuál debería ser el próximo paso, comiencen hablando con su pastor. Ese es el paso. Pero no tengan miedo.
Ya sea que nos mudemos al otro lado del océano o nos quedemos y realicemos la obra de la Gran Comisión justo donde estamos, se nos han otorgado todas las bendiciones espirituales si estamos en Cristo Jesús (Efesios 1:3). Descansen en la obra completa de Cristo y confíenle a él su matrimonio y sus planes futuros.
La idea es simplemente esta: cuando las parejas casadas se comunican, el proceso de comunicación santificadora es importante. Así que representen bien a Cristo durante su temporada de discernimiento. Gócense en la esperanza, sean pacientes en la aflicción y fieles en la oración (Romanos 12:12). A través de su comunicación y su matrimonio, modelen la obediencia a Dios y el amor por las naciones mostrándole al mundo una hermosa imagen de Cristo y su iglesia.