La duda sobre la verdad del Evangelio puede infiltrarse fácilmente en nuestras vidas. Sin embargo, reconocer la verdad y el poder del Evangelio puede tranquilizarnos acerca de quién Dios realmente es. En este mensaje sobre Génesis 3:1–24, el pastor David Platt anima a los cristianos a confiar en la obra de Dios a través del Evangelio. Señala tres características de Dios que el Evangelio resalta.
- El juicio de Dios
- La misericordia de Dios
- La promesa de Dios
Si tienen una Biblia, y espero que así sea, quiero invitarles a volver al libro Génesis 3.
¡Qué grande eres! ¡Qué grande es Dios! La ira de Dios es como el agua represada. Por el momento, crece y sube más y más alto hasta que se le da un drenaje. Y cuanto más fuerte es la corriente retenida, más rápido y poderoso es su curso una vez que se deja ir.
Es cierto que el juicio contra sus malas acciones no ha sido ejecutado aún, hasta ahora la inundación de la ira de Dios ha sido contenida. Pero mientras tanto la culpa se incrementa, y cada día se acumula más indignación. Las aguas están constantemente subiendo y aumentando de forma poderosa. Y no hay nada que las retenga excepto el mero placer de Dios. Y no podrán ser detenidas si Dios quita Su mano de la compuerta. Pues se abrirían rápidamente, y la briosa inundación de la fiereza e ira de Dios avanzaría con furia inconcebible y vendría sobre ustedes con poder omnipotente. Y aunque sus fuerzas fueran diez mil veces más grandes de lo que son, diez mil veces más grandes que la fuerza del corpulento y robusto diablo en el infierno, no sería nada para resistirlo o soportarlo.
El arco de la ira de Dios se dobla y la flecha se prepara en la cuerda. Y la justicia la pandea en tu corazón y tensa el arco, y no es por nada sino por el mero deleite de Dios, de un Dios furioso sin promesa u obligación o interés alguno en algún Mediador, pues no hay medios a nuestro alcance que puedan significar alguna seguridad contra ellos. Abreviando, no tenemos refugio, nada a que aferrarnos; todo lo que nos preserva en cada momento es la mera voluntad arbitraria, una templanza inconvenida y voluntaria de un Dios encolerizado.
Tal fue el sermón de Jonathan Edwards, durante una época conocida como el Gran Despertar de la iglesia, donde hubo incontables personas que vinieron a Cristo, y las iglesias fueron renovadas en formas que desde años no ocurría. Esto sucedió durante el Primer Gran Despertar, porque fueron ellos despertados a todo lo que Dios es y a todo Su carácter.
Sin embargo no voy a predicar hoy tal y como Jonathan Edwards hizo ese día. Quiero que veamos, al principio de las Escrituras, una imagen completa del carácter de Dios. Estos primeros capítulos del Antiguo Testamento son fundamentales para darnos un entendimiento de quién es Dios, y preparan el escenario para el resto de las Escrituras. Creo que hay algunas de las características de Dios, en Génesis 3, que necesitamos desesperadamente volver a ver hoy en la iglesia.
Así que vamos a leer Génesis 3. Este es un pasaje que puede ser familiar para muchos de ustedes. Es conocido como la Caída y la entrada del pecado en el mundo. Pero no permitan que la familiaridad les haga perderse este mensaje.
Oro para que lo leamos con ojo frescos, casi como si lo leyéramos por primera vez. Es como aquellas películas que se pueden ver una y otra vez. Saben lo que va a pasar al final, pero igual lo esperan. Se sientan dos horas a ver como llega. Así que, sentémonos. Sabemos como esto va a terminar. Sentémonos y comencemos a verla desde el principio, y seamos un pueblo que se deleita en ver la historia que Dios revela en las Escrituras y que nos fue mostrada una y otra vez.
Vean Génesis 3. Sigan conmigo, comenzando en el versículo 1. Vamos a leer el capítulo completo. Quiero que visualicen esta historia.
Y la serpiente era más astuta que cualquiera de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer: ¿Con que Dios os ha dicho: “No comeréis de ningún árbol del huerto”?
Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto, ha dicho Dios: “No comeréis de él, ni lo tocaréis, para que no muráis.”
Y la serpiente dijo a la mujer: Ciertamente no moriréis. Pues Dios sabe que el día que de él comáis, serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conociendo el bien y el mal.
Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y que el árbol era deseable para alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido que estaba con ella, y él comió. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; y cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales.
Y oyeron al Señor Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del huerto. Y el Señor Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás?
Y él respondió: Te oí en el huerto, y tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí.
Y Dios le dijo: ¿Quién te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del cual te mandé que no comieras?
Y el hombre respondió: La mujer que tú me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.
Entonces el Señor Dios dijo a la mujer: ¿Qué es esto que has hecho?
Y la mujer respondió: La serpiente me engañó, y yo comí.
Y el Señor Dios dijo a la serpiente: Por cuanto has hecho esto,
maldita serás más que todos los animales,
y más que todas las bestias del campo;
sobre tu vientre andarás,
y polvo comerás
todos los días de tu vida.
Y pondré enemistad
entre ti y la mujer,
y entre tu simiente y su simiente;
él te herirá en la cabeza,
y tú lo herirás en el calcañar.
A la mujer dijo:
En gran manera multiplicaré tu dolor en el parto, con dolor darás a luz los hijos;
y con todo, tu deseo será para tu marido,
y él tendrá dominio sobre ti.
Entonces dijo a Adán: Por cuanto has escuchado la voz de tu mujer y has comido del árbol del cual te ordené, diciendo: “No comerás de él”,
maldita será la tierra por tu causa;
con trabajo comerás de ella
todos los días de tu vida.
Espinos y abrojos te producirá,
y comerás de las plantas del campo.
Con el sudor de tu rostro
comerás el pan
hasta que vuelvas a la tierra,
porque de ella fuiste tomado;
pues polvo eres,
y al polvo volverás.
Y el hombre le puso por nombre Eva a a su mujer, porque ella era la madre de todos los vivientes.
Y el Señor Dios hizo vestiduras de piel para Adán y su mujer, y los vistió. Entonces el Señor Dios dijo: He aquí, el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal; cuidado ahora no vaya a extender su mano y tomar también del árbol de la vida, y coma y viva para siempre. Y el Señor Dios lo echó del huerto del Edén, para que labrara la tierra de la cual fue tomado. Expulsó, pues, al hombre; y al oriente del huerto del Edén puso querubines, y una espada encendida que giraba en todas direcciones, para guardar el camino del árbol de la vida.
Ahora, normalmente, cuando estudiamos un pasaje de las Escrituras, vamos desde el principio hasta el final. Pero creo que por estar escrito en la forma original del Antiguo Testamento, en lugar de ir desde inicio a fin, sería mejor saltar desde el inicio hasta el final y luego ir al medio.
Hay una frase clave en el mismo medio de este capítulo que es el centro de todo lo que viene después en la Biblia. Y creo que todo, desde el principio hasta el final del capítulo, deriva hacia ella de diferentes maneras. Así que eso es lo que vamos a hacer. Vamos a ir de acá para allá, del inicio al fin gradualmente hasta que nos encontremos en el centro del pasaje, y por el camino, quiero que veamos tres características de Dios.
El Juicio de Dios
Así que, primero que nada, quiero que veamos el juicio de Dios en Génesis 3. El pecado entra en el mundo por primera vez en Génesis 3. En este pasaje vemos a la serpiente. Pero es más que una simple serpiente; es Satanás, el Adversario, usando a la serpiente como instrumento, y mientras el pecado entra, vemos una imagen del juicio de Dios. Hasta este punto, todo era bueno. Cuando Dios vio lo que había creado, dijo que era bueno. Todo era bueno. Repasando el pasaje, Dios dice “era bueno…” una y otra vez en Génesis 1 y 2.
La esencia del pecado…
Pero llegamos a Génesis 3, y vemos una imagen diferente, y no solo vemos la bondad de Dios, sino la entrada del juicio de Dios. Quiero que lo vean desde dos perspectivas. Primero que nada, quiero que reflexionemos sobre la esencia del pecado en Génesis 3. Reflexionen sobre la esencia de nuestros pecados, e incluso, mientras vemos el pecado entrar en el mundo, quiero separarlo en dos facetas diferentes que pienso combinar para llegar a la esencia de lo que significa pecar. Porque pecar es más profundo que simplemente comer una manzana de un árbol que se supone que no debían comer. Esa es la fruta, ese es el resultado de algo que está mucho más profundo en la esencia de ello. Y quiero que vean esa esencia en dos niveles.
Primero que nada, la esencia del pecado es cuestionarnos el carácter de Dios. Y creo que esto está en la esencia del pecado en Génesis 3. Permítanme mostrárselo. Primero que nada, necesitan regresar a Génesis 2. Quiero leer la estructura de Génesis 3. Y quiero alentarles a que, cada vez que vean mencionar el nombre de Dios, lo circulen. Cada vez que vean el nombre de Dios mencionado en Génesis 2, circúlenlo. Verán por qué una vez que lleguemos a Génesis 3, pero mientras tanto confíen en mí.
Circulen cada vez que vean el nombre de Dios en Génesis 2. Comenzaremos en el versículo 4. Dice, “Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados…” Detengámonos aquí por un momento. Génesis 1 nos da la historia de la creación. Génesis 2 nos da ahora otra historia de la creación. Estas no son dos creaciones; aquí no se crean dos mundos. Pero, básicamente, la historia de la creación es contada desde dos perspectivas diferentes. Génesis 1 es más universal en este ámbito. Génesis 2 realmente se centra en el hombre y la mujer y en quienes son, y en la relación de Dios con ellos en una forma incluso más profunda.
Así que eso es lo que estamos leyendo aquí. Génesis 2:4: “…el día en que el Señor Dios…” Ahí está, circúlenlo. Circulen “Señor Dios”. Así es como Él es referido. “…hizo la tierra y los cielos. Y aún no había ningún arbusto del campo en la tierra, ni había aún brotado ninguna planta del campo, porque el Señor Dios…” Circúlenlo. “…no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había hombre para labrar la tierra. Pero se levantaba de la tierra un vapor que regaba toda la superficie del suelo.”
El versículo 7 dice, “Entonces el Señor Dios…” Circúlenlo. “…formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente.” Versículo 8: “Y plantó el Señor Dios un huerto hacia el oriente, en Edén; y puso allí al hombre que había formado. Y el Señor Dios hizo brotar de la tierra todo árbol agradable a la vista y bueno para comer; asimismo, en medio del huerto, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal.”
Ahora saltemos hasta el versículo 15. Comienza diciendo, “Entonces el Señor Dios…” Circúlenlo. “tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén, para que lo cultivara y lo cuidara.” Versículo 16: “Y ordenó el Señor Dios”. Circúlenlo de nuevo. “…al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás.”
Versículo 18: “Y el Señor Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea” Versículo 19, “Y el Señor Dios…” Me doy cuenta que se está haciendo repetitivo, pero síganme. Circúlen esto. “…formó de la tierra todo animal del campo y toda ave del cielo.” Y lleguen al versículo 21: “Entonces el Señor Dios…” Circúlenlo. “…hizo caer un sueño profundo sobre el hombre, y éste se durmió; y Dios tomó una de sus costillas, y cerró la carne en ese lugar.” Y entonces finalmente, el versículo 22 dice, “Y de la costilla que el Señor Dios había tomado del hombre, formó una mujer y la trajo al hombre.”
Ahora, permítanme darles una panorámica del título “Señor Dios”. Este es el título por el que Dios es referido una y otra vez en Génesis 2. En realidad, estos son dos títulos que vienen juntos. “Señor” y “Dios”. En el lenguaje original del Antiguo Testamento, “Señor” literalmente significa “Jehová”, y este es el título que vemos a lo largo de las Escrituras que se refiere, no solo a Dios, sino a Dios y Su relación con Su pueblo. Este es Dios como el Señor de Su pueblo; el Dios que muestra amor y preocupación, bondad y benevolencia a Su pueblo. Fue el nombre pactado entre Dios y Su pueblo. Y “pactado” básicamente significa que ellos habían entrado en una relación con Él. Y Él les había mostrado amor, benevolencia y bondad. Así que este título realmente enfatiza la bondad de Dios.
Y la segunda parte de este título, el “Señor Dios”, es esa palabra, “Elohim”, en el lenguaje original del Antiguo Testamento. Literalmente significa “Dios Todopoderoso”. Cantamos, “Grande es el Señor Todopoderoso.” “Todopoderoso” es el título con que se refiere a Dios, y su suposición realmente enfatiza Su bondad, preocupación y amor por Su pueblo. Realmente enfatiza Su poder, Su grandeza, Su soberanía y Su dominio. Es Él quién es omnipotente. Él es Todopoderoso; todo el poder le pertenece. Así, tienen la bondad de Dios en el título “Señor” o “Jehová”. Y tienen la grandeza de Dios en el título “Elohim”. Junten bondad y grandeza, y tienen al Señor Dios. Esta es la forma en la que Él se nos presenta en Génesis 2.
Ahora, aquí es donde se pone interesante. Vean Génesis 3. “Y la serpiente era más astuta que cualquiera de los animales del campo…”. Ahí está de nuevo, circúlenlo. “…que el Señor Dios había hecho”. Pero aquí es donde cambia. “Y dijo a la mujer: ¿Realmente Dios dijo…?” (Génesis 3:2) Y de repente, Satanás, a través de la serpiente, quita una parte de este título, y comienza a usar solo “Elohim”. “¿Realmente Dios dijo: No deben comer del árbol que está en el medio del huerto, y no deben tocarlo, o morirán?”
Vean el versículo 5. “Pues Dios…”. Lo que he hecho en mi Biblia es que, en lugar de circular estas instancias, las he subrayado o las he encerrado en un cuadrado para indicar que hay diferencia aquí. Hagan un cuadrado alrededor de “Dios…” en el versículo 1 y aquí en el versículo 5. “Pues Dios sabe que el día que de él comáis, serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios…” (Génesis 3:5) La serpiente la está tentando ahí. En el versículo 2, Dios dijo: “No deben comer la fruta del árbol”. Así, en los versículo 1, 2, y dos veces en el versículo 5, vemos tres veces a la serpiente referirse a Dios como “Elohim”, y una vez que Eva acepta y dice, “Está bien, Él es Elohim”, comienza a referirse a Dios de esa manera.
¿Ven como Satanás el Adversario fue mostrando sutilmente la grandeza de Dios separada de la bondad de Dios? Imagínenselo: “¿Realmente quien tiene todo el poder, el omnipotente, este Dios Todopoderoso, dijo que no podían hacer esto?” ¿Ven como llega sutilmente? “¿Ese Dios realmente se preocupa por ustedes? ¿Ese Dios realmente los ama? ¿Ese Dios realmente sabe lo que es mejor para ustedes? Si comen del árbol, entonces serán como Él. Él no sabe lo que es mejor para ustedes. Les puso esos límites innecesariamente.” Y comenzamos a ver a Satanás cambiando la atención de Eva hacia la grandeza de Dios, mientras ignora Su bondad y Su preocupación y Su amor.
En la raíz de este cambio se cuestionaba el carácter de Dios, y pueden verlo porque en el resto de Génesis 3, se regresa a “Señor Dios”. Después de la ocurrencia del pecado en Génesis 3, vean el versículo 8. “Y oyeron…”. Y pueden circularlo de nuevo: “…al Señor Dios que se paseaba en el huerto…” Versículo 9: “Y el Señor Dios…” Circúlenlo ahí. Versículo 13: “…el Señor Dios dijo a la mujer…”. Versículo 14: “Y el Señor Dios dijo a la serpiente…”. Entonces, llegan al final del capítulo, versículo 21: “Y el Señor Dios hizo vestiduras de piel…” Versículo 22: “…el Señor Dios… ”. Pueden circularlo ahí. “…dijo: He aquí, el hombre ha venido a ser como uno de nosotros”. Versículo 23: “Y el Señor Dios…”. Pueden circularlo.
En ambos extremos de esta historia del Antiguo Pecado y el pecado entrando en el mundo, se ve la bondad y grandeza de Dios. En medio de ella, usted ve a la grandeza de Dios separada de Su bondad por medio de la serpiente, y eventualmente por medio de Eva, al referirse a Él. Quiero que piensen en cómo la esencia del pecado está en el corazón. El pecado, en su esencia, es desconfiar de la bondad de Dios. El pecado, en su esencia, es no creer que Dios realmente se preocupa por nosotros, o que quiere lo mejor para nosotros.
Piénselo. Siempre que nos entreguemos a la inmoralidad, estaremos diciendo, “Sé lo que me traerá más placer que Dios”. Siempre que sigamos este camino en el que sabemos que somos desobedientes, estaremos diciendo, “Pienso que este es mejor que Dios”. Y esa es la esencia del pecado. No creo que la esencia del pecado sea Adán y Eva examinando y mordiendo esta fruta. La esencia del pecado está en sus corazones, diciendo, “Quizás Dios no es quien dijo quien era ser. Quizás Él no es bueno. Quizás no se preocupa por nosotros”.
Y esa es la esencia de todos nuestros pecados hoy. No solo pecamos cuando mentimos, sino que esa es la esencia de nuestra naturaleza, hay algo en nosotros que dice, “Dios no se preocupa por nosotros. Dios no sabe qué es mejor para nosotros”. Así que nos entregamos a nuestras costumbres, a nuestros caminos y a nuestros deseos en lugar de los Suyos. Estamos desconfiando del carácter de Dios. Básicamente, nos ponemos en lugar de Dios, y decimos, “Yo puedo determinar qué es mejor para mí”. No confiamos ni dependemos de Él, y ese es el pecado.
Ahora, esto es tremendo para nuestros días porque va en contra de las ideologías populares que básicamente dicen, que en nuestra esencia, somos buenos. Algunos, incluso en la iglesia, dicen, “¿Qué hay con estas personas? Si, no son cristianos pero miren todas las cosas buenas que hacen. Tienen una naturaleza maravillosa”. Bueno, pecado no es solo cuando esas personas mienten; pecado es cuando cualquier persona hace algo fuera de la total y completa dependencia de Dios. El pecado es no tener completa y total confianza en Dios, como Señor bondadoso, reinando sobre sus vidas. Eso es pecado. Esa es su esencia. El deseo de ponernos en el lugar de Dios está en la esencia de toda nuestra existencia. Es el mantra de nuestros días: a través de la auto-realización, de la auto-confianza, de la auto-determinación, sean lo que sean, estamos poniéndonos en el lugar de Dios.
En Génesis 3 se introduce la esencia del pecado. Pero pecado no es solo cuestionarse el carácter de Dios; segundo, es cuestionar la Palabra de Dios. Ahora, piensen en esto. La Palabra de Dios es tan prevalente desde el principio, que Dios habla y ocurren cosas. Dios habla en el principio, y la tierra es creada. Usted puede verlo durante todo Génesis 1. Versículo 3: “Y dijo Dios…”. Versículo 6: “Y dijo Dios…”. Versículo 9: “Y dijo Dios…”. Versículo 14: “Y dijo Dios…”. Versículo 20: “Y dijo Dios…”. Versículo 24: “Y dijo Dios…”. Entonces en el versículo 26, “Y dijo Dios…”. Versículo 29:”Y dijo Dios…”.
Una y otra vez, Dios habla, y cuando usted llega a Génesis 3:3, ¿qué dijo Satanás? Pregunta, “¿Conque Dios os ha dicho?” No es solo una duda del carácter de Dios. Por primera vez, tenemos una pregunta en la Biblia, y presenta el primer dilema de la historia humana. ¿Realmente quiso decir Dios lo que dijo? O quizás quiso decir algo diferente. Y de repente, lo que Dios dijo, está ahora abierto a interpretación y juicio humano, y somos ubicados en un lugar donde determinamos qué dijo Dios, o qué no dijo, en lugar de dejar que Dios determine eso. Ahora determinamos lo que está bien o mal, en lugar de Dios.
Tan pronto como la serpiente dijo, “¿Conque Dios os ha dicho?”, Eva debió sospechar. Bueno, ella debió sospechar del hecho de que estuviera hablando con una serpiente, pero, incluso más profundo que eso, tan pronto como ella escucha “¿Conque Dios os ha dicho?”, de repente la serpiente se arrastra llevando la suposición de que sea lo que sea que Dios dijo, todo está abierto a nuestro juicio; y que las órdenes de Dios son realmente una fuente de duda para nosotros.
Y esto está vivo hoy en la cultura del siglo XXI. Las personas dicen: “No puedes decir lo que está bien o mal. Cada uno de nosotros determina qué está bien o mal. No puedes decir qué es verdadero. Cada uno de nosotros lo determina, porque lo que es verdadero para unos puede no serlo para otros. Lo que está bien para mi puede no estarlo para ti”. Y todo eso está abierto a interpretaciones a estas alturas. Y la verdad absoluta de Dios, Su autoridad absoluta, es puesta en duda, y la autoridad de los hombres se eleva. Y esa es la esencia del pecado.
Quiero compartir con ustedes un par de artículos que leí recientemente en el periódico de una universidad. Esto prolifera por todo el campus. Escuchen las citas de estas editoriales. La primera está titulada, “La Espiritualidad No Tiene una Respuesta Correcta”. Dice:
Lo más desconcertante es que, en todas las discusiones de religión, la tolerancia parece disolverse. La tragedia de la situación es que si escuchamos, nos daríamos cuenta que el papel de todas las religiones y filosofías es esencialmente el mismo. Mientras nos preguntamos de quién es la mejor interpretación, fallamos en darnos cuenta que todas las interpretaciones son inmensamente más similares que diferentes. Todos sostenemos una creencia fundamental de que hay algún poder superior supervisando nuestra existencia. Algunos llamamos a ese poder Dios o Jesús, algún Alá o Buda, otros lo refieren como Karma, Chi, Torre, la Fuerza. Algunos no lo nombran pero ciertamente lo reconocen cuando lo sentimos. El mensaje es: no quede tan atrapado en su propia interpretación de la verdad, que se cierre a las ideas de otros.
“La espiritualidad no tiene una respuesta correcta,” diría nuestra cultura.
El otro artículo está titulado, “La Espiritualidad Es Un Tema Mal Comprendido”. Escuchen esto.
Los humanos temen lo que desconocen, y la espiritualidad alivia ese miedo dándoles una especie de fundamento, sin importar a qué religión escojan ser devotos. Yo creo que Jesucristo dio su vida por mis pecados. Pero las personas son moldeadas por sus experiencias. Ellos escogerán cualquier religión con que se sientan cómodos. Usted no puede decirles a las personas qué hacer, solo dejarles saber lo que piensa que está bien. Solo crea en algo, pero asegúrese que su conciencia está de acuerdo.
¿Oyeron eso? “Eva, asegúrate de que tu consciencia está de acuerdo. Considera esto, y si no estás de acuerdo con eso, entonces ve y come la fruta”. El artículo continúa:
La espiritualidad, en la forma que hablo, expresa amor y camaradería hacia los seres humanos, sus semejantes. La vida es una tapicería que constantemente está siendo hilada. Y con todos los hilos espirituales, usted hace más fuerte a la tapicería de su vida. Pero sobre todo, sea sincero consigo mismo, y elija un camino espiritual en su vida que haga que su mundo sea mucho más dulce.
“Sé sincera contigo misma, Eva. Escoge lo que creas que es mejor”. Este tipo de cosas lideran la suposición de que Dios no sabe qué está hablando, y Sus órdenes deben ser cuestionadas, y tenemos el derecho de determinar qué está bien o mal, qué es bueno o malo, verdadero o falso. Y esa es la esencia del pecado: cuestionarse el carácter de Dios y cuestionarse la Palabra de Dios.
Las consecuencias del pecado…
Ahora, como resultado, ellos van y comen la fruta. Ahora quiero que vean las consecuencias del pecado. Aquí se desglosan tres de ellas. La primera consecuencia del pecado que vemos en Génesis 3 es la culpa. La Biblia dice, en el versículo 7, después que comieron la fruta:”Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; y cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales” Esto es culpa. Lo que fue inocencia en Génesis 2, es exposición ahora en Génesis 3. Ellos dicen que necesitan hacer un cambio por la culpa que sienten, no solo el uno ante el otro, sino culpa ante Dios. Están expuestos por sus pecados.
Es por eso que vemos en otros momentos del Antiguo Testamento la desnudez, el ser desnudados, como un símbolo del juicio de Dios. Es parte de lo que Dios profetizó a través de Sus profetas que ocurriría en el exilio. Se les iban a quitar las vestiduras. Iban a ser expuestos en sus pecados.
La segunda consecuencia del pecado es la vergüenza. Vean el versículo 8. “Y oyeron al Señor Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del Señor Dios…”. Ahora, esto no significa que Dios estaba caminando físicamente. Este lenguaje nos ayuda a darnos una imagen de Dios interactuando con Su pueblo, en relación con Su pueblo. Dice que cuando sintieron la presencia de Dios, se escondieron de Él.
Ahora, esto es drásticamente diferente al final del Génesis 2. Vean Génesis 2:25 en el Jardín del Edén antes del pecado, antes de que ellos se cuestionaran el carácter de Dios y la Palabra de Dios. El versículo 25 dice: “Y estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, y no se avergonzaban”. Ahora, ellos sintieron vergüenza por estar en presencia de Dios, así que se escondieron porque sabían que habían pecado, y no podían esconderlo. Así que se escondieron. La imagen del pecado se oculta arrastrándose por dentro. Pasaron de una posición de honor pleno en una relación con Dios, a vergüenza total, donde querían esconderse de Su presencia.
Culpa, vergüenza, y la tercera consecuencia es miedo. Versículo 9, “Y el Señor Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás?”. No es que Dios no supiera dónde estaban, pero ¿ven como Dios usa preguntas a lo largo de Su historia para ayudar al hombre a darse cuenta y entender donde está? Escuchen lo que el hombre responde en el versículo 10. “Y él respondió: Te oí en el huerto, y tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí.” Lo que fue una bella y perfecta relación, donde ellos habían disfrutado en la presencia de Dios, es ahora miedo de la presencia de Dios. Ellos tienen miedo de estar cerca de Él, tal y como deberían.
“¿Qué quieres decir, Dave?” Cuando regresan a Génesis 2:17, ¿recuerdan lo que dijo Dios? “Pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás”. Si Dios dijo eso, y tú comiste del fruto, también te estarías escondiendo. Tendrías miedo. La culpa, la vergüenza y el miedo llegan como consecuencias del pecado, basado en la esencia de dudar del carácter de Dios y la Palabra de Dios.
Ahora, quiero que nos demos cuenta de que esto no es solo una historia sobre la que leímos y que pasó hace mucho tiempo atrás. Sí, es una historia real. No es solo una fábula en la que creemos. No, es una historia real, pero las implicaciones de esta historia para nosotros hoy son enormes. Porque en la esencia de nuestro ser está cuestionarnos el carácter de Dios, y en la esencia de nuestro ser está el cuestionar la Palabra de Dios. Todos tenemos el deseo de ponernos en el lugar en el que Él está. No dependemos de Él; deseamos ser independientes de Él. Tenemos una naturaleza propensa a alejarse de Dios. Y por esa razón, no importa cuánto intentemos definir el bien y el mal, siempre nos encontraremos haciendo el mal, y hay una culpa ahí, hay una vergüenza que viene con nuestra culpa pues, muchas veces, nos perdemos en nuestra cultura porque creemos en las mentiras de Satanás. Y hay un miedo de Dios, porque Él es completamente bueno, y porque es completamente santo, y estamos ante Él con un carácter que va en contra Su Ser, con una naturaleza que está en todos nosotros y que está llena de pecado.
Marquen la Biblia aquí, y vayan hacia la derecha, hasta el Nuevo Testamento. Quiero mostrarles esto en Romanos 5. Quiero mostrarles como Pablo hizo un puente desde lo que ocurrió en Génesis 3 hasta su tiempo en el Nuevo Testamento, y las implicaciones para nuestras vidas hoy. Vean Romanos 5. Quiero que vean y subrayen algunas frases en esos versículos que hablan sobre cómo Génesis 3 se relaciona con nosotros hoy.
Vean Romanos 5:12, justo después de Hechos, el libro en que hemos estado por un tiempo. Vayan un libro a la derecha, y lleguen a Romanos 5:12. Subrayen esto: “Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por un hombre…”. Ese hombre es Adán. “Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por Adán, y la muerte por el pecado, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron”. ¿Ven la relación entre Adán y nosotros? “Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por un hombre, y la muerte por el pecado, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron”
Bajen hasta el versículo 15. Dice: “Pero no sucede con la dádiva como con la transgresión. Porque si por la transgresión de uno murieron los muchos…”. No solo porque él pecó en aquél momento, sino porque su naturaleza está en todos nosotros. Continúa, versículo 16: “Tampoco sucede con el don como con lo que vino por medio de aquel que pecó…” Ahí está. “porque ciertamente el juicio surgió a causa de una transgresión, resultando en condenación…” Un único pecado y la condenación fue para todos los hombres. Vean el versículo 17, dice nuevamente: “Porque si por la transgresión de uno, por éste reinó la muerte…”
Ahora, es aquí donde esto se vuelve realmente intenso. Versículo 18, “Así pues, tal como por una transgresión resultó la condenación de todos los hombres…” Por una transgresión en Génesis 3 fue la condenación de todos los hombres. Esta condenación fue liderada por el juicio de Dios en Génesis 3.
Pero todos lo sabemos por experiencia: la probabilidad estadística de que pequemos es del 100 por ciento. No solo porque ustedes hayan mentido alguna vez, sino porque ustedes y yo, en la esencia de nuestro ser, tenemos la misma naturaleza de Adán que se cuestiona el carácter de Dios y se cuestiona la Palabra de Dios. Y hasta que no enfrentemos esa realidad, estaremos viviendo en un mundo imaginario.
Nosotros estamos bajo el engaño del Adversario tal y como Adán y Eva lo estuvieron en Génesis 3. Y el resultado es que perdemos completamente de vista el juicio de Dios. Retrocedamos a la realidad, señoras y señores, y veamos el hecho de que estamos ante Dios con una naturaleza que está drásticamente opuesta a Él. El resultado de todas nuestras vidas incluye Su juicio por nuestros pecados.
La Misericordia de Dios
Por suerte, Génesis 3 no se detiene en este punto. Qué bueno que no cerramos nuestras Biblias ahora y decimos, “Ahora salgamos con nuestros pecados y el juicio de Dios, punto” Tengan un buen Domingo”. Ese no es el mensaje de las Escrituras y de Génesis 3. Regresen allí. Quiero que no solo vean el juicio de Dios, sino segundo, la misericordia de Dios.
Es aquí donde esto se pone realmente bueno. ¿Cómo vemos la misericordia de Dios en Génesis 3? El versículo 8 dice: “Y oyeron al Señor Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del huerto Y el Señor Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás?” (Génesis 3:8-9) No olviden esto. Se les había advertido que, cuando comieran la fruta, morirían, sin embargo aún están vivos. Dios está acercándose a ellos. Dios está hablándoles.
Él busca a los culpables.
Vemos la misericordia de Dios, primero que nada, en el hecho de que Él busca a los culpables. Dios busca a los culpables, aquellos que han pecado en Su contra. Dios no los deja sin Su presencia. Él aún viene a ellos. Aún les habla. Tal y como vemos en el resto de las Escrituras, Él los rehabilita. Dios busca a los culpables, y el Dios que busca a los culpables en Génesis 3, continúa haciendo lo mismo en el resto del Antiguo Testamento.
Unos pocos capítulos después, llegan a Abraham. Nos imaginamos a Abraham como el padre de nuestra fe en muchos sentidos, pero no lo olviden, antes que Dios lo buscara, Abraham era un idólatra, que estaba completamente opuesto a Dios. Él adoraba a dioses falsos en lugar de Dios y privaba a Dios de la gloria debida a Su nombre. Y en Génesis 12, Dios lo busca y le dice: “Abraham, voy a poner mi bendición en ti”.
Luego, Jacob, un par de generaciones después, es un embustero; eso es lo que su nombre significa literalmente. Él está huyendo de sus pecados, y vemos a Dios buscándolo y corriendo hacia él. Moisés, en Éxodo 3, es un fugitivo en una tierra extranjera, y Dios corre hacia él, y lo busca. Incluso un hombre como Elías, un gran profeta de Dios en la cima de su ministerio, comienza a huir de Dios y a esconderse de Él. “Tengo miedo de ti, Dios. Tengo de miedo esta misión que me has dado”. Él comienza a huir, y Dios lo busca en 1 Reyes 19.
La buena noticia es que el Dios que buscó a Adán y Eva, y a Abraham, a Jacob, a Moisés, y a Elías, es el mismo Dios que busca a los culpables hoy. Él nos busca, nos persigue. No olviden cuán radical es esto en lo relativo a las religiones del mundo. Permítanme ilustrarlos. Les conté de cuando estaba en octavo grado, y que quería entrar en el equipo de baloncesto, así que estaba obligado a intentarlo. No sé en lo que estaba pensando, pero entré.
Pero una vez allí, rápidamente me di cuenta que la única vez que entraría al juego sería cuando el equipo estuviera ganando por 20 puntos o perdiendo por 20 puntos a 20 segundos de terminarse el partido. Entonces, cuando eso pasara y todo el mundo estuviera fallando, entonces el entrenador miraría al banco y diría, “David, es tiempo de que entres”. Ese era el rol que yo jugaba.
Al llegar a noveno, supe que no había tenido chance en octavo grado de mostrar mi potencial en la cancha. Así que tenía que trabajar duro, porque tenía que hacer las pruebas nuevamente. Así, durante todo el verano pasé, literalmente, horas en el gimnasio todos los días. Los entrenadores lo habían abierto, y de vez en cuando, pasaban para ver quién estaba allí la mayor parte del tiempo. Yo fui el único trabajando tan duro como podía. Quería estar en el equipo regular.
Hice las pruebas, poniendo en práctica todo por lo que había trabajado tan duro como podía. Les había mostrado a los entrenadores mis habilidades. Y llegamos al día final. El entrenador reunió a todo el que hizo las pruebas, tenía la lista en frente, y dijo, “Bien, he aquí el equipo”. Y empieza a leer nombres. Cuando llega al final, yo pensé, “Entrenador, se olvidó de alguien” Y fui y tuve una reunión con él más tarde, y él dijo, “No, David, no me olvidé de tu nombre. Tú no pasaste la prueba.” Fue difícil, y recuerdo el dolor de trabajar y hacer todo lo que podía, día tras día por horas, y encontrarme al final con que no lo había logrado.
Esta es la imagen de las religiones del mundo hoy. Si hacen lo suficiente, si obedecen lo suficiente, si dan lo suficiente, si dan los pasos adecuados, si siguen los cinco pórticos y caminan el Noble Camino Óctuple, entonces pasarán la prueba. El cristianismo es al revés. En lugar de tratar de pasar la prueba, estamos huyendo de Dios. En lugar de cambiar nuestro camino, estamos demostrando día tras día que no podremos pasar la prueba. El entrenador nos persigue ahora. Viene por nosotros. Nos está buscando. Incluso mientras corremos, Él nos está persiguiendo hasta que nos volteamos y vemos que Él nos ha estado buscado. Nos damos cuenta que hay un Dios que busca a los culpables. Aunque no hayamos pasado la prueba, el Dios del universo decide; Él va a llamarnos por nuestros nombres. Esas son buenas noticias en Génesis 3. Sí, hay culpa. También hay un Dios que busca a los culpables. Pero se pone aun mejor.
Él cobija al infame.
El segundo componente de la misericordia de Dios es que Él no solo busca a los culpables, sino que Él cobija al infame. Recuerden que la culpa y la vergüenza son las consecuencias del pecado. Él cobija al infame. Vean Génesis 3. Recuerden, vamos de aquí para allá desde el principio hasta el final, trabajando hacia el centro. Vean Génesis 3:21. “Y el Señor Dios hizo vestiduras de piel para Adán y su mujer, y los vistió”. A causa de su culpa, ellos quedaron expuestos. Dios toma vestiduras de piel y los viste.
Quiero que piensen en eso. El Dios del universo toma vestiduras de piel. Ahora, ¿qué significa esto? Lo que significa es que Él tomaría la piel de un animal de Su creación para vestirlos con ella. Lo que significa es que, por primera vez, la muerte ha entrado en esta imagen en Génesis 3. Es la muerte de un animal inocente cuya piel es tomada para vestir la vergüenza del hombre y la mujer en sus pecados. Permítanme repetirles esto una vez más. Dios lleva a la muerte a un animal inocente para vestir la vergüenza y la culpa.
Ese es el patrón que comienza a desplegarse en el resto de los libros del Antiguo Testamento. Para acercarse a Dios, para ser honrados en Su presencia, se debe sacrificar a un animal inocente que cubrirá los pecados. Levítico 16 literalmente dice “para expiar”; que significa “cubrir el pecado”. El escenario está preparado para Dios, quien tomará la muerte de un hombre inocente, y la usará para cubrir la vergüenza de nuestros pecados. Dios tomaría a quien no tiene pecado para que fuera pecado por nosotros, para que así fuéramos vestidos con la justicia de Dios. Él cubre al infame y nos saca de un lugar de vergüenza a un lugar de honor a través de la sangre de Cristo Jesús, el hombre que con Su muerte cubre nuestros pecados. ¿Ven?, el Antiguo Testamento es bueno.
Él protege al temeroso.
En la misericordia de Dios, Él busca al culpable, Él cobija al infame, y luego, tercero, Él protege al temeroso. Si usted llega al final, la Biblia dice en el versículo 22, “Entonces el Señor Dios dijo: He aquí, el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal; cuidado ahora no vaya a extender su mano y tomar también del árbol de la vida, y coma y viva para siempre. Y el Señor Dios lo echó del huerto del Edén, para que labrara la tierra de la cual fue tomado” (Génesis 3:23) No lo pierda de vista. El hombre en su pecado está bajo el juicio de Dios. Si esto iba a ser para siempre, no sería buena noticia. Ustedes no querrían estar para siempre en el estado de Adán y Eva en este punto. Nadie quiere estar eternamente en este estado.
Así, el Señor Dios los destierra, y los protege incluso en sus miedos. Ustedes dirán: “¿Es bueno que fueran expulsados del huerto?” Por supuesto que sí. Fue bueno porque pecaron. Una vez que el pecado entra en el mundo, lo último que ustedes quieren hacer es vivir eternamente. Así pone en marcha un plan para proteger al temeroso, para que de alguna manera este no sea el fin de la historia.
La Promesa de Dios
Eso nos lleva directo a la tercera característica de Dios. Hemos visto Su juicio, y hemos visto Su misericordia. La misericordia está ejemplificada en el hecho de que el hombre aún no está muerto. De hecho, una cosa más: Olvidé mencionar el versículo 20. Miren esto. “Y el hombre le puso por nombre Eva…”. Él había nombrado ya a todos los animales, lo que debió ser un proceso muy interesante. Apuesto a que Adán era un hombre muy creativo. “Y el hombre le puso por nombre Eva…” ¿Por qué la nombró Eva? ¿Qué significa “Eva”? “…porque ella era la madre de todos los vivientes”.
Ahora, eso es extraño. No el nombre Eva, sino el hecho de que Adán, después de pecar, después de que ellos comieran la fruta, y que iban a morir, y después de que Eva fuera la mujer que él tiene en mente como la persona a quien culpar por todo esto, Adán dice, “La voy a llamar Eva, lo que significa la madre de todo ser viviente”. Va a haber una forma; vamos a ser capaces de vivir en la presencia de Dios.
¿Cómo ocurrirá esto? Es aquí cuando llegamos a la tercera característica. El juicio de Dios, la misericordia de Dios y la promesa de Dios. Hemos llegado al centro, hacia donde se enfoca todo este capítulo: a las promesas de Dios. Y una y otra vez, ustedes verán palabras como “Yo haré”, o “Ustedes tendrán” Dios dice, “Yo haré esto” o “Ustedes tendrán esto”. Estas son promesas de Dios. Y ustedes ven tres formas diferentes con tres personas diferentes. Ven el castigo divino por los pecados mostrado a estas promesas, y luego, la descripción de las consecuencias por esos pecados. Ahora, nos estamos moviendo desde el inicio hacia el final hasta el medio.
Ahora, piensen en ello. ¿A quién se aproximó Dios primero? A Adán. Así que, pensemos, ¿Qué le dijo Dios a Adán? Vean el versículo 17.
“Entonces dijo a Adán: Por cuanto has escuchado la voz de tu mujer y has comido del árbol del cual te ordené, diciendo: “No comerás de él”, maldita será la tierra por tu causa; con trabajo comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y abrojos te producirá, y comerás de las plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:17-19)
Tendremos un enfrentamiento con nuestro ambiente.
Por tanto, ¿Cuál es, específicamente la promesa al hombre, a Adán? Bueno, número uno, tendremos un enfrentamiento con nuestro ambiente. Esa es la promesa de Dios. Adán fue creado para gobernar la tierra. Pero se le ha dicho, como un resultado de su pecado, “Por tanto, el gobierno de la tierra y el estar sobre ella van a provocar doloroso afán y adversidades todos los días de tu vida”
Sí, el aún está vivo, pero, ¿como qué dice el versículo 19? “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás”. Esta es una gran verdad de las Escrituras que hemos visto en la práctica. La vida del hombre en la tierra llega a un fin, y el cuerpo vuelve a ella. Pues polvo eres, y al polvo volverás; este es un enfrentamiento con nuestro ambiente y una gran verdad en Génesis 3.
Tendremos conflictos unos con otros.
Para la segunda promesa, veremos a Eva. No sólo tendremos un enfrentamiento con nuestro ambiente, sino que tendremos conflictos unos con otros. Vean a Eva en el versículo 16: “A la mujer dijo: En gran manera multiplicaré tu dolor en el parto, con dolor darás a luz los hijos; y con todo, tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti”
Piensen en el conflicto que se representa aquí. A Eva se le dice: en las relaciones más íntimas, con sus hijos y su esposo, en las relaciones más profundas habrá dolor. Nuestros pecados contra Dios tendrán un efecto drástico en nuestras relaciones interpersonales.
Todos sabemos que esto es verdad de diferentes maneras. En nuestros viajes, hemos vistos los efectos del pecado en nuestras relaciones con otros. Pasa incluso con aquellos quienes nunca lo esperaríamos. Aquellos que nos son más cercanos. Aquí yace el más profundo dolor. Ya sean en nuestras relaciones maritales, familiares, amigos cercanos, habrá un conflicto que irá desde un esposo y una esposa, una madre y su hijo, hasta una nación contra otra en el Antiguo Testamento. El conflicto de unos con otros es un resultado de nuestro pecado.
Combatiremos con el pecado.
Así, la primera promesa es que tendremos un enfrentamiento con nuestro ambiente. La segunda, que tendremos conflictos unos con otros, y en la tercera promesa tenemos el enfoque. Hemos llegado a la mitad, donde Dios está dirigiéndose a la serpiente y haciéndole una promesa. Combatiremos con el pecado. Ahora, usé ese término muy intencionalmente. Quiero que vean lo que Dios dice a la serpiente en el versículo 14. “Y el Señor Dios dijo a la serpiente: Por cuanto has hecho esto, maldita serás más que todos los animales, y más que todas las bestias del campo; sobre tu vientre andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida”. Ahora, eso y solo eso fue una maldición de humillación, no solo sobre la serpiente sino sobre el Adversario.
Pero entonces vean lo que ocurre en el versículo 15. “Y pondré enemistad…” Pueden poner una nota en sus Biblias ahí. La palabra “enemistad” literalmente significa “guerra, combate, batalla”. Las líneas de batalla están trazadas. “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y su simiente…” (Génesis 3:15). Esta es la imagen que se forma aquí en Génesis 3. La enemistad y las líneas de batalla son trazadas entre el Adversario y la mujer.
Pero, no solo ellos como individuos, vean como va al plural aquí: “…tu simiente y su simiente…” No es que el Adversario, Satanás, fuera a producir simiente como Eva. Eso no es lo que se está diciendo aquí. Sino que la semilla de que lo que pasó en Génesis 3, la semilla del trabajo de Satanás, se continuaría expandiendo. Eva obviamente continuaría padeciendo su simiente.
Habría un batalla constante con el pecado entre la descendencia de Eva y el Adversario, el diablo, una batalla que todos conocemos bien en nuestras vidas. Esto es lo que nos aleja de Dios. Todos nosotros, durante toda la semana, estamos enfrentando constantemente a la tentación, experimentando los efectos de la enemistad que se establece aquí en Génesis 3. Incluso Pablo, un devoto seguidor de Cristo, dice en Romanos 7, “Yo no hago lo que quiero hacer, y hago lo que odio hacer”. Y ustedes ven la batalla, yendo desde el Antiguo Testamento hasta nuestras vidas hoy.
Esto es un combate total, pero no es ahí donde esta promesa se detiene. Si así fuera, serían malas noticias, porque aún estaríamos en la batalla; nunca obtendríamos algún tipo de victoria. Pero no olviden esto: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el calcañar” (Génesis 3:15) Ahora, ¿qué significa eso? Bueno, “él te herirá en la cabeza” está refiriéndose a la serpiente.
Así que ¿quién es la Simiente? Oímos la forma en la que se habla de Eva y su simiente. Eva es singular, y su simiente es plural, pero quién es este “Él”. ¿Es un hombre? Ahora, esa es una gran pregunta. ¿Quién es Él? ¿Es un hombre en Génesis 3:15 el que herirá la cabeza del Adversario? Y tú, el Adversario, herirás Su calcañar. La batalla terminará, no en la simiente del Adversario y la simiente de Eva, sino entre el Adversario y este Hombre. Él lo enfrentará cara a cara en esta batalla, en este combate, en esta guerra. ¿Y qué pasará? Dice que la serpiente herirá Su calcañar. Isaías 53, “Mas El fue herido por nuestras transgresiones”. Tú herirás Su calcañar. Ahora Dios presume un poco en el Antiguo Testamento, y dice, “Él va a aplastarte totalmente la cabeza”.
Ahora, ¿qué significa eso? Bueno, estoy feliz de que pregunten. El mensaje de Génesis 3 es este: Combatiremos con el pecado, pero al final, dos verdades se levantarán. Número uno: Satanás será pisoteado; será aplastado. Y la segunda verdad es que Jesucristo triunfará. “El Hombre te herirá en la cabeza. Tú podrás lastimar Su calcañar, podrás herirlo, pero tres días después, Él se levantará de nuevo, y tú te habrás ido. Él te herirá en la cabeza; tú herirás Su calcañar”
Ustedes lo han visto. Vayan a Romanos 16; vean esto. ¿No es hermoso? La Caída se convierte en la caída de Satanás por la promesa de Dios. La Caída se ha convertido ahora en la caída de Satanás. Vean Romanos 16. Pablo llega al final de este libro, y ha escrito esta carta a los cristianos en Roma. Está haciendo una especie de conclusión. Quiero que escuchen como termina.
Empezaremos con el versículo 17, solo para tener una imagen. “Y os ruego, hermanos, que vigiléis a los que causan disensiones y tropiezos contra las enseñanzas que vosotros aprendisteis, y que os apartéis de ellos” Versículo 18, “Porque los tales son esclavos, no de Cristo nuestro Señor, sino de sus propios apetitos, y por medio de palabras suaves y lisonjeras engañan los corazones de los ingenuos”
Romanos 16:19: “Porque la noticia de vuestra obediencia se ha extendido a todos; por tanto, me regocijo por vosotros, pero quiero que seáis sabios para lo bueno e inocentes para lo malo” ¿Ven allí el bien y el mal, uno al lado del otro? Entonces, él dice en el versículo 20, “Y el Dios de paz aplastará pronto a Satanás debajo de vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros” ¿No es esta un gran forma de cerrar el libro de Romanos? “Y el Dios de paz aplastará pronto a Satanás debajo de vuestros pies La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros” ¡Esas son buenas noticias, hombre! Dios pronto aplastará a Satanás bajo nuestros pies.
Vean Apocalipsis 22. Satanás es vencido. Lo es. Llega a un momento en que encuentra su fin. Ahora, ¿recuerdan dónde empezó todo esto? Empezó en el huerto con el árbol de la Vida, un árbol que lleva vida a donde se puede vivir eternamente. El hombre es desterrado de él en Génesis 3 para que Cristo triunfara. Escuche Apocalipsis 22. “Y me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en medio de la calle de la ciudad. Y a cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce clases de fruto, dando su fruto cada mes…” (Apocalipsis 22:1-2) Ya no estamos desterrados.
Escuchen lo que dice.
Y las hojas del árbol eran para sanidad de las naciones. Y ya no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará allí, y sus siervos le servirán. Ellos verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. Y ya no habrá más noche, y no tendrán necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y reinarán…” (Apocalipsis 22:2-5)
No pierda esto de vista: Él no solo reinará, sino que ellos “reinarán por los siglos de los siglos”. (Apocalipsis 22:5) He aquí la belleza de lo que empezó en Génesis 3. Llegamos al final de este libro, y Satanás ha sido pisoteado porque Cristo ha triunfado por la gracia y la misericordia de Dios Todopoderoso. Incluso aunque en nuestra esencia esté nuestra naturaleza pecaminosa, que cuestiona el carácter de Dios y la Palabra de Dios, Dios reemplaza eso con Su promesa misericordiosa y dice, “Vendrá un día, en el que no solo Cristo triunfará, sino señoras y señores, ustedes triunfarán con Cristo. Él herirá la cabeza de Satanás, y Satanás solo podrá lastimarle Su calcañar”. Él fue crucificado por nuestras transgresiones, y fue molido por nuestras iniquidades, y por Sus llagas, fuimos curados.
Oro para que veamos a Dios y todo Su carácter, Su juicio, Su misericordia, y Su absoluta fidelidad a Su promesa. Quiero animarles a que, si nunca han confiado en Jesús para salvarlos de las consecuencias de sus naturalezas pecaminosas, entonces con todas mis fuerzas, les animo a que confíen en Él, confíen en Su carácter, y confíen en Su Palabra.
Incluso tal y como empezamos hoy, muchos de ustedes han estado pensando, justo como la serpiente le dijo a Eva, ¿Será verdad? ¿Será realmente así? La tentación es así de real hoy. Oro para que confíen en Él, pídanle que los perdone por sus naturalezas pecaminosas. La Biblia dice que Él está listo hoy. Él los busca. Los busca en sus culpas. Él está listo para cubrirlos con Su perdón y traerles, no al miedo, sino a la paz, y esta paz solo viene al saber que tienen vida eterna junto a Él.
La mentira es aún real. Satanás está diciendo que no hay un juicio por los pecados. Todavía está convenciendo a las personas de que, al final, todo estará bien, que no habrá juicio, que cuando mueran, algo más les pasará, ya sea que reencarnarán, o que pasarán por un túnel obscuro que lleva a una luz brillante, o quizás que solo dejarán de existir. Satanás está tratando de convencerlos de que todo esto no es verdad. Oro para que reciban a Dios hoy.
Oro también para que aquellos de nosotros que nos llamamos seguidores de Cristo, vayamos en serio contra el pecado y descubramos el precio infinito del Calvario que fue prometido en Génesis 3, y que esa sea la realidad en nuestras vidas. No intentemos más justificar nuestros pecados y no intentemos culpar a otros, y dejemos que la justicia de Cristo nos vista. Quiero invitarnos a todos a reflexionar sobre la promesa de Cristo en Génesis 3 y sobre el cumplimiento de esa promesa en Su muerte, el derramamiento de Su cuerpo y Su sangre. Dios, nosotros te alabamos por las verdades de Génesis 3.