Cuando Jesús afirmó: “edificaré Mi iglesia”, se refería a que la iglesia era Su plan, Su posesión, y crecería como resultado de Su obra.
Pero ¿cómo la haría crecer? “…recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga… y serán Mis testigos…” (Hechos 1:8). Jesús hará crecer Su iglesia cuando discípulos comunes y corrientes proclamen la Palabra (los testigos hablan) por el poder del Espíritu.
Hay otro elemento que interviene en el crecimiento de la iglesia—ir. A los discípulos de Jesús se les manda a “ir” a las naciones (Mateo 28:18–21). Las naciones “oirán” el evangelio cuando los discípulos vayan.
Puesto que el crecimiento de la iglesia ocurre por la obra de Jesús, y puesto que ir es un medio para la expansión del evangelio, ir es un fruto de la obra de Jesús en nosotros. Nosotros vamos porque Él nos mueve a hacerlo.
Los discípulos van a sus familias, vecindarios, pueblos, ciudades y a las naciones. Y, en ocasiones, ir implica regresar a su país de origen.
Mi hogar lejos de la India
La década de los 70 y 80 presenciaron una enorme migración de gente de la India hacia el Medio Oriente debido a las oportunidades que recibió la generación de mis padres de los países ricos en petróleo. Mis padres emigraron del estado indio de Kerala a Sarja en los Emiratos Árabes Unidos en 1976, y yo me uní a ellos en 1978.
En Sarja, fui a la escuela e hice amigos. En esta ciudad, vi personas de todo el mundo en un solo lugar. Y este fue el lugar donde fui a la iglesia y me hice cristiano. Sarja fue mi hogar lejos de casa.
Como la mayoría de la comunidad india migrante, quería establecerme en Sarja después de que mis padres se jubilaran y regresaran a Kerala. Mi padre era un hombre de negocios, y se esperaba que mi hermano y yo nos hiciéramos cargo de su negocio, pero Dios tenía otros planes.
Cómo Dios me dio una pasión por mi país natal
Después de graduarme como ingeniero mecánico en la India, volví a casa en Sarja. Mientras trabajaba, Dios inclinó mi corazón hacia los estudios teológicos. Después de haber realizado estos estudios en la India, volví a casa en Sarja. Hice un programa de pasantía pastoral en la iglesia Redeemer Church of Dubai, después de lo cual se me consideró para servir como un miembro del equipo pastoral.
Nunca planeé convertirme en pastor, y la plantación de iglesias nunca estuvo en mi mente. Durante esos años, Dios hizo crecer en mí el deseo de plantar una iglesia. No había otro lugar en el que pudiera pensar para plantar una iglesia que los Emiratos Árabes Unidos.
En 2017, mientras visitaba a mis padres en Kochi, una ciudad grande en Kerala, conocí a un amigo plantador de iglesias. Le conté cómo estar en la iglesia en Dubai había influido en mi eclesiología. Ambos compartimos una carga por un avivamiento en Kerala. Ambos queríamos ver iglesias fieles, que predicaran el evangelio en Kerala. Así que, él buscó mi consejo para su labor pastoral. Como lo haría un asesor, lo animé al compartirle algunos buenos recursos. Yo quería ver la obra de Dios en Kerala “desde lejos”.
Después de oír mi consejo, mi amigo muy amablemente me preguntó si yo realmente quería ver iglesias saludables en Kerala. “Por supuesto” le respondí. Lo que dijo después cambiaría donde estaría por el resto de mi vida. No cambió mi deseo de plantar una iglesia, pero cambió dónde quería plantar una iglesia. “Si lo que quieres ver en Kerala son iglesias saludables”, me preguntó, “¿por qué no plantar una iglesia en Kerala?”.
Fue una simple pregunta, pero Dios la usó para llevarme de regreso a casa. Todo en mí dijo: “¡Sí! ¡Yo quiero plantar una iglesia aquí”! Este momento fue ordenado por Dios. Yo quería estar en Kerala. No tuve objeciones, solamente una gran emoción. Con la recomendación de los ancianos y la confirmación de Redeemer Church, mi familia y yo nos mudamos a Kerala en 2021. Todos los detalles para que se diera este cambio de país fueron obra de Dios.
La historia de Dios incluye regresar a casa
Jesús participa activamente en la obra de hacer crecer Su iglesia. En Su plan soberano, esta obra implica que Sus discípulos se muden a otro lugar para la expansión del evangelio. En ocasiones, Él nos traslada a otras ciudades, en otras ocasiones, a otros países, y en otras más, nos lleva de regreso a casa.
Mudarnos a otro lugar implica decir adiós a grandes amistades, a una iglesia que ha sido fundamental en nuestro desarrollo espiritual, a la familiaridad de desenvolvernos con naturalidad en lugares y una cultura determinada, y una vida estable. Implica acoger incertidumbres. Sin embargo, Jesús no nos lleva a otro lugar sin que Él vaya con nosotros.
Mudarse a otro lugar también implica hacer nuevos amigos y disfrutar de nuevas experiencias, muy similar a los creyentes en Hechos 11:19–21. ¡Piensa en los nuevos amigos que hicieron, y la experiencia única de estar en una ciudad multicultural! Regresar a casa nos dio la oportunidad de crear nuevas amistades—amigos como Jiby que me pregunta: “¿Cómo has obedecido lo que vas a predicar este domingo?”. Mudarnos también nos dio la experiencia de conocer personas de diferentes condiciones sociales en esta hermosa ciudad.
Mudarse implica crecer en nuestra fe. Implicó confiar en Dios para ayudarnos a encontrar una casa, ayudar a nuestros hijos a adaptarse, conseguir apoyo económico, proveernos de amigos piadosos, ayudarnos a comenzar el trabajo para plantar una iglesia, y por último, confiar en que Él nos usaría para salvar a los perdidos. El mudarnos a otro lugar ordenado por Dios hizo crecer nuestra fe en Él.
Mudarse también implica ser parte de la historia de la redención de Dios. Mudarnos nos ayudó a ver a Jesús mover nuestros corazones hacia el arrepentimiento. Hace dos semanas, tuvimos la oportunidad de ver a tres de nuestros amigos confesar públicamente su fe en Jesús. Verdaderamente, el evangelio está dando fruto en Kochi, nuestro hogar ahora.
Sin embargo, estos cambios de lugar ordenados por Dios en esta vida significan que los que somos embajadores de Cristo somos exiliados en esta tierra. Se nos recuerda que el cielo es nuestro “hogar” eterno (Hebreos 13:14; Filipenses 3:20). Y hasta que lleguemos a casa, debemos cumplir la misión de hacer discípulos de Jesús como exiliados.