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Cómo cuidar a niños de tercera cultura

Nota del editor: un niño de tercera cultura es un pequeño que pasa su infancia en un país y cultura diferente a la de sus padres.


Preocupado, mi amigo dijo: “Craig, ¿por qué arriesgarías el bienestar de tu hijo en el campo misionero cuando hay muchas oportunidades de ministerio aquí en los Estados Unidos?” Esta es una pregunta razonable. Los retos de los niños de tercera cultura están más allá del debate. Cada niño de tercera cultura, de una manera u otra, experimentará dificultades interculturales. Sin embargo, una década después, mi respuesta es la misma. El propósito redentor global de Dios es infinitamente digno de cada dificultad y sacrificio. Entonces, en obediencia, miramos a las Escrituras para mitigar los desafíos inherentes de una infancia de tercera cultura.

Cuida los niños de tercera cultura procesando la pérdida, el duelo y el trauma

La pérdida crónica es una realidad ineludible para los niños de tercera cultura. La naturaleza transitoria de la vida misionera hace que la pérdida sea inevitable. La ausencia de la familia extendida por sí sola es un pesar siempre presente. En consecuencia, el desafío no es proteger a nuestros hijos de la pérdida. Eso es imposible. El desafío es ayudarlos a procesar la pérdida de una manera saludable.

Normaliza el duelo

Enséñale a tu hijo que el dolor no es vergonzoso ni pecaminoso (Juan 11:35). Sufrimos profundamente porque amamos profundamente. Validar la tristeza de la pérdida permite a los niños llorar sin vergüenza. Mantente atento a los cambios de comportamiento porque los niños a menudo carecen de la madurez para articular sus emociones. En estos casos, compartir tu propio duelo con tus hijos puede ser útil.

Sé rápido para escuchar y lento para explicar

A riesgo de sonar poco espiritual, en medio del dolor, resiste recordarles a tus hijos que la gloria global de Dios es infinitamente digna de cada despedida y reubicación. Solo te escucharán minimizando su dolor. Sé paciente. Habrá un tiempo para compartir una perspectiva eterna. Pero, en las etapas iniciales del duelo, tu hijo encuentra consuelo en tu presencia, no en tus palabras. En esta etapa, el objetivo es comprender, no ser comprendido.

En las etapas iniciales del duelo, tu hijo encontrará consuelo en tu     presencia, no en tus palabras.

Ofrece la esperanza del evangelio

Jesús está cerca de los quebrantados de corazón (Salmo 34:18). Jesús está íntimamente familiarizado con nuestro dolor y es supremamente capaz de ministrar consuelo a nuestro espíritu (Mateo 5:4). Por lo tanto, háblale a tus hijos del Gran Sumo Sacerdote, el único que puede empatizar plenamente con nuestro sufrimiento. (1 Pedro 5:7; Hebreos 4:15).

Cuida los niños de tercera cultura forjando cercanía con la comunidad

Los niños de tercera cultura luchan por forjar relaciones profundas. Los conocidos abundan, pero las relaciones a largo plazo son fugaces. Como resultado, el sentido de pertenencia es esquivo y la soledad continúa. En respuesta, encontrar y asimilarse a una comunidad relacional es imperativo para el bienestar de nuestros niños de tercera cultura (2 Corintios 1: 3–7).

Cuando sea posible, establece una comunidad profundamente arraigada en una iglesia local. La iglesia local es donde los valores del evangelio trascienden las preferencias y tradiciones culturales (Efesios 2:11–22). La identidad se basa en Cristo, no en la cultura. La diversidad se celebra, no se disminuye. Los valores definitorios son eternos, no temporales. La iglesia local refleja las experiencias de nuestros niños de tercera cultura, brindando así solidaridad y una comunidad auténtica (Filipenses 3:20).

Sin embargo, entiendo que la iglesia local no es una opción para muchas familias misioneras pioneras. En tal casos, haz comunidad con compañeros de equipo misioneros, ministerios de niños de tercera cultura o clubes y equipos extracurriculares.

Cuida los niños de tercera cultura priorizando tu matrimonio

Cuidamos mejor de nuestros hijos al priorizar la relación con nuestro cónyuge sobre la relación padre-hijo (Efesios 5:22–25; 1 Timoteo 3:5). Un matrimonio saludable brinda estabilidad a nuestros hijos, que viven en un mundo inestable.

Habrá desafíos físicos, emocionales y espirituales en el campo. El estrés acumulativo que experimentamos, tanto padres como hijos, expone nuestra pecaminosidad y egoísmo. Sin embargo, un matrimonio saludable, con Cristo como pieza central, retrata y aplica tangiblemente las realidades del evangelio. Un matrimonio así crea una atmósfera para que nuestros hijos observen y experimenten el arrepentimiento, el perdón, la fe y el amor incondicional.

Cuida los niños de tercera cultura protegiendo su infancia

Mis hijos son los hijos de un misionero, no pequeños misioneros. No estoy minimizando su sacrificio y contribución al ministerio. La singularidad de la vida y ministerio de las familias misioneras incluye a los niños. Pero no es responsabilidad del niño facilitar o estimular el interés en el ministerio. Por ejemplo, mis hijos no se visten con ropa nativa y no actúan en el escenario de las conferencias misioneras. Si un grupo misionero visita nuestro pueblo y nuestros niños tienen otros compromisos, asisten a esos compromisos.

Para proteger la infancia de tus hijos, enséñales que su vocación es ser niños, descubrir sus pasiones únicas y caminar en las buenas obras que Cristo ha creado para ellos (Efesios 2:10). No retrates una imagen de familia misionera irrealista. Se coherente con las expectativas de comportamiento y mantén las mismas expectativas en público y en privado. Por último, establece una correlación entre la salud espiritual y la iglesia local, no con el ministerio vocacional. La intención es establecer la identidad en Cristo, la comunión con el cuerpo local, y luego el desarrollo orgánico de la actividad espiritual en sus vidas según Dios los guíe.

Cuida los niños tercera cultura preparándolos para el reingreso

Para muchos niños de tercera cultura, la dinámica del reingreso es más difícil que adaptarse a la vida en el extranjero. El choque cultural inverso es inesperado y desorientador. El reingreso requiere la aculturación a una patria que ya no es su hogar. Todo y todos han cambiado.

Dios nos regala sabiduría y consejo —de su palabra y de su pueblo— para cumplir fielmente con nuestros llamados como padres y misioneros.

La atención preventiva ayuda a mitigar los desafíos de la repatriación. ¡Enséñale a tus hijos los conceptos básicos: historia, geografía, el sistema imperial, las leyes de tránsito y cómo bombear gasolina! Discute el comportamiento verbal y no verbal apropiado. Explica las señales sociales para evitar ser malinterpretado. Y, por favor, antes de abandonar la cultura anfitriona, permite el tiempo adecuado para despedirse. Salir bien es imperativo para una transición saludable.

Mientras cuidas a tus hijos, recuerda que no estás solo. Aprende de las experiencias de los misioneros veteranos. Consulta a los profesionales del cuidado misionero. Dios nos regala sabiduría y consejo —de su palabra y de su pueblo— para cumplir fielmente con nuestros llamados como padres y misioneros.

Craig D. McClure

Craig D. McClure es un estratega de avance de misiones y profesor en el Seminario Teológico Bautista Dominicano. Tiene una maestría del Seminario Teológico Bautista del Sur, donde actualmente es estudiante de doctorado y profesor adjunto en misiones globales. Craig y su esposa Joanna viven en República Dominicana con sus cuatro hijos, Joseph, Liliana, Lucas y Matías.

LESS THAN 1% OF ALL MONEY GIVEN TO MISSIONS GOES TOWARDS REACHING THE UNREACHED.

That means that the people with the most urgent spiritual and physical needs are receiving the least support. You can help change that!