Una contextualización incorrecta es uno de los problemas más corrosivos de las misiones en la actualidad. Enfoques malsanos hacia la contextualización van desde las iglesias que incorporan elementos de la cultura popular en un intento de ser relevantes hasta aquellas que abrazan prácticas idolátricas de otras creencias para establecer puntos en común. Ambos enfoques a menudo oscurecen el evangelio con formas contextuales.
Una contextualización incorrecta es uno de los problemas más corrosivos de las misiones en la actualidad.
Aun así, estos nocivos intentos de contextualización rara vez surgen de un deseo de desacreditar o socavar el evangelio. En ocasiones, la razón por la cual las personas dan malas respuestas es porque están haciendo malas preguntas. Con demasiada frecuencia la pregunta es: “¿Cómo este contexto le da forma a mi ministerio?”.
Para acercarnos a expresiones más saludables de contextualización, me gustaría sugerir que hagamos una mejor pregunta: “¿Cómo puedo comunicar con claridad el mensaje inmutable de la Biblia en este contexto”? Para intentar explicar esta pregunta, permíteme destacar tres principios fundamentales que espero reajusten nuestra comprensión sobre la tarea de la contextualización.
1. La contextualización no es tu tarea principal
La tarea de un misionero no es primordialmente la contextualización. Es la comunicación. Observa la diferencia entre las dos preguntas anteriores: “¿Cómo este contexto le da forma a mi ministerio?”. Esta pregunta se centra en el contexto como lo más importante. La respuesta será considerar cuáles son las formas y normas culturales que no violan los mandatos bíblicos claramente establecidos. Aunque uno pueda ser mejor recibido dentro de una comunidad porque se ha ajustado a cierta forma cultural de hacer las cosas o de hablar, habrá fracasado al no considerar si ha comunicado con fidelidad el evangelio bíblico.
La segunda pregunta, en cambio, mantiene el enfoque en que hay un mensaje que se nos ha dado para que lo comuniquemos: “¿Cómo puedo comunicar con claridad el mensaje inmutable de la Biblia en este contexto”? La claridad es el objetivo. Puesto que tenemos un mensaje y el mandato de comunicar ese mensaje, debemos trabajar arduamente para comprender el contexto que permita que la Palabra de Dios se oiga con claridad bajo sus propios términos. Queremos ser estudiantes del contexto para poder superar las barreras contextuales de manera que se oiga la Palabra.
2. La contextualización no se puede evitar si la claridad es el objetivo
Segundo, la comunicación de este mensaje no puede ocurrir fuera de un contexto. Esto presenta un peligro real en la medida en que vemos que las palabras que usamos vienen cargadas con un significado que no es bíblico, las costumbres que observamos vienen incrustadas con capas de historia, y las expectativas sociales implícitas de una comunidad son fáciles de transgredir involuntariamente. Si no somos sensibles a los significados, los valores, los estigmas y los símbolos invisibles en un contexto, nuestra proclamación y expresión tangible de la Palabra podrían socavar su recepción.
Aunque hay peligros en esta tarea, uno no puede simplemente evitar la contextualización.
Dondequiera que uno encuentra peligro, la primera opción es intentar evitarlo. Aunque hay peligros en esta tarea, uno no puede simplemente evitar la contextualización. Esto es así porque la expresión del cristianismo que hemos recibido ya está moldeada por nuestro contexto. Nuestra fe ya está contextualizada porque hablamos de ella en nuestro propio idioma, nuestros cantos siguen determinados ritmos y métrica, y nuestros énfasis se ven influidos por nuestras preferencias naturales y por lo que conocemos. La tarea de comunicar este mensaje demandará hacer la tarea laboriosa de comprender el contexto con profundidad para comunicar el mensaje con claridad.
3. La contextualización sigue siendo ofensiva
Por último, cuando buscamos comunicar el mensaje bíblico con claridad, debemos recordar que el evangelio es ofensivo. Aunque nuestro estudio de la cultura y el trabajo contextual intentarán no causar una ofensa social, nuestro objetivo en la contextualización no es hacer el evangelio menos ofensivo. El comunicador del mensaje bíblico no tiene la autoridad ni el permiso para reducir la ofensa del mensaje sobre la pecaminosidad humana y la santidad divina. El mensaje de la cruz es necedad para los que están perdidos y debe verse como lo que realmente es.
Nuestro objetivo en la contextualización, entonces, es permitir que el mensaje ofenda, ya que está diseñado para ofender. El efecto de la contextualización correcta no es que la gente diga: “Esta fe se ajusta a mi cultura, hábitos y preferencias”. Más bien, es que la gente de esa cultura sea confrontada con el mensaje que pone en primer plano su pecado, expone la profundidad de su depravación, y llama a una respuesta de fe para la salvación que ofrece el evangelio en la Escritura. Así que, misionero, mientras te dedicas a la tarea de la comunicación: “¿Cómo estás comunicando el mensaje inmutable de la Biblia en el contexto en que te encuentras?”.