Cuando consideras la tarea de las misiones globales y lo que se requiere para ser misionero, es fácil sentirse completamente abrumado y desanimado. Me gustaría ofrecer algunos pasos a seguir ahora para ayudarte a comenzar a prepararte para participar en esta gran tarea.
1. Busca consejo
Hay solo unos pocos casos de exito de misioneros que fueron lo suficientemente audaces como para ir al campo a pesar de que todos les decían que no fueran. Por lo general, esto termina en lamento o en desastre espiritual. Proverbios 18:1 explica por qué: “El que vive aislado busca su propio deseo, contra todo consejo se encoleriza.”
Mudarse a otro país por el bien del evangelio es difícil. Hay muchos factores a considerar en el camino, y solo un necio intentaría hacerlo sin obtener la mayor cantidad posible de buen consejo.
Habla con aquellos que conocen tu carácter
Necesitas consejo de tus padres, mentores y pastores que tengan una buena idea de tu madurez espiritual. Puede ser aterrador escuchar su evaluación de ti ahora, pero es mejor que tu orgullo se lastime un poco ahora que apresurarte hacia una situación para la cual aún no estás lo suficientemente preparado.
Es mejor que tu orgullo se lastime un poco ahora que apresurarte hacia una situación para la cual aún no estás lo suficientemente preparado.
Habla con aquellos que entienden tus dones
¿Estás preparado para el ministerio transcultural? ¿Qué tipo de ministerio transcultural te convendría más? A nadie le sirve obligar a un contador a ser artista, y sin embargo, cuando se trata de misiones, a menudo intentamos forzarnos a nosotros mismos a tener un ministerio como el de William Carey, Elisabeth Elliot o el misionero que visitó tu iglesia el año pasado.
Habla con aquellos que comprenden las necesidades globales
También necesitas consejo de personas que entiendan las necesidades de diferentes contextos. No puedo decirte cuántas veces he conocido misioneros que actúan como si fueran pioneros del evangelio cuando ya hay cinco iglesias jóvenes en su ciudad que necesitan apoyo urgente. Deberíamos buscar servir al reino de las maneras que son necesarias, no con lo que pensamos que se necesita.
Desarrolla el hábito de pedir y escuchar consejos tanto como sea posible, si deseas posicionarte para servir de manera significativa y fiel.
2. Desarrolla amistades con personas diferentes
Es genial que sientas pasión por la difusión del evangelio, pero ¿cómo te llevas con las personas? ¿Cómo te llevas con personas que tienen opiniones teologícas o políticas diferentes a las tuyas? ¿Cómo reaccionas cuando las personas manejan los conflictos de manera diferente o se ofenden por cosas distintas? Necesitas desarrollar la habilidad de amar a personas que no son como tú, no solo amar desde una distancia segura.
Conéctate con un grupo de estudiantes internacionales en un colegio local. Múdate a un complejo de apartamentos donde se alojen refugiados. Comienza a almorzar en un restaurante donde seas parte de la minoría. Empieza a asistir al estudio bíblico de adultos mayores. Incluso si vives en el pueblo más rural y monocromático de América, en algún lugar, hay personas diferentes a ti. Sin entrar imprudentemente en una situación insegura, busca formas de entablar amistades con personas que no sean como tú.
3. Desarrolla una pasión por la iglesia local
Jesús dijo que las puertas del infierno no prevalecerán contra su iglesia (Mateo 16:18). Si quieres ser parte de una estrategia misionera con éxito garantizado, centra tu vida cristiana alrededor de la iglesia local. Es la única institución en el mundo que tiene ese tipo de promesa de victoria.
La iglesia local es también el medio que Dios ha proporcionado no solo para mantener el mensaje del evangelio claro (Gálatas 1:8), sino también para sostener a los cristianos hasta el día final (Hebreos 10:24–25). Si quieres ayudar a las personas no solo a escuchar el evangelio, sino también a perseverar en su fe, necesitas ayudarles a valorar la iglesia local, no solo con tus palabras, sino también con tus acciones.
4. Desarrolla una habilidad comercializable
Existen excepciones, pero la mayoría de los lugares en el mundo con pocos o ningún creyente no están buscando activamente otorgar visas a personas que enseñen la Biblia. Probablemente necesitarás otra razón que dar al gobierno local para que te permitan vivir allí.
Si quieres ser misionero, no solo obtengas un título en teología, aprende una habilidad que tenga un valor evidente incluso para los no creyentes.
Permíteme poner esto de manera práctica. Si quieres ser misionero, no solo obtengas un título en teología: aprende una habilidad que tenga un valor evidente incluso para los no creyentes, como la enseñanza, la enfermería, la ingeniería o la contabilidad.
He conocido a jóvenes desanimados por esta noticia porque quieren entregar sus vidas completamente al evangelio, y esas otras cosas parecen ser una pérdida de tiempo. Recuerda que Pablo le dijo a Timoteo que al prestar atención cuidadosa a su vida y su doctrina salvaría a sus oyentes (1 Timoteo 4:16). Dios ha utilizado regularmente la conducta de los cristianos para confirmar la verdad de su evangelio. Tener que trabajar en otro tipo de trabajo para vivir en algún lugar no tiene por qué ser un obstáculo para la obra del evangelio, puede ayudar a embellecerla.
5. Cultiva la flexibilidad
Sea cual sea la situación en ese lugar al que esperas mudarte, tu vida cambiará. Puedes pasar años intentando vivir en un país específico, solo para tener que irte debido a la política, la salud, u otra cosa. La naturaleza de tu ministerio probablemente cambiará muchas veces.
Cultiva la flexibilidad ahora para protegerte contra la frustración cuando lleguen esos cambios. Puedes lograrlo afianzándote en lo más importante. El evangelio no cambia. Los pecadores aún necesitan escuchar el evangelio. Las iglesias jóvenes necesitan ser fortalecidas. El resto es decoración.
6. Ora frecuentemente
Esto es lo último porque es lo más importante. Somete tus planes, esperanzas y deseos al Señor. Pídele ayuda y orientación regularmente. Ora para que él ponga buenos deseos y ambiciones en tu corazón. Y confía en que lo que él te va a dar será bueno, incluso si no es lo que esperas.