Si Cristo hablara a la iglesia hoy, ¿qué diría? En este mensaje sobre Apocalipsis 2–3, el Pastor David Platt nos enseña que Cristo desea que su iglesia se defina a sí misma por su búsqueda de Él. Al hacerlo, la iglesia puede mantenerse en un mundo que ofrece deseos competitivos.
- Jesús elogia a su iglesia.
- Jesús reprende a su iglesia.
- Jesús ordena a su iglesia.
- Jesús advierte a su iglesia.
- Jesús recompensa a su iglesia.
Apocalipsis 2-3
Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: “El que tiene las siete estrellas en su mano derecha, el que anda entre los siete candeleros de oro, dice esto:
‘Yo conozco tus obras, tu fatiga y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los malos, y has sometido a prueba a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos. ‘Tienes perseverancia, y has sufrido por mi nombre y no has desmayado. ‘Pero tengo esto contra ti: que has dejado tu primer amor. ‘Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete, y haz las obras que hiciste al principio; si no, vendré a ti y quitaré tu candelero de su lugar, si no te arrepientes. ‘Sin embargo tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. ‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.’ ”
Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: “El primero y el último, el que estuvo muerto y ha vuelto a la vida, dice esto:
‘Yo conozco tu tribulación y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que son sinagoga de Satanás. ‘No temas lo que estás por sufrir. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. ‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda.’ ”
Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: “El que tiene la espada aguda de dos filos, dice esto:
‘Yo sé dónde moras, donde está el trono de Satanás. Guardas fielmente mi nombre y no has negado mi fe, aun en los días de Antipas, mi testigo, mi siervo fiel, que fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás. ‘Pero tengo unas pocas cosas contra ti, porque tienes ahí a los que mantienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer cosas sacrificadas a los ídolos y a cometer actos de inmoralidad. ‘Así tú también tienes algunos que de la misma manera mantienen la doctrina de los nicolaítas. ‘Por tanto, arrepiéntete; si no, vendré a ti pronto y pelearé contra ellos con la espada de mi boca. ‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré del maná escondido y le daré una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita un nombre nuevo, el cual nadie conoce sino aquel que lo recibe.’ ”
Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: “El Hijo de Dios, que tiene ojos como llama de fuego, y cuyos pies son semejantes al bronce bruñido, dice esto:
‘Yo conozco tus obras, tu amor, tu fe, tu servicio y tu perseverancia, y que tus obras recientes son mayores que las primeras. ‘Pero tengo esto contra ti: que toleras a esa mujer Jezabel, que se dice ser profetisa, y enseña y seduce a mis siervos a que cometan actos inmorales y coman cosas sacrificadas a los ídolos. ‘Le he dado tiempo para arrepentirse, y no quiere arrepentirse de su inmoralidad. ‘Mira, la postraré en cama, y a los que cometen adulterio con ella los arrojaré en gran tribulación, si no se arrepienten de las obras de ella. ‘Y a sus hijos mataré con pestilencia, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña las mentes y los corazones, y os daré a cada uno según vuestras obras. ‘Pero a vosotros, a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esta doctrina, que no han conocido las cosas profundas de Satanás, como ellos las llaman, os digo: No os impongo otra carga. ‘No obstante, lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga. ‘Y al vencedor, al que guarda mis obras hasta el fin, le dare autoridad sobre las naciones; y las regira con vara de hierro, como los vasos del alfarero son hechos pedazos, como yo también he recibido autoridad de mi Padre; y le daré el lucero de la mañana. ‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.’ ”
Y escribe al ángel de la iglesia en Sardis: “El que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas, dice esto:
‘Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, pero estás muerto. ‘Ponte en vela y afirma las cosas que quedan, que estaban a punto de morir, porque no he hallado completas tus obras delante de mi Dios. ‘Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; guárdalo y arrepiéntete. Por tanto, si no velas, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. ‘Pero tienes unos pocos en Sardis que no han manchado sus vestiduras, y andarán conmigo vestidos de blanco, porque son dignos. ‘Así el vencedor será revestido de vestiduras blancas y no borraré su nombre del libro de la vida, y reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. ‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.’ ”
Y escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: “El Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie cierra, y cierra y nadie abre, dice esto:
‘Yo conozco tus obras, Mira, he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar, porque tienes un poco de poder, has guardado mi palabra y no has negado mi nombre. ‘He aquí, yo entregaré a aquellos de la sinagoga de Satanás que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y sepan que yo te he amado. ‘Porque has guardado la palabra de mi perseverancia, yo también te guardaré de la hora de la prueba, esa hora que está por venir sobre todo el mundo para probar a los que habitan sobre la tierra. ‘Vengo pronto; retén firme lo que tienes, para que nadie tome tu corona. ‘Al vencedor le haré una columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo. ‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.’ ”
Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: “El Amén, el Testigo fiel y verdadero, el Principio de la creación de Dios, dice esto:
‘Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! ‘Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. ‘Porque dices: “Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad”; y no sabes que eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y desnudo, te aconsejo que de mí compres oro refinado por fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se manifieste la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que puedas ver. ‘Yo reprendo y disciplino a todos los que amo; sé, pues, celoso y arrepiéntete. ‘He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo. ‘Al vencedor, le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono. ‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.’ ” (Apocalipsis 2:1-3:22).
Te vomitaré de mi boca
Si tiene una Biblia, y espero que tenga una, le invito a abrirla conmigo en Apocalipsis 2. El primer sermón que prediqué en mi vida fue en octavo grado, y el texto que elegí fue la carta de Cristo a la iglesia en Laodicea, la iglesia a quien Jesús dijo: “te vomitaré de mi boca”. Me paré frente a un grupo de estudiantes y adultos; estaba a punto de predicar con una botella de agua y, antes de decir algo, tomé un trago de mi agua y procedí a escupirla de mi boca a la primera línea de personas que estaban sentadas allí. Entonces miré a la multitud y dije: “Eso es lo que Dios piensa de ustedes si la fe de ustedes es tibia”. No es necesario decir que ese no fue un comienzo prometedor para la predicación.
Sin embargo, esto sí refleja algo de la imagen gráfica que vemos en Apocalipsis 2-3, mientras Jesús habla a Su iglesia. Márquelo: Jesús no consciente a Su pueblo. Él ama demasiado a Su pueblo para hacerlo. Ama tanto a Su pueblo para, no solo consolarle, también para confrontarle. Él ama suficiente a Su pueblo para convencerlos y limpiarlos y retarles con severas advertencias de juicio inminente.
He titulado este texto: “Palabras de Cristo a una iglesia en guerra”. Esta es la realidad que yace detrás del libro de Apocalipsis. Sea en el primer siglo o en el siglo veintiuno, la iglesia está en una batalla diaria contra el pecado y la maldad y el sufrimiento.
Usted está familiarizado con esto. Como seguidor de Cristo, usted enfrenta diariamente la tentación de alejarse de Cristo, de renunciar al compromiso con Cristo, de confiar en usted mismo, y de dar lugar al pecado. En esta iglesia, hay batallas rugiendo por los matrimonios y hogares y mentes y corazones. Solo en la semana anterior, cada día escuché historias de matrimonios dividiéndose, ministros cayendo en fracaso moral, hombres y mujeres en la iglesia quienes enfrentan nuevos ataques con el sufrimiento físico. Y me he encontrado anhelando la venida de Cristo y el día en que el pecado ya no exista, y no haya más sufrimiento.
Y ese día se acerca, pero por ahora estamos en batalla, en una guerra por nuestras propias almas y por las almas de hombres y mujeres alrededor nuestro y por todo el mundo, quienes no conocen a Cristo y a Su amor y a Su misericordia y a Su victoria. Estamos en una batalla que está ocurriendo aquí en cada una de nuestras vidas y en esta iglesia y en este mundo que es parte de una batalla mucho mayor entre reinos en conflicto: El reino de Dios y el reino de Satanás.
Por tanto, aquí vemos a Jesús caminando entre Sus iglesias en medio de la batalla, y Él les habla. Él está pidiéndoles que resistan, que soporten con paciencia, y que caminen con pureza en medio de un mundo de pecado y maldad. Y que viva usted con una pasión para proclamar el evangelio, incluso cuando tiene miedo e incluso cuando pueda costarle la vida. Porque, en juego está algo mayor que solo la vida aquí en la tierra. En esta batalla está en juego su vida por la eternidad. Su destino eterno está en la balanza, y depende de cómo se desarrolla esta batalla. El destino eterno de las naciones está en la balanza, y depende de cómo se desarrolla esta batalla.
Jesús no está jugando
Por tanto, Jesús no está jugando. Él viene a Su iglesia, y habla claramente sobre el estado espiritual en que se encuentra. Él las anima y consuela cuando están resistiendo y confiando en Él y proclamando el evangelio. Y las llama cuando están cediendo y cuando mengua la fe de ellas. Les advierte que no se aparten. Y, al final, promete que regresará pronto, y a la luz de esa promesa, les anima a estar listos.
Por tanto, quiero hacer todo eso hoy. Al mirar este texto, quiero que usted se sienta animado y consolado y fortalecido en la batalla. Al mismo tiempo, oro para que haya una profunda convicción en todos los que están cediendo ante el pecado en varias áreas de su vida, y comprometiendo su relación con Cristo y con sus testimonios en el mundo. Oro para que Cristo nos despierte a fin de que veamos que Él es Rey y Señor y Salvador y Juez. Él viene pronto, y traerá una recompensa, y traerá ira en dependencia de cómo respondamos hoy a Él.
Por tanto, he tomado estas cartas a las siete iglesias y, en lugar de verlas una a una, vamos a mirarlas juntas, como un todo, y vamos a ver cómo Jesús alaba a Su iglesia en estas cartas, cómo Jesús reprende a Su iglesia, qué ordena Jesús a Su iglesia, y cómo advierte Jesús a Su iglesia. Todo esto nos guía a la promesa de recompensa de Jesús para Su iglesia, para los cristianos quienes por la gracia de Dios mediante la fe, pelean la batalla fieles hasta el fin.
Y estoy orando para que Dios use estas cartas de Cristo a una iglesia en guerra en el primer siglo para hablar claramente a una iglesia hoy, en guerra, en el siglo veintiuno. Siento gran consuelo debido a Apocalipsis 3:22, donde terminan estas cartas y la Biblia dice: “‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias'”. Esta es una pista para nosotros, que estas palabras no eran solo para las iglesias en Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia, y Laodicea. Estas son palabras para muchas más iglesias en el primer siglo y para muchas más iglesias en los siguientes veinte siglos. Por tanto, tengamos oídos para escuchar hoy.
A cada miembro de esta iglesia, y a cada cristiano que nos visita en esta iglesia, abramos nuestros oídos y escuchemos lo que el Señor Jesús nos dice como Su iglesia. Y para aquellos de ustedes que quizás no son seguidores de Jesús, les damos la bienvenida. Les invitamos, mientras escuchan palabras de Jesús a Su pueblo, oro para que vean a un Salvador que ama tanto a Su pueblo que no los deja solos en un mundo de pecado y sufrimiento, sino que les atrae a Sí mismo. Mi oración es que puedan ser atraídos por Él hoy, para que conozcan Su amor y confíen en Él con sus vidas, ahora y para siempre.
Jesús nos conoce en verdad.
Quiero señalar unas pocas verdades que defender, cuatro recordatorios que veremos en todas estas cartas los que creo moldearán nuestro viaje de hoy. Número uno, Jesús nos conoce en verdad. Muchas de estas cartas comienzan con Jesús diciendo: “Yo conozco tus obras… te conozco a ti”. Y la imagen que vemos en estas cartas es clara: Jesús conoce a Sus iglesias mejor de lo que ellas se conocen a sí mismas.
Esto es más alarmantemente obvio en una iglesia como Sardis, en Apocalipsis 3, donde Jesús dice: “Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, pero estás muerto”. (Apocalipsis 3:1) Ese es un versículo alarmante. Es posible que una iglesia tenga todas las señales de vida, que las personas miren una iglesia y digan: “Esa iglesia está viva y activa”, y que Jesús mire a la misma iglesia y diga: “Completamente muerta”. Permítanme ser más específico. Es posible que esta iglesia luzca viva para todos los que nos rodean en el mundo, pero que Jesús diga: “Ustedes están muertos”. Solo Él nos conoce verdaderamente como iglesia y como seguidores de Cristo.
Todos tenemos la tendencia a engañarnos espiritualmente. Todos somos dados a sobreestimar nuestra condición espiritual, a pensar que estamos bien cuando pudiéramos estar lejos de bien. Por tanto, abramos nuestros oídos y pidamos a Jesús, quien nos conoce verdaderamente, que nos hable como iglesia y como seguidores de Cristo, y que nos muestre nuestros puntos ciegos. Muéstranos dónde nos estamos engañando.
Recuerde el retrato de Jesús que vimos la semana pasada, y note cómo es que ese retrato es develado al comienzo de cada una de estas cartas. La semana pasada vimos que Jesús estaba caminando entre siete candeleros, y la primera carta a la iglesia de Éfeso le describe entre los candeleros. La semana pasada vimos a Jesús declarar que Él es el primero y el último, quien estuvo muerto y ahora vive para siempre, y así es exactamente como Él se presenta a la iglesia de Esmirna. La semana pasada vimos que la boca de Jesús actúa como una espada de doble filo, y esa es la imagen que inicia la carta a la iglesia de Pérgamo. Y entonces, cuando usted llega a Tiatira, vemos a Jesús con ojos como llamas de fuego, que nos ven en verdad y nos buscan completamente. Jesús ve quiénes somos en realidad, por tanto, escuchémosle.
Jesús nos ama profundamente.
Jesús nos conoce verdaderamente, y la segunda verdad aquí, al comienzo, es: Jesús nos ama profundamente. En estas cartas, Jesús está cuidando a sus iglesias. Incluso en sus declaraciones más punzantes, Él las llama a alejarse del pecado y la destrucción. Apocalipsis 3:19: “Yo reprendo y disciplino a todos los que amo”, dice Jesús, “sé, pues, celoso y arrepiéntete”. Cuando un niño está corriendo hacia la calle cuando viene un auto, un padre amoroso gritará a su hijo que se detenga, correrá a él y le advertirá: “¡No corras hacia la calle!”.
Jesús le ama iglesia. Jesús le ama no-cristiano. Jesús le ama, y conoce que se acerca un juicio por el pecado, por los pecados que usted ha cometido, y por tanto, por Su gracia, por Su misericordia, fuertemente, punzantemente, Él le llama a que se aleje del pecado. ¿No es un consuelo leer estas cartas, e incluso en medio de algunas advertencias fuertes, punzantes, escuchar a Jesús sosteniendo nuestra esperanza? Él dice a la iglesia que está listo a vomitar de su boca: “Arrepiéntete, y comeremos y festejaremos juntos”. Él habla a estas iglesias, incluso a aquellas que están en peor forma, para sostenerles en esperanza. Por tanto, escuche, vea, sienta esa esperanza hoy para usted. Jesús nos ama profundamente.
Jesús nos guarda celosamente.
Jesús nos guarda celosamente. Jesús guarda celosamente a Su iglesia. Él protege a Su iglesia, Él provee para Su iglesia, y Él preserva a Su iglesia. ¡Qué gran regalo de gracia nos ha dado Dios en estas cartas! Pensar que Jesús, hace dos mil años, reveló en esta visión a Juan Sus palabras a Su iglesia, para que dos mil años después usted y yo tuviéramos palabras de Cristo cuando batalláramos con el pecado y el sufrimiento en este mundo. Jesús desea protegernos, proveer para nosotros, y ayudarnos a usted y a mí a perseverar en medio de las batallas que estamos enfrentando en esta semana y en este mes y en este año. Esto lo vimos la semana pasada. Jesús está presente con nosotros, entre nosotros hoy. Él nos habla hoy mediante Su Palabra, y él le guarda a usted hoy y le protege al sostenerle y animarle a perseverar hoy. Jesús nos guarda celosamente.
Jesús nos usa con todo propósito.
Y, Jesús nos usa con todo propósito. Jesús no solo quiere sostener y fortalecernos en la batalla, Él quiere enviarnos diariamente hacia el frente de batalla, para que otras personas puedan conocer Su misericordia, para que otras personas puedan conocer Su gracia. Lo hace para que otras personas puedan conocer Su amor, el amor de Quien murió sobre la cruz por nuestros pecados y vive para siempre. Su propósito en cada una de nuestras vidas no es solo mantenernos en Su reino; Su propósito es usarnos para hacer avanzar Su reino por todo el mundo.
Jesús Alaba a Su Iglesia
Por tanto, a partir de las verdades de que Jesús nos conoce verdaderamente, nos ama profundamente, nos guarda celosamente, y nos usa con todo propósito, pensemos en cómo Jesús alaba a Su iglesia aquí. Ahora, Él dice a Juan que escriba estas cartas a los ángeles que representan a cada iglesia. Algunos sospechan que esta es una referencia a los pastores en estas diferentes iglesias, pero la mayoría de los estudiosos cree que la imagen aquí es básicamente de un representante angelical de cada una de estas iglesias.
Obviamente, Jesús se enfoca en detalles específicos en cada iglesia. Pero no olvide que el libro de Apocalipsis fue escrito por amor a todas estas iglesias, y que todas estas iglesias escucharían, o leerían, lo que Jesús diría a las otras iglesias. Por tanto, no es como si Éfeso fuera solo a Apocalipsis 2:1-7; y ya tuviera todo lo necesario. Y por tanto, mientras Jesús habla específicamente a ciertas situaciones en las iglesias, también está hablando a toda Su iglesia, entonces, y hoy.
Por la fiel perseverancia en la Palabra de Cristo.
Por tanto, ¿cómo alaba Jesús a Su iglesia? Lo hace en cuatro modos fundamentales en estas cartas. Número uno, Jesús alaba a Su iglesia por la fiel perseverancia en la Palabra de Cristo. Este es uno de los temas claves en todo el libro de Apocalipsis, y es evidente desde el comienzo de estas cartas, cuando Jesús alaba a los cristianos efesios por su fatiga y perseverancia en la Palabra.
De hecho, circule o subraye esta frase. Es mencionada cuatro veces en estas siete cartas; usted ve cómo se menciona la palabra “perseverancia” o “perseverando”. Quiero que vea el énfasis aquí. Al comienzo mismo de este capítulo, Apocalipsis 2:2, en la carta a Éfeso, Jesús dice: “Yo conozco tus obras, tu fatiga y tu perseverancia…” Subráyelo aquí. “…tu perseverancia, y que no puedes soportar a los malos, y has sometido a prueba a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos”. Luego vea el versículo 3. Aquí está nuevamente: “tu perseverancia…”. Por tanto, circule o subráyelo aquí. Perseverancia. Dos veces en la carta a la iglesia en Éfeso.
Entonces, usted llega a Esmirna y la idea está allí. Esta es una iglesia que está batallando en medio de la persecución y la muerte. Luego, la iglesia en Pérgamo, tampoco está negando su fe en medio de los conflictos. Luego, llega a Tiatira. Vea Apocalipsis 2:19. Jesús dice a la iglesia en Tiatira: “Yo conozco tus obras, tu amor, tu fe, tu servicio y tu perseverancia…”. Circúlelo allí.
Luego, si continúa hasta Apocalipsis 3, llega a Sardis, donde no hay tanto que alabar, excepto por unas pocas personas, pero cuando llega a Filadelfia, ve lo mismo una vez más en Apocalipsis 3:10. Jesús dice a la iglesia en Filadelfia: “‘Porque has guardado la palabra de mi perseverancia, yo también te guardaré de la hora de la prueba, esa hora que está por venir sobre todo el mundo…”. Circule o subraye “perseverancia” allí. Permita que esa palabra se pegue a su mente. La perseverancia o resistencia en la Palabra de Cristo.
Ahora, esto se desenvuelve en un par de modos diferentes. Por un lado, estos cristianos del primer siglo son alabados por Cristo al proteger internanente a la iglesia. Este era el caso específico de Éfeso, allá en el comienzo de Apocalipsis 2. Ellos no toleraban la mala enseñanza y a los maestros herejes en la iglesia. La iglesia en Éfeso, dice Apocalipsis 2:6, aborrecía las falsas enseñanzas y se esforzaba celosamente para impedir que infiltraran a la iglesia. Ellos probaban a los líderes para asegurarse de que sus enseñanzas fueran verdaderas y fieles a la Palabra de Dios, y cuando no lo eran, los enfrentaban seriamente. No se cansaban de guardar a la iglesia de las mentiras.
Jesús los alaba por proteger internamente a la iglesia y por hacer avanzar externamente a la iglesia. Ahora, este no era el caso de Éfeso, que veremos en un momento, sino el caso en las ciudades como Pérgamo donde ellos perseveraban como fieles testigos de Cristo en el mundo, incluso hasta el punto de morir.
Por la fiel proclamación del nombre de Cristo.
Esto nos lleva a la segunda alabanza. Jesús alaba a Su iglesia, no solo por la fiel perseverancia en la Palabra de Cristo, también por la fiel proclamación del nombre de Cristo. Allí, en Pérgamo, ellos viven en medio del trono de Satanás, y Antipas muere por proclamar fielmente el nombre de Cristo. Ellos proclamaron fielmente Cristo en la oportunidad que Cristo les presentó. A la iglesia de Filadelfia, dice Jesús: “he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar” (Apocalipsis 3:8). Esta era una puerta para el reino de Dios que la iglesia de Filadelfia no solo había atravesado, sino una puerta por donde guiaban a otros, especialmente a personas judías, para que pasaran, incluso cuando enfrentaban persecución por ello.
Por tanto, Jesús alaba a Su iglesia por la fiel proclamación de Su nombre a la luz de la oportunidad y en medio de la oposición por todas partes (religiosa, gubernamental, social, y económica). Cuando usted mira las circunstancias de cada una de estas ciudades, se percata rápidamente de que proclamar el nombre de Cristo no era una actividad popular, y los que fielmente lo proclamaban lo pagaban muy caro.
En ciudades como Pérgamo y Esmirna y Filadelfia, usted ve la oposición de las sinagogas judías, quienes insultaban a los cristianos y los denunciaban a las autoridades romanas por ser cúlticas. Esto provocó la oposición gubernamental del Imperio Romano, pues los cristianos no se inclinarían ante el César, ni le adorarían como hacían todos, y como en muchos casos era requerido en aquellos días. Era una traición no doblar la rodilla ante Roma.
Además, estaba la oposición económica. La iglesia en Esmirna estaba empobrecida precisamente debido a su proclamación del nombre de Cristo. Vea cómo funcionaba esto. En la mayoría de estas ciudades, era imperativo pertenecer a las sociedades de comercio. Por tanto, si usted era un mercader, o un panadero, o un alfarero, entonces sería parte de una sociedad con otros mercaderes, panaderos, o alfareros.
Cada sociedad tenía su propio dios patronal o deidad, y frecuentemente había fiestas entre las sociedades donde se presentaban ofrendas al dios o deidades de esa sociedad. Todo esto estaba entretejido con la organización de la sociedad, por lo que era económica y socialmente ventajoso ser parte de ella, incluso era casi necesario ser parte de ella. Pero los seguidores de Cristo perseverando fielmente en la Palabra, y proclamando fielmente el nombre, no participarían de estas sociedades ni se involucrarían en las prácticas de estas sociedades. Y les costaba dinero y trabajos y sostén para sus familias. Por tanto, ellos estaban experimentando oposición económica y social. Jesús reconoce las calumnias contra los cristianos en Esmirna por retener la verdad de Dios y proclamar al Hijo de Dios, Jesús, como Mesías.
Permítanme hacer una breve pausa aquí y solo señalar una palabra que hay aquí para nosotros hoy, en nuestra cultura. Es cada vez más común en nuestra cultura que los cristianos que creen en la Biblia y proclaman el evangelio de Jesús como el único camino hacia la salvación sean etiquetados de peligrosos y malvados. Proclamar esta palabra en nuestra cultura hoy conlleva el riesgo de ser acusado de ser anti-gay o anti-decisión o anti-mujeres o anti-intelectual o anti-diversidad o intolerante e ignorante y arrogante. Mientras más pacientemente usted y yo retengamos la Palabra de Cristo y proclamemos el nombre de Cristo en nuestra cultura, más oposición vendrá de todas partes: De la religión, del gobierno, de la sociedad, y de la economía. Y existirá una creciente tentación a escondernos de la Palabra y del nombre de Cristo. Y Jesús, del mismo modo en que llamó a Su iglesia en el primer siglo, nos llama a usted y a mí en el siglo veintiuno para perseverar fielmente en Su Palabra y proclamar fielmente Su nombre según las oportunidades y en medio de la oposición.
Por confiar en Dios en medio de las pruebas en el mundo.
Eso no es fácil, pero es por lo que Jesús alaba a Sus iglesias aquí, por confiar en Dios en medio de las pruebas en el mundo. Vaya a la carta de Esmirna en Apocalipsis 2:10, y vea lo que dice Jesús allí. Ellos están experimentando el sufrimiento y la pobreza y las calumnias mientras proclaman a Cristo, y Jesús les dice: “‘No temas lo que estás por sufrir. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”. ¡Qué sorprendente versículo!
¿Por qué está Dios dejando que el diablo lance a Sus hijos a la cárcel y mate a algunos de ellos? Él lo está permitiendo para que sean probados. “¿Qué está siendo probado?”, preguntará usted. Y la respuesta es: Está siendo probada la fidelidad a Jesús. ¿Serán fieles hasta la muerte? ¿Confiarán en Dios estos cristianos, incluso cuando sus familias les son arrebatadas, lanzadas a prisión, y se encuentran cara a cara con la muerte? ¿Confiarán aun en Dios?
Por tanto, siga esta idea. Dios permite, en cierto sentido ordena, que Satanás provoque sufrimiento para probar a los santos. Es lo que hemos visto en toda la Biblia: José en el libro de Génesis, Job, Jesús en el desierto, o Pablo con su aguijón en la carne, un mensajero de Satanás para atormentarlo. Dios permite, e incluso ordena, que ocurra pruebas así, para nuestro bien supremo.
Por tanto, siga este pensamiento. Satanás está subordinado, y quiere que suframos para sabotearnos. Usted debe recordar, Satanás tiene una correa, y nada puede hacer fuera del permiso soberano y del propósito supremo de Dios. Y en todas estas cartas, vemos a Satanás tratando de sabotear a la iglesia. “La sinagoga de Satanás, el maligno, está a punto de lanzarles a la prisión.
Ustedes viven donde está el trono de Satanás, donde mora Satanás, las enseñanzas herejes en la iglesia son profundas actividades de Satanás”. Satanás está saboteando a la iglesia y a los cristianos aquí, y está haciendo lo mismo por toda esta iglesia. Él está tentando, halando, desanimando, e intentando derrotar a personas en toda esta iglesia. Estos no son dibujos animados de cuentos de hadas, esto es real. Existen fuerzas espirituales de maldad que quieren sabotear nuestra fe mediante el sufrimiento. Ellas quieren usar las pruebas físicas, espirituales, relacionales, y de todo tipo en nuestras vidas para sabotearnos.
Pero Dios es soberano, y Él usa el sufrimiento para santificarnos. Así que Jesús dice: “Ustedes serán probados y, durante diez días tendrán tribulación, pero sean fieles hasta la muerte y confíen en Dios en medio de la prueba, y les daré la corona de la vida”. ¡Esto es para nuestro bien! Sé que usted no lo comprende, y la razón por la que ocurren estas cosas les son un misterio, pero confíe en Dios, persevere en fe, no deje de proclamar a Cristo, incluso si le cuesta todo; no deje de proclamarle, porque usted sabe que se acerca la corona de la vida. Y eso es exactamente lo que ocurrió en la iglesia en Esmirna.
Se cuenta la historia de Policarpo, el obispo del segundo siglo de la iglesia de Esmirna, quien debió haber estado muy familiarizado con esta carta de Cristo a Su iglesia. A los 86 años, el gobernador romano le dijo que si no repudiaba su fe, y reconocía al César como señor, sería ejecutado. Si Policarpo simplemente ofreciera una pizca de incienso a la estatua del César, podría escapar de la tortura y la muerte. Pero Policarpo dijo: “Durante ochenta y seis años he servido a Cristo, y ningún mal me ha hecho. ¿Cómo podría yo blasfemar de mi Rey que me ha salvado?” Perseverar es levantarse a favor de Cristo, a los 86 años, Policarpo fue quemado vivo en la estaca. Dios, danos gracia para confiar en Dios en medio de 86 años de prueba en este mundo.
Por amar a Dios en medio de la tentación del mundo.
Finalmente, estas iglesias fueron alabadas por amar a Dios en medio de la tentación del mundo, y por caminar en pureza. Imagine los pocos nombres en Sardis que no mancharon sus vestiduras con el pecado del mundo, sino que caminaron con Cristo en una manera digna de Su nombre. Por tanto, estas son las actitudes que Jesús alaba de Su iglesia.
Jesús reprende a Su iglesia.
Al mismo tiempo, en estas cartas, Jesús reprende a Su iglesia, y yo he identificado dos causas fundamentales de reprensión en estas siete cartas, aunque solo cinco de las iglesias son reprendidas. Cristo no reprende a la iglesia en Esmirna específicamente o a la iglesia de Filadelfia, pero las otras cinco iglesias son reprendidas por dos razones principales.
Por el compromiso con el mundo.
Una, por el compromiso con el mundo. Ya hemos visto que había gran presión de todas las partes: La presión religiosa, la presión gubernamental, la presión social, y la presión económica, lo que simplemente llevaba al pueblo de Dios a conformarse con menos de lo que Dios quería para ellos.
La iglesia había cedido en dos formas principales. Una era la tolerancia a la maldad (la idolatría y la inmoralidad) Vemos que se habla de los nicolaítas. No conocemos exactamente todo lo que los nicolaítas estaban enseñando, pero sí sabemos que estaban enseñando y, de algún modo, estaban animando y cultivando la idolatría y la inmoralidad sexual. En Pérgamo, Jesús dice en el 2:14: “tienes ahí a los que mantienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer cosas sacrificadas a los ídolos y a cometer actos de inmoralidad”.
En Tiatira, Apocalipsis 2:20, vemos al pueblo de Dios siendo seducido hacia la práctica de la inmoralidad sexual y por comer comida sacrificada a los ídolos. Y la raíz de esta tolerancia a lo malo era la tolerancia del error (falsas enseñanzas y falsos maestros), porque había maestros en la iglesia quienes estaban disculpando tal idolatría e inmoralidad.
Antes mencioné la tentación a ceder con estas sociedades mercantiles, a participar en estas fiestas con comida dedicada a los falsos dioses. Estos maestros estaban diciendo: “Oh, no hay problema. Ustedes no querrán perder sus trabajos o negocios por esta razón, participen en la fiesta. Será bueno para sus testimonios”. Eran maestros que estaban expandiendo la falsedad y guiando a los cristianos a ceder en la iglesia. Eran maestros que se regocijaban en la inmoralidad, la toleraban, e incluso la apoyaban y escuchaban en la iglesia. La iglesia es reprendida por tolerar la maldad (la idolatría y la inmoralidad) y el error (falsas enseñanzas y falsos maestros) en la iglesia.
Tal compromiso en la iglesia conlleva inevitablemente hacia el compromiso con el mundo. Estas iglesias comenzaron a parecerse a sus ciudades. Debido al compromiso con el mundo, no había distinción entre la iglesia y la cultura pagana que la rodeaba. Este era un compromiso de varios niveles con el mundo y por varias razones. Por amor a la ganancia financiera, a la aceptación social, y a la seguridad personal.
Encontraron toda clase de modos de justificar la idolatría y la inmoralidad en el mundo. “Después de todo, usted necesita proveer para su familia, lo que significa que necesita pertenecer a una de esas sociedades. Y sí, eso implica la adoración de un dios falso, pero usted sabe que no lo hace de corazón. Y cuando el festival de esa sociedad les lleve a toda clase de inmoralidades, ustedes deshonrarían al anfitrión al alejarse y se avergonzarían a sí mismos, y serían desacreditados en el proceso, y perderían la influencia que pueden tener para Cristo. Y si no tiene cuidado, serán llevados ante el gobernador romano y serán ejecutados. ¿Qué clase de testigo serán cuando hayan muerto?” Por tanto, se volvió muy fácil que la iglesia se mezclara con el mundo.
Claramente, aquí hay una palabra para nosotros hoy. Es fácil mezclarse con el mundo en modos sutiles, aparentemente justificables. Es alarmantemente evidente que los estilos de vida de los seguidores de Jesucristo a menudo son prácticamente indistinguibles de los estilos de vida de nuestros vecinos, y tal compromiso es trágico en la iglesia.
Por amor de la ganancia financiera: Quizás el pecado más serio en nuestra iglesia actual sea el compromiso con el materialismo de este mundo. Por amor de la aceptación social: ¿No es esta una de las razones principales, si no la fundamental, por la que no compartimos activamente el evangelio? ¿Acaso no tememos a los hombres? Y la seguridad personal: Ciertamente, esta es una de las razones por las que nos sentamos cómodamente mientras cientos de millones de personas tienen hambre y necesidades espirituales y físicas alrededor del mundo.
Por la autosatisfacción.
Jesús reprende a Su iglesia por el compromiso con el mundo y por la autosatisfacción. “Te falta amor”, dice Jesús a Éfeso. “Tienes una fe tibia”, dice Jesús a Laodicea. Ahora, esta imagen en Laodicea es particularmente interesante. A menudo, las personas leen esto y asumen que Jesús está diciendo: “Frío es malo y caliente es bueno, y deseo que seas lo uno o lo otro. O frío, que es en contra de Mí, o con un corazón caliente, o encendido en fuego por Mí”.
Pero no creo que eso sea lo que Jesús esté diciendo. Laodicea era una ciudad con dos fuentes primarias de agua. Seis millas al norte estaba la ciudad de Hierápolis, hogar de fuentes termales que eran lugares de sanidad y bálsamo. Diez millas al este estaba Colosas, una ciudad conocida por su agua fría para beber. El agua caliente era buena para Hierápolis, y el agua fría era buena para Colosas. Pero el agua que no era ni sanadora ni refrescante, en otras palabras, el agua tibia era buena para nada. Y ésa es la idea. La iglesia en Laodicea tenía una fe tan inefectiva, apática, que era buena para absolutamente nada, y Jesús dice: “¿Te das cuenta de que me das asco?”
¿Por qué hacer una declaración tan fuerte? Siga esta idea: Porque era una iglesia marcada por la autosatisfacción y la autosuficiencia. Estos eran cristianos ricos en una ciudad rica quienes tenían todo lo que necesitaban. La ciudad era tan rica que cuando un gran terremoto devastó a la ciudad en el 60 a.C., ellos rehusaron ayuda de Roma y reedificaron su ciudad por sí mismos con sus propios recursos. Y la ciudad era extravagante. Tenía un gimnasio, un estadio con una larga pista, una triple puerta y torres, y hermosos edificios.
Y la iglesia reflejaba a la ciudad. Así como la ciudad no percibía la necesidad de recibir ayuda de Roma, la iglesia no percibía la necesidad de ayuda de Dios. Es peligroso que el pueblo de Dios tenga todo lo que quiera o necesite en este mundo, porque sin darse cuenta, aquellos creyentes comenzaron a pensar que no necesitaban a Dios. Y comenzaron a decrecer en su deseo de Dios. Habían sucumbido al atractivo de la prosperidad física, y no tenían idea de cuán profunda era su pobreza espiritual. Jesús dice a la iglesia: “Estoy mirándoles desde afuera”. Y ustedes no me han invitado.
Esta autosatisfacción hace eco en todas partes, en un fracaso por completar las obras de Dios y de confesar la Palabra de Dios. Jesús dice a Sardis: “no he hallado completas tus obras”. En otras palabras, ustedes se han conformado con menos que la obediencia completa. Ustedes son apáticos y no tienen problemas con la obediencia a medias y con los mandamientos que les son más cómodos. Y el fracaso que aparece una y otra vez en estas cartas, que probablemente es la reprensión más dominante a cada una de las iglesias que son reprendidas, es el fracaso en confesar la Palabra de Dios al mundo a su alrededor.
Por tanto, este es el asunto. Estas iglesias son alabadas y reprendidas por diferentes razones, pero si usted tuviera que enfatizar un tema que caracterice a todas estas alabanzas y reprensiones, todas giran alrededor de la confesión de la Palabra de Dios y de llevar adelante la misión de Dios en el mundo. Este era el problema en la primera iglesia, Éfeso. ¿Lo recuerda? Ellos se estaban aferrando a la Palabra en la iglesia, guardando internamente a la iglesia, pero habían abandonado el amor que tenían al principio. Note, no su primer amor en términos de amor fundamental, sino el amor que tenían al principio, el amor que solían tener.
Bien, ¿qué significa eso? ¿Amor por Dios? Bien, ciertamente ese es el fundamento, pero hay más aquí. Si usted mira a Éfeso, y ve en Hechos 19:10 que Pablo predicó la Palabra de Dios cada día en la escuela de Tirano, en público, en Éfeso. La Biblia nos dice que esto hizo por dos años: “de manera que todos los que vivían en Asia oyeron la palabra del Señor, tanto judíos como griegos”.
La imagen en Hechos 19 es de un pueblo escuchando a la Palabra de Dios en Éfesos de boca de Pablo, y luego saliendo, literalmente, a toda Asia para esparcir la Palabra de Dios. Este pueblo amaba suficiente a las personas como para decirles que Jesús murió sobre la cruz y resucitó de entre los muertos para salvar a los hombres y mujeres de sus pecados. Como ellos aman a las personas, entonces comparten la Palabra con ellos. Y Jesús dice en Apocalipsis 2: “Ustedes lo han perdido. Están aferrándose fuerte a la Palabra en la iglesia, pero han perdido su amor por las personas fuera de la iglesia, quienes necesitan escuchar esta Palabra”.
Y ese era el problema en la mayoría de estas iglesias. Al tener en cuenta el costo de confesar la Palabra de Dios, ellos se estaban retirando, evitando las situaciones en una vida de compromiso y complacencia. Las dos iglesias que solo son alabadas por Cristo, Esmirna y
Filadelfia, son alabadas porque estaban confesando la Palabra de Dios, incluso cuando les estaba costando mucho.
¿Hay una Palabra para la iglesia en todo esto? Ceder en nuestras convicciones es tan fácil, tan justificable, y está ocurriendo en toda la iglesia, ¿no es cierto? La autosatisfacción es tan sutil y tan peligrosa. Somos seducidos diariamente por el mundo a nuestro alrededor, para caer en la autosatisfacción y la autosuficiencia, y no estamos confesando la Palabra de Dios en amor por las personas a nuestro alrededor, quienes no conocen a Cristo. ¿Qué debiéramos hacer?
Jesús Ordena a Su Iglesia
Recuerde…
Jesús da tres órdenes a Su iglesia. Primero que todo, recuerde quién es usted y qué dice Jesús. A Éfeso y Sardis, Jesús dice: “Recuerden que están en Cristo, lo que han recibido de parte de Cristo, y lo que han escuchado de Jesús. Recuerden Su Palabra; escúchela. No aparten sus oídos de ella; no pretendan que todo está bien. Escuchen a Jesús”.
Arrepiéntanse…
Y arrepiéntanse. Dé la espalda al pecado y confíe en Jesús. Oh, vea aquí la gracia de Dios. Jesús aún no borra a alguna de estas iglesias. Tienen diferentes problemas, diferentes batallas, pero el remedio es el mismo en todas ellas: El arrepentimiento. Y Jesús les da tiempo para arrepentirse. Vea hoy Su gracia, dándole tiempo para arrepentirse. Dé la espalda al pecado. Deje de jugar con el pecado. Huya del pecado. ¡Deténgase! ¡Deje de comprometerse con el mundo! Deje de comprometerse con el mundo y arrepiéntase de la autosatisfacción.
Oh, en esta semana he sentido tanta convicción por mi propia autosatisfacción, por mi propia autosuficiencia y por nuestra autosuficiencia como iglesia. Nosotros, como ancianos, tuvimos un retiro hace unos dos días, y reflexionamos en las cartas de Jesús a estas iglesias y escuchamos lo que Jesús nos está diciendo. En lo referido a nuestras debilidades, esto es algo que parece estar en lo más alto de la lista: Una falta de oración debido a nuestro orgullo. Les dije que sentía convicción tanto personal como pastoralmente, cuando estudiaba esto y veía a Laodicea. Leí un comentario sobre este texto, aplicando la autosuficiencia a nuestras vidas de oración, y dije:
La esencia de la tibieza es la declaración: “Nada necesito”. Los tibios están espiritualmente autosatisfechos. Para descubrir si usted está entre ese número, no busque en su cabeza para ver si piensa que está necesitado, más bien mire su vida de oración. No importa lo que pensemos en nuestras cabezas, la prueba de si estamos espiritualmente atados a la autosatisfacción es cuán fervientes y frecuentes y extensas son nuestras oraciones por un cambio. ¿Busca usted a menudo y fervientemente al Señor en secreto, para alcanzar un conocimiento más profundo de Cristo, para tener más fervor en la oración, para ser más osado al testificar, para gozarse más dulcemente en el Espíritu Santo, para sufrir más profundamente por el pecado, para tener una compasión más cálida por los perdidos, para tener más poder divino para amar? O, ¿son la falta de entusiasmo y el descuido de su vida de oración la primera evidencia de que usted está espiritualmente autosatisfecho y es tibio?
Necesitamos arrepentirnos de esto. Y arrepentirnos de la autosatisfacción que nos impide confesar la Palabra de Dios, compartir el evangelio de Dios en esta ciudad. Que no se diga de esta iglesia que nos importan más las naciones que nuestros vecinos. Oro para que amemos suficiente a nuestros vecinos hasta el punto de confesarles la Palabra de Dios. Arrepiéntete iglesia, del compromiso con el mundo y de la autosatisfacción.
Recibir…
Arrepiéntase y reciba a Cristo. Escuche esta graciosa invitación a Laodicea; escúchelo para nosotros. Encuentre su tesoro en Jesús. “Te aconsejo que de mí compres oro”, dice Jesús (Apocalipsis 3:18) Vista su vida en Jesús. “te aconsejo que de mí compres […] y vestiduras blancas para que te vistas”. ¡Y ponga sus ojos en Jesús! Apocalipsis 3:18: “te aconsejo […] colirio para ungir tus ojos para que puedas ver”. Jesús dice: “Ven a mí para recibir todo esto. Solo hay un lugar donde encontrar tesoro y vida y verdad. Es en mí, recíbela de mi parte”. Jesús lo ordena. ¡Que mandamiento de gracia, misericordioso!
Jesús Advierte a Su Iglesia
Y mientras ofrece estos mandamientos, Jesús advierte a Su iglesia. Ahora, quizás usted sea impactado por la severidad de estas advertencias, y espero que lo sea. Apocalipsis 2:5: “vendré a ti y quitaré tu candelero de su lugar, si no te arrepientes”. El candelero es un símbolo de la iglesia. ¿De qué va todo esto? Apocalipsis 2:16: “arrepiéntete; si no, vendré a ti pronto y pelearé contra ellos con la espada de mi boca”. Jesús está hablando a Su iglesia. Apocalipsis 2:22-23: “‘Mira, la postraré en cama, y a los que cometen adulterio con ella los arrojaré en gran tribulación, si no se arrepienten de las obras de ella. ‘Y a sus hijos mataré con pestilencia”. Apocalipsis 3:3: “Por tanto, si no velas, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti”. Vengo como salteador en contra tuya. Apocalipsis 3:16: “te vomitaré de mi boca”.
Dios da advertencias a los cristianos sobre qué es apartarse, para que los cristianos no se aparten.
Estos son versículos sorprendentes, que parecen implicar que estos cristianos están en peligro de ser rechazados por Cristo. Por tanto, ¿qué está ocurriendo aquí? Siga conmigo; esto es clave. Jesús hace lo que vemos en todas las Escrituras: Dios da advertencias a los cristianos sobre qué es apartarse, para que los cristianos no se aparten. Hay pasajes en la Biblia como estos, que consisten de advertencias sobre cristianos que se apartan, lo que hace que algunas personas concluyan que los cristianos pueden perder su salvación. Pasajes como Hebreos 3:11-14:
“Tened cuidado, hermanos, no sea que en alguno de vosotros haya un corazón malo de incredulidad, para apartarse del Dios vivo. Antes exhortaos los unos a los otros cada día, mientras todavía se dice: Hoy; no sea que alguno de vosotros sea endurecido por el engaño del pecado. Porque somos hechos partícipes de Cristo, si es que retenemos el principio de nuestra seguridad firme hasta el fin”.
Ese pasaje parece implicar que es posible que los cristianos pierdan su salvación. Pero no pase por alto el contexto, tanto en Hebreos 3 y aquí en Apocalipsis. Estos pasajes no son escritos a cristianos que están vacilando en su fe para decirles: “Un día pueden terminar apartados”. No, estos pasajes fueron escritos a cristianos que están divagando en su fe, y Dios les está diciendo, a ustedes a mí cuando divagamos: “No se aparten”. Y este tipo de advertencia nos impide apartarnos. Este es uno de los medios que Dios utiliza para atraernos a Sí mismo y para impedir que continuemos divagando.
Por gracia mediante la fe, los verdaderos seguidores de Cristo perseverarán hasta el fin.
Permítanme expresarlo de este modo: No quiero que usted sea confundido por esto. Por gracia mediante la fe, los verdaderos seguidores de Cristo perseverarán hasta el fin. Todo el que es nacido de nuevo será preservado hasta el fin. Esto está garantizado por Dios el Padre. 1ra de Pedro 1:3-5:
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, para obtener una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos para vosotros, que sois protegidos por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo.
Esto está garantizado por Dios el Hijo. Juan 10:27-29: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen; y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano”. Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre. Y el logrado mediante Dios el Espíritu. Efesios 1:13-14: “En El también vosotros, después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído, fuisteis sellados en El con el Espíritu Santo de la promesa, que nos es dado como garantía de nuestra herencia, con miras a la redención de la posesión adquirida de Dios, para alabanza de su gloria”.
Por tanto, toda la Trinidad está involucrada en esta actividad, de guardar a los seguidores de Cristo hasta el fin. Y Él nos guarda a usted y a mí, a veces, al advertirnos. En esas ocasiones cuando divagamos alejándonos ligeramente de Dios, divagando en nuestra obediencia a Él, en nuestra confianza en Él, Él nos da advertencias buenas y de gracia, para impedir que nos apartemos. Pero eso no significa que simplemente nos sentemos y bordeemos nuestras responsabilidades como seguidores de Cristo, porque Dios nos guardará hasta el fin.
Por gracia mediante la fe, los verdaderos seguidores de Cristo se esfuerzan para perseverar hasta el fin.
No, por gracia mediante la fe, los verdaderos seguidores de Cristo se esfuerzan para perseverar hasta el fin. En ninguna parte de la Biblia la vida cristiana es descrita como bordeando a una ligera colina con la brisa soplando suavemente por nuestro cabello. No, la vida cristiana es una carrera que usted corre. Es una guerra, una batalla que es peleada todo el trayecto hasta el fin. Esto está en toda la Escritura. Mateo 24:13: “Pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo”. Hebreos 3:14: “Porque somos hechos partícipes de Cristo, si es que retenemos el principio de nuestra seguridad firme hasta el fin”. Hebreos 10:36: “Porque tenéis necesidad de paciencia, para que cuando hayáis hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa”.
Ahora, quizá usted piense: “¿Y qué podemos decir sobre los que no resisten? ¿Qué podemos decir sobre los que se apartan y no regresan?” Probablemente conocemos personas quienes en un momento confesaron fe en Cristo como cristianos, y hoy nada tienen que ver con Cristo, y caminan en total desobediencia a Cristo, quizás negando completamente a Cristo. ¿Qué podemos decir de ellos? 1ra de Juan 2:19: “Salieron de nosotros, pero en realidad no eran de nosotros, porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron, a fin de que se manifestara que no todos son de nosotros”. Es por eso que enfatizo que hablo de los verdaderos seguidores de Cristo aquí.
Hay muchas personas, y había algunas, quizá incluso muchas en esta siete iglesias, quienes estaban abrazando falsas enseñanzas y viviendo en idolatría e inmoralidad, y decían ser cristianos. Pero incluso después de estas advertencias, no se arrepintieron, no escucharon; y, en su rebelión, mostrarían que realmente no eran verdaderos seguidores de Jesús en primer lugar.
Por tanto, cristiano, permita que las enseñanzas de Jesús aquí sean un despertar para que usted vuelva a Él, para que rehúse acomodarse o comprometerse con el mundo y con la autosatisfacción en su vida. Y, al mismo tiempo, si profesa ser cristiano, pero rehúsa arrepentirse y caminar con Él, preocúpese mucho por su alma. Le animo, no ignore Su voz. Vaya a Él, sea por vez primera, en verdad, o regrese a Él como Su hijo y experimente Su recompensa. Jesús cierra cada una de estas cartas con una promesa para la perseverancia de los cristianos. Arrepiéntanse y caminen en fiel obediencia a la Palabra de Cristo, reteniendo fielmente el nombre de Cristo, confiando en Dios en medio de la prueba en este mundo, y amando a Dios en medio de la tentación del mundo, y experimenten Su recompensa.
Jesús recompensa a Su Iglesia
Cada carta termina con la promesa de vida eterna representada en bellos modos. Jesús recompensa a Su iglesia; el promete una recompensa. A Esmirna y Filadelfia, esta promesa es representada como la total vindicación de los caminos de Cristo en este mundo. “Ustedes son calumniados y perseguidos por la sinagoga de Satanás”, dice Jesús, “pero yo mostraré con claridad que Yo Soy el verdadero Mesías y Salvador de todos”. Las personas dirán que ustedes son necios por ir a prisión y morir por su fe. Dirán que tal fe es un sin-sentido, pero al final, será evidente que tal fe es lo único que tiene sentido.
¡Vean esto hermanos y hermanas! Vivamos diferente al mundo a nuestro alrededor. Cambiemos los conceptos. Vivimos según diferentes valores; tenemos diferentes prioridades en nuestra vida, las que nos hacen lucir muy diferentes en nuestra cultura a nuestro alrededor. A la cultura alrededor nuestro, nos hace lucir necios. Vaya al extremo en su obediencia a Cristo. Vaya y proclame el evangelio de Cristo y proclame el nombre de Cristo. Usted tiene un “cheque en blanco” sobre la mesa. Si usted está abandonando posesiones y prioridades y planes y sueños para dar a conocer la gloria de Cristo en esta ciudad y en todas las naciones, entonces se verá muy extraño en esta cultura. Pero un día, se acerca el día, cuando será evidente que esa era la única clase de vida que tenía sentido. Y cualquier cosa menos será demostrada una necedad. Las cuestiones como el compromiso con el materialismo para lograr aceptación social, o el compromiso para lograr seguridad personal serán, un día mostradas como una gran necedad.
Jesús promete total vindicación de los caminos de Cristo en este mundo, y una triunfante victoria sobre los poderes de Satanás en este mundo. Y al final de cada carta, usted ve una frase: “Y al vencedor…” Este es uno de los temas principales de todo el libro de Apocalipsis: La conquista, la victoria sobre el maligno mediante la fe en Cristo, y el triunfo que durará para siempre.
La total vindicación, la victoria triunfante, y la protección segura del horror del infierno. Apocalipsis 2:11: “El vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda.’ ” El nombre de usted, dice Apocalipsis 3:5, ¡está en el libro de la vida! “Ustedes están seguros”, dijo Jesús a Filadelfia, son columnas “en el templo de mi Dios”. Más que cualquiera de las otras ciudades, Filadelfia era constantemente azotada por terremotos, y por ello, muchos habían tenido que mudarse fuera de la ciudad porque era peligroso vivir dentro de la ciudad. Y Jesús dice: “Ustedes vienen a una ciudad que nunca será estremecida”.
Una protección segura y la participación compartida en el reino de Cristo. “Te daré una corona de vida que te permitirá sentarte conmigo sobre mi trono, donde tendré autoridad sobre las naciones”. ¡Qué lenguaje! Somos identificados con Cristo, compartiendo Su nombre, Su presencia, Su autoridad, y Su reino. Una total vindicación, una victoria triunfante, una protección segura del horror del infierno, una participación compartida en el reino de Cristo, y una ciudadanía permanente en la ciudad de Dios. Estaremos morando con Dios en Su ciudad con Su nombre. Habrá una nueva Jerusalén donde lo viejo ya no será más y llegará lo nuevo. Y ustedes pertenecerán allí para siempre y siempre, y no solo pertenecerán allí, ¡sino que festejarán allí!
¡Vea cuántas de estas promesas utilizan un lenguaje festivo! Las frases “le daré a comer del árbol de la vida” (Apocalipsis 2:7), y “le daré del maná escondido” (Apocalipsis 2:17), son una invitación a comer con Cristo. Escuche la promesa de Jesús: “Porque a todo el que persevere hasta el fin, por la gracia mediante la fe, le espera una celebración perpetua en la presencia de Dios.