La realidad del estrés misionero se ve desde el Antiguo Testamento. Cuando el profeta Elías pensó que su ministerio había fracasado, se sintió desanimado y desilusionado. Temeroso, agotado y sin esperanza, se retiró de todos, incluso de Dios, y anhelaba la muerte.
El ministerio ha sido difícil en todas las épocas de la historia de la iglesia. Algunos misioneros de la época actual experimentan tensiones similares a las que soportaron los profetas del Antiguo Testamento: a menudo descubren que son disidentes culturales y a veces se convierten en blancos de persecución. Algunos misioneros enfrentan experiencias traumáticas como enfermedades o violencia. También, la mayoría de los misioneros soportan el estrés agudo de adaptarse a una cultura completamente diferente, a menudo mientras aprenden un nuevo idioma.
Una herramienta de diagnóstico llamada Escala de Inventario de Estrés Vital Holmes-Rahe mide los efectos del estrés significativo en la salud. Un puntaje por encima de 300 indica que una persona tiene un 80% de probabilidad de sufrir un colapso de salud dentro de los dos años posteriores a la evaluación. Un estudio de 1999 que utilizó esta herramienta encontró que los misioneros veteranos obtenían constantemente un puntaje de 600. Algunos misioneros primerizos alcanzaban los 900.
¿Es posible perseverar en el campo bajo este tipo de estrés?
La historia de la iglesia nos dice que la respuesta es sí: William Carey pasó más de 40 años en la India bajo tremendas presiones y pruebas. Adoniram Judson pasó casi 40 años en Birmania, soportando la prisión y graves enfermedades. Hudson Taylor sirvió más de 50 años en China.
Si los misioneros desean perseverar de manera efectiva, el cuidado continuo del alma misionera es vital.
Todos los creyentes pueden cansarse y desanimarse (Hebreos 12:3), pero es posible perseverar. Si los misioneros desean perseverar de manera efectiva, el cuidado continuo del alma misionera es vital. Parte de un buen cuidado del alma es identificar las señales de agotamiento espiritual.
Cómo reconocer cuándo estás agotado espiritualmente
Reconocer el agotamiento en el campo es esencial, y será más evidente cuando detectes un creciente vacío de esperanza, humildad y participación en relaciones piadosas. Por otro lado, el agotamiento espiritual es evidente cuando un misionero experimenta un aumento en la desesperanza, la arrogancia y el aislamiento.
¿Qué tan grave es el agotamiento de un misionero? A continuación, presentaré una lista de 10 síntomas asociados con cada categoría de agotamiento. Cuantos más síntomas esté experimentando una persona, más cerca estará de experimentar niveles peligrosos de agotamiento espiritual.
Desesperanza
La desesperanza es la pérdida de la confianza empoderada por el Espíritu en Dios y Su Palabra, evidenciada por:
- Comunión limitada con Dios
- Dudas crecientes sobre Dios y Sus promesas
- Vergüenza no expresada sobre experimentar dudas
- Abandono de rutinas útiles (espirituales y físicas)
- Falta de placer en las actividades diarias y cansancio al hacer el bien
- Obsesión con debilidades, errores o fracasos
- Sentimiento de impotencia para resistir deseos pecaminosos
- Sentimientos crecientes de falta de valía y falta de propósito
- Un esfuerzo constante por distraerse de la agitación interna
- Incapacidad para experimentar alegría y paz en el evangelio
Arrogancia
La arrogancia es la pérdida de la vigilancia empoderada por el Espíritu, lo que lleva a una mayor autosuficiencia, evidenciada por:
- Aumento de quejas sobre trato injusto
- Cinismo y enojo crecientes, incluso hacia Dios
- Irritabilidad diaria y respuestas bruscas hacia otros
- Culpar a otros en la mayoría de los conflictos
- Amargura y falta de perdón crecientes
- Justificación de placeres pecaminosos y patrones de pecado
- Considerar los proyectos más importantes que las personas
- Mayor uso de la manipulación para lograr objetivos ministeriales
- Disminución de la prioridad de la salud familiar y la adoración familiar
- Ignorar la necesidad de rendición de cuentas
Aislamiento
El aislamiento es la pérdida de interés o capacidad para participar en relaciones piadosas donde se puede ser vulnerable, se genera alegría y abundan en gracia.
- Ignorar la necesidad de asociación en el evangelio o conexión con la iglesia local
- Desestimar las perspectivas de los demás
- Ver la conexión con los demás como una carga
- Ausencia de espacios relacionales para confesiones regulares
- Sentirse abandonado
- Evitar la rendición de cuentas
- Soledad, incluso en presencia de la familia
- Adoración familiar limitada
- Ausencia de relaciones de mentoría o discipulado
- Ocultar cosas a los demás
¿Cúales son los recursos más necesarios para los misioneros?
Lo opuesto al agotamiento espiritual es la plenitud espiritual. Esta plenitud es especialmente evidente cuando un misionero experimenta un crecimiento continuo en la esperanza, la humildad y la comunidad. Estos son algunos de los recursos más importantes que el misionero agotado debe buscar en la oración y la comunión con otros creyentes.
Esperanza
Todos los creyentes necesitan estar llenos de esperanza, especialmente los misioneros. La esperanza es la confianza empoderada por el Espíritu en las promesas de Dios. Esta confianza empoderada por el Espíritu nos llena de gozo y paz al creer (Romanos 15:13). Nos protege de la desilusión, permitiéndonos percibir correctamente el amor de Dios por nosotros, incluso en medio de la aflicción (Romanos 5:3–5). Cuando enfrentamos aflicciones y tentaciones severas, necesitamos la confianza empoderada por el Espíritu en Dios y en Su Palabra.
Humildad
La humildad es el juicio sobrio indispensable (Romanos 12:3) que nos lleva al regazo de nuestro Padre celestial (Santiago 4:6). Solo allí estamos protegidos de los esfuerzos de Satanás por devorar nuestra fe (1 Pedro 5:6–9). Estar llenos de humildad protege nuestras mentes y corazones (Filipenses 4:4–7). Nos permite tener una visión precisa de nuestras debilidades, otorgándonos una dependencia empoderada por el Espíritu en el poder de Dios, y liberándonos para mantenernos contentos en todas las situaciones (2 Corintios 12:9–10).
Comunidad
Relaciones profundas, transparentes y generadoras de alegría con los santos son un regalo de Dios para Su pueblo (Salmo 16:3). Estas relaciones piadosas con miembros de la iglesia local son necesarias para el estímulo y la perseverancia (Romanos 15:5–7). Dios ha otorgado a todos los creyentes dones espirituales para edificar Su iglesia, lo cual incluye el fortalecimiento de los misioneros. Un misionero aislado está perdiendo gran parte de lo que el Espíritu ha destinado para su bien (Efesios 4:11–16).
Aprendiendo de Elías
Dios humilló al agotado Elías al ayudarlo a analizar la respuesta de su corazón. Luego le proporcionó esperanza y comunidad, ayudando a Elías a perseverar efectivamente en su ministerio.
Conocer las señales de advertencia de un agotamiento peligroso puede ayudarnos a responder de manera apropiada y prevenir el endurecimiento del corazón que lleva a apartarse. El autor puritano John Flavel escribió: “La mayor dificultad en la conversión es ganar el corazón para Dios; la mayor dificultad después de la conversión es mantener el corazón con Dios”. Mantener el corazón con Dios es especialmente importante para los misioneros, para que la prueba de su fe produzca semejanza a Cristo (Santiago 1:2–4), lo que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo (1 Pedro 1:7).