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Fuera del Campamento

Los desafíos que la iglesia ha enfrentado durante generaciones giran a menudo en torno a lo que realmente es el éxito. En este episodio del Podcast Radical sobre Hebreos 13:11–14, el pastor David Platt desafía a la iglesia a ver el éxito como lo hace Cristo. El éxito para una iglesia es cuando está centrada en la Gran Comisión.

Se proporcionan tres preguntas para verificar si una iglesia pone la Gran Comisión en primer lugar.

  1. ¿Moriremos por nuestra religión o moriremos en nuestra devoción?
  2. ¿Abrazaremos nuestro confort o abrazaremos Su cruz?
  3. ¿Viviremos por el placer en este mundo o por el paraíso en el mundo por venir?

Si tiene su Biblia, y espero que la tenga, quiero invitarle a abrirla conmigo en Hebreos. Está bien atrás en su Biblia. Si usted no está familiarizado con la posición de Hebreos, vaya hasta el final y allí encontrará el libro de Apocalipsis. Vaya siete u ocho libros hacia la izquierda y encontrará Hebreos.

Esta mañana, quiero hacerle unas preguntas. Estas son preguntas que creo, determinarán, en un sentido supremo, qué hace Dios en y mediante nuestra iglesia. Pienso que son preguntas que la iglesia necesita responder. Provienen de este pasaje en Hebreos 13. Permítame comenzar con usted en el versículo 11, vamos a leer unos pocos versículos, y entonces nos sumergiremos en el significado de esta Palabra para nosotros.

Dice en el versículo 11: “Porque los cuerpos de aquellos animales, cuya sangre es llevada al santuario por el sumo sacerdote como ofrenda por el pecado, son quemados fuera del campamento. Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta. Así pues, salgamos a El fuera del campamento, llevando su oprobio. Porque no tenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos la que está por venir”.

Ahora, este pasaje pudiera sorprender a algunos de ustedes. Es un pasaje un poco raro. Es un pasaje bastante interesante sobre el cual predicar. Algunos de ustedes están pensando: “Bien, quizás el pastor sea un poco raro predicando sobre sangre de animales y cuerpos quemándose fuera del campamento”. Sin embargo, creo que este pasaje justo aquí, créalo o no, resume todo el mensaje del libro de Hebreos y da lugar a algunas preguntas y a algunos retos para esos creyentes de hace unos dos mil años, las que creo, son las mismas preguntas y retos que necesitamos enfrentar hoy en nuestras iglesias.

Tres preguntas para la iglesia en Brook Hills

¿Moriremos en nuestra religión o moriremos en nuestra devoción?

Por tanto, quiero hacer tres preguntas. Seré honesto con usted. Quiero que desde el principio nos sumerjamos profundamente, si ustedes están de acuerdo. Sin embargo, estas son tres preguntas para nuestras iglesias. La pregunta número uno, basada en este pasaje, es: ¿moriremos en nuestra religión, o moriremos en nuestra devoción? Ahora, esta pregunta proviene del contexto de este pasaje. Usted debe comprender el contexto a fin de comprender qué significa realmente este pasaje.

Hay muchos detalles que no conocemos sobre el libro de Hebreos. No sabemos exactamente quién lo escribió. Hay toda clase de opiniones sobre quién escribió el libro de Hebreos, y nadie realmente lo sabe con seguridad. Ni siquiera conocemos exactamente al pueblo a que fue escrito, dónde estaban viviendo entonces. Lo que sí sabemos es esto: Fue escrito a un grupo de cristianos judíos en una época en que estaban enfrentando una persecución bastante intensa, o al menos la amenaza de una persecución. Hay diferentes teorías sobre exactamente en qué tiempo fue escrito. Sin embargo, sabemos por el tono general de este libro que fue escrito para cristianos judíos que eran tentados, en medio de la persecución que les rodeaba, a caer alejándose de su fe, o simplemente a caer alejándose de la misión que Dios les había dado y que Dios les había encomendado, que era dar a conocer la gloria y salvación de Cristo. Estaban enfrentando esta tentación, y casi habían pasado al anonimato. Casi estaban lo suficientemente asustados como para salirse. Por tanto, a ellos fue escrito este libro.

Así, el autor les mira, y dice: “Jesús sufrió fuera del campamento”. En unos momentos profundizaremos más. Dice: “Necesitamos salir del campamento, con Cristo”. Fundamentalmente, el campamento se refiere literalmente al judaísmo contemporáneo que en aquella época revoloteaba alrededor del templo en adoración. En este punto, estaban siendo tentados a relajarse, en el campamento, en el campamento judío, tratando un poco de representar la vida cristiana, mientras todavía vivían la vida judía en el campamento judío. El autor les dice: “Ahora tenemos que tomar una decisión”.

Dos Problemas…

Pienso que si fuéramos a analizar al pueblo al que se dirige aquí, en el libro de Hebreos, ellos tenían dos problemas principales. Problema número uno: Estaban siendo guiados por el formalismo. Esto es lo que quiero significar cuando digo que ellos estaban siendo guiados por el formalismo: Básicamente, ellos se habían sumergido tanto en el modo de adorar, que habían olvidado a Quién adoraban. Habían quedado tan atrapados en todas las prácticas religiosas del judaísmo que día a día, semana tras semana, iban al templo, y hacían esto y aquello, trayendo sacrificios y ofrendas. Habían pasado por alto todo el propósito de a Quién estaban adorando. Era estilo sin substancia, y es exactamente la misma tentación que enfrentamos hoy.

Nosotros somos el pueblo judío yendo a un templo, pero sabemos que en nuestra cultura actual, especialmente en la cultura eclesiástica, hay una gran tentación de tener mucho estilo y ninguna substancia. Hay multitudes reuniéndose en todo el mundo, quienes se reúnen para escuchar grandes sermones y cantar alguna gran música e irse sin ser cambiadas. Es algo simplemente vacío. Es formalismo. Eso es lo que les guiaba. Ellos estaban tan inmersos en cómo y qué hacían, que pasaron por alto todo el propósito. Eran guiados por el formalismo.

Número dos, estaban paralizados por el miedo. Miraban a su alrededor, y sabían que si daban un paso atrás, y salían del campamento, por decirlo de algún modo, del judaísmo, podrían ser expulsados completamente fuera del campamento, o podrían ser aprisionados, o incluso peor. Así, usted tenía la imagen de un pueblo guiado por el formalismo y paralizado por el temor y, básicamente, ellos tenían dos opciones delante.

Dos Opciones…

Eso es lo que está diciendo aquí el autor de Hebreos. “Aquí están sus dos opciones. Número uno, ustedes tienen delante la misión de dar a conocer el evangelio. O bien pueden retirarse de esa misión o, número dos, pueden arriesgarlo todo por esa misión. Pueden bien retirarse, o arriesgarlo todo”.

Ahora, en esta mañana quiero que, a fin de comprender la gravedad de lo que ocurre aquí con esta opción de retirarse o arriesgar todo por la misión, quiero que usted vea en el Antiguo Testamento cómo una y otra vez el pueblo de Dios enfrentó estas dos opciones. Ellos podían bien retirarse de la misión, o arriesgarlo todo por la misión.

Mantenga su posición aquí en Hebreos 13. Si tiene una Biblia, vaya conmigo atrás hacia Números 13. Permítanme animarle a hacer esto. Si no tiene una Biblia, comparta con alguien alrededor suyo que sí la tenga. Quiero que usted pueda seguir y ver esta idea desplegada en el Antiguo Testamento. Vaya a Números. Es el cuarto libro en el Antiguo Testamento. Génesis, Éxodo, Levítico, Números, entonces llegue a Números 13.

Mientras llega, permítame darle una imagen de en qué nos estamos metiendo. Moisés había guiado al pueblo fuera de Egipto. Ellos habían sido liberados de Egipto, salvados de la esclavitud en que estaban, y habían llegado al límite con la Tierra Prometida, a un lugar llamado Cadesh Barnea. Ese es el lugar desde donde estaban listos para entrar en la Tierra Prometida. Moisés toma a doce personas, y dice: “Entren en la tierra, en la tierra de Canaán, en la Tierra Prometida que Dios ha prometido darnos, y vean cómo es, y regresen e infórmenos”. Así que ellos regresan. La tierra es grande. Josué y Caleb, dos de ellos, dicen: “Hombre, necesitamos ir”. Sin embargo, los otros diez se levantan y hablan diferente. Mire Números 13. Vea conmigo el versículo 31. Dice:

Pero los hombres que habían subido con él dijeron: No podemos subir contra ese pueblo, porque es más fuerte que nosotros. Y dieron un mal informe a los hijos de Israel de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por la que hemos ido para reconocerla es una tierra que devora a sus habitantes, y toda la gente que vimos en ella son hombres de gran estatura. Vimos allí también a los gigantes (los hijos de Anac son parte de la raza de los gigantes); y a nosotros nos pareció que éramos como langostas; y así parecíamos ante sus ojos. Entonces toda la congregación levantó la voz y clamó, y el pueblo lloró aquella noche. Y murmuraron contra Moisés y Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo toda la congregación: ¡Ojalá hubiéramos muerto en la tierra de Egipto! ¡Ojalá hubiéramos muerto en este desierto! ¿Y por qué nos trae el Señor a esta tierra para caer a espada? Nuestras mujeres y nuestros hijos vendrán a ser presa. ¿No sería mejor que nos volviéramos a Egipto? Y se decían unos a otros: Nombremos un jefe y volvamos a Egipto.

¿Ve la escena? Estaban en la frontera con la Tierra Prometida, y tenían dos opciones: Retirarse de la misión, o arriesgarlo todo por la misión. Esta tierra era llamada la Tierra Prometida porque Dios se la había prometido. Comenzaron a retirarse. Básicamente, lo que ocurre después, es que Moisés y Aarón oran a Dios. “Dios, perdónalos. Dios derrama Tu gracia, y no nos dejes regresar a Egipto donde éramos esclavos. Dios perdónanos”

Quiero que vaya a Números 14. Vea conmigo el versículo 20. Vea cómo el Señor les responde. Ellos se retiran de la misión. Moisés ora: “Dios, perdónalos”. Vea Números 14:20.

Entonces el Señor dijo: Los he perdonado según tu palabra; pero ciertamente, vivo yo, que toda la tierra será llena de la gloria del Señor; ciertamente todos los que han visto mi gloria y las señales que hice en Egipto y en el desierto, y que me han puesto a prueba estas diez veces y no han oído mi voz, no verán la tierra que juré a sus padres, ni la verá ninguno de los que me desdeñaron.

Usted comprende la idea. Esta es la misericordia y el juicio de Dios envueltas en una sola acción. Él es misericordioso. Él es un Dios de gracia. Él les perdona. Él no les dejará regresar a Egipto donde eran esclavos, pero, al mismo tiempo, envía Su juicio. Dice: “Si se retiran de la misión, vagarán en el desierto hasta morir”. ¿Comprende qué está ocurriendo? Y continúa. Vea el versículo 32. Es bastante serio.

Pero en cuanto a vosotros, vuestros cadáveres caerán en este desierto. “Y vuestros hijos serán pastores por cuarenta años en el desierto, y sufrirán por vuestra infidelidad, hasta que vuestros cadáveres queden en el desierto. “Según el número de los días que reconocisteis la tierra, cuarenta días, por cada día llevaréis vuestra culpa un año, hasta cuarenta años, y conoceréis mi enemistad.  “Yo, el Señor, he hablado; ciertamente esto haré a toda esta perversa congregación que se han juntado contra mí. En este desierto serán destruidos, y aquí morirán.”

Ellos se retiraron de la misión, y cada persona desde cierta edad, vagaría por el desierto y perderían completamente la oportunidad de la Tierra Prometida.

Permítanme mostrarles otra imagen en Jueces 2. Avance unos pocos libros hacia la derecha. Después de Josué, llega a Jueces 2. Este es otro escenario. Ahora, están en la Tierra Prometida. Habían comenzado a tomar un puñado de ciudades en el libro de Josué, y uno de los principales mandamientos que Dios les había dado era librarse del pueblo que vivía en la tierra. Usted llega a Jueces, y Dios les había dicho una y otra vez: “Limpien la tierra de canaaneos”. Ellos eran paganos quienes seguían todo tipo de dioses paganos. Habían establecido todos estos altares a dioses falsos, y Dios dijo: “Necesitan librarse completamente de ellos”.

Lo que ocurre es que ellos entran a la Tierra Prometida y no hacen eso. Comienzan a tomar algunos de los lugares, pero no se libran de todo el paganismo que allí había, así como Dios les había mandado. Mire Jueces 2:1.

Y el ángel del Señor subió de Gilgal a Boquim y dijo: Yo os saqué de Egipto y os conduje a la tierra que había prometido a vuestros padres y dije: “Jamás quebrantaré mi pacto con vosotros, y en cuanto a vosotros, no haréis pacto con los habitantes de esta tierra; sus altares derribaréis.” Pero vosotros no me habéis obedecido; ¿qué es esto que habéis hecho? Por lo cual también dije: “No los echaré de delante de vosotros, sino que serán como espinas en vuestro costado, y sus dioses serán lazo para vosotros.”

¿Ve por qué es tan importante para ellos que se libren de todos esos altares que los canaaneos habían levantado? Porque Dios quería mostrar Su santidad a todas esas naciones en la Tierra Prometida. Quería mostrar Su grandeza. Cuando ellos no lo hicieron, se retiraron de la misión. Dijeron: “No, no vamos a hacer todo lo que nos dijiste que hiciéramos”. Como resultado cayeron en pecado.

Si usted llega a Jueces 2:10, allí dice:

También toda aquella generación fue reunida a sus padres; y se levantó otra generación después de ellos que no conocía al Señor, ni la obra que El había hecho por Israel. Entonces los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos del Señor y sirvieron a los baales,  y abandonaron al Señor, el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y siguieron a otros dioses de entre los dioses de los pueblos que estaban a su derredor; se postraron ante ellos y provocaron a ira al Señor. Y dejaron al Señor y sirvieron a Baal y a Astarot. Y se encendió la ira del Señor contra Israel, y los entregó en manos de salteadores que los saquearon; y los vendió en mano de sus enemigos de alrededor, y ya no pudieron hacer frente a sus enemigos. Por dondequiera que iban, la mano del Señor estaba contra ellos para mal, tal como el Señor había dicho y como el Señor les había jurado, y se angustiaron en gran manera.

¿Ve nuevamente la imagen? ¿Retirarse o arriesgarlo todo? Ellos se retiraron, y fallaron.

Veámoslo una vez más en 1ro de Samuel 8. Vaya hacia la derecha. Después de Rut, llegará a 1ro de Samuel 8. Ahora, el pueblo de Dios está en la Tierra Prometida, y todas estas naciones diferentes a su alrededor tienen reyes, y así es como muestran su poder y gloria, por los reyes que siguen. Dios lo ha preparado todo de modo que Él sea el Rey del pueblo de Israel. Ellos no necesitan un rey terrenal. Él va a ser Su Rey, y ellos van a mostrar el poder de la nación que tiene a Dios como Rey. Eso es lo que Dios ha preparado. Mire conmigo a 1ro de Samuel 8:6.

Pero fue desagradable a los ojos de Samuel que dijeran: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró al Señor. Y el Señor dijo a Samuel: Escucha la voz del pueblo en cuanto a todo lo que te digan, pues no te han desechado a ti, sino que me han desechado a mí para que no sea rey sobre ellos. Así como todas las obras que han hecho desde el día en que los saqué de Egipto hasta hoy, abandonándome y sirviendo a otros dioses, así lo están haciendo contigo también. Ahora pues, oye su voz. Sin embargo, les advertirás solemnemente y les harás saber el proceder del rey que reinará sobre ellos.

Así, Samuel obedece y llega al final del capítulo en el versículo 19. ¿Va a retirarse el pueblo y a decir: “Queremos un rey”, o van a arriesgarse a todo y a decir: “Seguiremos a Dios como nuestro Rey”? El pueblo rehusó escuchar a Samuel. Versículo 19:

No obstante, el pueblo rehusó oír la voz de Samuel, y dijeron: No, sino que habrá rey sobre nosotros, a fin de que seamos como todas las naciones, para que nuestro rey nos juzgue, salga delante de nosotros y dirija nuestras batallas. Después que Samuel escuchó todas las palabras del pueblo, las repitió a oídos del Señor. Y el Señor dijo a Samuel: Oye su voz y nómbrales un rey. Entonces Samuel dijo a los hombres de Israel: Váyase cada uno a su ciudad.

Ellos se retiraron. “Nosotros no vamos a entregarnos a la misión de mostrar a las naciones cómo es tener a Jehová como nuestro Rey”. Dios les entrega a todo el juicio que podría venir como resultado de esa actitud. Usted ve esta imagen una y otra vez en todo el Antiguo Testamento, el pueblo de Dios enfrentaba estas dos opciones: Retirarse de la misión, o arriesgarlo todo por la misión.

Ahora, bajo esta luz, adelantemos hasta el libro de Hebreos, y veamos a estas personas sumergidas en la tradición judía, conociendo la historia del pueblo de Dios; y el autor de Hebreos viene y les dice: “Tienen dos opciones: Quédense en el campamento y retírese de la misión o salgan del campamento a donde está Jesús, y arriesguen todo por la misión”. La misión que habían recibido está en Hechos 1:8. Ustedes llevarán el evangelio desde Jerusalén, hasta Judea y Samaria, y hasta lo último de la tierra. ¡Lo llevarán a todos! Arriesgarán sus vidas para llevarlos a todos. Esa era la misión que habían recibido, y aquí están, en el libro de Hebreos, y están retrocediendo con temor, y ocultándose.

Ahora, algunos de ustedes están pensando: “Pastor, gracias por la lección de historia. ¿Qué tiene que ver eso con nosotros hoy? Adelantemos 2000 años hasta el pueblo de Dios en la actualidad. Permítanme mostrarles lo que veo. Veo desastres naturales por todo el mundo. Como resultado de estos desastres, miles de personas están sin hogar, hambrientas y susceptibles a todo tipo de enfermedades. La mayoría de ellos tienen poco o ningún conocimiento de Jesucristo. Veo cientos de miles de sudaneses en la región occidental de Darfur y en otros lugares, quienes viven con menos de una comida a la semana. Muchos de ellos son hermanos y hermanas.

Veo a un país como la India, donde hay más personas viviendo en ese país en un estado de pobreza extrema que todas las personas en los Estados Unidos. Casi la mitad del mundo que veo, está viviendo con menos de dos dólares al día, mientras muchos se sientan aquí, sintiéndose ricos en comparación con el resto del mundo. Veo un mundo donde ocho millones de personas morirán solo este año debido a enfermedades relacionadas con su pobreza. Un mundo donde 300 millones de personas están sufriendo hoy de enfermedades curables. La mayoría de ellas tienen menos de cinco años de edad, sufriendo de enfermedades curables. Además, 40 millones están sufriendo de VIH/SIDA, y otros millones de cáncer. Veo miles de miles de nuestros hermanos y hermanas en países como China y Laos y Corea del Norte y Arabia Saudita, quienes hoy están sentados en prisiones, o quienes hoy serán asesinados por poner su fe en Cristo. Por encima de todo eso, veo más de un billón en este mundo quienes nunca, siquiera, han escuchado el nombre de Jesús.

Ahora, veo todo eso, y miro hacia atrás, hacia las iglesias en nuestro país, damas y caballeros, y nos hemos retirado. Nos hemos retirado hacia nuestras grandes y agradables viviendas, donde nos sentamos en nuestros sillones agradables y acolchonados, y aislados de nuestras ciudades interiores y de la perdición espiritual del mundo. Aunque deberíamos estar en la línea de fuego para Dios, la mayoría de estamos todavía en las guarderías de nuestras iglesias bebiendo leche espiritual, y creo que estamos en nuestro Cadesh Barnea con las inmensas necesidades de un mundo sin Cristo frente a nosotros, y con la misión de que Su gloria y Su salvación sean dadas a conocer entre esas naciones. Nosotros tenemos dos opciones: Podemos bien retirarnos de la misión hacia una tierra de formalismo religioso y de estilo sin sustancia, donde pasamos momentos agradables cada domingo; pero eso no importa para el resto del mundo. Esta es una tierra de oportunidades desgastadas. O, podemos arriesgarlo todo para entregarnos al propósito global para el que fuimos creados como iglesia.

Quiero decirle: Arriesguémoslo todo por amor del billón de personas en el mundo que nunca han escuchado el nombre de Jesús. Arriesguémoslo todo por el millón de personas en nuestra ciudad; arriesguémolo todo por amor de las personas perdidas en nuestro centro de trabajo, en nuestro barrio, en nuestras familias, quienes se encaminan hacia una eternidad sin Cristo; arriesguémoslo todo por amor de las vidas, de las familias, de las vidas de nuestros hijos, arriesguémoslo todo. Porque, damas y caballeros, permítanme recordarle, que si no arriesgamos todo, si nos retiramos de esta misión, y si olvidamos esta misión, Dios será fiel en perdonarnos. Él es un Dios de gracia y misericordia, pero nos dejará vagando en el desierto de nuestra religión hasta morir. Creo que Él lo ha hecho a miles de iglesias en todo el mundo, incluso hay denominaciones que están muriendo porque se han retirado. Yo no quiero morir en mi religión. Quiero morir en mi devoción. ¿Moriremos en nuestra religión o moriremos en nuestra devoción? Les dije que, desde el principio, estaríamos saltando hacia una profunda inmersión. “Pastor, ¿no quiere usted decir: ‘morir en nuestra religión’ o ‘vivir en nuestra devoción’? ¿Que vamos a vivir en nuestra devoción a Cristo?”

¿Abrazaremos nuestra comodidad o abrazaremos Su cruz?

Esto nos lleva hacia la pregunta dos: ¿Abrazaremos nuestra comodidad o abrazaremos Su cruz? Sumerjámonos un poco más en lo que nos dice Hebreos 13. Regrese allí conmigo. Él comienza hablando del sumo sacerdote quien lleva la sangre de animales hacia el lugar Santísimo, como ofrenda por el pecado. Esto se refiere al Día de Expiación. Mire en Levítico 16. Ellos tomarían la sangre de animales, y ella les limpiaría. Lo harían una vez al año por los pecados del pueblo, y pondrían los pecados del pueblo sobre esos animales, y los sacrificarían como símbolo del perdón que Dios les traería.

Luego, llevarían al animal fuera del campamento para quemar al animal fuera del campamento, porque representaba sus pecados. Entonces, aquí dice que también Jesús también sufrió fuera de las puertas de la ciudad para santificar a las personas mediante Su propia sangre. Jesús no fue crucificado en medio de Jerusalén. ¿Dónde fue crucificado? Juan 19 nos dice que fue fuera de las puertas de la ciudad de Jerusalén. Este era un lugar maldito, que fue separado del judaísmo, completamente expulsado del judaísmo.

Así que dice: “Necesitamos salir de la ciudad, donde Jesús está cargando la desgracia, la humillación, la degradación que lleva consigo”. Ahora, quiero que hagamos un viaje muy rápido hacia el Antiguo Testamento, solo para tener una idea de qué significa realmente esta frase “fuera del campamento”. Permítanme mostrarles tres veces en Levítico. Vaya conmigo a Levítico 16. Quiero animarle a quizás subrayar estos versículos en su Biblia, cada vez que vea “fuera del campamento” en estos pasajes. Subráyelos. Quizás, usted ponga una nota a lado. Aquí se habla del Día de Expiación, lo que acabo de describir. A fin de ayudarnos un par de miles de años después a comprender qué quiere decir “fuera del campamento”, vayamos con Jesús a tres tipos de lugares.

Vamos a verlos en Levítico 16. Vea el versículo 27. Aquí se habla de la ofrenda que mencionamos por los pecados del pueblo. Dice: “Pero el novillo de la ofrenda por el pecado y el macho cabrío de la ofrenda por el pecado, cuya sangre fue llevada dentro del lugar santo para hacer expiación, serán llevados fuera del campamento, y quemarán en el fuego su piel, su carne y su estiércol. Y el que los queme lavará sus ropas y lavará su cuerpo con agua, y después entrará en el campamento.

Vayamos con Jesús hacia el…

Entonces, esa es la primera vez. Cuando Jesús nos llama fuera del campamento, y el autor de Hebreos nos dice esto, primero que todo, nos está diciendo que vayamos a los lugares sucios, a los lugares que representan los pecados del pueblo. Hacia allá usted llevaría a este animal, en lugar de quemarlo allí, lo saca del campamento. Tiene que quemarlo, porque es algo tan inmundo. Este es un lugar sucio fuera del campamento. Cuando Jesús nos llama a salir del campamento, nos llama a ir a los lugares sucios.

Número dos: Él nos llama a ir a los lugares despreciados. Vaya conmigo a Levítico 13. Este pasaje al que estamos llegando habla de las regulaciones para personas con serias enfermedades o infecciones. Quiero que miren qué dice el versículo 45. Levítico 13:45 dice: “En cuanto al leproso que tenga la infección, sus vestidos estarán rasgados, el cabello de su cabeza estará descubierto, se cubrirá el bozo y gritará: ¡Inmundo, inmundo! Permanecerá inmundo todos los días que tenga la infección; es inmundo. Vivirá solo; su morada estará fuera del campamento”. Por tanto, si usted adquiere esta enfermedad infecciosa, entonces tiene que cubrirse. Si alguien se le acerca, usted grita: “¡Inmundo! ¡Inmundo!”, y tiene que salir a vivir fuera del campamento. Ahora, quizás eso no sea tan malo si está enfermo durante una semana, pero, ¿qué podemos decir sobre un leproso que nunca es sanado? ¿Cómo es para él estar solo, fuera del campamento, despreciado, donde nadie más quiere ir, donde tiene que gritar para asegurarse de que ni siquiera se le acerquen?

Entonces, tenemos los lugares sucios, los lugares despreciados y, número tres, los lugares peligrosos. Revise Levítico 24. Aquí se habla de personas quienes blasfeman contra el Señor, quienes son criminales, y se dice qué hacer con ellas. Esto describe su castigo, básicamente, su restitución. Vea el versículo 13. Dice:

Entonces habló el Señor a Moisés, diciendo: Saca fuera del campamento al que maldijo, y que todos los que lo oyeron pongan las manos sobre su cabeza, y que toda la congregación lo apedree. Y hablarás a los hijos de Israel, diciendo: “Si alguien maldice a su Dios, llevará su pecado. “Además, el que blasfeme el nombre del Señor, ciertamente ha de morir; toda la congregación ciertamente lo apedreará. Tanto el forastero como el nativo, cuando blasfeme el Nombre, ha de morir.

Eso ocurre fuera del campamento.

Usted no quiere salir del campamento. Es sucio, es despreciado, y es peligroso. Nada bueno ocurre fuera del campamento. Por tanto, la declaración del autor de Hebreos al decir: “Jesús salió fuera del campamento”, es un movimiento muy audaz. Necesitamos ir a donde está Jesús. Necesitamos salir del campamento con Él, llevando la desgracia que Él llevó. No lo olvide. Gálatas 3:13 nos dice que Jesús, con su muerte sobre la cruz, sobre un madero, mostró ser maldito por Dios en la tradición de ellos. Ellos creían que Jesús estaba completamente maldecido, expulsado del campamento judío, apartado, y este autor está diciendo a estos cristianos judíos: “ustedes necesitan hacer lo mismo. No vayan a los lugares culturales; vayan a los lugares sucios y peligrosos y despreciables”.

Me gustaría que el autor de Hebreos viniera hoy a nosotros y dijera: “Necesitan ir a donde están los traficantes de drogas, donde están los chulos y las prostitutas, donde están las pandillas impredecibles, donde están los complejos de viviendas del gobierno, donde los pobres y destituidos y necesitados y abandonados que nadie más quiere cerca, allí es donde necesitan estar. Ustedes necesitan ir a los lugares del mundo donde la enfermedad está más descontrolada, y a los lugares del mundo donde el terror es más descontrolado.  Esos son los lugares donde Jesús está, y ustedes necesitan ir a Él”.

Sin embargo, si somos honestos, esos no son los lugares donde estamos. Tenemos peligrosa tendencia de crear un Jesús imaginario, un Jesús más respetable. Él es limpio, es cómodo, equilibrado. Él no nos llama a ir, sino a quedarnos. El no nos pondría en situaciones incómodas. Dice: “Si me siguen, experimentarán prosperidad y ganancia financiera, y todo será bueno e irá bien, y sus familias estarán bien”. Dice: “Usted no necesita llegar a los extremos. Solo siga viviendo según los estándares del resto del mundo. Hagan dinero, asistan a la iglesia, satisfagan su consciencia cada domingo, incluso, pásenla bien en ella. Continúen viviendo la vida, agradable y buena, y retírense cómodamente, y eso hará que todo esté bien”.

En esta mañana quiero decir que si ese es el Jesús que usted está siguiendo, entonces usted no está siguiendo al Jesús de la Biblia, porque el Jesús de la Biblia fue a los lugares sucios y despreciados y peligrosos. Él amaba a los despreciables, tocó a los intocables, y pagó por ello. Fue amenazado, objeto de burla, fue golpeado, fue azotado, las personas escupieron Su rostro, y fue cruelmente clavado a una cruz en absoluta humillación y degradación y desgracia. Allí es donde está Jesús.

¿Realmente queremos estar donde está Jesús?

La pregunta que quiero hacerles en esta mañana es: “¿Queremos estar donde está Jesús?” No responda demasiado rápidamente esa pregunta. ¿Realmente quiere estar en los lugares sucios, en los lugares de los que no puede proteger completamente a su familia? ¿Realmente quiere estar en lugares despreciables, donde no obtiene crédito por estar allí? Usted ni siquiera recibe un agradecimiento del pueblo que está allí. ¿Realmente quiere estar en los lugares peligrosos? Seamos honestos. De los cien grupos más inalcanzados en el mundo hoy, la inmensa mayoría están en países o áreas del mundo donde las personas son resistentes, o incluso hostiles, a los misioneros cristianos. No nos quieren allí.

Por tanto, ¿realmente estamos dispuestos a estar donde Jesús está? Es con este aspecto con que batallamos la mayoría, creo, porque tenemos esta idea: No podemos entender por qué Dios recompensaría nuestra obediencia y nuestro compromiso y nuestro sacrificio con sufrimiento. ¿Por qué Dios no recompensaría nuestra obediencia con prosperidad y cosas mejores para nosotros? ¿Por qué recompensaría nuestra obediencia con el sufrimiento? Esto es algo completamente extraño a la mente norteamericana. Esto es algo completamente extraño a ella, pero es algo completamente bíblico.

Una misión sin sufrimiento es un cristianismo sin una cruz.

Por favor, no yerre. Una misión sin sufrimiento es un cristianismo sin cruz. Si esperamos lograr esta misión de hacer discípulos de todas las naciones como iglesia, sin el sufrimiento, entonces estamos siguiendo al Jesús equivocado. Es que no funciona así. Hemos cantado sobre Su muerte y Su acción de tomar nuestros pecados sobre Sí, y nos hemos regocijado, y hemos levantado nuestras manos, y hemos sonreído, y hemos cantado sobre cuán grande es Él, pero no es allí donde termina. Termina cuando usted sale de aquí, imitándole. Él no estaba bromeando cuando dijo: “Si vienen en pos de Mí, se negarán a sí mismos y tomarán su cruz y me seguirán”.

Cuando Jesús nos llama a Sí, nos llama a sufrir. Porque usted y yo sabemos que este mundo y esta ciudad no serán alcanzados por un grupo de personas quienes tienen todo, y todo va bien para ellos, y simplemente lo devuelven en gratitud en los domingos. No es así como vamos a impactar a esta ciudad. Este mundo, más allá de esta ciudad, no va a ser alcanzado por personas que lo tienen todo, y para quienes todo va bien. Va a ser alcanzado por un pueblo que acepte el sufrimiento y el dolor y la dificultad y, en medio de ello, dicen: “Cristo es mi todo. Él es todo lo que necesito. Él es todo lo que necesita mi familia. No importa si nuestra casa es asolada, Jesús es todo lo que necesitamos”. Eso predica alto a un mundo perdido.

El sufrimiento es una estrategia central para lograr nuestra misión.

Tenemos esta idea: “Bien, si nos entregamos a la misión, si realmente lo hacemos, entonces vendrá el sufrimiento”. Sin embargo, eso no es completamente cierto. Usted ha llegado al próximo aspecto en sus notas. No lo pase por alto. Esto es grande. El sufrimiento no es una consecuencia de nuestra misión; el sufrimiento es una estrategia central para lograr nuestra misión. ¿Comprendió eso? Si vamos a mostrar a Cristo para el mundo, entonces tenemos que mostrar al verdadero Cristo. No al Jesús imaginario, sino al verdadero Cristo de las Escrituras, y Él está fuera del campamento. Allí es donde está, y allí es a donde nos llama a estar.

Quiero compartir con ustedes una cita que leí en todo este proceso. Desde el primer día en que el Equipo del Pastor se encontró con mi esposa y conmigo, hasta ahora, esta cita resume, probablemente, la mayor batalla que hemos tenido en nuestros corazones en lo referente a toda esta idea de pastorear, posiblemente, esta iglesia. Es de un hombre llamado Joseph Tson. Joseph Tson es un pastor rumano quien ha experimentado gran persecución. Estuvo bajo arresto domiciliario por largo tiempo. Fue golpeado, torturado, y escribió un libro, básicamente, sobre la teología del sufrimiento.

Es un libro muy retador, y quiero que escuchen lo que escribe cuando resume la filosofía de Pablo. Él está resumiendo a Pablo quien salió desde la Iglesia de Antioquía e hizo que el evangelio fuera conocido en lugares muy difíciles, y pagó por ello. Quiero que escuchen cómo resume la filosofía de Pablo. Él se imagina a Pablo pensando:

Si yo hubiera permanecido como pastor en Antioquía, en esa caudalosa y pacífica ciudad, en esa magnífica iglesia, con tantos profetas y tantas grandes bendiciones, nadie en Asia Menor o Europa habría sido salvado. A fin de que sean salvados, tengo que aceptar ser golpeado con varas, azotado, apedreado, tratado como la escoria de la tierra, volviéndome un muerto andante, para que cuando camine así, herido y sangrando, las personas vean el amor de Dios; las personas escuchen el mensaje de la cruz, y sean salvados.

Luego, escribe estas dos oraciones: “Si permanecemos en la seguridad de nuestras caudalosas iglesias, y no aceptamos la cruz, otros quizás no sean salvados. ¿Cuántos son salvos porque no aceptamos la cruz?” Eso me llega profundo. Muestra una imagen de un hombre que dijo: “No voy a pastorear en Antioquía, porque quiero mostrar al mundo los sufrimientos de Cristo. No voy a quedarme en el lugar caudaloso y cómodo”.

Entonces, las personas me preguntan: “¿Por qué vas a esa iglesia? ¿No sabes que hay 1300 iglesias en esta ciudad? ¿Por qué vas a un lugar que tiene tanto en lo referido a la comodidad y a la religión?” Mi esposa y yo siempre hemos dicho: “La única razón para vivir aquí, en este país, es que estamos convencidos de que podemos hacer más para afectar allí cuando estamos aquí; y si, en cualquier momento, eso dejara de ser cierto, entonces saldremos de aquí en un viaje de un solo sentido. ¿Por qué pastorear esta iglesia? Porque quiero ser parte de un despertar misionero en la iglesia, un despertar que dice: “Vamos a mostrar la cruz, y vamos a arriesgarlo todo para impactar a las naciones para la gloria de Cristo”. En eso estoy ocupado, y tenemos que ser un pueblo que, al mismo tiempo, esté ocupado.

Hace unas pocas semanas estuve en Asía Oriental y trabajé con las iglesias en las casas de allí. Fui recogido y me puse mi capucha. El hombre que me recogió había pasado tiempo en prisión por su fe. Ellos nos apuraron a este apartamento oculto a donde fuimos escaleras arriba. Estábamos como que secuestrados adentro; no pudimos salir fuera en todo el tiempo en que entrenábamos a estos creyentes; y entonces nos escabullimos fuera la última noche, tarde. Estábamos preparando nuestras cosas. Era algo casi divertido. Estoy sentado allí, y los dos hombres que son norteamericanos quienes están conmigo tienen el pelo negro y los ojos oscuros, y por eso podían mezclarse un poco mejor que este hombre rubio y de ojos azules.

Estoy sentado allí en la silla con mi mochila listo para irme, y el hombre que había pasado tiempo en la cárcel como líder en todo el movimiento, sigue caminando alrededor mío, como haciendo círculos, moviendo su cabeza. Me mira y cabecea como si yo fuera el rubio de ojos azules que le va a llevar de vuelta a la prisión. Yo simplemente me sentía horrible, y él puso este inmenso manto sobre mí y dijo: “Vas a caminar con nosotros hacia allá abajo. Tengo la esperanza de que no haya nadie allí, y vas a mantener tu cabeza abajo y a seguir mis pasos, y vamos a llegar al carro de escape, por decirlo de algún modo”.

Entonces, me puse la chaqueta, y yo decía: “Por favor Señor, no me dejes ser el tipo que lo arruina todo”. Así que bajamos, abrimos la puerta exterior, y allí había personas en todas partes. No levanté la vista para ver a las personas en todas partes, pero vi sus pasos en todas partes. Entonces, yo simplemente sigo a este hombre justo en frente mío. Nos subimos al carro, y él como que me empuja. Me dijo que me subiera muy rápidamente. Cuando me empujó, golpeé mi cabeza con el costado de la puerta del carro. Y dije: “Ay”. Él comenzó a empujarme y a tratar de meter algo realmente grande a través de un pequeño agujero, porque yo tenía mi mochila puesta, y él trataba de empujarme. Fue la escapada más cómica posible.

Aceleramos, y estos hombres, lo descubrí en la mañana siguiente, fundieron el carro. Manejaban como locos. Esta es una realidad diaria para ellos. Esto es lo que hacen. No se están retirando de la misión. Están arriesgándolo todo por la misión. Están allá afuera. Lo están haciendo. Esta es una realidad diaria para ellos. Estuve sentado allí toda la semana y media que estuvimos allí, con un grupo de unos 20 creyentes, todos aprendiendo árabe, para poder ir a las naciones musulmanas para proclamar el evangelio. Tres de ellos irán a Yemen. Una muchacha, con lágrimas, decía: “Quiero ir a Iraq. Siento carga por Iraq”. Uno irá a Afganistán. Uno irá a África.

Y al final de ese tiempo, me pidieron que fuera y orara por cada uno de ellos, y lo hice. Recorrí el lugar y oré por ellos, uno por uno. Quiero que sepan que, mientras oraba por ellos, oraba por ustedes. En ese momento, las cosas estaban avanzando bastante con todo este asunto, y ustedes estaban en mi corazón, y estaban en mi mente constantemente. Oré por ustedes, y oré que Dios levantara algunos estudiantes con una carga por Iraq. Oré que Dios levantará algunos hombres de negocio quienes llevaran sus familias a Afganistán. Oré que Dios levantara a algunas mujeres quienes tuvieran un corazón por las niñas de trece años en el pueblo musulmán Tukulor en África Occidental, quienes están siendo vendidas hoy para la prostitución. Oré que Dios levantara familias quienes adoptaran a grupos de pueblos inalcanzados, y oré que Dios levantara a algunos retirados quienes digan que dedicarán sus años dorados para dar a conocer el evangelio entre las personas que nunca han escuchado el nombre de Cristo. Oro para que Dios nos convierta en un pueblo que acepte Su cruz antes que nuestra comodidad.

¿Viviremos para el placer en este mundo o viviremos para el paraíso en el mundo venidero?

Una pregunta más, y entonces habremos terminado. ¿Moriremos en nuestra religión, o moriremos en nuestra devoción, abrazaremos nuestra comodidad, o abrazaremos Su cruz, y viviremos para el placer en este mundo o viviremos para el paraíso en el mundo venidero? No hay mucho tiempo que dedicar a esto, solo quiero pasar rápidamente sobre todo esta parte, pero cuando llegamos al final de Hebreos 13, él nos da la razón. Algunos de ustedes como que piensan: “Pastor, el modo en que usted habla es un poco loco. Es un poco patológico. ¿Por qué abraza usted el sufrimiento? ¿Por qué abrazaría de ese modo una cruz? Ese es un extraño modo de vivir. Es un extraño modo de vivir en nuestra cultura, pero no es patológico, y no es locura. Esta es la razón: Tenemos una ciudad permanente que vendrá. Nosotros no vivimos para esta ciudad. El autor de Hebreos les dice: “Ustedes no viven en el campamento del judaísmo; no viven para Jerusalén; esta no es la ciudad para la que ustedes viven; ustedes viven para una Nueva Jerusalén. No viven para el placer en este mundo. Viven para el paraíso en el mundo venidero.

Es por eso que, un capítulo antes de este, tenemos Hebreos 12, ¿recuerda estos versículos, del 1 al 3? “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, menospreciando la vergüenza”. ¿Cómo va usted con gozo a la cruz? Va a la cruz con gozo porque sabe que está a punto de sentarse a la diestra del Padre. Jesús no se detuvo a disfrutar los placeres del mundo por el camino. Él sabía dónde estaba Su hogar. Él sabía para qué estaba viviendo. Él no estaba viviendo para la ciudad de Jerusalén. Él estaba viviendo para la ciudad venidera. Ése es un modo radicalmente diferente de vivir.

Creo que el autor de Hebreos está diciéndonos a usted y a mí en esta mañana: “Jesús no murió para que nuestras vidas en esta ciudad fueran un paraíso. Él no murió para que esta ciudad fuera un lugar de placer. Jesús murió para que pudiéramos olvidar los placeres de Birmingham y viviéramos para el paraíso venidero”. ¿Qué hizo Jesús cuando salió del campamento? Se colgó de una cruz, y convirtió a un sucio ladrón, y le dijo: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. En conclusión, en este pasaje, Jesús nos está diciendo dos verdades:

Cuando sopesamos supremamente a la mejor seguridad terrenal, concluimos que es insegura. Nuestros planes de retiro, nuestras inversiones, nuestro trabajo, nuestra carrera, cualquiera que sea el lugar donde nos afirmemos, todo es supremamente inseguro, porque el fin de todo esto es que estamos viviendo para otro mundo. Si vivimos para el otro mundo, tendremos que soportar mucho en este mundo, perderemos muchos de los placeres de este mundo, pero los resultados valdrán la pena. La conclusión es que vale la pena.

La verdad bíblica

Jesús llama a la iglesia a vivir según una definición radicalmente diferente del éxito, diferente a la del resto del mundo.

Esto nos lleva a una verdad bíblica suprema con la que quiero terminar en dos secciones. Número uno: Jesús llama a la iglesia a vivir según una definición radicalmente diferente del éxito, diferente a la del resto del mundo. El éxito del resto del mundo es medido en cuán grandes son las cosas, cuántas cosas hay, o cuán prósperas son financieramente las cosas. Así no es como medimos las cosas en la iglesia. El éxito en la iglesia es medido por el hecho de que estamos fuera del campamento, con Él. Ese contexto está diseñado para proveer una imagen de la iglesia como una institución.

Una iglesia son edificios establecidos como lugar a donde venimos; y la parte más dura de este pasaje de las Escrituras es que, si de esto es de lo que trata la iglesia, incluso este edificio y el éxito que obtenemos según el mundo define éxito, pasará por la historia de esta iglesia y Jesús ni siquiera estará allí. ¿Entendió? Por que Él no está dentro del campamento; Él está fuera del campamento. Allí es donde Él está, y es muy posible que las personas pasen toda una vida yendo a la iglesia y pasen por alto completamente al Jesús quien está todo el tiempo fuera del campamento.

Estas personas en Asia me dijeron algo, y yo lo escribí: “Hemos notado que muchos occidentales tienden a emocionarse por los números, pero nosotros no. Nuestra meta es nada menos que la culminación de la Gran Comisión, de modo que el Señor Jesucristo retorne por Su novia para dar culminuación a toda la historia humana en las Escrituras, cuando las voces sean escuchadas en los cielos proclamando que el reino del mundo se ha convertido en el reino de Nuestro Señor y de Su Cristo, y Él reine eternamente y para siempre. Esa es nuestra meta y nuestro propósito, y estamos dispuestos a hacer lo necesario para cumplir esta misión y para ser obedientes a nuestro llamado”.

Quiero decirles que el éxito no estará determinado por cuántos son o qué cantidad. El éxito estará determinado por si estamos cumpliendo o no la Gran Comisión que nos ha sido encomendada, porque yo quiero estar donde está Jesús.

Jesús le llama a usted a vivir según una definición radicalmente diferente del éxito, diferente a la del resto del mundo.

Para hacerlo un poco más personal: Jesús no solo llama a la iglesia a una definición radicalmente diferente del éxito, sino que Jesús le llama a usted a vivir según una definición radicalmente diferente del éxito, diferente a la del resto del mundo. Amigos, seamos honestos, si realmente llevamos esto hasta el corazón, nuestras vidas lucirían muy diferentes de las del resto del mundo, y nuestra iglesia luciría muy diferente al resto del mundo. Sin embargo, creo que es para eso que Dios nos diseñó, porque es así como Su gloria es más claramente mostrada mediante nosotros. Oro para que no se diga que esta iglesia es una iglesia que tiene un gran programa de música, o un gran predicador. Oro para que de esta iglesia se diga, ¡Que Dios está mostrando Su gloria al mundo mediante esa iglesia! Quiero ser parte de eso. ¿Inclinarán sus cabezas conmigo?

David Platt

David Platt sirve como pastor en el área metropolitana de Washington, D.C. Es el fundador de Radical.

David recibió su doctorado del Seminario Teológico Bautista de New Orleans y es el autor de Don’t Hold Back [No te quedes donde estás], Radical, Sígueme, Contracultura, Algo tiene que cambiar, Before You Vote [Antes de votar], así como los varios volúmenes de la serie Christ-Centered Exposition Commentary [Comentario Expositivo centrado en Cristo]. 

Vive junto con su esposa e hijos en el área metropolitana de Washington, D.C.

LESS THAN 1% OF ALL MONEY GIVEN TO MISSIONS GOES TOWARDS REACHING THE UNREACHED.

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