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Cómo pedirle a alguien que te discipule

Pedirle a alguien que te discipule es muy parecido a pedirle a alguien que sea tu amigo. ¿Pide alguien esto formalmente? Imagina comenzar una conversación con un desconocido a quien admiras diciendo: “Hola, te he visto por ahí, ¿quieres ser mi amigo?” 

La amistad simplemente no funciona de esta manera. Iniciar una relación de discipulado tampoco funcionará de esta manera.

Muchos cristianos enfatizan diferentes partes del discipulado como la obediencia, la enseñanza o la comunión. Pero, ¿qué tal si pedirle a alguien que te discipule es más parecido a iniciar una amistad? Una amistad centrada en el evangelio puede ser donde resaltan muchos de los componentes del discipulado.

Amistad como discipulado

Con el tiempo, me he dado cuenta de que aquellos que más me han discipulado son aquellos que fueron buenos amigos y que me ayudaron a seguir a Jesús de múltiples maneras. Pienso en mi primer líder de adoración, que me mostró cómo escuchar bien. O el primer pastor, aparte de mi padre, que predicó la Biblia fielmente, despertando en mi hambre por la Palabra de Dios.

Mi mejor amigo desde mi conversión se puso a mi disposición y me enseñó a cuidar de los pobres, cómo evangelizar y también cómo discipular. Un jefe de un trabajo anterior me enseñó cómo ser justo en mis tratos, así como un buen líder en el trabajo. Incontables familias que me dieron acceso a sus vidas me han enseñado cómo ser un buen esposo y futuro padre. Todo esto y más gracias a amistades accesibles.

Es importante que preguntes dónde puedes integrarte en la vida de un creyente maduro para imitarlo mientras este imita a Cristo.

A medida que conoces a alguien, necesitarás preguntar cuándo podrían dedicar tiempo para enseñarte, ayudarte a obedecer las Escrituras y permitirte observar su vida. De muchas maneras, la respuesta a la pregunta es: “Encuentra un creyente maduro y pregúntale qué tipo de compromiso podría tener contigo”.

Pedirle a alguien que te discipule requiere que te integres en su rutina. Dado que gran parte del discipulado es mejor captado que enseñado, es importante que preguntes dónde puedes integrarte en la vida de un creyente maduro para imitarlo mientras este imita a Cristo (1 Corintios 11:1). Aquí hay tres maneras en las que puedes pedirle a un cristiano maduro que te discipule.

1. Pregunta si puedes unirte a su tiempo devocional

Pudieran juntos leer la Biblia en silencio. Luego, pueden hablar sobre sus observaciones y cómo se ayudarán mutuamente a confiar en las promesas de Dios y obedecer sus mandamientos. La Biblia es un libro comunitario. Incluso en el tiempo de devoción personal uno puede estar orientado hacia los demás y discipular a otros.

Tu tiempo en las Escrituras puede ser una herramienta para el beneficio de otra persona. Como me recordaba a menudo un pastor, “Todo lo que sabes sobre Jesús es para los demás”.

2. Pregunta si hacen un devocional familiar y únete a ellos

No fue hasta hace poco que un pastor me invitó a cenar y al terminar hubo un corto tiempo de adoración familiar. Fue bullicioso y sencillo. No tomó más de quince minutos.

La familia leyó una historia bíblica, oró y cantó con un par de pausas comerciales para atender a los niños. Mi esposa y yo aprendimos que la adoración familiar no necesita ser complicada.

Siendo una pareja sin hijos, ha sido útil leer, orar y cantar, estableciendo esto como un ritmo para lo que el futuro tenga reservado. Cuando amigos se unen a nosotros para cenar, continuamos la práctica con diferentes hermanos y hermanas. Oramos para que nos imiten como nosotros imitamos a uno de mis pastores.

3. Pregunta a un miembro de tu iglesia si puedes ayudarle con sus diligencias o almorzar juntos

Nunca olvidaré una práctica que aprendí mientras comía en un restaurante con un amigo que sirve como pastor de jóvenes.

Ha servido en ese ministerio durante casi diez años en la zona rural de Alabama. Estábamos a punto de orar por una comida y le dijo a la mesera: “Estamos a punto de orar por nuestra comida. ¿Hay alguna manera en la que podamos orar por ti?” La mesera hablo abiertamente, él compartió brevemente el evangelio, oramos y comimos.

Desde entonces, he tratado de hacer esto regularmente. No porque mi amigo me dio un seminario de dos horas sobre evangelismo, aunque estos pueden ser inmensamente útiles, sino simplemente porque él modeló una simple práctica para la oración y el evangelismo.

Me sorprende cuánto tiempo pasó Jesús con sus discípulos. Horas y a veces semanas a la vez. Fue en los momentos cotidianos de la vida, como pescar, comer, trabajar y viajar, donde Jesús sorprendió a sus discípulos con las lecciones más grandes. De igual manera, he aprendido prácticas y verdades clave de otros cristianos maduros en los momentos más ordinarios de la vida.

Salvador Blanco-Perello

Salvador Blanco-Perello es el Director de Música en la Iglesia Iron City en Birmingham, Alabama. Es estudiante de M.Div. en Beeson Divinity School.

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