Grupos pequeños: Involucrados en comunidad - Radical

Grupos pequeños: Involucrados en comunidad

La comunidad cristiana debe apuntar hacia la gloria del Padre. ¿Cómo puede la misericordia ser un aspecto clave de la comunidad cristiana para señalar Su propósito divino? En este mensaje sobre Romanos 12:1–21, el pastor David Platt describe cómo la misericordia debe caracterizar nuestras interacciones en la comunidad. Se enfoca en tres áreas específicas donde debemos centrar la misericordia.

  1. Somos adoradores motivados por la misericordia.
  2. Somos una familia moldeada por la misericordia.
  3. Estamos en una misión de extender misericordia.

Si tiene una Biblia, y espero que tenga una, permítame invitarle a abrirla conmigo en Romanos 12. Una comunidad quizás no sea lo más fácil de hacer en el mundo. Cuando usted se une a un grupo de personas con pasiones diferentes, dones diferentes, habilidades diferentes, situaciones de vida diferentes, y diferentes experiencias de vida, usted no puede realmente esperar que todo sea completamente fácil, no lo creo.

No hace mucho leía un libro. El título del libro era Todas las personas son normales, hasta que las conocemos. Una comunidad sería mucho más fácil si, en el proceso, no tuviéramos que conocer a las personas, pero en algún sentido, es así como Dios nos ha diseñado, y Él nos creó para compartir vida unos con otros. En cierto sentido, en nuestra cultura de individualismo, hemos perdido de vista algunos de estos aspectos y qué significa realmente compartir vida unos con otros, y es por eso que estamos hablando de grupos pequeños.

Hace dos semanas, vimos cómo los grupos pequeños en las Escrituras, de principio a fin, son los medios con que Dios nos ha capacitado para compartir vida unos con otros, y para lograr Su misión juntos, y son los medios con que crecemos en Cristo. Nuestro crecimiento en Cristo como individuos está fundamentado en ser parte de la comunidad de fe. Por tanto, nosotros nos involucramos en Cristo mediante grupos pequeños.

Nos involucramos en el cuidado. La semana pasada, vimos cómo el sufrimiento que experimentamos no solo está diseñado para nuestro bien, y para el consuelo que recibimos en medio de él, sino que está diseñado para el bien de otros. Dios nos consuela, no para hacernos sentir confortados, sino para convertirnos en confortadores.

Quiero que pensemos en cómo los grupos pequeños podrían involucrarnos en el tipo de comunidad bíblica que está en el centro de la iglesia del Nuevo Testamento. Quiero que miremos este pasaje de las Escrituras en Romanos 12. Vamos a leer todo el capítulo. Vamos estar en este texto esta semana y la siguiente.

Esta semana, quiero que miremos la esencia de lo que ocurre en este texto y pensemos en involucrarnos en comunidad mediante grupos pequeños, y entonces iremos a otra faceta de este asunto en la próxima semana. Sin embargo, quiero que simplemente me sigan y se imaginen esto. Quiero que noten cómo una y otra vez aquí se habla de cómo nos relacionamos unos a otros en comunidad.

Escuche Romanos 12:1.

Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional. Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto.

Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno. Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros. Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada; usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe;  si el de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que da, con liberalidad; el que dirige, con diligencia; el que muestra misericordia, con alegría.

Ahora, escuche esto, este texto habla sobre cómo nos relacionamos unos con otros.

El amor sea sin hipocresía; aborreciendo lo malo, aplicándoos a lo bueno. Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal;  con honra, daos preferencia unos a otros; no seáis perezosos en lo que requiere diligencia; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor, gozándoos en la esperanza, perseverando en el sufrimiento, dedicados a la oración, contribuyendo para las necesidades de los santos, practicando la hospitalidad.

Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan y llorad con los que lloran.  Tened el mismo sentir unos con otros; no seáis altivos en vuestro pensar, sino condescendiendo con los humildes.  No seáis sabios en vuestra propia opinión.

Nunca paguéis a nadie mal por mal. Respetad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, estad en paz con todos los hombres. Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.

Pero si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber, porque haciendo esto, carbones encendidos amontonaras sobre su cabeza.

No seas vencido por el mal, sino vence con el bien el mal.

Quiero que veamos en este pasaje de la Escritura cómo nos relacionamos con Dios, cómo nos relacionamos unos con otros en la iglesia como una comunidad en fe, y cómo nos relacionamos con el mundo. Quiero que veamos cómo estas tres relaciones son enfatizadas en este texto. Sin embargo, antes de sumergirnos, debemos ver que la palabra primaria, la palabra en que está basado todo este capítulo está en el mismo comienzo de Romanos 12:1.

Dice: “Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios…” Cada vez que vemos “por consiguiente”, en la Escritura, sabemos que está a punto de exponerse algo total y completamente basado en lo que se dice antes. Por tanto, todos los mandamientos y palabras de ánimo y retos y lo que este pasaje nos está diciendo, no salen del aire. No están saliendo simplemente del vacío. Están basadas en algo.

Pablo, quien está escribiendo esta carta llamada Romanos, ha establecido algo en los primeros once capítulos que debieran guiarnos hasta este punto. Él diría: “Por tanto, debido a la misericordia de Dios, es por eso que hacemos estas cosas”. La misericordia de Dios es el fundamento de cada palabra en este capítulo, de cada mandamiento en este capítulo, de cada reto y palabra de ánimo. La misericordia de Dios es el fundamento.

Por tanto, permítanme darles solo un breve resumen de Romanos 1-11, porque esta es una referencia a todo lo que ha venido antes, y es la imagen de la misericordia de Dios. Si no tenemos una imagen de esta misericordia, nunca comprenderemos lo que este pasaje nos dice que debemos hacer, y nunca comprenderemos la comunidad bíblica.

Lo que ocurre es que en Romanos 1:18, Pablo comienza a describir la ira de Dios. Dice: “la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres”. Desde Romanos 1:18 hasta Romanos 3:20, él habla sobre la ira de Dios. Básicamente, dice que la ira de Dios está siendo derramada, no solo en este grupo de personas o en aquel grupo de personas, sino que está siendo derramada sobre todos, porque todos hemos pecado. Romanos 3:9-20 es una de las imágenes más deprimentes del hombre. Dice: “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios; todos se han desviado”. Todos nos hemos desviado. “a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”.

Por tanto, tenemos una imagen de que todos hemos desobedecido a Dios. Todos nos hemos vuelto a los ídolos, a los falsos dioses, más a menudo a nosotros mismos y a nuestra ambición y a nuestra propia altivez. Nos hemos vuelto hacia nosotros mismos, en lugar de volvernos hacia Dios y, como resultado, merecemos la justicia y la ira de Dios. Eso es Romanos 1:18-3:20.

Luego, usted llega a Romanos 3:21-26, y lo que encuentra, estoy seguro, es uno de los párrafos más increíbles en toda la Escritura. Usted encuentra esta imagen de la ira, que luego dice: “Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios ha sido manifestada, atestiguada por la ley y los profetas; es decir, la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen; porque no hay distinción; por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús”. Habla sobre cómo Dios ha elegido derramar Su ira sobre Su Hijo en lugar de sobre usted. Dice: “Jesús ha recibido la ira de Dios sobre sí mismo, por nosotros”. Así es como termina Romanos 3.

Entonces, usted llega a Romanos 4 y Romanos 5, donde dice: “Debido a lo que Cristo hizo sobre la cruz, entonces podemos ser justificados, lo que significa que podemos ser aceptados ante Dios”. En Romanos 5:1 dice: “habiendo sido justificados…”, lo que significa, “tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Estamos justificados. Tenemos paz con Dios, no por hacer algo, sino solo por fe. La promesa viene por fe, Romanos 4 dice: “es por gracia. Está garantizada a todos los que simplemente confían en Dios”. Eso es Romanos 4 y 5, donde Romanos 6 dice: “Gracias a Cristo, ahora estamos muertos al pecado y estamos vivos para Dios. Hemos muerto al pecado y tenemos victoria sobre el pecado”.

Romanos 7 es el Pablo esquizofrénico. Pablo está diciendo: “Porque lo que hago, no lo entiendo; porque no practico lo que quiero hacer, sino que lo que aborrezco, eso hago. […] no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí”. Quedamos totalmente confundidos. Llegamos al final y Pablo dice: “¡Miserable de mí!” Decimos: “¡Cuán miserables somos por escuchar esto!” Decimos, al final mismo: “Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro, porque Él nos da la victoria sobre todas las batallas con el pecado con que estamos familiarizados”.

Luego, llega a Romanos 8, que es uno de los capítulos más triunfantes en toda la Escritura. “Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte”. Esto solo levanta un principio sobre otro. Los levantas hasta el final mismo de ese capítulo, y dice: “ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.

Entonces, usted llega a Romanos 9, 10, y 11, y hay mucho debate sobre esos capítulos porque hablan mucho sobre la elección y la predestinación y la presciencia de Dios. Por eso, debatimos sobre eso en la iglesia. Sin embargo, la idea es que, independientemente de cuál sea su posición en ese debate, Dios ha elegido perseguirlo con Su amor. Él ha iniciado una relación interpersonal con usted por Su gracia, y no está basada en algo que hayamos hecho.

Así, llega a Romanos 12:1, y él dice: “Por consiguiente…”. Ahora, ese es un mega “por consiguiente”. “A la luz del hecho de que usted solía estar bajo la ira de Dios en su pecado, y de que Jesucristo tomó su lugar, y de que por confiar en Él, Él le ha dado Su justicia y Su gracia y Su paz; y ahora usted no solo es libre del pecado, sino que es victorioso sobre todo pecado por toda la eternidad debido a la gracia de Dios. A la luz de eso, ustedes adoran a Dios. A la luz de eso, ustedes se aman unos a otros. A la luz de eso, ustedes bendicen a sus enemigos y a aquellos que les persiguen”.

Quiero que vean que todos los mandamientos de la Escritura, según se enfatizan aquí, en el modo en que está estructurado Romanos 12, no provienen de la nada. La Biblia no dice: “Adoren a Dios por que eso se espera de ustedes. Ahora, háganlo. Ámense unos a otros porque eso se espera que hagan. Háganlo solo por eso. Solo necesitan amarse unos a otros”. Usted, naturalmente, no bendice a quienes le persiguen y ora por quienes quieren matarle. Todo esto está enraizado en la misericordia de Dios, y tenemos que asegurarnos de que esa es la esencia de todo lo que hablamos hoy, porque si no fuera así, entonces todo lo que habláramos hoy sería nada más que legalismo. Sería un montón de reglas que necesitamos seguir que pierden de vista la esencia del mensaje. Esta es la misericordia quien nos impulsa a adorar. Somos un pueblo saturado por la misericordia, y es por eso que nos amamos unos a otros como dice Romanos 12. Es por eso que nos entregamos a la comunidad, porque la misericordia nos impulsa.

Estoy tan agradecido de que Dios me haya salvado de mis pecados, y Él me ha liberado de la muerte. Aunque merezco una eternidad bajo Su ira, Él ha derramado y mostrado Su gracia sobre mí. Sea agradecido por la misericordia. La misericordia es algo grande, y es lo que motiva todo este texto.

Misericordia y la iglesia…

Somos adoradores guiados por la misericordia.

Por tanto, quiero que pensemos en cómo se relaciona la misericordia con la iglesia. Somos adoradores guiados por la misericordia. Nuestra adoración está guiada por la misericordia. Mientras nos reunimos para cantar, alabar y honrar y glorificar, mientras vivimos vidas de adoración; todo debe estar motivado por la misericordia.

La imagen aquí en Romanos 12 (y podríamos pasar semanas en los versículos 1 y 2), toda la imagen aquí y el contexto es del Antiguo Testamento. En el Antiguo Testamento, la imagen de adoración es que usted traía sacrificios al altar, y podría traer a este animal o a aquel animal, y podría traerlo como sacrificio para expiación por su pecado, a fin de cubrir su pecado. Usted traería estos sacrificios, pondría esos animales, esas ofrendas, sobre el altar, y ese sería el modo en que adoraría.

Aquí en Romanos 12 Pablo está mostrando una gran imagen. Dice: “Usted ya no tiene que poner un animal sobre el altar. Se pone a usted mismo sobre el altar. Ahora, usted es el sacrificio. Su vida es un sacrificio vivo. Vivimos para adorar. Ya no es solo una rutina religiosa. No solo es un ejercicio religioso. No es solo cantar. No es solo una actividad religiosa. Esta es su vida. Vivimos para adorar”.

Sacrificamos nuestros cuerpos. Estamos sacrificando nuestros cuerpos en adoración. Usted ofrece su cuerpo como sacrificio vivo, santo y aceptable a Dios. Como seguidores de Jesucristo, ponemos nuestros cuerpos sobre el altar y decimos: “Dios, usa mi cuerpo para mostrar Tu santidad. Quiero ser santo. Mis pensamientos, mis palabras, mis acciones, muestran Tu santidad en mí. Que mis palabras y acciones y mis pensamientos sean agradables a Tus ojos. Usa mi cuerpo para tu deleite”. Eso es adoración.

Sacrificar nuestros cuerpos, rendir nuestras mentes. Sea transformado por la renovación de su mente. Romanos 12:2 dice: “Nuestras mentes están saturadas con misericordia. Están saturadas con Su Palabra, y pensamos diferente. No somos formados según los estándares de este mundo. Somos transformados de este mundo por la Palabra, renovando diariamente nuestras mentes”. Nosotros… en las palabras de Deuteronomio 6: “Ponemos la Palabra en los umbrales de nuestras casas, y las atamos a nuestras muñecas, y las amarramos a nuestras frentes, y hablamos sobre ellas con nuestros hijos cuando nos levantamos y cuando nos acostamos y cuando caminamos por el camino”. Siempre estamos hablando sobre la Palabra.

La Palabra nos consume. Amamos Su Palabra. Somos consumidos por Su Palabra. Estamos siendo transformados por Su Palabra. Cuando hablamos, nuestro pensamiento no siempre es sobre fútbol, y sobre Oprah, y ya no es sobre las cosas de este mundo, porque nuestras mentes han sido transformadas por Su Palabra, y Su Palabra es mucho más satisfactoria que todas las otras cosas de que el mundo siempre habla. Su Palabra ha transformado nuestras mentes y adoramos mediante Su palabra, que es el centro en nuestras vidas.

Estamos sacrificando nuestros cuerpos. Estamos rindiendo nuestras mentes, y sometiendo nuestras voluntades. Entonces, podremos probar cuál es la voluntad de Dios. Podremos discernir la voluntad de Dios y podremos seguirla y encontrarla en la naturaleza agradable de la voluntad de Dios. Usted encontrará propósito para su vida mientras le sigue, y experimentará la satisfacción de su alma. Vivimos para adorar: Con nuestros cuerpos, nuestras mentes, nuestras voluntades.

Esta es la imagen de lo que necesitamos ver sobre la idea de ser adoradores guiados por la misericordia. La adoración ya no es un deber religioso; es nuestra mayor delicia. La adoración no es nuestro deber religioso en esta iglesia. No adoramos porque es lo que debe hacerse el domingo en la mañana en nuestra cultura. Por el contrario, vivimos para adorar porque nuestra mayor delicia se encuentra en la adoración ya que estamos adorando ante la perspectiva de la misericordia de Dios. Somos adoradores guiados por la misericordia. Ella guía nuestra adoración. Somos adoradores guiados por la misericordia.

Somos una familia moldeada por la misericordia

Ahora, quiero que veamos cómo eso, en el resto de este pasaje, afecta el modo en que nos relacionamos unos con otros. Somos adoradores guiados por la misericordia, y somos una familia moldeada por la misericordia. Esta es la imagen. Desde el versículo 3 hasta el versículo 21, una y otra vez, vemos mandamientos, palabras de ánimo, y retos que se relacionan con cómo mostramos misericordia unos a otros. Esta es la imagen. Nosotros experimentamos personalmente la misericordia, y expresamos corporalmente la misericordia.

Nosotros experimentamos personalmente la misericordia de Dios para poder expresar corporalmente la misericordia de Dios. La misericordia no solo es para nosotros, sino para el bien de otros. Desde los versículos 3-21 vemos cómo la misericordia afecta el modo en que nos relacionamos unos con otros. Ése es realmente el enfoque principal en Romanos 12. Sin embargo, también, vemos cómo la misericordia afecta el modo en que nos relacionamos con el mundo.

Por tanto, quiero que los tomemos uno a uno: ¿Cómo se relaciona la misericordia con el modo en que nos amamos unos a otros y cuidamos unos por otros y apoyamos unos a otros, y cómo afecta la misericordia al mundo y sirve al mundo y entrega nuestras vidas para el mundo?

En lo que se refiere a ese primer componente de unos a otros, esta es una imagen de familia. En todo este pasaje, esta es una imagen del hecho de que fuimos creados para compartir vida juntos. Hay una dinámica que ocurre cuando la misericordia de Dios es el fundamento de nuestras relaciones interpersonales unos con otros. Hay una dinámica que está ocurriendo aquí, funcionando aquí, que ninguna otra relación en el mundo podría siquiera comenzar a tocar: La profundidad y belleza de lo que Dios ha diseñado cuando Su misericordia se interconecta uniendo a Su familia.

Esta es la imagen que estamos recibiendo aquí. Es una imagen que vemos a menudo, y la palabra más comúnmente utilizada está en este pasaje para describir este tipo de comunión dinámica. Usted recuerda Hechos 2:42: “Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión”.

Ahora, ¿qué es comunión? Hemos secuestrado esa palabra en la iglesia y la hemos hecho significar todo lo que no se supone que significa. ¿Qué es comunión? La comunión no es una actividad social. La comunión no es traer comida y comer todos juntos. Eso no es comunión. Comunión no es un evento, para nada. Comunión no es solo compartir algunos intereses comunes, o experiencias con alguien más. Comunión ni siquiera es ir a un estudio bíblico. Comunión, ni siquiera es esta imagen de una sesión de terapia de grupo donde todos se sientan alrededor compartiendo sus secretos más profundos, más oscuros. Incluso si todos allí fueran cristianos, y todos trajeran sus Biblias, todavía no harían que eso fuera comunión.

La comunión es lo que ocurre cuando las personas están experimentando la misericordia de Dios y comienzan, auténticamente, a compartir sus experiencias con Dios, unos con otros. La experiencia auténtica de Dios es lo que afecta el modo en que experimentamos vida unos con otros. Nosotros compartimos nuestra experiencia de Dios unos con otros. Estamos juntos en un viaje, y la misericordia de Dios es la esencia, es la raíz, de cómo luce este viaje.

Por tanto, el mensaje del Nuevo Testamento es que cuando usted viene a la fe en Cristo, usted se vuelve parte de la familia de Cristo. Cuando usted se une con Cristo, es como si estuviera casado con la familia. Todos lo sabemos. Cuando usted se casa, está recibiendo una esposa o un esposo, pero también está recibiendo una familia, ¿no es cierto? Algunas veces esta puede ser una de las mayores fuentes de tensión en los matrimonios, pues usted se está casando con una familia. Por tanto, en lo que se refiere a una relación con Cristo, usted se está casando con una familia. Es algo bueno, lo prometo. Es bueno casarse con una familia.

Pienso que lo pasamos por alto. Usted escucha a personas decir todo el tiempo: “Bien, amo a Cristo, pero no soporto a la iglesia”. ¿Alguna vez ha escuchado eso o lo ha dicho? “Amo a Cristo. Solo que no soporto a la iglesia. Solo que no me gusta la iglesia. Amo a Cristo. Quiero caminar con Cristo, pero es que no quiero tener algo que ver con la iglesia”.

Bien, el único problema con esa declaración es que es extremadamente antibíblica. Usted no puede amar a Cristo y no soportar a la iglesia, porque la iglesia, dice la Escritura, es la novia de Cristo. Quiero decir, ¿sería bueno que yo me levantara y dijera?: “Sabes, me caes bien, hombre. Solo que no soporto a tu esposa”. ¿Sería agradable que yo dijera eso? ¿Lo tomaría usted como un cumplido? No, absolutamente, no.

No olvide que la iglesia es el cuerpo de Cristo. ¿Y si mi esposa viene y me dice: “Te amo. Solo que no puedo soportar tu cuerpo”? No es algo bueno que una esposa diga al esposo. Usted no dice: “Te amo, pero no puedo soportar tu cuerpo”. Eso no tiene sentido. Tanto lo hemos pasado por alto, cuando decimos: “Bien, amo a Cristo. Solo que no soporto a la iglesia. Esa no es la imagen.

Usted sabe, no quiero hablar de aquellos de nosotros que hemos dicho eso o de esas personas quienes lo han dicho, porque sé que muchas de esas declaraciones están basadas en un hecho que a menudo hemos visto en la iglesia. Es un resultado del amor superficial, y pasa por alto el mensaje que el Nuevo Testamento está realmente enseñando.

No quiero, en modo alguno, reclamar que la iglesia del Nuevo Testamento fuera perfecta. No tomó mucho tiempo darnos cuenta de que ellos tampoco eran perfectos. Sin embargo, usted mira Hechos 2, 3, 4, y 5, al comienzo de la iglesia del Nuevo Testamento, era una imagen sorprendente. Las personas estaban siendo atraídas a Cristo, debido a la iglesia. La iglesia era tan atractiva. Dice, en Hechos 2, 3, 4, y 5, que las personas podrían ver la iglesia, y estarían sorprendidas de Cristo, debido a la iglesia. Ellos querrían venir a conocer a Cristo debido a la iglesia.

Esta es la familia que les hizo querer casarse con Cristo. Él estaba en el centro de este grupo de personas. Estoy convencido de que este es el modo en que debía ser en esta ciudad; que las personas vieran a la iglesia, no a un edificio, sino al pueblo de Dios y quisieran a Cristo, por lo que vieron en la iglesia. Es por eso que estamos hablando de grupos pequeños. Es por eso que vamos a trabajar para tener una comunidad bíblica lo mejor que podamos, porque queremos mostrar el atractivo de Cristo en esta ciudad y en todas las naciones.

Entonces, ¿cómo lo hacemos? Hay, en este pasaje, probablemente 25 imperativos diferentes, o mandamientos, o retos que tenemos, y he tratado de reducirlos porque si no estaríamos todo el día aquí…, pero quiero reducirlos un poco. Es casi como una lista de lavandería que Pablo revisa. Algunas veces parecen relacionarse unos con otros, y algunas veces parecen realmente muy diferentes, puesto uno detrás del otro. ¿Qué está pensando Pablo? Pienso que el propósito es que miremos esto y veamos una imagen general.

Por tanto, vamos a pasar volando sobre algunos de estos aspectos, solo quiero que usted comprenda la idea. ¿Qué significa una familia moldeada por la misericordia? ¿Qué apariencia tiene la iglesia? Número uno, nos pertenecemos unos a otros. Mire en el versículo 5, y dice: “así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros”. Hay una profunda interconectividad que ocurre en la iglesia, porque realmente nos pertenecemos unos a otros, así como un cuerpo tiene muchas partes. La próxima semana, vamos a dedicar algo de tiempo a los versículos 3-8, así que no quiero ir demasiado lejos aquí, solo decir que un cuerpo tiene muchas partes, esa es la analogía aquí.

Es como cuando me caigo y me rompo el brazo, inmediatamente mi otra mano va y lo agarra. Todo mi cuerpo responde. Cuando usted va a batear la pelota, y ve una bola rápida de 90 millas por hora dirigiéndose justo a su cabeza, todo su cuerpo responde exactamente al mismo tiempo, trabajando junto; sus ojos, su espalda, sus rodillas, todo responde junto para proteger su cabeza. Esa es la imagen que él da aquí sobre la familia de Dios. Nos pertenecemos unos a otros, y estamos unidos unos a otros.

Esta es la imagen completa de lo que vimos la semana pasada, que cuando una parte sufre, cada parte sufre con ella, debido a este principio de un cuerpo y muchas partes. Estamos juntos en esto. Cuando, en Hechos 2, ellos se dedicaron a la comunión, sabían que no se estaban dedicando a una actividad social. No se estaban dedicando a comer juntos de vez en cuando. Se dedicaban a compartir vida unos con otros, porque se pertenecían unos a otros. Lo que les unió fue Cristo y la misericordia de Cristo. No solo era una persona que iba a tomar Jerusalén, Judea, y Samaria, y hasta lo último de la tierra en Hechos. Era una familia que iba a tomar el mundo desde Jerusalén, Judea, y Samaria, y hasta lo último de la tierra.

Es como con las hormigas. Ahora mismo, las hormigas están en todas partes alrededor de nuestra casa y en nuestra casa. Comenzaron en la oficina y luego fueron hasta el baño y después a la cocina. Usted nunca tiene una o dos o tres hormigas. Tiene mil o dos mil o tres mil hormigas a la vez, y simplemente vienen en enjambres y están en todas partes. Se pertenecen unas a otras. Cuando una trabaja, todas trabajan juntas. Esta es la imagen. Como resultado, multiplican su influencia, y es algo malo en el hogar, pero es algo grandioso en el reino de Dios cuando nos pertenecemos unos a otros, y multiplicamos nuestra influencia para la gloria de Dios.

Nos pertenecemos unos a otros. Nos amamos unos a otros. Usted baja hasta el versículo 9, y es aquí donde comienzan a venir uno detrás el otro. “El amor sea sin hipocresía; aborreciendo lo malo, aplicándoos a lo bueno”. Usted pudiera circular esa palabra y poner una pequeña nota al lado, porque es una palabra que supongo sea familiar para muchos de nosotros. Es amor “agape”. El amor sea sin hipocresía; Literalmente dice: “amor ‘ágape’, sin hipocresía”.

Lo interesante es esta palabra “ágape”, que literalmente significa amor abnegado, o amor entregado, no-egoísta. Era un término muy raro en la cultura y literatura griegas. De hecho, muchos griegos pensaron que el amor “ágape” era un amor débil. ¿Se supone que usted se entregue a sí mismo y no sea egoísta? No, usted se promueve a sí mismo, que es muy similar a nuestra cultura actual. En el primer siglo era algo radical que dijeran: “Nos amamos unos a otros sin hipocresía. Nos amamos unos a otros con gran sacrificio personal para nosotros mismos”. Estoy convencido de que sería algo radical en nuestra cultura que mostráramos el amor “ágape” en una sociedad que dice que todo tiene que ver con exaltarnos a nosotros mismos y con promovernos a nosotros mismos. Decimos: “Nos entregamos a nosotros mismos. Nos inclinamos unos por los otros”. Ese es el tipo de amor que tenemos unos por los otros que nos hace odiar lo malo y aferrarnos a lo que es bueno.

Nos pertenecemos unos a otros. Nos amamos unos a otros. Nos cuidamos unos a otros. Estas son grandes palabras en el versículo 10: “Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal”. Hay dos palabras principales aquí en el idioma original del Antiguo Testamento, y la primera es una palabra compuesta. Combina la palabra “amigo” con la palabra para amor que se refiere a amor familiar, amor “storgae”, y así esta es una imagen de un amigo y de una familia juntos. Lo que usted tiene en la segunda parte de esa oración es la palabra “filadelfia”, que usted sabe que significa amor fraternal. Es una combinación de “hermano” y del tipo de amor que usted tiene por un amigo.

Por tanto, tenemos una imagen aquí del cuidado que se supone que debemos tener unos por otros como iglesia, que debe reflejar el cuidado de una familia. En todo el Nuevo Testamento, vemos una imagen de la iglesia como una familia extendida, por decirlo de alguna forma, y muchas veces, incluso más profunda que la familia biológica. Lo vemos en las enseñanzas de Jesús. Lo vemos por todas las páginas del Nuevo Testamento, y es una realidad en todo el mundo, especialmente en lugares donde las personas tienen que dejar sus familias a fin de venir a la fe en Cristo.

Ya que mi amigo Zamir ha perdido a toda su familia, la iglesia es su familia. Pienso que eso es muy bíblico. Así debe ser. Se supone que nos cuidemos unos a otros como una familia. Nos pertenecemos unos a otros, nos amamos unos a otros, y cuidamos unos de otros. Nos honramos unos a otros. “con honra, daos preferencia unos a otros”. Literalmente dice: “Prefiriéndose unos a otros en honor”. Preferir honrar en lugar de ser honrado.

La imagen aquí, en Romanos 12:10 es que nosotros nos mejoramos unos a otros al honrarnos unos a otros, y al acopiar honor unos sobre otros sin favoritismo. No solo honramos a las personas que son iguales a nosotros. No solo honramos a las personas que están en aquel o este estatus socioeconómico. No honramos a las personas que hacen todas estas cosas. Nos mejoramos unos a otros al honrarnos unos a otros. Todos sabemos cómo es ser honrado de esa manera. Esto le hace sentirse valioso en esta familia, y de eso trata la imagen aquí. Ustedes se mejoran al honrarse unos a otros.

Yo lo digo. Supongo que hay muchos de nosotros que no saben qué significa ser honrados, y oro para que usted sea honrado en esta iglesia. Oro para que usted experimente gran honor de parte del pueblo de Dios. Nos honramos unos a otros.

Nos provocamos unos a otros. Aquí es donde usted recibe algunas frases una tras la otra. “no seáis perezosos en lo que requiere diligencia; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor, gozándoos en la esperanza, perseverando en el sufrimiento, dedicados a la oración”. Podría predicar unos pocos sermones sobre cada una de ellas, pero es suficiente decir, en este punto: me encanta la imagen de aquí. Dice: “Que su corazón y espíritu sean celosos para el Señor”. Literalmente, significa “encendidos para el Señor”. La imagen aquí es que no seamos perezosos en nuestro caminar con Cristo, que no seamos haraganes en nuestra relación con Él, y, especialmente cuando llegan los momentos difíciles, que seamos pacientes en la aflicción, dedicados a la oración, que no aflojemos, sino que estemos encendidos.

Esta es la imagen aquí, y es capturada con todos estos mandamientos a amarnos unos a otros y a cuidarnos unos a otros. Nos pertenecemos unos a otros. Estoy convencido de esto, basándome en lo que ya hemos visto, especialmente un par de semanas atrás. Estoy convencido de que si tratamos de vivir solos nuestras vidas cristianas, estaremos destinados a vivir una vida cristiana estancada. Nos necesitamos unos a otros para animarnos unos a otros.

Es por eso que Hebreos 10:24 y 25 dice: “y consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos”. Oro para que esto insufle fuego espiritual en sus corazones. Oro para que usted insufle fuego espiritual al mío, y que podamos hacer lo mismo a las vidas de otros, que nos mantengamos siguiendo a Cristo. Debiéramos mantenernos fieles en medio de la aflicción. Debiéramos guardarnos unos a otros y honrar la fe y orar, que es lo que hacemos unos por los otros. Nos derramamos unos sobre otros.

En la mayoría de los encuentros a que voy, sea aquí o en un almuerzo, mi oración continua es: “Dios oro para que me uses en esta conversación solo para incitar a esta persona hacia Cristo. Sea que no Te conozca o que sí Te conozca, oro para que Tú me uses para incitarle. Eso es lo que se supone que debemos hacer unos por otros. Nos incitamos unos a otros.

Luego, compartimos unos con otros. Versículo 13: “contribuyendo para las necesidades de los santos, Practiquen la hospitalidad”. Quizás usted quiera circular esa palabra “contribuyendo” y poner una pequeña nota fuera del verso 13 y escribir “koinonia”. “Koinonia”, si usted recuerda, es la palabra para “comunión” en el Nuevo Testamento. Es la palabra que es usada allá en Hechos 2:42. “Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión”.

Esto es comunión, hablar sobre compartir la vida, y es usada doce veces en el Nuevo Testamento como comunión. En este contexto, es usada para hablar sobre ayudarse unos a otros materialmente con comunión, ropas, albergue; para darnos recursos unos a otros, para compartir, literalmente, en las necesidades unos de otros.

Ahora, estamos llegando a de qué trata la verdadera comunión. Quizás es más que solo comer juntos. Quizás sea acercarnos unos a otros en nuestros momentos de necesidad más profunda, y ayudarnos unos a otros. Compartir nuestros recursos unos con otros, esa es la imagen aquí. La idea es que cuando compartimos nuestros recursos unos con otros, mostramos que estamos juntos en esto; que nadie está solo en la familia de Dios. Dice: “practicando la hospitalidad”. Literalmente dice: “Busquen la hospitalidad”. Dice: “Busquen oportunidades para compartir su hogar y lo que tienen, para hospedar a otros, para dar a otros”, lo que era una práctica muy común en el primer siglo. La hospitalidad era extremadamente importante. Debiéramos buscar oportunidades para ayudar a otros, para compartir en las necesidades de otros.

Compartimos unos con otros. Nos regocijamos unos con otros. Vamos a saltar el versículo 14, porque lidia fundamentalmente con los que están fuera de la iglesia, y luego regresaremos a eso. Llegue al versículo 15. “Gozaos con los que se gozan y llorad con los que lloran”. Nos regocijamos unos con otros, y lloramos unos con otros. Algunos han dicho que es, probablemente, más difícil hacer lo primero que lo segundo, porque a veces tenemos una tendencia, cuando vemos el éxito de otros, de envidiar su éxito, y de vernos a nosotros mismos, muchas veces como competidores y pensar: “Oh, desearía que eso me hubiera pasado a mí”. Sin embargo, hay un lugar en la auténtica comunidad donde podemos regocijarnos realmente unos con otros, y donde los demás se gozan con nosotros cuando nosotros nos gozamos. Esa es la imagen de la iglesia.

Entonces: es llorar unos con otros y dolernos unos con otros. Muchas de las necesidades en nuestra iglesia lidian con la soledad. Es posible experimentar soledad en una iglesia de este tamaño. Nos regocijamos unos con otros. Lloramos unos con otros, porque ninguno de nosotros debería caminar solo en esta vida.

Finalmente, nos aceptamos unos a otros. Dice: “Tened el mismo sentir unos con otros, no seáis altivos en vuestro pensar, sino condescendiendo con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión”. Nos aceptamos unos a otros. No hay barreras que determinen con quién nos relacionamos, con quien caminamos en comunidad. Recuerde, la misericordia de Dios nos une, lo que es más profundo que cualquier cosa que este mundo tiene que ofrecer.

Usted tiene que proteger esto. Tenemos una peligrosa tendencia a mostrar favoritismo en la iglesia. Todos somos culpables de ello, pero tenemos una tendencia a pasar por alto a quienes no parecen tan importante como otros. Toda la imagen que pienso que debemos buscar en las Escrituras, para los grupos pequeños y para la comunidad, es que la persona más necesitada en cada grupo es digna de gran honor. Esa es la imagen del Nuevo Testamento. Nos aceptamos unos a otros, vivimos en armonía unos con otros, y vivimos en paz unos con otros.

Ahora, ¿por qué son tan importantes estas cosas? ¿Por qué necesitamos trabajar para pertenecernos unos a otros y amarnos unos a otros y cuidarnos unos a otros y honrarnos unos a otros, y animarnos unos a otros, y compartir unos con otros, y regocijarnos unos con otros, y llorar unos con otros, y aceptarnos unos a otros? Porque sabemos que eso no puede ocurrir en este salón en este momento específico. Ahora, no podemos hacer todas esas cosas en una hora juntos a la semana. Eso ni siquiera puede ocurrir en una clase bíblica. Esto es más profundo que eso. No es un evento: es compartir vida juntos.

Entonces, ¿por qué debiéramos trabajar en ese sentido? ¿Por qué debiéramos cultivar relaciones que tengan esas cosas como realidad? Además del hecho de que pienso que todos queremos esas cosas, si usted mira bien, usted amaría tener a alguien, a alguna persona que amar y cuidar, apoyar, animar, y exhortar hacia Cristo, y que se regocijase cuando usted se regocije, y llore cuando usted llore y que le acepte. Esa es la imagen.

Pase algunos capítulos hasta Romanos 15:7. Quiero que escuche el “por qué” en la Escritura que pienso que nos lleva un paso más profundo aún. Dice dos veces en tres versículos. Preste atención al “por qué” Romanos 15:5: “Y que el Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener el mismo sentir los unos para con los otros conforme a Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”. Versículo 7: “Por tanto, aceptaos los unos a los otros, como también Cristo nos aceptó para gloria de Dios”.

¿Notó las dos cláusulas de propósito allí? “Y que el Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener el mismo sentir los unos para con los otros …” Versículo 6: “…para que…” Este es el por qué: “… para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”. Es lo mismo en el versículo 7. Ustedes se aceptan unos a otros, ¿por qué? “…para gloria de Dios”. Esta es la imagen. Dios recibe gran gloria cuando las personas se reúnen, unidas en su misericordia, y se pertenecen unas a otras y se aman unas a otras, y se cuidan unas a otras, y lloran unas con otras, y se regocijan unas con otras. Dios recibe mucha más gloria en eso que en un grupo de individuos quienes caminan con Cristo y se relacionan con Cristo y no se ministran unos a otros y no lloran unos con otros y no adoran unos con otros y no cumplen juntos la misión. Dios dice: “recibo gran gloria en la unidad y diversidad de mi pueblo al reunirse y mostrar al mundo quien soy en el modo en que se relacionan unos con otros”.

Es la razón por la que Jesús lavó los pies de sus discípulos y dijo: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros”. Cuando ustedes actúan así traen gran gloria a Dios. Tiene sentido.

Podríamos sentarnos en casa mirando nuestro televisor y vivir nuestros propios pequeños mundos individuales. Podríamos tener una relación con Cristo, al menos tener la salvación, llegando al punto de la fe en Cristo, y eso sería una realidad. Sin embargo, oro para que no estemos satisfechos con eso, porque hace falta mucho esfuerzo para salir de nuestro pequeño mundo y pasar algún tiempo con personas que quizás no son como nosotros, y comenzar a llevar sus cargas, llevar sus heridas, y regocijarnos con ellos y llorar con ellos. Esto requiere trabajo, pero Dios recibe gran gloria en ese tipo de obra. Esa es la obra de la iglesia. Para eso fue diseñada la iglesia.

Todo esto está diseñado para que la alegría de la familia refleje la gloria del Padre. Cuando nos relacionamos unos con otros, como nos enseña Romanos 12, reflejamos a nuestro Padre. Cuando mostramos cómo es la comunidad juntos, entonces traemos gran gloria al Dios que hace que esa comunidad sea una realidad, al Dios que está detrás de esa comunidad. La alegría de la familia refleja la gloria del Padre.

Hace un par de semanas, mi esposa y yo estábamos viajando, y yo estaba predicando en una iglesia, en una iglesia muy conocida, y al final de nuestro tiempo íbamos a comer, a cenar. Mi esposa e hijos estaban ambos conmigo, y era muy tarde. Probablemente las 9:00 antes de sentarnos a cenar, y estábamos extremadamente preocupados por qué podría ocurrir en la cena.

Mi hijo ha adquirido la costumbre de creer que es divertido lanzar comida de vez en cuando, y ha estado viajando mucho con nosotros recientemente y, quiero decir, los niños hacen escenas terribles cuando viajan. Simplemente sucede. Entonces, habíamos viajado cinco horas en el auto. En ese mismo día, íbamos a cenar a las 9:00. Él, generalmente va a la cama a las 8:00, así que pensábamos que esta era una receta para un desastre.

Por tanto, simplemente teníamos la esperanza de que no tuviéramos una terrible experiencia esa noche en la cena. Entramos, y nos sentamos, y le pusimos en su pequeña silla para niños. El niño estaba tranquilo como un ángel. Se sentó allí mirando a todos alrededor de la mesa, el pastor y su esposa y algunos miembros del personal y sus esposas, y llegó el momento de orar. Antes de que pudieran decir algo, él puso sus manos juntas, y todos alrededor de la mesa le estaban mirando. Fue grandioso.

Miramos al hombre que estaba a punto de orar, este miembro del personal, y él como que cabeceó como inclinando la cabeza, y luego oró. Mi esposa comenzó a darle su comida, y él no la lanzada a todas partes. Estaba comiendo con una sonrisa en su rostro, y él sabe el idioma de señas de un bebé, y por eso, estaba haciendo todas estas señales perfectas. No estaba gritando cuando quería más. Estaba usando el lenguaje de señas para decirlo. Es decir, era algo irreal.

Terminamos la comida, e hizo la pequeña señal de que había terminado, y todos, quiero decir, todos estaban mirando alrededor del salón y mi esposa y yo estábamos simplemente resplandecientes. Regresamos esa noche al hotel, y solo nos dábamos golpecitos en la espalda, uno al otro, como ahora. Ahora, quiero decir, él ha tenido otras escenas terribles después de eso, pero ya compensó suficiente como para que le permitamos tener unas pocas escenas terribles. La alegría de la familia refleja la gloria del Padre. Es bueno que un padre vea a su familia operando unos con los otros y amándose unos a otros y cuidando unos a otros. Esto es muy importante para nuestro Padre. Es extremadamente importante para nuestro Padre, y queremos que Él reciba la mayor gloria en todo el mundo, y es por eso que nos pertenecemos unos a otros, y nos amamos unos a otros, y nos cuidamos unos a otros, y nos honramos unos a otros, y compartimos unos con otros, y lloramos unos con otros, y nos aceptamos unos a otros. Trabajaremos para eso, para Su gran gloria. Somos una familia moldeada por la misericordia

Estamos en una misión de entregar misericordia.

Ahora, si eso es lo que es la iglesia, ¿no quisiera estar casado con la iglesia? ¿No quiere ser parte de esa familia? Sí. Esto hace que Cristo sea atractivo, y esa es la meta de la iglesia, y necesitamos obrar para eso. Somos adoradores guiados por la misericordia, y somos una familia moldeada por la misericordia. Estamos en una misión de entregar misericordia. Es aquí donde comenzamos a ver cómo se relaciona la misericordia con quienes están en el mundo.

El versículo 14 y los versículos 17-21 realmente enfatizan esto. La imagen es que ambos hablan sobre cómo nos relacionamos con quienes nos persiguen. Los cristianos del primer siglo estaban enfrentando la persecución. La persecución no era una posibilidad; la persecución era una realidad para muchos de ellos. Ellos sabían cómo era enfrentar a las personas que querían matarles, quienes querían encarcelarles.

Entonces, ¿cómo responde usted a eso? Usted ve palabras como: “Bendecid a los que os persiguen”. “bendecid, y no maldigáis”. Es lo mismo que escuchamos de Jesús. Si usted mira en la literatura griega en el primer siglo, no ve este tipo de mandamientos. En el mundo griego o judío, esto era algo revolucionario. ¿Bendeciría usted a quienes le persiguen? ¿Los amaría usted? ¿Se esforzaría en vivir en paz con ellos? La idea es: busquen hacer lo bueno delante de todos los hombres.

Ahora, eso no significa que todos afuera estén determinando qué es bueno, y que usted trate de hacer lo que es bueno a los ojos de todos ellos. En lugar de eso, aquí hay una imagen de qué es correcto. Es algo moralmente correcto y hermoso, y usted se entrega a ello delante de todos, incluso cuando es difícil, incluso cuando pueda costarle mucho. ¿Cómo lo hace? ¿Cómo vive con ese tipo de misión de entregar misericordia?

Hay dos características de Dios que afectan esto. Primero que todo, confiamos en la justicia de Dios. Todos hemos sido agraviados. Todos hemos sido agraviados, y estoy suponiendo que la mayoría hemos sido agraviados de un modo que realmente duele, y en un modo en que la persona que nos agravió no vino a disculparse con nosotros ni vino a enmendarse. Como resultado, todos conocemos el sentimiento de que una herida se profundice en nosotros.

Si somos realmente honestos, sabemos cómo es dejar que una herida penetre en nosotros porque existe esta injusticia que está ocurriendo allá afuera, y hemos sido agraviados. Lo que nos irrita, lo que nos vuelve locos, es que nada se hace al respecto, y por eso somos consumidos por este deseo. Reproducimos la historia o la situación, o la circunstancia en nuestra cabeza una y otra vez.

Lo que Pablo está diciendo es que esa será una realidad para ustedes en este mundo. Él asume que ellos enfrentarán el conflicto en este mundo, mientras comparten el evangelio. Es la imagen de todo el Nuevo Testamento. Es un recordatorio para nosotros hoy: Si vamos a hacer que el evangelio sea conocido en todo el mundo, habrá conflicto.

Él dice: “No lidien con eso diciendo: ‘voy a hacer justicia por mis propias manos'”. Dice: “No lidien con eso diciendo: ‘Bien, supongo que no es algo importante'”, porque es algo importante. La justicia es algo grande para Dios. No obstante, lidien con eso diciendo: “Dios, voy a confiar en Tu justicia. Sé que hay modos en el mundo donde Tú muestras Tu justicia, y hay modos en el mundo donde Tú no muestras visiblemente Tu justicia, pero sé que habrá un día en que todo será declarado justo y correcto, y voy a confiar en eso'”. En ese punto, usted es liberado. No lo pase por alto. En ese punto, ustedes son liberados para amar a quienes les persiguen, y para bendecirles.

Él incluso dice, y esto es algo realmente confuso, pero él cita el Antiguo Testamento aquí y dice: “Pero si tu enemigo tiene hambre, dale de comer;  y si tiene sed, dale de beber, porque haciendo esto, carbones encendidos amontonaras sobre su cabeza”. Bien, eso no suena muy bien. Es algo confuso. ¿Estamos diciendo que necesitamos darles el agua y la comida para que esos carbones encendidos estén sobre su cabeza? ¿Qué significa eso?

Bien, hay un gran paralelo para esto, allá en Romanos 2:4, porque este es el carácter de Dios. Ahora, no pase esto por alto. Sígame. Romanos 2:4 dice: “¿Y piensas esto […], que escaparás al juicio de Dios?” Y el juicio de Dios… Escuche. “… ¿O tienes en poco las riquezas de su bondad, tolerancia y paciencia, ignorando que la bondad de Dios te guía al arrepentimiento?”. En otras palabras, él dice a quienes son pecadores, en Romanos 2, lo que nos incluye a todos, es: “Dios les muestra bondad. Él derrama bondad sobre ustedes para guiarles al arrepentimiento. El propósito de Su bondad es traerles al arrepentimiento”. Sin embargo, entonces, en el próximo versículo, dice: “Mas por causa de tu terquedad y de tu corazón no arrepentido, estás acumulando ira para ti en el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios”.

Lo que está diciendo es: “La bondad de Dios fue derramada sobre ustedes para el propósito del arrepentimiento. Sin embargo, si usted no se arrepiente, entonces será mucho peor en el día de la justicia, porque se le habrá mostrado tanta misericordia y usted no habrá sido recíproco a ella”. Por tanto, dice: “No tomen a la ligera la misericordia de Dios. Es derramada sobre ustedes para que ustedes puedan arrepentirse”. Esa es la imagen.

Por tanto, lo que está diciendo es: “Ustedes hacen lo mismo que Dios. Derraman bondad. Bendicen a quienes les persiguen”. Lo dice muy claramente en el versículo 14. “Usted entrega su vida por la de ellos”. Al obrar así, esperamos que vengan al arrepentimiento. Si no lo hacen, entonces habrán pasado por alto el devolver a Dios la bondad que Él ha mostrado hacia ellos. Usted puede confiar en la justicia de Dios en ese sentido.

Si confía en Su justicia, entonces triunfará con el amor de Dios. Usted no vence al mal, a este tipo de injusticia que le ha sido hecha, al devolver mal. Si ese es el caso, entonces usted dejaría que triunfara el mal. Usted no vencerá el mal con mal. Vencerá el mal con bien. Amará y se preocupará por los demás. Esta es la imagen del mismo Jesucristo. Les recuerdo, seguimos a Quien murió por sus enemigos.

Este es el tipo de misericordia radical que Dios desea que tengamos. Hay ejemplos de eso en toda la historia cristiana. Permítanme darles uno reciente. Solo hace unos pocos años, Graham Staines y sus dos hijos, Phillip y Timothy, de diez y seis años de edad, fueron rodeados por una turba, en la India, de hindúes radicales; estaban atrapados dentro de su vehículo, y su auto fue incendiado. Los tres murieron en medio del auto.

Graham Staines habían pasado 34 años sirviendo al pueblo de la India. Él era director de una misión a los leprosos allí. Atrás dejó a su esposa Gladys e hija Esther. Quiero que ustedes escuchen la respuesta de Gladys que apareció en cada periódico indio. Dijo: “Solo tengo un mensaje para el pueblo de la India. No estoy amargada, ni enojada. Pero tengo un gran deseo: Que cada ciudadano de este país pueda establecer una relación interpersonal con Jesucristo quien dio Su vida por sus pecados. Que todos quememos el odio y esparzamos la llama del amor de Cristo”. Todos pensaron que ella se mudaría de vuelta a Australia, pero no lo hizo, Dios los había llamado a la India. Dijo: “Mi esposo e hijos han sacrificado sus vidas por esta nación. La India es mi hogar. Estaré aquí y continuaré sirviendo a los necesitados”.

Entonces, quizás, lo más increíble de todo provino de la hija de Graham Staines, Esther, a quien le preguntaron cómo se sentía en relación a lo ocurrido a su papá. La muchacha de 13 años dijo: “Alabo al Señor por que encontró a mi padre digno de morir por Él”. Usted solo puede decir eso cuando confía en la justicia de Dios, y vive para triunfar con el amor de Dios.

Así que esta es la clave, iglesia. Esta es la clave para nosotros, porque según nos relacionemos unos con otros, así será el efecto directo en el modo en que nos relacionemos con el mundo, y lo que quiero decir es esto: ¿Cómo nosotros, como iglesia, estaremos firmes en los lugares más difíciles a alcanzar en este mundo, con personas que son deliberadamente anti-cristianas y quienes no nos quieren allí, si no podemos perdonarnos unos a otros? ¿Cómo les amaremos si no podemos amarnos unos a otros? ¿Cómo les cuidaremos si no podemos cuidarnos unos a otros?

Nuestro cuidado de Él tiene el propósito de ser para las naciones, y es por eso que trabajaremos por una comunidad sólida, verdadera, auténtica, cuidadora, bíblica, porque queremos que los que más endurecidos están contra Cristo vean Su gran misericordia hacia nosotros. Es por eso que vale la pena. Somos adoradores guiados por la misericordia, y somos una familia moldeada por la misericordia, y estamos en una misión para entregar misericordia. Es por eso que hacemos grupos pequeños.

Dios, haznos una iglesia al estilo de Romanos 12. Oremos juntos.

David Platt

David Platt sirve como pastor en el área metropolitana de Washington, D.C. Es el fundador de Radical.

David recibió su doctorado del Seminario Teológico Bautista de New Orleans y es el autor de Don’t Hold Back [No te quedes donde estás], Radical, Sígueme, Contracultura, Algo tiene que cambiar, Before You Vote [Antes de votar], así como los varios volúmenes de la serie Christ-Centered Exposition Commentary [Comentario Expositivo centrado en Cristo]. 

Vive junto con su esposa e hijos en el área metropolitana de Washington, D.C.

LESS THAN 1% OF ALL MONEY GIVEN TO MISSIONS GOES TO UNREACHED PEOPLE AND PLACES.

That means that the people with the most urgent spiritual and physical needs on the planet are receiving the least amount of support. Together we can change that!