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¿Cómo lucho contra el pecado?

Durante los últimos seis años, he servido en el ministerio con estudiantes de secundaria y universitarios. En todo este tiempo, he caminado con estudiantes que buscan la santidad personal y luchan contra el pecado en sus vidas. Y hace un año, un amigo y yo decidimos ambiciosamente memorizar el libro de Santiago. En el transcurso de seis meses lo habíamos logrado.

Dentro de las primeras semanas, nos encontramos con el versículo quince, capítulo uno. En este versículo, Santiago escribe: “Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte”. Habiendo crecido en la iglesia, estas palabras no eran nuevas para mí, sin embargo mientras las memorizaba, me vi obligado a detenerme y pensar sobre esta progresión. La pasión lleva al pecado y el pecado produce la muerte.

Mientras pensaba sobre este versículo, reflexionaba sobre la manera en que había respondido al pecado en mi vida. Usualmente, caería en el pecado y respondería recurriendo a Dios, confesando mi pecado con aquellas personas con quienes había adquirido la responsabilidad de rendirles cuentas, y comprometiéndome a esforzarme más. Sin duda, esta estrategia es más reactiva y no lo suficientemente proactiva.

Definiendo la santidad personal

Cuando hablo de santidad personal, me refiero al deseo activo de luchar contra el pecado en nuestras vidas. El pecado es prevalente en nuestras vidas y debemos luchar contra él teniendo en mente que Cristo ha comprado nuestra salvación. Mi deseo es amar tanto a Cristo que haga sentir amargo mi pecado.

Mi deseo es amar tanto a Cristo que haga sentir amargo mi pecado.

La santidad personal no está circunscrita a evitar las acciones pecaminosas. La santidad personal es alegrarnos en el Creador más que en las cosas creadas, nosotros incluidos. Creo que la raíz de todos nuestros pecados es la incredulidad. Cuando pecamos, no estamos creyendo que él es suficiente.  Eso no es poca cosa, y no deberíamos sentirnos satisfechos sin haberlo resuelto.

Un plan de tres pasos para luchar contra el pecado

Con demasiada frecuencia, no reconocemos el peso de nuestra lucha contra el pecado. Para vencer el pecado en tu vida, necesitas tener un plan. A continuación, te presento el plan de tres pasos que uso mientras trato de obedecer a Dios en la manera en que vivo.

Prepárate para luchar contra el pecado

“Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte” (Santiago 1:15).

Para experimentar la victoria sobre el pecado se debe iniciar con la preparación. He encontrado que la mejor manera para prepararme para la lucha que tengo por delante es recordar porqué he escogido someterme a Dios en lugar de someterme a las tentaciones que se presentan. Esto empieza con tener una idea clara de la devastación que trae el pecado e incluye cualquier medida preventiva para evitarlo. Para mí, esto implica iniciar mi día con la Palabra y con oración, así como formar parte de un grupo con el cual haya adquirido la responsabilidad de entregarle cuentas.

Sométete a Dios

“Por tanto, sométanse a Dios. Resistan, pues, el diablo y huirá de ustedes. Acérquense a Dios, y Él se acercará a ustedes. Limpien sus manos, pecadores; y ustedes de doble ánimo, purifiquen sus corazones” (Santiago 4:7-8).

Para vencer las tentaciones de la carne, debemos buscar a Dios en oración, comunicarme un compañero de rendición de cuentas y quitar los obstáculos.

Para vencer las tentaciones de la carne, debemos buscar a Dios en oración, enviar un mensaje de texto a alguno del grupo con quien soy responsable de rendir cuentas y quitar los obstáculos. Cuando buscamos a Dios en oración, confiamos en que él nos da la fortaleza para vencer las tentaciones. Exponemos la oscuridad y hacemos partícipes de la situación a otros hermanos en la fe cuando enviamos ese mensaje de texto. Cuando quitamos los obstáculos, nos alejamos de aquellas situaciones que pueden llevarnos a caer en la tentación.

En sus Confesiones, Agustín de Hipona escribe:

“Buscaba entonces el camino de adquirir aquella robustez que es necesaria para gozar de Vos, y no podía hallarle hasta que me abrazase con Jesucristo, mediador entre Dios y los hombres”.

Podemos esforzarnos cada vez más para vencer nuestro pecado, pero si lo hacemos sin abrazar a Jesucristo caeremos una y otra vez. Para vencer la tentación, no debemos descansar en nuestras propias fuerzas, sino en las del Espíritu de Dios que vive en nosotros.

Podemos esforzarnos cada vez más para vencer nuestro pecado, pero si lo hacemos sin abrazar a Jesucristo caeremos una y otra vez.

Comparte con otros

“Por tanto, confiésense sus pecados unos a otros, y oren unos por otros para que sean sanados. La oración eficaz del justo puede lograr mucho” (Santiago 5:16).

Luchar a favor de la santidad personal debe incluir el compartir el resultado con otros. Cada vez que te visita la tentación, tienes la oportunidad de confesar tus derrotas y celebrar tus victorias con quienes has adquirido la responsabilidad de entregar cuentas.

Cuando caemos en la tentación, tenemos la oportunidad de mostrarnos vulnerables ante otros y de orar con otros. Ten en mente que la sanidad viene cuando confesamos nuestros pecados unos a otros. No confesamos los pecados solo para sentirnos mejor sino para cambiar.

Cuando nosotros, mediante el poder del Espíritu de Dios en nosotros, vencemos la tentación, deberíamos celebrar las victorias con otros. Con solo compartir la obra de santificación que Dios está efectuando en tu vida, puedes animar a otros a hacer lo mismo en su lucha contra el pecado.

Cole Shiflet

Cole Shiflet es el coordinador de contenido en Radical. Es miembro de la iglesia Redeemer Community Church y actualmente esta cursando una maestría en divinidades en la Escuela de Divinidad Beeson en Birmingham, Alabama.

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