Debemos orar por amor, humildad, obediencia y santidad en nuestros líderes. El liderazgo en el Reino requiere a Cristo en los líderes del Reino. En este mensaje sobre Números 20:1–13, el Pastor David Platt nos recuerda que debemos poner nuestra confianza en el plan de Dios.
- Una compasión radical por el pueblo de Dios.
- Una sumisión radical a la gloria de Dios.
- Una confianza radical en el plan de Dios.
- Una responsabilidad radical por la reputación de Dios.
Números 20:1-13
Bueno, si tiene una Biblia, y espero que así sea, permítame invitarle a abrir conmigo Números 20. Al comienzo del Antiguo Testamento. Génesis, Éxodo, Levítico, y el cuarto libro es Números. En los sermones anteriores, vimos el pecado en el campamento del pueblo de Israel cuando ellos construían un becerro dorado y se inclinaban para adorar a un ídolo en lugar de Dios, justo después de ser liberados de la esclavitud en Egipto. Ellos adoraban al becerro dorado, y por ello vimos los efectos desastrosos del pecado en el campamento. Y entonces, en Josué 7, vimos los efectos del pecado en un hombre, Acán, por aferrarse a ciertas cosas que lo tentaban, y el efecto de ese pecado en todo el pueblo de Dios.
Y llegamos a Números 20, donde vemos el pecado en el campamento de la mano de la persona que menos lo esperaríamos en el pueblo de Israel. Vamos a ver al hombre que Dios convocó para sacar al pueblo de Israel de Egipto; que se paró frente al faraón con el poder de Dios; que guió al pueblo de Dios a través del Mar Rojo; que tuvo el privilegio de reunirse con Dios en la montaña y recibir la ley de Dios y transmitirla a su pueblo; el hombre que Éxodo 33 dice que se encuentra con Dios cara a cara como un hombre que habla con su amigo. Vamos a ver a Moisés con el pecado en su campamento. Estoy convencido de que este es uno de los capítulos más tristes del Antiguo Testamento, en realidad de todas las Escrituras, y nosotros necesitamos esa enseñanza hoy.
Las dos iglesias que tuvieron mayor impacto en mi vida, esta iglesia y la iglesia en la que crecí, ambas parecen haber experimentado de primera mano los efectos del pecado en campamento de sus líderes. Y lo que dijo un hombre llamado Marshall Shelley es verdad. Dijo: “Cuando los líderes de la iglesia caen, pueden herir a muchos creyentes.” Y es cierto. Tristemente, no creo que la iglesia en la que crecí o esta iglesia sean una anomalía en nuestra cultura. Vivimos hoy en una cultura de la iglesia en donde los pastores y los líderes de la iglesia se caracterizan por el pecado sexual, la corrupción financiera y la arrogancia.
La espiritualidad está separada de los líderes de la iglesia
Y desde que soy pastor aquí, estoy más convencido que nunca de que la espiritualidad está separada de los líderes de la iglesia. Y no solo en la iglesia como un todo, sino también en esta iglesia. Señoras y señores, la realidad es que ha habido pecado en el campamento del liderazgo de esta iglesia. Quiero que veamos Números 20, y mi objetivo no es predicar sobre los líderes del pasado o sobre esta persona o aquella. Mi objetivo es ver Números 20, y primero que nada predicarme a mí mismo, y después a cada líder en esta iglesia, a cada líder en cualquier responsabilidad en esta iglesia, pero también a cada líder potencial en esta iglesia. Este es uno de esos textos en los que, a medida que fui estudiándolo esta semana, pensaba una y otra vez: “Desearía que alguien me hubiera enseñado este texto cuando Dios me llamó al ministerio.” Por eso este mensaje es para cada líder y para cada líder potencial, y no solo en esta iglesia, sino que va para cada líder y cada líder potencial que nos escucha en línea o por transmisión. La realidad es que es tiempo de que la Iglesia de Jesucristo se levante e identifique el pecado en el campamento de sus líderes.
Y no hay duda, estos mensajes del pecado en el campamento son difíciles de predicar porque apuntan primeramente a mí mismo. Ian Bounds lo dijo mejor. Dijo: “Mientras la iglesia está buscando mejores métodos, Dios está buscando mejores hombres. Lo que la iglesia necesita hoy no es más y mejor maquinaria, no son nuevas organizaciones o más métodos novedosos, sino hombres que el Espíritu Santo pueda usar”. No nos asombremos si no hemos experimentado aún la abundancia de la bendición y la presencia de Dios en esta iglesia, cuando hemos crecido tan contentos y tan cómodos y deseosos de pecado en el liderazgo de la iglesia.
Por eso quiero que nos sumerjamos, y si ya está pensando: “No soy un líder en esta iglesia así que es bueno que este sermón no se aplique para mí”, quiero recordarle que cada persona en esta iglesia es afectada por sus líderes. Es algo bíblico. Así es como Dios lo ha establecido. Efesios 4 dice que Él entregó a los líderes de la iglesia como un regalo. Hebreos 13 dice: “Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos, porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta”, Hebreos 13:17, es un versículo increíblemente humilde. Dice: “Obedezcan a sus líderes, porque ellos darán cuenta por la forma en la que velan por sus almas.”
Y no hay duda de que el liderazgo en la iglesia afecta a todos en ella. Ian Bounds explicó: “La iglesia de Dios hace a sus líderes o es hecha por ellos. Y lo que sea que los haga o sea hecho por ellos, será lo que ellos sean. Una iglesia rara vez se rebela en contra de la religión de sus líderes o se sobrepone a ella.” Esta es una cita acusadora. Antes de convertirme en pastor había escuchado que la iglesia será como su pastor o que una iglesia nunca irá más lejos de lo que su pastor esté dispuesto a ir espiritualmente. Era algo que se escuchaba en aquel entonces. Y también debe escucharse ahora, para que los ancianos, los pastores, los miembros del personal, los líderes de pequeños grupos, los líderes de la Iglesia de Brook Hills se den cuenta de que la iglesia no se sobrepondrá a la religión de sus líderes.
Estoy suponiendo que aquí incluso hay personas que no son seguidoras de Cristo, y que no podrían llamarse a sí mismos parte de la iglesia. Pero también usted, quiero que vea por qué creo que Números 20 es tan importante. Ya que estoy convencido de que hay muchas personas en nuestra cultura que han tenido un difícil crecimiento hacia Cristo por lo que han visto en las vidas de los líderes de la iglesia. Siento muchísimo eso. Y espero que ya sea usted o no un seguidor de Cristo, vea la importancia de Números 20 en la iglesia.
El Liderazgo del Reino Requiere…
Por ello, vamos a sumergirnos en esta imagen de pecado en el campamento de Moisés y vamos a ver algunas características y requerimientos para el liderazgo en el reino de Dios. Y con cada uno de ellas, quiero que veamos las formas en que podemos orar por los líderes. Es algo bíblico. Es algo que se hace en el Nuevo Testamento.
Hebreos 13:18, justo después de ese versículo que mencionamos hace unos segundos, el autor de Hebreos dice: “Orad por nosotros”. Pablo, en el Nuevo Testamento dice: “Oren por mí. Oren por nosotros.” La iglesia tiene la responsabilidad bíblica de orar por sus líderes. Así que, ¿cómo ora usted por los líderes de la iglesia? Eso es parte de lo que quiero hacer basado en Números 20, rogarle que ore por mí y que ore por los líderes de esta iglesia.
Veamos estos requerimientos, estas características del liderazgo del reino y después, veamos cómo afecta la forma en la que oramos por los líderes de la iglesia. Números 20:1, vea conmigo una de las imágenes más tristes de todas las Escrituras, versículo 1.
Números 20:1
“Los hijos de Israel, toda la congregación, llegaron al desierto de Zin en el mes primero; y el pueblo se quedó en Cades. Allí murió Miriam y allí la sepultaron.
Y no había agua para la congregación; y se juntaron contra Moisés y Aarón. El pueblo contendió con Moisés y le habló, diciendo: ¡Ojalá hubiéramos perecido cuando nuestros hermanos murieron delante del Señor! ¿Por qué, pues, has traído al pueblo del Señor a este desierto, para que nosotros y nuestros animales muramos aquí? ¿Y por qué nos hiciste subir de Egipto, para traernos a este miserable lugar? No es lugar de sementeras, ni de higueras, ni de viñas, ni de granados, ni aun hay agua para beber.
Entonces Moisés y Aarón fueron de delante de la asamblea a la puerta de la tienda de reunión, y se postraron sobre sus rostros; y se les apareció la gloria del Señor. Y habló el Señor a Moisés, diciendo: Toma la vara y reúne a la congregación, tú y tu hermano Aarón, y hablad a la peña a la vista de ellos, para que la peña dé su agua. Así sacarás para ellos agua de la peña, y beban la congregación y sus animales.
Tomó Moisés la vara de la presencia del Señor, tal como Él se lo había ordenado; y Moisés y Aarón reunieron al pueblo ante la peña. Y él les dijo: Oíd, ahora, rebeldes. ¿Sacaremos agua de esta peña para vosotros? Entonces Moisés levantó su mano y golpeó la peña dos veces con su vara, y brotó agua en abundancia, y bebió el pueblo y sus animales.
Y el Señor dijo a Moisés y a Aarón: Porque vosotros no me creísteis a fin de tratarme como santo ante los ojos de los hijos de Israel, por tanto no conduciréis a este pueblo a la tierra que les he dado.
Aquellas fueron las aguas de Meriba porque los hijos de Israel contendieron con el Señor, y El manifestó su santidad entre ellos. (Números 20:1-13).
A fin de entender lo que está pasando aquí, veamos el contexto. Tenemos que entender que aproximadamente 40 años antes de Números 20, el pueblo de Dios se encontraba exactamente en el mismo lugar, un lugar llamado Cades, y ellos fueron allá al ser liberados de la esclavitud en Egipto, al borde de la Tierra Prometida. Y Dios los llevó a esta tierra y dijo: “Voy a entregarles esta tierra a ustedes”. Una tierra rica en leche y miel, todo lo que usted pudiera imaginar.
Y así, enviaron a 12 espías para explorar la tierra. Estos 12 espías regresaron y comenzaron a hablar de cuán difícil es llegar allá. Comenzaron a hablar sobre cómo no necesitan confiar en Dios e ir a esa tierra. Y la multitud se levanta y dice: “No necesitamos ir.” Todos los espías dicen eso excepto dos de ellos: Josué y Caleb. Así Josué y Caleb se levantan y dicen: “Necesitamos creer a Dios con Su Palabra e ir a tomar esta tierra”, y fueron ahogados por la multitud que decía: “No queremos ir a esa tierra, no queremos confiar en Dios”. Y así, se rebelaron. Y ese día en Cades, Dios dijo a Su pueblo: “Toda una generación va a vagar en este desierto. Voy a llevar a Mi pueblo a la Tierra Prometida, pero a nadie de esta generación, con la excepción de Josué y Caleb, que irán a la Tierra Prometida.”
La Tierra Prometid
Y así fueron apartados de la Tierra Prometida. Y por 40 años, vagaron por el desierto. Regresaron al mismo lugar después de tanto vagar. Y aquí están, contendiendo nuevamente, quejándose nuevamente. Esta es como la rutina del pueblo de Israel. Habían hecho exactamente lo mismo en Éxodo 17, mucho tiempo antes, cuando no tenían agua, habían discutido y se habían quejado y Dios les había provisto agua de una roca.
Y aun así se están quejando. Y Moisés y Aarón van corriendo al Señor, y ellos se postran ante Él y Dios dice: “Esto es lo que harán”. En Éxodo 17, Él había dicho: “Golpea la peña y saldrá agua.” En esta ocasión, dice: “Háblale a la peña y saldrá agua. Toma la vara, pero no golpees la peña con ella esta vez. Solo toma la vara y háblale.” Entonces ellos van ante el pueblo de Dios, dice en el versículo 9: “Tomó Moisés la vara de la presencia del Señor, tal como Él se lo había ordenado”. Pero en el versículo 10 las cosas se tuercen. Y en este punto comenzamos a ver el pecado por un breve momento en la vida de Moisés, pero que afecta toda su vida a partir de entonces.
Una Compasión Radical por el Pueblo de Dios
Y quiero que usted vea cuatro requerimientos del liderazgo del reino que comienzan a emerger de Números 20. Y el primero es: el liderazgo del reino requiere una compasión radical por el pueblo de Dios. Cuando usted llega al versículo 10, dice: “Moisés y Aarón reunieron al pueblo ante la peña. Y él les dijo:”, escuche la ira, la impaciencia en la voz de Moisés. Dijo: “Oíd, ahora, rebeldes. ¿Sacaremos agua de esta peña para vosotros?”
Moisés no estaba haciendo bien. Versículo 1: Miriam había muerto, las cosas no estaban yendo como Moisés había planeado. Y de repente, estas personas empiezan a quejarse de nuevo, y a decir: “¡Ojalá hubiéramos perecido cuando nuestros hermanos murieron delante del Señor!”. En este punto Moisés está comprensiblemente molesto. Y creo que Moisés pensaba, “Saben, si ustedes desearían haber muerto, no me importaría que así fuera”.
¿Y qué dice Dios?
Entonces va ante el Señor. ¿Y qué dice Dios? Dios dice: “Dales agua. Voy a proveer agua de esta forma”. Moisés se para ante el pueblo, y es como si no se hubiera reunido con Dios. Sale ante el pueblo y comienza a hablarles severamente. Salmos 106:33 habla sobre esto, habla sobre este momento, habla sobre cómo el pueblo de Dios se rebela contra el Espíritu de Dios, y sobre las palabras impulsivas que salen de los labios de Moisés. Y es en este momento, en Números 20, en el que vemos la tensión que existe en el liderazgo espiritual, en el liderazgo del reino.
A lo largo de las Escrituras, en la vida de cualquier líder, hay una tensión entre la santa indignación y el pecado. Es así. Es completamente correcto sentir indignación contra el pecado, y expresarse fuertemente en su contra. Lo vemos por todo el Antiguo Testamento. Los profetas hablando temerariamente, incluso peligrosamente contra el pecado. Los líderes de la iglesia del Nuevo Testamento hablan temerariamente, peligrosamente contra el pecado. Es correcto expresarse en contra del pecado, y considero que esta es un área donde estamos fallando en el liderazgo del reino hoy. Nos faltan agallas al referirnos al pecado por lo que es.
Sin embargo esa santa indignación contra el pecado está asociada, en el liderazgo del reino, con una santa compasión por aquellos que pecan, con una santa compasión por los pecadores. Y vemos esta tensión aquí, incluso en el carácter de Dios. El pueblo se está rebelando en contra de Dios. Y hemos visto, especialmente en los últimos dos sermones, cómo Dios responde al pecado, y al mismo tiempo, su pueblo está diciendo: “Preferiríamos morir que estar donde el Señor nos ha traído”. Moisés y Aarón fueron ante Él y ¿qué dijo Dios? Dijo: “Denles agua.” ¡Asombrosa misericordia!
Esta es la imagen que vemos de Dios a través de las Escrituras. Vemos Su bondad y Su severidad lado a lado. Vemos Su misericordia y Su ira. Este es el carácter de Dios. Y debe ser reflejado en aquellos que lideran a Su pueblo y son Sus representantes. Esta es la imagen de Jesús en el Nuevo Testamento. Vean Su santa indignación contra el pecado. Véanlo diciendo a los maestros de la ley: “¡Ay de ustedes!”, Él habla vehementemente en contra de los maestros de la ley, de los fariseos, por su hipocresía. Al mismo tiempo, Lucas 19 nos muestra una imagen de Jesús yendo a la montaña y mirando hacia la ciudad de Jerusalén justo antes de ser crucificado. Dice que miró a la ciudad, la misma ciudad que estaba llena de hipócritas que estaban a punto de crucificarlo y Lucas 19:41 dice: “Cuando se acercó, al ver la ciudad, lloró sobre ella”. Entonces, existe esta tensión entre el odio por el pecado y las lágrimas por quienes están en pecado.
Esa es una tensión existente en el liderazgo del reino y que debe ser mantenida. En Números 20 vemos a Moisés tomando las cosas en sus manos en santa indignación contra el pecado. Y esto es un recordatorio para nosotros. Ha sido un recordatorio para mí, especialmente después de este último par de sermones que hemos estado viendo y en los que hemos estado hablando sobre la ira de Dios contra el pecado. Es un recordatorio para mí de que no tiene sentido hablar, predicar sobre la ira de Dios contra el pecado y dejar de salir durante la semana y ensuciarnos las manos sirviendo a aquellos que están bajo Su ira. No tiene sentido en lo absoluto que veamos la ira de Dios contra el pecado en las Escrituras y no corramos tan rápido como podamos a las naciones, a las millones de personas que no han escuchado siquiera el nombre de Jesús y les contemos sobre Cristo y sobre la salvación del pecado. Estos son principios que van juntos.
Por eso vemos que el liderazgo del reino requiere una compasión radical por el pueblo de Dios, y quiero alentarle a usted y a la iglesia, a que cuando ore por los líderes de la iglesia, cuando ore por su pastor, sus ancianos, sus líderes, ore por el amor en ellos. Ore por el amor auténtico, piadoso y bíblico. Ore por el amor a Dios, un amor auténtico a Dios que odia el pecado, pero ore por el amor a las personas, y ore por el amor a aquellos que están perdidos, aquellos que no conocen a Cristo. Ore por los líderes que odian el pecado y que lloran por la condición de aquellos que están en pecado. Ore por los líderes que son temerarios, pero que tienen el corazón destrozado. Por el coraje en sus líderes, pero por un coraje contrito. Ore por el amor y por todo lo que conlleva. Ore por la gentileza, por la benevolencia, por la paciencia de sus líderes. El liderazgo del reino requiere una compasión radical por el pueblo de Dios.
Una Sumisión Radical a la Gloria de Dios
Segundo, el liderazgo del reino requiere una sumisión radical a la gloria de Dios. Regresemos al versículo 10 y escuchemos las palabras de Moisés: “Oíd, ahora, rebeldes. ¿Sacaremos agua de esta peña para vosotros?” ¿Escuchó esta declaración? ¡Qué declaración! Moisés, ¿quién te crees que eres? “¿Sacaremos agua de esta peña para vosotros?”
Ahora, en este momento, recuerdo estar sentado en el seminario de mi clase de arqueología, lo que no suena como una aventura emocionante. Pero realmente lo es, porque los mundos bíblicos comienzan a cobrar vida. Y textos como estos cobran vida. Recuerdo dónde estaba sentado cuando el profesor abrió Números 20 en la clase. Y dijo: “Quiero que vean esto conmigo”. Comenzó a hablar sobre cómo se conoce que hay acuíferos bajo la superficie del estrato de la Península Sinaí, de la que se habla aquí.
Por lo tanto hay recursos hidráulicos subterráneos escondidos bajo la capa rocosa. Así cuando la roca es golpeada o sacudida, el agua comienza a fluir aparentemente de la roca. Esto es exactamente lo que Dios hizo en Éxodo 17. Moisés golpeó la roca y el agua comenzó a fluir. Por eso no puede asombrarse de que, cuando llega a Números 20, y Dios comienza a hablar sobre sacar agua de la roca, Moisés comience a pensar: “Sé como se hace eso”.
Y Dios le Dice: “Moisés, háblale a la peña” ¿Y qué hace él? Va y coge su vara y golpea la roca un par de veces hasta que al agua comienza a salir. Y no lo pase por alto, esta es la sutil tentación de todo líder espiritual: hacer el trabajo de Dios de forma que atraiga la atención hacia sí mismo. Hacer el trabajo de Dios de forma que desvíe la atención de Dios, “¿Sacaremos agua de esta peña para vosotros?” Como si fueran Moisés y Aarón los que sacaran el agua de la roca. Como si Moisés y Dios fueran los que sacaran el agua de la roca. Fue Dios y solo Dios quien sacó el agua de la roca para Su pueblo.
Esta imagen de liderazgo del reino es prevalente. Está por todas las Escrituras. Dios ha designado el liderazgo entre Su pueblo para que Su fuerza y Su gloria y Su poder sean siempre visibles. Por eso es que Él llama a aquellos cuya debilidad es evidente, porque Él obtiene gloria al proveer fuerza en la debilidad, poder en la debilidad.
Orar por la humildad de sus líderes
Y la realidad es que siempre que un líder del reino haga la obra de Dios y no apunte hacia la gloria de Dios, ese líder está pecando. Siempre que un líder del pueblo de Dios haga la obra de Dios sin señalar hacia la gloria de Dios, ese líder está pecando. Así que animo a esta iglesia a orar por la humildad de sus líderes.
Esta es la lucha de cada líder espiritual. Cada líder del reino lucha con la sumisión radical a la gloria de Dios. Moisés lo está haciendo en Números 20, en solo ocho capítulos anteriores, en Números 12:3, se dice que Moisés es el hombre más humilde en la faz de la tierra. Eso es lo que dice. Moisés fue el hombre más humilde en la faz de la tierra, en Números 12:3.
Ocho capítulos después, Moisés está atrayendo la atención hacia sí mismo haciendo la obra de Dios a su forma. ¿Ve la lucha aquí, la tensión? Y seré honesto, esta es mi lucha también. El versículo de mi vida es Juan 3:30, y lo es porque lucho mucho con él.
Es Juan el Bautista, y Juan 3:30, y dice sobre Jesús: “Es necesario que El crezca, y que yo disminuya.” ¡Qué declaración! Jesús debe crecer. Yo debo disminuir. Y Yo cambio ese versículo. Realmente creo con todo mi corazón que quiero que Cristo sea glorificado. Yo quiero que Dios sea glorificado. Quiero que Cristo crezca, pero yo cambio ese versículo y lo convierto en: “Es necesario que Él crezca, y a mí no me importaría crecer también. Quiero que Su nombre sea exaltado, pero no me importaría si mi nombre se exalta un poco en el proceso.” Y lo que Juan 3:30 está diciendo es que el ego debe ser cegado. Nuestro nombre es crucificado para glorificar a Cristo y no a nosotros mismos, queremos disminuir para que Él pueda crecer, nuestro nombre debe ser olvidado y Su nombre debe ser exaltado.
De esto habló C.S. Lewis, casi es lo más inalcanzable. C.S. Lewis dijo: “Humildad. Tú tratas y tratas y tratas y tratas de ser humilde, y una vez que lo logras, estás tan orgulloso de ello que tienes que volver a empezar.” ¿Cómo tendremos humildad? ¿Cómo seremos humildes? Uno de mis autores favoritos es un hombre llamado Andrés Murray. El también escribió un libro titulado Humility. ¿No es atrevido esto? Escribir un libro sobre humildad, poner tu nombre en él, y venderlo.
¿Ve el conflicto aquí?
¿Ve el conflicto aquí? No les diga a las personas que cree que ellas son humildes o que las admira porque lo son. Eso es algo horrible a decir, porque siempre que lo diga, esa persona saldrá caminando y pensando, ” ¡Uh! Soy humilde.” Compartir eso como una posible ilustración es casi como estar lleno de orgullo, como si alguien realmente me lo hubiera dicho a mí, y yo quisiera que usted lo supiera.
¿Ve el conflicto que hay con la humildad? La realidad es, señoras y señores, que Dios ha prometido bendecir a los líderes en los que pueda confiar Su gloria. Y yo quiero ser un líder, quiero que todos seamos una iglesia de líderes en quienes Él pueda confiar Su gloria. Dios, danos las naciones, y hazlo de tal manera que solo Tú, solo Tú, solo Tú obtengas la gloria por ello.
Ore por la humildad de sus líderes. Ore para que el ego sea crucificado en sus líderes. Ore continuamente por esto, y no piense: “Él es humilde. No necesito orar por eso en él o ella, o por este líder o por aquel” Ore por la humildad de sus líderes. Ore por una sumisión radical a la gloria de Dios.
¿Cuántos de ustedes han escuchado sobre Bill Bright? ¿Conocen a Bill Bright, fundador de Campus Crusade? En el siglo XX, probablemente no hubo hombre que tuviera mayor impacto. Esta es una declaración atrevida, pero muy pocos hombres han tenido un mayor impacto mundial que el que Bill Bright tuvo en el reino de Cristo en el siglo XX. Cuando moría, dijo estas palabras en una entrevista. Dijo: “¿Quién es Bill Bright? Soy un pequeño nadie entre 6 billones de nadies. Dios me ha dado varias cosas que creo que Él quería que yo hiciera, y aun así no hay ninguna garantía de que el tiempo me permita terminar algunas de ellas.” Continúa: “Dios no necesita a Bill Bright más de lo que necesita una rama en un árbol. Él nos creó a Su imagen, y nos ama y nos estima y nosotros somos valiosos para Él. Pero Él puede levantar palos y piedras para que Le adoren. Así que no es como si mi partida fuera a dejar un gran vacío.”
Le animo a orar por la humildad de sus líderes. Por favor ore por la humildad de sus líderes.
Una Confianza Radical en el Plan de Dios
Compasión radical por el pueblo de Dios, sumisión radical a la gloria de Dios, tercero, el liderazgo del reino requiere una confianza radical en el plan de Dios. Ahora llegamos a esta imagen, lo dije un par de veces, en Éxodo 17, cuando Dios proveyó agua de la roca, cuando Moisés golpeó la roca. Y los eruditos han estudiado este pasaje mucho más de lo que yo pudiera argumentar, investigando en Números 20 el por qué exactamente Dios dijo a Moisés que hablara a la roca, en lugar de golpear esta vez a la roca. De ello surgen todo tipo de ideas, pero pienso que algunas tienen más credibilidad que otras. Sin embargo esta es la esencia:
Dios le dio un plan a Moisés, y podemos debatir por qué Dios le dio exactamente este plan en particular. Pero la realidad es esta: Dios le dio el plan y Moisés lo modificó. Moisés cogió el plan en sus manos y lo cambió acorde a lo que él pensó que era mejor en ese momento. Y como resultado, Dios le dice en el versículo 12: “Porque vosotros no me creísteis”. Deuteronomio 32:51 dice literalmente: “porque me fuisteis infieles en medio de los hijos de Israel en las aguas de Meriba de Cades, en el desierto de Zin, porque no me santificasteis en medio de los hijos de Israel.”
Y lo que es realmente interesante, si regresan y ven a Moisés en el versículo 10 mirándolos y llamándolos rebeldes, esa es la misma palabra que Números 14 usa para describir al pueblo de Dios. Ellos eran rebeldes. Se habían rebelado en contra de Dios en Números 14. Deuteronomio 1 lo relata, habla sobre como ellos fueron rebeldes y se rebelaron contra el plan de Dios. Pero lo realmente interesante es esa misma palabra, circúlela en el versículo 10, donde Moisés la usa para describir el pueblo de Dios, circúlela en el versículo 10 y vaya conmigo al versículo 24. En el versículo 24 Aarón está a punto de morir. Dios le está hablando a Moisés, y quiero que escuche lo que Dios dice sobre Moisés y Aarón en el versículo 24. Números 20:24 dice: “Aarón será reunido a su pueblo, pues no entrará a la tierra que yo he dado a los hijos de Israel, porque vosotros…”, ¿Cuál es la palabra? “…os rebelasteis” Circúlelo. La misma palabra que Moisés usa aquí en el versículo 10, es la que se usa originalmente en el Antiguo Testamento. “Vosotros os rebelasteis contra mi orden en las aguas de Meriba” (Números 20:24). No pierda de vista esta escena.
El pueblo de Dios
La Biblia dice que el pueblo de Dios se rebeló en este lugar, se rebeló, vio la Tierra Prometida, y dijo, “Vamos a hacer las cosas a nuestra manera en lugar de a la manera de Dios.” Se rebelaron en contra de Dios. Y como resultado, una generación entera se perdió la Tierra Prometida. 40 años más tarde, Moisés se levanta ante este mismo pueblo. Los llama rebeldes. Dijo: “Aquí están rebelándose nuevamente”, pero la triste realidad es que, al hacer esto, Moisés hizo la misma acción por la que los acusó. Y Dios dice: “Tal y como mi pueblo,” en Números 14, “en la época de la Tierra Prometida se rebeló y dijo: ‘Vamos a hacer las cosas a nuestra forma’, tú Moisés, te encontraste conmigo y fuiste ante Mi pueblo teniendo Mi plan y te rebelaste y dijiste: ‘Voy a hacer las cosas a mi manera’. Y por lo tanto tú y Aarón no entrarán a la Tierra Prometida. Porque cuando yo te di Mi plan, tú lo modificaste. Hiciste las cosas a tu manera en lugar de a la Mía.”
Esta es la gran maldición del liderazgo espiritual, la tentación a ser infieles a Dios y a poner la confianza en nosotros mismos como líderes espirituales. Y esto anda, estoy convencido, rampante por la iglesia actual, y cada líder del reino debe defenderse de ello. La tentación a tomar el plan de Dios y a modificarlo acorde a lo que usted o yo creemos que es mejor.
La idea no es que necesitamos venir con un nuevo plan sobre cómo alcanzar las naciones para la gloria de Cristo. La idea no es que necesitamos líderes en la iglesia que puedan encontrar nuevas estrategias para dar a conocer el evangelio en todas las naciones. La realidad es que Dios ya nos ha dado el plan. Nos ha dado la estrategia, y está llamando a los líderes para que confíen en Su plan, que Lo tomarán de Su Palabra, a que se aferren a Su Palabra, mantengan Su Palabra, se postren ante Él como hicieron Moisés y Aarón, que escuchen Su Palabra, y entonces obedezcan Su Palabra. Que pongan en práctica Su Palabra. Jeremías 7 dice: “Obedéceme”, dice: ” Escuchad mi voz y yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, y andaréis en todo camino que yo os envíe para que os vaya bien”.
Dios, te pido que levantes a los líderes en la iglesia que confíen en Tu plan. Iglesia, yo les animo a orar por la obediencia en sus líderes. Ore por los líderes que obedecen el plan de Dios, porque la realidad es que el pueblo de Dios se desviará de Su plan. Y ore para que Dios produzca líderes del reino que se levanten, incluso, cuando el pueblo de Dios se extravíe, incluso cuando no es popular, para que Dios levante líderes del reino que proclamen Su plan, confíen en Su plan, y obedezcan Su plan sin importar lo que cueste. Esta es la imagen de los líderes del reino en las Escrituras, de los profetas del Antiguo Testamento, de los líderes de la iglesia del Nuevo Testamento; quienes, a un gran costo para sí mismos, confiaron en el plan de Dios y se aferraron a lo que Dios dijo que había que hacer y no fueron infieles a Dios por confiar en sí mismos.
Una Responsabilidad Radical por la Reputación de Dios.
Dios, levanta líderes que tengan una confianza radical en Tu plan.
Y, finalmente, el cuarto requerimiento del liderazgo del reino. El liderazgo del reino requiere una responsabilidad radical por la reputación de Dios. Y es aquí donde llega el clímax de Números 20. Dios dice a Moisés y a Aarón en Números 20:12, “Porque vosotros no me creísteis…”, ¿a fin de qué? “…a fin de tratarme como santo ante los ojos de los hijos de Israel, por tanto no conduciréis a este pueblo a la tierra que les he dado.” Dios dice, “Moisés, cuando tomas las cosas en tus manos, y me eres infiel, le hablas severamente al pueblo y atraes la atención hacia ti mismo, lo que haces es violar mi santidad.” El hombre que habló con Dios cara a cara como un hombre con su amigo, simplemente difamó el carácter de Dios frente a Su pueblo.
Y Dios dice a Moisés, y dice a todo líder del reino en las Escrituras: “Yo te levanté para mostrar Mi santidad a Mi pueblo, para mostrar Mi carácter a Mi pueblo. Y cuando tú comprometes Mi reputación, entonces te enfrentas a un juicio severo. Tú tienes una responsabilidad asombrosa y radical por Mi reputación.” Ésta es la razón por la que Dios levanta líderes en Su iglesia. No solo en el Antiguo Testamento, sino a lo largo de las Escrituras y de la historia de la iglesia, Dios levanta líderes que serán un reflejo de Su carácter. Él dice: “Yo te levanto para mostrar Mi santidad a través de ti. Y cuando tú no muestras Mi santidad ante Mi pueblo, entonces te quito del escenario.”
1ra a Timoteo 3 habla sobre lo mismo. Aquí hay una lista de altos estándares de santidad para los líderes de la iglesia. Dos capítulos después habla de cuando un anciano peca, cuando un pastor peca, y dice que debe ser reprendido públicamente en la iglesia. Esta es la razón por la que las Escrituras parecen animarnos a no convertirnos en líderes de la iglesia en algunos puntos. Santiago 3:1: “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos un juicio más severo.” Hay un alto nivel de responsabilidad y obligación en líderes en la iglesia, en el pueblo de Dios.
Y la verdad es que en el lugar donde Dios me ha puesto, si no vivo acorde a esos estándares en 1ra a Timoteo 3, entonces ustedes me van a reprender públicamente. Dios toma extremadamente en serio Su santidad ante Su pueblo y en Sus líderes.
Parece algo un poco extremo. Ya hablamos de eso en el último sermón. El pueblo de Dios se va a perder la Tierra Prometida porque han vivido en rebelión perpetua, siempre está quejándose y rebelándose. Por supuesto, no necesitaban entrar en la Tierra Prometida. Pero Moisés guió fielmente al pueblo de Dios año tras año y al tener un mal momento en un mal día en Números 20, Dios le dice: “No vas a entrar a la Tierra Prometida.”
Cuando llega al final de Deuteronomio, Deuteronomio 34, ve una de las imágenes más humildes de la Biblia. Dios lleva a Moisés a la cima del Monte Nebo. Yo estuve allí hace un par de meses, en ese mismo lugar. Desde la cima de esta montaña, parado allí, se puede ver la ciudad de Jericó. Se puede ver la Tierra Prometida de la que hablan las Escrituras. Un sitio increíble. Y Dios lleva a Moisés allí, lo lleva a la cima de la montaña y dice: “Moisés, mira esta tierra. La tierra que le voy a dar a Mi pueblo, y tú no pondrás un pie en ella.” Póngase en el lugar de Moisés. ¿Cómo sería? Usted comienza a pensar que hay que ser perfecto para liderar en el reino de Dios. Es como si hubiera que ser completamente fiel, perfectamente fiel, y sin sombra de error.
Y señoras y señores, es cierto. Es cierto. Hay que ser perfectos para liderar en el reino de Dios. Esa es la idea de Números 20. Esa es la idea de los primeros cinco libros del Antiguo Testamento, terminando en Deuteronomio 34 con esa gran escena. Moisés, el gran Moisés, el gran legislador, el gran mediador: ni siquiera él fue capaz de sobrevivir a esta ley. Ni siquiera Moisés fue capaz de mediar perfectamente este convenio. Como resultado, no sería él quien guiara al pueblo a la Tierra Prometida. Su sucesor lo haría en su lugar. ¿Quién era su sucesor? Josué. El nombre de Josué significa “El Señor salva”. El Señor es salvación. El nombre de Josué en hebreo traducido al griego es Jesús.
La idea de Números 20 es mostrarnos que Moisés no era lo suficientemente bueno. Pero como nos dice Hebreos 3, llegó uno más grande que Moisés, y Su nombre es Jesús. Y Él es perfecto. Él se ajusta perfectamente al plan de Dios, se somete perfectamente a la gloria de Dios: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”. Él siente perfecta compasión por el pueblo de Dios, y solo Él es el adecuado para liderar al pueblo de Dios. Solo Jesús puede hacer esto. No hay un líder, o una persona, incluyéndome a mí mismo que pudiera cumplir estos estándares, y esa es la idea. Ese es el mensaje. Solo Cristo puede. Y como resultado, cada pastor, cada anciano, cada miembro del personal administrativo, cada líder de grupo debe encontrarse en un único lugar día tras día: a los pies de Jesucristo.
Necesitamos a Cristo
Necesitamos a Cristo. Solo Cristo es adecuado para liderar Su iglesia. Cristo es la cabeza de la iglesia. Solo Cristo puede hacer que todas esas cosas sean una realidad en nosotros. Solo Cristo puede crucificar el ego. Solo Cristo puede ayudarnos a tener este tipo de humildad y este tipo de compasión, este tipo de confianza y obediencia y santidad. Solo Cristo puede hacer estas cosas.
Así que si usted es un anciano, o un pastor, o miembro del personal administrativo, o líder de un pequeño grupo, en cualquier contexto, le imploro que se postre ante Cristo y exprese diariamente la profundidad de su necesidad por Él, mi necesidad de Él, porque la realidad es que si no estamos cerca de Cristo, si no estamos íntimamente cerca de Cristo, y si Cristo no está impartiendo Su vida diariamente, si nos alejamos de la intimidad con Cristo, si dejamos de postrarnos ante Cristo entonces fallaremos. Yo fallaré. Fallaremos si intentamos hacer las cosas a nuestra forma.
La línea final…
El Liderazgo del Reino Requiere a Cristo en los Líderes del Reino.
Solo Cristo puede eliminar el pecado del campamento, y la gran necesidad entre los líderes en la iglesia actual es que Cristo reine en él. Para que Cristo reine en el campamento, le animo a orar por la santidad de sus líderes. Ore por la santidad de Jesucristo. Esta es la conclusión, señoras y señores: el liderazgo del reino requiere a Cristo en los líderes del reino.
Y por eso cuando usted ore por estas cosas, ore para que el amor de Cristo se establezca en los líderes. Ore para que la humildad de Cristo se arraigue en los líderes. Ore para que la obediencia de Cristo se arraigue en los líderes por el Espíritu Santo. Ore para que la santidad de Cristo se arraigue en los líderes. Ore continuamente por esto. Ore constantemente por esto. Yo voy a estar con usted, rogando.
Iglesia, ore por líderes así. Robert Murray, uno de mis pastores favoritos en la historia de la iglesia dijo: “La necesidad más grande de mi pueblo es mi santidad personal.” Luego continúa y dice: “Dios no bendice tanto los grandes talentos, sino la gran semejanza con Jesús. Un ministro santo es un arma temible en la mano de Dios”.
Estoy orando para que Dios levante líderes incluyéndome a mí mismo en mi propia vida. Eso funcionaría en esta iglesia para que así los líderes no se caractericen por tener grandes talentos y grandes dones o grandes esto o aquello, sino que se caractericen más que nada por su semejanza con Jesucristo.