Sesión 4: Noemí y Rut son redimidas - Radical

Iglesia Secreta 24: Rut

Sesión 4: Noemí y Rut son redimidas

La conclusión de Rut resulta ser mucho más que un “final feliz” para esta historia única. El libro de Rut no trata en última instancia de la redención de Noemí y Rut en su circunstancia particular, sino de la redención de todo el pueblo de Dios a través del sacrificio de Cristo.

En esta sesión final de Iglesia Secreta 24, el pastor David Platt anima a los cristianos a tener siempre esperanza porque Cristo el Redentor siempre proveerá para su pueblo. Nos invita a vivir y morir para difundir este mensaje de redención porque Jesús quiere que personas de toda tribu, lengua, pueblo y nación experimenten la esperanza que se encuentra en él.

  1. En última instancia, ¿de qué trata realmente la historia de Rut?
  2. ¿Estás tomando riesgos intencionalmente para proveer a otros de lo que más importa?
  3. ¿Estás persiguiendo radicalmente a los demás en tu vecindario?
  4. ¿Vivirás y morirás para proclamar la esperanza redentora de Cristo para las naciones?

Bien, la última sesión. Como mencioné antes, si necesitas levántate, camina, lo que sea necesario para mantenerte despierto porque vas a querer mantenerte despierto. Este capítulo es increíble. Rut 4: la conclusión de todas las conclusiones. 

La pantalla se oscureció al final del capítulo tres con el suspenso en el aire. Y ahora se abre en el capítulo cuatro con Booz al frente y en el centro. Rut 4:1 dice, “Booz subió a la puerta y allí se sentó, y cuando el pariente más cercano de quien Booz había hablado iba pasando.” 

Hagamos una pausa aquí. Ya hemos hablado de esto. Pero asegurémonos de que estamos en la misma página. Hemos visto esta palabra redentor en Levítico 25. Hemos visto como cuando la tragedia golpea a una familia, un pariente puede mantener la tierra en su familia redimiéndola. Ahora, quiero mostrarles Deuteronomio 25:5–10. Sigan esto conmigo. 

Cuando dos hermanos habitan juntos y uno de ellos muere y no tiene hijo, la mujer del fallecido no se casará fuera de la familia con un extraño. El cuñado se allegará a ella y la tomará para sí como mujer, y cumplirá con ella su deber de cuñado. Y será que el primogénito que ella dé a luz llevará el nombre de su hermano difunto, para que su nombre no sea borrado de Israel. Pero si el hombre no quiere tomar a su cuñada, entonces su cuñada irá a la puerta, a los ancianos, y dirá: “Mi cuñado se niega a establecer un nombre para su hermano en Israel; no quiere cumplir para conmigo su deber de cuñado”. Entonces los ancianos de su ciudad lo llamarán y le hablarán. Y si él persiste y dice: “No deseo tomarla”, entonces su cuñada vendrá a él a la vista de los ancianos, le quitará la sandalia de su pie y le escupirá en la cara; y ella declarará: “Así se hace al hombre que no quiere edificar la casa de su hermano”. Y en Israel se le llamará: “La casa del de la sandalia quitada”.

Así que para resumir lo que acabamos de leer, si un hermano muere sin un hijo, su familia sería mantenida por su pariente masculino más cercano, quien redimiría a esa familia y tomaría la responsabilidad de proveer un hijo para continuar esa familia. Y después de él, había una sucesión de parientes que podían redimir. Y existía este proceso en el que varios procedimientos podían desarrollarse en la puerta de la ciudad delante de testigos. 

Así que Rut 4:1 nos dice cómo Booz sube, y se sienta a la puerta de la ciudad. Y al igual que leemos en Rut 2, el lenguaje aquí es dramático. He aquí, otro tipo, por casualidad se aparece. Es otro redentor. Y Booz dice, “‘Oye, amigo, ven acá y siéntate’. Y él vino y se sentó.” 

El lenguaje aquí es increíble. Mira donde dice amigo allí. Eso es un modismo hebreo. Básicamente sería como decir, “Hola, Sr. Fulano”. Y el autor intencionalmente no nos da el nombre de este tipo. Booz sabe su nombre. El autor probablemente sabe su nombre, pero intencionalmente deja al tipo sin nombre. Algo así como cuando olvidas el nombre de alguien y sabes que deberías saberlo y se te acercan y dices: “Oh, no. Oh no. Hey hombre, ¿cómo te va hermano?” Lo que sea que llene el espacio en blanco, eso es lo que está pasando aquí. Y esto es importante porque el autor está creando intencionalmente una impresión negativa de este tipo. Él es simplemente un Don Nadie. 

Así que escucha lo que hace Booz. “Y Booz tomó diez hombres de los ancianos de la ciudad, y les dijo: ‘Siéntense aquí’. Y ellos se sentaron.” Así que estos ancianos básicamente serían testigos de la transacción, el acuerdo que estaba a punto de darse. Y sin duda, otros en la puerta de la ciudad que estaban caminando por ahí se detendrán y escucharán. Y al final de esto, vamos a tener una multitud observando estos procedimientos. 

Y escucha lo que dice Booz. Es tan astuto. Verso tres.

Entonces dijo al pariente más cercano: “Noemí, que volvió de la tierra de Moab, tiene que vender la parte de la tierra que pertenecía a nuestro hermano Elimelec. Y pensé informarte, diciéndote: ‘Cómprala en presencia de los que están aquí sentados, y en presencia de los ancianos de mi pueblo. Si la vas a redimir, redímela; y si no, dímelo para que yo lo sepa; porque no hay otro aparte de ti que la redima, y yo después de ti’”.

Ahora bien, cuando lees eso inicialmente, suena como una oferta que el Sr. Como-sé-llame no puede rechazar, lo que lleva a la pregunta, ¿qué rayos está haciendo Booz aquí? Porque Booz acaba de decir, Noemí, la viuda de nuestro pariente Elimelec, tiene un buen pedazo de tierra que está disponible para la redención, que habría sido algo obvio para cualquier redentor. Mientras tuviera suficiente dinero para comprar esa tierra, podría tener esa tierra en su familia como herencia. Y junto con ella, obtendría a Noemí, pero ella no le exigiría mucho, lo que significa que esta inversión daría grandes beneficios a su familia. Entonces, el Sr. Fulano dice: “La redimiré”.

Y tan pronto como dice estas palabras, nuestros corazones se hunden. ¿En qué estaba pensando Booz? Él acaba de establecer este acuerdo en una bandeja de oro y el hombre lo tomó. Quiero decir, Booz es noble y todo, pero esto es llevar las cosas demasiado lejos. ¿Y puedes imaginarte, ahora no lo sabemos, pero qué pasaría si Rut o Noemí se hubieran colado en el fondo y estuvieran viendo como se desarrollaba esto? ¿Te imaginas la cara que pondrán cuando Don Nadie diga: “La redimiré”? Sería enloquecedor que esta historia se detuviera en Rut 4:4, y que Rut se marchara con el Señor Cómo-sé-llame hacia la distancia. Rut y el Señor Cómo-sé-llame juntos mientras Booz se sienta allí estupefacto, y Noemí lo mira y le dice: “Lo arruinaste, amigo. Antes me llamaban amargada, ahora llámenme furiosa. Indignada es mi nombre”.

Pero afortunadamente, Booz no ha terminado. Vuelve a hablar en el versículo cinco, “Entonces Booz dijo: ‘El día que compres el campo de manos de Noemí, también debes adquirir a Rut la moabita, viuda del difunto, a fin de conservar el nombre del difunto en su heredad’.” Booz sabe lo que hace. Hey, una pequeña nota. Ahora, él había mencionado a Noemí antes, pero luego dice: “El día que compres la tierra de Noemí, también adquieres a Rut. Oh, ¿mencioné a Rut? Sí, esto no es solo una viuda mayor que cuidar. Hay otra mujer que cuidar. ¿Y mencioné que es moabita? ¿Recuerdas el día en que veinticuatro mil israelitas murieron? Eso fue por culpa de las mujeres moabitas. Ella es una de ellas. Y tú también la adquirirás”.

Booz es bueno porque esto cambió todo. Ya no se trataba sólo de adquirir tierras. Esto era mucho más profundo. Como Noemí ya había pasado la edad de criar hijos, todo lo que este pariente estaba pensando era que tendría que cuidar de esta viuda en su vejez, lo cual no implicaría mucho, y la inversión que obtendría a cambio sería grande. Pero si Rut que está en edad de criar hijos es parte del trato, entonces este hombre sería responsable por ella, y no solo por ella porque basado en Deuteronomio 25, él sería responsable de proveerle un hijo. Y ese hijo eventualmente asumiría los derechos de esa propiedad y esa tierra. Así que básicamente ahora, si este tipo toma la tierra y a Noemí y Rut, entonces cuando tenga un hijo con Rut, esa herencia pasa a ese hijo y a sus descendientes. 

Así que ahora se enfrenta a la posibilidad de tener que mantener a estas dos mujeres además de posibles hijos en el futuro, el primero de los cuales va a heredar toda esta tierra que está a punto de pagar. Y por cierto, el niño vendrá de un matrimonio con una moabita. Así que de repente, este acuerdo ya no parece tan bueno. Y estamos sentados en el borde preguntándonos, ¿funcionó el plan de Booz para esta conversación?

Y el redentor responde, versículo seis, “Y el pariente más cercano respondió: ‘No puedo redimirla para mí mismo, no sea que perjudique mi heredad. Redímela para ti; usa tú mi derecho de redención, pues yo no puedo redimirla’” Y aquí es donde la música de fondo empieza a sonar. Lo logró. Booz lo logró. Hasta luego señor fulano. Booz pasa al frente. 

Versículo siete. 

Y la costumbre en tiempos pasados en Israel tocante a la redención y el intercambio de tierras para confirmar cualquier asunto era esta: uno se quitaba la sandalia y se la daba al otro; y esta era la manera de confirmar tratos en Israel. El pariente más cercano dijo a Booz: «Cómprala para ti». Y se quitó la sandalia. 

Esta entrega de la sandalia representaba ceder el derecho a la propiedad, a la tierra y a la familia. Así que ahora la música suena de fondo mientras Booz toma la sandalia, la multitud estalla en aplausos, y la escena se calma mientras Booz pronuncia un apasionado discurso, sus últimas palabras en el libro. Versículo nueve. 

Entonces Booz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: “Ustedes son testigos hoy que he comprado de la mano de Noemí todo lo que pertenecía a Elimelec y todo lo que pertenecía a Quelión y a Mahlón. Además, he adquirido a Rut la moabita, la viuda de Mahlón, para que sea mi mujer…” 

¿Ves lo que acaba de suceder? Rut la moabita. La extranjera, la sirvienta, el peldaño más bajo en la escala social acaba de convertirse en parte del pueblo de Dios. Y el versículo continúa. 

“…a fin de preservar el nombre del difunto en su heredad, para que el nombre del difunto no sea cortado de entre sus hermanos, ni del atrio de su lugar de nacimiento; ustedes son testigos hoy”.

Esta familia y su nombre no desaparecerán. Se mantendrá. Recuerden, ése es el problema que se planteó al principio del libro, y Booz se dispone a resolverlo. Termina su discurso diciendo: “ustedes son testigos hoy”. 

Y todo el pueblo que estaba en el atrio, y los ancianos, dijeron: “Somos testigos. Haga el Señor a la mujer que entra en tu casa como a Raquel y a Lea, las cuales edificaron la casa de Israel”. 

Qué oración de bendición: que esta mujer sin hijos sea fértil. Raquel y Lea tuvieron doce hijos entre las dos que dirigirían las doce tribus de Israel. Menuda oración. 

Y luego: 

“…y que tú adquieras riquezas en Efrata y seas célebre en Belén. Además, sea tu casa como la casa de Fares, el que Tamar dio a luz a Judá, por medio de la descendencia que el Señor te dará de esta joven”

Si tuviéramos tiempo, podríamos leer Génesis 38. Tú puedes hacer una nota Génesis capítulo treinta y ocho para volver atrás, y mirar la historia de Tamar, una mujer cananea que continuó el linaje de Judá. Hay mucho allí, pero el punto es que estos testigos están orando por la bendición de Dios sobre la descendencia de Booz y Rut. 

Luego en el versículo trece, “Booz tomó a Rut y ella fue su mujer, y se llegó a ella. Y el Señor hizo que concibiera, y ella dio a luz un hijo.” Esta es una de las cosas más interesantes de esta historia. Cuando tienes todo este ensamblaje, todo el capítulo dos para hablar de un día en un campo. Todo el capítulo tres para hablar de una noche tensa en la era. Toda esta acumulación durante doce versos. El capítulo cuatro en la puerta de la ciudad. Y luego en un verso, se casan y tienen un bebé. Así, sin más. Y sin más, se resuelven los problemas introducidos al principio de la historia: comida y familia. 

¿Y te has fijado en la sutil imagen que nos ofrece el autor? Resáltalo o subráyalo. De lo contrario, te lo perderás. La Biblia dice, “El Señor hizo que concibiera.” O sea Yahvé. Volvemos a ver la bondad de Dios entre bastidores, a lo largo de todo este libro, pero en dos ocasiones el autor se asegura de que no pasemos por alto Su presencia. La primera fue en el capítulo uno versículo seis cuando el SEÑOR proveyó comida para su pueblo en Belén. Ahora, aquí en el capítulo cuatro, versículo trece, el SEÑOR le dio la concepción. El SEÑOR proveyó comida, y el SEÑOR proveyó familia. No te equivoques. El Señor es el único que puede satisfacer nuestras necesidades más profundas. Aférrate a eso. El Señor Dios es el único que puede satisfacer las necesidades más profundas de nuestras vidas.

El versículo catorce dice: “Entonces las mujeres dijeron a Noemí: ‘Bendito sea el Señor que no te ha dejado hoy sin redentor; que su nombre sea célebre en Israel’.” Así que la escena ahora es una fiesta de cumpleaños. Hay muchas mujeres festejando, y el centro de atención pasa a Noemí. Es curioso que Rut y Booz apenas se mencionen aquí. En su lugar, el personaje en el centro de atención del principio vuelve a ser el centro de atención en el final. La que estaba desafortunadamente amargada es ahora maravillosamente bendita. Estas mujeres dan crédito a quien lo merece. “Bendito sea el Señor.” O sea Yahvé. Y es interesante que al niño se le llame aquí el redentor. ¿Lo ves? Es al niño al que se refieren estos pronombres, y es la única vez en el Antiguo Testamento que se utiliza este término para referirse a alguien que no sea un adulto. Pero la imagen es que este niño será el que herede la propiedad y continúe con la familia. Recuérdalo.

Que el niño también sea para ti,” dice el versículo quince, “restaurador de tu vida y sustentador de tu vejez; porque tu nuera, que te ama y que es de más valor para ti que siete hijos, lo ha dado a luz”. Qué gran imagen: más que siete hijos. Siete, el número de la perfección y la culminación en el Antiguo Testamento. Esta mujer, que perdió a sus dos hijos y volvió a Belén con una nuera moabita, tenía en ella lo que era mejor que los hijos más perfectos que hubiera podido imaginar. Ahora, esta es la cuestión donde todos soltamos un suspiro de alivio, y nos miramos y decimos, “Esta fue una gran historia”.

El siguiente versículo, el dieciséis, dice: “Entonces Noemí tomó al niño, lo puso en su regazo y se encargó de criarlo.” Y este es el momento en el que empezamos a levantarnos para salir del cine como si se hubiera acabado la película. Y estamos recogiendo nuestras cosas. Nos vamos. 

Pero supongo que alguna vez has ido al cine, quizás a ver una película de Marvel, y empiezan los créditos, y empiezas a salir, pero de repente aparece otra cosa en la pantalla. Tal vez estás casi fuera del teatro, y escuchas a uno de los personajes regresar, y vuelves corriendo a ver qué pasa como en una escena post-créditos. Bueno, Marvel no fue la primera en pensar en una escena post-créditos porque eso es lo que estamos a punto de leer en el versículo diecisiete. Esta historia ha sido buena. Nos estamos levantando para salir. Se acabó. Pero entonces escucha lo que sucede. 

El verso diecisiete dice, “Las mujeres vecinas le dieron un nombre y dijeron ‘Le ha nacido un hijo a Noemí’. Y lo llamaron Obed. Él es el padre de Isaí, padre de David.” Espera. ¿Obéd? Esta es una historia sobre cuando nació Obed, que era el padre de Isaí, que fue el padre del Rey ¿David? ¿Qué? ¿Esta es la historia de la familia del Rey David, el rey más famoso de Israel? ¿Hablas en serio? ¿Rut es la bisabuela del rey David? ¿Quién lo diría? 

Esto lleva las cosas a otro nivel. ¿Te das cuenta de lo que acaba de pasar? Dios acaba de usar a una mujer moabita en una familia israelita sin esperanza para traer al futuro rey de Israel. Y el libro termina con una genealogía, que si somos honestos cuando leemos la Biblia, normalmente nos saltamos las genealogías. Pero quiero que leas esto conmigo, y cuentes cuantas generaciones se mencionan aquí. 

“Estas son las generaciones de Fares: Fares fue el padre de Hezrón, Hezrón el padre de Ram, Ram el padre de Aminadab, Aminadab el padre de Naasón Naasón el padre de Salmón, Salmón el padre de Booz, Booz el padre de Obed, Obed el padre de Isaí e Isaí fue el padre de David.” ¿Las contaste? Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez. Diez generaciones. Bastante simbólico cuando se piensa en diez años de muerte y esterilidad en Moab que dio inicio toda esta historia. ¿Y cuando piensas en la ley israelita, decía que ningún moabita sería recibido en la asamblea del Señor hasta cuál generación? La décima generación. Este libro termina con diez generaciones a partir de Fares, y el libro que comenzó en los días en que los jueces gobernaban termina con la presentación del Rey más famoso de Israel. Suelta el micrófono. ¿Es increíble verdad?

¿Qué significa todo esto? ¿Por qué querría Dios que esta historia fuera escrita y conservada durante miles de años? En última instancia, ¿qué tiene que ver esta historia con tu vida y con la mía? Y la respuesta es que esta historia, como hemos visto una y otra vez, es parte de una historia mucho más grande que involucra tu vida y que involucra mi vida. Quiero que pienses en esta palabra redentor que hemos visto en toda la historia, y particularmente aquí en este último capítulo, esta persona que paga el precio de proveer para algo o para alguien más.

Porque toda esta historia gira en torno a tres requisitos de un redentor, ya sea Booz o el Sr. Cómo-sé-llame, para redimir, para ser un redentor, debe tener: 

  1. El derecho a redimir. Tenía que ser un pariente cercano, cercano en la línea familiar.
  2. Los recursos para redimir. Así que un redentor tenía que ser capaz de pagar un precio de redención. Un redentor necesitaba los recursos para comprar una propiedad y mantener a una familia.
  3. La determinación de redimir. Lo que el Sr. Fulano de Tal no tenía. Él tenía el derecho de redimir, y por lo que podemos observar, tenía los recursos, pero no tenía la determinación. No sería ventajoso para él redimir, así que no lo hizo.

Pero Booz tenía las tres cosas: el derecho, los recursos y la determinación. Aunque era arriesgado para él casarse con una moabita, lo hizo con gusto. ¿Por qué? Por hesed, la bondad amorosa. Un tipo de amor que, recordemos, se arriesga voluntariamente para proveerle a otra persona. Así que tenemos este retrato en la Biblia de un redentor que, en su bondad amorosa, persigue y provee para alguien necesitado. Esto conduce a bellas y poderosas imágenes de redención al final de este libro. 

Y observen el contraste entre Noemí al principio de la historia y Noemí al final de la historia. Y piensen en las imágenes de redención que tenemos en esta historia. Y cada una de estas imágenes gira en torno a este bebé que ahora es llamado redentor, el único niño que es llamado redentor de esta manera. Vean estas cinco imágenes de redención que trae este bebé, 

  1. Dios lleva a su pueblo de la muerte a la vida. La historia de Rut comienza con tres funerales y termina con una boda y un nacimiento.
  2. Dios lleva a su pueblo de la maldición a la bendición. En el capítulo uno, Noemí tenía la maldición de todas las maldiciones. Era viuda y no tenía heredero. En el capítulo cuatro, tiene un heredero en sus manos mientras las mujeres la bendicen. Dios lleva a su pueblo de la maldición a la bendición. 
  3. Dios lleva a su pueblo de la amargura a la felicidad. ¿Puedes imaginarte la sonrisa en la cara de Noemí mientras mira a Obed? “Ya no me llames amargada. Llámame extasiada, ‘encantada’ es mi nombre”. Dios lleva a su pueblo de la amargura a la felicidad. 
  4. Dios lleva a su pueblo del vacío a la plenitud. Al final del capítulo uno, Noemí abre las manos y dice a las mujeres de Belén: “No tengo nada”. Al final del capítulo cuatro, Noemí rodea con sus brazos a un precioso bebé y las mujeres de Belén le dicen: “Lo tienes todo”. De la muerte a la vida, de la maldición a la bendición, de la amargura a la felicidad, del vacío a la plenitud y, en última instancia… 
  5. Dios lleva a su pueblo de la desesperación a la esperanza. La historia termina no mirando hacia atrás a un pasado doloroso, sino mirando hacia adelante, hacia un futuro pacífico a través de este niño.

Pero aunque esto sea increíble, no es todo. Porque hay otra escena post-créditos. En realidad, la historia no termina en el capítulo cuatro de Rut. Mira conmigo en tu guía de estudio Mateo 1. Quiero mostrarte la próxima vez que veremos a Booz, y la próxima vez que veremos a Rut en la Biblia. Comiencen conmigo en Mateo 1:5. En esta lista de nombres leemos, “Salmón fue padre de Booz…” ahí está, “cuya madre fue Rahab…” así que Booz, cuya madre, por cierto, se llamaba Rahab, la prostituta gentil de Jueces 2. ¿Crees que eso tuvo algo que ver con que Booz fuera sensible a las necesidades de una mujer moabita marginada llamada Rut?

“Booz fue padre de Obed, cuya madre fue Rut…” Así que ahí están: Booz, Obed. Rut. “…y Obed fue padre de Isaí; Isaí fue padre de David…” El rey que leemos al final de Rut. Pero aquí, los nombres no se detienen ahí. Siguen hasta el versículo dieciséis de Mateo uno, donde leemos, “Jacob fue padre de José, el marido de María, de la cual nació Jesús llamado el Cristo…”– el Mesías.

Si los oyentes del Antiguo Testamento hubieran visto el verdadero final de esta historia, habrían estado sentados en el teatro durante mucho tiempo. Pero esta historia de amor, escondida en el Antiguo Testamento, tiene la intención de señalarnos una historia de amor mucho más grande destacada en el Nuevo Testamento, donde vemos una imagen de nuestra esperanza de redención. Tu esperanza de redención. Mi esperanza de redención. No te pierdas esto. La historia de Rut no es en última instancia sobre la redención de Noemí y Rut a través de un bebé nacido en Belén llamado Obed. La historia de Rut trata en última instancia de la redención para ti y para mí a través de otro bebé nacido en Belén llamado Jesús.

Así que ¿Qué tiene que ver esta historia contigo y conmigo? Bueno, aquí estamos tú y yo, pecadores en un mundo de sufrimiento, separados de Dios, destinados a la muerte eterna y al sufrimiento como maldición del pecado en nuestras vidas y en este mundo. Pero alabado sea Dios, ese no es el final de nuestra historia. Alabado sea Dios, el pecado y el dolor y el sufrimiento no son el final de nuestra historia. ¿Saben por qué? Porque ha venido un Redentor. Así que hagamos las preguntas, 

  1. ¿Tiene Jesús derecho a redimirnos? Por supuesto que sí. Jesús tiene derecho a redimirnos. Él es como nosotros, completamente hombre. 
    • Juan 1:14, “El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos Su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” 
    • Filipenses 2: 5–7, “Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a Sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres.” Es semejante a nosotros en todo, pero sin pecado. 
    • Hebreos 4:15, “Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado.” Jesús es un pariente cercano a ti y a mí. Es como nosotros, excepto que sin pecado. Tiene derecho a redimir. 
  1. ¿Tiene los recursos para redimirnos? Absolutamente, los tiene. Jesús tiene los recursos para redimirnos. Él es plenamente hombre y plenamente Dios, en la forma de Dios, dice Filipenses 2:6. La palabra en Juan uno que acabamos de leer es una referencia a Dios mismo. 
    • Colosenses 1:15, “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen.” 
    • Hebreos 1:3, “Él es el resplandor de Su gloria y la expresión exacta de Su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de Su poder.”

No hay nadie como Jesús, Dios en la carne. El Dios que tiene poder perfecto y autoridad completa sobre cielos y mares, sobre montañas y valles, sobre enfermedades y dolencias, sobre el pecado y el sufrimiento y la muerte. Sin duda, Jesús, Dios en la carne, tiene los recursos para redimirnos. 

  1. ¿Tiene la determinación de redimirnos? Oh, véanlo en una cruz donde voluntariamente tomó el juicio. La muerte que tú y yo merecemos recayó sobre él. Y pagó el precio de redención por todos nuestros pecados. Sí, Jesús tiene la determinación de redimirnos.
    • Gálatas 3:13, “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, habiéndose hecho maldición por nosotros, porque escrito está: ‘Maldito todo el que cuelga de un madero.’”
    • Gálatas 4:4, “Dios envió a Su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, a fin de que redimiera a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción de hijos.” 
    • Efesios 1:7, “En Él tenemos redención mediante Su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de Su gracia.” 
    • Tito 2:13–14, “…aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús. Él se dio por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar para Sí un pueblo para posesión Suya, celoso de buenas obras.”
    • Colosenses 1:13–14, “Porque Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de Su Hijo amado, en quien tenemos redención: el perdón de los pecados.” 

Esta es la historia de amor de todas las historias de amor. Este niño nacido en Belén, Jesús, tiene el derecho, los recursos y la determinación de redimirte. Justo donde estás sentado, Él ha hecho el camino para tu redención. Él ha pagado el precio por ti, un pecador alejado de Dios, para que tú, cuando pongas tu confianza en Él, puedas ser perdonado de todo tu pecado, y puedas pasar la vida eterna en la familia de Dios. Oh, si nunca has puesto tu confianza en Jesús, te lo ruego, deja que este sea el momento en el que confíes en Jesús como tu Redentor. 

Lo que nos lleva a dos conclusiones finales de la historia de Rut. 

Siempre tenemos esperanza porque nuestro Redentor siempre proveerá para Su pueblo.

Escríbelas para todos los que confían en Jesús como Redentor. Esta es la primera. Siempre tenemos esperanza porque nuestro Redentor siempre proveerá para Su pueblo. Siempre, siempre, siempre tenemos esperanza. Tenemos esperanza viva esperanza eterna. ¿Por qué? Porque sabemos que nuestro Redentor siempre proveerá para Su pueblo.

De nuevo, lo he dicho muchas veces. No sé todo lo que has pasado en tu vida. No sé por todo lo que estás pasando ahora mismo, pero sí sé esto, Dios lo sabe. Y sabemos que…

  • Dios es capaz de traer a Su pueblo de la muerte a la vida.
  • Dios es capaz de llevar a Su pueblo de la maldición a la bendición. 
  • Dios es capaz de llevar a Su pueblo de la amargura a la felicidad. 
  • Dios es capaz de llevar a Su pueblo del vacío a la plenitud. 
  • Dios es capaz de llevar a Su pueblo de la desesperación a la esperanza.

Lo que significa que podemos confiar en Él en los peores momentos. En las palabras de Isaías 43:1–3:

Así dice el Señor tu Creador, oh Jacob, Y el que te formó, oh Israel: “No temas, porque Yo te he redimido, Te he llamado por tu nombre; Mío eres tú. Cuando pases por las aguas, Yo estaré contigo, Y si por los ríos, no te cubrirán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, Ni la llama te abrasará. Porque Yo soy el Señor tu Dios, El Santo de Israel, tu Salvador…”

Esto es lo que significa ser redimido. Significa saber que Dios te ha llamado por tu nombre y te ha dado promesas, sabiendo que puede haber días, meses, años cuando puede que no lo entendamos, podemos preguntarnos por qué. Puede que nos preguntemos cómo o cuándo mejorarán las cosas. Y puede que veamos poca o ninguna esperanza en el horizonte. Pero recuerda, no lo olvides, en los momentos en los que Dios parece estar más lejos de nosotros, Él está conspirando fielmente para nuestro bien y para nuestra alegría. 

Y el camino de Dios hacia nuestra alegría puede que no siempre sea recto, y puede que no siempre sea llano. Pero al final, Su camino hacia nuestra alegría siempre es seguro. Su camino hacia nuestra alegría, hacia tu alegría, está garantizado. Esto no significa que cada historia, cada lucha de nuestras vidas acabará perfectamente en este mundo. Pero de eso se trata porque este mundo no es el final de nuestra historia.

Pienso en Steve Saint. Su padre es bien conocido por estar entre un grupo de hombres que compartieron el evangelio con personas no alcanzadas en una tribu remota en Ecuador hace años, junto con Jim Elliott. Y la gente de esa tribu alanceó a su padre hasta la muerte, junto con los otros hombres que estaban tratando de compartir el evangelio con él. ¿Conoces el resto de esa historia? Esas personas que mataron a su padre terminaron viniendo a la fe en Jesús y se convirtieron en parte de, una parte muy cercana de la familia Saint. Y Steve Saint habla de su relación con la persona que mató a su padre, y cómo esa persona es ahora como un abuelo en su casa. 

Y luego Steve Saint cuenta una historia sobre una hija suya. Ella se había ido de viaje por un tiempo, volvió a casa y toda la familia fue al aeropuerto a recibirla, darle la bienvenida a casa. En realidad, el hombre que había matado a su padre formaba parte del grupo que estaba allí para darle la bienvenida a casa. Y volvieron a la casa. Su hija no se encontraba bien y dijo: “Quiero volver y acostarme en mi habitación. Me duele la cabeza”. Así que volvió allí. Después de un rato, Steve Saint, su esposa, dijo: “Hey, vamos a volver, y ver como está ella.” Volvieron y ella estaba acostada, no se encontraba bien, y estaban hablando. Y Steve Saint sólo describe esta escena como su esposa, su hija de vuelta, simplemente agradecido por la gracia de Dios y la bendición de Dios en su familia. Y entonces, de repente su hija toma un giro para peor. Terminan llevándola al hospital y no mucho después, su hija murió de un aneurisma cerebral.

Steve Saint cuenta esa historia acerca de ver a su padre morir cuando era joven y ver morir a su hija. Y dijo estas palabras, dijo: “¿Por qué queremos que cada capítulo sea bueno cuando Dios promete sólo que en el último capítulo hará que todos los demás capítulos tengan sentido y Él no promete que veremos el último capítulo aquí?

Estas palabras son un recordatorio para nosotros de que mientras estemos en este mundo caído de pecado y sufrimiento, experimentaremos dolor. Pero este mundo no es el final de nuestra historia. Lo sabemos. Hay una razón por la que Job dijo en medio de su sufrimiento en Job 19:25, “Yo sé que mi Redentor vive, Y al final se levantará sobre el polvo. Y después de deshecha mi piel, Aun en mi carne veré a Dios.” En otras palabras, para todas nuestras historias aún quedan capítulos por escribir. Y para todos los que confían en Jesús, el Redentor, podemos saber que el último capítulo será bueno. Y el último capítulo dará sentido a todos los demás.

Lo que nos lleva a la segunda enseñanza del libro de Rut, porque esta redención no es sólo para nosotros. Y hacia aquí se dirige la historia en el capítulo final. 

Vivimos y morimos para difundir la esperanza porque nuestro Redentor persigue radicalmente a todos los pueblos.

Segunda enseñanza. Vivimos y morimos para difundir la esperanza porque nuestro Redentor persigue radicalmente a todos los pueblos. Vivimos y morimos para difundir la esperanza porque nuestro Redentor persigue radicalmente a todos los pueblos. Y con esta reflexión, quiero rogarles que no se pierdan la visión de conjunto del libro de Rut porque esta historia de amor es más grande que Rut y Booz, y es más grande que tú y yo. El libro de Rut no es sólo una historia sobre Dios y su amor por una mujer moabita. Es una historia sobre Dios y su amor por todo tipo de mujeres y hombres y niños en el mundo.

Basta con mirar la genealogía de Jesús que vimos en Mateo 1. Hay cuatro mujeres cuyos nombres se mencionan. En el versículo tres, vemos a Tamar. En los versículos cinco y seis, Rahab y Rut. Y justo después, vemos a la esposa de Urías. ¿Qué tienen en común estas cuatro mujeres? Ninguna de ellas era israelita. Algunos piensan que Betsabé posiblemente lo fue, pero observen cómo Mateo ni siquiera menciona su nombre. La llama “la esposa de Urías el hitita.” Y la imagen es clara. Mateo está escribiendo a una audiencia predominantemente judía, y bajo la inspiración del Espíritu Santo, está dejando claro desde el principio que Jesús, el Redentor, no venía sólo para un tipo de personas -el pueblo judío. Venía para todo tipo de personas. Jesús venía a redimir a los pecadores, no de una nación, sino de todas las naciones. Lo que nos lleva a la escena final de los créditos de esta historia. Esto está en el último libro de la Biblia. 

Mira conmigo en tu guía de estudio en Apocalipsis 5. Aquí es donde este cuadro de redención, y rescate, y liberación, de pagar amorosamente el precio para que alguien entre en tu familia, llega a una conclusión culminante, dramática. Apocalipsis 5:1–2. “En la mano derecha de Aquel que estaba sentado en el trono vi un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. Vi también a un ángel poderoso que anunciaba a gran voz: ‘¿Quién es digno de abrir el libro y de desatar sus sellos?.’” Sólo para contextualizar, este rollo contiene el plan de Dios para la consumación de su reino, para la erradicación definitiva del pecado y el mal y el sufrimiento y la muerte en este mundo. ¿Y quién puede llevar esto a cabo?

Y el verso tres dice, “Y nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro ni mirar su contenido. Yo lloraba mucho, porque nadie había sido hallado digno de abrir el libro ni de mirar su contenido.” Juan, que está escribiendo esto, en este momento, está considerando la posibilidad de que todo el mal y el pecado y el sufrimiento y la muerte de este mundo nunca lleguen a su fin. ¿Puedes imaginarlo? ¿Y si el pecado y el mal y la injusticia y la muerte en este mundo son el final de la historia?

Esto es una imagen del fin de una cosmovisión atea y entendemos por qué Juan está llorando en voz alta. Veamos el versículo cinco, “Entonces uno de los ancianos me dijo: «No llores; mira, el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido para abrir el libro y sus siete sellos».” En otras palabras, uno ha venido de la línea de David, de la línea de Rut, y lo que sigue es una de las escenas más vívidas de toda la Biblia con Jesús el Redentor en el centro de todo. Versículo seis. 

Miré, y vi entre el trono (con los cuatro seres vivientes) y los ancianos, a un Cordero, de pie, como inmolado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra. El vino y tomó el libro de la mano derecha de Aquel que estaba sentado en el trono. Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos. Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: «Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque Tú fuiste inmolado, y con Tu sangre compraste para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación. Y los has hecho un reino y sacerdotes para nuestro Dios; y reinarán sobre la tierra». Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono y de los seres vivientes y de los ancianos. El número de ellos era miríadas de miríadas, y millares de millares, que decían a gran voz: «El Cordero que fue inmolado es digno de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza». Y oí decir a toda cosa creada que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay: «Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio por los siglos de los siglos». 

¿Lo viste? Jesús ha pagado el precio para rescatar un pueblo para Dios. Para redimir, rescatar un pueblo para Dios de toda tribu y toda lengua y todo pueblo y toda nación. Para traer a personas de todas las naciones a su reino. Jesús quiere que personas de todas las tribus, lenguas, pueblos y naciones experimenten la esperanza que se encuentra en él, la redención que él trae. Desde Rut hasta Mateo y el Apocalipsis, Jesús, nuestro Redentor, persigue radicalmente a todas las tribus, todas las lenguas, todos los pueblos y todas las naciones.

Esto significa que si seguimos a Jesús como redimidos, viviremos y moriremos para difundir la esperanza de nuestro Redentor entre todas las tribus, todas las lenguas, todos los pueblos y todas las naciones. Y el problema al que tenemos que abrir los ojos hoy es no estamos viviendo y muriendo por esto. Ya hemos hablado de esto. Hay miles de millones de personas en zonas rojas del mundo, Miles de millones de personas están naciendo, viviendo y muriendo sin el evangelio, y nosotros estamos dando relativamente centavos y segundos de nuestras vidas para cambiar eso. Pero esto es lo que Dios está haciendo en el mundo en este momento. Dios está redimiendo a su pueblo para la difusión de su redención a todos los pueblos.

Así que hermanos y hermanas en Cristo, no desconecten su historia de esta historia. No se crean la mentira de que el cristianismo consiste en hacer una oración, ir a la iglesia, tener éxito en este mundo y llegar al cielo. No es verdad, esa no es la historia para la que Dios te hizo. Estás hecho para un sueño que es mucho más grande que eso. 

Dios, abre nuestros ojos. 

Hay tres mil millones de personas en un camino que lleva a un infierno eterno. A nadie se le habla de la esperanza del cielo y hoy tenemos más oportunidades que nunca de difundir el amor redentor de Jesús entre ellos, así que hagámoslo. Oremos por ellos. Intercedamos. Pongámonos de rodillas a solas, en nuestras familias, alrededor de nuestras mesas, en nuestras iglesias, oremos por las personas que nunca han oído el Evangelio. Oremos para que el Evangelio llegue a ellos. Ofrendemos para ese fin. Vamos a sacrificar de nuestros recursos. Demos generosamente, de buena gana en nuestras vidas, nuestras familias y nuestras iglesias para llevar el evangelio a los que nunca lo han oído. Cambiemos la forma en que gastamos los recursos que nuestro Redentor nos ha dado. 

Oremos, demos, vayamos allí donde vivimos, entre las naciones que nos rodean, hagamos discípulos que hagan discípulos. Para esto estás hecho como seguidor de Jesús. Eres un hacedor de discípulos para las naciones así que vive en esto justo donde vives y donde Dios te guíe a medida que Dios abre las puertas para que multitud de personas vayan a las zonas rojas y difundan allí el evangelio. 

Hermanos y hermanas, ya hablamos de esto: Dios ha sido tan bueno con nosotros. Es tan misericordioso. Es tan misericordioso. La mayoría de nosotros vivimos en zonas verdes. Hemos conocido el amor redentor de Dios, y Su hesed hacia nosotros no pretende detenerse en nosotros. La historia, la historia bíblica, no trata sólo del amor redentor de Dios por ti. Se trata de la difusión de su amor redentor a través de ti en formas que van más allá de lo que puedas imaginar.

En otras palabras, Al igual que con el libro de Rut, hay mucho más de tu historia por venir. ¿Ves esto? Rut, Booz, Noemí no tenían idea de que en la economía de Dios sus vidas iban a contar para algo tan grande. Formaban parte de algo mucho más grande que ellos mismos. 

Si pudiera mirar a los ojos de cada persona ahora mismo, le diría: “Tú también”. Levanta tus ojos de lo trivial y temporal de este mundo. Levanta tus ojos a lo eterno más allá de este mundo. Dios, el mismo Dios que escribió la historia de Rut, está escribiendo la historia de tu vida. Él desea escribir tu historia de manera que resuene para tu bien, para tu redención y para el bien y la redención de multitudes de otros y, en última instancia, para la gloria y el renombre de Su nombre como Redentor entre todas las naciones durante trillones de años venideros. Esta es la historia para la que fuiste hecho, así que no te conformes con menos. Y quién puede imaginarlo. Sólo Dios puede imaginarlo. La enorme escena post-créditos, la enorme posdata que podría escribirse. Si las personas involucradas en Iglesia Secreta 24 deciden vivir y morir difundiendo la redención de Jesús.

En un momento, quiero terminar con un himno más de William Cooper. Antes de hacerlo, quiero orar. En lugar de yo orar o nosotros intentar seguir puntos de oración en una pantalla, quiero darte la oportunidad de escribir una oración personal a Dios en tu vida. Hay espacio para que lo hagas en tu guía de estudio, y sólo quiero que pienses en todo lo que hemos visto en el libro de Rut, y quiero darles un momento para orar lo que está en su corazón al llegar este tiempo a su fin. Puede ser una oración de alabanza por la redención de Dios en tu vida. Pueden ser oraciones de arrepentimiento que Dios te lleva a orar. Tal vez sea intercesión. Quizá sea una oración de rendición en tu vida, o quizá todo lo anterior. Quiero darte un par de minutos y animarte a que lo escribas. Te ayudará. Concéntrate. Toma ese espacio en tu guía de estudio y escribe una oración a Dios basado en todo lo que Él ha dicho a través de esta historia y Su palabra. Luego volveré y nos guiaré mientras cerramos.

Obviamente, no dejen que los detenga si siguen orando y escribiendo, pero así es como quiero terminar. Quiero que leamos juntos en voz alta este himno de William Cooper en los diferentes lugares donde estemos, pero realmente en todos los lugares donde estemos reunidos. Una parte de mí desearía que pudiéramos cantarlo juntos. Obviamente eso no es posible, pero es posible que lo digamos juntos. Y mientras decimos estas palabras, Creo que veremos lo apropiado que es este himno para cerrar el libro de Rut, particularmente a la luz de donde el libro de Ruth comenzó y el poema que leímos de William Cooper al principio. Digamos juntos estas palabras.

Hay una fuente sin igual,
De sangre de Emanuel.
Se purifica el pecador,
Que se sumerge en él. 

El moribundo malhechor,
Con alegría lo vio.
En él mis manchas ya lavé,
Como él se las lavó.

El preciosísimo raudal,
Limpiando seguirá.
La Iglesia toda del Señor,
Así se salvará.

Yo, desde que eficaz lo creí,
Sus glorias ensalcé.
Y mientras haya de vivir
Las mismas cantaré.

Después aunque en la tumba estén
Mi lengua y corazón,
Resonará más dulce y -más –
Sublime mi canción.

Que el amor redentor sea nuestro lema hasta que muramos. Y cuando todos hayamos muerto o Jesús haya regresado, cantaremos al amor redentor con cada tribu y lengua y nación… en belleza y majestad que es más grande de lo que cualquiera de nosotros pueda imaginar. Que Dios nos bendiga y nos guarde hasta Ese Día.

LESS THAN 1% OF ALL MONEY GIVEN TO MISSIONS GOES TOWARDS REACHING THE UNREACHED.

That means that the people with the most urgent spiritual and physical needs are receiving the least support. You can help change that!